— ...Muy bien rana de cuarta, sólo lo preguntaré una vez más, ¿Qué demonios esta sucediendo aquí?
Belphegor no estaba seguro de como había llegado a ese lugar, lo último que recordaba eran...¿estrellitas?.
Cuando sus ojos se abrieron se encontraron cara a cara con un techo colorido, se encontraba en una habitación que únicamente necesitaba una palabra para describirse.
Rosa
Completamente rosa, cortinas, cama, muebles, y si de por si esa visión era rara las cosas se tornaron aun peor cuando de la puerta entró Lussuria gritando.
Pero no era un Lussuria cualquiera, su travestismo había llegado a niveles críticos, el vestido de princesa, una especie de cuello y ese ridículo peinado.
La primer cosa que se le ocurrió al rubio, fue "un perico".
No había sido consciente de si mismo hasta que el peli verde levanto la sabana dejando a la vista un camisón y algo muy suave en su pecho, sus manos instintivamente fueron a dicha zona y sintió esos pequeños y suaves bultos.
— Oh! Mi princesa, no deberías hacer cosas tan pervertidas frente a tu madre.
— ¿Cosas pervertidas?, ¿Madre?— estaba a nada de reír por tan estúpido cometario, pero algo en su cerebro le decía que eso era cierto.
No tuvo mas oportunidad de hablar, su " madre" le había arreglado como si fuese un niño, pequeño, o en este caso niña, así es, había descubierto unos pequeños pero notorios senos.
La atrocidad que le hizo usar, era un vestido que como todo lo demás, era rosa, esponjoso y molesto para su gusto.
Lo que fue su camino al comedor no se pudo quejar, escuchar que le alabaran era suficiente para subir su ego e ignorar que estaba usando esa ridícula ropa.
Incluso el desayuno fue de su agrado, todo lo estaba disfrutando, por que después de todo era un...una princesa. Lamentablemente en la escala de Belphegor, existía cierto factor andante que siempre conseguía sacarla de sus cabales.
— Oh, la falsa princesa ha decidido despertar de buenas — hubiese soportado que le llevaran sanguijuelas, serpientes o cualquier animal rastrero.
— ¿Qué hace un sapo en mi desayuno?, yo no pedí ancas.
— Mooo Bel chan, no debes de ser tan grosera con tu prometido, puede que no se lleven muy bien pero deberías intentar ser mas amable.
— ¿Prometido?, ¿Amable?, creo que lo que quieres es un cuchillo en tu cabeza maldito pervertido.
Como si la rubia fuera un dibujo, su comentario fue ignorado y Fran escuchaba la animada anécdota que Lussuria la reina narraba, uno de sus tantos romances misteriosos que terminaban en un extraño homicidio.
Llegado cierto momento la reina se tuvo que retirar dejando a ese par a solas.
— Bien, sapo asqueroso, ahora mas te vale decirme que demonios esta pasando.
Silencio, absoluto e intenso silencio.
— ...Muy bien rana de cuarta, sólo lo preguntaré una vez más, ¿Qué demonios esta sucediendo aquí?
— Vine a ver a mi prometida, aunque habían dicho que era una linda princesa, fuerte y atractiva, yo sólo veo a una mimada y arrogante mujer.
La sangre "azul" de la princesa subió a sus pómulos y no de vergüenza, sino de odio descontrolado, busco con la mirada su cuchillo, el cual misteriosamente había desaparecido.
— Me dijeron que eres violenta...así que me vi en la necesidad de quitar tu cuchillo.
Bel quería romper ese delgado cuello, sujetarlo y hacerlo crujir hasta que cada vértebra quedara dividida.
— No necesito un cuchillo para callarte la boca, sapo de pacotilla
— Puede ser, y es por eso que acepté el compromiso, yo no necesitó a una princesa delicada, prefiero a una chica que sabe lo que quiere
Aquellas palabras causaron un asombro obvió en la rubia,¿Desde cuando Fran era tan directo?...tan...¿cool?
Poco a poco la imagen de ese Fran maduro se fue desvaneciendo, cuando se volvió a enfocar su mirada se encontró con el elegante techo de la mansión Varia.
— Y la princesa sapa, beso al principe quien era muy atractivo y aun cuando la princesa era muy molesta y falsa la quiso...oh ¿Sempai? Pensé que aun dormía y por eso le contaba un cuento.
Belphegor sentía la sangre bullir a su cabeza de enojo, ese renacuajo había sido el culpable de que tuviera aquel extraño sueño.
— Voy a hacer una brocheta contigo enano — Aunque su voz era tranquila el aura asesina del príncipe era notoria.
— Como si de verdad pudiera, se hubiese quedado dormido, así no era tan molesto.
— Shishishi...renacuajo mas vale que empieces a correr.