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Grimm por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

¿Qué les parece? pronto vendrá el romance y otras parejas kukuku

Minos despertó con un olor nauseabundo llegando a su nariz. Se levantó de la cama lo más rápidamente que pudo con sus costillas rotas, rezando porque ese no fuera el desayuno o la medicina que su casero probaría hoy en él para que ayudara a soldarle las costillas. Aunque tenía que reconocerlo, por asquerosas que fueran esas cocciones también eran muy efectivas.

“¿Qué se supone que es eso?” dijo señalando la hornilla con al menos tres ollas hirviendo. Albafica se encontraba tarareando mientras revolvía un brebaje muy oloroso. “Por favor dime que no vamos a comer eso”

“¿Esto? No, es Siegbarste Gift. Mi papá tenía un poco de la planta almacenada, pero la infusión líquida no, así que preparé en caso de que tengamos que vérnoslas con uno de ellos” señaló otro de los recipientes de metal. “Este es otro veneno, para Musai, y esto…” levantó la tapa de la última olla. “Es para tus costillas”

“¿Estás seguro de que no confundiste la medicina con algún veneno?” lo último que el peliplata quería era pasar una tarde adolorido por envenenamiento.

“Claro que no, sírvete una taza y verás que te sientes mejor” Minos lo hizo con cautela, dándole un sorbo a la infusión. No tenía un sabor tan malo como pensaba. Se lo terminó y en seguida sintió el dolor remitir. Se sentía aliviado, esto estaba tardando menos tiempo del que pensaba. El teléfono sonó y Albafica apagó el fuego para cogerlo.

“¿Siegbarste Gift? ¿Es tan nuevo y ya está pensando en pelear contra un Siegbarste? Tiene que estar loco, es un suicidio… aunque nunca está de más prepararse”

“Tengo que irme” anunció el peliceleste después de colgar el teléfono. “Al parecer mis nada anticipadas vacaciones tendrán que ser puestas en jaque debido al asesinato de un fiscal de distrito” gruñó, sin muchas ganas de ir a trabajar. “¿Puedes colocar esas pociones en frascos? Traeré la cena cuando vuelva”

“Sí, claro… eh, no soy muy ducho en la herbolaria, ¿cómo voy a saber cuál es cuál?”

“El veneno para ogros es amarillo, el para Musai es azul y tu medicina es el que queda” indicó el detective saliendo a toda prisa. Una vez en su auto llamó a su compañero para que le diera la dirección de la escena del crimen. Tras eso salió a toda prisa. Se maravilló por el desorden que quedó en la oficina de la casa de la víctima. El arma homicida era un palo ensangrentado, con el que al parecer le habían atizado a la cabeza al fiscal hasta dejarla tan destrozada que era irreconocible.

“Woow, alguien tenía un carácter tremendo”

“O quería vengarse con muchas ganas” dijo el peliazul, poniéndose los guantes para analizar la evidencia. “Los peritos ya han buscado huellas digitales, así que pronto tendremos una coincidencia con el arma homicida”

“Y al parecer es una buena” comentó una oficial viniendo desde atrás, mostrándole la foto de un hombre de mediana edad. “Su nombre es Matías Gómez, ex marine. Aún no ha quedado clara la conexión con el fiscal, pero después de revisar algunos papeles de seguro que la encontraremos. Algunos oficiales ya están buscando entre los archivos”

“Bien, mientras tanto, ¿Por qué no vamos a la casa del señor Gómez?” sugirió el peliazul y ambos se encaminaron a la residencia que señalaba en el archivo. Una vez que llegaron se llevaron una sorpresa enorme. El hombre cuyas huellas se encontraron en la escena del crimen estaba tendido en el piso, con una mano cercenada. También le habían renovado la cara a golpes, sus dientes estaban regados por el piso. “Bueno, al menos ahora ya sabemos cómo sus huellas terminaron en la otra escena, la mano robada las dejó”

“¿Tenía novia?” preguntó Albafica, levantando con los guantes puestos un reloj. “Porque esta cosa sin duda es de mujer. Y no creo que sea de su madre” lo rodó entre sus manos. “Tiene algo grabado en el exterior…”

“¿Mary? Yo… creo que sé de qué se trata” dijo Manigoldo, sacando su teléfono. “Hola, soy el detective Manigoldo Cáncer. Necesito patrullas en la casa de Mary Alice Williams…” siguió dando detalles y agarró a su compañero del brazo. “Vamos” corrió y condujo como un loco hasta la casa de la mujer, pero ya era tarde. Estaba muerta. “Demonios…”

“De acuerdo, ¿me vas a decir ya lo que está pasando?”

“El nombre del culpable es Iván Troll, era un asesino a sueldo para una de las más grandes familias criminales. Lo arresté hace algunos años por un golpe de suerte, pero… no teníamos testigos dispuestos a declarar… hasta que llegó Mary” Manigoldo se sentía culpable, eso era obvio. “Ella había visto cómo mataban a su patrón, era la secretaria de un banquero asesinado porque se negó a lavar dinero para ellos. Nos dio el testimonio que lo encerró”

“¿Y qué relación tiene el ex marine con este asunto?”

“Yo lo sé” contestó la oficial que antes había identificado las huellas del mismo hombre en el arma homicida del fiscal. “Fue el presidente del jurado que votó culpable, al parecer el resto de los que fueron jurado ese día murieron en accidentes extraños… ahora sabemos lo que sucedió. Iván Troll debió haberlos rastreado y asesinado”

“Bueno… si lo hizo, ¿no crees estar en su lista?” de repente las ventanas explotaron. Al parecer el asesino les había tendido una trampa con el objetivo de capturar a Manigoldo. El peliceleste le apuntó con su arma y este lo miró con una cara burlona… que se metamorfoseó en un horrible rostro amarillento con grandes colmillos.

“Grimm…” gruñó en voz baja.

“Oh, Dios mío” se asustó Albafica, que inmediatamente se convirtió en el objetivo del Siegbarste. Este cargó contra el Grimm, queriendo sacarlo de su camino. El peliazul le disparó, pero no consiguió herirlo de gravedad. Tras un corto tiroteo el ogro decidió que había demasiadas personas y huyó. El peliceleste gruñó. “Ugh… como odio tener razón”

“Al menos ahora sabemos quién es el siguiente en tener un accidente extraño” comentó Manigoldo. Su compañero asintió, más no estaba muy seguro. Tenía la impresión de que Troll ahora lo consideraba la mayor amenaza a su persona y no descansaría hasta eliminarlo.

“Creo que… iré a casa a limpiarme” estaba lleno de polvo y cristales de los pies a la cabeza, la excusa perfecta para conseguir algo de veneno junto con un rifle de alta potencia para inyectárselo al malnacido.

“Sí, yo también, nos vemos en el precinto” se despidió Manigoldo.

-En la casa-

Albafica entró rápidamente con una cara asustada. Cerró la puerta y se apoyó contra ella como temeroso de que el ogro entrara por ahí. Minos se acercó con algo de preocupación, manteniéndose lejos de las ventanas. Su compañero le dio una mirada que decía a las claras que se encontraban metidos en una gran mierda.

“¿Qué pasó?” preguntó el Grimm mayor.

“Siegbarste”

“¿Eh…?” alguien entró rompiendo la ventana. Era Iván Troll, completamente wogueado y deseando sangre. Los ojos de Minos se ensancharon como platos, no estaba en condiciones de combatir contra una de esas cosas. Pero al parecer ninguno de los dos tenía opción, porque tan pronto como los vio a ambos arremetió contra el que estaba más cerca.

“¡Dos Grimms!” gritó. Por desgracia al que decidió atacar era al peliplateado, que seguía herido. Minos se tiró fuera del camino con rapidez, agarrándose de una columna para subirse a la escalera. El  Siegbarste se empotró contra una pared, poniéndose más furioso. “Malditos Grimms”

“¡Corre!” gritó el peliplata. “¡A esas cosas hay que matarlas con un arma que no tenemos! ¡Hay que correr!” una vez escondidos en el sótano se acurrucaron el uno contra el otro para ocultarse mejor, lo que hizo que el peliceleste se sonrojara. “Albafica, maldito loco, ¿Qué crees que haces? A una de esas cosas… en tu primera cacería”

“Yo no lo quise así, él vino a mi… tratando de matar a mi amigo” sonaron las sirenas afuera y escucharon los pesados pasos del ogro alejarse de la casa. “Escóndete mientras hablo con ellos, necesitaré unos minutos”

“Buena idea” Minos se ocultó en el agujero donde estaban las armas y lo libros de ambos. Albafica por su parte salió al encuentro del italiano que se disculpó una y otra vez por meterlo en esto. Dejaron patrullas en la parte de afuera de la casa. “¿Tenían que quedarse?”

“No tenía otra opción” le respondió Albafica. Él tampoco estaba muy contento con el resultado de su pequeña aventura, pero sabía que Manigoldo no se detendría en eso. El muy cabezota iría a confrontar a Troll sin saber lo que en realidad era, sin pensar que su vida corría más peligro de lo que imaginaba. “Necesito algo, por nada del mundo salgas del sótano”

“¿Qué vas a necesitar?” preguntó el mayor extrañado mientras veía al otro Grimm rebuscar en su baúl de armas. Sacó un estuche y lo abrió, de él salió un arma muy conocida para él junto con una munición muy grande. Una Siegbarste Gewehr. El peliceleste rápidamente cogió la botella de veneno amarillo que había preparado en la mañana, metiendo dos balas en él y poniéndolas luego en el cañón del arma. “Espera, ¿Qué quieres hacer?”

“Probar si soy tan bueno preparando venenos como lo parezco” se colgó el arma al hombro y consultó su teléfono. “Rastrearé la ubicación de Manigoldo, ahora que estamos bajo vigilancia irá tras él, confiando en que no podremos actuar”

“Espera, no puedes ir tras un Siegbarste en tu primera cacería, es como cometer suicidio. Sólo los profesionales matan Siegbarste”

“Pues es momento de intentar”

-En un descampado-

Albafica finalmente localizó a su amigo peleando contra el ogro… o más bien siendo derrotado por el ogro, que lo tenía contra las cuerdas, a punto de matarlo. El pisciano apuntó con el arma a la amplia espalda del wesen, esperando no fallar. Por alguna razón, incluso sin una mirilla, pudo ver donde caería la bala exactamente, como si le estuviera apuntando a una diana.

“Por favor, dime que no me equivoqué al preparar la poción” pidió antes de jalar el gatillo. Iván emitió un sonido muy extraño mientras moría, sus huesos convirtiéndose en piedra rápidamente. Cayó pesadamente al suelo y Manigoldo lo observó confundido. Por su parte, el peliceleste se dio unos golpecitos mentales en el hombro. Era increíble. “Qué bueno soy” de repente se escucharon sirenas, por lo que echó a correr con el rifle. Lo ocultó en el asiento trasero y actuó como si llegara por la misma llamada de auxilio que los otros. “¿Qué ha pasado?”

“Manigoldo fue a enfrentarse a ese tipo… solo” le explicó la oficial. Fueron corriendo a la escena, donde un maltrecho italiano era atendido por paramédicos mientras los forenses recogían el cuerpo de Iván Troll.

“¿Qué se supone que hiciste?” preguntó su compañero.

“Detenerlo… o al menos tratar” dijo Manigoldo, quejándose del dolor en su tripa donde le había pateado el Siegbarste, luego se puso más serio “Quienquiera que lo matara se ha tomado demasiadas molestias para permanecer en secreto, ¿creen que fue otro asesino a sueldo?”

“No lo sé, tendremos que analizar las balas por si coinciden con el modus operandi de alguno”

“Sí, las balas… iré a la morgue ahora mismo para saber cuándo se hará la autopsia. Con permiso” Albafica se fue del lugar y, aún ocultando su rifle. Conversó con la forense un rato mientras le extraían las balas a Troll para una posterior identificación. Antes de que se dieran cuenta, cogió la bolsa con las municiones y se la guardó.

-En la casa-

“¿Has regresado vivo? Suerte,  ¿Qué pasó con el Siegbarste? ¿Ya tiene lo que vino a buscar?” preguntó Minos, saliendo de su escondite cuando el otro Grimm se presentó en el sótano, anunciando que las patrullas se habían ido.

“Lo maté”

“Ah, qué bien, lo… ¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?! ¡¿Tu presa de primera cacería fue un Siegbarste?!” se sorprendió el peliplateado. Albafica le enseñó las balas y las fotos de la escena del crimen que se  había traído con él. Las heridas en la espalda del ogro coincidían sin duda con las balas. “Vaya… eres bueno… y eso que aún no has pasado por entrenamiento serio. Deberías estar orgulloso… y tu familia”

“¿Mi familia?”

“Alba, la primera cacería solo es la más importante, ahí se miden las habilidades naturales de un Grimm incluso antes de recibir entrenamiento y pulirlas. El objetivo de esta es… apuntar lo más alto posible, por así decirlo, sin llegar a ser un suicida. Muchos van por presas moderadas, pero tú… y yo” señaló su pendiente y le dio vuelta, mostrando la cara del Hundjäger en el interior “nos salimos de la media. Y cuanto más alto aciertes más orgullosa de ti estará tu familia”

“Entonces debería visitar a papá para que me felicite” comentó el peliceleste.

“Sí, pero antes… hay algo más que tenemos que hacer con esas balas” Minos tomó los objetos metálicos y sacó unos objetos de su baúl de armas. Las balas se fundieron. Una parte fue reciclada, la otra siguió fundida hasta que el peliplateado sacó un molde raro.

“¿Qué es eso?”

“Cuando los Grimm matan a su primera presa le dan un colgante como este de regalo, hecho del metal del arma que mató al wesen. Usualmente lo hacen los padres, pero como el tuyo no está disponible… creo que lo haré yo” tomó otro molde con lo que parecía ser la cara de un Siegbarste y lo puso en un espacio al reverso del molde. “Vaya, no creo que haya sido usado antes”

“Y que lo digas, son huesos duros de roer”

“Aquí se pone el metal y… para mañana estará listo”

“Perfecto, mañana veré a papá y se lo mostraré, apuesto a que estará encantado”

“Por supuesto, el mío lo estaba”

-En la prisión-

Lugonis y Albafica estaba frente a frente cuando el joven le mostró a su padre su nuevo accesorio. El mayor sonrió orgulloso, recordando su propia primera experiencia. Ya no tenía su colgante, los guardias se lo incautaron todo, pero aún conservaba sus recuerdos.

“Y bien, ¿Qué fue lo que cazaste?”

“Siegbarste”

“¡¿Qué estás loco?! ¡Pudo haberte matado! Dios, suerte que te salió todo bien y pudiste acabar con él antes de que acabara contigo” dijo el reo, llevándose la mano al pecho. “Pero de todas  maneras, estoy orgulloso. Me hace recordar mi propia primera cacería, maté a un Wendigo, aunque el muy maldito estuvo a punto de cenar Grimm a la italiana”

“Los Wendigo parecen ser buenas presas”

“¡Por supuesto que lo son! Mucho mejor que el Huntha Lami Muuaji que Luko obtuvo… pero tengo que admitir que esos bichos son útiles, su baba es en extremo corrosiva y…”

“Me alegra que compartamos esto”

“A mí también…”

-En la comisaria-

“No están, las balas que mataron a Troll no están” informó una de las asistentes del forense. “No sé quién se las ha podido llevar, sólo desaparecieron tras ser extraídas del cuerpo”

“En alguna parte tienen que estar” dijo Manigoldo, que a pesar de estar malherido fue a trabajar. “Si no las tenemos tal vez no podamos ubicar al asesino… o tal vez no, ¿hay algún video de vigilancia en la morgue y en el almacén de evidencia?”

“Por supuesto, pero tendremos que esperar para que nos lo den”

“Tenemos tiempo”

Notas finales:

Espero que les haya gustado, mandenme sus reviews!!!!!!!!!!!!


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