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Después de todo me enamore de ti. por Minos Hanari 56

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2.-Luna roja


Desperté en una cabaña abandonada, seguramente de algún “shinobu”, como se hacían llamar los ninjas. Me levanté con las terribles punzadas en mi cadera. Cada una arremetía más fuerte que la anterior. Sostuve mi cuerpo en el filo de la mesa de madera, los pasos dados me cobraría más tarde. No quería seguir sintiendo estos horribles deseos. Mi cuerpo estaba completamente desnudo y a un lado de mí existía la vaga idea de poder salvarme.


Escuche la puerta del baño abrirse y con esta salir un hombre en la misma situación que yo. Sus ojos rojos me capturaron. Camine rápidamente para la puerta, intentando alejarme pero fue más pensar que hablar. Claramente se daba cuenta que estaba asustado por él.


¿Qué había hecho anoche? El líquido del demonio aún corre por mis venas y no quiero perder el poco control que me queda. Guarde silencio. Las sensaciones de placer eran nulas en este momento. Empujo mi cuerpo, tumbándolo al colchón blanco de la cama. Abrió mis piernas hasta sentir dolor, metió un dedo, siguió con otro hasta meter cuatro. Arquee la espalda y apreté mi boca lo suficientemente fuerte para que resbalara sangre por mis labios. Su mano lentamente se iba introduciendo hasta profundizar. Tocó algo con lo cual sonrió. Nunca supe que era pero suponía que se trataba de esa asquerosa píldora roja. 


—Así que puedes reproducirte… esto es nuevo. —El la saco sin cuidado alguno, Provocando un estremecimiento doloroso, arquee la espalda quejándome de las punzadas producidas. Ardía la parte que había tocado. La extraña sensación otra vez acontecía.


—D-déjame. —Ni yo mismo sabía porque me rebajaba tanto. Rechazaba la idea de humillarme pero no era yo el que


—Shhh… tengo planeado hacer muchas cosas contigo, antes de que Naruto te encuentre.


— ¿Qué piensas h-hacer?


—Orochomaru estará dispuesto a pagar una gran cantidad por ti… sabiendo lo que puedes llevar adentro… seguro te deja preñado. —Su risa se volvió molesta. . No me dejaría llevar por el momento, no nuevamente.


— ¡No te atrevas!


—Mnh…—Se introdujo de golpe. No le importó que empezar a gritar muy fuerte, mis manos se enterraron en las sabanas. Lo necesitaba, quería eso. Ser saciado hasta la última gota. Mis caderas se movieron para facilitarle el paso, a pesar de que en mis ojos se recorrían lágrimas por el dolor. —T-te ésta gustando, ahhh tan sólo eres una zorra.


—Ahhh!!!—Mi interior estallo del éxtasis, lo volteo para enterrarme en el incómodo algodón y cabalgarme más profundo. Si me iba a vender como mercancía no encontraba la respuesta de porque hacia eso. —D-detente…


— ¿Qué me detenga? Deberías ser más honesto…


Jadee muy fuerte al sentir como el líquido recorría mi miembro para salir, estaba cegado por la locura, apreté los dientes antes de dejarlo salir y tumbarme en la cama mientras mi acompañante hacia los mismo, dentro de mí. La simple idea revolvió mi estómago, me daba náuseas imaginar aquel infame y viscoso contenido, donde posiblemente se produzca una vida.


Recobré la respiración, agitándome con las inhalaciones. Vi cómo se paraba para ponerse sus pantalones y una camisa. Su rostro volteo a mi dirección, percatándome de sus ojos negros. Habían cambiado, y se me hizo extraño que cobijara mi desnudes, deje esos extraños pensamientos y caí en un profundo sueño a causa del cansancio. Seguramente mañana todo cambiaría, esperaba eso.


Abrí los ojos lentamente, mirando con dificultad por las borrosas líneas que se esparcían. Intenté mover tan siquiera un musculo pero nada respondió. Aquel sujeto ponía una extraña venda en mi brazo fracturado. Su mirada capturaba sólo mi herida, estaba “arrepentido” supongo. Hice una mueca cuándo me pincho con una aguja y añadió una sustancia en mi piel.


—Te mantendrá unos días estables, así no sentirás esa extraña sensación de hacerlo con alguien. Claro mientras no lleguemos con Orochimaru y te vayas con él.


Cogí el plato de comida y agarre lo mayor que pude atragantándome. Jamás había comido esta especie de cosas raras. Él me veía muy extraño pero no omitió palabra alguna, suponía que sólo era un fenómeno. Solté el plato de repente, dejándolo caer al piso, la extrañeza  de aquello subió de golpe a mi garganta para que lo desechara en el piso.


Se molestó, jaló de mi blanco cabello para levantarme y empujarme. Caí al suelo, estaba muy débil para defenderme. Mis poderes se habían ido. Debilitándome hasta quedar si shacra. De mi venaje se trasparento un extraño rojizo, convirtiéndose en gotas que caían sutilmente. Parecía que no le gustaba mi comportamiento.


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