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Siempre a tu lado por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

Lo primero que haré después de tanto tiempo, es pedir las mil y un disculpas por haber tardado tanto. No tengo excusa. Lo único que puedo decir en mi defensa es que tenía falta de inspiración para esta historia. Supongo que por estrés ¬¬… estaba enredada con el final de otra de mis novelas y… bueno, la inspiración de ésta se fue de vacaciones (no tenía de que poner ¬¬). Pero, como ya las ideas retornaron a su debido lugar (mi cerebro) y dejaron de fiestar en Hawái, les traigo la actu. Disfrútenla!!!

Sasuke siempre se catalogó como alguien capaz, eficaz y con un talento excepcional. Desde que se graduó de la academia, cumplió con todas y cada una de las misiones que se le asignaron. Ciertamente, en un comienzo eran estúpidamente fáciles, misiones de rango D donde apenas podía poner a prueba su capacidad, la cual, admitía sin modestia, era superior al resto de los gennin de su edad.

Después que ascendió a chûnnin, sintió que al fin era el momento de demostrar lo fuerte que se había vuelto. Las misiones oscilaban entre los rangos C y B todo el tiempo, se sentía más vivo que nunca. Solo faltaba por cumplir con un pequeño asuntillo para que su vida estuviese completa. Concretar su venganza.

Debía tener más o menos catorce años cuando aquella serpiente rastrera le proporcionó la encrucijada. Fue en una misión a las afueras de la aldea, en el país de la Ola. Orochimaru lo observó desde el comienzo de la misión, cómo fue su desempeño durante el trayecto, protegiendo al viejo constructor de puentes. Fue en esa misión donde despertó el Mangekyô Sharingan, perdiendo la vida de uno de sus compañeros entre sus brazos, fue razón suficiente para que lágrimas de sangre rodaran por sus mejillas.

Orochimaru le dio la oportunidad de hacerse más fuerte, de tener el poder para vengar a su familia y de proteger a sus seres queridos, de esa forma, ya no vería a otro compañero morir entre sus manos. Desertó de la aldea durante tres años, entrenando arduamente hasta que tuvo el poder de absorber una parte del poder de Orochimaru, eliminándolo, y así unirse a Akatsuki.

Con solo una meta en mente, Sasuke se hizo pasar por un aliado de esa peligrosa banda, sólo para matar a Itachi. Sin embargo, sus planes fueron descubiertos por el líder, Tobi. Para evitar que Sasuke se revelara contra la organización, a escondidas le contó toda la verdad sobre Itachi, sobre la exterminación de su clan, etc.

Sasuke no lo creyó en primera instancia, por lo que esperó pacientemente a que su hermano volviese de la misión que había tenido con su compañero, Kisame, para traer al Yonbi. Fue una noche oscura, contrario a la vez que presenció la extinción de su clan, había Luna Nueva. Itachi venía caminando impávidamente por el angosto pasillo de la guarida, sin tener idea que sería emboscado por nada menos que Sasuke.

El Uchiha menor lo obligó a salir de la cueva, alegando que era hora de ajustar cuentas. Itachi, resignado, obedeció la petición de Sasuke y lo siguió hasta un claro algo alejado de la guarida. Circunspecto, justo como los depredadores antes de atacar, Sasuke se acercó despacio con su espada en alto. De la misma forma, Itachi lo esperaba en el otro extremo, esperando el primer golpe.

Verdaderamente fue una inmensa sorpresa, ya que, contrario a cualquier idea preconcebida respecto a lo que haría Sasuke durante esa batalla, agarró la nuca del mayor y los metió a ambos dentro de un genjutsu usando su Mangekyô. Itachi mantuvo todo el tiempo una expresión impasible, sin embargo estaba bastante sorprendido.

Observando de soslayo lo que tenía alrededor, descubrió que aquel genjutsu eran los recuerdos de Sasuke sobre esa noche. Por supuesto, eran los pensamientos de un niño de seis años, por lo que estaban turbios y llenos de baches. Cerrando los ojos, Itachi suspiró cansinamente y cuando sus párpados se abrieron, su propio Mangekyô estaba activado.

Estaba consciente, Sasuke lo sabía todo. Con aquel turbio genjutsu, le estaba pidiendo que rellenara los espacios con sus propios recuerdos, que le contase la verdad. Sabiéndose acorralado y sin posibilidad de seguir manteniendo la mentira, Itachi le mostró a Sasuke la verdadera historia, confirmando lo que Tobi había contado anteriormente.

Verlo con sus propios ojos, fue de verdad un shock. Sasuke sintió como su cerebro palpitaba ante las visiones, sus ojos lloraron lágrimas de sangre una vez más y de repente, todo el odio que había sentido hacia su hermano… desapareció. Por él, sentía un inmenso sentimiento de deuda, respeto, admiración, y sobre todas las cosas, amor.

Las paredes del genjutsu se rasgaron, Sasuke calló de rodillas en el suelo cuando volvió a la realidad, gritando descontroladamente por el dolor de conocer la verdadera historia. Solo un golpe, un efímero toque en su frente, fue lo único capaz de calmarlo y hacerlo volver al mundo, sintiéndose reconfortado por el repentino abrazo de su hermano.

En un primer momento, quiso desquitar toda su frustración contra la aldea, contra los malditos ancianos que habían hecho sufrir a Itachi y a toda su familia. Lógicamente, el mayor adivinó en un instante lo que Sasuke estaría pensando y, actuando con prontitud, activó el Mangekyô Sharingan de Shisui, el Kotoamatsukami. “Protege a Konoha, Sasuke”. Solo esas líneas bastaron para que el menor abriera los ojos con la impetuosa necesidad de volver a su aldea natal y protegerla con todas sus fuerzas.

Con un mutuo acuerdo, ambos hermanos se separaron. Itachi seguiría protegiendo a Konoha desde las sombras y Sasuke lo haría desde la luz. Sin que nadie lo notase, intercambiaron sus ojos y ahora los dos herederos Uchiha tenían el respetado Mangekyô Infinito. Más fuertes, más leales y más juntos que nunca.

Al volver a la aldea, Sasuke estuvo prisionero durante un año, pagando por haber renegado durante tres años; cuando estuvo libre, fue condenado a trabajar en misiones de rango S donde su vida estaría en peligro todo el tiempo. No recibiría la paga adecuada por la misión y no podría salir de su departamento mientras estuviera en la aldea.

Su condena duró otro año más y cuando cumplió los diecinueve, Hokage convenció a los ancianos consejeros de que ya era suficiente. Sasuke había demostrado que estaba arrepentido por lo que hizo y que era un shinobi fiel que protegería a Konoha de lo que fuese.

Sumando todo por lo que tuvo que pasar el moreno, se diría que su vida había sido bastante movida, llena de peligros y dificultades que un shinobi común y corriente, no sería capaz de aguantar. Aun así, Sasuke aseguraba que nada de lo que había vivido era tan difícil y complicado… que mantener con vida a Naruto.

¡Era el colmo! No podía cerrar los ojos un minuto cuando ya el mocoso estaba en peligro otra vez. Diariamente tenía que estar pendiente, en las noches dormir con un ojo abierto, prácticamente tenía que ser su sombra…, en el sentido más literal.

En una ocasión, si no hubiese actuado rápido, un certero kunai la habría perforado la cabeza mientras estaba sentado en el jardín. En otra, tuvo que ponerse en el medio de la trayectoria de un shuriken para que no le atravesara la espalda. Porque no solo corría peligro todo el tiempo, sino que era tan jodidamente distraído que nunca se percataba del ataque.

Daba gracias a todos los dioses por tener una habilidad regenerativa por al sello maldito de Orochimaru, de lo contrario, habría muerto desangrado. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que se había usado a sí mismo como escudo. Y eso no era lo peor, o no, claro que no. Había mucho más. Ahora estaba solo. Hinata tuvo que volver a la aldea por orden del líder del clan Hyuuga, su padre.

Al menos, un par de semanas atrás, podía hacer turnos y respirar de vez en cuando mientras ella se encargaba de proteger a Naruto. Pero ahora estaba completamente… solo. ¿Respirar tranquilo? Ya había olvidado lo que era eso. Tenía que estar alerta las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

Y no era que le molestara proteger a Naruto, al fin y al cabo era su misión, además de que no quería que al rubio le pasara nada. Si al menos le diera un gracias de vez en cuando, al menos podría sentirse feliz. Pero no, Naruto siempre le decía que era su trabajo y que no tenía por qué agradecerle.

Ahora mismo, el pobre Uchiha se encontraba en el techo de la casa, refunfuñado como gato arisco por su jodida mala suerte. Desde la noche en que lo besó, nunca más se pudo acercar a Naruto. Quería que confiara, que le hablara, o por lo menos que le dedicara una amistosa sonrisa como las que solía hacerle a Hinata. Pero eso era una utopía, porque desde que la Hyuuga se fue, Naruto no había vuelto a sonreír.

Esa personalidad fría y altanera lo tenía hasta los cojones, si pudiera darle sus buenas ostias, lo haría. Pero como no quería que el rubito lo odiara, más de lo que ya lo hacía, tenía que comportarse y controlar su bendito mal genio.

Entrecerró los ojos cuando lo vio caminar por el jardín con un libro en la mano. No importaba cuantas veces lo viera, Naruto le parecía cada vez más hermoso. Su cuerpo era tan delicado como no lo era su carácter, si tan solo tuviera la oportunidad de someterlo, ah, que ganas tenía de hacerlo.

Naruto se acercó a un árbol, sentándose bajo la sombra de éste, levantó su libro y lo ojeó un poco antes de empezar a leer. Esa era otra de las cosas que fastidiaba a Sasuke. Naruto nunca parecía estar intimidado. Joder, que su vida estaba en peligro todo el tiempo y él parecía no importarle. Naruto, literalmente, observaba la muerte con indiferencia, alegando que si muere, la única que saldría perdiendo sería la aldea.

-Idiota- musitó por lo bajo, frunciendo el ceño al ver la cadente paz que rodeaba al rubio. Naruto no temía a la muerte, él tampoco lo hacía. El único miedo que siempre acechaba al moreno, era ver morir a un ser querido una vez más. Eso, definitivamente, era algo que terminaría por destrozarlo.

Irguiendo su cuerpo, Sasuke se puso de pie. El viento soplaba fuerte desde su posición, meciéndole los brunos cabellos en ondas rítmicas a los lados de sus mejillas. Apretó los puños al verlo bostezar, tan relajado como siempre. Sus dientes crujieron cuando apretó la mandíbula, tensando todos los músculos de su rostro. Lo que más le molestaba, no era que Naruto no temiera a la muerte, sino que no tomaba su vida en serio.

Sasuke giró rápidamente al sentir saki (instinto asesino). Alguien – una vez más – estaba atentando contra el áureo. Activó el sharingan, buscando con ahínco de dónde venía el movimiento de chakra. Las brunas pupilas, ahora escarlatas, brillaron intensamente al encontrar al enemigo. Dio un paso para ir a atacarlo, pero el shinobi lanzó de repente una bomba de humo, tapando su existencia. De lo cortina púrpura salió una flecha explosiva que, estaba seguro, no estaba dirigida a su cuerpo.

Saltó del techo hacia el jardín, tratando de llegar más rápido que el proyectil, sabiendo de antemano que era imposible. Sasuke parpadeó confundido cuando vio en la distancia que Naruto bajaba el libro, al parecer pudo sentir la conmoción. Su corazón se emocionó con esperanza, podía esquivarlo, ya lo había visto, solo tenía que moverse y…

-¡¡NARUTO!!- rugió a todo pulmón cuando vio que el blondo no se movía, observando la flecha acercarse a su cuerpo con una mirada helada, seria.- ¡Muévete!- pero Naruto no lo hizo y la flecha estaba a metros de impactarse.

Sasuke sacó un alarido furioso de su pecho e invocó a Susanô al notar que su cuerpo no llegaría a tiempo. El enorme guerrero violeta desvió el proyectil y los otros tres que le seguían detrás. Lanzando una gigantesca flecha de chakra, Sasuke asesinó al shinobi que atentó contra Naruto. El Sharingan se movió rápidamente en derredor, buscando aliados y demás peligros, pero al parecer eso era todo por ese día.

Retirando su Mangekyô, el guerrero Susanô retrocedió hasta que se desvaneció en el aire. Sasuke respiró agitado, soltando el aire caliente por la boca, logró adormecer un poco a la efervescente adrenalina de su cuerpo. Más calmado, giró lentamente sobre su eje, mostrándole al áureo una mirada colérica y llena de desaprobación.

Naruto bajó el libro, se puso de pie con parsimonia, sacudiendo un poco su yukata blanca, le dedicó una mirada gélida al moreno- Sabes que no te daré las gracias- dijo con seriedad, dispuesto a marcharse y tal vez dormir un poco.

Sasuke no respondió en el momento, respiró un par de veces más para no matar él mismo al jodido rubio cabeza hueca. Cuando Naruto estuvo a punto de pasarle de largo para entrar en la casa, lo tomó del brazo, haciéndolo girar bruscamente- No quiero tu agradecimiento- respondió, frunciendo cada vez más las cejas- solo dime una cosa- hizo más presión en el agarre, advirtiendo cuan cabreado estaba- ¿por qué no te moviste? Pudiste haber esquivado el golpe y no lo hiciste, ¿por qué?

-¿Por qué… dices?- Naruto enarcó una ceja, incrédulo ante tal pregunta- no era necesario. Tú ibas a protegerme.

Sasuke estrechó los párpados, analizando la respuesta del áureo. ¿Eso quería decir que confiaba en él a tal punto de dejar la vida en sus manos? No. Error. Naruto estaba echándole en cara cuál era su deber y responsabilidad en ese lugar.

Más cabreado que antes, movió su muñeca y lanzó al rubio contra el árbol al que estaba recostado anteriormente, haciendo que de sus labios se escapara un quejido. Soltó su brazo y llevó la mano hasta la garganta, presionando con fuerza contra el tronco para que no se moviera ni un ápice.

-¿Qué haces? Suéltame ahora mismo- ordenaba el blondo, llevando sus dos manos al antebrazo del moreno para que lo saltara, sin lograrlo. Sasuke hacía más presión en torno a su garganta, sin ningún tipo de remordimiento- Sasu…ke… por favor- pidió, a punto del colapso. Solo cuando sus lágrimas salieron por las comisuras de los ojos, el pelinegro aflojó el agarre lo suficiente como para que pudiera respirar, pero no retiró la mano.

-¿Por qué me ruegas?- preguntaba, su voz salió profunda y llena de rabia- no le temes a la muerte, ¿verdad? Entonces no debería importarte que te exprima la tráquea- volvió a hacer presión con su mano. Naruto pataleó para alejarlo, pero Sasuke era mucho más fuerte.

Estaba asustado, el moreno nunca se había portado así. Siempre le perdonó sus palabras crudas y su flemático comportamiento. ¿Por qué ahora se veía tan afectado?

-Si muero… la aldea se… verá afectada… por tu culpa…- hablaba entrecortadamente, tratando de no ahogarse con su propia saliva.

-Tu vida no es tan necesaria. Matándote, puedo volver a mi hogar y velar por su seguridad… ¿qué opinas? - ironizó, dejando escapar una sonrisa cínica que heló la sangre de Naruto- tú no quieres vivir y yo quiero matarte. Hagámonos un favor entonces- presionó más fuerte su mano en torno al cuellito frágil y fácilmente rompible.

Naruto lloró más, soltando lágrimas amargas- No lo hagas…- soltó un sollozo interrumpido por la falta de aire- Sasu…ke…. Por favor… no quiero morir.

Automáticamente, Sasuke abrió los dedos, dejándolo caer al suelo mientras tosía y se sostenía el cuello. Le dolía respirar, pero más le dolía lo bajo que calló su orgullo. Sasuke lo llevó al punto de tener que rogar por su vida. No había hecho nada tan humillante en mucho tiempo. La última vez que rogó, tenía doce años, pidiéndole de rodillas a ese hombre que no lo lastimara. Desde entonces, Naruto se juró a sí mismo que no volvería a caer tan bajo…. Ahora lo había hecho de nuevo.

De cuclillas, Sasuke lo observó con una mirada impertérrita, viendo tranquilamente como trataba de volver a respirar con normalidad. Naruto le dedicó una mirada furibunda, cargada de rabia. Con una mano en el árbol de antaño, trató de ponerse de pie, trastabillando un poco cuando empezó a caminar. Sasuke saltó y se puso delante, bloqueándole el paso con el ceño fruncido.

-Responde mi pregunta, Naruto. Si no quieres morir, ¿por qué no esquivaste la flecha?

-¡Vete a la mierda!- sin responder la pregunta, Naruto rodeó al moreno y corrió lo más lejos que pudo, huyendo de él y del estúpido sentimiento de debilidad que lo estaba llenando por dentro. Odiaba a Sasuke con todas sus fuerzas, por orillarlo al punto de suplicar, de doblegarse, rompiendo la promesa que se hizo hace años.

Sasuke lo vio alejarse, ésta vez no lo detuvo, el sentimiento de culpa lo estaba envolviendo rápidamente y su impávido rostro se vio afectado. No quería hacerlo. Lo menos que quería hacer en el mundo era lastimar a Naruto, mucho menos matarlo, pero lo había acorralado hasta ese punto. Necesitaba respuestas. Pensó que tal vez, llevando al rubio al límite, podía hacer que se diera cuenta que podía morir fácilmente, que no podía tomarse la vida a la ligera. Ahora se había ganado su odio…, y lo entendía.

Desde aquel incidente, no volvieron a tener ningún tipo de acercamiento. Ni siquiera se dirigían la palabra. Sasuke seguía protegiendo a Naruto, Naruto lo seguía ignorando, punto. Pero había una diferencia, mínima, pero la había.

Ante cualquier ataque, Naruto reaccionaba, huía, se escondía, incluso lloraba. Gracias a la intervención del Uchiha, había llevado a Naruto de un extremo al otro. Ahora le temía a la muerte…, demasiado. Decir que se sentía culpable era poco, Sasuke se sentía como la real mierda. Ver a Naruto así de intimidado y frágil, lo llevó a experimentar un amargo sabor debajo de la lengua.

Intentó acercarse varias veces, tratando todo el tiempo de redimirse y pedir disculpas, pero Naruto se rehusaba a verlo, mucho menos a hablarle. Dentro de poco cumpliría tres meses de estar trabajando allí y, contrario a la primera idea que tuvo al llegar, en vez de acercarse más al áureo, se estaba alejando.

Faltaba poco y nada para que terminara de perder la cordura. Hacía mucho tiempo que lo admitió, estaba enamorado de Naruto. Su indiferencia, recelo, odio, todo los sentimientos que le transmitía el blondo le golpeaba en lo más profundo. Quería tocarlo, besarlo, abrazarlo, hasta hacerle cosas de las cuales sería maleducado decir en voz alta, pero era imposible, nada más que un sueño bastante irreal.

Con el paso de los días, su relación hacía exactamente lo contrario a mejorar, pero no por eso dejaría de cumplir la promesa que le hizo aquella vez. Sasuke siempre lo protegería, siempre estaría ahí…, a su lado.

Algunos días después, bajo el cálido manto del astro rey, Sasuke caminaba por el pasillo exterior de la casa, centrado en su propio calvario interno mientras observaba el arenal perfectamente peinado. Naruto venía por el otro lado, sin percatarse de su presencia hasta que estuvo lo suficientemente cerca. Se pasaron de largo sin decir ni una palabra, sin mirarse a los ojos, casi sin respirar. El tiempo pareció detenerse esos segundos en que se cruzaron para después seguir su curso normal.

-¡Abajo!- exclamó el moreno de repente al sentir saki desde la distancia. Una lluvia de kunais se dirigía peligrosamente hacia Naruto. Fue tan repentino que ni siquiera le dio tiempo de invocar a Susanô, aunado al hecho de que había estado divagando respecto a su situación con el rubio y no prestó la suficiente atención a su alrededor. Demasiado bestia de su parte.

Fue irremediable. Sasuke tenía que protegerlo y los reflejos del blondo eran muy lentos; su cerebro reaccionó con agilidad, permitiéndole saltar justo a tiempo para ponerse entre los proyectiles y Naruto, usando, una vez más, su cuerpo de escudo.

Contrario a otras veces, en esta ocasión Naruto reaccionó, abriendo los ojos como platos, se dejó caer de rodillas a un lado del moreno- ¡Sasuke!- gritaba preocupado. Por primera vez, Sasuke cayó inconsciente a causa del impacto, dejándolo a la merced del atacante que ahora se dirigía hacia él con la clara intención de asesinarlo.

Naruto miró sus manos, estaban rojas, bañadas con la sangre del azabache. Se había manchado cuando quiso sacudirlo de los hombros para que despertara, sin conseguirlo. Estaba en shock, observando ese líquido carmesí con pavor.

Una repentina punzada en su cabeza le hizo llevarse las palmas a las sienes y presionarlas con fuerza, manchando su rostro con la roja sustancia. Cerrando los ojos, buscó mitigar el dolor, pero era inútil. Cuando los abrió de nuevo, sus pupilas estaban teñidas. Ya no eran de ese color cerúleo, dulce, cristalino. Ahora eran bermejas, tan brillantes como un rubí, rasgadas como cuencas felinas. Su cuerpo comenzó a temblar cuando el enemigo estuvo a unos metros.

Pudo identificarlo, era uno de los secuaces de ese hombre, buscando secuestrarlo a la fuerza o de lo contrario matarlo. Estaba vestido de negro y púrpura, su rostro, tapado por una máscara, pero su procedencia era inconfundible. El shinobi sacó dos espadas idénticas de su espalda, blandiéndolas frente a su cuerpo.

Naruto se puso de pie, su cuerpo estaba entumecido, no podía moverse.- ¡Argh!- chilló de dolor cuando una de las espadas se clavó en su muslo, obligándolo a caer al suelo otra vez. Sostuvo la herida con las manos cuando el metal fue retirado de su pierna. Soltando otro quejido, trató de incorporarse.

-Pórtate bien y no sufrirás- le dijo el shinobi, levantando nuevamente la espada, tal vez, con la intención de perforarlo en la otra pierna para que no pudiese caminar, o cortarle la cabeza de una vez.

Naruto arqueó la espalda en un espasmo de dolor cuando empezó a transformarse. Miró entre sus piernas, descubriendo una ensangrentada y felpuda cola cobriza. Asustado, palpó su cabeza, quedando paralizado al descubrir entre su cabello un par de orejas puntiagudas con el característico pelo bergamota que conocía muy bien.

-Por favor…- lloró al saberse acorralado. El verdadero temor de la muerte había forzado una transformación frente a su adversario y eso solo significaba una cosa, problemas. Cada vez que perdía el control de su otra mitad, terminaba debilitado, imposibilitado de moverse durante semanas.

-Tranquilo- el ninja levantó más la espada en una clara advertencia- trataré de hacerlo poco doloroso.

-Me gustaría poder decir lo mismo…- moviendo su mano junto a su preciada esposa, separó la cabeza del shinobi de su cuerpo con un ágil azote de su brazo.

-¡Sasuke!- Naruto chilló cuando vio al moreno de pie, sosteniéndose el hombro con la mano contraria, caminó hasta el rubio para caer a su lado.- ¿Estás bien?

-Esto es extraño- Sasuke forzó una sonrisa a medias cuando Naruto lo apoyó en su regazo.

-¿Qué es extraño? ¿Te duele mucho? ¿Cómo se cura esto? ¿Y por qué mierda te ríes tanto?

-Es que… normalmente no eres así… conmigo- tosió un poco de sangre, manchando su barbilla de rojo. Amplió la sonrisa, presionando el vientre donde tenía las perforaciones de los kunais.- ¿Dónde está la hostilidad y el recelo de todos los días?

-¡Cállate! Esto no es gracioso- regañó el áureo con el ceño fruncido, arrugando la nariz. Los bigotitos que resaltaban en sus mejillas se movieron hacías los lados cuando lo hizo.

Sasuke levantó una mano lentamente, tocando las orejitas cobrizas con los dedos- ¿Por esto… te tienen encerrado?

Naruto desvió la vista de las orbes brunas, sus orejas cayeron y sus bigotes vibraron cuando compuso un puchero- ¿Para qué esconderlo si ya lo estás viendo con tus propios ojos?- suspiró largamente antes de continuar- sí, lo es. Soy un monstruo, por eso me tienen encerrado.

Las pupilas oscuras se rezagaron dos veces, tratando de enfocar mejor- ¿monstruo?...- Sasuke bajó su mano a la acanelada mejilla, acariciándola con suavidad- ¿dónde está? No puedo verlo… en ningún lado.

El rubio lo miró con ojos redondos y sorprendidos. Su cerebro trabajó a toda velocidad para interpretar aquellas palabras, sonrojándose con fuerza cuando encontró el significado- Mentiroso- sentenció, componiendo otro puchero.

-Es cierto… yo solo puedo ver… un lindo zorrito… solitario…- el brazo del moreno calló en peso sobre su pecho. Los párpados se cerraron lentamente y la respiración se volvió más pausada. Sasuke había perdido el conocimiento.

-¿Sasuke?- Naruto le movió los hombros, temiendo lo peor.- ¡¿Sasuke?! ¡¡Sasuke!!- lo movió más veces, pero el azabache no abría los ojos- ¡No te mueras, no quiero que te mueras, por favor! ¡¡SASUKE!!

 

Continuará…

Notas finales:

¿Será este el final del moreno? ¿Naruto descubrió lo que siente por Sasuke? ¿Dónde está Kurama? Ok… eso no es importante ¬¬… obviamente Kurama no sale en esta historia -_-U… Bueno, hasta aquí llegó el capítulo. Espero lo hayan disfrutado… nos leemos y dejen sus rews con sus impresiones dattebayo!!!! n_n/


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