Siempre me había negado al amor, desde muy pequeño, cuando comencé a sentir ese extraño sentimiento que me hacía voltear a ver a mis compañeros niños sabía que algo no era normal en mí. Cada curso era lo mismo, fijarme de más en aquel chico que consideraba el que debía ser mi ejemplo a seguir, esa era mi forma de engañarme para no admitir que me gustaba. Podía pasar horas mirándolo en secreto, apartando la mirada cuando aquel a quien veía sentía mi vista sobre él, fingía ser su amigo o tener alguna duda para poder estar aunque fuera un poco de tiempo a su lado, me bastaba que me saludara con un simple ademán o un hola, el solo hecho de saber que yo era visible para ellos por unos segundos me hacía el chico más feliz del mundo.
Mi historia amorosa siempre había sido desastrosa, me enamoraba de aquel chico modelo, el guapo, popular, simpático y aventurado, aquel que en el salón de clases era el que siempre nominaban para ser rey del estudiante. Imaginaba que podía llegar a pasar algo entre nosotros, ser felices, ser algo más que compañeros… pero aquella ilusión se rasgaba cuando los veía de la mano de su bella y popular novia, aquella chica que todos deseaban y de la cual las jovencitas querían su amistad. Yo era un tipo gris, el que nadie veía, el que se sentaba junto a la ventana, para desde su lugar poder ver al dueño de su corazón y sus sueños. Varias veces derramé lágrimas en mi almohada por aquellos que jamás sabrán cuanto los quise; un amor sincero, desinteresado, pero por supuesto inalcanzable. Creía jamás poder experimentar aquello que mis compañeros y alguno que otro amigo o amiga llamaban amor. Yo, el gris y poco interesante Jonathan, lo que justo nadie busca, pensé nunca poder sentir lo que es querer y ser querido, ser correspondido alguna vez, sin embargo, esa idea cambió cuando lo conocí a él, cuando él apareció en mi vida, el día que Jahir llegó sin ser esperado y cuando pensé que yo no tenía derecho a ser amado...
-¿Qué tal tu día hoy?- me pregunta mostrando esa hermosa sonrisa que tiene.
-Algo cansado, tuvimos prueba de química y fue tan estresante porque no me salía la fórmula del ejercicio- le contesté con desgano.
-Tranquilo, seguro que te fue bien, no por nada mi chico es muy listo para las materias difíciles- hace que me sonroje, Jahir es un chico de cabello rizado y de color negro, su piel es morena y tiene la misma edad que yo, diecisiete años.
-Gracias amor, tu eres el mejor novio del mundo, tienes esa habilidad de ponerme de buenas aunque haya tenido un día pésimo como el de hoy- suspiro, lo adoro, es genial poder decir te amo y ser plenamente correspondido.
-Yo solo sé que te amo, y no dudes que a mí me pasa lo mismo, olvido cualquier problema cuando te veo, eres de lo mejor que me ha pasado, chaparrito- tiene la costumbre de ponerme apodos cariñosos, me dice ‘chaparrito’ aunque medimos lo mismo.
-No sé por qué la vida se tardó tanto tiempo en ponerte en mi camino, quizás te suene un poco cursi, pero desde que entraste en ella todo ha sido diferente- le dije mirándolo fijamente.
-Tu eres cursi, no puedes evitarlo, pero si te soy sincero, me gusta que lo seas, te da ese toque que te hace único- el me ve, siento sus sentimientos mientras no despega sus hermosos ojos color marrón de mí.
-¿Sabes? Anoche soñé contigo- algo avergonzado le confesé.
-¿Y qué soñaste?- algo expectante me preguntó
-Pues… yo soñé que ya vivíamos juntos, que teníamos nuestra casa y que era de color azul- con la cabeza gacha le conté a grandes rasgos.
-Me gusta ese color, creo que sí deberíamos pintar nuestra casa de azul, y tener un perro que se llame ‘mascota’- me dice para luego sonreír enormemente.
-Jahir, tenerlo ya será por consiguiente nuestra mascota- le dije, era algo obvio.
-Ya lo sé, pero esa palabra me gusta como para nombre de nuestro perro, y además no tendremos que rompernos mucho la cabeza para elegirlo- suelta una carcajada, ese chico es pura risa.
-Estás loquito ¿lo sabías?- lo miro para decírselo, pero lejos de ofenderse le da más risa.
-Lo sé, pero con todo y lo loco que estoy, así me amas ¿o no?- con superioridad me comenta.
-Aunque a veces eres un presumido, sí, ¡me tienes loco!- le grito, ahora noto como es él quien se sonroja.
-Jonathan, es enserio, no sé qué me diste, pero me traes de un ala, a lo mejor me embrujaste y por eso me tienes así- con un toque de seriedad me dice.
-Pues, ese secreto nunca te lo revelaré, quizás si un día me embriago y me haces hablar a besos, a lo mejor, y solo así, te lo contaré- con una sonrisa lo encaro.
-Pues si es así, con gusto le sacaré la verdad a esos labios carnosos y rosaditos- hace su gesto coqueto, ese en el que sonríe de lado y me mira amenazante.
-¡Calma! ¡No intentes nada! Recuerda que quiero llegar señorito al matrimonio- termino de hablar y sin poder evitarlo ambos soltamos la carcajada.
-Pues podemos comenzar con los ensayos para la noche de bodas- mi cara la siento arder, este sujeto no tiene vergüenza para hablar.
-¡No!- me carcajeo para tratar de disimular mi nerviosismo- Señorito y de blanco- continúo diciendo.
-Bueno, bueno, está bien, pero que conste que solo porque quieres llegar pulcro al sacramento- nos volvemos a reír, cuando estamos juntos nos la pasamos hablando de todo y nada, bromeando hasta con lo más simple del mundo.
-Y… ¿qué ha pasado con esa Mireya?- hasta siento urticaria al hablar de esa tipa, hasta donde sé, la chica anda urgida por mi novio, pero lo que no sabe es que el jamás me engañaría.
-Oh, por eso, tranquilo, no me vayas a regañar, ya sabes que no la pelo, no me interesa, ¡Cómo voltear a ver a otra persona que no sea mi chaparrito!- esa frase que exclama me hace sentir seguro y sobre todo amado.
-¡Más te vale, eh!- le advierto, también con él descubrí que soy el hombre más celoso del planeta, es prueba de lo que voy descubriendo a su lado.
-Sí, tú tranquilo que yo calmado, no le haría caso ni en un millón de años, lo prometo- vuelve a formar en su linda boca esa sonrisa que tanto me gusta.
-Jahir…- le llamo por su nombre.
-Dime…- espera a que hable.
-Te amo, te amo mucho- con los ojos cristalizados le aseguro.
-Y yo te amo a ti, mi chaparrito hermoso, te amo mucho- me contesta, puedo sentir la intensidad de cada palabra que me dice.
-Eres lo mejor, amor, lo mejor- acerco mi mano para tocarlo.
-Tú eres mejor que yo mi vida- sonríe y se queda quieto- Felices cinco meses mi vida- hoy cumplimos cinco meses de novios.
-Pensé que no lo recordarías-
-Lo tengo muy presente, hace cinco meses que me convertí en el chico más afortunado de este y todos los universos- suspira, yo lo imito.
-Gracias por tanto amor…- le digo, estoy muy ilusionado con él, y puedo notar que él conmigo.
-Te adoro mi chaparrito- nos quedamos un momento callados y él vuelve a hablar- Jonathan… me debo ir, acá ya son las cuatro de la mañana- y entonces llega el momento, es cierto, tenemos una diferencia horaria de seis hora, en su país ya es de madrugada.
-Sí, ya es tarde, siento haberte desvelado amor- a varios cientos de kilómetros, su voz puede darme calor como si fuese el sol.
-Nada de eso, para mí es un placer verte, esto de las video llamadas son lo mejor que pudo existir, porque gracias a ellas te puedo ver- yo sé que no hay distancias grandes para nuestro amor.
-Gracias por decírmelo, cuando platico contigo sé que todo es perfecto pues yo te siento tan cerca aunque estés tan lejos- mis ojos se cristalizan.
-Te amo Jonathan, no lo olvides, te hablo mañana mi vida, te lo prometo- le digo que lo amo, la despedida es lo más triste, pues pese a no habernos visto nunca en persona yo sé que lo quiero y que él me quiere a mí, aunque cientos de kilómetros nos separen, yo lo siento conmigo.
Todo es perfecto, veo su hermoso rostro por última vez, sonríe y pronto la pantalla se vuelve color negro, se ha ido, pero sé que mañana lo veré, veré al hombre que por primera vez me hizo sentir amado, aunque sea al otro lado de la computadora…
FIN