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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holii :3 

Bueno, seguimos resubiendo los capítulos. 

Espero que les guste (?)

Saludos

Capítulo 3




 —Deberías cubrirte —dije sin dejar de mirarle a los ojos, ésa era la razón por la cual no había parado de hacerlo. El pelirrojo estaba completamente desnudo. 

   —¿Dónde estoy? —repitió y su mano fuerte se cargó con más fuerza contra mi hombro. Me quedé quieto y mis ojos descendieron hasta las cicatrices que tenía en el pecho, pero no continuaron bajando. 

Carraspeé la garganta para centrarme. Era algo que hacía cuando estaba nervioso. 

   —Escucha.... —comencé—. Yo acabo de despertar también y no sé muy bien donde estamos, lo único que puedo decirte es que estás a salvo...

«Y que hasta un par de días eras un cadáver andante»

   —¿Cuál es tu nombre? —pregunté. Él se me quedó mirando como si le hubiese preguntado por la raíz cuadrada de 89845. Me soltó y retrocedió sobre sus pasos para tomar una de las sábanas de la cama y amarrarla en su cintura para cubrirse. Se sentó y sus ojos se fijaron al piso.  

   —N-No lo sé...  

Amnesia. 

    —E-Está bien... —Me acerqué un poco y me senté al otro extremo de la cama—. Tienes que estar tranquilo. Supongo que esto es normal, luego del estado en el que estuviste... 

    —¿De qué estado hablas? 

    —¿N-No recuerdas eso tampoco?  —Él enredó sus dedos en el largo cabello rojizo, con desesperación. 

    —No puedo recordar nada ¿Qué es este lugar? ¿Cómo llegué aquí? ¡Joder! ¡Ni siquiera sé cómo me llamo! 

    —Está bien, cálmate  —quitó las manos de su cabeza y un montón de hebras de cabello quedaron enredadas entre sus dedos. Miré a alrededor de la habitación inútilmente buscando algo que me ayudara a tranquilizarlo, a frenar el posible colapso nervioso que estaba a punto de sufrir—. Esas cosas... —apunté a uno de los tres cuerpos que estaba en el suelo—. Mataste a una de esas cosas ¿Recuerdas que son? 

¿O siquiera recuerdas dónde aprendiste a hacer esos movimientos de película? 

   
—N-No sé... —sus manos volvieron a su cabeza, pero esta vez no tiró de su cabello—. Creo que...creo que recuerdo haber matado a algunos antes. Demonios ¿¡Eso es un jodido zombie!? 

Bingo. 

   —¡Exacto! ¿Lo recuerdas? —Él afirmó con la cabeza y sonrió. Me sorprendí al notar que sus dientes aún estaban blancos, casi perfectos.

  —Algo...algo ocurrió que el mundo se fue a la mierda. 

   —Así es, un virus que transforma a la gente en verdaderas bestias. Lo tienes, ahora ¿Puedes recordar tu nombre? 

Su sonrisa se apagó. No fue necesario que me respondiera. 

Amnesia Disociativa.

Él no sabía quién era. 

    —¡Aiden! ¡Aiden! ¿Estás...? —La puerta se abrió de pronto y una chica asomó por el umbral. Era alta y guapa, tenía una larga cabellera negra que llevaba suelta  y unos grandes ojos verdes que abrió sorprendida en cuanto nos vio. Llevó las manos a su barriga, estaba encinta, debía tener más de siete meses. Miró los cuerpos que estaban en el suelo y su cara se deformó en una mueca de asco, giró el rostro y apretó los ojos para no ver.

   —¡Lo siento! —Me levanté para tomar otra sábana y lanzarla sobre los cuerpos. El olor y la sangre seguían ahí y no tardaron en teñirla de rojo, pero al menos el mantenerlos cubiertos lograría que el asco se redujera un poco. Ella tosió y notablemente vi como intentaba controlar las náuseas—. ¿Estás bien? 

   —E-Estoy bien... —Se apoyó contra el marco de la puerta para recomponerse—. Y-Yo lo siento, últimamente todo me da asco. Soy Cassandra Evans, Aiden me habló de ustedes ¿Están bien? 

   —¿Quién es Aiden? 

   —Sí, estamos bien, pero nos atacaron —Le lancé una mirada al pelirrojo que quería decir “voy a explicártelo todo más tarde” —. ¿Está todo bien? 

La chica secó sus manos en su vestido blanco y avanzó hacia nosotros. 

   —Han entrado algunos así que se ha levantado una alerta. Creí que Aiden estaría aquí.... ¡Espera! —Cassandra pasó por mi lado hasta llegar donde estaba el pelirrojo—. ¿Tú eres el chico que ingresó muerto? 

   —¿¡Qué!?  
   
   —Tú llegaste aquí como un... 

   —Él no recuerda nada... —interrumpí—. Deberíamos abordar el tema de su ingreso con más calma ¿Necesitan ayuda ahí afuera? 

   —N-No sé cómo está todo afuera. En cuanto me enteré de la alerta vine aquí para ver cómo estaba Aiden ¿¡Qué te pasó en el brazo!? 

   —Me mordieron, pero no pasa nada —Me habían mordido cuando llegué aquí y no ocurrió nada, esperaba que ésta vez fuese exactamente igual. Sentía mi espalda y mi brazo ardiendo como si estuviesen expuestos a fuego vivo, pero intentaba controlarlo, aunque el temblor involuntario de todo mi cuerpo intentando canalizar el dolor no me ayudara—. Aiden dijo que soy inmune, o algo así. 

   —Efectivamente, deberías serlo si no estás jodi...¡Oye! ¿¡Qué estás...!? —escuché un ruido e inconscientemente tomé del brazo a la chica para arrastrarla hacia atrás, lo más lejos posible de la puerta. No hubo necesidad de palabras, le lancé una mirada al chico pelirrojo y él entendió mi mensaje perfectamente. Aún con esa sábana atada a su cintura, corrió hacia la puerta para cerrarla, pero algo lo detuvo. 

   —¡Ya están aquí! —avisó y sus brazos tomaron justo a tiempo los de otra persona. Era otro de esos muertos, bestias, zombies o como sea que se les llame y tras él las siluetas de cuatro más se acumularon. Cassandra soltó un grito de espanto y yo corrí hacia el umbral para ayudar a sacarlos de la habitación—. ¡Joder! ¡Son fuertes! 

   —¡Deben ser nuevos! —grité y me aferré a la espalda del pelirrojo para estirar mis brazos y apartar a otro que estaba a punto de morderle un brazo. Había vuelto de la muerte una vez, pero nadie aseguraba que volvería una segunda. 

   —N-No puedo

   —Yo tampoco, son demasiados. 

   —Empújalos hacia afuera cuando cuente tres... ¡Tres! —gritó y él y yo empujamos para sacarlos a todos fuera, luego él cerró la puerta con fuerza y los golpes que se escucharon inmediatamente desde el otro lado me pusieron los pelos de punta. Estábamos atrapados. 

   —¿¡Qué vamos a hacer!? 

   —¡La cama! —grité y corrí hacia ella para comenzar a moverla—. ¡La cama va a detenerlos un tiempo! —El pelirrojo y Cassandra me ayudaron y logramos atravesarla verticalmente a la entrada. Sentía la adrenalina subir a borbotones dentro de mi cuerpo, tenía que pensar, tenía que encontrar una forma de salir de aquí, en esa habitación no había una sola ventana. 

Si ellos lograban entrar, tendríamos que pelear. 

Cassandra cayó arrodillada al suelo. 

   —¿¡Qué pasa!? 

   —Me duele... —Ella tomó su barriga entre sus manos y se quejó por el dolor. 

   —¡Ni se te ocurra tener el bebé aquí! —gritó él.  

   —N-No...aún no es tiempo. 

   —Ella solo está histérica... —intenté calmar la situación, pero estaba desbordada. El pelirrojo dio vueltas en la habitación de manera nerviosa, la sábana que tenía atada a la cintura estuvo a punto de caer dos veces

   ——¡Joder! ¿¡Traía ropa al menos cuando llegué aquí!? 

   —En el armario... —dijo ella y el chico corrió a una especie de ropero que estaba en un rincón de la habitación. Me quedé sujetando la cama, viendo cómo se sacudía con cada embestida que daban contra la puerta, intentando controlar el creciente temor, me aterraba la idea de no salir nunca de la habitación ¿¡Dónde estaba Ada!? ¡Tenía que ayudarla!  

   —Tengo que salir... —dije con la voz temblando. 

   —¿¡Estás loco!? —Él llegó hasta mí mientras terminaba aún de subirse unos pantalones que encontró en ese ropero—. ¿¡Hay cinco de ellos afuera y tú pretendes salir!? 

   —¡Mi sobrina está allá afuera! 

   —¿La chica castaña? ¿Ada? —Cassandra se puso de pie. Parecía que ya había controlado el dolor,  me ayudó a sujetar la cama. 

   —¡Si, ella! 

   —Está a salvo, no te preocupes... ¡Cuidado! —Los tres caímos al suelo cuando ellos empujaron con demasiada fuerza la puerta. Oí el sonido de la madera quebrándose y las patas de fierro de la cama arrastrándose por el piso, produciendo un molesto chillido—. ¡Ah! —rodeé por el piso e intenté desde ahí volver a empujar la cama, pero ya era demasiado tarde, ellos ya estaban entrando. 

   —¡Cúbrete, Cassandra! —Me puse de pie y me dispuse a protegerla, había algo que me obligaba a hacerlo, una especie de deber moral. Ella estaba embarazada y en estos días, los bebés eran la esperanza de la humanidad.

El pelirrojo saltó sobre la cama y dio una patada al que estaba entrando, dejándolo otra vez fuera. Se apoyó contra la puerta e inútilmente intentó meter otra vez los restos de madera que se habían desprendido de ella—. ¡Tú! ¡Ayúdame a empujarla! —ordenó y yo corrí para sostenerla y mantener la puerta en su marco. No sé si ambos lograríamos mantenerla por más tiempo de lo que había logrado esa cama, pero era lo único que podíamos hacer. 

   —Escúchame... —dijo, mientras ambos forcejeábamos con la puerta. Sentía mi cuerpo sacudirse con cada embestida que daban desde el otro lado—. Vamos a dejar que entren, yo los distraeré y tú tomarás a la chica para salir de aquí. 

   —¿¡Estás loco!? —mascullé en voz baja para que Cassandra no nos escuchara—. ¡Tú lo dijiste. Hay cinco de esas cosas ahí afuera! 
  

   —Estás herido y  tu hombro ha comenzado a sangrar otra vez ¡Mira! —giré la cabeza y noté que efectivamente los vendajes que traía en el hombro se estaban manchando, seguramente el esfuerzo había hecho que la herida volviera a abrirse—. Tú no podrás con ellos, yo sí. 

   —¿Cómo estás tan seguro? 

   —No lo sé. 

Intenté mantener la calma y considerar todas las posibilidades. Si lograba salir de la habitación y evitarlos, podría dejar a Cassandra a mitad de pasillo y volver para ayudarle, eso solo en el caso de que no hubiese más muertos afuera. 

Tenía que arriesgarme. 

   —Iré afuera pero volveré a ayudarte —dije. Su respuesta llegó en una sonrisa y en sus ojos multicolor clavándose sobre mí. 

   —Tomaré tu palabra. 

   —¡Cassandra, ven aquí! —ordené. La chica se acercó corriendo. 

   —Uno. 

   —Dos. 

   —Tres ¡Ahora! —La puerta se abrió, los gritos y gemidos desde el otro lado no se hicieron esperar. Tomé a Cassandra y la arrastré hacia un costado, quedando ambos por unos segundos tapados por la puerta que se había abierto. Los cinco no tardaron en entrar y el pelirrojo comenzó a gritar y a agitar los brazos para llamar toda su atención—. ¡Salgan! —ordenó cuando todas esas bestias estaban a punto de saltarle encima. Dio una patada que hizo girar en el aire a uno de ellos. 

 —¡Vamos, vamos, vamos! —tomé a la chica por la muñeca y la saqué de la habitación. Ella gritaba palabras al aire que mi cabeza no lograba procesar, mientras forcejeaba conmigo para volver—. ¡Corre de una vez! —grité furioso, yo nunca lo hacía pero los nervios me estaban sobrepasando. Teníamos que llegar pronto a un lugar seguro para poder volver junto al pelirrojo. Cinco muertos frescos en una habitación era demasiado para una sola persona, incluso si esa persona tenía conocimiento en algún tipo de lucha. En el Desire les había visto saltar sobre los barrotes e incluso vi a uno una vez trepando por una pared, esas bestias recién infectadas eran verdaderos depredadores, más letales que cualquier animal. 

Me detuve de golpe cuando choqué contra algo duro. Caí al suelo y arrastré a Cassandra conmigo. 

   —¡Eh, cuidado! —tardé varios segundos en fijar la vista y ver al portador de esa voz ronca y rasposa. Era un hombre de unos treinta años, vestía botas militares oscuras, pantalones sucios y llenos de barro. Estiró su mano hacia Cassandra y ella la tomó para ser levantada de un solo tirón, luego, la estiró hacia mí; cuando la tomé, pude sentir una fuerza brutal viajando por sus dedos. Me levantó y clavó unos furiosos ojos oscuros sobre mí. Eran negros, tan negros que la sensación de estar mirando a la mismísima nada me estremeció y me obligó a apartar la vista de ellos. Tiró al suelo un cigarrillo que estaba fumando y lo aplastó con su bota. Consideré este gesto como una amenaza, una que quería decir “si le hiciste algo a ella terminarás igual que este cigarrillo” 

   —¿Está todo bien, Cassandra? —preguntó y entonces supe que tenía razón. El verme obligando a una chica embarazada a correr debió verse como una escena por lo menos alarmante.  

   —¡N-No! ¡Nada está bien! —Ella tomó las manos del hombre en un gesto nervioso—. ¡E-El chico que trajo Aiden! ¡Está solo con cinco zombies! 

   —Joder... —Él la tomó por los hombros y la apartó de su camino sin ser demasiado brusco—. Quédate aquí, Cassandra. Tú, ven conmigo. 

   —Debería quedarme con... 
   
   —Ya he limpiado todo el pasillo, deberías venir conmigo —gruñó y yo acaté por el mero instinto de obedecer a alguien que es visiblemente más fuerte que yo. Ambos empezamos a correr por el pasillo y a medida que nos acercábamos a la habitación podía oír el chillido de la cama y de los muebles cayendo de manera escandalosa. 

   —¡Ahí! —grité cuando divisé la puerta. Él ni siquiera se tomó el tiempo de tocar la manilla para abrirla, solo la empujó con la fuerza de su hombro y la puerta se desplomó estruendosamente como si el material del que estuviera hecha no fuese madera si no poliestireno expandido* [a1] o algo por el estilo. 

Experimenté algo parecido al horror cuando vi al pelirrojo tirado en el suelo sosteniendo inútilmente las cabezas de dos de ellos que parecían estar a punto de morderle. 

   —¡Van a matarlo! —grité. 

   —No, no lo harán —El hombre corrió hacia los tres y en un movimiento rápido y casi felino, tomó del cabello a los dos monstruos y estrelló sus cabezas contra el piso tan fuerte que la madera del suelo se quebró con el impacto, salpicando un montón de sangre y astillas que volaron por toda la habitación.
 
Entonces todo quedó en silencio. Los otros tres que habían entrado yacían en el piso, muertos también. Mis rodillas tambalearon y casi me hacen caer. 

Eso había sido aterrador. 

   —¿Estás bien, muchacho? —El hombre de ojos y cabello negros aún sostenía las cabezas hundidas en el piso, como si tuviese miedo de que de pronto ellos volviesen a levantarse. Pero yo estaba seguro que no lo harían, desde mi posición podía ver los cráneos aplastados y destrozados por el impacto.
 
Esa fuerza...no era normal. 

   —¿Qué diablos eres? —El pelirrojo se sentó en el suelo mientras llevaba una mano a su hombro. Supe que algo no iba bien—. ¿Cómo lo hiciste para acabarlos así? 

   —De la misma forma en la que tú acabaste con los otros tres —El hombre se levantó del suelo, limpió la sangre de sus manos en su camiseta negra y ayudó al pelirrojo a levantarse—. Adrenalina, le llaman algunos. 

   —Eso parece mucho más que un montón de adrenalina —dije. El hombre de ojos negros no respondió a mi comentario, su mirada vacía estaba fija en el hombro del pelirrojo. 

—¿Cuál de ustedes es Reed Breathe? —preguntó, sin apartarle los ojos de encima. 

  —Y-Yo... —balbuceé. 

  —¿Le tienes miedo a las agujas? —¿Qué clase de pregunta era esa? 

  —¿Quién le tiene miedo a las agujas en estos días? ¡Claro que no! 

   —Me parece perfecto, porque vamos a necesitar algo de tu sangre —tomó de la muñeca al pelirrojo y dejó al descubierto la herida que había estado cubriendo con su mano, luego,  levantó su brazo como quién levanta un trofeo, él se quejó por el dolor y solo entonces pude darme cuenta. Le habían mordido. 

   —Es hora de comprobar si la teoría de Aiden es cierta... ¡Cassandra! —gritó y su voz estridente podría perfectamente haber atravesado los oídos de una persona que se encontraba a un kilómetro de distancia—. ¿¡Cassandra!? ¿Puedes venir un segundo? 

   —¿¡Qué va a pasar!? —El pelirrojo intentó zafarse del brazo del hombre pero sus movimientos fueron en vano, parecía demasiado fuerte. Y eso era mucho decir, un chico que peleaba como en una película de Jackie Chan no debía ser precisamente débil—. ¿P-Puedes soltarme? 

   —Ah, sí. Lo siento —El hombre lo soltó—. Si todo sale bien, no pasará nada —sonrió y me apuntó acusatoriamente con el dedo—. Reed Breathe, le mordiste cuando ambos llegaron a la isla pero él no se infectó y tú volviste a la vida.  

   —¿¡De qué estás hablando!? 

   —¿¡Q-Qué ocurrió aquí!? —Cassandra y Aiden entraron corriendo a la habitación y este último se quedó aturdido bajo el umbral, pálido como una hoja de papel—. ¿¡E-Ethan!? ¿¡Estás bien!? —reaccionó y pasó por mi lado corriendo hasta llegar a donde estaba el hombre de ojos negros—. ¿¡E-Eso es sangre!? ¿¡Qué pasó!?

   —Tranquilo, esa sangre no es mía... —Y el hombre que ahora sabía se llamaba Ethan, apuntó hacia el par de muertos que aún tenían la cabeza metida en el suelo, como avestruces. 
 
   —¡Joder! ¡Rompiste el suelo!  

Ethan estiró sus brazos para abrazarle. 

   —En cuanto supe que se había levantado una alerta vine aquí para verte, pero me encontré con Cassandra y estos dos chicos...mordieron a éste, otra vez. —Aiden le lanzó una mirada fulminante al pelirrojo en cuanto Ethan dijo esto y yo intenté esconder la notable mordida en mi brazo.  

   —¿¡Que acaso no puedes abstenerte de no ser un puto zombie un solo segundo!? —gritó, como regañándolo y su voz se escuchó amortiguada por el pecho de Ethan que no le soltaba. 

   —¿¡De qué demonios están hablando!? 

   —Lo hizo para ayudarnos a Cassandra y a mí a salir... —dije y avancé hacia ellos, para prestar un poco de apoyo moral—. Y...Aiden, él no recuerda quién es. 

Aiden llevó una mano a su alargado cabello castaño y lo peinó hacia atrás de manera nerviosa. Luego, dejó escapar un suspiro. 

   —Está bien, luego hablaremos de eso... ahora necesitamos jeringas —y se apartó de Ethan para caminar hacia un armario, el mismo donde el pelirrojo había encontrado los pantalones—. Necesito que ambos se sienten, ve junto a Terence*[a2] Reed.

   —¿Terence? ¿Quién es Terence? 

   —Él es Terence, por supuesto —Ethan nos tomó a mí y al pelirrojo del brazo y nos llevó hasta la destruida cama que estaba en medio de la habitación y  que apenas podía mantenerse en pie y nos sentó a ambos ahí.

   —Es un pésimo chiste —Se quejó el pelirrojo y me lanzó una mirada que quería decir “apóyame en ésta, por favor”  Solo entonces entendí la broma. Apreté los labios para contener la risa. 

  —S-Si... —balbuceé con los labios casi cerrados y no pude evitar la carcajada que escapó después. Quizás en otro momento no me habría causado gracia, pero necesitaba una forma de quitar los nervios de la situación y la risa era perfecta para eso —. Es una pésima broma, pero el nombre te queda bien, Terence —Le susurré en voz baja.   

   —Si claro, es muy original —masculló y sus ojos recorrieron de un lado a otro la habitación. Estaba nervioso.  

Aiden se acercó a ambos con una jeringa en la mano—. Si esto funciona, mi teoría de que eres una maldita cura andante quedará comprobada ¿Sabes lo que significa eso? —Las manos me temblaron con esas palabras. 

   —No y no quiero pensar en ello... —hice el gesto para estirar mi brazo pero lo quité enseguida—. También me han mordido —aclaré. 

   —En teoría eso no debería importar... —Teorías, teorías ¿Todo era teorizable para este chico?

   —¿Alguien puede explicarme de qué están hablando?  —preguntó el pelirrojo, Terence. Estiré mi brazo nuevamente, contuve la respiración y dejé que Aiden clavara esa aguja de una sola vez y extrajera una cantidad considerable de sangre de allí. 

   —Estoy hablando... —Aiden quitó la aguja de mi brazo y apartó un montón de cabello empapado en sangre que estaba sobre el hombro del pelirrojo—. Estoy hablando de que si esto funciona este chico te habrá salvado la vida dos veces, Terence. 

   —Que no me digas Terence. 

   —Te llamarás así hasta que recuerdes tu nombre. 

    —No me gus... ¡Ah! —Terence gimió de dolor en el momento que el contenido de la aguja fue depositado directamente al interior de la piel de su hombro—. ¿¡Q-Qué demonios estás...!? ¡M-Me duele! 

   —Sería normal que el contacto directo con la cura queme la zona afectada...  

   —¡Detenlo! —Estuvo a punto de tocar su hombro pero Aiden lo detuvo con un golpe seco que dio sobre el dorso de su mano—. ¡Demonios, duele! 

Me sentí nervioso. No me gustaba ver a la gente sufrir, lo había visto por demasiado tiempo.  

   —Solo será un momento... —Aiden parecía fascinado mientras veía como el cuerpo del pelirrojo se sacudía en escalofríos producidos por el dolor ¡Le estaba doliendo! ¿¡Por qué no hacía nada para detenerlo!?—. Joder, debí haber traído un microscopio para apartar una muestra y ver la reacción de... 

   —¡Basta! —interrumpí antes de que siguiera hablando—. Eh, Terence... —giré mi cuerpo para tomar el rostro de ese chico entre mis manos y así centrarlo. En el pasado, David hacía lo mismo conmigo cuando mis nervios colapsaban. Sus ojos multicolor se clavaron en mí llenos de dolor y entonces reconocí el tercer tono que antes no había logrado identificar. Era una especie de azul claro, que le daba ahora a su iris una tonalidad grisácea—. Cuando termine todo esto voy a explicarte todo lo que sé ¿sí? 

   —¿¡P-Por qué me estás diciendo esto!? —gimió. 

  —Porque quiero que te centres en mis palabras. 

  —¿T-Todo lo que sabes? 

 —Lo prometo, pero céntrate. Ya va a pasar. 

  —Creo que soy capaz de hacerlo... —dijo y una sonrisa forzada asomó de su rostro que de pronto se había empezado a relajar, el dolor comenzaba a detenerse. Aiden había dicho la verdad, solo fue un momento. Vi perfectamente como los ojos del pelirrojo se dirigían a mis labios y se quedaban anclados a ellos. No pude evitar sentirme avergonzado. 

   —¡Perfecto! —Aiden aplaudió una vez al notar cómo el chico se había calmado—. Si mañana no muestras malestares, entonces ésta mierda ha funcionado... —sentí que una mano golpeó mi hombro sano en señal de felicitación, pero no pude tomarle mayor atención. Los ojos de Terence seguían pegados a mis labios y esto me ponía de los nervios.
 
   —¿Qué estás haciendo? —susurré incómodo al oír movimiento en la habitación y verle a él aún quieto, mirándome de la misma manera.

   —Me estoy centrando en tus palabras.  

Nunca algo tan estúpido me había puesto de los nervios. 







 [*1]Poliestireno expandido es un material liviano llamado también: plumavit, poliespuma, espuma-flex, isopoor, entre otras formas. 

 [*2]Terence es el pájaro gigante rojo de los Angry Birds 

Notas finales:

¿Críticas? ¿Comentarios? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Abrazos <3


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