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Solo un poco obsesionado «HunHan» por solokik

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo...

Luhan se vistió lentamente, tenía el pelo todavía mojado después de una ducha y los músculos gratamente doloridos después del sexo.

Sehun y Mila ya no estaban en el dormitorio. Echó un vistazo a su teléfono para comprobar la hora. No era tarde, no era de extrañar que no fueran a acostarse todavía.
Como los finales se habían terminado, Mila podría quedarse despierta tan tarde como le viniera en gana y los horarios de trabajo de Sehun eran irregulares de todos modos.

Volvió a deslizar el teléfono en su bolsillo, se puso los zapatos y dejó el dormitorio. Podía oír voces procedentes de la sala de estar.

Se quedó quieto en la puerta.

Mila y Sehun estaban decorando el árbol de navidad, más bien, Mila lo estaba decorando mientras Sehun miraba viéndose vagamente divertido. Estaban hablando tranquilamente; Mila estaba sonriendo y rodando los ojos. Alexander parecía relajado y cómodo, con su suéter y pantalones de chándal gris de aspecto suave.

—Estoy segura de que la he visto en alguna parte.— Mila excavaba en las cajas. —¡La encontré!— Saco una estrella en su embalaje sosteniéndola para inspeccionarla.

Bajo la luz, brillaba con gracia y arrojaba pequeños destellos de luz dorada en el suelo y en sus manos. Era perfecto.

Eran perfectos. Una pareja tan perfecta.

—¡Voy a ponerla en el árbol!— Declaro Mila saltando sobre sus pies. —¿Me levantas?

—Puedes usar el taburete.— Dijo Sehun secamente.

Mila hizo un puchero. —¡Sehun!

Suspirando, se acercó y la sostuvo para que pudiera poner la estrella en la parte superior del árbol.
Mila colocó la estrella antes de deslizarse por el cuerpo de Sehun y besarlo con los brazos alrededor de su cuello.

Luhan los vio besarse. Tenía una sensación de frío en la boca del estómago, una sensación que se revolvió y lo atravesó. Sentía náuseas.

Se aclaró la garganta y entró en la habitación, poniendo una sonrisa brillante. —Muy bien, es hora de irme.— No parecían acordarse de que él estaba aún allí.

La pareja dejó de besarse y voltearon hacia él.

Mila sonrió, apoyando su mejilla contra el pecho y envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Sehun. Su lenguaje corporal apestaba a posesividad.

—¿Vas a pasar la Navidad aquí?... Quiero decir en la ciudad— Añadió rápidamente, como si temiera que lo confundiera con una invitación.

Sonrió. No era ni estúpido ni ciego. Notó que había comenzado molestarle a Mila. Se preguntaba por qué no le había dicho nada todavía.

—Sí, realmente no tengo ningún otro lugar a donde ir. Mis padres están en Islandia, estudiando los volcanes, así que somos simplemente la abuela y yo.

Mila asintió. —No te veremos de nuevo por un tiempo así que ¡Feliz Navidad!

Casi se echó a reír. Era tan sutil como un puñetazo en la boca. —Sí.— Se encogio de hombros en su chaqueta. —Feliz Navidad a ustedes también.

Estuvo a punto de llegar a la puerta cuando Sehun habló. —No te vayas.

Se detuvo. —¿Qué?

—No puedes irte.

—¿Por qué no?

Sehun se desenredó de Mila y se acercó a él. —Tu cabello está mojado.— Paso su mano por el pelo de Luhan. Sus dedos rozaron su oreja. —Está helando afuera.

Tragó, encontrándose con sus ojos marron oscuro. Por encima de su hombro podía ver que Mila tenía el ceño fruncido.

—Nunca me resfrío.—Sonrió brillantemente. —Realmente me tengo que ir. Tengo una cita con Skyrim esta noche. Quiero patear el culo de ese dragón

Sehun resopló. —Skyrim es patético.— Camino alejándose un poco hacia un armario y saco una toalla. —La historia es débil y no hay elecciones significativas en el juego. Trata con Planescape Torment, si quieres jugar un verdadero RPG.— Regresó a él y comenzó a secarle el pelo con la toalla, luciendo bien y eficiente. Como si no hubiera nada extraño en ello. Como si fuera una cosa perfectamente normal para hacer.

Luhan se le quedó mirando.

Bueno. Sabía que Sehun podía ser un hombre muy considerado cuando quería serlo, lo había visto en el modo “Novio perfecto” demasiadas veces para contarlas y siempre le molestaba, pero eso... Tuvo que admitir se sentía bien cuando él estaba en el extremo receptor de sus atenciones. Más que agradable.

—Cállate resentido.— Murmuro con una sonrisa forzada, tratando de actuar como si eso no le hiciera sentirse extraño en absoluto. —No juego Skyrim por la historia. Lo juego porque es lindo y divertido ¡y puedo ir a cualquier sitio al que quiera! Además, tiene algunos modos de juego geniales.— Movió las cejas. —Como prostitución animada ¡puedes tener sexo con quien quieras!

Sehun resopló. —¿Por qué no me sorprende?— Murmuro, sus fuertes dedos masajeándole el cuero cabelludo mientras continuaba secando su cabello.

Trató de no reclinarse hacia su toque; de verdad lo intentó. —No sabía que jugabas videojuegos. No das el tipo.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros. —No lo sé. Siempre te ves tan... Maduro y serio.

—No tienes que ser inmaduro y ultrasensible para disfrutar de un buen video juego.— Su voz sonaba plana, pero sus ojos brillaban con diversión.

Luhan se rió un poco. —Sí, búrlate de mí.— Se quedó inmóvil cuando los dedos de Sehun le rozaron la sien.

—Está lo suficientemente seco ahora.— Hablo Sehun en voz baja.

—Sí.— Balanceándose ligeramente sobre sus pies. Sus labios se separaron. Se los lamió cuando sus miradas se encontraron.

Los dedos de Sehun todavía estaban en su cabello.

—Cariño ¿Me puedes ayudar con este adorno?

Sehun no se movió, todavía estaba mirándolo fijamente.

—¿Sehun?

Algo brilló en su ojos. —Sí.— Pero no se alejó de él.

Luhan miró por encima de su hombro a Mila. Ella tenía los labios fruncidos apretadamente. Cuando sus ojos se encontraron, lo fulminó con la mirada.

—Bien.— Se dirigió hacia la puerta. —Nos vemos.

La mano de Sehun lo aferró del brazo.

Luhan inhaló temblorosamente, su corazón latiendo en su garganta. —¿Que?— Pregunto sin darse la vuelta.

El aliento cálido de Sehun rozó su oreja. —Feliz Navidad.

Exhaló y susurró. —Feliz Navidad.

La mano en su brazo se mantuvo por un momento antes de que desapareciera. Luhan abrió la puerta y se fue. Como siempre hacía.

Estaba oscuro y nevando afuera; suaves copos de nieve de ensueño giraban en espiral hacia abajo camino al suelo. Luces rojas y verde claro brillaban a lo largo de las ventanas y puertas de las tiendas, mientras que las calles estaban cubiertas de una alfombra blanca.
Era hermoso. Como algo salido de un cuento de hadas.

Se metió las manos en los bolsillos y caminó. La nieve crujía bajo sus pies y se metía en sus zapatos. Sintió el frío hasta en los huesos.

—Feliz Navidad.— Susurró y se rió sonando ahogado y quebradizo.


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