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Solo un poco obsesionado «HunHan» por solokik

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Luhan acababa de salir de la ducha y se ponerse un par de pantalones cortos cuando su abuela llamó a su puerta.

—¿Estás presentable querido? Tienes una visita.— Preguntándose quién podría ser, abrió la puerta.

Sehun estaba parado al lado de su abuela. Parpadeó sintiéndose perdido. ¿Qué estaba haciendo Sehun ahí?

—Hey.— Saludo encontrándose con sus ojos.

Sehun frotó su cuello y se aclaró la garganta. —Solo pasaba por el vecindario.— Saludo con algo de rigidez.

Luhan parpadeó, desvió la mirada y asintió. —Vamos, entra.— Se hizo a un lado dejando que entrara en la habitación.

Su abuela le dio una mirada inquisitiva, pero él negó con la cabeza. No, Sehun no era su novio.

—Su abrigo, jovencito.— Dijo su abuela.

Sehun se quitó el abrigo y se lo dio. Luhan cerró la puerta. —Lamento el desorden. Sé que lo odias.— En su defensa, podia decir que era como la habitación de un estudiante universitario promedio.

Sehun miró a su alrededor. —Espera ¿Debería sentirme ofendido?— Dirigió su mirada hacia él y de repente se volvió muy consciente de que sólo llevaba un par de pantalones cortos. Además de que estaba mojado. Agarró una camiseta limpia y se la puso rápidamente.

—No sabía que vivías con tu abuela.

—Estoy un poco corto de dinero en este momento, por lo que vivir aquí tiene sentido. A la abuela no le importa. Creo que se siente sola.— El silencio se sintió en la sala mientras se miraban el uno al otro. Pasó de un pie al otro, frotándose el dorso del cuello. —¿Puedes sentarte?

Los labios de Sehun temblaron. —¿Eso es una pregunta?

Sonrió tímidamente. —Quizás.

Sehun lo miró fijamente durante unos momentos antes de aclararse la garganta. —Tengo dos horas que matar hasta que tenga que recoger a Mila. Entretenme.

Se echó a reír. —¿Tú nunca trabajas?— Preguntó dejándose caer en el sofá y agarrando el control remoto de la tele.

—A veces.— Contesto Sehun fingiendo seriedad. —Si estoy de humor.

Luhan se encontró sonriendo mientras encendía el televisor. Todavía le sorprendía un poco que Sehun no fuera un adicto al trabajo compulsivo y perfeccionista. Parecía del tipo, pero en realidad no lo era.

Al parecer se esforzaba por la perfección sólo en su vida personal. —Creo que tengo algunas películas de acción pésimas. Son tan malas que son hilarantes. Venga, siéntate.

Se dio cuenta demasiado tarde que el único lugar para sentarse, aparte de la cama, era el espacio en el sofá junto a él. Sehun vaciló antes de sentarse tan lejos como pudo, lo que no era mucho, el sofá era bastante chico.

Lamiendo sus labios, miró la TV mientras la película comenzaba.

—Espero no aburrirte demasiado.— Comentó Sehun.

Con el ceño fruncido, Luhan lo estudió. El rostro de Sehun era inexpresivo, los ojos fijos en la pantalla del televisor. —¿Por qué habrías de aburrirme?

—Dijiste que te aburriste. Es por eso que me... Nos abandonaste.

Se mordió el labio. —Es diferente. Era sexo. Esto no es sexo.— Definitivamente no lo era.

Sehun se echó a reír. —Justo lo que todo hombre quiere oír, que aburre a alguien pero sólo en la cama.

Luhan le cogió del brazo. —Sabes que no lo dije en ese sentido.

Sintió que los músculos bajo su mano se tensaron. Sehun miró los dedos de Luhan alrededor de sus bíceps antes de lentamente levantar la vista.


Luhan se sonrojó y lo soltó, apretando su mano la llevo a su regazo. —Sabes que estaba lejos de aburrirme.— Se tensó, medio esperando a que Sehun preguntara por qué lo había dejado, si no había estado realmente aburrido, pero no hizo.

Exhaló.

Vieron la película en silencio por un rato, aunque no habría sido capaz de decir de qué trataba incluso si su vida dependiera de ello. Había un montón de gritos y disparos, pero apenas lo registraba. Nunca había sido tan consciente de su propio cuerpo. Podía sentir cada respiración, la respiración de Sehun incluso y la suya propia, irregular, un poco alta. Podía sentir cada pulgada que separaba sus cuerpos, su piel picando y doliendo por el toque de Sehun.

En la pantalla, los protagonistas estaba teniendo sexo y Luhan se removió un poco. No lo miró a Sehun, pero estaba seguro de que no estaba imaginando la repentina incomodidad en el aire. La tensión, gruesa y tirante.

«Tiene novia» Se repetía a sí mismo como un mantra. «Novia» «Novia» «Novia»

Casi se estremeció cuando sintió un toque en su brazo desnudo. Los dedos de Sehun acariciaron el dorso de su mano, rozandole la muñeca.

Giro la cabeza y se encontró con Sehun viendo la película, como si no fuera consciente de lo que hacía su mano. Tal vez no lo era.
La escena de sexo terminó, pero los dedos de Sehun seguían tocando su brazo. Acariciando. Amasando suavemente.
Jadeaba, su mirada desenfocada, sus nervios encendiéndose y su piel ardiendo allí donde Sehun tocaba.

—Hunnie.— Le espetó al fin.

—¿Qué?

—Tu mano.

Los dedos se detuvieron.

Sehun miró hacia abajo, apretó los labios en una fina línea y retiró su mano. —Lo siento.— Se disculpo con la voz cortada. —No lo hice a propósito.

—No es la gran cosa.— Dijo con una ligereza forzada en el tono. —Baekhyun y yo nos tocamos todo el tiempo.

—Baekhyun.— Repitió. —¿Es sólo un amigo?

—¿Qué?

El rostro de Sehun seguia inexpresivo, pero sus ojos estaban fijos en él con atención. —¿Te acuestas con él?

Soltó una breve carcajada. —¡No! Él es como mi hermano. Además, está en una relación, e incluso si no lo estuviera, no es mi tipo.

¿De dónde diablos había sacado la idea de él y Baek?

Las pestañas de Sehun bajaron, ocultando su expresión. Cuando levantó la vista de nuevo, sus ojos eran ilegibles. —¿Con cuántas personas has dormido en las últimas semanas?

El aliento se le quedó atrapado en su garganta.

Ladeó la cabeza. —¿Por qué te importa?

Silencio.

—No me gusta que la gente piense que eres fácil.

—Oh.— Volvió a mirar la televisión. —No es tu asunto con cuánta gente he follado después ti.— Sabía que sonaba enojado y decepcionado, pero no podía hacer nada al respecto; nunca había sido tan bueno en ocultar sus emociones. —No voy a disculparme por ser “facil”

Sintió a Sehun mirar su perfil. —No quería ofenderte.

—Entonces ¿Qué carajos quisiste decir?— Lo fulminó con la mirada. ¿Qué estás haciendo aquí Hunnie? Y no me salgas esa mierda de que pasabas por el vecindario. ¿Por qué estás aquí?

La garganta de Sehun se movió y miró hacia otro lado con la mandíbula apretada. —No lo sé.— Respondió lacónicamente.

La cruda honestidad en su voz casi hizo saltar su corazón fuera de su pecho.

—¿No lo sabes?— Si no sabía lo que estaba haciendo allí, si se trataba de una visita por un impulso del momento, era algo enorme.

Oh Sehun siempre planificaba y racionalizaba sus acciones. Siempre. Tanto como Luhan podía saber.

Sehun se levantó. —Fue un error. No debería haber venido aqui.— Un músculo palpitaba en su mejilla. —Adiós Luhan.— Había inexorabilidad en su voz y Luhan entró en pánico y agarró su mano.

Sehun se estremeció.

—No te vayas.— Pidio apretando los dedos. —Podemos ser... Podemos ser amigos.— Interiormente, se encogía, porque esa era una idea jodidamente terrible.

Ser amigo de Sehun sería un infierno. Pero había una parte de él que estaba dispuesta a ser lo que sea que Sehun quisiera que fueran.

La parte estúpida y herida.

—Amigos.— Repitió Sehun como si la palabra fuera desconocida para él.

Luhan asintió sosteniendo su mirada. —Sí, simplemente pasar el rato ¿sabes?

Sehun lo miró fijamente. Podía literalmente sentir el conflicto dentro de él, el agarre en su mano de seguía aflojando y apretando.

Recordando que a la gente parecía gustarle su sonrisa, sonrió y preguntó en voz baja. —¿Amigos?

—Amigos.— Acepto Sehun.

—Está bien.— Hablo inseguro de si estaba eufórico o decepcionado. —Amigos entonces.

Asintiendo, Sehun se sentó de nuevo, pero más cerca de él esta vez. Liberó su mano de los dedos de Luhan y estiró el brazo sobre el respaldo del sofá, detrás de él.
Era cálido, grande y confortable, tan cerca que podía oler su loción de afeitar.
Sentir su calor.

Luhan tomó una inhalación temblorosa. Dios, lo deseaba. Quería poner su cabeza en el hombro de Sehun. Quería envolver su brazo alrededor de su cintura. Quería sentarse a horcajadas sobre su cuerpo y montarlo.

Y todo eso pasaba a mil millas por hora en su cabeza haciéndolo enloquecer por la necesidad.

¿Amigos? A ese ritmo se volvería loco para el final de la semana

Notas finales:

Si encuentran errores diganmelo, me da vergüenza releer y verlos.


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