Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los chicos de las estaciones por Ghost princess Perona

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Izuna y Tobi aparecen aquí...

“Conque te gusta el frío” comentó Izuna, abriendo su mejor habitación de huéspedes. “Esta es la más gélida habitación entera que podrás encontrar” tembló un poco al entrar, viendo la caldera del lugar. “Aunque tal vez es demasiado fría, voy a traer unas cuantas…”

“¡NO! ¡FUEGO NO!”

“¿Eh?”

“¡QUE FUEGO NO!” Tobirama puso sus cosas en el destartalado piso. “Yo odio el fuego, no me gusta para nada el calor”

“Pero es necesario… para no morir congelado”

“Para mí no, el frío es mi vida” miró por la ventana, estaban patinando sobre hielo en el lago congelado mientras los copos de nieve cubrían el paisaje. Uno de ellos se cayó y los demás se acercaron para ayudarlos. “El hielo… ellos lo odian. Fingen que les gusta por un momento, deslizándose sobre él, pero en realidad lo odian.”

“¿Lo odian?”

“Más que al calor, porque el hielo mata” contestó, sentándose en la cama. Pasó las manos por la tela helada de las sábanas. “Este lugar es confortable, frío… me gusta. Es una pena que hayan reemplazado los sitios así por burdos y grandes hoteles.”

“A mí también me parece… y también me gusta el invierno, mucho…”

“¿Te gusta el invierno?”

“Sí, nací en medio del verano, el calor me aburre y me sofoca… tuve demasiado en esos primeros días” le sonrió, sentándose a su costado. Estiró la mano hacia su huésped y se detuvo poco antes de tocar sus dedos. “Por eso me gusta el frío… y el hielo. Recuerdo que una vez mi madre me sacó en medio del invierno de casa. Estaba helando… pero yo no quería un abrigo. Me sentía bien en medio del frío.”

“No muchas personas lo hacen”

“Porque son tontas y no saben apreciar lo hermoso del invierno” se levantó y miró por la ventana. “Me gusta tanto… como los riscos se cubren de blanco, como los lagos se congelan para que por una vez podamos caminar sobre el agua…”

“Es… muy amable de tu parte…. Digo, decir que el invierno es hermoso” Tobirama estaba sonrojado. Nunca había estado tan cerca de alguien que admirara su trabajo. En el pasado había creído encontrar a muchas personas así, que admiraban los paisajes helados. Sin embargo, todos mentían. Amaban otras cosas y pensaban que el invierno era una molestia.  Amaban los chocolates calientes que les traían frío, amaban los pasteles de fruta y los regalos de navidad, amaban las chimeneas calientes… a todo menos al invierno.

“¿Qué más puedo decir? De verdad que es hermoso el invierno” se acercó a él. “Desearía haber tenido la suerte de nii-san para nacer en medio de él. Entonces todos mis cumpleaños hubieran sido de color blanco inmaculado por la nieve cubriendo el patio, no bajo ese ardiente sol que siempre tuve que soportar.”

“Pero entonces no hubieras podido apreciar lo bonito que es el invierno” siguió el albino. “Y seguirías envidiando a tu hermano por haber nacido en cualquier otra estación”

“Parece que entiendes bien de estas cosas”

“Sí, tengo tres hermanos, cada uno nacido en una estación diferente”

“Qué coincidencia, yo también” escuchó una voz llamándolo desde abajo. “Lo siento, debo irme. El trabajo me llama… o lo poco de trabajo que me queda” miró al suelo con tristeza. “Van a cerrar este hotel al final del invierno.”

“Entonces mejor sería que nunca llegara a su fin”

“Aún así nos echarían”

“Dijeron que no hasta que acabe el invierno”

“Se referían a un mes exacto… y si de pronto la helada se prolongara nos echarían la culpa y nos lincharían por brujos” avanzó hacia la puerta. “No es que no hayan intentado hacerlo antes, de hecho pasa muy a menudo aquí. Creo que el alcalde sólo esperaba una solución legal para poder echarnos sin quedar como un bobo ante los demás políticos.”

“De todas maneras quedaría como un bobo”

“Eso sin dudarlo” se sonrieron el uno al otro y Tobirama sintió un calor interior que nunca había sentido antes, pero que no le molestaba en lo absoluto. Era la primera vez que un poco de calor le resultaba agradable en cientos y cientos de años. “Escucha… ahora tengo que hacer unas cosas, pero… después podemos hacer algo juntos si quieres”

“Sería genial”

“Podemos patinar en el lago… aunque no tengo patines ni cosas que nos cubran…”

“No te preocupes, yo tengo un par de patines extra en mi equipaje que pueden servir. Y mi ropa… la puedes usar, de seguro te queda.”

“Creo que me quedaría algo pequeña”

“Tengo prendas más grandes”

“¿Acaso eres comerciante de ropa e implementos de patinaje?” bromeó Izuna.

“No, mi trabajo es algo más… complicado” a voz se escuchó de nuevo. “Debes irte ya”

“Sí, nos vemos” el chico del verano se fue y bajó las escaleras. Cuando estuvo lejos Tobirama juntó las palmas de sus manos y al separarlas una forma de hielo apareció. Dos patines muy hermosos llenos de adornos transparentes. Los probó por dentro, como todos sus inventos estaban fríos. Necesitaba hacerlos más calientes. “Saru…”

“Mi sensei” una voz se escuchó en su cabeza. “¿Qué quiere?”

“Deseo que me traigas algo para calentar una cosa… como para que alguien no se congele nada más tocar una cosa”

“¿Usted quiere calor? ¿Y para qué?”

“Tú sólo hazlo, no me cuestiones” tiró los patines por la ventana. “Por fin he encontrado a alguien que le gusta tanto el invierno como yo y quiero conocerlos mejor” extendió una mano y agarró una estrella de nieve. “Me invitó a patinar y voy a aceptar.”

“¿Sí? Creo que está actuando como su hermano”

“No abuses”

“Bien, bien, ya me voy” de repente cambió de opinión. “Espere, ¿quiere que le traigamos el carruaje el último día de invierno? Porque si quiere…”

“Tú sabes que no puedo quedarme más tiempo, ese día acaba todo con la llegada de la primavera… Y vuelvo a venir en los últimos días de otoño” suspiró. “Aunque… no, no es nada, sigamos con nuestro recorrido habitual.”

“¿Va a ir a patinar, sensei?”

“Sí, ahora vete, quiero que estén listos… ¡y que hilen ropa con su pelaje! ¡Ropa abrigada!”

“¿Desde cuando quiere usted ropa abrigada? ¿O… es que es para él?”

“Ya cállate y vete”

-Abajo-

“Izuna, ¿de dónde apareció esto?” preguntó Madara, levantando una de las pesadas monedas de oro que el visitante había dejado sobre el destartalado mostrador. El mencionado sonrió, como sus hermanos habían estado fuera no se habían enterado de la buena nueva. “Si me entero de que lo has…”

“No lo he robado” se defendió el aludido. “Lo que pasa es que ha venido un huésped y nos ha dejado eso como pago por su habitación.”

“¿Un huésped?” levantó la ceja el mayor no muy convencido. “Otouto, no sé si te has dado cuenta, pero este hotel es el de la familia maldita. Y aún así no lo fuera se cae a…”

“Dice que le gusta el frío y que por eso eligió este hotel”

“Que halago” Madara empezó a barrer el piso, al menos ahora tenía una excusa para hacer algo. Luego se pondría a cocinar para el huésped, al menos la cena debía ser deliciosa. “Puede que sea el último, espero… que nos deje una buena propina. Ya sabes… para poder volver a empezar.”

“Creo que con lo que pagó es suficiente”

“¿De verdad?” miró las monedas de nuevo. “Woow, con estas cosas podremos comer bien en cualquier pueblo por mucho, mucho tiempo, incluso comprarnos una pequeña tiendecita para sobrevivir por un tiempo.”

“Qué bien…” le sonrió. “Por cierto, voy a salir a patinar más tarde.”

“¿Patinar? ¿Con quién?”

“Con el huésped”

“Izuna, ¿Qué te he dicho…?”

“Me ha invitado él, así que no me molestes” el otro se fue. “Ahora si me disculpas tengo que terminar mis deberes antes de que el sol se ponga… aunque sería mejor salir de noche, así la nieve nos daría un paisaje de lo más hermoso…” se fue prácticamente bailando ante la mirada sorprendida de su hermano. Finalmente llegó la noche y con ella la cita con Tobirama.El forastero le tendió una muda de ropa blanca y unos bonitos patines que parecían hechos de cristal y pelo blanco. “Gracias, son preciosos”

“De nada” fueron hacia la desierta pista de patinaje, que en esos momentos estaba también cubierta de nieve. Los chicos del pueblo no se acercaban a ella de noche, decían que era peligroso y los hermanos aprovechaban esos momentos para entretenerse un poco. “Nunca he hecho esto antes.”

“¿No? ¿Y te gusta tanto el invierno?”

“Me gusta por otras cosas” extendió la mano y ante la mirada maravillada del pelinegro un copo de nieve se paró en ella, sólo uno. La perfectamente formada estrella de nieve fue visible ante los ojos del joven. Luego muchas más cayeron, mostrando sus diseños, estructuras e incluso colores diferentes. Se acercó más para verlas.

“Vaya, en esa me has ganado. Nunca he visto los copos de nieve lo suficientemente cerca como para apreciar esto.”

“Porque para poder apreciar la belleza del invierno completamente deberías pasar mucho tiempo observándolo y viviendo con él” el pelinegro asintió y trató de atrapar alguna, pero se derretían inmediatamente caían. “Para hacerlo tienes que tener las manos muy frías... como las mías.”

“Suerte que lo estarán cuando terminemos de patinar”

“Eres extraño, Izuna Uchiha” comentó el peliblanco, observando los alrededores. “Vienes a patinar en la noche, te detienes a observar el arte de las estrellas de hielo… realmente te gusta el invierno más que cualquier otra estación.”

“Te lo dije, me gusta el invierno” le tendió la mano. “¿Quieres patinar? Como eres primerizo te tomaré de la mano siempre.”

“No lo necesito” dijo orgulloso. Todo lo que tenía que ver con el hielo era su territorio, no tenía por qué tomarle de la mano. El pelinegro se vio un poco decepcionado por algunos minutos, pero lo camufló bien. Comenzaron a deslizarse silenciosamente a través del lago congelado y, por primera vez en años, una sonrisa sincera asomó a la cara del albino. “Es divertido”

“Claro que lo es, ¿por qué lo haríamos si no?” Izuna pasó muy cerca de él y le tomó de la mano, llevándolo con él y dando vueltas. Las sonrisas pronto se transformaron en risas de alegría, uniendo las dos manos y soltándose, recorriendo el lago muchas veces. “¿Ves de lo que te has perdido? ¡No puedes decir que te gusta el invierno si no has hecho esto!”

“Claro que puedo… me gusta mi trabajo”

“¿Tu trabajo? ¿Acaso trabajas sólo en invierno?” preguntó el Uchiha interesado. “No me digas que… ¿llevas una tienda de ropa de invierno?”

“Claro que no”

“¿Entonces qué?”

“No te lo voy a decir” el pelinegro decidió vengarse de eso, cogiéndolo de nuevo y soltándolo en el momento justo para que cayera sobre una gran cantidad de nieve. El forastero estaba levantándose cuando su mismo nuevo amigo impactó contra el mismo montículo a unos centímetros de él.

“Ufff, qué torpe soy”

“Verdad” se rió Tobirama, cubriéndose un poco la cara con la mano.

“Bueno, al menos aún…”

“¡¿Qué haces aquí?!” el alcalde junto con algunos aldeanos se acercaron, iluminándolos con las antorchas. Sus rostros estaban sumamente enojados, como si acabaran de cometer un pecado imperdonable. “¡Ustedes no pueden utilizar estos lugares, son para las personas, las personas normales! ¡Que no te vuelva a ver aquí ni a ninguno de tus asquerosos hermanos!”

“Que yo sepa estos lugares son públicos” se quejó Izuna, ayudando al otro a levantarse.

“Señor, lamento las molestias que le hayan provocado” dijo el hombre, ignorándolo completamente. “Si me sigue le puedo señalar una buen hotel para…”

“No se preocupe, ya encontré el indicado” Tobirama lo miró con desprecio, considerando hacerle algo muy malo. “Vamos de vuelta a tu casa, Izuna. Buenas noches, caballeros.”

-Unos meses después-

“Se puede ver el sol entre los árboles, se acerca la primavera” comentó el albino algo abatido, sentado al lado del pelinegro. “Pronto tendré que marcharme.”

“Podrías quedarte… o marcharte cuando nosotros lo hagamos” dijo el joven, mirando todas las cosas que habían fuera del hotel, listas para ser trasladadas. “Tobirama… quiero ser sincero contigo, estos últimos meses han sido los mejores de mi vida y… realmente desearía tener algo contigo… ¿me entiendes?”

“No mucho… aunque yo también me la he pasado bien contigo” contestó el peliblanco, sonrojándose. Esos meses había aprendido y enseñado más que en toda su larga vida. Patinar, copos de nieve, muñecos, bebidas frías… Izuna le había dicho que no sabía que una bebida fría podía hacer tantas bondades por ti en una noche de invierno. “Yo…”

“Tobirama, te amo… por favor quédate conmigo”

“No… no puedo, sólo me está permitido pisar la tierra de los humanos en invierno” dijo exasperado. “Quedarme… es imposible” de repente se le ocurrió algo. “Pero puedo dejarte un beso. Después de él te diré quién soy”

“¿Sólo un beso? Bueno, hagámoslo” sus labios se unieron con la pasión que se había desarrollado en meses e Izuna... no esperó el frío tan intenso que sintió luego, como si se congelara. “¿Qué?”

“Soy el invierno” contestó Tobirama, mirándolo caer al suelo inconsciente. “Lo siento” Quiso dar un paso hacia el amanecer, pero se dio cuenta de que no podía dejarlo atrás. “Saru, tráeme el carruaje. Nos vamos de regreso al castillo… e Izuna vendrá conmigo. No tiene nada que extrañar de este lugar y…”

“¡Izuna!” Madara salió de la casa al ver a su hermano en el piso. “¿Qué le has hecho?”

“¡SARU!” un carruaje tirado por osos polares aterrizó delante de él para sorpresa del otro pelinegro. El albino se montó en él con el segundo hermano en brazos. El resto de los Uchihas salió, mirándolo completamente estupefactos. “Lo siento… ¡HIAH!”

“¡IZUNA!” gritaron, pero el carruaje arrancó de todas maneras con su inconsciente hermano a bordo. Fue al lago, que se transformó en una especies de portal a un mundo cubierto de nieve y desapareció una vez ellos hubieron cruzado. “¡NO!”

Notas finales:

Parece que el invierno es más cálido de lo que parece, ¿verdad? ¿Y cuanto apuestan a que el proximo invierno en la villa será el último? Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).