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Reto ~30 dias de halloween por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Hola, otra historia de Halloween, estamos en noviembre, pero ña, terminaré la tabla igual v:


Gracias por leer.

PUTREFACTO


Una mano roja, sangrante y despellejada con cada ligamento podrido, los huesos carcomidos, se posó sobre su cabeza y acarició con sutileza su frente dejando a su paso un rastro de mucosa gris amarillenta poblado de las larvas que continúan comiéndosela, el olor es la podredumbre de los cadáveres, poco a poco se mueve alargando más el camino putrefacto rozando su cabello y llegando hasta la mejilla, parpadeó entre el sueño y la vigilia, sus parpados se niegan abrirse ante el pavor de lo que pueda encontrar, sin embargo sus reflejos son más fuertes, con horror y asco ve a la mano que todavía se pasea por toda la piel de su faz, las larvas empiezan a herir la piel de sus pómulos ingresando a su cuerpo, quiere moverse ,vomitar, pero está paralizado en su cama, todo lo que puede hacer es soltar las lágrimas que comienzan a acumularse en sus ojos. La mano se muevo bajando más hasta llegar a sus labios, pasea sus descompuestos dedos por los tersos labios, aquellos que tantas bocas tomó con descaro y orgullo. Apenas siente su garganta, su voz se ha quedado congelada, mientras la mano poco a poco comienza a abrir sus labios, ya no hay nada que puedas hacer…


—¡Milo! Por un demonio, ¡despierta ya!


Un joven de escasos veinte años de profundos ojos turquesa se aferraba con fuerza a las sabanas mientras sus ojos miraban con horror el techo de su habitación con confusión, respiró con fuerzas y sus parpados sensibles a la luz se cerraron de golpe, ¿Qué había sido todo eso? Si hace solo unos segundos toda la habitación yacía cubierta en tinieblas y ahora…


—Milo es la última vez que te hablo —pronunció con fastidio quien lo había estado llamando.


Milo giró la cabeza despacio sin apenas moverse de su lecho mientras sus manos seguían empuñadas las sábanas.


—Kanon… —pronunció con la voz ida y susurrante, sus ojos de forma automática volvieron a soltar gruesas lágrimas que surcaron sus enrojecidas mejillas. El aludido estupefacto por la reacción de su hermano solo se rascó la cabeza algo incómodo, sin saber cómo reaccionar.


—¿Tuviste una pesadilla Milo?


—Solo… —la voz de Milo vaciló volviendo un poco a la realidad de su habitación, en su hogar junto con sus padres y sus dos hermanos Saga y Kanon—. Solo fue un mal sueño —pronunció poco convencido recordando aquella mano putrefacta con su piel desollada cayendo en tiras mientras recorría sus facciones.


—Bueno, si es así baja a desayunar, llegarás tarde a tus clases matutinas y no quiero escucharte andar jodiendo por faltar.


Milo asintió sin mucha convicción, sin embargo aquello solo era un mal sueño que debía olvidar, y a la luz del día nada podría pasar, o eso creía…


~.~.~.~.~.~.~.~


Como Kanon predijo, llegó tarde a su primera clase, viendo imposible ingresar cuando ya había pasado veinte minutos de que esta había comenzado, estaba fastidiado, estresado y muy perturbado, aquel horrible sueño seguía dando vueltas en su cabeza, y es que todavía podía sentir la viscosidad de la mano recorriendo su piel, había sido demasiado real, cada toque, el frío espectral, aquel fétido olor que cubría su habitación ante la presencia de aquella desagradable mano. Quizás no había sido un sueño. Meneó la cabeza negando sus escabrosos y poco convincentes ideas, era una tontería. Se dirigió hacia la cafetería de su facultad, deseaba poder recuperarse del creciente y molesto frío que estaba instalándose en su organismo en aquellas fechas de octubre. El otoño poco a poco disminuía en temperatura e incrementaba en tormentas, las fuertes ventiscas arrasaban con las hojas muertas y secas de los árboles, lo que podría parecer un bello espectáculo de café y dorado por el manto de hojas bajo el sol, no era más que un desolador paisaje ante la oscuridad de la mañana que todavía estaba presente y las amenazadoras nubes que anunciaban una próxima lluvia. Aceleró el pasó y se repantigó más contra su chaqueta, escondiendo el cuello dentro de esta como una tortuga, maldecía haber dejado su bufanda en casa ante el apuro. Solo unos cien metros más y llegaría hasta la entrada de la facultad, todo parecía normal, los estudiantes corrían dentro de los edificios, buscando escapar de las bajas temperaturas, sin embargo, Milo chistó al sentir la primera gota de lluvia posarse sobre su nariz, en cosa de solo un segundo el torrente de agua cayó sobre el griego, empapándolo de pies a cabeza. El cielo oscuro, lluvia torrencial y una singular neblina le daban al exterior de su facultad un aspecto tétrico y fantasmagórico, tan tenso y solitario como en su sueño. Milo trago ante el recuerdo y se dio un fuerte golpe en la frente para reaccionar. Aquello solo fue un sueño, pensó, los sueños no son capaces de hacer daño. Con eso en su mente se encaminó hacia la cafetería, dispuesto a hacer su día de manera normal y amena, ignorando aquella mano putrefacta que reaparecía de vez en cuando de manera furtiva.


~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~


La lluvia no había parado en todo el día y la llegada del anochecer solo trajo más estremecimiento a su cuerpo que tiritaba en busca de aumentar el calor corporal, para su desgracia había terminado saliendo cerca de las nueve de la facultad, y se vio forzado a caminar por el sendero viejo y poco iluminado de la facultad para llegar hasta la salida, todo por un árbol viejo que se vio vencido por la fuerte ventisca. Decir que aquel viejo camino no poseía ni un solo metro de techumbre para paliar el agua era poco, el camino era pedregoso, de tierra, que con la lluvia se trasformaba a menudo en un molesto lodo. Al poder salir de la universidad, Milo estaba empapado hasta los huesos y cubierto con una gruesa capa de barro. Es por eso que al llegar a casa su cansado cuerpo ganó a la perturbación de su mente y siendo presa de todo el agotamiento, olvido el incidente de la noche anterior. Milo ingresó a su cuarto y se quitó toda la ropa mojada. Frente a su cama yacía un gran espejo que reflejaba todo lo que sucedía, el griego se hallaba de espaldas desvistiéndose, por lo que no se percató de mirada carmesí que lo seguía con profunda insistencia cada vez que se movía.


Después de un corto y pequeño baño, Milo finalmente se refugió en sus mantas, pensando solo en el cansancio que traía, apagó la lámpara de velador que tenía a su lado y se volteó con la esperanza de alcanzar pronto el sueño.


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Comenzó como un simple delirio, una ensoñación, o al menos es lo que parecía. Un olor de podredumbre cubrió toda su habitación. Eso lo despertó de golpe, abrió sus ojos, sin embargo no se podía mover, su cuerpo estaba atado a su cama, completamente rígido.


De repente sintió como un ruido resonó en su habitación, en la posición en la que estaba pudo mirar hacia el frente y observó como un rostro de ojos rojizos salía desde el reflejo, quiso gritar, pero su voz no emitía sonido, con terror vio como de pronto, todo un cuerpo empezó a materializarse en su cuarto, el rostro de una oscuridad profunda no se parecía en nada al resto de su cuerpo, que yacía podrido y carcomido por polillas, siendo visible las larvas que salían desde los agujeros.


Era la misma imagen de la mano recorriendo su rostro durante aquel sueño. La criatura poco a poco se arrastraba hasta llegar a su cama, viéndolo con la mirada vacía, ese espectro iba por él y no saldría indemne, quería llorar de frustración; siseó por sobre sus mantas, dejando todo empapado y embetunado del horrible olor despedido por los cadáveres en descomposición, sintió como esa cosa se arrimaba sobre él, llegó hasta su rostro y respiró sobre él haciéndolo vomitar… su cuerpo como reflejó se arqueó ante los espasmos, en ese efímero momento fue capaz de ver la hora reflejada en el espejo que provenía de un reloj digital de su habitación, eran las dos y siete de la madrugada, y eso fue lo último que se mente proceso antes de que la criatura saltara sobre su carne y comenzara a devorarlo.


Milo despertó sobre saltado sentándose en su lecho, nuevamente había tenido una horrible pesadilla, es como si su mente jugará con él de forma despiadada. Se recostó con frustración sobre su cama y cerró los ojos por unos segundos, vislumbrando al ser todavía en sus pensamientos y la hora vista en sus sueños…, abrió los parpados en precaución y observó la hora de su reloj, marcaba las dos y seis de la madrugada. Milo tragó asustado y horrorizado cuando este cambio dando las dos y siete de la madrugada y un olor a cadáver se instaló en su habitación, quizás no todo había sido un sueño…


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