Kei sabía que su novio era un chico desordenado, al punto de llegar a ser completamente desastroso, pero aquello estaba superando lo que el mismo podía considerar como algo aceptable, se acercó al bolso que su pareja solía llevar a la universidad y con cierta molestia tomó aquel pequeño llavero con forma de dinosaurio.
El de lentes no solía ser romántico, no tenía grandes muestras de cariño con su pareja, pero para Kei el entregar el pequeño dinosaurio había sido una prueba del verdadero amor que tenía por él.
Para su cumpleaños número cinco, Akiteru había llegado con el pequeño dinosaurio, su hermano lo había comprado para él, con un dinero que su padre le había dado por ayudar en la casa, era el primer regalo que su hermano le daba, era la primera muestra de que su hermano haría lo que fuera por hacerlo sumamente feliz.
Kei se lo había dado hacían alrededor de dos meses atrás a Kuroo, en señal de compromiso, las cosas estaban tensas entre ambos, el estrés los tenía realmente superados y ellos simplemente peleaban a cada dos por tres, pero ese regalo había sido una tregua, una disculpa, algo intimo entre ambos.
Kuroo estaba en su cuarto año de carrera y Tsukishima en el segundo, pero a pesar de eso no solían verse seguido, Kei se quedaba en el departamento de su hermano, mientras que Kuroo se quedaba en los dormitorios de su facultad, sus horarios eran completamente diferentes, inclusos sus trabajos de medio tiempo eran en días diferentes, la relación estaba en la cuerda floja, por eso el dinosaurio había sido una muestra de confianza, una tregua para intentarlo nuevamente, pero el rubio solo pudo verlo en el suelo, amarrado como si realmente no importara si se caía o no, Kuroo realmente era un idiota.
Kei tomó el pequeño llavero y lo miró con algo de culpa, realmente no podía decir que el pelinegro era quien había terminado por dañar tanto el juguete, pero si el otro hubiese tenido más cuidado, quizá estaría en mejores condiciones.
Kei se quedaría esa noche, pero realmente estaba molesto, quisó tomar sus cosas e irse, pero Kuroo entró justo a la habitación.
—¿Tsukki? — el moreno lo miró con duda en el rostro, a lo que el rubio simplemente respondió con una sonrisa.
—Nada, solo estoy cansado. —guardó el pequeño dinosaurio y tomó la bandeja de las manos de su pareja. —tengo hambre. —agregó quitando una de las fresas que el moreno había preparado.
Tetsuro notó el extraño comportamiento de su pareja, pero como el rubio había dicho, lo terminó atribuyendo al cansancio que tenía, aunque si se sintió un poco mal de como Kei había terminado por sacar una de las fresas, también estaba cansado y aun así se sacrificaba por tener muestra de cariño con el de lentes.
La noche paso sin muchas gracias para el gusto del antiguo capitán de Nekoma, Kei había comido sin decir mucho, luego lo había besado, metiéndose en la cama simplemente para dormir, ni siquiera lo había tocado.
—Kei…— el moreno levantó la voz, sabiendo que su pareja no dormía. — sabes que puedes contarme si te ocurrió algo, somos parejas y si te molestas en necesario que me lo digas.
—Kuroo-san, quiero dormir, además ¿tendría alguna razón para estar molesto? —el tono del rubio era burlesco y tosco, Kuroo no necesitaba más indicios de que su pareja no solo estaba molesta, Kei Tsukishima simplemente estaba furioso, pero la pregunta era la razón.
Kei se había ido esa mañana, con un beso casto en los labios de Kuroo.
Kei llegó a casa esperando que su teléfono no parara de sonar, pero en todo el camino simplemente había recibido un mensaje de parte de Akaashi, preguntando si las cosas con Kuroo estaban bien, al parecer su novio había corrido a los brazos de Bokuto a llorar sus inseguridades.
Los primeros días de esa semana no fueron realmente diferentes para el rubio, su rutina y el ritmo de su vida estaba igual que siempre, no fue hasta el cuarto día que Tsukishima comenzó a extrañar a su novio, no tenía mil mensajes, no tenía llamadas a la hora de la comida, ni largos regaños por no estar comiendo bien, los últimos cuatro días se resumían en 4 mensajes de “Ten un buen día, te amo” y “buenas noches, te amo” , repentinamente se sentía un poco molesto, lo que más esperaba era escuchar a su pareja rogarle, disculparse por todo el tema del llavero de dinosaurio, o era acaso que Kuroo todavía no notaba que lo había perdido.
Miró su calendario, tomó su celular, una extraña sensación se instaló en el pecho del rubio, quizá los sentimientos que Kuroo tenía por el no eran tan profundos como lo que él esperaba, todos sus caprichos habían terminado por agotar al moreno y ahora se iría con alguna chica de esas que solían declarársele.
Marcó sintiendo una presión en su pecho, tomó el dinosaurio en sus manos, mientras escuchaba los tonos de marcado, era tarde, pasaban las cinco, Tetsuro solía estar en casa esos días, cerca de su teléfono.
—¿Kei?
—Kuroo-san. — la respiración del moreno y su voz se escuchaba sofocada, una extraña sensación recorrió la espalda del rubio ¿acaso su pareja lo estaba engañando? — yo…
—Tsukki, no puedo hablar ahora. — Lo escucho jadear y toser un par de veces antes de continuar. — tengo algunas cosas que terminar…
—Tetsuro, estas enfermo. — Kei descartó rápidamente el que lo hubiese engañado, al parecer el moreno no estaba bien de salud.
—Solo debe ser una gripa, volví tarde estos días y no me abrigue lo suficiente.
—Trata de descansar si. — Kei guardo silencio y finalmente agregó. —Kuroo-san, te quiero.
Kuroo se quedó en silencio, logrando que un nudo en la garganta del moreno se hiciera un poco más grande, un golpe seco y unas voces llamaron la atención del rubio.
—¿Kuroo-san? Responde, Tetsuro.
—¿Tsuki? Soy Bokuro, Kuroo acaba de desmayarse, lo llevaré a su departamento, está muy pálido.
Kei simplemente tomó su abrigo, dejó una nota para su hermano y corrió las calles que lo separaban del campus.
En la puerta estaba Akaashi, se veía preocupado. — Akaashi-san— Kei trataba de regular su respiración. — Bokuto-san me dijo…
—Metimos a Kuroo a la cama, tiene fiebre, se desmayó de camino desde la universidad, creo que no está comiendo bien, lo dejamos en tus manos.
No fueron muchas las explicaciones, Kei se acercó al moreno, quien respiraba de forma acelerada, su piel y sus labios estaban pálidos, pero sus mejillas tenían un pequeño sonrojo, probablemente por la fiebre.
—Kuroo-san
—¿Kei? — los ojos del moreno se abrieron con dificultad. — Kei lo siento, no pude encontrarlo.
—¿Encontrarlo?
—El dinosaurio, lo perdí, lo perdí sabiendo lo mucho que significaba para ti, lo busque por horas, pensé que lo había tirado de camino de la universidad, pero no pude encontrarlo.
Kei abrió los ojos sintiendo que el pecho se le apretaba —Kuroo-san…
—Una de mis materias era más difícil de lo que pensaba y tuve que dar un examen importante. —Kuroo comenzó a jadear, le costaba hablar y respirar. — lo llevé conmigo, quería sentirte a mi lado.
—Kuroo-san…— Kei se sentía como un idiota, él era el culpable de su novio estuviera enfermo, era el único culpable. — no lo perdiste, yo me lo lleve a casa, pensé que no lo estabas cuidando lo suficiente, Kuroo-san lo siento mucho, enfermaste por mi culpa. — Kei se cubrió el rostro, ocultando sus lágrimas.
—Dios… gracias Kei, pensé que lo había perdido. — el moreno sonrió, tomando una de las manos del rubio. — levanta el rostro, quiero ver tus ojos Kei.
—Kuroo-san…
—Puedes quedarte está noche, no me siento muy bien, no quiero estar solo. — Tetsuro le pidió, se sentía cansado y perdido.
—Claro…—Kei tomó la mano del mayor, apretándola un poco. — duerme…
—No quiero dormir. — Kuroo se acercó a la boca del rubio y agregó. — quiero que me tomes, quiero que me hagas el amor Tsuki. Quiero sentirte dentro de mi.
Kei sonrió, Kuroo era un hombre maravilloso y lo amaba por eso, siempre le daba alguna sorpresa.
Fin