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13. El infierno de Byung por dayanstyle

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Notas del capitulo:

holaaa

FELIZ NAVIDAD...... 

ayer estaba amanecida lo admito heheh.. y como es navidad les tengo TRIPLE ACTU HOYYYY

note que tengo nuevos lectores y los de costumbre...

gracias por su apoyo. y si ese Chanhee no puede tener su pene en sus pantalones y eso le trajo una consecuencia terrible...

sin mas preambulo... 

a leer

Chan Hee llevó su camioneta al taller de Eli. Dado que Niel, la pareja de guerrero Minsoo, no había aprobado su camioneta nueva, tenía que ir con el mecánico a que revisara el ruido que le oía.

Eli se acercó y le estrechó la mano. — ¿Cuál parece ser el problema?

— No lo sé, solo comenzó a hacer ruidos extraños. —Chan Hee siguió a Eli hacia su camioneta, vio al hombre levantar el cofre y checar los fluidos.

— Bueno, para empezar, necesitas aceite. Le haré un cambio de aceite.

Chan Hee asintió. Infiernos él ni siquiera sabía qué tenía mal, y probablemente aun no lo sabría así Eli se lo explicara. La mecánica no era una inclinación que Chan Hee tuviera.

— Puedes usar la camioneta del taller si necesitas ir a algún lugar —Eli ofreció.

Chan Hee miró hacia la linda clásica Ford. Era una belleza, pero él temía que le pasara algo malo. Chan Hee conducía fuerte. — Está bien. Solo iré al restaurante a comer algo. Avísame cuando terminen.

— No hay problema. —Eli metió la camioneta y la subió al elevador y comenzó a levantarla.

Chan Hee dejó al mecánico que revisara lo que fuera que estuviera mal con la camioneta mientras iba hacia el restaurante. Una vez que terminó de comer se dirigió a la librería.

— Hey, SungMin.

El propietario estaba detrás del mostrador donde arreglaba el aparador de la librería. — Hola, Chan Hee. ¿En qué puedo ayudarte?

— Kibum me pidió que revisara si los siguientes libros de la serie habían llegado y si llegaron algunos de los mangas para Ren.

— Tengo ambos. Déjame ir por ellos. Están atrás.

Chan Hee se dejó caer en el sofá, dejando caer su cabeza en el respaldo. La visión de su pareja seguía jugando en su mente. Era hermoso, con el cabello rubio, los más hermoso ojos que hubiera visto alguna vez y la desgarradora expresión en su cara. Por millonésima vez Chan Hee se maldijo.

¿Por qué el destino eligió ese exacto momento para presentarle a su pareja?

Chan Hee gruñó. Quería a su pareja, lo quería aquí ahora. Su pene que normalmente estaba duro el noventa por ciento de las veces estaba flácido bajo su jeans. Su libido había caído en picada.

Esto no era por su flácido pene. Esto era acerca de encontrar a su pareja y lograr que el hombre lo perdonara. Probablemente había jodido su oportunidad. Chan Hee se preguntaba si incluso lo vería de nuevo.

Chan Hee sentía su corazón pesado en su oprimido pecho al pensar en perder a su pareja. Frotó su palma sobre su pecho, deseando regresar a la noche anterior y cambiar lo que había sucedido.

Pensó en regresar al club y hacer guardia hasta que apareciera su pareja. Pero por la manera en que se fue, el hombre no iba a poner un pie ahí de nuevo. Por más que Chan Hee esperara eso.

— Aquí están. ¿Debo ponerlos en la cuenta de Kibum?

— Supongo. Envía la nota a la casa. Niel verá que se te pague. —Chan Hee tomó la bolsa de SungMin.

— No vence hasta el fin de mes. ¿Jong In tiene un nuevo asistente? —SungMin escribió en su libro la reciente venta de los artículos de Kibum.

— Sí, lo contrató hace unos cuatro meses. El chico es agradable. —Incluso si el nuevo contador no aprobó la compra de su camioneta.

— Está bien, dame su nombre así sabré a quien enviarle el recibo.

— Ahn Daniel —Chan Hee vio a SungMin escribir el nombre. Su mano tenía un vendaje. Chan Hee se preguntó cómo alguien se lastimaba la muñeca vendiendo libros.

— Lo tengo. Que pases un buen día, Chan Hee. —SungMin levantó la vista y le sonrió.

— Lo mismo para ti. —Chan Hee deseaba poder. Los pensamientos de su pareja plagaban su cerebro sin detenerse desde anoche. Se sentía miserable, sucio y con el corazón destrozado.

Chan Hee caminó de regreso al taller y hacia la oficina. Estaba demasiado frio para esperar afuera.

Chan Hee entró en la oficina de Kevin. Él tomaba las citas y mantenía las cuentas del taller.

Kevin solía ser uno de los Centinelas lobos Timber que cuidaban la casa y los alrededores para mantener a salvo a las parejas.

Pero una fatal noche hizo que se diera cuenta que él no tenía el material para ser Centinela. Al menos aún no.

Solo tenía noventa años, aún era joven. Así que Kevin decidió esperar hasta que estuviera lo suficientemente maduro para manejar ese trabajo. Chan Hee respetaba al cachorro por su decisión. Eso no debió ser fácil.

— Hecho. —Eli se reía mientras se limpiaba las manos en un trapo y entonces lo metió en su bolsillo trasero— Ni siquiera te explicaré lo que le hice. —Escribió algunas notas sobre la tabla con clip y se lo dio a Kevin.

— Gracias. —Chan Hee tomó la bolsa llena de libros y esperó a que Eli bajara la camioneta. Firmó los papeles para el registro de Niel y lanzó la bolsa hacia el asiento del pasajero.

Dirigió la camioneta hacia la calle y notó que ya no hacia ruido, eso hizo feliz a Chan Hee. Se dirigió tranquilamente a casa.

Llegando al camino de grava, Chan Hee estacionó la camioneta, apagó el motor y salió.

— Maldición. —Chan Hee se giró, había olvidado la bolsa con los libros. Una vez que los tomó de la camioneta, subió corriendo los escalones del frente de la casa.

— Aquí están. —Chan Hee lanzó la bolsa en el sofá del estudio.

— Gracias. —Kibum revisó la bolsa dejando a un lado los mangas de Ren.

El guerrero saludó a unos cuantos Centinelas, tomó un jugo de la barra de jugos, y subió las escaleras a su cuarto.

Chan Hee colapsó en su cama viendo al techo. Todo lo que podía ver eran esos hermosos ojos viéndolo acusadoramente.

Gruñó, se giró de lado hacia la puerta del cuarto de baño. No podía ser que el destino le diera solo una oportunidad. Una sola en ciento cincuenta y cinco años, él tenía un largo camino por delante para estar solo.

Entonces, ¿qué haría para encontrar a su pareja? Eso no era una pregunta de qué y si, sino una pregunta de cuándo. Él no iba a renunciar. Esos ojos de ángel eran suyos.

Tocaron a su puerta. — ¿Si?

Heechul, una de las parejas abrió la puerta y asomó la cabeza. — La cena está casi lista.

Chan Hee asintió y Heechul cerró la puerta. Él no tenía apetito. La única cosa en su mente era encontrar a su pareja y borrar esa expresión de dolor en esa hermosa cara. Él sabía que su pareja era un shifter. Solo un shifter reconocería a su pareja, y por la mirada en la cara del hombre en el club, su pareja reconoció que lo eran.

¿Viviría en la ciudad? Chan Hee no había oído de alguna manada de lobos viviendo aquí. Se levantó de la cama. Pero había una en el este.

La manada del Este.

De ahí era de donde podría ser su pareja. Esa era una posibilidad muy remota, pero Chan Hee estaba desesperado por encontrarlo. Podría salir en cuanto amaneciera. Eran solo unas horas de viaje. ¿El Alfa del Este le permitiría ver alrededor?

Podría llamarle a Ricky. Podría convencer a su antiguo compañero de manada que le ayudara a buscar.

Sintiéndose un poco mejor, Chan Hee se lavó para cenar. Rasa podría armar un alboroto si se sentaba a la mesa con las manos sucias. Aunque Chan Hee era un lobo muy higiénico, Rasa tenía una habilidad para encontrar la más ligera mancha y enviarlos a tallárselas. El hombre tomaba la cocina demasiado en serio en opinión de Chan Hee.

Revisando que sus uñas estuvieran impecables, Chan Hee bajó las escaleras.

Podía oír que la cena ya había empezado. Rodeando la esquina para entrar al comedor, Chan Hee oyó un jadeo, un vaso quebrarse y una silla caer.

— Byung, ¿qué sucede?

Chan Hee levantó la vista hacia la conmoción. ¡Joder, hombre! Ahí, de pie con sus manos sobre su pecho estaba su pareja.

 

 

 

No, no, no. Esto no podía estar sucediendo. Solo no podía. Byung se cubrió la boca, tratando de detener los sollozos que salían de sus labios. ¿Cómo podía su pareja estar aquí? Joder, su mala suerte nunca se iba a ir de su lado.

— ¿Qué sucede, Byung? —El Alfa Jong In preguntó.

Los ojos de Byung se entrecerraron por la rabia que lo consumía. ¿Cómo se atrevía su pareja a estar ahí de pie viéndose tan hermoso como para comérselo? ¡No tenía derecho!

— ¿Byung? —Su pareja dijo su nombre y oyó las arpas del paraíso.

— ¡Traicionero hijo de perra! —Byung Hyun cubrió su boca y salió corriendo del cuarto.

Su pareja trató de tomar su brazo, pero él lo jaló y salió corriendo hacia la puerta del frente.

Él tenía que salir de aquí.

El dolor era demasiado enorme.

Flashes del pene de su pareja enterrándose profundamente en otro hombre nublaron la visión de Byung. Él comenzó a desorientarse y chocó contra la puerta del frente.

— ¡Espera! —Su pareja hablaba detrás de él.

Byung tenía que irse. No podía escuchar las mentiras que su pareja trataría de decirle con esa profunda y sexy voz.

Byung se giró para ver que el Alfa detenía a su pareja contra la pared, sus uñas crecían, sus caninos descendían y su hocico se alargaba.

— ¡Traicionaste a tu pareja! —El Alfa rugió frente a la cara de su pareja, y todo lo que Byung Hun pudo hacer fue ver con una sensación de irrealidad. Esto era un sueño. Esto no se sentía real.

— ¡No! —Su pareja gritó— No sabía. No lo he reclamado. Él entró cuando yo estaba en el cuarto de baño.

El Alfa gruñó. — ¡Ve al comedor y espérame ahí, ahora!

Byung veía cómo su pareja lo miraba con tristeza antes de alejarse, alejarse de él, sin siquiera luchar por quedarse a su lado.

— Byung Hyun, mi oficina, ahora. Por favor. —Jong In no esperó a que el rubio se moviera. Él se alejó lleno de rabia. Mierda, Byung estaba aterrado de entrar a esa oficina. Jong In parecía como si hubiera escapado del infierno.

— Ve. Apúrate. —Luhan, la pareja del Alfa, lo animaba a cruzar el pasillo.

 

 

 

Chan Hee se paseaba en el comedor. Todas las miradas estaban en él. A él no le importaba. Todo lo que quería era a su Byung.

Le tomó dos segundos darse cuenta que él era el primo de Donghae. La pareja lo veía fijamente. Chan Hee lo ignoró. A él no le importaba. No había hecho nada malo. No técnicamente. Aunque él había pensado que se hubiera vuelto loco si los roles hubieran sido al revés, así que realmente no podía culpar a Byung por el dolor o su odio.

— Jong In te necesita —Luhan anunció desde el marco de la puerta.

Chan Hee se apresuró a encontrarse con la pareja en el pasillo. -¿Dónde está Byung?-

Luhan movió los labios y negó con la cabeza. Le señaló el pasillo hacia la oficina del Alfa. Chan Hee asintió y vio a la pequeña pareja unirse a los otros en el comedor.

Soltando una fuerte respiración, Chan Hee sintió que caminaba hacia su ejecución mientras entraba a la oficina del Alfa. Pasó la mano por la cabeza mirando alrededor de la oficina de Jong In en busca de Byung.

— Toma asiento.

Chan Hee eligió sentarse en el sofá en lugar de una de las dos sillas frente al escritorio del Alfa. Lo hacía menos oficial el sentarse en el sofá. No le gustaba la seria expresión de Jong In. Esto no iba a ser nada bueno, en absoluto, podía sentirlo en sus huesos.

Jong In lo estudió por un momento mientras acariciaba su labio inferior con el pulgar, sus ojos no se apartaban de él. — ¿Qué sucedió? —Finalmente preguntó.

Chan Hee se inclinó hacia adelante y apoyó sus antebrazos en las rodillas, y miró al suelo. Comenzó a jugar con sus uñas mientras hablaba. — Estaba en el club, llevé a un chico al baño. Mi pareja entró cuando lo follaba en donde todos podían ver.

— Maldita sea, Chan Hee. —Jong In golpeó con su puño el escritorio, sacudió la cabeza y soltó un bajo gruñido que retumbó en la oficina.

— Juro que no sabía que estaba en el club. Infiernos, ni siquiera sabía que estuviera en el mismo estado —Chan Hee se defendió.

— Acabo de terminar una llamada con el padre de Byung Hun. Él demanda una restitución.

Chan Hee levantó la vista. — ¿Quiere que rechace a Byung? ¿Es lo que demanda por mis acciones?— La cabeza de Chan Hee daba vueltas. No podría sobrevivir si no podía ver a su pareja de nuevo. ¿Qué si no podía poner los ojos en ese angelical hombre o sostenerlo cerca? Eso sería una jodida tortura.

— No es tan sencillo, Chan Hee. —Jong In se pellizcó el puente de la nariz y soltó una larga respiración— A cambio de lo que le hiciste a su hijo… él quiere tu vida.

La cabeza de Chan Hee se fue hacia atrás. Él sabía que cuando traicionas a tu pareja, la persona ofendida puede demandar lo que quiera. Y si la pareja aún estaba al cuidado del padre, entonces el padre podía demandarlo. ¿Pero la muerte?

— Jong In, ¿te das cuenta que eso es ajusticiar y no una restitución?

— Lo entiendo, pero ponte en sus zapatos, Chan Hee. Te advertí muchas veces que tu conducta podría atraparte.

— ¿Lo pidió Byung o lo pidió su padre?

— ¿Eso importa? —Jong In preguntó con una gentil voz.

Chan Hee lo pensó. — Si, importa. —Si su pareja lo demandaba, no tendría una oportunidad en el infierno.

— Su padre. Todo lo que Byung hizo fue llorar.

Dios, se sentía como una completa mierda. — ¿Puedo preguntar a quién nombró como mi ejecutor?

Jong In se inclinó hacia adelante, viendo a Chan Hee directamente a los ojos y tensando la mandíbula. — Él me nombró a mí.

Chan Hee se puso de pie. Sabía que si no encontraba una solución, Jong In no tendría más elección que hacerlo. — ¿Curso de acción?

— Como tu ejecutor, te garantizo dos semanas para que logres que tu pareja te perdone. Si al término de esas dos semanas, Byung Hyun no te perdona, y su padre no acepta tus disculpas, entonces debes regresar aquí. Te aconsejo que no huyas. Sabes que te rastrearía. —Chan Hee podía ver cómo Jong In odiaba eso. Si el Alfa no obedecía la demanda, entonces Jong In podría ser desafiado, no solo por el padre de Byung sino por su Alfa. Esa era la ley que se había manejado durante generaciones, y ningún Alfa estaba contra eso.

Chan Hee se puso de pie, listo para dejar a su manada esa noche y dirigirse a encontrar a su pareja. Él no odiaba a su Alfa, sabía que Jong In no había tenido elección en el asunto.

— ¿Chan Hee?

Se giró, viendo a su Alfa a los ojos.

— Te sugiero que tomes esto con cuidado. Nunca he perdido a un Centinela y no quiero empezar ahora.

Chan Hee asintió, dejando la oficina de su Alfa y subiendo las escaleras. Empacó algunos artículos. Se aseguró de empacar cambios de ropa para varios días y la bolsa de artículos de baño. Sin ver hacia atrás, Chan Hee cerró la puerta del frente y se dirigió a su camioneta.

Él no era un cobarde. Si Byung no podía perdonarlo, regresaría a su manada y aceptaría su castigo. Jong In no necesitaba advertírselo. Chan Hee sabía que su manada eran los mejores en rastreo, tenían mejor audición y visión nocturna. Incluso si contemplaba eso, Chan Hee sabía que su Alfa enviaría a alguien a rastrearlo.

Chan Hee sentía miradas en él desde la casa mientras movía la camioneta por el camino de grava y se dirigía al camino pavimentado.

Esto estaba mal de muy diferentes maneras. Chan Hee no podía argumentar el punto de que él no estaba emparejado con Byung, o que no sabía de su existencia cuando eso sucedió. Su trabajo ahora era lograr que Byung lo perdonara y esperaba arreglar las cosas con su pareja.

 

 

 

Byung Hun estaba acostado en su cama deseando no haber ido a ese estúpido club. Todo lo que él quería era algo de diversión. Nada de esto hubiera sucedido si él hubiera idoa a conocer a su primo antes. Él hubiera conocido a su pareja y vivirían felices.

Si, correcto. Entonces su mala suerte lo patearía de nuevo. Byung tenía imágenes de su casa incendiándose, sus no existentes perros huyendo, y sus hijo perdidos en la tienda de alimentos. Esos podrían ser los posibles escenarios.

Incluso desde que era pequeño, parecía que cada vez que algo bueno sucedía algo malo no estaba muy lejos. Sabía que la vida tenía un balance, pero maldición, esperaba que le diera un respiro.

Todo eso no importaría a menos que Chan Hee se presentara para redimirse, y Byung no estaba seguro de poder perdonarlo. Entonces su ejecución podría ocurrir.

Byung se acurrucó en una bola. Su corazón se sentía vacío, aturdido. Hermosos ojos grises lo acechaban incluso cuando cerraba los suyos.

Su pareja parecía abrumado cuando Byung le gritó. ¿Sentiría lo que hizo o él era un bastardo sin corazón que follaba a todo lo que se movía? Byung Hun no creía que no tuviera corazón. Había mucho dolor en su mirada.

Si su pareja se presentaba, Byung podría al menos escuchar al lobo. Él lo perdonaría si pudiera creerle.

Chan Hee. ¿Qué tipo de nombre era ese? Byung sonrió. Su nombre era suficientemente único para burlarse del de alguien más.

Una camioneta llegó frente a su casa. Byung Hunn se enderezó y movió la cortina a un lado. Ese era Chan Hee.

 

continuara...

Notas finales:

JONGIN EJECUTOR???

kheeeeeeeeeeeeeeeee

pues si señores El padre de L.Joe puede pedir lo que sea porque todavia es considerado un cachorro....

Chanhee tendra una oportunidad?????'


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