-Ya veo es una pena. Espero tener más suerte para la próxima - Miraba como el castaño estaba estático, por dentro solo de pensar que le estaba haciendo esto a Kiba, se moría de risa.-Kiba idiota- Pensó.
Al no haber respuesta del moreno, retomo su andar y comenzó a caminar sensualmente, dejando atrás al ahora pálido chico. Grande fue su sorpresa al sentir como la tomaban de la mano, impidiendo que siguiera su andar.
-Espera- Pronuncio la ronca voz de Kiba, quien se recuperaba de su trance.-Una chica tan linda como tú no debería andar sola por ahí- Se maldijo por su mala improvisación.
-¿En serio?- Una enorme sonrisa se formó en su rostro, antes de volarse.- ¿Qué sugieres entonces?- Dijo finalmente mirando a los ojos al castaño.
-Pues, pues.- Rayos es perfecta que sexy. Pensaba al ver como aquella chica estaba manejando la situación con tanta facilidad.- No lo sé, tú dime, soy todo tuyo.- Trato de calmarse y recuperar su papel de seductor.
-Todo mío ¿He?- Trataba de pensar como jugarle la broma su compañero.- Tu deber ser un típico chico mujeriego ¿Verdad?- Se le ocurrió torturarlo. Echándole en cara lo primero que se le venía a la mente.
-No cualquiera- Expresaba con orgullo.-Puede que esta sea tu noche de suerte.-Mordió su labio inferior.
-Si, como no- Si, lo hare. Mentalizaba el rubio, al principio pensaba solo en mandar al volar a su orgulloso amigo, pero se arriesgaría un poco mas ¿Qué podía salir mal?- Naruko, Me llamo Naruko.-
-¿Naruko, he?- Ligeras risitas salían de sus labios, como si se percatara de que algo andaba mal- Que original.- Continuo burlándose.
-¿Qué es tan gracioso? Chico malo- Dijo nerviosamente, Naruto entro en pánico, pensó que el Inuzuka ya se había percatado del jutso. Incluso retrocedió.
-Nada, nada. Todo a su tiempo- Le dedico una mirada profunda examinándola de pies a cabeza.-Conque esa llevamos ¿He?-
Aquello termino de poner nervioso al rubio. No lo podía creer estaba atrapado, imagino que tendría que dispersar el Jutso enfrente de todo la calle, tan pronto Kiba lo golpeara, molesto. Un ligero silencio incomodo se formó.
-Tratas de sacar ventaja, por el hecho de que eres nueva en la aldea. ¿Cierto?- Termino con la atmosfera tensa – Muy astuta-
-¿Cómo?- Uffff en el interior Naruto respiraba aliviado.-¿Cómo lo sabes?-Improviso.
-Es obvio, nunca te había visto antes. Y una chica como tú no pasa muy inadvertida, que digamos.- Rasco su nuca, pensado que quizá había hablado más de la cuenta.
-No esperaba menos de un Ninja rastreador-
-¿Cómo sabes que soy un ninja?- Alzo una ceja.-Eso da miedo-
-Todos los chicos guapos aquí, son Ninjas.-Vomitaba de haber dicho eso, pero no tenia de otra, debía tener más cuidado- Solo mírate que cuerpo, de seguro es el resultado de muchas misiones- Paso su mano por el pecho del moreno.
-Oye, oye. Estas provocándome, no te gustara lidiar con la vestía- Ya estaba formulando planes. –Kiba, Kiba Inuzuka. Capitán del equipo 8-
-Kiba, ¿Capitán?- Naruko paso uno de sus dedos por sus labios, hasta llevarlo a sus dientes y morderlo. –Ya vez, no me había equivocado-.
-¿Tienes planes esta noche?- Pregunto, habiendo olvidado que él, ya tenía de echo planes. –Puedo mostrarte la aldea-
-La aldea ¿O tu habitación?- No se andaba con rodeos, trataba de seducir al moreno. Para su suerte, había leído los libros eróticos de su mentor, por fin daban resultados.
-Las noches son largas y siempre hay espacio para conocer lugares “peculiares”- Se acercó hasta la chica y olfateo profundamente su cuello. –No hay duda. ¿Qué dices?-
-Cla, claro- Estaba estático, Kiba se estaba cobrando todas. Comenzaba a dudar si podría lograr su broma, esa simple acción, la tenían toda sonrojada. –Concuerdo contigo, por supuesto, tengo mucha hambre ¿Vamos a cenar?- No había marcha atrás.
-Como tú gustes Naruko.- Tomo a la chica del brazo y la dirigió consigo.
Caminaban tranquilos, haciendo todo tipo de plática. La noche era fresca, pero no fría. Aquel calor y sol agobiante de verano había desaparecido. Kiba hacia su mejor esfuerzo, por quedar bien frente a la chica, trataba de tomarla de la cadera, pero esta no se dejaba.
-Capitán, fue mucho esfuerzo, pero lo logre al final.- Presumía con orgullo su temporal nombramiento. – Quizá, puedo presentare a mi equipo-. No pudo continuar pues miro a la chica enloquecer.
-RAMEN, SI RAMEN- Grito y dejo de lado la plática de Kiba. Quien la miraba algo desconcertado, con la cabeza ladeada.
-Oye espera- Extendió su mano pero esta ya había ingresado al local. -Que, chica- nunca había visto alguien enloquecer así por el rumen. –Cierto, que torpe soy- Golpe su frente e ingreso al local.
-Dos órdenes por favor, y extra grandes, ya se mejor tres órdenes- Miraba al tipo del local. Preparar su comida.
-Oye, me dejase afuera- llego hasta un banco al lado de ella. –Una orden para mí, por favor- Dijo resignado, el ramen no encajaba en su noche de cita.
-Lo lamento, es solo que- No pudo terminar pues se acercaron con su primera orden.-Si, a comer- Nuevamente dejo a Kiba de lado.
-Provecho- Cundo miro como la chica comía descontrolada, y sin el más mínimo de los modales femeninos. Una gota de sudor caía por su frente.
-Gracias- Agradecía lo que era su tercera orden.
-Nunca había visto- Paro al ver a la chica. –Comer con tanto gusto el ramen, creí que solo Naruto lo amaba así-Ingirió un sorbo de fideos.
-¿A quién?- Tosió con su ramen aun en la boca. -¿Quién es el?- Trata de disimular sus nervios.
-Un chico llamado Naruto- Observaba los ojos de Naruko. –De hecho te pareces mucho a él. ¿No serás familiar de, el?- Ladeaba su cabeza e manera burlona.
-No, no, no. Para nada, yo no tengo familia aquí.- Fue tanto el susto que dejo de comer ramen. –¿Amigo tuyo?- Traba de conseguir información.
-HAA no lo sé- Hizo una pausa muy marcada. –Digamos que él, es espacial para mi.- Volteo a mirar el suelo, ocultando su vista.
-Genial, supongo.- No se creía lo que escuchaba, ahora si estaba helado. El especial ¿Para Kiba?. Si siendo Naruto apenas intercambiaban unas palabras. –Háblame de, el-
-No creo que sea el momento. Mejor disfrutemos de la comida- Sonrió ampliamente.
La cena ya no fue la misma, distraído Naruto, terminaba de comer lo que quedaba en su plato. La broma comenzaba a dejar de ser divertida, aunque muy en el fondo, una alegría creciente crecía en el, al escuchar las palabras del moreno.