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37. A la Manera de Dino (03) por dayanstyle

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Rome estaba agotado como el infierno, mientras levantaba la mano para limpiar la mente de un par de humanos, que salían del club. Había estado allí toda la noche, sin descanso, y tenía hambre.

Jun y Hongbin estaban en un cuarto de atrás permitiéndose jugar a adficio venatus11, un juego donde los dos vampiros se turnaban para morder a un humano, cada uno tratando de ser el encargado de hacer que el humano tuviera un orgasmo con su mordida. Rome se suponía que entraría en el juego, pero estaba atrapado en la puerta de guardia. SiHyoung debería haber estado ahora aquí para relevarlo, pero vio al jodido escabullirse a los cuartos traseros con un humano.

—¿Eso es todo lo que haces?

 

Esa era otra cosa que irritaba un infierno a Rome. ¿Qué era esa cosa de integrarlos? No le hacía falta un lacayo siguiéndolo alrededor, metiéndose en todos sus asuntos. Sus cejas se juntaron en un gesto enojado cuando giró hacia el vampiro. —Ve a buscar algo más que hacer ya que este trabajo es demasiado humillante para ti.

—Está bien, como sea —dijo el vampiro mientras se alejaba con una rabieta. Como sea. Rome se sintió aliviado de que el chico desapareciera. Sentía que ahora podría relajarse, pero aun tenía un infierno de hambre. Le dio una rápida señal con su mentón a Junhyun cuando el vampiro pasó junto a él.

 

—¿Qué sucede? —Junhyun preguntó mientras se acercaba   a Rome.

 

—Necesito que cuides la puerta. Tengo un infierno de hambre.

 

Junhyun asintió, tomando el lugar de Rome. «Ya era el maldito momento». Fue directamente hacia la entrada trasera en donde  están

 

los cuartos de acción de BDSM, preguntándose qué habitación Jun y Hongbin habían decidido utilizar cuando vio a Kikwang salir de una de las habitaciones, con rojas lágrimas en sus mejillas.

Rome inmediatamente se paró en seco y agarró el brazo de Kikwang, impidiendo que corriera hacia la multitud de bailarines. —¿Qué sucede?

Kikwang lanzó una mirada hacia la habitación de la que acababa de escapar, todo su cuerpo temblando bajo la mano de Rome. —Yo…

Justo en ese momento Yohan salió de la sala de la que Kikwang había salido, una diabólica sonrisa en su rostro. Rome vio rojo cuando el cuerpo de Kikwang estaba temblando tan malditamente tanto que estaba cerca de quebrarse bajo su mano. —¿Que sucede? —repitió la pregunta.

—Nada —Yohan bufó hacía Kikwang—. Él es malditamente demasiado gallina.

Rome se inclinó más cerca de Kikwang, poniendo su oído cerca. —Dime lo que pasó, Kikwang —dijo suavemente mientras sus ojos veían a Yohan.

—Él T… trató de atarme a una de las mesas y me decía todo tipo de cosas, promesas de lo que iba a hacer.

—¡No lo toqué!

 

—Está mintiendo —dijo Kikwang en voz baja  al  oído  de Rome. Eso fue todo lo que Rome necesitaba escuchar. Con cualquier otro vampiro la verdad estaría en duda, pero sabía a ciencia cierta que Kikwang no mentiría sobre algo así.

Agarró a Yohan antes de que pudiera irse, jalando su brazo hacia su espalda. —Vamos a dejar que el Príncipe decida quién está mintiendo —Rome dijo en voz baja y amenazante en su oído. Desapareció del pasillo, reapareciendo en la oficina de Jaehyo, junto a él Kikwang que se retorcía las manos.

 

Jaehyo debió haber entendido la escena, Kikwang tenía lágrimas rojas en las mejillas mientras Rome doblaba los brazos del bastardo detrás de su espalda. Se puso de pie y salió de detrás de su escritorio, sus ojos mirando a los tres.

El Príncipe no dijo ni una palabra mientras ponía la mano sobre la cabeza de Yohan. Sus ojos comenzaron a estrecharse a medida que sus colmillos mostraban su letalidad. —Así no es como yo destiné que se unieran. ¡No forzamos a nadie en este club!

Rome mantenía los brazos de Yohan doblados a su espalda, mientras Jaehyo confirmaba lo que Rome creía, que Kikwang había estado diciendo la verdad. Quería arrancarle los brazos al bastardo, pero se detuvo de exigir venganza. Aunque Rome sabía que Jaehyo no lo culparía por eso.

—Dado que él te ha ofendido, Kikwang, nombra el castigo —dijo Jaehyo mientras retrocedía. Rome podía ver muerte en la mirada del Príncipe. Ambos querían arrancarle las extremidades a Yohan, pero era decisión de Kikwang.

El pequeño vampiro se veía horrorizado mientras sacudía la cabeza de un lado a otro. —No puedo hacer eso.

—Es una orden —dijo Jaehyo suavemente.

 

Rome, como todos en el Aquelarre, sabía que Kikwang no era una persona violenta. El pequeño vampiro no estaba acostumbrado a ordenar.

—¿A… atarlo afuera? —Kikwang pregunto nervioso. Rome podía decir que el pequeño vampiro no quería tomar la decisión. Parecía que iba a vomitar.

Rome jaló a Yohan del cuarto antes de que dijeran otra palabra. Jaló al vampiro a través del club, el bastardo gritaba sobre la injusticia de todo eso. Si quería justicia, debería haber nacido humano. Podría llegar más lejos con eso.

 

 

 

 

Dino se paseaba de un lado a otro en la oficina de Jaehyo, no podía creer que Kikwang casi había sido lastimado porque él había descuidado su responsabilidad. Eso lo carcomía. Quería encontrar a Yohan y golpearlo.

—Todo es mi culpa —balbuceó por centésima vez—. Si no me hubiera alejado del tipo, Jaehyo no se lo habría dado a Kikwang.

D.K. suspiró audiblemente mientras llegaba detrás de Dino y lo sostenía. —No es culpa de nadie, solo de Yohan. Nadie podría haber adivinado lo que sucedería, ni siquiera el Príncipe. Él está masticando clavos por esto. Jung Min jura que Yohan será tratado con severidad tan pronto como termine el castigo de Kikwang.

Dino se giró en los brazos de D.K.. —Aun no puedo creer que hicieran que Kikwang diera el castigo. Él ya está tratando con mucho.

—Si, pero el que Kikwang nombre el castigo de su atacante, le da cierto control que había perdido. Es una retorcida lógica, pero no cuestiono a Jaehyo. Él ha estado por aquí por mucho tiempo. Estoy seguro que sabe lo que hace.

Aun así, Dino quería encontrar a Kikwang y asegurarse que estaba bien. La culpa lo estaba carcomiendo. Se apartó de los brazos de D.K. y se dirigió a la puerta. —Voy a buscar a Kikwang.

Caminó a través del club hasta que vio al pequeño hombre hablando con Min Hyuk. Los dos parecían estar en una profunda conversación cuando él se acercó. Dino nunca había tenido una conversación con el otro hombre y no estaba seguro qué decirle al pequeño príncipe, se veía extraño pegado al bebé.

Los ojos de Kikwang se iluminaron tan pronto como se percató de que Dino se acercaba. Dino tomó asiento ante la mesa del segundo piso del club. —¿Cómo te sientes?

Kikwang mordió su labio inferior y asintió. —Mejor.

 

—Mira, quiero disculparme contigo.

 

—¿Por qué?— Kikwang preguntó viendo intrigado a Dino.

 

Dios, eso era difícil. —Es mi culpa. Si no hubiera dejado a Yohan colgado, entonces Jaehyo no lo hubiera reasignado contigo.

Kikwang parecía aun más confundido. —Pero tú no hiciste que Yohan me atacara, entonces, ¿cómo es tu culpa que lo hiciera?

Era lo mismo que D.K. le había dicho, pero aun así Dino sentía que había causado esto.

—Él me golpeó en el momento que cruzamos la puerta. Si tú aun hubieras estado unido a él, tengo la sensación de que lo hubiera hecho de cualquier manera. Ese hombre es malo —dijo Kikwang mientras todo su cuerpo temblaba—. Que el hombre sea malo no es tu culpa, Dino. Algunas personas son malas semillas.

Dino suponía que eso tenía sentido. —Gracias —dijo alrededor de una sonrisa—. Haces que se vea todo blanco y negro.

Kikwang se encogió de hombros y le sonrió. —Así es.

 

Sentándose más adelante, Dino pudo ver a D.K. mirándolo desde la barra. Su pareja rápidamente alejó la mirada, como si escondiera el hecho de que lo vigilaba de cerca. Dino sonrió, se disculpó y se dirigió a las escaleras.

—¿Espiándome?

 

—¿Quién, yo? —D.K. preguntó llevándose la palma al pecho—. Nunca.

Dino sacudió la cabeza mientras tomaba asiento junto a su pareja. —Me preguntaba si podríamos salir un rato.

—Pensé que nunca lo propondrías —dijo D.K. y luego le silbó a su hermano.

—¿Qué pasa con Min Hyuk? —Dino preguntó mientras veía hacia el segundo piso del club en donde Min Hyuk y Kikwang estaban conversando.

 

—Mierda —maldijo D.K.—. Ahora vuelvo.

 

Dino observó a D.K. subir corriendo las escaleras, levantar a Min Hyuk de su asiento y luego correr con él hacia la oficina de Jaehyo. Le sonrió a su pareja. D.K. podría ser grande y duro, pero era un niño pequeño en su interior. Dino se dio cuenta de que él ya no quería ocultar quién era. Estaba orgulloso de estar emparejado con D.K., y ya había llegado malditamente el momento para comenzar a demostrarlo.

Sabía que tenía un viaje que realizar.

 

D.K. regresó por el pasillo buscando a Dino. Tae Ho se unió a ellos en la puerta mientras salían. —¿A dónde?

—Yo te indico —dijo Dino mientras esperaba que los hermanos subieran al carro. No había manera de que él entrara primero. Cuando el carro se estabilizó, Dino subió al asiento del pasajero. Se acomodó mientras D.K. encendía el carro. Su pareja colocó el CD, y luego la música llenó el carro.

Dino dio a su pareja las indicaciones y luego se recargó. No estaba de ánimo para bailar como un loco esta noche. Las mariposas se agitaban por su interior mientras comenzaba a sudar.

Esto era así.

 

¿Realmente iba a hacer esto? Dino cerró sus manos en un puño sobre su regazo mientras veía las casas pasar al lado de él, llevándolo más cerca de su destino. No estaba seguro de si su pareja podía sentir su estado de ánimo o no, pero D.K. dejó a Dino con sus pensamientos, lo que agradecía. Ni siquiera Tae Ho lo molestaba.

Al doblar la esquina, el corazón de Dino empezó a latir más rápido y más fuerte en su pecho. Se frotó las palmas en sus jeans cuando D.K. estacionó el carro y apagó el motor. —Entonces, ¿dónde estamos?

Dino vio hacia la puerta principal. Parecía siniestra mientras estaba ahí sentado preguntándose si realmente tenía el valor. La luz de la sala iluminaba suavemente el jardín. —Mis padres.

 

D.K. apagó la música y se giró en el asiento viendo hacia afuera por la ventanilla del lado de Dino. —No estoy seguro de lo que sucede, pero no tienes que ir ahí si no quieres —dijo D.K. en voz baja.

Dino vio a D.K., dándole una suave sonrisa mientras su mano jugaba con la maTae Yong de la puerta. —Mi padre ha expresado su opinión sobre los gays, y no es amable.

D.K. se puso rígido junto a él mientras veía hacia el asiento de atrás y luego hacia Dino. —Lo que sea que quieras hacer, estoy contigo. Solo quiero que lo sepas.

Dino curvó los dedos alrededor del mango, sabiendo que tenía a D.K. incluso si su padre lo repudiaba. Se sentía bien saber que también tendría a D.K. incluso si su padre lo aceptaba. Asintió y abrió la puerta del carro y salió hacia la sombra de un árbol. Se quedó ahí un momento, tomando una profunda respiración mientras los hermanos se unían a él.

Dando el primer paso hacia lo desconocido, Dino caminó por la pasarela de ladrillo hasta que se detuvo en el porche. Levantó la mano, el estómago hecho nudos mientras tocaba el timbre. Su cuerpo estaba temblando ligeramente mientras su temperatura se elevó unos cuantos grados.

Por lo general sólo entraba a la casa de sus padres, pero con dos grandes desconocidos con él, eso podría asustar a sus padres.

La puerta del frente se abrió, su padre le dio una amplia sonrisa hasta que vio a D.K. y Tae Ho. —¿Sucede algo malo, hijo?

Todo estaba mal,  pero Dino sabía  que tenía que hacer esto. Estaba cansado de esconderse. Estaba cansado de sentirse sucio y pervertido por lo que sentía por dentro. —He venido a hablar contigo, papá. Ellos son D.K. y Tae Ho —dijo mientras señalaba con su mano a cada hermano y luego se giró hacia D.K.—. Él es Carl, mi papá.

Se estrecharon la mano, su padre dio un paso atrás para dejarlos entrar y Dino vio alrededor de la casa de su infancia. No estaba decorada como la mansión, pero había vivido en ella, estaba bien amueblada, y el lugar le traía muchos recuerdos, cada vez que entraba. Dino rezó para que eso no cambiara.

Su madre entró en la sala, sonriéndole a Dino y luego a los hermanos. —Me gustaría que me hubieras avisado que vendrías con compañía.

Dino levantó la vista hacia su madre, dándole una pequeña sonrisa mientras se sentaba al lado de D.K., tomando su gran mano. Su padre vio la acción, sin decir nada.

—Papá, conozco tu punto de vista sobre la gente gay, pero creo que tienes derecho a saber que soy gay. —Dino no estaba seguro de cómo iniciar la conversación, así que dijo la verdad y luego contuvo la respiración.

D.K. le dio un ligero apretón a su mano, el interior de Dino temblaba. Su papá seguía ahí sin decir una palabra mientras seguía viendo a Dino y la mano de Dino unida a la de D.K.. Su mamá se acercó a su padre, poniendo su mano en su muslo mientras le sonreía a Dino.

Tae Ho se removió a su lado. Él sabía que los hermanos se sentían incómodos y Dino odiaba traerlos aquí sin decirles completamente lo que estaba sucediendo, pero tampoco quería que ellos le dijeran que lo dejara. Tenía que tomar una postura y ser quien era.

Su padre se levantó y salió de la sala, sin decir una sola palabra. Dino sintió que las lágrimas luchaban por caer, pero tragó unas cuantas veces, manteniéndolas en la bahía. Dolía como el infierno que su padre no lo aceptara por quien era. Sentía que una pequeña parte de él moría mientras veía a su padre salir del cuarto.

Los recuerdos de su padre enseñándole a lanzar una pelota de fútbol en el patio delantero, o enseñándole a manejar, llegaban a su mente. Su padre había sido el que le enseñó cómo pescar, llevándoselo a sus largos viajes de pesca los fines de semana. Habían estado cerca, como un padre y un hijo deben de estar, y él había desilusionado a su padre.

Dino quería correr con su papá y pedirle perdón, pero ser gay no era una elección y Dino necesitaba que aceptara quién era. Tragó saliva mientras se puso de pie con las piernas temblorosas, jalando a D.K. con él. —Creo que debemos irnos.

Su madre se puso de pie y cruzó el cuarto. Dino se preparó para las maldiciones que ella le digiera e incluso para una bofetada. Se quedó atónito cuando su madre lo abrazó. —Siempre lo supe —le susurró al oído—. Dale tiempo.

Ella lo sorprendió aún más al abrazar a D.K. y luego a Tae Ho. — Ustedes muchachos, son siempre bienvenidos aquí.

—Gracias, señora —dijo D.K., jalando a Dino.

 

Dino se giró hacia la puerta, mirando a su madre. —Dile a papá que lo siento, le fallé, pero traté de ser el mejor hijo posible. Es el mejor papá, y si él no me perdona, dile que aun así lo amo.

Dino giró, sintiéndose como si estuviera caminando por una larga y solitaria carretera mientras sus pies lo llevaban al carro. Una parte de él aun estaba sentado en casa de sus padres mientras D.K. y luego Tae Ho subirían al carro.

—Dino.

 

Se dio la vuelta para ver a su padre de pie en la entrada, con las manos en los bolsillos delanteros. Dino vio a D.K., que apoyó los brazos en el techo del carro. Sintiéndose como un hombre que camina a su ejecución, Dino regresó y se detuvo a poca distancia de su padre.

—No lo entiendo —dijo su padre mientras veía los arbustos que rodeaban la casa. Se veía tan perdido y confundido como Dino se sentía en ese momento. Quería abrazarlo pero temía que su padre lo rechazara.

—Lo sé.

 

—Yo… —Su padre dejó escapar un largo suspiro y luego se aclaró la garganta—. No sé qué decir.

—Yo tampoco —admitió Dino—. Todavía soy el hijo que has criado, el mismo Dino que te admira y te ama más que nada.

 

Su padre le dio una ligera inclinación de cabeza mientras veía el suelo. El corazón de Dino latía tan fuerte que escuchaba muy fuerte el ruido de la sangre correr, casi ahogando todos los ruidos a su alrededor. Abrazó su abdomen, mientras esperaba que su papá hablara. Sentía como si los segundos se extendieran hasta el infinito, mientras seguían en silencio.

—Te amo, papá.

 

Carl asintió mientras veía el carro y a D.K. que estaba esperando —¿Te veré el domingo?

Dino sonrió mientras asentía. —Estaré aquí el domingo.

 

Su padre se giró para irse y luego se detuvo, sin girarse y con los hombros caídos dijo: —Puedes traer a tu... —Suspiró y se alejó.

 

 

  continuara...

 

 


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