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OMEGA (Boku no Hero) por Princess Yaoi

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Cuando levantó los párpados la primera imagen con la que chocó, fue el rostro de Deku. Sus mejillas pálidas, salpicadas de pecas y moretones estaban hundidas con total descaro en su cama, luciendo una expresión boba y tiritando por el frío envuelto en la única sábana que había logrado recuperar de la violenta movida nocturna del rubio para apropiarse del cobertor.


Su cabello rizado sobresalía del ovillo de tela, acurrucado contra él tratando de robarle un poco de calor y emitiendo ese fuerte aroma a café dulce y algo mentolado que estaba metido en cada centímetro del cuarto como una peste, impregnado en su ropa y atorado en sus pulmones de manera invasiva.


El rubio tosió cubriéndose el rostro con la mano, incomodado por el aroma, mientras se revolvía tratando de escapar de la prisión de mantas en la que estaba atorado y sacudía la cama lanzando patadas, codazos, y maldiciones, hasta lograr que el pecoso gruñera y se girara, llevándose con él su escandaloso cultivo de feromonas.


El aroma del peliverde rivalizaba con el suyo haciendo de la habitación un cúmulo de hormonas sexuales y excitación permanente, que resultaba sumamente estresante a primera hora de la mañana, cuando todo lo que quería era enterrar el rostro en la almohada y volver a dormir resintiendo el dolor de su cuerpo apaleado y exhausto.


Tanto él como el peliverde estaban adoloridos, cansados y renuentes a moverse de la cama o realizar cualquier movimiento que pudiera estimular la sensible excitación de sus partes bajas. Tan solo querían descansar en paz por unos momentos más, luego de la terrible noche que habían tenido.


Deku había agotado toda su paciencia, energía y autocontrol atendiendo las egoístas necesidades del omega, y Kacchan se había dejado llevar de tal forma, que se sentía asqueado de sí mismo y la última cosa en la que quería era volver a pensar era en su celo.


Se estiró con fastidio y tomó su celular de la encimera, lanzándole empujones y patadas al pecoso cada dos por tres para asegurarse de mantener su tóxico aroma lejos de su entrepierna.


Para cuando habían logrado conciliar el sueño, estaban demasiado cansados para preguntas triviales como en donde dormiría Isuzu, quien era el dominante o que pasaría cuando despertaran. Y un par de horas de descanso no fueron suficiente para darles oportunidad de pensar en ello. Katsuki había conseguido un humor asqueroso y volátil, al toparse de lleno con esas preguntas a penas despertar, y le daba vueltas a todo de manera rumiante, sin tener la más mínima idea de cómo lidiar con sus sentimientos.


Y es que, lo cierto era que se sentía como una mierda. Una sensación de pérdida lo invadía reclamándole la facilidad con la aceptó a ese alfa en su territorio. Su orgullo herido, lejos de sanarse renegaba del poder que había conseguido sobre Deku y nada parecía estar bien. Simplemente su mundo se había puesto de cabeza.


Se estiró y observó la pantalla del teléfono sin interés, mientras se levantaba el elástico del holgado pantalón de pijama, tan solo para comprobar que el interior ya era un desastre y seguía igual de dispuesto que antes. Gruñó con molestia, maldiciendo por lo bajo y decidido a ignorarlo se acomodó bruscamente buscando un poco más de espacio en la cama.


Observó mecánicamente las publicaciones de sus amigos por varios minutos, nada sorprendido por lo normal que seguía el mundo en su ausencia. Parecía como si en todo ese tiempo, el único que había notado que no estaba allá afuera, era el idiota que tenía al lado y eso era patético.


Suspiró fastidiado, eliminando sin mucho reparo las docenas de notificaciones inservibles que había acumulado, que en su mayoría eran mensajes de su madre, publicidad o actividad de sus contactos que le importaba un carajo. Pasó de todo con un creciente resentimiento quemando en su pecho, hasta que un mensaje lo hizo parar en seco y torcer su expresión dudosamente.


El remitente era Kirishima, aunque no sonaba como él. Era un mensaje corto, pero conciso; lleno de palabras fuertes que básicamente suplicaban que le diera alguna señal de que todo estaba bien.


El texto, enviado a la antigua como un mensaje tradicional lo hizo pensar por algunos segundos antes de abrir la bandeja de entrada de una de sus redes sociales y tragar profundo, atropellado por la increíble cantidad de mensajes que el pelirrojo había enviado. Una conversación unilateral se extendía de manera desesperada, cayendo progresivamente en el escándalo e implorando por alguna respuesta.


Frases como: "estoy en el hospital", "necesito verte", "déjame saber si estás bien", "perdóname" y "dame una oportunidad", lo hicieron sentir especialmente abrumado. El muchacho sonaba realmente afectado. Llamada tras llamada había estado interrogándolo sobre la razón de su indiferencia y a cada palabra su dolor parecía más grande. Su último mensaje dejaba evidencia sobre lo hondo que había llegado su desesperación con un sentenciarte: "lamento no haber sido yo", que había arribado esa misma mañana.


El ceño tenso de Katsuki se frunció, trató de contener la llamarada que estaba propagándose en su interior y finalmente explotó, apretó el celular con rabia y se incorporó de golpe haciendo un sonido estrepitoso en el piso con el impacto del dispositivo.


Deku se encogió revolviéndose en las sábanas incomodado por su arranque de ira y él se llevó la mano al cuello en un gesto de cansancio, arto, frustrado y dolido por todos los malditos problemas que había conseguido en tan solo un par de días.


Todos se habían creído con el derecho de marcarlo y reclamarlo para sí, cada uno de esos malditos alfas que se le habían lanzado encima, habían ido tras de él como si se tratara de un perro callejero al que había que ponerle una correa y adiestrar. Pensar en ello realmente lo jodía, sobre todo si el causante era el idiota de Kirishima.


Se llevó las manos a la cabeza con brusquedad, restregándose las cienes con las palmas completamente cabreado y frustrado. Y es que ni si quiera podía tener una rabieta decente. Dos días sin dormir en constante ansiedad, peleas, el calor del celo y sus heridas aun frescas le estaban pasando factura. Tanto a él como al peliverde, que parecía haberse olvidado incluso de respirar mientras dormía.


Se dejó caer nuevamente en la cama y tiró del cobertor para tratar de conciliar el sueño que tanto merecía, pero parecía no existir una posición que le permitiera ignorar la dureza y la humedad que había entre sus piernas.


Al cabo de un rato se encontró contemplando el techo y pensado en la posibilidad de despertar al peliverde y obligarlo a poner su rostro adormitado entre sus piernas. La idea se le hizo bastante atractiva y lentamente sus ojos carmesíes rodaron hasta donde estaba el pecoso.


El pequeño  cuerpo distendido del muchacho se había acomodado en una posición descuidada, con la espalda de lleno contra el colchón y los brazos y piernas separados.


Posó la vista en él y no pudo evitar estudiarlo. Entonces tras una leve observación acabó preguntándose que parte de ese pequeño cuerpo era de un alfa. Y es que la vista que ofrecía no era precisamente imponente. Deku jamás había sido muy grande o masculino. Tenía una voz suave y rasgos no muy pronunciados. Su masa muscular había aumentado bastante desde que estaban en la escuela media, pero aún no lo superba en altura.


Resopló algo contrariado buscando una explicación que justificara tanto la aberración que significaba Deku siendo un alfa, como la de él siendo un omega. Y en medio de sus meditaciones una idea brilló en sus ojos de forma un tanto morbosa.


Habían tenido una clase de sexualidad hace un par de años y aunque en aquel entonces no estuvo muy interesado, sabía cuál era forma que se suponía debía tener el pene de un alfa.


Pudo haber sido el celo que realmente tenía su mente bastante trastocada haciéndola ir detrás de cualquier connotación sexual o simple curiosidad producto del aburrimiento. Pero no pudo evitar saltar sobre Deku para comprobarlo.


Tomó una almohada y la estrelló de lleno en el rostro del pecoso haciéndolo saltar alarmado por la asfixia y la repentina opresión sobre su cuerpo. Que como si se tratara de un simple espécimen de investigación fue expuesto ante los ojos encendidos del rubio.


La mirada de Katsuki se estrechó con malicia mientras soltaba una risa baja, haciendo erizar la piel del pecoso. Quién pronto entendió lo que estaba pasando.


-Esta cosa es lo único decente que tienes, ¿eh? _pronunció divertido sosteniendo el elástico de su pantalón en alto, antes de tirar hacia abajo para exponer del todo su descubrimiento_


Izuku se sobresaltó cerrando las piernas por reflejo ante la vergonzosa y mal intencionada exhibición. Se retorció, forcejeó tratando de respirar bajo la almohada y le pidió un par de veces entre jadeos que se detuviera. Pero el rubio parecía estarse divirtiendo. Y no le basto con bajarle la ropa interior y quitarle los pantalones. Siguió hostigándolo hasta desnudarlo en un forcejeo juguetón y algo brusco que lentamente se trasformó en su despechada forma de reparar las heridas de la humillación que había sufrido en los últimos días.


No estaba interesado en el cuerpo del pecoso, ni siquiera estaba tan desesperado como para abusar de él. Simplemente estaba descargando su rabia, metiéndose en el papel de victimario y lastimándolo, porque no tenía otra forma de sanar su orgullo. Lo entiendo en algún momento cuando la voz de Deku empezó a sonar seriamente angustiada y su cuerpo empezó a estremecerse debajo de él.


-Vamos... abre las piernas y muéstrame esa asquerosa cosa que te hace un alfa. ¿No estas orgulloso de el? _exclamó en un tono burlesco con tintes de violencia, acorralándolo a base de tirones y zangoloteos que fueron aumentando hasta mostrar la auténtica rabia e impotencia del rubio_ ¡Por una puta vez deja de temblar como una niña y abre las malditas piernas!


Golpeó la almohada con el puño sacándole un gemido de dolor al pecoso. Lo obligó a contraerse en una vacilante posición de defensa de la que tenía infinidad recuerdos. Habían vuelto en el tiempo a aquellos días en los que el pecoso no podía defenderse y se cubría recibiendo sus ataques desde el suelo. Pero ya no eran un par de mocosos. Deku ahora era un alfa, un ser por capricho de la naturaleza mucho más dotado y más fuerte, pero él había conseguido hacerlo llorar una vez más.


Sonrió orgulloso conteniendo el nudo que se le formaba en la garganta a medida que la fuerza del muchacho menguaba y sus palabras se hacían más afiladas.


Pronunció con desprecio insultos crueles, que era dolorosos más que ciertos y no le importó un carajo lanzarle sin piedad a ese pequeño alfa mentiroso que escondió su género en sus narices de la misma forma que lo hizo con su quirk.


"Cobarde" , "afeminado" , "intento de hombre" ... Presionó la almohada sobre el rostro del pecoso con más fuerza, incapaz de medir la tiranía de sus actos.


Deku le pidió un par de veces más que parara, con el pecho descontrolado y el terror a flor de piel alentado por los traumas del pasado. No era capaz de coordinar correctamente sus movimientos o razonar su nuevo poder y lo capaz que era de vencer al rubio. Simplemente estaba desorientado por el miedo, sofocado, vulnerable y asustado. Y es que esa, era una clase de acoso que estaba en otro nivel para ambos. El Kacchan del pasado había logrado infundirle un auténtico temor, lo había herido física y emocionalmente, pero nunca atentado contra su integridad de una forma tan cruel y rencorosa.


Sentía miedo de ser escudriñado por su mirada, sentía pavor del filo de sus palabras que se empeñaban en herir profundamente su hombría y hacerlo sentir inferior, se estremecía de espanto bajo el cruel tacto de su mano en su parte baja. Pero, sobre todo, sentía un auténtico y escandaloso miedo a tener que despertar así cada mañana.


Entonces, justo cuando sintió que estaba a punto de asfixiarse la presión que había sobre su rostro desapareció. Elevó la vista con los ojos llenos de lágrimas y no fue capaz de encontrar en rostro de Kacchan.


Se alejó de manera torpe hasta pegar la espalda a la pared y respiró profundamente tratando de calmarse. Fue hasta que logró regularizar sus latidos y enfocó la vista lo suficiente para distinguir las formas pobremente alumbradas por la luz colada en la cortina, que pudo divisar al rubio.


Estaba agachado justo enfrente de él sujetándose el estómago y arrugando las sábanas con el puño. Le tomó unos segundos conjeturar que le había dado un rodillazo para sacárselo de encima y unos más determinar que debía salir de allí cuanto antes para salvar su vida.


Trató de levantarse y tomar su ropa, pero Kacchan se incorporó poniendo un puño en la trayectoria de su rostro y enviándolo contra el colchón donde tuvieron la más torpe, indecorosa y extraña pelea que habían tenido en toda su vida.


Simplemente rodaron, dándose tirones, patadas, puñetazos vacilantes y una que otra mordida al final, cuando estaban tan cansados y apaleados que apenas podían sostener su propio peso. Y fue entonces cuando todo se tornó difuso y sin sentido. La balanza entre sus conflictos y sus instintos cedió inclinándose ligeramente hacia el lado que los había puesto juntos en ese cuarto, con un roce entre sus miembros que desató el comienzo de una caída en picada hacia la irracionalidad de la lujuria.


No había forma de ir en contra de la naturaleza, y si se le daba la gana poner a un alfa y un omega juntos lo inevitable era aparearse.


El rubio dejó caer su peso sobre Izuku haciendo sus miembros chocar y resbalarse pegajosamente cuando cedieron sus piernas. Y ni un solo insulto o palabra más volvió a salir de su boca durante las siguientes horas.


Sus cuerpos se unieron incapaces de soltarse por iniciativa de Kacchan y se enredaron estrangulándose necesitados de más contacto. De más humedad, de más sensaciones y obscenidades que no podían poner palabras aún si lo intentaran, porque sus mentes jóvenes y poco experimentadas aún no entendían del todo lo que era el sexo.


Se dejaron llevar atacando el cuello del otro nada más que por instinto. Frotándose energética y bruscamente a través de la ropa, hasta que Deku decidió a desnudar a Kacchan y lo hizo a tirones estampándolo contra la cama mientras le hundía los dientes en la piel para inmovilizarlo. Afirmando con fuerza que iba a tomar el control y a evitar más heridas de esa maldita fiera mordaz.


El omega jadeó llevando la boca de vuelta al cuello de Izuku, se arqueó de maneras imposibles para mantener el contacto mientras el peliverde hacía salir sus prendas y clavaba las manos en su trasero para acercarlo.


La humedad se hizo sonora cuando lograron hacer coincidir sus miembros desnudos, y lentamente el cuarto se llenó de gemidos, el crujido de la cama y uno que otro gruñido demandante.


Las sensaciones que los invadieron fueron devastadoras. La experiencia del primer toque de sus cuerpos desnudos, el placer mutuo, la ferocidad y el arrebato, el descubrimiento y la necesidad insaciable de tener más, los llevaron de un extremo de la cama al otro, balanceado las caderas sin descanso, estrangulándose con las piernas para evitar que el otro escapara, rodando bruscamente para conseguir posiciones más estrechas y finalmente hundiéndose en el orgasmo con una fuerte y húmeda estocada que los descolocó a ambos.


Deku apretó las sábanas enterrando el rostro en el cuello de Kacchan, mientras el rubio temblaba acercándose a su propia culminación.


Lo sintió contraerse y clavarle las uñas en los brazos. Vio su expresión lasciva, sus ojos nublados por el orgasmo y su abdomen cubierto por pequeños charcos blanquecinos que él jamás había derramado en presencia de alguien.


Esa había sido la primera vez de Izuku. Lo pensó con los ojos abiertos de manera incrédula, repasando con su chispeante y algo angustiada mirada la evidencia, hasta que la vergüenza no lo dejó más y se dejó caer sobre el colchón cubriéndose el rostro con los brazos. Y es que lo que acaba de hacer era increíble. Se había corrido frotándose contra el chico con el que sostuvo una pelea a muerte hace apenas unos minutos.


Ese idiota lo había insultado, humillado y golpeado sin razón aparente y él tan solo se había dejado enredar para acabar metido entre sus piernas.


Se sintió confuso y molesto consigo mismo. Kacchan seguía siendo el mismo bastardo desgraciado de siempre. No le importaba lastimarlo, no tenía intención de hacer que las cosas funcionan, lo usaba a su conveniencia y lo trataba como basura. ¿Ese era el chico con el que quería pasar el resto de su vida?


Su piel se erizó rebullendo la sensación húmeda que se posó sobre su ingle sin advertencia. Se incorporó alarmado apretando los puños, pero sus ojos afilados tan solo se toparon con una mirada lujuriosa.


Kacchan se había sentado sobre él buscando su miembro a tientas a sus espaldas. Lucía lascivo, jadeante, ansioso y dispuesto a mandarlo todo al carajo por su terrible necesidad sexual. Sus intenciones traslucieron como escandalosas señales de alarma en el pecho del pecoso, quien sin darle oportunidad de encontrar lo que buscaba lo empujó y se incorporó de un salto.


¡Oh no ¡no iba a dejarlo usar su pene como consolador luego de la terrible sarta de perjurios que le había lanzado.


Salió de allí con parte de su ropa aun en la mano, los ojos acuosos y el pulso acelerado, dispuesto a atravesar la puerta y no regresar.


Se sentía herido, usado y estúpido. Tenía que ser la persona más ingenua y tonta de la tierra por pensar que podía confiar en Kacchan sin salir lastimado.

Notas finales:

Un desenlace bastante conflictivo. Hay mucho por resolver entre este par. Las cosas no serán nada fáciles, pero confío en que me acompañaran en el largo trayecto. 


Pasando a las disculpas. Lamento no haber actualizado la semana pasada, mi tiempo es escaso y una leve crisis creativa de esas que te hacen cuestionarte si algo de lo que escribes vale la pena, no ayudó. Por suerte logré tenerlo a tiempo esta vez. Y pese a que sé que el fic tiene sus errores, quiero esforzarme y hacerlo dar su máximo potencial. 


Hasta la próxima semana. Gracias por sus comentarios! son realemte motivadores. 


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