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OMEGA (Boku no Hero) por Princess Yaoi

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Notas del capitulo:

Siento que ha pasado mucho tiempo, realmente me alegra estar aquí una vez más. Han sido tiempos duros; parte del texto se ve impregnado por ello, pero llegará la felicidad, tanto para los chicos como para mi. O al menos puedo asegurar que me esfuerzo por darles un final feliz.


 

Los pasillos bulliciosos por los que había caminado un centenar de veces con la frente en alto y el ceño fruncido, ahora lo recibían en completo silencio. El peso de una docena de rostros despectivos girados hacia su pequeña silueta encorvada con las manos en los bolsillos era helado. Lo asediaba señalándolo cada que una carcajada se habría paso e iniciaba el murmullo despiadado con el que había estado lidiando por días hasta hacerse agujeros en los nudillos en la pared de su cuarto.

Solía golpear y explotar lo que tuviera en frente lanzando maldiciones y sentencias de muerte para enviar de vuelta al rincón profundo que le correspondía a ese pequeño Katsuki en su mente que empezaba a sentirse lastimado. Que se temblaba de impotencia cada que un alfa lo veía por encima del hombro y se sentaba derrotado en aquel asiento de fondo de su nueva clase, sin la más mínima idea de cómo salir de ese triste y miserable agujero en el que UA lo estaba enterrando.

Día tras día, sin respuesta de la academia, su estadía se extendió y lentamente el desprecio y la humillación lo aislaron hasta hacerlo un mero blanco de burla y acoso sexual. Y aunque el rubio explosivo jamás había apreciado la compañía, el sabor de la soledad forzada en algún momento se le hizo amargo.

Sin ningún aliado ni justicia de su lado, se encontró a la deriva en ese oscuro mundillo violento que alentó por años, donde él se transformó en una víctima fácil, pero a diferencia de Deku, no sabía cómo levantarse, cómo resistir y tener una sonrisa boba en el rostro tras una paliza. Él era un abusador en el rol de víctima al que nunca se le enseñó cómo lidiar con la derrota.

Podía ser más fuerte y talentoso que el resto, pero no era nadie cuando su rostro tocaba el piso castigado por tratar de hacerle frente a un alfa dentro de la academia. En su posición no importaba si era capaz de ganar, como omega jamás debía desafiar a un alfa. Fue lo que trataron de enseñarle hasta el cansancio ignorando las fuertes provocaciones que lo obligaban a levantarse para defender su dignidad cada que un alfa se creía con el derecho de tocarlo.

La sociedad que había actualmente en UA era inestable, los alfas solían abalanzarse sin miramientos considerado propiedad pública a cualquier omega solitario, y él era un premio cotizado por el que ya se hacían apuestas y ofrecía una corona al ganador.

Tras la caída del reinado del rubio y el caos que desató su celo, la jerarquía que estaba definida se destrozó. Dos alfas se habían posicionado sobre el resto con una considerable ventaja, escalando rápidamente para hacerse con la presa con todos peleaban.

Izuku Midoriya se había sobrepuesto al final como el alfa dominante, en conflicto con Todoroki y eso estableció una nueva estructura de poder con la que nadie estaba conforme. Pero el rey se encontraba ausente. Tanto él como el hijo de Endeavor habían aceptado una expulsión de un mes y ese pequeño lapso era una propuesta tentadora.

Arrebatarle su premio al alfa, era la manera más sencilla de escalar en la cadena alimenticia y la idea se había a propagado rápidamente.

Una amenaza que le crispó los nervios al rubio haciéndolo cuidarse la espalda de manera cuidadosa y es que si había algo difícil de frenar era la lujuria de un alfa o su sed de poder.

Solía escucharlos pronunciando entre risas enunciados vulgares que en más de una ocasión rompieron con su ya frágil autocontrol e iniciaron enfrentamientos que acabaron de las maneras más injustas.

Las miradas parecían estar puestas sobre el esperando sus movimientos y ya fuera como la única barrera que había entre las sucias intenciones de los alfas y él o como una forma de limitado, los profesores siempre estuvieron allí para detenerlo cuando más necesitaba partirle la cara a uno de esos bastardos. Entonces siempre era Aisawa quien aparecía para contenerlo y arrastrarlo a la enfermería con un limitado intercambio de palabras.

Parecía que había visto más las blancas paredes de ese pequeño cuarto que el salón de clases en los últimos días.

Las clases especiales que impartía Recobey Girl, eran un castigo recurrente que solía quitarle días enteros de clase, hacerlo arañar el asiento y rechinar los dientes desesperado por marcharse a casa.

Cada que vez que era llevado casi a rastras la mujer se limitaba a mirarle pacientemente esperando que su ira menguara para ofrecerle una taza de té y sentarse frente a él lista para emitir con su suave voz senil palabras que para Katsuki eran demasiado fuertes y humillantes.  

Verla girarse en su pequeña silla y rebuscar en su cajón una paleta al final de la sesión era la mejor parte. Saltaba fuera la enfermería al apenas verla extender el dulce, pero ese día se quedó sentado en el pequeño banco mordisqueando la paleta y lanzando maldiciones por lo bajo cuando la sesión terminó.

Habían pasado casi tres semanas desde que inició sus cursos en la sección de estudios generales, días que se le habían hecho muy largos y finalmente lo estaban quebrando. No importaba a donde fuera o cuanto tratara de evitar el acoso, esos bastardos encontraban la forma de golpearlo justo donde más le dolía y lo hacían sentir cada vez peor. Y no era algo fácil de llevar, sobre todo para el rubio quien en su vida jamás se había sentido inferior a nadie. Pero el hecho era que, aunque se esforzara en demostrar lo contrario, en esa escuela y quizás en cualquier parte allá afuera, era el único que pensaba que era alguien y lentamente la presión, la discriminación y la humillación, se estaban encargando de romper su dura coraza de superioridad y meterle por la fuerza en la cabeza la realidad: no podía ganar solo. 

Por ese día no quería volver a clases; acabaría iniciando otra pelea. Y no quería ir a casa; como la anciana le había recomendado después de darle un supresor; no quería responder las preguntas de sus padres.

Estaba harto y no importó cuanto trató de repetirse a sí mismo que necesitaba volver a clases y demostrar que estaba bien, su cuerpo no se movió.

La anciana le dedicó una mirada angustiosa antes de recostarse en su enorme asiento y darle otro sorbo a su taza de té. Era consciente de lo inútil que era tratar de hablar con él y la paciencia se le estaba agotando. Día tras día la actitud del muchacho tan solo empeoraba y tanto como él, ella estaba llegando a su límite.

Cuidar de un omega rebelde y autodestructivo no estaba dentro de las cosas que alguien de su edad pudiera hacer en su tiempo libre. Ese problemático rubio explosivo que buscaba pelea en cada esquina estaba adsorbiendo todo su tiempo y no estaban llegando a ninguna parte. Debía poner un alto o un día acabaría disperso en tantas partes, que no podría volver a armarlo.  

Le regaló unos minutos para que consiguiera calmarse y entonces decidió abordar el tema sin más consideraciones.

r13;Si sientes que esto te está sobrepasando, puedes pedir un traslado _empezó incapaz de hacer sonar su desafinada voz senil algo dura_ Hay academias especializadas en omegas que te recibirán con los brazos abiertos. Nadie va a culparte por buscar un sitio más amigable _pronunció luego de una pequeña pausa, recibiendo la advertencia de una mirada rabiosa_ No hemos tenido ningún progreso y jamás lo tendremos si te niegas a aceptarte como omega. Puedo seguir sanando tus heridas, pero no puedo hacer nada con lo que pasa allí dentro _se irguió señalando su pecho con un gesto acusador_

El joven bufó lanzando la mirada de manera iracunda hacia un lado. Sus dientes presionaron su labio inferior tratando de ocultar el leve temblor que lo sacudía mientras clavaba los dedos sobre el banco generando pequeñas explosiones.

­r13;No voy a ir a ninguna parte… _lanzó con un tono despectivo que apenas arrastró fuera de su boca_

­r13;Tan solo estás haciéndote daño, de esta forma no vas a lograr nada.  

r13; ¡Voy a convertirme en el héroe número uno y no me importa si tengo que explotarle la cara a maldito alfa de esta ciudad para demostrarlo ¡

r13;Esto no es sobre ser el más fuerte, es sobre ti _sus facciones se torcieron en una inevitable expresión de angustia_ ¿Cuándo fue la última vez que comiste un plato entero? ¿Has dormido algo en las últimas semanas? ¿Si quiera sabes que enseñan en la clase de estudios generales? Solo has estado peleando con todo el que se te pone en frente sin sentido, buscando excusas para liberar tu rabia, lastimándote y evitando afrontar que extrañas a tu pareja y estás deprimido por su rechazo.

La suave voz de la anciana cayó como una bomba en el silencio de la enfermería y le taladró los oídos a Katsuki haciéndolo saltar del asiento a la defensiva.

r13;¡Yo no necesito a ese bastardo¡ _reprochó con la rabia a flor de piel y las manos alzadas en posición de batalla, listo para lanzarle una explosión a la anciana si volvía a abrir la boca_

La pequeña mujer soltó un suspiro. Se paró de su asiento y caminó hasta la puerta.

r13;Es todo por hoy. Si quieres seguir peleando solo y haciéndote daño en vano, no te lo voy a impedir, pero no vuelvas a aquí para que sane tus heridas a menos que estés dispuesto a escuchar.

El rubio apretó los dientes, estalló una enorme explosión con los puños cerrados y se llevó su herido orgullo con él, dando fuertes zancadas y maldiciendo en voz alta.

No solo había sido echado, que la maldita anciana se atreviera a insinuar que estaba sufriendo por Deku fue un golpe fatal.

Todas las emociones negativas que había estado reprimiendo sobre él jodido alfa peliverde, lo invadieron de golpe mientras se apresuraba a la puerta dispuesto a irse y pasar el resto de la tarde en cualquier lugar. No quería recordar la traición y la indiferencia de ese bastado, ni sentarse a preguntarse por que se había acobardado en el momento más importante, pero al final allí estaba, sentado en un parque, con la vista perdida en el lento paso de las nubes y la imagen del pecoso rondándole por la mente.

Escuchó su celular sonar un par de veces y no se molestó en mirar. Tanto su madre, como Kirishima lo tenían arto y lo último que quería era encontrarse con alguno de esos dos cuando trataba de pensar.

Quería hacerse creer que estaba analizando las cosas y creando un plan, pero todo lo que hacía era darle vueltas a su miseria, repasando lo que había ocurrido desde que empezó a sentirse tan desgraciado. Y ese momento no estaba muy claro. En alguna parte de las últimas semanas la frustración que lo había acompañado desde que apareció su celo se esfumó y dio paso a algo peor.

Él no era el más sincero en cuanto a las cosas que lo aquejaban, pero lo que lo había estado custodiándolo día y noche, haciéndolo sentir completamente desesperado y miserable, tenía nombre. Se llamaba ansiedad.

La ansiedad hacía sus problemas del día a día situaciones tremendamente angustiantes con las que solo sabía lidiar a través de los golpes, los gritos y cualquier acto violento que lo consumiera hasta hacerlo incapaz de pensar. Y es que cuando pensaba, la única maldita cosa que había en su mente, era Deku.

Era gracioso como todas las cosas malas que le pasaban siempre estaban relacionadas con ese inútil intento de alfa; ese maldito nerd aparecía hasta en sus pesadillas. Lo acosaba y lo seguía como si tratara de tirar por la borda todos sus logros haciéndose con el protagonismo, opacándolo, robando sus técnicas… y de pronto cuando por primera vez podía serle útil, solo desaparecía. Tenía que ser un jodido chiste. Pero ese bastardo tarde o temprano tendría que dar la cara y enfrentarlo. Y cuando ese momento llegara, todo lo que tenía que hacer era acabarlo.

Ese maldito cobarde siempre fue una piedra en su camino. Cometió un error al no deshacerse de él antes. Quizás si lo hubiera golpeado más fuerte, si lo hubiera enviado al piso más veces o le hubiera gritado con más rabia, ese nerd de mierda no se hubiera levantado para seguirlo y sabotear su vida. Pero no iba a volver a cometer el mismo error dos veces. Esta vez estaba decidido a destrozarlo.

Lanzó una potente explosión al aire haciendo correr despavoridos a los infantes que jugaban ruidosamente cerca de él. Se llevó las manos al rostro y dejó caer la cabeza hacia atrás sobre el respaldo de la banca completamente exhausto.

No notó en que momento sus ojos empezaron a cerrarse, olvidándose de fuerte sol del mediodía y el ruido de la calle.

Podía ser que la anciana fuera intuitiva, o simplemente las ojeras hubieran empezado a notarse, pero era verdad que no había tenido un sueño decente desde hace mucho tiempo. 

Pasaron algunas horas hasta que finalmente despertó alertado por el insistente sonido de su celular y lo primero que notó fue el cielo estrellado.

Las luces amarillentas del alumbrado crujían quemando algunos insectos como la única fuente de sonido del desolado vecindario. Era un lugar bastante alejado de UA, al que había llegado simplemente caminando sin rumbo y donde al parecer solo quedaba él.

Eran alrededor de las nueve, confirmó en su celular con el ceño fruncido, incapaz de creer que hubiera dormido tanto tiempo.  Habían pasado casi diez horas desde que se fue de la academia asegurándole a Aizawa que iría directo a casa para descansar y su madre tenía razones para estar molesta. Pero él no tenía prisa, ni siquiera se tomó la molestia de leer los mensajes o verificar cuantas llamadas le había hecho su madre. Tampoco estaba dispuesto a contestar y recibir un regaño furioso, así que simplemente apagó su celular, tomó su mochila y empezó a caminar al lado de la calle.

Le tomó algunos atajos, cruces equivocados y bufidos malhumorados encontrar el camino de vuelta, pero al cabo de una hora estaba recorriendo las pintorescas calles donde solía jugar a las escondidas con el pecoso cuando eran niños. Su camino fue bastante tranquilo, bastó una mirada fulminante a algunos grupillos de adolescentes que vagaban a esa hora por las esquinas y asalariados borrachos que volvían a casa, para limpiar su trayecto, pero en el último momento, encontró un obstáculo del que no era tan fácil deshacerse.

La chica de rostro redondo que solía pasar la mayor parte de su tiempo con Deku, estaba hablando con el dueño de una tienda justo en medio de la calle, a unas cuantas cuadras de su casa. No tuvo más opción que pasar junto a ella arrastrando los pies con fastidio. Las interacciones sociales no eran su actividad preferida. Simplemente quería sacarla de su campo de visión y volver a sus asuntos.   

r13;¿Bakugou? _Escuchó estallar su voz aguda a sus espaldas tratando de no prestarle atención_ ¡Bakugou! _confirmó la misma voz con cierta euforia que le puso los nervios de punta y demostró lo fácil que era hacerlo rabiar últimamente_

El muchacho apretó los puños y siguió caminando, a una palabra más de girarse y explotarle la cara, pero la chica corrió detrás de el sin dudarlo haciendo caso omiso de la advertencia. Se detuvo torpemente a mitad del camino para gritarle un “gracias” al dueño de la tienda y rebuscar su celular en el bolsillo de su falda.

r13;¡Bakugou! _volvió a llamar, haciendo al chico responderle con un violento “piérdete” y una explosión que casi chamusca su flequillo_

r13;¡No te vayas! _su voz resentida por el humo de la explosión y el sonido de sus pasos moviéndose indecisos detrás de él se intercalaron con el sonido de las teclas del teléfono y luego con la pronunciación de esa única palabra que era capaz de helarle el cuerpo y hacerlo arder a la vez_ ¡Deku! ¡Lo encontré ¡ _la escuchó gritar animosamente y eso detuvo su marcha en seco_ ¡Ven aquí rápido!... Voy a avisarle a los demás. ¡Si! Él está bien…

Los ojos rojizos del rubio se encendieron abalanzándose hacia ella por instinto para arrebatarle el dispositivo, mientras la castaña daba indicaciones de su ubicación, corría en el sentido contrario y giraba el rostro nerviosamente buscando algún rastro del pecoso; quién aseguró que estaría allí de inmediato.

r13; ¡¿Qué mierda crees que estás haciendo llamando a ese maldito nerd para decirle dónde estoy?! _gritó enfurecido tratando de atinarle una explosión en el aire_ ¡Dame el puto móvil!

La chica, que no era tan diestra en batalla, calló de trasero contra el pavimento sacudiendo su uniforme para evitar que se quemara, antes de lograr ponerse a salvo con su Quirk. Entonces, sin mucho forcejo de por medio, el rubio le arrancó el teléfono de la mano y lo hizo estallar, cosa que Uraraka le haría recordar inocentemente cada que cruzara la mirada con ella y recordara que Deku se ofreció después para comprarle uno nuevo.

“Deku” ese maldito incordio que estaba haciéndolo sentir paranoico, el dueño de esos pasos ligeros y firmes que reconocería en cualquier parte.

No tuvo que pensarlo, su cuerpo simplemente se giró y todo lo que pudo sentir fue el impacto de unos brazos rodeándolo con fuerza y unos sedosos rizos verdes estrellándose de lleno contra su rostro. Su fragancia invadió su espacio haciendo gritar sus sentidos en un estallido de sensaciones que le aceleraron el pulso. Su instinto se encendió recibiendo con necesidad ese aroma que aspiró hasta llenar sus pulmones como si su vida dependiera de ello. Todo en un instante. El breve instante que duro entre los brazos del pecoso antes de que el necesitado omega de su interior lo tentara a enredar también los suyos y su “yo” más fuerte se alejara aterrado. 

Empujó al pecoso levantando una pantalla de humo desde el suelo con una errática explosión. Fijó la vista al frente con la rabia dibujada en el rostro y se preparó para atacar. Pudo ver el cuerpo del alfa completamente desprotegido acercándose a él, pudo ver cientos de aperturas en su defensa para acabarlo, pudo ver claramente su rostro angustiado viéndolo con anhelo. La oportunidad era perfecta, pero no lo atacó, su cuerpo simplemente no le hizo caso.

r13;Ka...Kacchan, lo siento _oyó pronunciar al pecoso nerviosamente, con las manos alzadas al frente en señal de defensa_ Tu madre está muy preocupada, llamó preguntando si teníamos alguna idea de a dónde pudieras haber ido. Habían pasado varias horas desde que terminaron las clases así que salí a buscarte. Fui a todos los lugares en donde pensé que podrías estar, les pregunté a todos y ellos se ofrecieron a ayudarme. No era mi intensión ofenderte o decir que no puedes ir por allí por tu cuenta; solo estaba preocupado y no pude evitar pensar que algo malo podría haberte…

r13;¡Cállate, joder! _tubo que gritar el rubio para obligar al pecoso a tomar aire y recuperarse del palabrerío que acaba de soltar a una velocidad maratónica_ ¡Odio cuando empiezas a parlotear como idiota!

r13;¡Lo siento! _se disculpó de inmediato el alfa_

Sus enormes ojos verdes bien abiertos y tan expresivos cómo siempre, se quedaron fijos en él delatando toda su angustia. Izuku había pasado momentos muy amargos pensando sobre toda la clase de cosas que podrían haberle pasado a su omega por su ineptitud como alfa y ahora que Katsuki finalmente estaba frente a él, no solo tras su desaparición de esa tarde, sino tras su alejamiento de semanas, lo que sentía era abrumador.

Simplemente se quedaron viéndose, incapaces de expresar todo lo que querían decir. Y aunque el rubio prácticamente había planeado como escupirle al rostro de la manera más cruel sus errores al pecoso, no supo por dónde empezar para canalizar todo el odio y la frustración que sentía hacia él. Entonces la opción más factible era dejar que hablara su cuerpo y partirle la cara como siempre lo hacía, pero su lado omega seguía renuente a conspirar.

r13;Tu… maldito bastardo… _soltó con rabia dándole la mirada más iracunda y amenazadora que era capaz de clavarle a alguien_

Vio al pecoso sobresaltarse y poner una pierna detrás dispuesto a recibirlo si decidía atacar y entonces supo que algo había cambiado en esas tres semanas. Le tomaría más que un breve encuentro interrumpido por las prohibiciones de la académia, descifrarlo, pero ese pequeño muchacho que estaba parado frente a él sin una pisca de duda, dispuesto a poner muchas cosas en claro, finalmente se había reconocido a sí mismo como un alfa, y eso implicaba más de lo que podía notarse a simple vista.

r13;¡Midoriya, muévete¡ _Gritó Kirishima corriendo hacia ellos desde un callejón_  ¡Aisawa viene para acá, si te ve cerca de Bakugou estamos fritos! _ La nueve de humo que levantó Iida lo rebasó como una ráfaga haciéndolo tropezar un par de veces antes de llegar hasta el pecoso _

r13;Lo lamento Midoriya, creí que debía informarle a algún profesor sobre la desaparición de Bakugou _dijo lida apenado, moviendo los brazos rígidamente hacia el muchacho_ Pudimos necesitar ayuda, no imaginé que pudiera agravar tu suspensión.

r13;Descuida Iida, solo tratabas de ayudar… _soltó el alfa peliverde apresurado por el tiroteo de Eijiro, quién ya se disponía a huir consciente de que ni él ni Izuku como alfas, debían estar cerca de Katsuki en ese momento_

r13;Rápido Midoriya, Kaminari dijo que lo vio cerca de la casa de Bakugou…  

Sin más paciencia empujó al muchacho obligándolo a avanzar en la dirección contraria, tanto su mirada como la de Izuku se clavaron sobre el omega renuentes a dejarlo. La suya se despegó adolorida tratando de formar una sonrisa como despedida antes de girar el rostro y gritar un animoso “¡Ve directo a casa Bakugou!” que lo hizo sonar como si de pronto el chico desesperado en el que se había convertido, escribiéndole todos los días sin respuesta, hubiera vuelto a ser el de antes. Pero para Izuku no fue tan fácil. Su mirada tuvo que enfrentar la amenaza de los afilados ojos del rubio prohibiéndole marcharse sin antes enfrentarlo, y la sostuvo hasta el final haciendo su propia mirada más blanda para hacerle entender que no era el momento ni la forma de resolver los enormes conflictos que tenían entre manos.

Aunque hablar, jamás era una opción entre ellos dos, pero debía intentarlo.

r13;¡Kacchan, voy a explicártelo todo después! ¡Por favor, hoy solo ve a casa! _le pidió con una mirada suplicante antes de girarse abruptamente y emprender la carrera junto al pelirrojo hacia una calle oscura_

r13;Bakugou… vamos a acompañarte a casa… _pronunció la castaña, tras unos momentos de manera dudosa, preguntándose si estaría bien colocar la mano sobre su hombro _

Su espalda rígida, su cabeza gacha y los puños apretados temblorosamente a sus costados le ofrecían una imagen confusa sobre lo que el chico pudiera estar pensando. No se había movido, no había insultado o explotado nada y eso solo podía ser muy bueno o muy malo. Esperó que fuera lo primero y tan solo estuviera furioso a un nivel más rozable, pero la mirada rabiosa y el reclamo que le lanzó como respuesta solo le dieron una impresión a medias sobre lo que pudiera estar pasando.

Lucía como siempre. Violento, impulsivo y grosero hasta el límite de lo racional, pero también lucía solitario. Al menos fue la impresión que le dio su imagen alejándose con las manos en los bolsillos por una calle penumbrosa.     

Notas finales:

Tengo noticias, unas buenas y otras no tanto. Empecemos con las malas: la actualización podría ser irregular por unas semanas más y es probable que los capítulos sean un poco pesados ya que se nos viene el festival deportivo.


Y ahora las buenas: no cancelaré el fic ni me iré a hiatus, aunque realmente lo concideré. Trataré de escribir capítulos más largos para compensar la espera, empezando con este (4,000 palabras!) Y la más importante, al finalizar esta historia (si resisto hasta entonces) continuaré con un fic KiriBaku, del que pueden esperar drama, situaciones picantes y mucha tensión sexual.


Gracias a todos por seguir aquí. Sus comentarios me han motivado mucho. Ustedes son la razón para continuar luchando por una actualización semanal. Espero conseguirlo pronto.


Hasta la próxima...


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