Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Asuntos problemáticos del amor por ninnae

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola traigo una nueva historia, espero sea de su agrado, será algo corto, no más de tres capítulos.

Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Capítulo 1: Problemas de la limerencia

LIMERENCIA es un estado mental involuntario el cual es resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser respondido de la misma forma. ...

La música de piano sonaba suave y melifluo llenando el gran hall del edificio de ciencias rodeado de enormes ventanales, mientras el Sol con timidez expedía sus últimos rayos en mitad de una tarde otoño, la tonada del piano cambió bajando su ritmo, los dedos que tocaban con cariño las teclas del piano se volvieron perezosos, el ritmo poco a poco iba en picada, trayendo melancolía y tristeza. Mu sonrió con timidez mientras se mantenía sentado en una mesa alejado de la entrada principal, el frío ingresaba por la puerta de cristal, guiado por las brisas otoñales y las hojas marchitas esparciéndose por el suelo. El de cabellos lavanda ajustó su delgada chaqueta de tela sobre su cuerpo, la temperatura comenzaba a bajar a medida que el Sol se despedía, escasos quince minutos habían pasado desde que tomó asiento en una silla de madera frente a una mesa con curiosa forma hexagonal. Miró su reloj frunciendo levemente el ceño, dieciocho y veintitrés, el segundero seguía corriendo, y a quien esperaba aún no hacía acto de presencia, estaba impaciente, Mu sabía que aquello no era un buen signo, el necesitar a alguien de manera tan ansiosa no cabía con su personalidad tan independiente, pero…no podía evitarlo. Su cuerpo comenzó a temblar, la delgada ropa que traía no era la más óptima para un día donde el frío y la baja temperatura eran los que reinaban. El piano incrementó de manera exponencial su ritmo, por un compás más alegre y vivaz. Mu cerró los ojos, imaginando, soñando…una dama de largos cabellos negros, corriendo de manera libre por los campos, rozando las plantas de sus pies desnudos con las briznas de pasto, una sonrisa de felicidad y embobamiento cubría su rostro mientras miraba hacia lo alto del cielo. El corazón de Mu palpitó con fuerza, conocía esa sensación, esa luz que se reflejaba en el rostro de la dama, no era nada más que una historia de amor contada por la bella tonada que seguía resonando. El de cabellos lavanda bufó. ¿Acaso todo su ser confabulaba con él para hacerle ver lo que era su mundo en esos instantes? El joven de cabellos lavanda chistó y se removió inquieto. Internamente conocía al causante de su idilios y suspiros, como niño inocente cayó en una peligrosa trampa de donde podría quedar muy herido y maltrecho, después de todo ¿no es el amor el causante de respiraciones anhelantes por quien se ama, de esperas insufribles por ser correspondido y del más jodido invierno cuando aquel agujero de vacío se incrementa en el corazón?

Las puertas de cristal se vieron abiertas por un pequeño grupo de estudiantes que iba entrando al edificio, el frío aumentó, al igual que las ansias y la turbación de Mu, levantó su muñeca y fijó su mirada con severidad en el minutero. Eran las dieciocho y treinta y uno, Mu hizo una mueca de disconformidad al sentir un hueco en el estómago mientras la incertidumbre crecía como mala hierba entre sus ideas. "No vendrá", pensó. Mu mordió sus labios, a la vez que sus puños de manera involuntaria se enrollaron a cada lado de su cuerpo, su torso ya encogido por el frío se apoyó sobre la mesa, su reacción era excesiva, innecesaria y dolorosa. El joven de brillante mirada afirmó su rostro sobre la superficie lisa, ya no le importaba que un vaho gélido lo congelara y lo dejara como una paleta humana, tampoco que las teclas del piano corrieran como corcel enfurecido hacia un camino incierto, su corazón estaba lastimado y un amor sujeto a la suspicacia y aprehensión eran los peores síntomas para una relación que apenas comenzaba a nacer. Todo un drama en su mente, sin embargo, el amor era así, fantasioso, idealista y de frágil alma, que solo se fortalecía con el cariño y cuidado constante. Saga prometió llegar hacía más de cuarenta y cinco minutos a lo que sería su primera cita, pero en esos momentos solo se hallaba el frío saturando el área y algunas voces de las personas que salían de sus clases y obligaciones. ¿Por qué había tenido que ir a buscarlo a la universidad? Todo el mundo iba y venía sin reparar en él, y mientras tanto su corazón latía con dolor, se debatía entre levantarse de la silla y no dirigirle la palabra a Saga hasta que el escozor de su pecho hubiese menguado, o simplemente darse por vencido y tirarse con pena sobre aquella mesa y dejar que el tiempo corriese, pues Saga ya no llegaría.

—Maldita Limerencia —logró mascullar Mu con voz ronca y amortiguada por la madera, odiaba estar enamorado, odiaba sentirse apresado por aquel sentimiento tan absorbente y sin sentido. De manera involuntaria centraba su atención en Saga, en el peculiar brillo de sus ojos cuando le decía que lo quería, en las líneas de su frente que se formaban cuando algo no era de su agrado, en sus grandes y ásperas manos que tomaban las suyas cuando el frío ha llegado a la punta de los dedos de sus manos. Odiaba aquel suave y aromático cabello azul que lo volvía loco, y aquel trabajado cuerpo que se movía con un compás cadencioso incitándolo casi de manera ilegal. Odiaba no sentirse él y por sobre todo odiaba a Saga por haber hecho amarlo, todo era un maldito desastre. Una gruesa bufanda enrollándose en su cuello de manera delicada y cuidadosa lo sacó de su ensoñación, posó su mano con vacilación sobre la conocida tela verde, el olor agradable y picante de Saga llegó a sus fosas nasales, poco a poco levantó la vista encontrándose con una maraña de cabellos azules bajo un feo gorro de color lila que adornaba su cabello, Saga solía decirle lo mucho que le recordaba aquel tejido su suave y largo cabello lavanda, cuando tocaba el tema refunfuñaba y renegaba del heleno, sin embargo, en esos momentos de tensión y de decepción en el que su corazón aún latía con dudas, el ver ese horroroso color lila sobre el cabello de Saga, quien mostraba una sonrisa tímida a modo de disculpa, era un delicioso bálsamo. Boqueó sin saber cómo dirigirse, ¿Cómo diablos le decía a Saga la desesperación que estaba anidada en su corazón? En su mente gritaba e insultaba una y otra vez el nombre del griego. Al final fue Saga el primero en romper el silencio.

—Perdón por la tardanza —Saga calló un segundo para volver a sonreír mientras pasaba su mano izquierda por detrás de su cuello—. Las clases se extendieron más de lo esperado.

Mu asintió en silencio, como persona común y racional entendía el predicamento, a sus veintiocho años Saga ya era un brillante profesor de universidad con horarios estrictos y poco tiempo disponible en su agenda, era por eso que el tiempo que ambos pasaban juntos era invaluable, y el perder un solo segundo a su lado le dolía. Él era un simple estudiante más, viviendo un maldito idilio que muchos en su lugar anhelarían con todo el corazón, pero él jamás buscó una aventura como aquella, ni siquiera estaba dispuesto a darle una oportunidad a Saga en primera instancia, sus prejuicios y moral eran una barrera demasiado grande para ser flanqueada en tan poco tiempo, pero Saga… logró lo imposible a base de gran esfuerzo e insistencia. Ni siquiera coincidían en materias ni asignaturas impartidas, Saga era un profesor de ciencias exactas, mientras él no era más un estudiante de letras, en un sentido holgado y amplio de la palabra no estaban cometiendo ninguna falta a las normas, pero era difícil, muy difícil saltarse aquellas cosas inculcadas desde su niñez, pero ahí estaba suspirando de amor por Saga mientras este lo veía con rostro culpable.

Mu cerró los ojos por un instante, pensando con seriedad en que responder, pero solo un evento pasaba por su cabeza como imágenes fugaces, y un deseo puro y pasional. Alzó su mano posándola con suavidad sobre la sonrojada mejilla de Saga, la respiración del heleno se sentía irregular, su piel más cálida de lo habitual por el esfuerzo de su cuerpo al correr hacia el lugar de su encuentro. Finalmente Mu sonrió con amor, con dulzura y con decisión plasmada en los ojos. Desvió la mano hacia el cuello de Saga y lo jaló del grueso abrigo que llevaba, posó sus labios con posesión sobre los de Saga a vista y paciencia de todos los que pasaban por el hall principal del edificio de ciencias, pero a Mu no le importó; el piano se detuvo por unos segundos ante el espectáculo para volver a ser tocado unos segundos después con una melodía suave y delicada. Mu mordió el labio inferior de Saga haciéndolo soltar un quedo gemido. El de cabellos lavanda se separó de un embobado Saga que lo miraba con un tinte de reproche. Mu sonrió con inocencia mal disimulada.

—El llegar tarde no es el pecado, el pecado es hacerme sentir ansioso con cada segundo de tu ausencia.

Saga rio complacido. Miró a Mu, sus largos cabellos lavanda, la bufanda verde tejida por su madre, un color que resaltaba con hermosura los ojos esmeralda que tanto amaba. Mu era mal humorado, algo impaciente, en algunas ocasiones daba demasiada importancia a algunos hechos sin importancia, prestaba mucha atención a todos los detalles, no podía decir que era berrinchudo, pero bastaba una sola mirada de su parte a algún objeto o bocadillo para saber que lo deseaba bajo cualquier circunstancia, siendo él el cumplidor de los pequeños berrinches silenciosos de amado Mu. No eran novios, tampoco amantes en sí, solo eran un par de extraños enamorados que se vieron en una ocasión de manera casual y aleatoria con mucho recelo y desconfianza, y que tiempo después con solo volver a encontrarse y que sus miradas se cruzaran bastó para derribar cualquier muro y hechizo que los estuviera alejando, solo una mirada logro hacer que se amaran. No podía evitar estar enamorado de Mu y eso era un hecho, con berrinche, mal genio y áspero semblante lo amaba, a su pequeño ser de ojos resplandecientes. Él era su brillante atracción y su deseo de ser correspondido. Sentimientos absurdos y maravillosos que no eran más un gaje del proceso del amor.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).