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Sobreviviendo a mi suegra por desileo

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Dacio se encontraba en la mesa de guerra, atendiendo las solicitudes y problemas de todas partes de Thedas, sin realmente escuchar a sus consejeros. Decir que estaba triste podía ser una descripción rápida sobre su humor en los últimos días, sin embargo, la palabra correcta para su estado actual era decepción.

Pensó que si le decía un poco a Dorian sobre la historia de su madre lograría comprender de dónde venía el comportamiento tan llamativo de ella, pero en su lugar lo utilizó para herirle y llevarle por el borde.

Sabía que su madre había tenido algo que ver con la actitud de su amante, pero los años de conocerla (que era prácticamente toda su vida) le había enseñado que ese tipo de reacción era el resultado de herir sus sentimientos.

─Inquisidor, ¿se encuentra bien?

Dacio regresó a la realidad gracias a la voz de Josephine, la cual mostraba un rostro preocupado, por lo que en un intento de aminorar eso respondió.

─Estoy bien, Josephine. Por hoy es todo, los llamaré si tengo nuevas soluciones.

Sin posibilidad de hacer frente a ninguno de sus consejeros en ese momento y sus preguntas incómodas, el Inquisidor salió lo más rápido que sus piernas le permitían de esa habitación.

Antes de que pudiera pasar de largo la oficina de Josephine, ésta le detuvo.

─Inquisidor, ¿puedo hacerle unas cuantas preguntas?

Respirando profundamente para no negar la petición de manera descortés, se dirigió hacia la mujer y respondió.

─Lo lamento Josephine, pero tengo…

La mujer le cortó su vía de escape interrumpiendo.

─Sé lo que pasó hace unos días con Dorian y su madre, por lo que quería saber qué tal se encuentra Inquisidor, porque desde ese día usted está muy distante y eso no es muy bueno para la imagen de la Inquisición ni para usted guardarlo dentro.

A pesar de que quería negar eso, sentía que si no lo sacaba a flote, muy pronto iba a desbordarse. Para apoyar su intención, Josephine completó.

─Usted estuvo ahí cuando todo el mundo nos sentimos culpables por perder Refugio y todas esas innumerables vidas. Por favor, si no es como consejera, permítame ser su amiga y escucharlo.

Rindiéndose a la petición de Josephine, Dacio empezó a explicar.

─Pensé que Dorian entendería mucho mejor la situación si le explicaba por todo lo que había pasado mi madre, pero parece que en su lugar lo ha usado para hacerle enojar. Aunque sé que también mi madre tiene culpa en todo esto, la manera en la que reaccionó me hace pensar que Dorian le lastimó más que físicamente y a pesar de que quiero escuchar los motivos de él sobre el asunto, no me siento lo suficientemente tranquilo para abordar todo esto sin terminar golpeando a Dorian o peor, terminar con él. ¿Qué puedo hacer Josephine?

Por unos momentos, la Antivana lo observó sorprendida por todas las palabras que soltó en tan solo unos cuantos minutos, sin embargo, después de analizar todo, dio su opinión.

─Por lo que sé de Dorian, puede llegar a ser un verdadero asno con las personas que no aprecia mucho, como las personas que le critican a sus espaldas, pero él en verdad te ama. Si hizo todo eso fue tal vez para sacar un poco su frustración sin medir realmente sus palabras a una persona como tu madre. Lo mejor que puedes hacer es darte tu tiempo antes de que puedas hablar con él porque he de suponer que desde el incidente no has hablado con él,  ¿verdad?

El Inquisidor se limitó a asentir, sabiendo que su voz le traicionaría con esas palabras tan simples ya que extrañaba a su novio, pero no podía dejar pasar tan fácilmente lo que pasó.

Con amabilidad, Josephine preguntó.

─Por cierto, ¿cómo se encuentra tu madre? Supe que de los dos, él fue el más afectado.

Con cierta gracia en su voz contestó.

─Pues verás….

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Fenris lanzó una exclamación de aburrimiento desde su cama y lanzó el libro que le había dado su hijo para que se entretuviera en su confinamiento. Los sanadores de la Inquisición les habían dicho que sus heridas eran importantes por lo que, a pesar de cerrar todas éstas con magia curativa, tenía que reposar algunos días en cama para tener una mejor recuperación.

No podía creer semejante estupidez, había tenido heridas peores que esa y había seguido su vida cotidiana como si nada, excluyendo el trabajo de parto, eso le había derribado por una semana en cama.

Justo cuando pensó que moriría de aburrimiento, se abrió la puerta de su cuarto revelando la figura de Varric que, a juzgar por su cuidado al abrir la puerta, esperaba que estuviera enojado, por lo que comentó.

─Varric, no estoy molesto contigo, solamente aburrido.

A pesar de ese comentario, el escritor dio un último vistazo a toda la habitación para finalmente responder.

─En realidad no estaba preocupado por eso Broody. Pensé que el Inquisidor estaría contigo y créeme que en este momento es mucho más peligroso él que tú. Realmente la combinación de comportamiento de ustedes dos crearon un ser muy peligroso.

Curioso por ese comentario, y sin nada más que hacer, preguntó.

─¿Por qué dices eso?

Como si Fenris estuviera bromeando, Varric explicó.

─Puede ser una persona muy amigable cuando está de buenas, pero en el momento en el que le haces enojar es como combinar tu furia con la de él, tanto así que, gracias a las apuestas que estaba haciendo, me prohibió la entrada a la taberna de la Inquisición hasta nuevo aviso.

Quería debatir ese punto, pero sabía que el enano tenía razón, por algo cuando Dacio se molestaba era muy difícil de controlar. Dejando de lado ese tema en su mente, el elfo preguntó.

─¿Qué haces aquí Varric? Dudo mucho que sea una simple visita.

Como si acabara de recordar lo que le había llevado hasta ese lugar, el escritor comenzó.

─Sé que Sparkler no te agrada y entiendo, es complicado tender un lazo amistoso con el mago, pero desde que ustedes dos se golpearon el Inquisidor no le ha hablado y eso le tiene muy deprimido. Si pudieras decirle algo al Inquisidor, cualquier cosa que pudiera arreglar las cosas entre ellos dos, sería más que bienvenido.

En verdad odiaba al Tevinterano, pero desde que peleó con él su hijo estaba muy triste y aunque no quisiera admitirlo, el humano le entregaba felicidad, por lo que respondió.

─Dudo mucho que cualquiera de mis palabras o de otra persona puedan hacerle hablar con el mago, incluso si es una orden mía. Cuando está molesto no escucha nada hasta que se le pase.

Varric tenía un aire derrotado, por lo que Fenris agregó.

─Pero eso no quiere decir que el Tevinterano no pueda hacer nada para que se le pase mucho más rápido. Si lo traes aquí sin que mi hijo se entere, puede que le dé consejos para eso.

El enano lo veía como si a él le hubiera crecido una segunda cabeza, mientras con voz asombrada comentó.

─No sé si tu estadía en cama te ha hecho mucho bien o si Sparkler te golpeó con mucha más fuerza de la que pensamos en un principio.

Irritado por las palabras del escritor, Fenris aclaró.

─Se llama madurar, algo que tú jamás tendrás en la vida Varric. Si el maldito Tevinterano hace feliz a Dacio, entonces que lo siga haciendo a menos que le haga daño intencionalmente.

Con una sonrisa atravesando su rostro, Varric comentó.

─Realmente el Inquisidor te hizo más blando Broody. Antes no habrías aceptado esas palabras, por no decir que habrías matado a media Inquisición por meterse en tu camino.

Sintiéndose demasiado avergonzado para admitir esas palabras tan certeras, el guerrero amenazó.

─Más te vale que vayas yendo por el mago si no quieres que te demuestre que no he abandonado todas mis viejas prácticas.

Con su rostro lleno de humor, el escritor levantó las manos en señal de rendición y salió de la habitación para dejar solo a Fenris con su aburrimiento, el cual se planteaba salir a dar un pequeño paseo por Feudo Celestial sin que su hijo se diera cuenta.

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Dorian observaba atentamente la puerta de la habitación del elfo, sin dejar de pensar que todo eso era una trampa para que el elfo pudiera separarlo definitivamente de su Amatus. Sin embargo estaba tan desesperado por encontrar la manera de que Dacio le volviera a hablar que estaba dispuesto a escuchar los consejos de su suegra.

Armándose de valor el mago entró a la habitación y se encontró a Fenris con un rostro completamente aburrido, viendo hacia el techo del cuarto hasta que escuchó a Dorian entrar.

Antes de poder preguntar por sus consejos, el guerrero exclamó.

─Tardaste una eternidad en venir hasta aquí y créeme que eso es lo peor que me puedes hacer en este momento. Estoy tan aburrido.

Por unos segundos, al Tevinterano le vino a la mente su novio, pues con esas simples palabras le había hecho recordar un poco a él, pero pronto lo desechó para recriminarle.

─Si no me hubieras retado a tu duelo estúpido no estarías atrapado en esa cama y yo podría estar tranquilamente con mi Amatus. Ahora ya ni siquiera me habla, tal y como tú lo deseabas, y tú quedas como la víctima de todo esto, así que es el mejor castigo que tendrás.

Fenris rodó los ojos, mostrando la poca importancia de esas palabras, mas comentó.

─Por eso te he pedido que vinieras aquí. Quiero ayudarte para que arregles la situación con Dacio y puedan estar juntos nuevamente.

Sin poder quitar de su cabeza que todo era una trampa, Dorian preguntó.

─¿Y cómo puedo saber que todo esto no es otra de tus estúpidas maquinaciones para separarme de él? Es más, ¿por qué quieres ayudarme si desde el principio deseaste que no estuviera con él?

Con una calma que no era característica del elfo, respondió.

─Porque deseo que mi hijo sea feliz, a pesar de que sea a tu lado, y que no pase toda una vida lamentando la manera en que su romance perfecto terminó por algo tan estúpido.  No quiero que sea alguien como yo.

Sorprendido por esas palabras dichas, el mago intentó ver cualquier indicio de que Fenris mentía, pero no la encontró, por lo que respondió.

─¿Qué me sugieres que haga?

 


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