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Sobreviviendo a mi suegra por desileo

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Dacio besaba apasionadamente a Dorian mientras que éste le correspondía y embestía con energía dentro de él. Realmente no estaba en sus planes terminar de esa manera su día de trabajo, pero desde que el mago le preparó el picnic a manera de disculpa, y que su madre le había dado un poco más de tiempo a solas con su amante, no habían podido detener sus impulsos.


Al menos, esta vez, no lo estaban haciendo a cielo abierto siendo casi descubiertos. Estaban en su habitación, bloqueando la puerta para que ningún visitante inoportuno apareciera.


Después de unos minutos ambos terminaron, Dorian dentro de él y Dacio entre ambos cuerpos, pero permanecieron un poco más en esa posición disfrutando del momento íntimo entre ellos.


Cuando el frío pudo más que su pasión, ambos se separaron para limpiarse y arroparse bajo las sábanas. Estaban en el pequeño cuarto de limpieza con el que el cuarto contaba, cuando alguien tocó la puerta.


Dacio estuvo tentado a ignorar el llamado de la puerta, pero el mago recordó amablemente.


─Tanto como quisiera tenerte solo para mí en este momento, me temo que eres el Inquisidor y como tal debes atender por lo que sea que esté pasando fuera.


El Inquisidor no pudo negar esas palabras, por lo que comentó.


─Muy bien, espérame aquí mientras veo de quién se trata.


El Tevinterano asintió, continuando con su limpieza a la par en la que Dacio se vestía. Una vez estuvo presentable fue hasta la puerta y la abrió, estaba Varric al otro lado, con una sonrisa que le decía mudamente que sabía lo que estaba haciendo hace unos momentos.


Con un tinte divertido en su voz, Varric comenzó.


─Disculpa que haya interrumpido tu momento romántico con Sparkler pero tengo que informarte de algo… delicado.


Curioso por las palabras del escritor, el Inquisidor preguntó.


─¿Ha pasado algo malo, Varric? O quieres saber cómo vamos con la destrucción del Lyrium rojo.


Negando levemente con la cabeza, el enano respondió.


─Ninguna de esas dos, es más, creo que puede llegar a ser una buena noticia. He contactado con un viejo amigo que en el pasado ha peleado con Corifeus y que puede ayudarte a conocerlo un poco más. Sin embargo, te sugiero que esta información solamente quede entre nosotros porque en cuanto la Buscadora se entere querrá borrarme de la faz de la tierra.


Dacio comenzó a repasar rápidamente en su cabeza el posible personaje del que Varric hablaba, teniendo en cuenta a todas las personas que el escritor conocía en la superficie que quedara con tal descripción.


Pronto, vino a su mente un nombre, así que emocionado elevó la voz.


─¡El campeón de…!


Dándose cuenta de la emoción del Inquisidor, el enano cubrió su boca antes de completar la oración, elevando su voz para cubrir la del elfo.


─¡Entiendo que estás muy emocionado, pero recuerda que mi tiempo vivo depende de que siga como una sorpresa!


Poniendo bajo control su emoción, Dacio se disculpó.


─Lo lamento. Realmente me fascinaba cuando leía tu libro sobre él, y de cierta manera me inspira para dirigir la Inquisición, así que la noticia de que al fin pueda conocerlo me hace muy feliz.


El escritor adoptó por unos segundos una expresión que el Inquisidor no pudo interpretar, por lo que cuando quiso ver a fondo, ésta había desaparecido, suplantada por una de felicidad, llegando a pensar que había sido un juego de su imaginación.


A modo de juego, el enano aconsejó.


─Hay muchos fans de él en todas partes y sospecho que Broody también es uno de ellos, por lo que te recomiendo que se lo cuentes. No es necesario que se lo ocultes a Sparkler tampoco, es más, sospecho que en este momento está escuchando toda la conversación.


Por curiosidad, el Inquisidor volteó hacia atrás, notó las palabras de Varric hechas realidad, pues Dorian estaba sentado en un sillón cercano a la puerta, oyendo atentamente toda la conversación.


Justo cuando sus miradas se encontraron, el rostro del mago adquirió un ligero sonrojo, haciendo que Dacio riera un poco por ello. El escritor dio un pequeño carraspeo para volver a tener su atención y se despidió.


─Ahora, si me disculpas, tengo que responder a unas cuantas cartas antes de que se acabe la luz del sol. Pueden continuar con su momento romántico.


Varric dio media vuelta y se fue por el pequeño pasillo que conducía al comedor, dejó solos nuevamente a la pareja. Una vez verificó que el enano se había ido, el Inquisidor cerró la puerta de su cuarto para ver directamente a Dorian.


Sin poder ocultar su emoción, comentó rápidamente.


─¡No puedo creer que el campeón de Kirkwall vaya a ayudarnos! ¡¿Sabes por cuánto tiempo he estado fantaseando con conocerlo?! Por unos momentos estuve tentado a pedírselo a Varric pero creía que se iba a molestar. Tal parece que no necesito decir nada porque voluntariamente lo va a traer.


Dorian se acercó hasta su amante y amablemente colocó sus manos en los hombros del Inquisidor, intentando hacerle callar. Cuando logró lo que deseaba, respondió.


─Por lo que puedo decir, realmente admiras a ese hombre. Claro, soy consciente de que hizo cosas imposibles, como vencer al Arishok, sin embargo… ¿no crees que exageras un poco sobre eso?


Dacio lo vio incrédulo, reconociendo casi de inmediato los sentimientos de su amante, por lo que preguntó asombrado.


─¿Estás celoso, Dorian?


Con un tono serio, el mago respondió ante las palabras de su Amatus.


─Por supuesto que no, solamente te estoy dando mi punto de vista sobre el tema. Además, ten en cuenta que en estos momentos puede ser llevado a prisión por causar todo este desastre y expandir la rebelión de los magos, por no decir que dicen que es un hombre solitario. Puede que incluso llegue a ser desagradable.


Sin creer en ninguna de las palabras que soltaba el Tevinterano, el Inquisidor se acercó hasta él y le dio un ligero beso en la mejilla, soltando con tono apacible.


─Si te hace sentir mejor, tú eres el único hombre que en verdad he amado y amaré por el resto de mi vida y que el campeón de Kirkwall solamente es como un héroe de infancia que jamás podrá competir contra ti. ¿Feliz?


Con una sonrisa en su rostro, Dorian completó.


─No te olvides de la parte de que soy muy bueno dentro y fuera de la cama, además de mi hermosa personalidad y aspecto.


Dacio se rio sonoramente por todo lo que decía el mago, pensando que algunas cosas nunca cambiaban de las personas.


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El Inquisidor buscó a su madre por todo Feudo Celestial, conteniendo su emoción a duras penas. Sabía que su madre le interesaría saber que el amigo de Varric vendría hasta la Inquisición, después de todo, le instaba a escuchar las anécdotas del hombre.


No tardó mucho en encontrarlo, ya que estaba utilizando el mismo muñeco que usaba Cassandra para entrenarse, aunque él utilizaba su propia espada contra éste.


A una distancia prudente, el Inquisidor preguntó.


─¿Pediste permiso para entrenar con el muñeco?


Sin apartar su mirada del objetivo, respondió concentrado.


─Por supuesto, además de que ella se fue a revisar algo con el Templario. Sobre un favor o algo así. Por cierto, ¿no deberías estar todo meloso con el Tevinterano ahora que se han reconciliado?


Con una sonrisa surcando su rostro, Dacio confesó el verdadero motivo por el que se encontraba en ese lugar.


─En realidad he venido para avisarte de algo que de seguro te emocionará de la misma manera que a mí.


Jugando un poco con él, su madre preguntó.


─¿Has descubierto que el Tevinterano no te convenía y rompiste en definitiva con él?


Sin molestarse por el comentario, el Inquisidor le contó.


─Nada de eso. Ayer, Varric vino a contarme que el campeón de Kirkwall va a venir hasta Feudo Celestial y me ayudará un poco con Corifeus. ¿Verdad que es increíble?


Para desconcierto y preocupación de Dacio, la espada de su madre salió disparada de sus manos, terminó a unos cuantos centímetros de donde practicaba.


El Inquisidor vio por unos momentos a su madre recuperar la espada para después preguntar.


─¿Estás bien?


Ignorando la pregunta de su hijo, el elfo preguntó.


─¿Y te dijo cuándo iba a llegar?


Sin saber lo que estaba pasando por la mente de su madre, respondió a su madre.


─No me lo dijo, pero estoy seguro que en cuanto llegue me lo hará saber. ¿Quieres que Varric también te lo presente?


Cortante, Fenris respondió.


─No.


Extrañado por esa actitud tan mordaz contra él, indago un poco más.


─¿No lo quieres conocer? Pero si tú eras el que siempre insistía en que escucháramos de sus historias.


Por unos momentos, su madre abrió la boca para decir algo, mas las palabras no salieron de ella, lo que dejó a Dacio con un mal presentimiento. Después de un largo silencio en donde Fenris peleaba consigo mismo, respondió.


─Si deseo conocer al campeón es mi problema y a ti no debería preocuparte en lo más mínimo. Ahora, ¿sabes dónde está el enano?


Herido por las palabras de su madre, Dacio contestó.


─¿Qué te pasa? Pensé que te importaría aunque sea un poco porque es uno de mis héroes favoritos.


Notando que había herido a su hijo, su madre lo vio con tristeza y respondió.


─Lo lamento, no era mi intención decir todo eso. Es solo que… necesito ir con Varric. Lo siento.


Dacio solo pudo ver a su madre alejarse del lugar, preguntándose qué era lo que le estaba pasando y si era algo que debía de arreglar.


Solamente pedía que no fuera algo que atentara contra el bienestar de su madre.


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