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Sobreviviendo a mi suegra por desileo

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Dacio caminó hasta donde estaban los barracones de los guardas grises, se detuvo justo en la entrada, y tomó fuerza para tocar la puerta. Volteó a ver a Dorian que le acompañaba y preguntó.


─Si está muy ocupado, ¿puedo venir otro día?


Sonriendo tranquilamente, respondió.


─La vez que fuimos a visitar a mi padre a Risco Rojo me obligaste a hablar con él, y por supuesto que te devolveré el favor. Así que no, si está ocupado esperaremos a que termine, aunque sospecho que para ti nunca lo estará.


Pensando interiormente que el mago se estaba vengando por esa vez (a pesar de que podría haber ocultado su encuentro tal y como se lo pidió el padre de su amante para que no pudiera huir), levantó su mano y tocó la puerta, esperando a que alguien respondiera del otro lado.


La puerta se abrió y dejó ver a una guarda gris con rostro molesto hasta que posó su mirada en el Inquisidor, al cual respetuosamente preguntó.


─Heraldo, ¿podemos ayudarle en algo?


Acostumbrado a que le trataran casi como una deidad, cuestionó  amigablemente.


─Buscaba al Campeón, ¿se encontrará en las barricadas?


Con rostro apenado, la mujer respondió.


─Lo lamento, pero el Campeón ha salido a los jardines. Por lo que nos explicó, quería reflexionar sobre algo.


Sintiéndose más tranquilo, Dacio respondió amablemente.


─Muchas gracias, guarda. Lo buscaré ahí.


La mujer hizo una leve reverencia y cerró la puerta tras ella, mientras que el Inquisidor daba media vuelta y se iba, el Tevinterano lo detuvo y le aseguró.


─Vamos a ir a los jardines de Feudo Celestial, así que no se te ocurra correr.


Dorian lo tomó amablemente de los hombros y lo guió dentro del castillo sin oposición, ya que el mago supo ver sus intenciones. Cuando llegaron, pudieron ver a Hawke sentado en una de las tantas bancas, viendo a un punto fijo en la pared.


Amablemente el mago le dio un leve empujón, incitándolo a que fuera con él mientras que el Tevinterano se quedaba en una esquina lejana, supervisando el encuentro a una distancia prudente.


Se quedó justo en el sitio, sin saber realmente cómo iniciar una conversación con el hombre sin amenazas de por medio sobre cortar su cabeza. En el momento que deseó ir con Dorian para pedir un consejo, Hawke salió de sus pensamientos y giró la mirada a su dirección, era imposible echarse atrás.


Juntando toda la fortaleza con la que muchos lo caracterizaban, el Inquisidor se acercó hasta su padre, provocó que la sorpresa cruzara por el rostro de éste, quien estaba igual de nervioso.


Se sentó junto al Campeón y se quedó en silencio, viendo a cualquier parte menos a la persona a un lado de él. Pronto, Hawke preguntó.


─¿Qué hace aquí, Inquisidor? Pensé que ignoraría toda mi estadía en Feudo Celestial.


Esperando una pregunta así, Dacio respondió.


─Mi madre insistió en que debería conocerte un poco mejor ahora que tengo la oportunidad y no solamente verte como el Campeón de Kirkwall o el bastardo que le vendió.


Cayeron nuevamente en el silencio, sin saber que debían de hacer a continuación o que tema sacar a colación. Para sorpresa de ambos, Hawke preguntó.


─¿Cómo fue vivir en el clan?, ¿te aceptaron o fuiste rechazado?


Reflexionando un poco, respondió de la manera más sincera posible.


─Fue una extraña mezcla de momentos felices y momentos tristes. Algunos días podíamos vivir en paz y armonía pero otros éramos constantemente atacados por personas que nos creían una amenaza. La Custodio y algunas otras personas dentro de él nos aceptaron, pero algunos otros llamaban a mi madre orejas redondas, aunque solo los más valientes que se atrevían a enfrentarse con él, procurando hacerme un verdadero “elfo libre”.


El Campeón lanzó una carcajada al aire, para inmediatamente responder.


─Fenris no ha cambiado nada. Me parece como si fuera ayer cuando alguien lo molestaba peleaba contra la persona, siempre y cuando no interviniera en el asunto, lo cual era todos los días ya que no podía parar de molestar a Anders.


Curioso por ese pequeño fragmento de la historia de su madre, preguntó.


─¿Cómo fue que ustedes dos se conocieron?


Con el ambiente más ameno, Hawke comenzó a relatar.


─Fue un encuentro extraño. En un principio un enano que recién visitaba la superficie me contrató para recuperar una mercancía en la elfería que supuestamente le había sido quitado. Cuando fuimos a recuperarlo, nos encontramos con la sorpresa de que no había dicha cosa y unos esclavistas rodeándonos. Cuando pudimos acabar con todos ellos, apareció el líder amenazándonos, pero el resto de su gente había sido asesinada y acto después terminó muerto por las mismas manos que el resto: por las manos de Fenris.


Dacio lo oía curioso, pues su madre le guardó con mucho recelo todo lo referente a su pasado, por lo que continuó escuchando.


─Descubrí que realmente él fue quien me contrató para recuperar la mercancía, aunque todavía desconozco qué era lo que buscaba, pero todo era un cebo para atraerlo hacia los esclavistas. Lo ayudé a buscar a su maestro en su mansión de la ciudad sin resultados, por lo que mientras esperaba, se unió a mi compañía y poco a poco nos fuimos enamorando y el resto ya lo sabes.


A pesar de que esa última parte lo decía con tristeza, pronto cambió su semblante a uno más feliz y preguntó.


─¿Cuál fue tu primera palabra? Aunque supongo que no fue en lenguaje común.


El Inquisidor no pudo evitar sonrojarse al recordar su primera palabra, pues no era la típica que un niño decía, por lo que respondió lo más tranquilamente que la situación le permitía.


─Pero tampoco fue en élfico. En realidad fue en el lenguaje de mi madre… si mal no recuerdo fue Fasta vass…en mi defensa, mi madre suele molestarse con bastante facilidad y suelta esas palabras muy seguido. Así que ya te imaginarás que durante años mientras fui aprendiendo otras palabras, lo único que decía era Fasta vass.


Hawke intentó por todos los medios no reírse, pero con el simple hecho de imaginarse la escena no pudo retenerlo más y lanzó una carcajada al aire, ante la molesta mirada de Dacio.


Ignorando esa mirada, que extrañamente le recordaba un poco a Carver, recordó las palabras de Varric cuando iban en la carroza, por lo que curioso, comentó.


─Varric me dijo que tenías novio y si la memoria no me falla, es el mago que nos acompañó en el velo, además de que su nombre es Dorian.


Sin poder evitarlo, su mirada fue hasta la esquina en donde se había quedado su amante que, para su alivio, seguía en el mismo lugar observando desde la distancia. Al ver que su Amatus le veía, levantó la mano en señal de saludo, mientras que el Campeón comentó.


─Por lo que escuché, Fenris fue bastante desagradable con él. Aunque teniendo en cuenta que el hombre es de Tevinter, no lo culpo del todo pero no está de mal ver.


A Dacio no le sorprendía ese comentario por parte del Campeón de Kirkwall, después de todo, él fue el resultado de un romance entre dos hombres, por lo que con eso en mente, preguntó.


─¿Has pensado hablar con mi madre? Tú sabes, recuperar el tiempo perdido.


Hawke pensó para inmediatamente contestar.


─A pesar de que me encantaría, y que Fenris me salvó en el juicio, no estoy seguro de que pueda perdonarme después de todo este tiempo.


El Inquisidor se debatió internamente sobre decirle o no acerca de la charla que sostuvieron el día anterior con su madre, sabiendo que podría ayudar a que comenzaran su relación nuevamente o alejarlos para siempre. Deseando lo mejor para su madre, respondió.


─ Te sigue amando, a pesar de que lo abandonaste aquella vez. Nunca pudo odiarte realmente, sobre todo estando yo en su vida, por lo que creo que está esperando a que des un paso adelante y le digas lo que sientes por él.


Por unos segundos, el rostro de Hawke se llenó de esperanza pero pronto lo cubrió con escepticismo y refutó.


─ Pero ya dije cuánto lo amaba durante el juicio, ¿por qué no se me ha acercado si  ya sabe sobre mis sentimientos?


Con una pequeña sonrisa, alejó todas las dudas de la mente de su padre.


─ Porque no es lo mismo hacerlo cuando tu vida depende de eso a cuando ya no hay nada de por medio. Díselo y posiblemente podrán arreglar las cosas entre ustedes dos.


Aunque en su rostro estaba la sombra de la duda, Hawke asintió ante la sugerencia de su hijo, ya que no tenía nada más que perder. Recordando un punto importante durante su charla, el Campeón comentó.


─ ¿Puedo conocer a Dorian? Tengo un poco de curiosidad de ver cómo es que ustedes dos terminaron juntos.


El Inquisidor sonrió ante el pedido pues sabía que, teniendo como antecedente a su madre, el mago estaría realmente nervioso por ese encuentro, así que en nombre de la venganza asintió vehementemente y fue hasta donde estaba Dorian.


El Tevinterano le observó detenidamente, preguntando inmediatamente.


─ ¿Ustedes dos ya han arreglado sus diferencias y son una familia feliz al fin?


Con una sonrisa fingida, Dacio comentó.


─ Por supuesto, ahora nuestra relación es de padre e hijo y como tal, desea conocer al novio de su hijo.


Con tono acusador, le culpó.


─ Esta fue tu idea, ¿no es verdad?


Sin retirar en ningún momento su sonrisa, respondió sinceramente.


─ No lo fue, en realidad él quiere conocerte, así que no te hagas del rogar y ven conmigo.


Para resaltar su punto, recordó.


─ No te preocupes, él no tiene ninguna habilidad parecida a la de mi madre y hasta donde sé, defiende empedernidamente a los magos.


Reticente, caminó junto al Inquisidor, rezando que sus palabras fueran ciertas, pues no deseaba tener que sobrevivir contra dos amenazas a la vez.


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