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Sobreviviendo a mi suegra por desileo

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Varric esperaba en una de las torres de Feudo Celestial a que Broody lo encontrara, después de todo, esa había sido la intención de que el Inquisidor fuera el  informante.

Sabía que si hubiera sido él, estaría muerto, con el corazón destrozado en mitad del comedor. Al menos le daba tiempo para que el elfo se tranquilizara y su sed de sangre bajara un poco, siempre y cuando no lo encontrara tan rápido.

Deseó tener unos pocos minutos más para preparar su discurso, mas en un abrir y cerrar de ojos, el guerrero estaba a su lado, viéndolo de manera no tan amigable pero sin superar su hostilidad de su primer encuentro en la Inquisición.

El escritor esperó a que Broody soltara lo que tenía que decir, fue complacido casi al instante con una simple pregunta.

─¿Por qué lo hiciste, Varric?

Varric reflexionó solamente unos segundos para responder.

─Créeme Broody, si hubiera encontrado la manera de que esto no pasara lo hubiera hecho, no por todo el asunto de “no quiero que sepa que estás aquí”, sino porque la Buscadora le estuvo investigando en el pasado para que ostentara el cargo que actualmente tiene tu hijo y, para evitar eso, le mentí sobre su paradero, pero ahora se topó con un pequeño problema con los guardas grises que no puede resolver por su cuenta. No te preocupes, ella no sabe nada de tu relación con él, simplemente sabe lo mismo que todo el mundo: quería reencontrar el tesoro que perdió hace años.

A pesar de que el elfo se notaba molesto, continuó calmadamente con su interrogatorio.

─¿Y piensas que no notará que Dacio se parece demasiado a mí? ¿Que comparte rasgos de él y de alguna parte de su familia?

Sincerandose con Fenris, respondió.

─A decir verdad la primera vez que lo vi pensé que eras tú, pero al verlo más de cerca me di cuenta de que los había confundido. Nunca se me pasó por la cabeza que ustedes dos estaban relacionados y mucho menos que eran “madre” e hijo, sumando que si lo hice lo deseché de inmediato porque todos nosotros pensábamos que moriste hace años.

Por la mirada que le dirigía Broody no lucía tan convencido, así que suponiendo lo que en ese momento pasaba por su mente, el escritor aclaró.

─No le dije nada sobre ti, o el Inquisidor. Sigue pensando que estás muerto y que no tiene descendencia alguna. Es más, comienza a preocuparse de que el linaje Hawke y Amell desaparezca en cuanto muera él, porque ya sabes que Caver no es el mejor en atraer mujeres.

A pesar de todo lo que había dicho, la duda no abandonaba por completo su rostro, por lo que en un último intento, comentó.

─Sé que va a ser una dura prueba para ti, sobre todo porque esa misión incluirá que el Inquisidor conviva con él, pero te aseguro que no pasará nada más. Si alguno de los dos comienza a sospechar sobre que son padre e hijo, puedo intervenir para que sigan pensando en lo contrario, mientras que tú te escondes en alguna parte de Feudo Celestial, donde no te pueda encontrar.

Broody vio directamente hacia él, como si buscara cualquier indicio de que le estuviera mintiendo o haciendo promesas falsas. Finalmente respondió.

─Si esto se sale de control y Dacio sale lastimado, te asesinaré por traerlo hasta Feudo Celestial.

Varric intentó por todo los medios no soltar las palabras que rondaban su cabeza, pero con esa simple frase, recalcó lo obvio.

─No necesitarías hacer todo esto si le hubieras explicado la situación al Inquisidor. Realmente tú te metiste solo en esto Broody.

El escritor pudo ver la advertencia en los ojos del guerrero, mas éste no agregó nada a la conversación y se limitó a irse del lugar, dejó nuevamente solo a Varric, el cual sabía que la segunda persona que le llamara no le tendría tanta clemencia.

Al menos para ese encuentro faltaba un poco más de tiempo.

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Dorian veía a su Amatus caminar de un lado a otro de la biblioteca, preocupado por el comportamiento de su madre, que había dejado de ir con ellos para supervisar las cosas.

El Tevinterano habló con el Inquisidor, para confirmar la situación que le preocupaba.

─Entonces, ¿le informaste a tu madre sobre la llegada del campeón de Kirkwall y en vez de emocionarse se molestó contigo y huyó con Varric?

Dacio asintió lentamente, como si buscara algo que no había podido ver en aquel resumen. Soltó un suspiro abatido para comentar al mago.

─Nunca en mi vida lo había visto comportarse de esa manera. Es como si no lo conociera.

Intentando tranquilizar a Dacio, Dorian comentó.

─Tal vez solo tuvo un mal día, después de todo, no cualquiera puede soportar a Cassandra cuando está en modo mandón, o peor en modo todo-el-mundo-tiene-que-leer-mi-libro-favorito. Lo más probable es que ya estaba irritado por eso.

A pesar de que su Amatus asintió, el mago sabía que no lo había logrado convencer y no era para menos, pues el salvaje se había estado comportando muy extraño con ellos, evitando cualquier contacto viviente.

Comenzaba a sospechar que tenía algo que ver con el campeón de Kirkwall, ya que dicho comportamiento se debía a raíz de que el Inquisidor le había revelado que llegaría a Feudo Celestial, pero por más que le daba vueltas a la situación no lograba encontrar la relación exacta ante ese comportamiento.

Dejó de lado ese tema y cambió la conversación por una más animada.

─Hablando del campeón de Kirkwall, ¿ya tienes todas las preguntas que deseas hacerle? Ya que Varric no quiere o no sabe cómo explicarlas.

En su rostro apareció una pequeña sonrisa, notando el cambio para animarlo.

─Las tengo, aunque Varric me advirtió que no esperara demasiado porque él podía llegar a ser muy hermético en su vida.

Dorian reflexionó un poco para responder.

─De cierta manera es entendible: perdió a su familia por cuestiones crueles de la vida, tener que proteger a toda una ciudad la cual teme a la magia y tener que vivir el resto de su vida ocultándose por apoyar a los magos. Me sorprende que quiera estar en la Inquisición.

Ante el pequeño resumen Dacio respondió tranquilamente.

─Tal vez ve la oportunidad de remediar un poco la guerra que inició, aunque también puede ser que tenga un problema que no puede remediar él solo.

A manera de broma, Dorian respondió.

─Así que una vez más, el Inquisidor Lavellan va a salvar al mundo de la destrucción inminente. Que no se te suba a la cabeza, ya tenemos suficiente con mi propio ego, por lo que dudo que los dos puedan caber en Feudo Celestial.

Dacio rio un poco con el comentario de su amante para agregar unas palabras de sus anteriores conversaciones.

─Además de que en cuanto termine todo esto nadie me lo agradecerá y se olvidarán por completo que esto alguna vez pasó.

Dorian sabía que esas palabras eran ciertas, y más porque en el pasado las había dicho, pero sabía que nada de eso le importaba a su amante. Nunca fue cuestión de gloria, Dacio siempre preferiría el bien de todos ellos, lo cual siempre le ennorgullecía.

Dejó pasar unos cuantos minutos instalados en ese silencio cómodo, hasta que por su mente pasó una duda y la sacó a colación.

─Por cierto Amatus,  ¿sabes en cuánto tiempo va a estar aquí su “invitado”?

Con una sonrisa discreta, el Inquisidor respondió.

─Se lo he preguntado y me dice que no está del todo seguro, pero que calcula que no tardará más de una semana, por lo que si tomamos en cuenta que me lo dijo hace dos días, posiblemente dentro de cinco días.

El mago aceptó los cálculos de Dacio, agregando.

─El tiempo suficiente para que Varric pueda esconderse en alguna parte para que Cassandra no lo mate.

El Inquisidor contestó rápidamente.

─Y en cuanto eso ocurra, voy a tener que intervenir para que Cassandra no lo haga, además de tranquilizarla.

Con tono cómico, Dorian respondió.

─Quisiera ver cuando todo eso ocurre. Alguien tiene que demostrarle al enano que no es infalible, sumado a que si no logras detenerla, podré vengarme por todo el dinero que me robó.

Dacio se limitó a reírse por las ideas de Dorian, esperando no tener que hacer algo así.

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Fenris veía el paisaje montañoso del lugar, o al menos intentaba hacerlo, ya que su mente estaba enfocada en otra cosa totalmente diferente en ese momento.

Se había comportado como todo un asno con su hijo, descargando toda su frustración y miedo en él, sin mencionar el estallido emocional que no pudo controlar.

A pesar de las palabras del enano, algo dentro de él le indicaba que a partir de ese momento, nada sería como antes. Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de la persona que había llegado hasta que estuvo a su lado, diciendo.

─El paisaje es realmente hermoso, aunque un poco frío y austero.

Fenris pudo identificar la voz, aunque nunca hubiera habido una verdadera charla entre ellos, por lo que contestó.

─Por lo visto, aún no te das por vencido para conocer más sobre mis marcas de Lyrium.

Solas no respondió, viendo el mismo paisaje que él. Por unos momentos, llegó a pensar que el elfo simplemente se quedaría ahí, hasta que después de unos minutos comentó.

─¿Qué es lo que te atormenta en estos momentos? No vayas a decir que nada, porque es más que obvio que algo pasa por tu cabeza.

Confundido por el repentino interés del apóstata por su bienestar, preguntó.

─¿Y piensas que le diré a un completo desconocido todo eso?

Solas absorbió un poco las palabras antes de responder sabiamente.

─ No, pero en este lugar no tienes nada más que a tu hijo y Varric, dos personas que seguramente no confías lo suficiente para decirles lo que está pasando por tu cabeza.

Alejándose un poco de Fenris, Solas continuó.

─En realidad venía a darte una oportunidad de solucionar tu conflicto. Cole es el más indicado para eso, sin embargo le temes, así que vengo a proponerte un pequeño trato: como mago apóstata, tengo cierto dominio con los espíritus y demonios, por lo que puedo supervisar todo lo que Cole haga contigo, con la garantía de que no hará nada que no desees.

Fenris estuvo a punto de negar, mas el elfo le interrumpió.

─No me des una respuesta todavía. Reflexiona y ve todas tus posibilidades. Cuando pienses que ya puedes responder, entonces ven a buscarme. Ya sabes dónde estoy.

El guerrero quiso responderle inmediatamente, pero algo dentro de él se lo impidió, deseando secretamente que lo hiciera, por lo que se limitó a asentir, teniendo que analizar esa posibilidad.

 


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