Un lugar, 30 Noviembre 2015
¿Existe un límite a la estupidez humana? O solo a la tuya… ¿Crees que disfrute desaparecer? ¿Qué me guste alejarme de mi familia, de mis amigos… de ti? ¿Tienes una vaga idea de cuánto me dé asco a mí mismo? Si la tienes, cosa de la que dudo, entonces por favor, para ya. De hacer qué, te estarás peguntando. Bueno, deja de hacerte el buen amigo cuando lo haces, porque me hieres aún más; para ya con tus efusiones de afecto hacia mí porque alargan mi herida; deja de darme diminutivos porque me hacen sentir tomado del pelo.
Nunca me he quejado de lo que poseía: una familia que me ama no obstante nuestras diferencias, unos amigos que me aceptan por lo que soy. Pero ahora ya no es así. Nuestra amistad, últimamente, me estaba quebrando, rompiendo mi corazón en pequeños pedazos, y no podía continuar con la farsa.
De acuerdo, lo admito, fui yo el que no trató de ponerse en contacto contigo, es mi culpa si no nos encontrábamos más a menudo. Pero todo esto lo debo al hecho de que ya no me sentía bien. Toda esta historia comenzó hace unos meses, en el período en el que tú necesitabas un apoyo. En ese momento me dí cuenta de no ser nadie. No podía hacerte reir, eras apático, triste, ¿y yo? Me quedé a tu lado como mejor podía, haciéndote algunas sorpresas, dándote unos regalos. Es irónico, porque ahora no se tampoco qué hiciste con la agenda que tanto querías y que te dí. ¡También vine a tu casa! Pero no sirvió a nada. Me sentí marginado.
Luego, después de que tomaras una decisión que dio un cambio definitivo a tu vida, volviste a buscarme. Mira, aprecio el hecho de que tú, cuando me veías a nuestro usual bar, te acercaras a mí para hacerme compañía, pero tan solo buscarme por teléfono me hubiera bastado, sobretodo porque mi colapso ya había empezado. Después de un tiempo, volvimos a mandarnos mensajes, más bien, volví a escribirte. Tú ya no escribías y yo, cerrado en mi dolor, evitaba hacerlo, por lo menos no todos los días.
¿Sabes qué es lo que me hiere más? Que yo podía decir de todo de manera sútil, llorar a escondidas… y tú nunca me pediste nada. Diablos, tengo 26 años y tengo el mismo estado mental de una chica en plena adolescencia, lidiando con su primer amor.
Kyuhyun, yo te quiero muchísimo, lo sabes. No seré la persona más extrovertida en este mundo, o la más cariñosa, pero contigo lo era. No sabes lo mucho que tú me has cambiado. ¿Lo sabes que soy mucho más emotivo porque tú me has enseñado que no se puede ser siempre estoicos? ¿Sabes qué he reido más contigo que durante mi adolescencia? Me atrevería a decir que te quiero más que muchísimo, que te amo… Pero si de verdad fuera así, preferiría decírtelo en persona. Me rechazarás, pero por lo menos seré capaz de aceptarlo.
Mi decisión de irme te podrá haber parecido demasiado extrema, incluso una demostración de cobardía, pero necesitaba de un ambiente nuevo y tú sabes cuánto ame viajar, cuánto me gustaría utilizar las lenguas que aprendí en el colegio.
Kyuhyun, recuerda que en la vida se puede sufrir por muchas razones. Es importante saber que el dolor se supera con cualquier medio que nuestro corazón considere necesario. Para mí ha sido irme. ¿Para ti? ¿Qué te gustaría hacer delante a la pérdida de una amistad sólida como la nuestra? Ten en cuenta esto: caemos muchas veces, pero cada vez nos levantamos.
Un abrazo,
Jongwoon