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Pareja por chrome schiffer

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no Basuke le pertenecen a Tadatoshi Fujimaki.

Universo Alterno de cambiaformas, humanos que pueden cambiar a animales, en este caso, lobos.

Notas del capitulo:

Espero les guste nwn

Había muchas cosas en el mundo que Murasakibara odiaba, tres en especial. Una de ellas era el no tener sus dulces a la mano, algo que no parecía demasiado para otros, pero para él y para los miembros de la manada, era algo importante. El alto pelimorado sin su dosis de dulce era algo que no muchos quisieran ver.

La segunda cosa que no le gustaba era el terrible dolor que venía con el cambio de humano a su lobo interior. El primer cambio era el más difícil y el que más dolía en comparación a los siguientes, y aunque los siguientes no eran tan malos, a Murasakibara seguía sin gustarle ni un poco. Llámenlo quisquilloso, pero así era.

Hace apenas un año que ocurrió su primer cambio y desde ese momento no ha dejado salir a su lobo a la superficie con regularidad, aun cuando este gruñe y aruña en su interior exigiéndole libertad.

Por lo mismo, odiaba tener que salir con sus demás amigos de manada a misiones, en las cuales, por supuesto, tendría que usar su forma de lobo. Era muy rara la vez en la que en las misiones a los que los enviaba el Alfa, no tuvieran que cambiar; y aunque le pesara, sabía que si en su forma humana era fuerte, en su forma de lobo no había quien pudiera con él, ni con muchos de sus compañeros. Los lobos eran fuertes y eso era algo que tenía que demostrar en pocos minutos, en cuanto llegaran al lugar donde les habían informado había rehenes por unos cuantos vampiros rebeldes.

--La misión es simple. Hay que entrar lo más rápido y silenciosamente posible, buscando a los rehenes quienes son la primera prioridad. Hay que evitar enfrentamientos innecesarios, pero si no hay otra alternativa, acaben con los chupasangres. --recordó las acciones a seguir el líder de dicha misión, Nijimura Shuzo.

Los cuatro además del líder, asintieron empezando a desvestirse para poder cambiar, algo que no suponía un problema para ninguno. Los cambiaformas estaban acostumbrados a estar desnudos frente a otros, era algo natural. Lo malo, si había algo malo además del dolor de la transformación -aunque con el paso del tiempo y los cambios, ya no dolía- eso era el destrozar la ropa. Era una verdadera molestia tener que estar comprando ropa cada tanto.

Ojalá que al momento de cambiar de lobo a humano, la ropa estuviera de nuevo ahí, pero no, eso no pasaba, una lástima.

Los cinco lobos corrieron entonces con sigilo hacia aquel hangar que a todas luces se veía abandonado, algo que sabían no era así. Su olfato superior les indicaba la presencia de vampiros y un par de humanos, seguramente los rehenes.

Nijimura siendo el líder de la misión de rescate, fue quien entró primero al hangar, seguido muy de cerca por los cuatro restantes, dispuestos a usar sus feroces mandíbulas y garras para desgarrar a los vampiros allí adentro. Atrás quedó aquello de “evitar la confrontación”, no después de entrar y ver que a los dos humanos prácticamente desfallecidos bajo dos pares de colmillos.

Murasakibara tan reacio como era de salir a misiones, sintió su cuerpo entero erizarse ante la vista. Los dos humanos allí eran pequeños, de no más de uno con sesenta y teniendo cada uno a un vampiro en la yugular y otro en la muñeca, no tenían mucha esperanza de vivir. Chupasangres bastardos.

Allí, frente a sus dorados ojos de lobo, estaba la tercera cosa que más odiaba Murasakibara con todo su ser, vampiros. Seres despreciables, viles y repugnantes. Alimañas que no merecían estar caminando en este mundo, algo de lo que tanto él como los demás lobos de las diferentes manadas del país, se encargaban.

Aunque había que aclarar que no todos los aquelarres de vampiros se dedicaban a drenar a diestra y siniestra a los humanos, había algunos que respetaban las leyes vampíricas y sabían convivir con quienes les proveían de alimento ¿Qué sentido tenía matar a quienes los alimentaban? Ninguno.

Pero si le preguntaban a Atsushi, todos los vampiros eran la misma mierda y merecían la muerte, algo con lo que su Alfa no estaba de acuerdo… detalles.

Sin esperar alguna orden porque sabía que no había necesidad de alguna, todos corrieron hacia los vampiros para darles muerte, siendo implacables aprovechando que cogieron a los de colmillos, desprevenidos, muy enfocados alimentándose.

Todo terminó en pocos minutos y desafortunadamente para los humanos, no había nada que pudieran hacer. Estaban muertos.

--Maldición, llegamos tarde. --bufó con enojo Nijimura, después de haber cambiado a su forma humana--. Vamos a la camioneta para llamar al sheriff y avisarle de los cadáveres, no hay nada más que hacer aquí.

Dicho aquello, comenzó a caminar fuera del hangar, seguido de unos muy desnudos, Kagami, Himuro y Aomine.

--Murasakibara, ¿qué rayos pasa? Mueve tu culo que nos vamos. --espetó en alto el moreno del grupo, dándose la vuelta y notando que su alto amigo aún en su forma de lobo, no movía ni un musculo hacia ellos, es más…

--¿Está gruñendo? --preguntó, Kagami, viendo también hacia donde estaba el enorme lobo gris, efectivamente, gruñendo.

--¿Qué sucede? --se acercó esta vez Himuro y abriendo los ojos en sorpresa, maldijo y caminó junto a los otros notando hasta ese momento lo que todos allí habían pasado por alto, excepto Murasakibara.

Allí había alguien más, un vampiro… muy malherido.

.

.

.

--Entonces, me trajeron a ese vampiro casi muerto ¿por qué exactamente? --Imayoshi Shoichi, Alfa de la manada, cuestionaba a los cinco hombres frente a él.

Imayoshi era un hombre sumamente inteligente que mantenía una postura imparcial frente a los vampiros, teniendo buenas relaciones con los dos aquelarres que estaban asentados en la ciudad, compartiendo territorio. No pensaba en ellos como una amenaza verdadera, pero sabía que era mucho mejor para su manada, mantener una buena relación con ellos, algo que desafortunadamente no todos los miembros de su manada, pensaban.

Empezando por Murasakibara Atsushi.

--Alfa, el vampiro tiene quemaduras que sólo pudieron haber sido provocadas por el sol, además de mordeduras en su cuerpo… de otros vampiros. --informó el líder de la misión, dando un paso al frente.

--Es claro que lo querían muerto, algo que casi logran, por cierto. --añadió esta vez, Himuro--. No es una amenaza para nosotros y está el hecho de que… --el del lunar dudó por un momento, desviando su mirada del Alfa a su mejor amigo.

El pelimorado estaba parado frente al Alfa, su cuerpo estaba allí presente, pero su mente estaba en otra parte, exactamente en la habitación en donde ahora ese pelirrojo vampiro descansaba.

Todos quienes fueron a la misión quedaron impactados cuando al momento en el que en el hangar, Nijimura se acercó al vampiro tirado en el suelo para inspeccionarlo, un fuerte rugido de Murasakibara acabando de cambiar a su forma humana, proclamaba algo que los lobos presentes no podían creer.

Imayoshi ya había sido debidamente informado de la situación y tras sus gafas inspeccionaba la actitud del altísimo lobo. No era un secreto para nadie la animadversión del pelimorado hacia los vampiros y era un real problema el que uno de estos, resultara siendo la pareja destinada del lobo.

El destino tenía maneras muy complicadas e irónicas de hacer las cosas. ¿Cómo carajos se le ocurrió emparejar a un lobo con un vampiro? Peor aún, ¿Cómo se le ocurrió emparejar a un lobo que aborrece hasta con su último aliento a los vampiros, con uno de ellos?

No había nadie que se comparara a la fuerza que tenía Imayoshi, pero segurísimo estaba de que no quería enfrentarse a un tan malditamente enojado Murasakibara; y como iban las cosas, seguramente tendría que hacerlo.

--Salgan todos, tú Murasakibara, te quedas. --ordenó el Alfa, siendo obedecido inmediatamente. Estando ya solo con el alto, continuó--: ¿Sabes que el vampiro necesita beber sangre para que su recuperación sea mucho más rápida y efectiva, verdad? Y bien sabes que si eres tú quien le da esa sangre, todo será mucho mej…

--¡No puedo dársela! ¡Es un jodido vampiro! --con un grito el alto lobo interrumpió a su Alfa, algo que se consideraría una falta grave si no fuera Imayoshi tan consciente de la situación.

--Sí, eso está claro. Tan claro como el hecho de que es tu pareja. --Imayoshi declaró con calma. No queriendo ser indulgente con el lobo en frente, que a sus ojos era tan sólo un cachorro. Murasakibara necesitaba entender y superar su odio por aquellos seres o perdería a su pareja, algo que con el tiempo, lamentaría profundamente.

El destino tenía sus maneras de hacer las cosas y cuestionarlo no tenía sentido.

--Eso no… eso no puede ser. Tiene que haber una equivocación. --el tono de Atsushi al responder era tembloroso, y aun cuando parecía que era debido a la ira, Imayoshi sabía que más allá de eso, había negación, había miedo.

--Sinceramente no sé cómo lo vayas a hacer, pero necesito que saques la cabeza de tu culo y lidies con lo que tienes en frente, Murasakibara. Si sigues con tu actitud, el vampiro morirá y lo lamentarás. --concluyó el Alfa, indicándole al pelimorado que saliera de la oficina. Ya todo estaba dicho.

Atsushi salió del lugar con miles de cosas en la cabeza, todas teniendo que ver con el vampiro en la habitación del segundo piso de la casa.

Hace unas horas en cuanto notó ese dulce aroma flotando en el hangar hacia su nariz, se sintió completo, feliz, porque ese aroma era el de su pareja, era el olor de la persona que el destino había hecho sólo para él y la sensación lo tenía a punto de aullar. Algo que cambió en cuento se acercó y notó que se trataba de un vampiro, ahí, detrás del más dulce y atrayente aroma que hubiera olido jamás, estaba el olor a chupasangre, a vampiro.

Y eso sencillamente no podía ser. No había manera.

Sin embargo, tomó todo de su ser el no caminar y acunar en sus brazos al pequeño hombre; tan malherido, tan inerte, con una palidez que hacía ver su piel grisácea, enferma.

Su mente se debatía en por qué el hombre estaba de esa manera en aquel lugar. Los vampiros no atacaban a los suyos, o eso creía, hasta ahora. Era evidente que los cuatro vampiros que mataron fueron los responsables de haber hecho aquello al hombre, pero no lo entendía.

Decidido a que no podía seguir dentro de la casa, emprendió camino hacia el bosque, necesitaba despejar su mente, pensar, y no había nada mejor que hacerlo, sintiendo la tierra bajo sus patas y el aire acariciar su pelaje mientras corría.

Sin embargo, parecía que aquello no podría ser, pues un gran alboroto se escuchó desde el segundo piso.

--¿Qué pasa? --Murasakibara preguntó al momento de llegar al lugar del altercado, notando que todo sucedía frente a la puerta de la habitación donde su… donde aquel hombre estaba.

--¡Lo quiere matar, imbécil! ¡Haz algo, joder! --Aomine gritó, pero Atsushi no caía en cuenta de lo que trataba de decirlo. No obstante, ver cómo Entre Aomine y Kagami trataban de detener a un muy enfurecido Hanamiya, le dio una idea.

Si había alguien que odiara tanto o más a los vampiros como él mismo, ese era Hanamiya Makoto.

--¡Lo voy a desgarrar, suéltenme imbéciles! ¡¿Cómo el Alfa permite en la casa a una escoria como esas?! --Hanamiya gritaba, casi llevándose por delante a los dos que trataban de detenerlo.

No es que Kagami y Aomine fueran débiles, era simplemente que se estaban conteniendo para no lastimar a uno de los suyos. Entendían a Makoto así como entendían a Atsushi, pero sinceramente con el lobo peleando como si su vida dependiera de ello, por irrumpir en la habitación decidido a matar al vampiro, se estaban viendo superados.

--Oh, mierda. ¡Murasakibara! --Kagami gritó llamando al alto en el momento en que el escurridizo lobo se les zafaba y mandaba la puerta al piso, ya no teniendo en frente nada que lo detuviera para usar sus garras en contra de un casi muerto vampiro.

 El cuerpo del pelimorado simplemente reaccionó, su instinto mostró la necesidad de proteger lo que era suyo y rugió en desacuerdo porque alguien más le pusiera una mano encima al vampiro. Su ropa se rasgó y se convirtió en lobo un par de segundos después de que Hanamiya hubiera cambiado. A pesar de su gran tamaño, Murasakibara era rápido y eso fue lo que le permitió alcanzar al otro lobo y evitar que de un zarpazo le quitara la poca vida que todavía tenía su pareja.

Su pareja…

Si hubiera tenido tiempo para sorprenderse por lo natural que ese pensamiento salió de su cabeza, hubiera entrado en pánico; sin embargo, ahora tenía que someter a quien quería a su pareja muerta, algo que no podía permitir… por muy confuso que le pareciera el pensamiento.

La pelea no se extendió demasiado, porque, aunque Murasakibara logró contener a Hanamiya, el aullido del Imayoshi los detuvo. Todos los lobos presentes agacharon la cabeza mostrando sus cuellos en señal de sumisión y respeto ante la figura de autoridad, obteniendo un bufido.

--Tú tienes algo que hacer. --el Alfa señaló hacia el hombre acostado en la cama, mientras señalaba al alto--. Y tú, estás en graves problemas, Hanamiya. --añadió, llevándose a este fuera del lugar.

Kagami y Aomine le dieron una mirada al alto mientras trataban de acomodar la puerta para darles privacidad en la habitación, alejándose del lugar cuando consiguieron medio colocarla.

Murasakibara por su parte, se quedó al lado de la cama viendo el cuerpo que allí descansaba. El vampiro estaba mal, su piel estaba casi transparentosa, los labios resecos y se veía muy demacrado, algo que no era para nada bueno. 

Sin pensarlo demasiado sus pies se movieron y terminó sentándose en la orilla de la cama, con una garra de su mano derecha rasgó su muñeca izquierda y sencillamente la llevó a la boca ajena.

--Bebe… --pidió al hombre inconsciente, pero no pasaba nada y se angustió-- Por favor, bebe… --susurró, untando el líquido carmesí que manaba de su muñeca en los labios ajenos, casi empujando la mano contra aquel desesperadamente.

Por un momento pensó en que ya era demasiado tarde, que había actuado demasiado tarde y sólo el quedo gemido de aquel en las sábanas evitó que su lobo aullara dolido por la pérdida.

--Está bien, bebe. Anda, bebe… --pidió nuevamente, dando toques con su muñeca en la boca ajena, algo que de hecho dio resultado porque a los pocos segundos un par de pálidas manos se aferraron a su brazo y de aquella boca se le clavaron un par de colmillos que con hambre empezaron a beber.

Se quedó mirando al pelirrojo que parecía no querer parar de beber, pero que con cada sorbo nuevo, se restablecía. Sus heridas empezaban a cerrar y su piel cenicienta lentamente comenzaba a tomar ese tono pálido nacarado propio de los vampiros.

Sin embargo, si aquel seguía bebiendo, se desmayaría, era demasiado.

--Es suficiente, detente. --ordenó, obteniendo como recompensa eso precisamente. El vampiro se detuvo y al momento de sacar sus colmillos y lamer la herida para cerrarla, alzó la cabeza para mostrarle los dos más increíbles ojos bicolor que había visto.

--Yo… Oh Dios, lo lamento mucho. --el pelirrojo, con los labios pintados de carmesí, retrocedió en la cama, asustado. Y decir que eso no hizo feliz a Murasakibara era decir poco, él no quería que su pareja le temiera, definitivamente no.

--Está bien, ¿Cómo te sientes? --Murasakibara cuestionó y sólo obtuvo un asentimiento del otro. Tomando aquello como que estaba bien, volvió a preguntar--: ¿Cómo es tu nombre?

--… A-Akashi Seijurou --contestó todavía algo asustado, pero Murasakibara podía decir que lo que veía ahora en esos dos hermosos ojos dorado-rubí, era anhelo. El vampiro también lo sabía, que eran pareja, que estaban destinados a estar juntos el resto de sus días y que no había nada que pudiera evitarlo, ni siquiera ellos mismos.

--Yo soy Murasakibara Atsushi, Akachin, y tú eres mío. --declaró, alegrándose de no sentir en su interior repulsión por dicha afirmación, sino todo lo contrario.

--Sí y tú… eres mío. --confirmó Akashi, omitiendo lo extraño que su nombre fue pronunciado por el otro, aunque le gustó. Por ahora, no pudo más que sonreír con clara felicidad al alto lobo, había encontrado a su pareja y no le importaba que fuera un lobo. Ya no estaría solo y no le importaba haber escapado de su aquelarre y casi morir por ello, porque ahora estaba aquí, con ese hermoso, enorme y muy desnudo lobo.

Quería decirle tantas cosas, quería que lo besara y lo reclamara, pero antes de poder decir alguna cosa, un bostezo lo interrumpió, demostrando que, aunque había bebido sangre -la más deliciosa sangre que hubiera probado nunca- y empezaba a sanar, todavía necesitaba descansar.

--Descansa, Akachin. Yo estaré aquí cuando despiertes, lo prometo. --Murasakibara hablaba en serio, y por ello sin reparo alguno, acomodó toda su desnuda figura al lado del más pequeño, envolviéndolo entre sus brazos y casi sonriendo tontamente por el sonrojo en las mejillas ajenas. Estar desnudo no era un problema y por el sonrojo en el pelirrojo, parecía que le gustaba lo que veía, encendiendo su orgullo.

Akashi se acomodó entre los brazos del gran lobo y pidió olvidar toda la vida que había tenido en su aquelarre, porque ahora tenía una por delante, una junto a su pareja.

A veces para abrir los ojos hay que estar cerca de perder lo que más quieres. A veces se es demasiado terco para ver más allá de las narices, y Murasakibara lamentaba mucho que hubiera tenido que esperar tantas horas hasta que un lobo de su manda atentara contra la vida de su pareja para darse cuenta que si no actuaba, lo perdería. Una perdida que para un cambiaforma sería letal, porque sin ese ser que era tu destino aún sin haberse reclamado, la vida no tendría sentido, siempre habría un vacío que nada ni nadie podría llenar.

Afortunadamente las segundas oportunidades existían. 

Notas finales:

Eso es todo, gracias por leer los que llegaron hasta aquí nwn


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