Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

[Reviews - 76]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Naruto no es mío

Notas del capitulo:

Espero que les guste este fic, estuve pensando en él por mucho tiempo.

No sé qué está pasando, sólo que es una maldita pesadilla y que no parece estar ni a punto de terminar. ¿Cuándo terminó el mundo? Eso quisiera saber. Quizás fue cuando desperté aquella mañana y no prendí el televisor para ver las noticias. ¿o fue cuando miré por la ventana y vi humo levantarse? No puedo recordarlo…

Quizás debería empezar por el principio, mi nombre es Hashirama Senju, voy en primer año de secundaria y… soy un sobreviviente del fin del mundo. En un principio yo no lo sabía, pero la vida que llevaba estaba a punto de acabar. Mi madre me despertó esa mañana, con su amable sonrisa de siempre. La quería mucho y adoraba que me despertara con ella siempre. Miré mi reloj, iba tarde. Sí, iba tarde. Me levanté a toda prisa y bajé en a la cocina, sólo para encontrarme con la misma escena de siempre. Itama en su silla alta, Kawarama en su corral, mi padre leyendo el periódico y Tobirama en su silla, comiendo el desayuno. Cogí una de las tostadas que había en mi plato.

“Hola” les saludé, recibiendo un gruñido de parte de mi padre y una movida de mano de parte de mi hermano. Besé la cabeza de cada uno, ignorando por completo a Butsuma… nunca nos habíamos llevado bien. “Ya me voy”

“Tráeme mejores notas, muchacho” gruñó como despedida, sin siquiera mirarme. Para él eso era lo más importante, que hagamos algo impresionante, que consiguiéramos las mejores notas o que entremos a una buena universidad para poder presumir de logros ajenos a falta de propios.

“Adiós” salí corriendo para no perder en el autobús. Las personas de adentro… apenas la conocía. Normalmente era un tipo bastante divertido, muy amiguero… pero en esa escuela no encajaba… o al menos yo pensaba así. Todavía no sabía lo mucho que iba a encajar ahí. En fin, a nadie le gustaba el payaso de la clase porque todos querían parecer serios, deseosos de ir a una universidad reputada. Al final del día a nadie le importaría las notas.

“Ni lo pienses, idiota” me dijo uno de mis compañeros, leyendo un libro con mucha dificultad. Curiosamente, era de botánica, la única clase en la que era el mejor y mis compañeros se dignaban a dirigirme la palabra. Incluso era un prácticamente entusiasta de la medicina naturista.

“Te ayudo con la tarea de botánica” este se lo pensó

“No hagas ruido” sacó su mochila y me dejó sentarme, poniendo el libro entre los dos. Rápidamente le expliqué todos los ejercicios, ganándome un pequeño reconocimiento por su parte y el derecho de sentarme a su costado. Finalmente pasamos a las clases… todas aburridas. Me era casi imposible concentrarme… hasta que miré por la maldita ventana. El humo se levantaba en la ciudad, en muchas partes de ella.

“Creo que hay un incendio” comenté, señalando por la ventana. El profesor se volvió hacia mí con la clara intención de regañarme por otra de mis estúpidas bromas, pero entonces él también notó el humo.

“Está muy lejos, no se preocupen. En el receso podrán llamar a casa, les devolveré sus celulares por la emergencia” señaló él, más antes de volver a su clase los altavoces de la escuela sonaron, señalando la alarma de evacuación. Suspirando, el maestro bajó su libro. Al parecer el problema era mayor del que en un principio había pensado. “Venga, vamos, clase. Recuerden las reglas de la evacuación.”

“Sí, señor” los chicos se levantaron, bajando a la cancha de deportes, donde se reunirían hasta que pasara la emergencia. Yo también estaba haciéndolo cuando noté al conserje tratando de alejar a una persona con un andar muy raro.

“¿Qué está pasando?” me preguntó alguien. Yo volteé y vi a un chico parado detrás de mí, observando con curiosidad el espectáculo. De repente el hombre extraño se abalanzó sobre el defensor y le mordió en el brazo. Sus gritos se escucharon por todas partes. El jovencito a mi costado se mordió el labio. “De regreso”

“¿Qué?”

“¡Al salón!” el pelinegro lo agarró del brazo y lo metió en el primer lugar donde pudo. Intentó cerrar la puerta, pero dos personas se colaron antes de que pudiera. Eran el compañero que me dejó sentarse con él y una chica. Finalmente la cerró, apartándose de ella. “¿Qué diablos hacen aquí?”

“Pues… ustedes vinieron y quise saber qué tramaban” respondió él, dejando su mochila en el suelo. Ella asintió, tratando de hacerse la valiente. “Tú eres Uchiha, ¿verdad? El vándalo de la clase primero C.”

“¿Uchiha? Jamás había escuchado sobre ti” yo estaba en primero B y no estaba en lo más mínimamente interesado en los rumores, así que no tenía por qué escuchar los chismes de las otras clases.

“Pues serías el primero” él se volteó, parecía dispuesto a darle una paliza, pero… el grito retumbó en nuestros oídos tanto como el pánico que le siguió asomamos por la ventana. Por todas partes los estudiantes huían, aplastándose unos a otros… los más lentos incluso eran aplastados en medio de las enardecidas masas. Y luego… luego eran… ¿de dónde habían salido esas personas tan raras? Mirábamos por la ventana completamente aterrorizados, viendo como ellos se abalanzaban sobre nuestros compañeros.

“¡¿Qué está pasando?!” preguntó ese chico, casi desmayándose mientras la chica a su costado se aferraba a él. Nuestro otro compañero repentinamente desapareció. Cuando volví a verlo estaba abriendo el armario de la limpieza, sacando palos y trapeadores de él. Me entregó uno. “Deberíamos ir con los maestros, ellos…”

“Están allá abajo, probablemente devorando la carne de sus alumnos” Uchiha siguió como si nada. “Y con el pánico lo más probable es que nos unamos a ellos pronto” me entregó una de las escobas. “¿Sabes cómo usar esto?”

“Más o menos, yo…” me relamí los labios, sin querer decir lo que seguía porque era algo así como un secreto. “Soy un samurái… o algo así” todos lo miraron sorprendido. “Mi… los Senju tienen raíces Aizu muy marcadas. El estilo samurái ha pasado de generación en…”

“Tranquilo, entiendo” partió la punta de su trapeador. “Los Uchiha vienen de Iga” Iga, ¿dónde lo había escuchado antes? Bueno, no importaba. “Yo también sé lo que es lidiar con una herencia familiar ancestral. Ahora…” se puso serio. “nuestra única chance de supervivencia es llegar al techo. ¿Quién está conmigo?”

“No… no sé de qué hablas…” el chico tembloroso seguía ahí, aferrándose a la ventana. “Lo que tenemos que hacer es ir donde los maestros, ellos sabrán…”

“Si quieres hacerlo, eres bienvenido. Nadie te está obligando a seguirnos” se preparó para salir. “Pero antes de que lo hagas, mira bien” el escándalo seguía mientras cada vez más alumnos se convertían en presas de esas cosas. Entre ellos estaban algunos maestros, lanzándose encima de sus propios estudiantes. “Ve a pedirles ayuda ahora”

“Creo… creo que ustedes dos serán de más ayuda, gracias” la muchacha que iba con él lo coreó. “¿Qué hacemos si…?”

“Primero llegamos al techo” ordenó el otro, apretando las manos alrededor del arma. “Si en el camino hay alguien que no esté herido, lo traemos con nosotros. Nos encerramos en el techo y…” de repente notó algo. Yo también me asomé y vi a algunas de esas cosas tratando de atrapar a unas palomas ruidosas. “Genial” vació una mochila silenciosamente, llenándola de celulares a continuación. “Nos vamos”

“¿Qué se supone que?”

“Voy a limpiarles el camino a algunos supervivientes” programó la alarma del teléfono y lo lanzó por la ventana lo más lejos que pudo. El estruendo sonó, atrayendo a todas las criaturas lejos del edifico. Lo noté y abrí la puerta casi con perfecta sincronización. Todos salimos corriendo por ella y pronto escuchamos pisadas. Eran más alumnos que se unían a nosotros, posiblemente rezagados de otras clases porque los maestros habían ido primero. De todas maneras éramos pocos. Uchiha no parecía preocuparse por los pocos heridos, pero yo no podía dejarlo así.

“¡Eh! ¡No sean idiotas!” los detuve a pesar de los peligros a los que me exponía. “Que los que están sanos ayuden a los heridos” me detuve para cargar a una chica que se me hacía conocida. Era Rina Lee, la campeona de atletismo de la escuela. “Vamos, te ayudo”

“¡Oye! ¡Tenemos que…!”

“¡Más de nosotros, menos de ellos! ¡Tenemos que apresurarnos!” salí corriendo. Los demás se miraron unos a otros un segundo antes de cargar a alguien y seguirme. El pelinegro suspiró y siguió, llevando la mochila. finalmente llegamos al techo, donde nos encerramos. “¡Venga! ¡Hay que poner algo contra la puerta!”

“No me des órdenes” se quejó Uchiha, pero de todas maneras me ayudó a poner un armario metálico contra la puerta. Nos quedamos sentados contra él, viendo a nuestros demás compañeros catatónicos de miedo, dejándose caer al piso y llorando como niños de cuna. “Me pregunto si estaría bien burlarme de ellos en estos momentos.”

“Por favor no lo hagas, no necesitamos más tensiones” suspiré, secándome el sudor de la nuca y la frente. Había corrido edificio arriba, sin duda había sudado. Paseé la vista. Éramos veinte supervivientes. “Uffff, espero que no tarden mucho en rescatarnos”

“No tengas tantas esperanzas” se levantó, caminado hacia el extremo del techo. “Mira” señaló el cielo. Por toda la ciudad se alzaban fuegos y nadie los apagaba. Peor. Podía ver más de esas cosas por las calles. “Es por todas partes”

“Demonios, esto parece una maldita película de terror” me asomé, viéndolo con temor. “Tengo que irme… debo ir por mi hermano. Y con mi familia, mi madre… primero por Tobi, él está solo y yo…”

“Qué coincidencia, yo también” me sonrió. “Aunque… si dejamos a estos idiotas aquí solos van a morirse” movió su palo, haciendo una pirueta. “No es que me importe, pero necesito un buen lugar a donde traer a Izuna después de rescatarlo” cogió la reja de metal que los separaba del vacío. “Supongo que no sabrás el camino más corto a la primaria Rod, ¿verdad?”

“Vaya, esto sí que es extraño, es el mismo lugar a donde tengo que ir” me crucé de brazos. “¿Podemos ir juntos? Sería mejor que ir por separado”

“Sí, claro” nos dirigimos a la puerta y la desbloqueamos. Los monstruos ya deberían haber estrado, pero no pensábamos en eso. Ahora que estoy más calmado pienso que era una completa estupidez, más en ese momento sólo pensaba en ayudar a mi hermano. Él estaba sólo y yo tenía que ir por él. Estábamos a punto de abrir la puerta cuando alguien nos detuvo. Era el mismo chico de antes. “¿Qué te pasa?”

“¿Qué diablos les pasa a ustedes? ¡Estamos en medio de un puto desastre y los único que pueden pelear se van a marchar!” el chico del autobús se plantó delante de nosotros. “¡Ustedes dos! ¡No pueden irse! ¡Su deber es mantenernos a salvo!”

“¿Desde cuándo?” el pelinegro se plantó muy seguro delante de él. “Nunca dijimos que los fuéramos a proteger, así que apártate del camino.”

“Escucha tú…”

“No, escúchame tú” lo tiró al piso, golpeándolo con el palo. “Aprende a protegerte a ti mismo y pelea, porque en este mundo nadie lo hará por ti” lo arrastró hasta el borde, enseñándole a la fuerza lo que estaba pasando ahí afuera. “¿Ves? Hazte fuerte rápido. En el mundo en el que vivimos ahora no vas a tener a nadie cuidándote la espalda” lo soltó. “¡Y todos ustedes también!” me agarró del brazo. “Vámonos”

“Pudiste haberlo…” me silenció, entrando en la primera aula que había. Encendió la computadora y tiró por la ventana los parlantes. Los monstruos comenzaron a apiñarse alrededor de la fuente de sonido. “Buen plan”

“Ser observador y utilizar cualquier cosa que tengamos a la mano es una de las primeras cosas que se aprende en el arte ninja” lo miré confundido. Entonces lo recordé, los ninjas eran enemigos de los samurái. Enemigos mortales. Y los ninjas venían de Iga. “La siguiente regla es el andar silencioso”

“Ustedes tenían fama de parecer fantasmas”

“Y ahora tú también lo parecerás” me dijo, abriendo la puerta con cuidado. Se puso un dedo en la boca. “Sólo pisa donde pise yo” avanzamos por los pasillos. Tenía que reconocérselo, el chico sabía cómo moverse sin hacer ningún ruido. Al final de nuestra travesía yo podía hacerlo tan bien como él, algo de lo que me alegré. “No lo haces nada mal”

“Eres un buen maestro” asomamos por la puerta. Habían muchos monstruos en el estacionamiento, no podía. Él se movió algo incómodo. Y yo sabía por qué, él estaba acostumbrado a usar armas de otro tipo, como lanzas rematadas con punta y katanas cortas. Podía saber cómo utilizar su ambiente, pero… “Ahora me toca a mí compartir un poco de mi conocimiento” agarré sus manos y las coloqué de manera diferente. “Para atacar a la cabeza se mueve así” se lo mostré. “Y así” volví a hacer el movimiento. “Normalmente se las cortaría, pero estos no tienen filo.”

“No… no es necesario” dijo resbalando las manos un poco. “Gracias”

“A la cuenta de tres corremos hacia el autobús. Trata de ser lo más rápido que puedas” asintió. Los echamos a correr por el aparcamiento, librándonos de los monstruos. Al parecer, él también aprendía rápido, porque lo hacía tan bien como yo con el estilo samurái. Hum… quizás todo este entrenamiento en artes marciales ayudaba. “Arriba”

“Llaves… llaves…” él buscaba por todo el tablero. Finalmente estas cayeron del techo y él puso el bus en marcha. Salimos disparados hacia la turba de zombies que se formaba al frente, que atropellamos. Nuestros neumáticos se macharon de sangre y tuve que agarrarme.

“¡¿Dónde diablos aprendiste a conducir?!” grité aterrado, tratando de no salir disparado por una de las ventanas.

“¡Mi padre me enseñó!” atropelló a otro grupo, dando vueltas en círculos. Noté que las puertas de la escuela todavía estaban abiertas, dándoles paso a más muertos. Mi amigo dio otro volantazo colocando el autobús justo en la puerta, bloqueando el acceso. “¡aunque todavía queda mucho por aprender!”

“Perfecto, has asegurado el lugar… pero ¿Cómo demonios vamos a salir ahora?”

“Hay otro medio” se bajó con cuidado por la puerta. Se trepó al muro, observando desde la altura la turba de monstruos que se formaba a nuestro alrededor mientras yo montaba guardia desde el interior. “De acuerdo, sube” lo hice. “Voy a crear un pasaje, prepárate para correr” asentí. “Nuestro objetivo es ese autobús de ahí” señalé. “Iba a haber un paseo hoy, todavía debe tener las llaves…” él tomó dos celulares y los lanzó en direcciones opuestas. Unos segundos después sonaban las alarmas, haciendo que los zombies las siguieran. “Ahora”

“Sí” los dos corrimos por la calle, esquivando de milagro muchas manos y bocas. Llegamos intactos a ese vehículo, subiéndonos a toda prisa. Las llaves estaban en el contacto. Mi compañero arrancó, yo revisé el bus. Me dejé caer completamente agotado cuando estuve seguro de que estábamos solos ahí. “Sabes… este es el día de escuela más duro de mi vida”

“El mío también” admitió él sonriendo. Yo le devolví el gesto, sintiéndome sumamente cómodo con él. “Sabes, esto es muy extraño. Cuando llegué esta mañana no tenía amigos, pero ahora… siento que por fin tengo uno” me carcajeé por lo bajo. “Vaya, sólo necesité un apocalipsis zombie para conseguirme un amigo.”

“Eso dímelo a mí, en comparación conmigo eres agradable” me acerqué, pero sus hombros se tensaron. “¿Harías el favor de no pararte detrás de mí? No lo soporto”

“Lo siento” me retiré. “Yo…”

“Eres Senju de la clase B, ¿no?”

“Sí, pero… creo que deberíamos llamarnos por nuestro primer nombre” él parecía confuso. “Es que… como somos amigos… supuse que…” me moví nervioso. “Soy Hashirama, encantado de conocerte”

“Mi nombre es Madara, un placer” me contestó sin apartar la vista de la carretera. Entonces algo pasó por su mente. “De camino a la primaria está el museo, ¿verdad?” asentí. “Podemos parar ahí un rato a conseguir armas”

“No lo sé, Tobi…”

“No podemos ayudarlos sin las armas adecuadas, los zombies nos matarían tratando de sacarlos” apreté los labios, tenía razón. “Voy a ponerme rumbo al museo, ¿Qué cosas vamos a necesitar de ahí?”

“Katanas, flechas, espadas, cualquier cosa filosa… comida y agua” me volví a sentar en una de las sillas. “No vamos a durar mucho si no conseguimos comida. Al menos tenemos que resistir hasta que nos rescaten”

“Como digas” él parecía escéptico, pero así es Madara. Siempre era tan observador que debí darme cuenta de que tenía razones para pensar que no iban a venir por nosotros. “Demonios, están por todos lados” siguió llevándose por delante a los monstruos. “Tendremos problemas para regresar.”

“Entonces será mejor que nos apresuremos” cada vez estábamos más cerca del edificio blanco que era el museo de la ciudad. ¿Por qué no a la estación de policía o a algún lugar donde tuvieran armas de fuego? Sencillo, ninguno sabía usar armas de fuego. Volviendo a la historia, tiramos más bombas sonoras para quitárnoslos de encima y bajamos del vehículo. Antes de que volvieran a entrar cerramos la puerta. “Bueno… ya estamos aquí”

“No te vayas a distraer ni por un minuto” hizo una seña para que caminara con él. En medio de eso un monstruo que parecía un adolescente de nuestra edad se abalanzó sobre nosotros. Intentó morder a mi amigo, pero yo no iba a permitirlo. Cogí un extintor cercano y le pegué en la cabeza con él lo más fuerte que pude, destrozándole la cabeza. El efecto fue instantáneo, el cadáver volvió a ser inerte. “…vaya, las películas tienen razón”

“Sí” le ofrecí una mano y él la aceptó, parándose. “Hay que permanecer unidos a partir de ahora, ¿de acuerdo?”

“Ahora y para siempre.”

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Reviews!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).