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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste el capítulo...

“Woow, esta tiene que ser una puta broma” buenos días, queridos lectores, este fue mi primer estelar pensamiento del día. En un principio, todo estuvo normal hasta que me encontré con lo que podía ser llamado mi peor pesadilla. Estábamos muy lejos de la escuela, rebuscando en sitios donde vendían artículos de construcción. Y tenía a la vista algo muy útil, un camión cargado con muchas cosas que necesitábamos. Lo mala… necesitaríamos muchas más y la tienda y el estacionamiento estaban llenos de ellos. “Te dije que tendríamos que traer los halcones”

“No lo creó así” Tobirama sacó de su mochila un par de juguetes. “Estaba reservando esto, pero creo que tendremos que usarlos ahora”

“Genial” dije, mientras veía a nuestros amigos avanzar dando tumbos hacia la salida. Tendríamos que bloquearlo cuando todos se hubieran ido. Mi hermano, a mi costado, observó el panorama por unos binoculares que sacó de una tienda de cacería. “¿Listos los encargados de la puerta?”

“Todo en orden”

“Bien… ahora” di la orden y saltaron, cerrando la reja en las narices de los muertos. Estos voltearon, tratando inmediatamente de volver a por nosotros, más el metal era fuerte. “Espadas afuera, amigos. Nadie sabe dónde puede estar escondido uno” me obedecieron, poniéndose en sus escuadrones. “De acuerdo… deben haber más camiones en alguna parte, hay que coger todos los suministros que podamos y salir de aquí… lo que quiere decir todo.”

“Aniya, ya entendieron” entre muchos comenzaron a meter los distintos materiales en los vehículos. Yo tenía razón, habían más de esos, sólo que no cargados. Me encontré con un par de muertos en mi recorrido por el establecimiento, salvando por poco a Hideyori de uno.

“¡Dios!” el gemelo menor se llevó la mano al pecho cuando vio el cuerpo caer. Antes debía haber sido un encargado del lugar, incluso tenía un casco de protección. “Gracias, Hashirama-sama. No sé si me habría dado cuenta a tiempo.”

“Encantado de ayudar” limpié mi arma en el cuerpo. “Terminemos rápido, conozco a Madara y de seguro su equipo ya ha terminado de asegurar la terminal de autobuses. Tendrán en bloqueo listo en poco tiempo.”

“Entonces… ¿usaremos los camiones para aplastar a muertos que queden dentro?”

“Aún así no es recomendable que permanezcamos mucho tiempo fuera, hay demasiados de ellos aquí” observé las cosas a mi alrededor. No íbamos a terminar a tiempo, tendríamos que volver. Demonios. “¿Tobirama?” mi otouto se me acercó. “¿Tenemos suficiente para construir al menos una parte de la muralla de acuerdo a tu diseño?”

“Unas cuantas paredes” se rascó la cabeza. “Lo que realmente me preocupa es la puerta, tendrá que ser de acero reforzado o algún material así que nos permita salir y entrar… también tendremos que acondicionar algunas habitaciones del piso de arriba de los edificios para que puedan hacer de puestos de vigilancia…” un sonido nos puso alerta. “¿Sabes qué? Podemos terminar con esto ahora. Tenemos meses para conseguir cerrar el perímetro.”

“No dirás eso cuando empiece a llover” le recordé, moviéndome rápidamente. Entramos en los camiones y salimos pitando del lugar. Cerca de casa saqué un brazo por una apertura en el techo y disparé una bengala. Las habíamos encontrado milagrosamente en el campo, eran muy útiles. “Aunque ha sido un día muy productivo.”

“Lo será si podemos terminar de construir al menos una de las murallas a tiempo” suspiró Tobirama, recostándose contra el respaldar. “Creo que podremos… podremos hacer algo con las cosas que extraeremos de la ciudad. No nos quedará tan bien como la de la escuela, pero…”

“Basta, tu diseño es impresionante, eres un genio” le froté la cabeza. Por fin pasamos el último distrito y comenzaron a aparecer buses entre los edificios, cerrándoles el paso a los muertos. Estos se golpearon contra el auto, pero no lograron moverlo por estar atascado entre dos edificios. “Genial” Madara saludó desde uno de ellos, haciendo una seña. Yo le devolví el gesto con gusto. “Te dije que íbamos a encontrar suficientes”

“Es un milagro que hubiera tantos en el terminal” respiré hondo. El coche estaba desacelerando, lentamente pasando encima de los cuerpos putrefactos que quedaban en nuestro pequeño perímetro. Ya casi anochecía, era increíble que hubiéramos pasado tanto tiempo en la expedición. Me bajé cuando dimos cinco vueltas completas, intentando no resbalar con la sangre en el piso. “¿Están todos bien?”

“¿Tú qué crees? Detesto que mis hombres caigan en batalla” me respondió mi novio, aunque estaba de buen humor. Si no ya habría querido sacarme los dientes de un puñetazo. “Hay que volver a la escuela. La dispersión será un poco más grande hoy.”

“¿Crees que quede alguno?”

“No estaremos seguros hasta que revisemos hasta el último rincón de esta maldita zona. Prepárate para la noche, la vigilancia estará difícil” vio a los chicos descargando los camiones. “¿Van a empezar ahora mismo?”

“Tenemos que aprovechar el resto del día, darles algo de ayuda a esos autobuses” Tobirama sacó un libro se construcción. “Hay mucho por hacer antes de que el clima lo arruine todo” un muerto comenzó a arrastrarse por el suelo hacia él. “Aunque primero hay que limpiar.”

“Pues sí” sacamos las espadas. Tras el camión quedaban pocas de esas cosas, así que destrozarles el cráneo no fue ningún problema. Nos retiramos dentro de la escuela tan pronto como el sol bajó, recibiendo de parte de Namikaze-sensei un tazón de udon y un vaso de leche por cena. “Me encantaría tener algo más de comer”

“Supongo que eso se puede remediar” la maestra se nos acercó, con su pequeño a sus pies, trayendo una bandeja de panes. “He pensado hacer ramen mañana ¿les apetece?”

“¿Qué la sal no era escasa?”

“Hace poco nos topamos con algunas piezas y utilizarla en sopa me parece algo normal” ella se pasó una mano por la cabellera. “Van a necesitar algo rico para comer si van a pasar el día construyendo esa barricada.”

“Más bien cuidando a los que la construyen” respondí, hundiéndole el diente al udon. Podía decir cualquier cosa acerca de la comida, pero era una de las mejores cosas de este lugar. Pensé en decirle a Madara para subir al techo y disfrutar del riego, más vi gruesos goterones cayendo. “Miren, ya está aquí la primera lluvia de invierno”

“Sí… la primera” me tendió la mano, observándola.

“Es bonita” luego recordé algo “Aunque ahora no podremos ir allá arriba”

“¿Quién dice que no?” se levantó, arrastrándome con él. Salimos al patio donde estaban las hierbas medicinales, empapándonos. Él comenzó a moverse extrañamente como… “Adoro bailar” eso ya lo sabía. “¿Bailas conmigo?”

“Claro… aunque no te prometo que lo haga bien” nos movimos debajo del agua, que llenaba todos los contenedores y otras cosas que había en ese tejado. Hummm, al parecer mañana sería día de baño para los todos. Ya era hora. Pero en ese momento no me importaba, yo sólo lo seguía a él… bebiendo cada imagen sensual… disfrutando de cómo su ropa mojada delineaba su cuerpo… y él del mío. “Dios, eres tan…”

“¿Hermoso? ¿Sensual? Lo sé” se rio, dando una vuelta para que pudiera apreciarlo todo. Los dos estábamos calientes a pesar del clima y sonrojados, resoplando. “Y tú muy afortunado”

“A veces pienso que demasiado” lo besé, poniendo mis manos encima de sus hombros. Él me correspondió, dándome pase al interior de su boca. Nos enfrascamos demasiado en lo que estábamos haciendo, ninguno pensó en parar. Mis manos recorrieron sus hombros, deslizando su ropa, palpando cada vez más zonas de piel. Me encontré empujándolo un poco. Él me siguió la corriente, quedando los dos en el piso. Toqué sus muslos, sus piernas… sus brazos se enroscaron alrededor de mi cuello… y algo más despertaba en mis pantalones…

“Espera” me detuvo cuando nos separamos por aire. “No hay… no hay que precipitarnos” levanté una ceja. Ya era un poco tarde, ¿no? Ambos estábamos bastante… despiertos. Detenernos ahora nos dejaría con un grave problema con el que lidiar. “Tranquilo, yo… me encargaré de eso… si… también te encargas del mío, sólo que… no hay que ir hasta el final”

“Su… supongo que sí” me aparté un poco, buscando refugio debajo de los techos de madera. Con la cara más vergonzosa que podía imaginar, Madara desabrochó mis pantalones torpemente y metió su mano. Traté de reprimir un gemido cuando comenzó a frotar mi erección, desviando la mirada. Genial, mi primera experiencia sexual y resultaba ser la paja más vergonzosa del mundo. “Ummmm… ahhhh” entonces se me ocurrió algo. “Sigue”

“¿Qué… qué haces?” preguntó, haciendo que su voz escalara unos tonos cuando metí mis manos en sus pantalones, frotando su erección. Se encogió un poco, estremeciéndose.}

“Nos… nos encargaríamos el uno del otro, ¿no?” continué con lo que hacía. “Tranquilo, terminará pronto.”

“Es… espera” pero no. Los dos nos dimos… nos hicimos… ya he escrito demasiado, sólo voy a decir que fue lo más incómodo del mundo (“¿Eso crees?” dijeron los dos lectores en voz baja). Al volver a nuestros cuartos no podíamos mirarnos el uno al otro. Demonios, que horrible situación.

“Que… que duermas bien”

“Igualmente” cerró la puerta. Me eché en la cama pensando en lo que había hecho. Nos habíamos precipitado completamente por las estúpidas hormonas adolescente que nos recorrían, incitándonos a hacer lo que dijimos que no íbamos a hacer… pero estuvo bien. Para una primera experiencia sexual que no llegó a mayores, estuvo más que bien. O al menos fue así como me sentí yo.

“Aniya, tenemos que repasar un par de cosas más para mañana” Tobirama, tan lindo como siempre, me sacó de mi ensimismamiento. Me quedé con él leyendo sus planos hasta bien entrada la noche, tratando de prestar atención mientras recordaba cómo se sentía tener el cuerpo de mi… creo que nadie necesita saber esto. A veces olvido que este diario no es tan privado, perdonen, mejor continuaré con…

(“Teme, ¿podría saltarme un par de meses? Lo único que hay en casi todo el invierno es un montón de reportes de cómo se construyó la primera barricada alrededor de la aldea ttebayo” Naruto pasó las páginas con desinterés

“¿El monumento Hokage?” Sasuke se apartó de uno de los autos, terminando de revisar el mecanismo interior y consultando un viejo manual mecánico que se encontró por ahí. “Sólo sigue, usuratonkachi, que yo estoy haciendo algo de provecho” destapó algo. “No sé cómo vamos a conseguir lo necesario para el viaje”

“Encontré unas cuantas botellas del extraño líquido verde que va en una parte y unas cuantas de combustible en la parte de atrás de la oficina que nuestros antepasados no lograron hallar”

“¿Qué has…?” paró en ese momento. “Dobe, ¿exactamente cuanta suerte tienes?”

“No sé, sigo vivo después de todo lo que he hecho, así que… mucha” el Uchiha se le quedó mirando como si fuera una especie de duendecillo mágico bailarín. “Mejor continúa con la lectura antes de que me pidas una moneda de la suerte o algo así.”)

“Parece que ya hemos terminado con esto” Tobirama miraba con orgullo su barricada, que aunque artesanal, retenía a los muertos dentro de su zona. Debo admitirlo, era muy bueno. Ya estaba asomando la primavera y los nuestros salían de la escuela, todavía armados, pero mucho más tranquilos. Llevaban carretillas artesanales, dos jaladas por caballos. Habían estado retirando maleza y troncos de árboles todo el invierno… bueno, al menos algunos. En el parque encontramos algunos árboles de mora, así que teníamos mermelada de mora para desayunar ahora. “¿Creen que podamos producir suficiente comida con los dos parques?”

“No” contesté. “He repartido algunas tareas” le señalé. “Dejaré a Madara a cargo de las expediciones, a ti del reforzamiento de la muralla y yo estaré comandando a los guerreros por si algo sale mal.” Él me miró mal. “No te quejes, Madara es fabuloso como líder de misiones, todos hacen lo que les ordena.”

“Porque los asusta”

“Ya basta” lo callé. “Vamos a hacer esto bien, ¿sí? Tú te encargas de todo el perímetro, él de los que salen” paseé la vista alrededor. “Mira, la mayoría aquí no es lo suficientemente bueno peleando para durar si se nos viene encima una horda. Los que sí podemos somos los encargados de protegerlos. ¿Puedes hacerlo?”

“Sí”

“Muy bien” él se volteó y comenzó a gritar los nombres de los otros que había puesto en el equipo de seguridad del perímetro. Iban a estar muy ocupados, el anillo de zombies alrededor de nosotros cada vez se hacía más notorio. Teníamos que sacarlo si esos camiones iban a atravesar la puerta. “¿Inori-chan?”

“¿Sí, Hashirama-sama?” ella estaba vigilando los campos con su katana. Fue la que les enseñó a cultivar, así que aparte de ser guerrera también supervisaba ese sector.

“¿Qué tal va la producción?”

“Irá mejor que el año anterior, eso puedo asegurárselo… bueno, casi” miró la calle, que algunas personas estaban ayudando a sacar. “No podemos predecir una buena cosecha… y la tierra debajo del asfalto no parece ser la mejor del mundo”

“Tenemos suficiente con estar vivos… por ahora” seguí pasando revisión a la cosecha. Muchos usaban ropa todavía abrigada mientras araban la tierra. Era un parque mediano, con lo de la escuela produciría suficiente comida para unos meses. “Que sigan trabajando en eso, no sabemos cuánto van a traer las expediciones.”

“Se lo aseguro, no dejaré que nadie pase hambre” señaló las casas. “En los jardines estamos creando establos para el ganado. La vaca que trajiste ya ha dejado de producir leche, tenemos que… aunque hay cosas más importantes que conseguir” se movió incómoda. “La ropa ya se está poniendo un poco…”

“Lo sé” mi propia ropa había sido remendada miles de veces. “No sé si podemos conseguir un rebaño grande… pero lo pondré en la lista de cosas a conseguir. Y si no podemos mantenerlas a todas, algunas serán carne.”

“¿Sabes cómo hilar la lana?”

“Sé quién sabe” moví la cabeza hacia el punto de vigilancia donde los Hyuuga, que gracias a su increíble vista eran los mejores vigías de la comunidad, observaban el anillo. Esos dos se las habían arreglado para tener las mejores cosas, incluso podían permitirse no comer lo mismo que todos de vez en cuando. Me dirigí a la escuela, donde estaban planeando la excursión. Quería acompañarlos, pero si Tobirama estaba ocupado y Madara también, sólo quedaba él para cuidar del fuerte… bueno, con un poco de ayuda de Yue. “¿Ya está todo preparado?”

“Sí” me respondió mi amigo, despachando a su equipo. “No será un viaje largo, el siguiente quizás si. La tecnología de refrigeración para conservar la fruta está fuera de alcance, aunque quizás traigamos animales para que…”

“Tranquilízate un poco” le di un beso. “Vas a ir a ese sitio tan peligroso sin mí para que te cuide la espalda. Deberíamos pasar estos últimos momentos juntos diciéndonos cuanto nos amamos.”

“Ummmm” rehuyó mi mirada un poco, pero me acompañó a un lugar privado. Nos sentamos el uno al lado del otro, charlando un rato calmadamente. “Hummmm, podrías… ¿acercarte un poco más?”

“¿Acercarme?” se sonrojó profundamente.

“Es que… como tú dijiste… podrían ser nuestros últimos momentos juntos… al menos estas dos semanas… y… bueno… creo que ya estoy listo para… ehhhh…” se frotó los brazos. “Podríamos tener… acercarnos un poco más… tener… algo…”

“¿Quieres tener sexo?” finalmente lo capté. Él asintió, prácticamente dejándome ver el humo saliendo de sus orejas. Sonreí. Había estado esperando ese momento por mucho tiempo y tenía mucha frustración acumulada… además de hormonas. No voy a poner por escrito lo que sucedió, pero… fue lo mejor del mundo.

-Lo que realmente pasó (off diary)-

“Madara… ahhhh” Hashirama besó el cuello de su novio después de prácticamente haberse arrojado encima de él. El Uchiha se sonrojó aún más.

“Cálmate un poco… ummm” las manos de un desesperado Senju se habían colado debajo de su playera, masajeando sus pezones. Comenzó a gemir suavemente, sintiendo cómo una parte de su anatomía despertaba. Su novio levantó aún más la prenda, pasando de su cuello a los pezones, desesperado por más. “Ahhhh” la lengua pasando sobre ellos se sentía tan bien. “Y… y yo que pensé que con lo que pasó en el tejado te habías calmado”

“¿Sólo con eso? No era nada” siguió estimulando esos botoncitos hipersensibles mientras que sus manos estaban ocupadas con el botón de sus pantalones. Madara no podía contenerse, a pesar de lo vergonzosos que eran los sonidos que estaba haciendo. Demonios, cuanto quería detenerlos… entonces el otro agarró su erección y estos subieron de tono.

“¡Ahhhhhh!” su visión se volvió borrosa, mucho… levantó una mano con la intención de morderla, pero el otro la agarró. “Basta… alguien… alguien puede escuchar… nos” la otra mano en su miembro no se detenía, haciéndolo retorcerse. “No… detente…”

“¿No quieres que te toque así? Bien” lo soltó. El pelinegro tuvo un mal presentimiento.

“¿Qué… qué haces?” entonces Hashirama pasó su lengua por su endurecido miembro, haciéndolo ver estrellas. “¡Ya basta! ¡Eso no!”

“Shhhh, alguien podría escucharnos” le recordó el moreno antes de volver a lamer su erección, abriéndole las piernas. Tras unos cuantos lengüetazos, metió la punta en su boca. Siguió pasando su lengua mientras succionaba suavemente, arrancándole suspiros. Madara no era tan experto, así que terminó viniéndose poco después de haber entrado del todo en su boca. “Creo que es hora de hacer algo más” le puso tres dedos frente a la boca. “Lámelos”

“Ahhhh…” el Uchiha abrió la boca y lo hizo, dejándolos bien lubricados. Cuando hubo terminado, Hashirama los retiró y los llevó a su entrada. Poco a poco comenzó a meter uno, seguido de otro… “¡AHHHHH!!” gritó al impactar los dedos con otra cosa. “Ummmm… ya…”

“Tranquilo, pronto” el Senju se quitó sus dedos y bajó sus pantalones, descubriendo su muy excitado miembro. “Respira hondo” metió la punta, haciendo al otro gritar de dolor. Siguió entrando, tratando de no venirse al sentir ese estrecho pasaje apretando su miembro. Finalmente estuvo dentro, resoplando en su cuello. “Esto es…”

“Más incómodo de lo que creí” Madara puso sus manos a su alrededor. “Muévete” el otro obedeció, buscando un punto que… “¡AHHHHHH!”

“Sí… gime para mí, bebé… gime para mí… ahhh”

“Ahhhhh… Hashi… Hashi…” ahora Madara movía las caderas para encontrarse con los embistes de él, mientras sus uñas se clavaban en su espalda. Los gemidos escalaron, llegando a volúmenes que no creían que fuera posible alcanzar. Los dos estaban en cielo, volando de placer. “¡AHHHHHH! ¡HASHIRAMA!”

“Sigue así… yo…” el Senju se empujaba cada vez más adentro, disfrutando de la estrechez y de los gemidos. Finalmente el pelinegro no pudo más y se vino con un alarido de placer. Tras unas cuantas embestidas más, el Senju siguió su ejemplo. Ambos resoplaron mientras bajaban de sus orgasmos. “No importa lo que pase” susurró Hashirama al oído de su novio. “Regresa a mí”

Notas finales:

¿Qué tal les pareció? Review!!!


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