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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste este capítulo, introduce a algunos de los personajes que tanto les han gustado...

Mi estimado diario, sé que te he tenido ligeramente olvidado, pero no ha sido culpa mía. ¡Exacto, no ha sido mi culpa! ¡Es de Sakuya! He estado tan cansado por los llantos de ese niño que ni siquiera he podido escribir, sólo caer dormido sobre mi precario escritorio. Bueno, el caso es que en el décimo séptimo cumpleaños de Tobirama el niño finalmente consiguió entender lo que era dormir toda la noche. Izuna había cumplido años nueve días antes, por lo que los festejamos a los dos el mismo día. Fue una buena idea.

“¿Has pensado en lo que le vas a regalar?” le pregunté a mi hermano, por una vez descansado. Ese día había dormido hasta muy tarde, sólo despertándome cuando Seiya salió de su camita y comenzó a frotar mi cara con sus crayones. Fue en ese momento que me di cuenta de que esas infinitas noches de llanto habían terminado.

“Creo que… saldré a buscarlo más tarde, cuando los chicos estén afuera” silbé, recordando que a media tarde habría un ejercicio de prácticas fuera de las murallas para los jóvenes. El objetivo esta vez era recolectar materiales de construcción, para la segunda muralla que planeábamos hacer en algunos años. Por eso irían un poco más lejos de lo habitual.

“¿De verdad quieres hacerte cargo de algo como esto en tu cumpleaños?” le pregunté con preocupación. No era la forma más sana de pasar su día especial. “Si quieres puedo asignar a alguien más para…”

“Deja de hablar y cómete tu tarta” dijo con un tono mandón. Comimos en silencio un rato antes de que él suspirara, soltando su cuchara. “Escucha, soy el más calificado para hacerlo… y voy a tener a Izuna a mi lado todo el tiempo. No va a pasar nada.”

“Es que… me parece que deberías pasar tu cumpleaños haciendo otras cosas… divirtiéndote un poco” voltee un poco. “Sólo trabajas y trabajas… te estás convirtiendo en un adicto al trabajo, como le pasó a papá” él abrió la boca. “Ni te atrevas a negarlo, siempre estás vigilando esas puertas o dando órdenes… tienes que relajarte, eres demasiado joven para…”

“Escucha, tenemos que sobrevivir. Esta es mi manera de hacerlo, asegurarme de conseguir que todos los que amo sigan vivos. Y sólo se puede hacer de esta manera” señaló, poniéndose firme. “No podría sobrevivir si me faltara alguno de ustedes.”

“Entiendo” susurré, tratando de no sonar decepcionado. Tomé otro bocado de pastel sin mucho apetito. “¿Has pensado en lo que vas a hacer?” me miró confundido. “En el ejercicio, digo. No hay muchos materiales de construcción aquí cerca. Tendrán que ir muy lejos y los chicos aún están verdes.”

“Tienen que experimentar lo que es una verdadera misión” respondió con dureza. “Además los más verdes se quedarán cerca de la muralla con tutores buscando hojalata para hacer reparaciones en las puertas”  

“¿Seguro que va a estar todo bien?”

“Pues claro, está fríamente calculado” contestó Tobirama, comiendo rápidamente. Unas horas después estábamos los dos tomando nuestras katanas y yendo al muro, donde ya se había congregado mucha gente para observar el entrenamiento. Madara se despidió de Izuna a mi costado, sosteniendo a un impaciente Seiya en sus brazos. El niño se revolvía, ansioso por mirar mejor. “¿Por qué diablos lo trajiste?”

“Es que… se calma cuando está cerca de ellos” lo abrazó protectoramente. “Lo sé, es una locura, pero… es cierto. Nació en medio de ellos y sus gemidos lo calman.”

“Genial” mi hermanito rodó los ojos, bajándose de la muralla. Una vez sus pies tocaron el suelo se le afiló la mirada, llamando a los demás jefes de grupo. “Muy bien, esto es un ejercicio de vida real. Hemos hecho la dispersión recientemente para evitar que ninguno de nuestros hombres entre en contacto con uno de ellos, pero todavía es muy posible que se dé un encuentro. Hagan todo lo posible porque no sea fatal. Retírense a la barrera si ven problemas, aún si no han conseguido los materiales necesarios.”

“Sí, señor” se oyó la respuesta general. Tobirama se metió dentro del vehículo preparado para la misión, dejando a los más pequeños recogiendo metal. Observé con curiosidad cómo se alejaban, sentándome ahí para poder verlo regresar… entonces, unas dos horas después, vi a alguien acercarse a toda velocidad tenía una bandera roja encima.

“Que suban… ¡háganlos subir ya!” ordené a voz de cuello, observando la cantidad de cadáveres que se acercaban detrás del camión. Rápidamente se soltaron las escaleras de emergencia para dejar entrar a todos los que estaban afuera, los niños primero y los adultos después. Finalmente las levantaron, los pequeños sollozando del otro lado de la barrera, donde no pudieran ver. Las puertas exteriores se abrieron en ese momento, dejando entrar a los autos. Las flechas se prepararon. “Son demasiados… ¡Atentos!”

“Llévalo al refugio” Madara le entregó a nuestro bebé a uno de los niños, que rápidamente se escondió en uno de los agujeros en el suelo. Las banderas rojas se alzaron, señal de que debían esconderse. Y los guerreros avanzar. Desenvainé, preocupado por mi hermano. Él estaba dentro de uno de esos camiones. A mi costado, mi esposo estaba igual. “Debimos idear otro sistema de puertas”

“Lo tendré en cuenta cuando hagamos la segundo muralla” bromeé antes de escuchar el chirrido de las puertas de metal cediendo por la presión. “Si los dos salimos vivos de esto te llevaré al mar a toda costa.”

“Ohhh, me gusta” sonrió antes de que otro chirrido señalara más problemas. “El maldito mecanismo de la puerta exterior se atascó.”

“Pues más vale que piensen en algo o todos moriremos” señalé, mostrando los dientes. Vestíamos nuestras armaduras… suerte que las habíamos hecho parte del protocolo para las situaciones de mundo real. La puerta finalmente cedió, dejando entrar montones de putrefactos cuerpos hambrientos a nuestro hogar. Me abalancé sobre el primero, partiéndole la cabeza, muchos hicieron lo mismo, moviéndose a un ritmo desquiciado, partiendo cráneos y esparciendo materia gris por el suelo.

“¡NOOOOOOOOOOO! ¡NOOOOOOOOOOO!” los gritos de una chica a mi costado me sacaron de concentración. La habían atacado al menos cinco de esas cosas y ahora le estaban clavando los dientes, uno en pleno rostro desprotegido. Su casco había desaparecido, quizás una de esas cosas se lo arrebató. Me moví instintivamente hacia ella, aún sabiendo que estaba condenada…

“¡No te distraigas!” me gritó Madara, dando un mandoble y salvándome de uno que se me acercaba por detrás. “Por amor de Dios, concéntrate” ambos nos pusimos espalda con espalda antes de reanudar la pelea, cubriéndonos los puntos ciegos. “No queremos más casualidades”

“Yo…”

“Los arqueros se encargarán de sacarla de su miseria” me recordó justo cuando una flecha pasó rosándome, sólo para clavarse en la frente de la desdichada guerrera. “Hay que seguir, la puerta sigue abierta.”

“¿Aún no solucionan el problema?” me abstuve de morder mi labio por poco. Seguimos en el combate por lo que parecía horas, cubriéndonos… hasta que alguien tuvo la brillante idea de cortar las cadenas que sostenían la puerta, sellándola de una buena vez. Y eso que debía llevarles un buen tiempo que el metal cediera. “¡Está sellada! ¡Maten a los que quedan!”

“¡A la carga! ¡A por ellos!” los gritos a mi alrededor no se hicieron esperar. Con la cubierta de los arqueros, nuestro pequeño ejército artesanal derrotó a los que quedaban, pudiendo contener la infección justo frente a la puerta. No sin bajas, claro. Los que se habían quedado dentro del camión tampoco estaban libres de duda. Cualquiera de ellos podía tener una mordida…

“¡Revisión! ¡Ahora!” grité con voz de comando. Todos a mi alrededor obedecieron, temerosos de desencadenar un brote que acabara con nuestra comunidad. Nos dividimos en grupos por sexo y nos desnudamos. Nos pusimos en fila, esperando a ser inspeccionados por uno de los oficiales que no participaron directamente en la batalla. Suspiré al acabar con el suplicio, colocándome bien la armadura. No me la quitaría el resto del día. “¿Cuántas bajas?”

“Veinte” respondió Yue, frunciendo el ceño. “Siete más si los heridos son confirmados como infectados” respiró hondo. “Los de dentro del camión están bien, por cierto. No pudieron salir por la marea de muertos.”

“Mejor, esos niños no hubieran soportado la pelea” subí a la muralla por una de las escaleras, observando el anillo que se formaba alrededor de nuestra casa. No podíamos eliminarlos a todos. “Bien, esperaremos hasta mañana para determinar si alguno de los heridos es foco infeccioso. Utilicen sonajas para atraer a alguno si queda. Mañana en la mañana dispersen”

“Como ordene” me respondió uno de los capitanes, bajando para iniciar con el trabajo. Yo también lo hice. Algunas personas ya empezaban a hacer piras con los cuerpos de los zombies. El hedor era insoportable, pero las hogueras daban calor para la larga noche que tendríamos que pasar en alerta. Fui a decirle a mi hermano… y en ese momento me di cuenta de que no estaba entre los del camión.

“¿Dónde está Tobirama?” pregunté con el corazón en un puño. A mi costado, Madara buscaba desesperadamente a Izuna. Maldición, ninguno de los estaba. Teníamos que ir a buscarlos…

“Piensa primero en lo que vas a hacer” mi amigo Hatake debió presentir algo, porque evitó que tomara una decisión precipitada. “Tienes dos hijos que debes cuidar y salir de noche es demasiado peligroso. ¿quieres que queden huérfanos?” negué con la cabeza, calmándome. “Tobirama es un chico fuerte, estará bien”

“Lo… lo sé” traté de respirar hondo. Agarré a la primera persona que pasó cerca de mí. “¿Qué diablos pasó? ¿Por qué mi hermano no está ahí dentro?”

“Yo…” el adolescente casi se hizo en los pantalones. “No… no… yo… Izuna-sama y él… se alejaron por uno de los muros… despistaron a esas cosas… fue lo único que vi… aparte de eso yo no…”

“Mierda” dejé escapar. “Mañana saldrá una partida de búsqueda. A primera hora. ¿me entienden?”

“Sí” me alejé un poco para agarrar a mi esposo y evitar que él escapara de la zona segura en medio de la noche. Lo abracé, soportando sus abusos hasta que se calmó. Nuestros muertos estaban separados, listos para ser enterrados.

“No te preocupes… los vamos a encontrar” le susurré, angustiado. Besé su cabeza antes de dejarlo ir. “Ve con los niños, necesitan al menos a uno de nosotros ahí”

“Yo… quiero quedarme contigo… tienes que…”

“Shhhh, ellos te necesitan, ve” le señalé, llevándolo hasta la seguridad de la escuela con la tenue luz del ocaso. “Te alcanzaré a Seiya en seguida, ¿sí?” él asintió. “Date un baño, acuesta a Sakuya… vuelvo en un momento, ¿está bien?”

“S… sí” me respondió tembloroso. Asentí, tratando de darle ánimos. Me volví hacia el lugar del desastre. Con antorchas, Seimei intentaba descubrir qué había ido mal con el mecanismo de entrada. Yue ayudaba con la quema, añadiendo ramas secas para que ardiera mejor. Los niños salían de los escondites, siendo escoltados a lo que quedaba de la escuela. Qué cosas digo, ya no se la puede llamar así.

“¡Seiya!” me acerqué a mi hijo, que estaba en brazos de otra persona. Lo abracé fuertemente, inhalando su olor. Lo llevé a donde los demás, llevándolo a mi cuarto rápidamente.

“¡Gracias a Dios!” Madara lo recibió encantado. Sonreí, esa escena hacía que sobrevivir a los horrores de ese día valiera la pena. Me levanté, no podía quedarme. Mi lugar en ese momento era afuera, con los otros. “Espera…” me di la vuelta para ver que Madara se había levantado. “Voy contigo”

“Ya te…”

“Mi lugar… también está afuera con mis hombres” se levantó. “Quisiera que estuviera aquí, pero sé dónde debo estar” cogió su katana. “Los llevaré con los demás, luego… los veremos al amanecer” me aparté de la puerta, sabiendo que estaba en lo cierto. Salimos de ahí, dispuestos a cumplir con nuestro deber. “Mañana en la mañana… cuando regresemos con ellos… prepararemos un pastel nuevo para festejar el cumpleaños…”

“Sí, sí… lo haremos” le aseguré. Nos quedamos toda la noche en vela, viendo cómo se consumían los muertos. Por un minuto me paré a preguntar cómo sus vidas podrían haber terminado de esta manera, convertidos en unos muertos vivientes que vagaban por la tierra. Al menos… me alegraba haberles podido dar paz. Las luces del alba finalmente llegaron, sorprendiéndonos todavía en la limpieza. “Ve… a hacer las…”

“Dispersiones… sí… los halcones” todavía no estábamos pensando bien por la angustia, pero debíamos mantenernos en movimiento. Soltó a las aves, que tenían algo atado a las patas. Los monstruos se vieron atraídos por el sonido que venía de ellas. Madara bajó rápidamente después de eso. “Ya está… yo…”

“Hay que preparar todo” le dije, tratando de calmarlo. Fuimos a ver cómo iban los preparativos para la expedición… no tan avanzados como yo esperaba. Estaba a punto de gritar que estaban haciéndolo demasiado lento, más no fue necesario. Un auto se acercó. Me subí al muro rápidamente para observar. “Abran la puerta… con cuidado” habíamos levantado una barricada provisional en lugar de la puerta estropeada. En cuanto vi quién se bajaba olvidé mis preocupaciones. “¡Tobirama!”

“No tan alto, aniya” dijo él de mala gana. Parecía haber pasado una pésima noche, al igual que Izuna. Un ruido muy extraño vino desde adentro, alertándome. Pronto se magnificó. “Genial, ya se han despertado” abrió la puerta de atrás. “Pasamos la noche en un lugar muy especial, donde encontramos cierto regalito” explicó, rodando los ojos. “Ayúdame a sacar los paquetitos”

“Paque…” pronto el primero salió. “¿Son… bebés?”

“Sí, bebés” tendió uno que para ser franco se parecía un poco a Izuna. Incluso podría pensar que era suyo… si no supiera que le era fiel a Tobirama y que este nunca había estado esperando. Al menos no que yo supiera. Además tenía el tamaño suficiente como para tener un año… que yo supiera. “No me veas así”

“¿Cómo quieres que te vea?” pregunté, recibiendo a una niña pequeña. Ya tenía experiencia manejando bebés, así que sabía cómo cargarla.

“No… no es mío” ajustó al niño que todavía llevaba. “Es sólo que… los encontramos abandonados en una casa. Los cuidadores se habían convertido, prácticamente dejándolos para morir. No podíamos dejarlos ahí” asentí. “Por cierto… tenemos que hablar” se puso serio. “Y no sólo de ubicar a los bebés.”

“Creo que ya se ubicaron solos” señalé. De los cinco bebés que trajeron, tres encontraron su sitio en tres minutos. El único que quedaba era… “¿Lo quieres?”

“Claro, es mío. Se llama Kagami” levanté una ceja. Mi hermanito se había encariñado con el crío, qué bien. “Hay que enseñárselo a Seiya y Sakuya”

“Más tarde” señalé. Fuimos todos a la cafetería, donde comimos pan con mermelada. Antes de terminar Tobirama, que le daba leche a su niño, aclaró la garganta.

“Había otro grupo en las inmediaciones, estos bebés antes pertenecían a él. Encontramos esto” tiró un pequeño libro frente a nosotros. Lo abrí, encontrando mucha información acerca de nosotros. Nuestra ubicación, horarios de abastecimiento… “Planeaban atacarnos… o al menos los camiones cuando se acercaran a casa. Eran un grupo errante, no tenían muchas provisiones. Éramos su mejor chance para sobrevivir.”

“¿Por qué considerarían atacarnos? Podrían unirse a nosotros” pasé las páginas del cuaderno. En verdad… me costaba imaginarlo. Sabía que en el mundo había gente malvada, pero estas personas no parecían serlo.

“Hashirama, por favor” él sonrió. “Si fuéramos sólo nosotros cuatro… o un conjunto de pocas familias, asustados, huyendo, y nos encontráramos con un grupo mucho más grande, organizado y con fuerza militar más desarrollada; ¿hubieras considerado unirte?” no, la verdad que no. Habría tenido miedo… pero no pude decírselo. “Exacto, precisamente eso. Por eso hay que mejorar la vigilancia”

“Y que lo digas” habíamos tenido suerte esta vez, los zombies habían neutralizado la amenaza primero, más quién decía que no había otros grupos hostiles esperando por ahí. “Pondré a Tsugumi y a los caninos a trabajar en eso. Tienen mucho más poder de rastreo que los equipos comunes”

“Muy bien, será lo mejor” Madara asintió a mi costado. “¿Dijiste que se llamaba Kagami? ¿Cómo fue que lo adoptaron?”

“No… lo adoptamos exactamente, nii-san” Izuna se defendió, enrojeciendo un poco. Él obviamente se había encariñado también con el tierno bebé. “Más bien lo recogimos… o lo salvamos de una plaga de zombies”

“Eso significa adoptar en estos tiempos modernos” señalé, acariciando la mejilla del niño. Este me agarró el dedo. “¡Tienes excelentes reflejos! ¡Muy bien, Kagami-chan!” le acaricié la cabeza con cariño. “¿Cómo fue que tus padres te encontraron?” ellos parecieron muy incómodos de repente. “¿Vas a decírmelo?”

“Aniya, ni siquiera sabe más de tres palabras todavía… o al menos eso creo” lo miró con curiosidad. “¿Sabes decir algo más, Kagami?”

“¡Gami!”

“Reconoce su nombre, qué bien” comenté. Tobirama e Izuna miraron hacia los lados y supe en ese instante que el nombre se lo habían puesto ellos, posiblemente apenas hace horas. “Es un bonito nombre” traté de hacerlos sentir mejor. “¿Se lo pusieron por alguna razón en específico o es porque…?”

“Para hacerlo callar mientras nos escondíamos” explicó mi hermanito, revolviéndose más. “Le gustaba esa palabra y que yo lo meciera, así que finalmente se quedó” observó al pequeño. “nos… nos encariñamos sorprendentemente rápido con él, ni siquiera se nos había ocurrido la posibilidad de tener un niño tan pronto, sólo… pasó.”

“Si… ¡porque estas cositas son adorables!” Sasuke se sentó delante de nosotros con uno de los amiguitos de Kagami en las manos. Nos miró con mala cara, dejando en la mesa un plato de compota de manzana. “¿No tienen dos personitas a quién alimentar?” Madara y yo le devolvimos el gesto antes de ir a por nuestros hijos. “Desobligados”

“Mira quién lo dice” contrataqué. “Ni siquiera tienes pareja y ya te has hecho con un hijo. ¿Acaso no piensas darle una madre a ese bebé?”

“Pues no, quiero ser padre soltero. ¿Verdad, Hiruzen?” abrazó fuertemente al niño.

“¿Hiruzen?”

“Sí, Hiruzen Sarutobi” lo acercó a Seiya, que intentó coger su cabello. El otro, más pequeño, se acurrucó contra el pecho de su nuevo padre. “Van a ser buenos amigos, ¿no, Seiya-chan?”

“Los mejores” respondí, apartando a mi hijo y acercándolo más a Kagami. Este parecía menos tímido que el otro. “Saluda a tu primo” mientras lo hacía, fijé los ojos en mi hermano. “¿Vas a decirme qué pasó?”

“Pues…”

Notas finales:

¿Qué les pareció? El siguiente capítulo será todo de Tobirama e Izuna, de cómo se encontraron con Kagami. denme sus ideas para el siguiente capítulo. REview!!!


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