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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les esté gustando este fic, ahora van a ver un capítulo muy especial

“Izuna y yo estábamos haciendo nuestro trabajo cuando esas cosas nos tomaron por sorpresa” comenzó a explicar, meciendo al bebé Kagami. “Inundaron el lugar por completo en segundos, pero accionamos una bocina y los atrajimos hacia nosotros antes de que alcanzaran al resto de la tropa, que estaba detrás de nosotros” suspiró. “Los guiamos hacia un estacionamiento lateral para empleados y trepamos una verja para escapar.”

“¿Una verja?” pregunté un poco confuso. Hoy en día muchas edificaciones hechas de metal o madera no resistían tanto. Incluso nuestros propios muros necesitaban refuerzos y mantenimiento que les dábamos lo mejor que podíamos.

“Se iba a venir abajo en cualquier momento” añadió él. “Así que corrimos hacia un auto. Al principio pensábamos usarlo sólo como escondite temporal, más nos llevamos una sorpresa cuando giré la llave y vi que encendía. Incluso tenía combustible… tuvimos mucha suerte de encontrarlo… y eso me preocupó bastante” asentí. Nadie tenía tan buena suerte hoy en día. “Dentro encontramos algunas cosas… supongo que pertenecían a algún superviviente del grupo que se ocultaba en los suburbios.”

“¿Los suburbios?” la primera vez que escuchaba una idea tan mala. Ese lugar estaba plagado de zombies, especialmente en algunos momentos del día. “¿Cómo alguien podría siquiera considerar vivir ahí?”

“Eso me preguntaba yo, hasta que vi la cantidad de ellos que estaban en ese sitio” me miró fijamente. “Encontramos algunas cosas de vigilancia y una lista de materiales en el auto, aparte de una localización en los suburbios. No teníamos muchas opciones, una manada de zombies estaba detrás de nosotros… regresar sería peligroso.”

“Y fueron a los suburbios” claro, iba de mal en peor. Arriesgarse no era la especialidad de Tobirama, pero cuando lo hacía era en grande.

“Esperábamos poder perderlos ahí, traía el equipo de emergencia” señaló su pequeño morral. Rodé los ojos, Izuna se encogió de hombros. Madara le había enseñado bien a alterar un coche. “Escogimos un lugar donde podríamos evadirlos fácilmente, accioné la bocina y saltamos del vehículo. Corrimos lo más rápido que pudimos…”

“¿En un lugar infestado?”

“No estaba tan infestado, la migración de antes sacó a la mayoría del lugar” los dos se revolvieron. “Continuando, nos metimos en una casa que tenía la puerta abierta y la cerramos. Revisamos adentro… encontramos al menos diez de ellos. Uno estaba muy fresco, era una mujer joven. Casi no ardía” levantó las manos, como recordando cuando quemaron los cuerpos. “Dentro de la casa habían provisiones, muchas cosas para comer, armas…” negó con la cabeza. “Cometieron un error estúpido, aniya. Se dispersaron, tratando de vivir…”

“Una vida normal” terminé su idea, suspirando. Sí, la ilusión de que la vida continuaba como antes sonaba muy tentadora. Si yo hubiera tenido esa oportunidad… quizás la hubiera tomado. Aunque hubiera traído muerte. “¿La casa era el centro de comando?”

“Y las de alrededor eran las de las otras personas… suerte que tenían a los niños en un mismo lugar” señaló la libreta. “Encontramos estas cosas, un mapa y dibujos, también los planes para atacar los comboys en la vuelta a casa. Muy infantiles, por así decir” se cruzó de brazos. “Escuchamos algo en la planta de arriba y fuimos a ver… nos encontramos esto”

“¿Bebés?”

“Un milagro que sobrevivieran, ¿verdad?” acarició la cabeza de Kagami. “Por suerte su cuidadora sí era sensata. Los encerró en una habitación cuando notó que los zombies en la casa eran demasiados… o al menos eso creo” paró la mano. “Incluso tenían comida al lado… no podían usarla ellos mismos, pero…”

“¿Ustedes los alimentaron?”

“Tenían un hambre voraz” explicó Izuna. “No podíamos dejarlos ahí, morirían. Decidimos pasar la noche con ellos y luego salir” bostezó. “Despertamos con la primera luz sólo para ver que las cosas se complicaron. No teníamos aves de dispersión, así que usamos nuestra imaginación… yo salí por la ventana en busca de un vehículo.”

“¿Saliste?” Madara dejó de mecer a Sakuya durante un momento para fijarse de lleno en su hermano, que se encogió ante él. “¿Solo? ¿En medio de una maldita zona infestada?”

“Era nuestra única opción” le restó importancia al asunto. “Y caminé por las partes salientes” señaló antes de continuar. “Visité las otras casas que pertenecían a ese grupo, pero sólo en una encontré lo que necesitaba. Una van con tanque lleno”

“Y vaya que encontró una buena” señaló Tobirama. “No podía bajar con tantos bebés, así que él tuvo que acercarse, meterse en el jardín… y por una ventana los descolgué en una silla hasta la van. Suerte que también tenía ventana arriba” se incomodó. “Las cosas útiles vinieron después y al final salté.”

“¿Saltaste?”

“Sí, aterricé en el techo” admitió él. “Me metí y condujimos hasta aquí… antes de que se congregaran demasiados a nuestro alrededor. Cogí y disparé a otro auto, rompiéndole la ventana… abusamos de nuestra suerte en esta misión, porque tenía electricidad y sonó la alarma. Eso nos quitó al grueso de encima.”

“¿Encontraron algo más en el camino?” ahora estaba genuinamente preocupado. Ese grupo hostil había sido estúpido, otros no lo serían tanto. Especialmente si tenían ex combatientes del ejército. Además, la clase de armas que ellos habían encontrado… “¿Había algo en las proximidades? ¿Mapas que señalaran otro asentamiento?”

“No, no mucho” levantó la AK47 que llevaba consigo. “Seguro se encontraron con algún convoy del ejército en el camino o alguna base. No sé usarla…”

“Suerte que yo sí” Uzuki apareció en ese momento, armándola. “El entrenamiento especial finalmente está dando sus frutos” la volvió a desarmar y la dejó en la mesa. “Para casos de emergencia, resérvenlas para entonces.”

“¿Puedes entrenarnos para disparar?” observé el morral lleno de armas que habían conseguido traer desde los suburbios.

“Supongo que sí… aunque tendremos que usar a esos putrefactos como blancos” contó todas las pistolas. “Los líderes de equipo primero” quitó el seguro de una. “Hay que darle uno a cada uno para reforzar su autoridad. Además para protección” observó una pared, apuntando. “hay que ser conscientes también de que tienen una gran desventaja.”

“¿Qué desventaja?”

“El ruido” Madara tomó un arma y la sostuvo, como tratando de recordar algo. “Mi padre una vez me hizo practicar tiro con… fue hace mucho” negó con la cabeza, dejándola. “Y sólo una vez…” frunció el ceño. “Recuerdo que me hizo llevar orejeras” suspiró. “Sin silenciadores harán que una horda se abalance sobre nosotros.”

“Tendremos que mejorar la dispersión entonces” miré las cosas con desagrado. Sabía que debíamos utilizarlas, pero no me hacía la más mínima gracia. Entonces me di cuenta de otra cosa. “¿Y esto?”

“Pistola de clavos, posiblemente tomada de un supermercado. Solían usarse para matar aves” señaló el piloto. “Seguramente hará menos ruido que una con balas” se levantó rápidamente de la silla. “La probaré con alguno de esos cadáveres vivientes de por ahí, volveré en unos instantes.”

“¿Qué deberíamos hacer?” pregunté a las personas reunidas ahí. Tobirama no respondió, simplemente levantó a Kagami un poco para sentarlo mejor en su regazo. A veces me costaba mucho creer que había pasado tanto tiempo desde el desastre. Todas las mañanas soñaba que era ese día de nuevo, que transcurría normal… sólo para despertarme y encontrar que habían pasado tantos años. Que todo seguía igual…

“No lo sé” Sasuke respondió. También me costaba creer cómo las personas que habían llegado aquí siendo niños pequeños, esperando rescate, cambiaron. Sasuke Sarutobi ya era casi un hombre, Tobi e Izuna igual… casi imposible de creer, sobre todo porque los criaron otros niños igual de asustados.

“Hay que construir esa segunda barrera cuanto antes” me levanté. “Los viajes al campo nos hacen vulnerables. No hay manera de que sobrevivamos sin ellos, pero… quizás si aumentamos la producción abarcando más espacio seremos capaces de recortar algunos en el otoño” señalé. Entonces recordé algo “Itsumu, necesito tu ayuda en algo”

“¿En qué?” salimos y le mostré la puerta, que aun no había sido reparada del todo porque un lado de la cadena colgaba para afuera. “Vaya, sin duda fue un milagro que pudiéramos dejarlos pasar antes.”

“Dispersarán en unos minutos, ¿puedes abatir a los que se quedan?”

“Será un placer” apuntó la pistola de clavos, disparando a los muertos silenciosamente mientras Seimei se descolgaba y trabajaba en desatascar la condenada cadena. Fui adentro de la escuela, encontrándome a mitad de camino con Liliya, que hacía hablar a todos los que se le cruzaban por un micrófono para su programa de radio.

“¡Hola! ¡¿Algún comentario del Director para alegrar el día?!” me puso el micrófono en la cara.

“¿Aún crees que hay alguien ahí afuera escuchando tu programa de radio?” dije de manera mordaz. Ella me miró herida. “Lo siento, es que recientemente nos topamos con otro grupo que quería atacarnos. Los zombies los sorprendieron primero, para suerte nuestra, pero pueden haber otros” me crucé de brazos. “¿Los habrá alcanzado alguna de tus transmisiones o será una casualidad?”

“Oh, definitivamente oían mi programa, es el mejor del mundo” ella sonrió más satisfecha. Yo rodé los ojos. “Por no mencionar que posiblemente es el único del mundo.”

“Ni creas, no hemos sido los únicos con suerte” comenté. “Me tengo que ir, Madara tiene a Seiya y a Sakuya, manejarlos a los dos sin ayuda lo pone insoportable” no era que lo culpara, el bebé por sí sólo ya era una pesadilla. “Si captas alguna respuesta…”

“Te aviso, entendido” se fue moviendo la mano. Me adelanté, pensando en lo que sería dentro de mi habitación. Un loquerío, quizás… suerte que me equivoqué. Seiya y Sakuya estaban cooperando por una vez, ambos dormidos. Y Tobirama estaba ahí también, poniéndole ropita nueva a Kagami. El niño extendía los brazos, feliz, tratando de tocar la sonaja que Izuna sostenía encima de su cara.

“Debe estar muy aliviado de salir de ese traje asqueroso” comenté, bebiendo toda la imagen. Mi familia estaba ahí, mi hermosa familia que no cambiaría por nada. “¿Quieres que le haga una pequeña revisión?”

“Sí, por favor” tomé al chiquillo en brazos. Ahora que estaba limpio notaba lo pálido que estaba. “Creo que pesa muy poco” sí, era demasiado liviano. “Necesita comer más, recuperar el peso que perdió cuando estaba encerrado. Si estuviéramos en otra situación le prescribiría vitaminas, pero…”

“Si estuviéramos en otra situación ni siquiera hubieras pisado en un hospital. Estarías recién entrando a la facultad de medicina” comentó mi hermano, tomándolo. “Y Shirohebi-sensei sería tu profesor.”

“¿Y tú qué?” pregunté con ánimos de bromear. Hace mucho que no teníamos una charla tan amena, especialmente desde que conseguimos trabajos tan complicados.

“Yo estaría terminando la preparatoria, posiblemente sería el capitán del equipo de debate y del de atletismo… quizás incluso estaría en el concejo estudiantil” movió una mano. “A finales de año me estarías felicitando por graduarme con honores” se volteó hacia Madara. “¿Y tú? ¿Cómo sería tu vida?”

“Pienso que… sin hijos, esa sería una primera cosa” abrazó a nuestro dormido bebé. “No me malinterpreten, adoro a mis niños, pero no serían posible sin el virus, así que…” movió la cabeza “Supongo que me hubiera enlistado en las fuerzas de autodefensa o en alguna milicia… después de todo pelear es lo único que sé hacer” bajó la cabeza. “Era un problemático… un delincuente juvenil. Por eso… tenía mala reputación en la escuela.”

“Ahhhh, por eso Sato te reconoció” lo noté, recordando a ese chico hace tantos años. “¿De verdad te metías en tantos problemas?”

“Estaba enojado y en casa tenía que ser el hermano mayor responsable. Después de que pasó esto… seguí siéndolo, pero romper cráneos de zombies es un excelente método para calmar la ira” se rio. “Aparte ya no tenía tiempo de hacer algo más, debía ser… el único adulto. Maduro, fuerte, listo para proteger a todos… etc. Es difícil hacer algo así siendo sólo un niño y teniendo tus problemas.”

“Al menos no fueron mayores” Izuna comentó carcajeándose. “Si no te hubieran expulsado” agitó la sonaja frente a la cara de Kagami. “Yo por mi parte estaría a punto de enlistarme contigo. Seguro que sería un gran error…”

“Bueno, supongo que lo pasado pisado” comentó mi esposo, tratando de terminar con la conversación. “¿Han pensado en cómo vamos a conseguir los materiales para la segunda muralla?”

“Sí” Tobirama extendió un mapa. “Hasta ahora sólo nos hemos concentrado en la zona que lleva al campo, asegurar rutas hacia los suministros… nunca hemos pasado por las zonas infestadas” un escalofrío me recorrió. “Ahora, hay almacenes de las constructoras en las zonas industriales” señaló el punto. “Pero tendríamos que cruzar toda la zona hotelera y unos sectores de vivienda para alcanzarla.”

“Que sin duda estarán a tope” maldije. “¿No hay otra manera?”

“No si quieres seguir en esta ciudad” explicó. “Tendríamos que atravesar todo el campo hasta la siguiente ciudad y no tenemos el combustible ni los caballos para hacerlo. Además quién sabe con lo que nos encontraremos ahí.”

“Entiendo” señalé, aunque no me hacía mucha ilusión. Con la suerte que teníamos, una migración a gran escala nos alcanzaría mientras estábamos ahí.

Querido diario, sé que no he escrito en algún tiempo, pero estábamos preparando todo para la misión en la zona industrial. Me alisté para ir con ellos a pesar de los intentos de mis compañeros de disuadirme. Sabía que me necesitarían, después de todo guerreros capaces serían necesarios en esta misión. Temprano, nos despedimos de Seiya y Sakuya, dejándolos en manos de Namikaze-sensei.

“Van a estar bien” me aseguró con una sonrisa. Yo me preocupaba más por los que salían. Los que salían y no volverían. No podía darme el lujo de decir eso, así que me subí al auto y di la orden de avanzar. Pararíamos en algún momento a buscar gasolina en alguna parte, ya que no arriesgaríamos a los caballos en esta misión.

“Estaremos de vuelta dentro de poco, te lo aseguro” Madara me dijo a mi costado, en el asiento del conductor. Había mejorado mucho su técnica desde ese paseo al museo hace lo que parecía una eternidad. Aceleró para alejarnos junto con los otros hacia la zona donde nos confesamos por primera vez. Tuve la ocasión de verlo una vez más… ya casi no quedaba nada del antiguo esplendor de los hoteles. Rajaduras en las paredes y ventanas sin vidrios, algunos estaban incluso hundidos… parecían estar cayéndose lentamente. “Fue hace una eternidad”

“¿Qué?”

“La última vez que estuvimos aquí” mencionó él. “En estos tiempos unos dos años pueden ser una eternidad” volteó para esquivar algo. “Muchos no han durado ni siquiera eso”

“Muchos…” repetí, pensando en mi propia familia. ¿Cuánto habían durado ellos en una situación como esta? Sólo Tobi y yo quedábamos… “Los niños no conocerán más que este infierno.”

“¿Quién sabe? Todo podría terminar en unos días. Entonces serías como el alcalde de una pequeña próspera ciudad colonizadora de la antigüedad.”

“Sabes qué, ya lo soy” respondí, espantando los pensamientos sombríos de mi mente. Llegamos más rápido de lo estimado gracias a la ausencia de muertos vivientes. Esa era la buena noticia. La mala era… “¿Cómo cuantas personas podían estar trabajando aquí? ¡Son unos almacenes!”

“Pues al parecer muchos, porque estaban trasladando material” señaló Tobirama los camiones listos con las cosas, abandonados. “Debió ordenarlo su jefe, dejó que los masacraran para no perder capital.”

“Genial” comenté. Al menos nos habían ahorrado la tarea de cargar todas esas cosas. Desafortunadamente los muertos seguían dentro de los camiones. Y alrededor de ellos en grandes grupos. “Si sacamos a los que están caminando ¿pueden deshacerse de los que están dentro y volver a la base?”

“Creo que sí, pero… aniya, ¿Qué piensas hacer?”

“Lo único que funcionará” hice una seña y Madara dejó salir a las aves hacia un lado. Los muertos se percataron de los sonidos que hacían las aves, siguiéndolas lentamente. Los dos nos bajamos y rápidamente llamamos la atención de los zombies al otro lado. “¡Atrápenme su pueden!”

“¡Sí, vengan acá!” de reojo vi a Izuna deteniendo a Tobirama, que estaba listo para ir en mi defensa. Los dos entonces entraron almacén con algunos otros, saliendo montados en camiones llenos de materiales. “¡Son demasiados!” mi esposo me puso de nuevo sobre la pista. “¡Tenemos que volver al auto!”

“¡No debes decirlo dos veces!” el auto en el que habíamos venido estaba ahí, esperándonos. “Te cubro, avanza primero” obedeció con prontitud, comprendiendo la situación. Él estaba más cerca y era más rápido, sin duda llegaría a tiempo para rescatarme. “Cuando quieras”

“¡¿Esperas una invitación?!” casi no había sentido pasar el tiempo. Madara me abrió la puerta del copiloto y entré, cerrando de un portazo. “Demonios, tenemos a toda una maldita tropa detrás de nosotros. No sé cómo lograremos zafarnos de esto, pero no podemos llegar a casa así, la puerta cederá de nuevo” tocó el claxon, llamando la atención de los que perseguían a los demás camiones. “Supongo que sabrás dónde perderlos.”

“Pues sí” señalé, un poco más relajado. “Hay que perderlos en la zona industrial, luego podemos ir a la zona hotelera para pasar la noche. Creo que es segura por ahora”

“Esperemos” apretó los dientes y empezó a conducir. Nos dirigimos hacia el lugar donde los grandes edificios caían como esqueletos expuestos, siendo derrumbados por el tiempo. “¿Vas a ofrecerme una cena de aniversario por todo lo alto en un hotel de lujo?”

“Eso quisiera” vaya, me había olvidado por completo de que era nuestro aniversario. Con todas las cosas que estaban pasando últimamente era difícil controlar los días. “¿Qué te parecería una noche para nosotros dos solos? ¿Sin niños o deberes o hermanos o nada que nos distraiga?”

“¿Con los zombies detrás de nosotros?” me dedicó una sonrisa ladina. “Suena lo más normal que podemos aspirar en este mundo apocalíptico de mierda.”

Notas finales:

¿Qué debería hacer por su aniversario? En el siguiente capítulo voy a revelarles un secreto de lo más interesante. Permanezcan sintonizados. Review!!!


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