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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Hola!!! Hay una sorpresa especial esperandolos dentro, espero que les guste.

“Puedo ayudarte con…” Sasuke le lanzó una mirada de malos amigos a su novio cuando este intentó acercarse al auto que en ese momento intentaba reparar. El rubio no entendía su repentina hostilidad. El pelinegro era normalmente un poco cortante y egocéntrico, pero nunca tan violento contra él.

“Quédate donde estás, vas a arruinar mi trabajo” contestó el otro, moviendo las manos a toda prisa, sacando los cables. El Uzumaki refunfuñó, levantándose para irse.

“Yo también he reparado un coche, ¿sabes, dattebayo?” dijo antes de salir del garaje en el que su amigo estaba trabajando. Pateó una piedra al salir. ¡Por supuesto que él había reparado un coche! ¡Y muchas cosas más! ¡Fue la primera persona en hacerlo! Aunque… la verdad era que eso había sido más una cosa de suerte que de habilidad real. Siguió pateando cosas mientras se alejaba, sólo para ser arrastrado a una callejuela.

“Shhhh, no te alteres, soy yo” Gaara puso una mano en su boca antes de que pudiera hacer algo y Naruto se detuvo en medio de un movimiento defensivo. “Tranquilo, así” se soltaron el uno al otro. “Esperaba que pudiéramos conversar sin que nadie nos moleste.”

“¿Qué es lo que quieres?” preguntó con cara de pocos amigos el rubio. Todavía no conocía muy bien a las personas de Sunagakure, el Kazekage los estaba presionando y su novio acababa de echarlo del cuarto. No era la mejor de las situaciones.

“Quería mostrarte algo” el pelirrojo señaló detrás de él, llevándolo hasta otro de los garajes. Abrió la puerta, fijándose que nadie más los viera, cediéndole el paso. Entonces el extranjero se encontró con uno de los tesoros más grandes que podían encontrarse en ese mundo: tres helicópteros blackhawk en aparente buen estado. “Hermosos, ¿no es cierto?”

“Más que hermosos… son bellísimos” el Uzumaki apreció su buen estado de conservación, algo que sin duda era muy difícil de conseguir. “¿Funcionan?”

“Eso quisiera” el Sabaki suspiró. “He conseguido reparar el sistema de armamento y las hélices, pero no sé qué hacer en el interior” se acercó un poco. “Esperaba que alguien como tú pudiera decirme qué hacer para volver a ponerlos en funcionamiento.”

“Bueno… hasta ahora lo más grande que he reparado es un auto, pero veremos lo que se puede hacer, dattebayo” abrió con cuidado la tapa del primero, tratando de exponer los cables del interior. “¿Cómo los conseguiste, por cierto? Dudo que cosas como estas crezcan en los árboles.”

“Mi ancestro fue el general Sabaku no Reto” el otro también se puso a trabajar en su proyecto, sacando un libro sobre helicópteros. “Cuando se acabaron las reservas de combustibles mandó a que algunas de estas cosas fueran conservadas en lugares como este, en caso de que se encontraran más. Muchos han sido desmantelados para ser usados como metal, pero estos tres se salvaron como una herencia familiar.”

“Deben cuidarlos muy bien” el pelirrojo asintió. Naruto, por otra parte, estaba más maravillado por el estado del interior del helicóptero. Tan bien hecho… incluso habían partes del metal que no estaban afectadas en lo absoluto por la corrosión.

“Tanto como me es posible… mi padre cree que simplemente deberíamos utilizarlos en cualquier otra cosa y ya” negó con la cabeza. Su nuevo amigo simplemente siguió haciendo lo suyo, revisando el cableado. “Es una pena que no vea lo valiosos que pueden ser, aunque pronto quizás cambie de opinión. Sobre todo si tu amigo consigue lo quiere.”

“Lo hará, Sasuke aprendió de mi trabajo” dijo ausentemente el rubio. El otro lo miró con sorpresa. “Sí, quien reparó esos autos fui yo. Soy la única persona en Konoha que sabe hacerlo. Y podría hacerlo de nuevo” se rio un poco. “Quizás no siga siendo la única cuando vuelva, nos dejamos algunas notas que podrían ayudar a alguien lo suficientemente habilidoso a replicar nuestro acierto.”

“Entonces… ¿Qué harán cuando regresen? ¿Acaso… no hay muchas personas que podrían tomar tu lugar como maestro reparador?” negó con la cabeza. “Espero que así sea. Puede ser muy difícil empezar de cero.”

“¿Tú alguna vez lo has hecho?”

“Una… cuando encontré confort reparando las armas en lugar de cortarme” le enseñó las cicatrices. “Cuando era pequeño yo realmente pensaba que… el hombre sólo estaba alargando su sufrimiento aquí, que ya debíamos habernos ido” suspiró. “Ahora tengo una nueva visión. Antes de irme voy a cargarme a todos los malnacidos que pueda. Y para eso necesito estas bellezas funcionales.”

“Así se habla”

“Por cierto, ¿Qué le pasa a tu amigo? Explotó demasiado fácilmente contigo para ser uno de tus alumnos.”

“Prefiero cuando le dicen mi novio” sonrió el otro. “Por lo demás… no tengo idea. Ha estado muy sensible desde que empezamos nuestro pequeño viaje a la libertad”

Mientras él decía esas palabras, Sasuke se limpiaba el sudor de la frente y trataba de seguir con su trabajo. Ya había conseguido reparar la mayor parte del cableado interior, ahora sólo le faltaba conseguir con qué hacer nuevos exteriores para reemplazar los corroídos del auto. Por desgracia, se sentía demasiado mareado para continuar. Tanto que… oh, dios, se estaba desmayando. Trató de aferrarse a la consciencia, pero pronto se vio vencido por la oscuridad. Despertó en medio del ala médica, siendo atendido por un preocupado Yashamaru.

“Hola, ¿te sientes mejor?” preguntó, escribiendo algo en una tablilla de arcilla, que por lo visto era el único instrumento de escritura que conocían. Él intentó responder, más una arcada se interpuso en su caso. “Tomaré eso como un no” le puso una vasija bajo la boca, donde vomitó. “Tranquilo, eso, ya pasó.”

“¿Qué demonios me está pasando?” el Uchiha estaba fastidiado, nunca antes le había sucedido algo como eso. El médico le realizó algunas pruebas sencillas, como presionar un poco su abdomen en distintos lugares. Tras repetir su examen la parte baja del abdomen, chasqueó los dientes en respuesta.

“Creo que estás embarazado” esto tomó por sorpresa al pelinegro, dejándolo helado. Siempre supo que había una posibilidad, más jamás la tomó muy en serio. Cielos, después de tantos meses de diversión era hora de pagar la factura por sus errores. “No te preocupes, a pesar de todos los peligros parece estar desarrollándose bien… hasta donde yo sé.”

“¿Hasta dónde sabes?” no era la primera vez que Yashamaru se lamentaba la pérdida de la tecnología médica de antaño. Esta sin duda hubiera ayudado a salvar muchas vidas. “¿No puedes decirlo a ciencia cierta?”

“¿Conoces a alguien que pueda?”

“No, realmente no” el pelinegro se revolvió en su camilla antes de levantarse. “Tengo que terminar con ese dichoso auto. El Kazekage no nos aguantará por mucho tiempo si no le damos lo que quiere y por sobre todas las cosas quisiera evitar tener que dar a luz en medio de un camino pedregoso.”

“Deberías tomártelo con calma” trató de convencerlo el doctor, dejando de lado sus implementos. “Hablaré con Raza, él lo entenderá. Tiene más de una razón para simpatizar contigo” luego añadió algo que no esperaba. “Mi hermana Karura, su esposa, murió en el nacimiento de Gaara. Verás… él era prematuro. Vino antes de tiempo y ella sangraba mucho tras… bueno…”

“¿Ah, sí?” claro, ahí estaban de nuevo los peligros de tener progenie. Muerte en el parto, una de las causas de mortalidad más altas entre la población. No quería morir así. “Entonces más razón para terminar con esos autos.”

“He dicho que te lo tomes con calma, te dañarás más si intentas hacer algo tonto en ese estado” intentó razonar con él el castaño claro, pero no dio su brazo a torcer. Volvió directamente al garaje, donde siguió examinando los antiguos vehículos militares. Ahora venía la fase más truculenta. Ya tenía todos los bosquejos de las piezas faltantes, sin embargo, nada era tan sencillo. Todavía faltaban algunos componentes importantes, los fluidos. Principalmente el combustible y el refrigerante. Maldijo a los altos cielos. Seguro que a Naruto se le hubiera ocurrido algo completamente inesperado que los reemplazara… esperen, ¡Naruto! ¡Todavía tenía que decirle sobre el bebé!

“Menudo tonto” se dijo antes de salir corriendo. En medio del camino se encontró con la chica de antes, que cargaba una caja llena de grano en los brazos. “Temari, ¿sabes dónde está Naruto? Tengo que hablar con él.”

“La última vez que lo vi iba con mi hermanito por allá” señaló ella ausentemente. El pelinegro no habló más y se fue corriendo. En medio de su carrera se le vino a la mente por qué su compañero estaba con el pelirrojo ese. ¿Será que…? No, no podía ser. El Namikaze jamás le había sido infiel, sabía que si intentaba sacar los pies del plato tendría una de las más espantosas muertes que pudiera imaginar. Que fuera cortesía de Sasuke o Itachi dependía de cual Uchiha lo encontrara primero.

“¿Dónde demonios estás, usuratonkachi?” se preguntó en voz alta. Entonces escuchó unas voces que salían de un pequeño cuarto. Eran muy conocidas, así que buscó un agujero y echó un vistazo dentro. Eran Naruto y Gaara.

“¿Y entonces qué?” preguntaba el rubio feliz, limpiándose las manos con un trapo. Aparentemente estaban manchadas con óxido, lo que delataba que habían estado haciendo una de las cosas favoritas del mayor… reparar un armatoste.

“Reto ordenó a las tropas que se retiraran dentro de este complejo. El patio estuvo colonizado por ellos como un mes antes de que tuvieran los suficientes hombres como para reconquistarlo” siguió el Sabaku, arrebatándole de las manos el paño. “Incluso entonces perdimos demasiados hombres, tantos que Suna no se pudo recuperar por años” negó. “Fue un movimiento algo estúpido.”

“Querrás decir desesperado” el tonto siguió, dándole una pieza. “El ser humano necesita la luz del sol para vivir. Si lo priváramos de ella entonces lo estaríamos condenando a muerte.”

“En esto tienes razón” el otro sonrió. “Ya basta de hablar de mi pueblo, ¿Qué hay del tuyo?” inquirió curioso. “¿La grande y legendaria Konoha tiene algo que compartir?”

“Supongo que sí… aunque no me lo sé, dattebayo” admitió Naruto. “Ven a verme más tarde, entonces te enseñaré lo que tiene la grande y poderosa Konoha que decir” Sasuke no quiso ver más y se fue al garaje, trabajando aún más fuerte que antes. Leerle… iba a leerle a ese maldito. Una cosa que sólo ellos dos habían compartido. Tiró una herramienta, furioso. Esto sí que no lo iba a perdonar.

-En otro lugar-

“No me puedo creer que sean de Konoha” A comentaba, intentando hacer caso omiso a su latoso hermano Bee. Los raps del más joven eran conocidos por darle un dolor de cabeza a cualquiera, pero también era la única persona capaz de hacer entrar en razón a su hermano, por lo que lo soportaban. “Tienen que estar…”

“No tienen por qué mentir” Shibuki, el joven jefe de Takigakure, habló del otro lado de la mesa donde estaban reunidos. “El nombre de Konoha es sólo una leyenda, su poderío no es el que pensábamos. Todas las esperanzas que hemos puesto en ella han sido infundadas” puso una copa de agua frente a sí. “Pero aún así son tecnológicamente superiores. No podemos atacarlos.”

“Si, jamás hemos visto una máquina que pueda moverse ella sola” Shee añadió, poniendo un plato de comida frente al Raikage. “Hummm… una alianza quizás sería la respuesta, pero no podemos confiar en ellos sin la garantía de que no van a atacarnos.”

“¡Tonto! ¡Idiota!” su hermanito los sobresaltó a todos, acercándose haciendo mucho ruido. “¡Acepta! ¡Nuevo ataque, gran desastre! ¡Nuevo ataque, todos perdidos! ¡Siiiiii!”

“Bee, eso ni siquiera rima… por más que tengas razón” A intentó calmarse para no darle una patada que lo enviara al piso de abajo. “Un nuevo ataque como el que sufrimos hace un año sin duda sería la perdición de todos nosotros, tanto Taki como Kumo. Durante años hemos considerado este un lugar seguro… aunque probablemente no sea así por mucho tiempo” se cruzó de brazos. “Una muestra de buena fe sería enviar a algunos de los nuestros como embajadores… y que nos enviaran noticias.”

“¿Desea realmente enviar espías?” era lo que todos temían. A, por su parte, no pensaba tal cosa. Conseguir un aliado en la lucha era ahora más importante, aunque en el futuro quizás un poco de información estratégica no estaría de más.

“Sólo deseo formar una alianza que nos permita sobrevivir y recuperar el territorio que ellos nos quitaron” dijo de lo más comprensivo. “Pero tampoco quiero que nos veamos avasallados por una fuerza mucho más grande” el normalmente arrojado guerrero suspiró. “Shee, Darui… ¿querrían escoltar a esos invitados de regreso a su tierra? Si su líder, el Hokage… es tan sabio como dicen, entonces no tendrá problemas en compartir su inteligencia y algo de su conocimiento con nosotros.”

“Señor, ¿no piensa que es algo precipitado? Enviar ahí a su posible sucesor…”

“Darui es más que capaz de protegerse, Shibuki” calló al niño. “Aunque como posible precaución deberías reunir a todos los guerreros de Takigakure y traerlos aquí. Yugito hará lo mismo con los de Kumo… oh, y diles que entren.”

“A la orden” la guerrera gata salió del cuarto, fuera del cual estaban esperando los extranjeros. Los examinó con la mirada, buscando algún rastro de mentira en sus expresiones, de que quisieran atacarlos. Más no encontró nada. “Pueden pasar a la mesa del Raikage y sus asesores de confianza. Tienen una importante propuesta que hacerles.”

“Ahhhh… gracias” Nagato no sabía cómo más responder. Todo esto de ser invitados en la casa del Raikage, con todo el ceremonial que esto conllevaba, lo ponía nervioso. Finalmente lo dejaron pasar y vio a un niño, dos de los chicos que rescataron junto al líder de la aldea y al mismo A, a la cabeza de la mesa, junto a un hombre muy extraño que hacía unas disparatadas rimas junto con movimientos. “Señor…”

“He decidido que pueden marcharse después de haber visto nuestro gran refugio” señaló, haciendo que les sirvieran a sus invitados unas grandes jarras de cerveza, el producto estrella de Takigakure. “Pero a cambio deberán llevar con ustedes a algunos de nuestros hombres para establecer lazos comerciales con los suyos y ver a su… ¿Cómo lo llamaron? Hokage.”

“Minato-sama sin duda los recibirá” aseguró Nagato. “Y será un gran honor acompañar a sus hombres hasta que cumplan con su misión. Para asegurar la supervivencia del mundo.”

“Sí… lo es” continuaron comiendo hasta que la comida en sus platos se agotó. Shibuki los observó durante toda la cena, tratando de encontrar alguna señal de que fueran a traicionarlos. Nada. Absolutamente nada. A su costado, su prima Fuu era mucho más vocal que él. Aunque era más bien por curiosidad. Hacía demasiadas preguntas a la otra mujer en la sala, poniendo a Konan muy incómoda.

“Creo que es hora de retirarnos” agarró a la peliverde, llevándosela del brazo hacia la salida. Fuu se resistió, queriendo saber más, pero él la obligó a irse. “Vamos, debemos preparar a Taki para la guerra” ella lo observó confusa. “Aunque todavía no estoy segura de que sea contra los vivos… o contra los muertos.”

-En otra parte-

“¡DESPERTÓ, UN!” una voz estridente fue lo primero que escuchó Sasori cuando despertó. Luego, cuando su vista se aclaró, pudo observar dónde se encontraba. Era un ala médica, de eso no había ninguna duda, pero no se parecía en nada a la de Suna. Parpadeó adolorido, pensando que estaba en el cielo. “No te levantes un” alguien lo empujó. “Déjame darte algo de beber si eso es lo que quieres.”

“¿Dónde…?”

“En Iwagakure” otra voz mucho más fuerte dijo desde otro lado del cuarto. Un hombre moreno de cabello picudo se encontraba ahí, escaneándolo con sus ojos verdes. El rubio a su costado se apartó un poco, con un vaso de agua en las manos. “A las afueras, para estar seguro de que estás de nuestro lado y de nadie más.”

“Gari-san…”

“Deidara, déjanos” señaló, más el joven no dio señales de moverse. “Si no lo haces tu abuelo el Tsuchikage será informado y sabes del castigo que te espera por desobedecer a tu superior” el chico hizo caso omiso de la amenaza, mirándolo de manera retadora. “Como quieras.”

“No es la primera vez que me opongo a las órdenes del Tsuchikage, un. Además no deseo su puesto cuando muera” el otro miró directamente a nuevo integrante de la comunidad. “Aparte… nadie en Ishi ni en Yusa lo conocía” señaló. “¿Entiendes lo importante que es esto? Puede haber una comunidad completamente nueva esperando por ahí afuera, con armamento suficiente para…”

“O para hacernos la guerra” se adelantó. “Y justo como tú dices, tienen un armamento superior al nuestro, que dependemos de las explosiones para alejar a los muertos de nosotros y nuestros empinados riscos para hacerlos caer” se adelantó, sosteniendo el AK 47 de Sasori. “Lo que me lleva a preguntar cómo nos encontró”

“Accidente” el pelirrojo tosió. “Nos topamos con una gran manada de ellos por el camino… me separaron de los demás… llevé la carrera… tratando de perderlos… pero eran demasiados, nada servía. Pensé que iba a morir… pero no. Ustedes me encontraron.”

“Claro que te encontramos y aún no sé por qué te salvamos también” el hombre dejó caer sus brazos. “Más te creo cuando dices que te perdiste, ha sucedido con algunos de mis hombres y por suerte muchos han regresado con vida” se rascó la cabeza. “No sé lo que vaya a decir el Tsuchikage de esto, nuestra mejor defensa ha sido siempre estar aislados…”

“Más bien escondernos en lo alto de las montañas, donde sólo hay frutas que comer, un” Deidara insistió, ganándose una mala mirada de su superior. “¿Qué? ¡Es verdad! ¡Además estar aislados ya no va funcionarnos! ¡No después de que los gusanos acabaron con la cosecha de duraznos de este año!”

“Estamos teniendo dificultades, eso te lo concedo, pero no vamos a…”

“¿Vienes de Konoha, no? ¿Ahí tienen suficiente alimento para sobrevivir? ¿Podrían enviarnos un poco?” interrogó a Sasori, que se levantó un poco. Todavía se sentía muy débil por la inanición, pero ya podía sostenerse mejor.

“No Konoha… Suna… Sunagakure”

“Ahhhh” los dos parecían sorprendidos de saber que había otra aldea como la suya en medio de ese mundo tan horrible. “Bueno, no importa. ¿Tienen comida?”

“No… Suna… en medio del desierto…nosotros íbamos a buscar comida” con cada palabra el esperanzado rubio parecía desanimarse. Seguro que había puesto sus esperanzas en la otra aldea para poder alimentar a su pueblo. “Pero… metal sí… metal…”

“Hump” Gari se volteó. “Informaré al Tsuchikage de esto, pero no esperes que esté feliz. Es posible que incluso tome esto como un intento de arrebatarnos nuestro refugio, pero… creo que no hará nada en contra del extranjero… o al menos eso espero.”

“Qué…” Sasori fue acallado con un vaso de agua. De nuevo se preguntó a dónde diablos había ido a parar o si podría regresar a su casa. Bueno, según lo que escuchaba, los montañeses de Iwa tenían grandes problemas con los gusanos, así que quizás a cambio de enseñarles dónde se encontraban los campos, podría marcharse en paz con su excéntrico líder… eso si no era como Raza-sama… ummm, rezaba porque no fuera como Raza-sama.

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Y ahora qué va a hacer el pobre Sasuke? ¿Y Sasori? Vaya con estos pelirrojos, van metiendose en líos de un sitio a otro. Review!!!


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