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The love of Death por JennyYiNa

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Si no buscas la muerte, él vendrá por ti.

Las clases eran aburridas como siempre, los maestros parecían explicarles a niños de primaria aunque ya fueran de secundaria. Eren sólo quería irse a descansar y reponerse de su gripe. La hermana superior no le volvió a molestar con respecto a su casi suicidio, pero tarde o temprano tendría que comentar al respecto. La campana sonó, su profesor les deseó un buen fin de semana y salió seguido de sus alumnos. Eren por otro lado se tomó su tiempo para guardar sus cosas, no tenía nada por que apresurarse. Salió de su aula, tranquilo hasta que sintió un frío recorrerle el cuerpo entero, como si algo hubiera pasado sobre él.
Miró hacia atrás por instinto, no había nada, no era la primera vez que presentaba algo así pero ahora era diferente. Se volvió de nuevo, más cuando lo hizo su cuerpo se congeló al ver lo que tenía enfrente. Una mujer desaliñada con una bata blanca ensangrentada, parecía flotar debido a que sus pies no se veían, sus ojos negros por completo denotaban la desesperación que cargaba.
Eren por instinto retrocedió pero había sido mala idea por la mujer se aproximó a él hasta quedar casi pegada a su rostro. El chico sentía el frío aliento de la mujer erizarle los pelos. Sin pensarlo dos veces salió corriendo de la escuela buscando alejarse de esa tétrica mujer, fuera del edificio pudo respirar tranquilamente, al parecer la mujer solo podía estar dentro de la escuela y no afuera.
Su mente no podía procesar otra cosa que no fuera la espeluznante imagen. Se preguntaba por qué había visto tal cosa, no estaba mal de la cabeza como para ver ilusiones.
-¿Un fantasma?-. Se preguntó quedándole como única explicación.
Desde un inicio ese lugar no le traía buena espina. Según se decía que en ese lugar habían matado a mucha gente dado que anteriormente había sido un hospital psiquiátrico.

....

-Como le dije, Eren esta en estos momentos en el colegio. Además él, no creo que esté listo para hablar acerca de ese incidente-. Comentó la hermana superiora viendo como el detective estaba algo inquieto por ver al chico.
-Perdone hermana pero el chico tal vez pueda darnos algo de información. Me dijo que ya tiene catorce, no le veo el...
-No lo entiende, para él la muerte de su hermana ha sido un factor que no trajo nada bueno a su vida. Por favor, compréndalo.
El detective no pudo hacer más que suspirar derrotado. -De acuerdo, pero si la investigación no avanza entonces me veré en la obligación de llevarme al niño a la fuerza para interrogarlo como debe ser.
El hombre salió de la oficina de la hermana. Otra vez había sido persuadido por la mujer para no acercarse al chico. ¿Qué ganaba con retrasar lo inevitable? Al salir del edificio observó el panorama que tenía frente a él, un montón de niños jugando, otros leyendo. Prácticamente ese lugar trataba de alejar al chico de su realidad. No podían mantenerlo alejado por mucho tiempo, tendría que adaptarse. Sus ojos se posaron en la figura de Eren viniendo, genial. El chico de catorce años no reparó en su presencia pues este solo pasó directo de él sin siquiera darle un saludo como respeto. El chico no había cambiado mucho desde que lo había visto esa vez, pero había algo en su aura que pesaba, como si toda la tristeza se hubiera acumulado.
Eren llegó a su habitación tirando su mochila en una esquina, se recostó mirando al techo como si fuera lo más interesante. Sus recuerdos cayeron en esa noche donde casi muere, esa noche donde algo que no recuerda evitó su desenlace. La voz de su hermana llamándole y diciendo que aún no era su momento de partir. Se levantó mirando la hora en el reloj. El tiempo no avanzaba, al menos no como él quería. Tocaron a su puerta dándole permiso, entró una hermana.
-Eren, tu amigo Armin está aquí para verte.
La expresión de Eren cambió cuando la mujer le dijo eso que no tardó en levantarse de su cama y salir al encuentro de su amigo de la infancia. Eren y Armin habían sido amigos desde pequeños, desde su mudanza a esa ciudad. El rubio fue el único en hablarle con confianza, la mayoría de los niños temían acercarse a su persona debido a que venía de una ciudad donde la guerra predominaba. Con solo llegar a la sala principal de la gran casa observó la conocida figura de su amigo.
-¡Armin!-. Llamó.
El chico nombrado volteó a verle con una sonrisa. -¡Eren!
Los dos niños se saludaron.
-Me alegra verte de nuevo Armin-. Comentó Eren con alegría.
´ -A mi también.
-¿A qué has venido?
El rubio entró en razón y recordó. –Mi madre supo de tu accidente así que supuso que estarías enfermo y me dijo que te trajera esto ya que venía de visita-. Armin extendió una bolsa donde traía una manta y aparte hierbas. Eren le miró extrañado.-Mi madre dice que hace frio estos días por lo que deberías tener mantas que te protejan, además las hierbas son para curar la gripa. Solo tómalas en la noche para que relajes el cuerpo. Es la recomendación de mi madre.
Eren sonrió, triste. Recordó que su madre también era igual, cuando hacia frio lo cuidaba mucho por ser pequeño y demasiado enfermizo. Un sentimiento de nostalgia lo invadió amenazándole con hacerle llorar. Armin notó eso y supo que lo mejor era cambiar de tema rápido antes de que su amigo cambiara de humor y no quisiera acompañarlo un rato a tomar aire fresco.
-Pero no vine solo para hacer los encargos de mi madre, vine para que vayamos juntos por castañas asadas, de aquellas que comíamos en el parque cuando niños ¿recuerdas?-. Sugirió Armin atrayendo de nuevo la mirada brillante de su amigo.
-¡Claro!-. Afirmó Eren feliz.

….

Los chicos comían felices sus castañas. Caminaban por la calle parándose de vez en cuando frente a tiendas para ver los aparadores, hablaban de cualquier cosa que se cruzara por su mente.
-Mi madre me dijo que podías pasar la navidad con nosotros si querías, para que no te quedaras solo en la escuela. Sabe lo solitario que es cuando son vacaciones.
Eren negó de inmediato. –Estoy bien aquí. No quiero incomodar a nadie.
-¿Pero qué dices Eren? No incomodas a nadie. ¿Sabes cuánto mamá y papá se preocupan por ti? Además, yo tampoco quiero que pases una fiesta donde deberías pasar con tus seres queridos aquí solo-. Armin podía notar la tristeza en los ojos de su amigo. Lo menos que quería era hacerle sentir como si fuera una carga, quería hacerlo sentir como parte de la familia. - Eren, ahora eres nuestra familia, no tienes por qué catalogarte como si fueras un desconocido. Te he conocido desde que éramos muy pequeños, tiempo suficiente para tomarte como el hermano que nunca tuve. Así que ven a casa por favor.
Las palabras de su amigo le llegaron, ¿tenía un lugar a donde ir? ¿Un lugar al cual llamar hogar? Eren automáticamente asintió a la petición de su amigo provocando en este último una sonrisa de felicidad.
-Bueno, espérame aquí. Tengo que ir por unas cosas que mi madre me pidió de aquella tienda-. Señaló el lugar al otro lado de la calle.
Eren asintió. Vio a su amigo cruzar la calle, suspiró, ahora esperaría ahí solo. Miró sus castañas, para ser algo pequeño lo habían hecho feliz ese día, sus miedos y preocupaciones se habían esfumado. Miró de nuevo hacia la calle pero ahora con algo diferente, una mujer en medio de la calle que no dejaba de verlo. Parecía ser una novia debido a su vestido blanco y su velo que le cubría el rostro. El vestido era de un blanco pulcro, parecía que nunca había sido ensuciado. Para empezar ¿Qué hacia una mujer vestida de novia a plena luz del día en medio de la calle donde pasaban carretas y autos a cada momento? La mujer le señaló, Eren se petrificó sin alguna razón aparente, no podía moverse, su cuerpo no reaccionaba a lo que pedía. “¿Qué me está pasando?”, eran sus pensamientos pues le parecía completamente extraño aquello. Al frente vio una mariposa negra posarse en el hombro de aquella mujer, una mariposa parecida a aquella que vio cuando intentó suicidarse. Su cuerpo comenzó a moverse pero con rumbo hacia la calle, sin ser inteligente era lógico que lo que sucedía en ese momento era caminar hacia su muerte. No podía detenerse, no respondían sus piernas, su corazón comenzó a latir como loco debido al miedo, ni siquiera gritar podía. La imagen de la mujer aún seguía plantada en la calle, como si esperara por él. Su mente poco a poco fue abandonándolo hasta solo dejar su cuerpo, como un muñeco.
-Gracias-. Armin tomó las compras y con una sonrisa se alejó de la tienda. Al salir escuchó los murmullos de las personas. Sus miradas estaban sobre alguien.
Se alarmó cuando cayó en cuenta de que ese alguien era Eren. Dejó las cosas a un lado para hablarle a su amigo. -¡Eren! ¡Eren! ¡¿Qué es lo que estás haciendo?!-. Gritaba desesperado mirando el cuerpo de su amigo moverse autómata hacia la calle donde en ese momento pasaban autos a una velocidad que podrían herirlo gravemente. -¡Eren! ¡¿No me escuchas?!
La gente estaba aterrada e inmóvil por el comportamiento del niño. Nadie era capaz de arriesgarse y salvar al niño. Los autos empezaron a frenar cuando vieron al peatón.
-¡Eren!-. Gritó Armin cuando uno de los autos le pegó a su amigo.
El golpe se escuchó demasiado fuerte como para saber que el chico de ahí no había salido vivo o completo. Armin vio como el cuerpo de su amigo se desplomaba en el suelo con fuerza.
-¡Eren!-. Gritó aterrado. Fue hacia él. Tomó el cuerpo inmóvil de su amigo entre sus brazos, su expresión de preocupación cambió a una extrañada. Los lugares donde Eren había sido golpeado no presentaba heridas de ningún tipo, además de que la parte delantera del auto estaba completamente abollada como si hubieran puesto una roca frente a él. Armin miró el rostro apacible de su amigo, quien aún no despertaba.
El dueño del auto bajó de inmediato para verificar lo que había sucedido.
-Oh por dios-. Dijo asustado al mirar el cuerpo inmóvil del chico que había atropellado. -¿…l está bien? ¡No puede ser! ¡No frene a tiempo!-. Decía aquel chico que gracias a sus facciones no parecía una persona de más de los veinticinco. -¿Está vivo?-. Preguntó con obvia preocupación y miedo.
Armin revisó sus signos y al parecer estaba vivo pero no sabía acerca de su estado físico.
-Debemos llevarlo a un hospital rápido-. Comentó el chico más al mirar su auto su idea se fue por un tubo. –Demonios, mi auto esta hecho un caos.
Armin sintió el cuerpo de su amigo moverse. Eren abrió sus ojos lentamente encontrándose con un panorama distinto al que había observado antes de quedar inconsciente. Su mirada paró primero en la imagen de Armin que parecía llamarlo, luego en el de un chico que también tenía cara de casi morir, al final vio la imagen de un hombre a unos cuantos metros de ellos. Ese hombre de nuevo, ese hombre de negro que ahora estaba con sus manos deshaciéndose de una mariposa negra. Los ojos negros y opacos de aquel hombre cayeron en los azules y brillantes ojos de Eren. El hombre se quedó en su lugar sin hacer o decir nada, solo manteniéndole la vista al chico.
-¿Estas bien?-. La voz de Armin lo atrajo a la realidad.
Eren vio a su amigo. -¿Qué sucedió?-. Preguntó.
Los dos que lo miraban no comprendieron la pregunta del niño.
-Eren, fuiste golpeado por un auto, ¿no lo recuerdas?
Eren abrió sus ojos, no creía lo que su amigo le decía hasta que recordó el momento en que su mirada se cruzó con la de aquella novia en medio de la calle y esa mariposa negra.
-La, la novia…-. Susurró. –Ella estaba ahí…
Señaló al frente, Armin y el otro chico miraron hacia atrás.
-Eren, ahí… no hay ninguna novia-. Dijo Armin con un tono de voz que delataba la pena que sentía por el comentario de su amigo.
-Pero estoy seguro que la vi, ella…-. Con ver las caras de quien lo miraban se dio cuenta que no valía la pena explicar algo que ni siquiera él entendía.
Su mirada volvió al lugar donde antes estaba aquel hombre de negro, que de nuevo se había desvanecido en el aire sin hacer ruido. Su cuerpo fue levantado por unos brazos, se sorprendió al ver de cerca el rostro de aquel desconocido que lo había tomado sin ningún consentimiento.
-Te llevaré al hospital cargando. No pienso dejarte así, ¿Qué tal si tienes una fractura o algo peor?-. Dijo el extraño llevándoselo.
Armin que había estado boquiabierto pronto reaccionó. –Espe-espere. No puede llevárselo así como así, primero…
-Tengo que hacerlo, no podemos esperar a que un oficial venga. No me quedaré tranquilo hasta que se le haga un chequeo-. Afirmo sin más el hombre.
Eren dejó de tener idea de lo que sucedía a su alrededor. Si había sufrido un accidente entonces en ese momento debía tener una fractura grave. Miró hacia atrás donde había estado acostado momentos atrás, su mirada denotó miedo cuando vio el profundo golpe en la parte delantera del auto. …l no había provocado aquel golpe, ¿cierto? Era completamente imposible.

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