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Fantasía por black_leger

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Sus ojos se abrieron al tiempo que sus labios se separaban intentando llenar sus pulmones con tanto aire como le fuera posible, fue como respirar tras días de no salir a la superficie, sus pulmones se hincharon llenándose de aire, pero aquella desesperante sensación de asfixia no desapareció, escucho la tela de su camisa desgarrarse cuando tiro del cuello desesperado por respirar.

La sinfonía de ruido que inundaba aquella habitación era ensordecedora, su cuerpo ardía y el desquiciante escozor de su piel le obligaba a clavar sus garras en sus brazos buscando cualquier clase de alivio en algo que fuese capaz de controlar, necesitaba silencio, quería acallar a la figura que dormía tranquilamente a su lado, el ruido de la sangre recorriendo sus venas, la calidez de su cuerpo y su aroma, una presa en potencia, una que no se defendería ni lucharía.

En sus ofuscados pensamientos la idea de que su malestar desaparecería comiendo cobro sentido.

Comenzó a cantar en una lengua que probablemente ya había sido olvidada, bajo el agua las palabras tendrían sentido para él y sus iguales, pero fuera de ella se distorsionaban hasta no ser diferentes a gruñidos animales, sin embargo, no necesitaba ser consciente de cada una de sus palabras para recitarlas.

<<Niño estúpido>>, fue su único pensamiento con verdadero sentido mientras comenzaba a removerse intentando liberarse de las sabanas que lo apresaban.

En su desesperación había arañado sus brazos hasta hacerlos sangrar, no podía importarle menos en medio de su angustia, su presa continuaba respirando y pronto haría que dejara de hacerlo, con el poco raciocinio que aún permanecía en él, solo era capaz pensar en el terrible error que ese chico había cometido al invitarlo a dormir en su habitación, con aquella invitación le había dado completa libertad en el único espacio en donde no podía actuar sin su permiso, pudo habérselo advertido, pero, no era su obligación cuidar de él, si una presa se ofrecía para ser devorada, ¿por qué iba a negarse a sacrificarla?

Sin embargo, le concedería algo que nunca antes había hecho, le daría una dulce muerte, una en la que no iba a experimentar los horrores de su sadismo, le dejaría dormir hasta que exhalara su último aliento.

Él no era como aquellos depredadores que disfrutaban de la emoción de la persecución y la lucha, esa no era su naturaleza, por el contrario, odiaba que sus presas intentaran escapar o que pelearan por su vida, pero envenenarlas, aunque efectivo, era una muerte aburrida y rápida, por eso cantaba, el primer hechizo que aprendió al comienzo de su existencia fue el mismo que recitaba en aquellos momentos, solo una pequeña variable y podría mantener a su presa despierta mientras la devoraba o podría parar su rezo y dejar que ese mocoso despertara, someterlo con simple fuerza bruta y romper sus huesos para evitar que luchara, había tantas formas de hacerlo agonizar que se estremecía de emoción de solo pensar en ellas, pero no lo haría, no dejaría que ese niño pasara por nada de eso, incluso en medio de aquel ataque de locura, una pequeña parte de él lo obligaba a contenerse.

Su cuerpo continuaba ardiendo, temblaba y la sangre resbalaba por sus brazos, gateo sobre el colchón escuchando como chirriaba bajo su pesó, incluso ese sonido le parecía increíblemente ruidoso y crispaba aún más sus nervios, soltó un sonoro jadeo agitado, si necesitara su boca y sus principales cuerdas vocales para continuar con su cántico se encontraría en problemas, pero la naturaleza de su especie le había proporcionado los medios para no tener que preocuparse por detalles como esos.

Parpadeo un par de veces dejando que sus ojos se adaptaran a la oscuridad, su vista no era el más agudo de sus sentidos, en la absoluta oscuridad de los abismos era un sentido completamente inútil, pero él no se encontraba en un abismo y la sutil luz que lograba filtrarse a través de las cortinas era suficiente para permitirle verlo todo con claridad.

Las yemas de sus dedos apenas rozaban la piel expuesta del vientre del chico, era suave y cálida, quizás fuera porque todos sus sentidos se sentían especialmente agudos en aquellos momentos, pero aquella sensación era adictiva, vida y calidez, un anhelo constante y casi imposible de conseguir en su prisión acuática, necesitaba aquello, lo deseaba y lo tendría.

Sentía el sudor recorrer su cuerpo mientras cada uno de sus músculos se movían bajo tensos movimientos intentando contenerse a sí mismo, necesitaba más que aquella pequeña porción de piel, quería destrozar aquellas prendas hasta tener aquella piel desnuda y lista para ser desgarrada hasta que no fuera algo más que jirones de carne, pero no podía, no debía, nuevamente aquel grito de autocontrol volvía a su cabeza como una aguda jaqueca, debía hacer que aquello durase, había matado días antes, pero no se había alimentado en meses, deseaba comer, la saliva escurría de su boca mientras pensaba en aquella dulce y suave carne entre sus dientes.

Se inclino, sus cuerpos apenas separados por sus propias prendas, olía a jabón mayormente, su verdadero aroma era encubierto por aquel falso aroma frutal, su mano hizo su camino bajo la camisa de algodón, deslizándose con lentitud hasta tener su garganta bajo sus mano y comenzó a ejercer presión, comenzó con suavidad, dejando que su sensible cuerpo se deleitara sintiendo el bombeo de la sangre que hacía su camino por la yugular, su emoción y desesperación tan solo aumento con aquel acto, continuo ejerciendo presión evitando que sus garras dañaran aquella piel, disfrutando de los jadeos entrecortados y desesperados por aire, ahora ya no era el único que desesperaba por respirar, aquellas bocanadas de aire pasaron de lentas y profundas a rápidas y superficiales, pensó en todos aquellos matices de desesperación que tenía el ahogamiento, en lo distinto e íntimo que se sentía aquel acto en comparación a la forma en que solía ahogar a sus presas, jugando con ellas mientras las sumergía una y otra vez, o simplemente dejando que se agotaran para luego arrastrarlas nuevamente a la superficie para darles esperanza y luego arrebatársela.

Todo era distinto en esta ocasión, mucho más personal y de cierta forma menos divertido, sintió el cuerpo del chico intentar moverse, no podría por supuesto, pero debía recocer su inconsciente esfuerzo por mantenerse vivo, lo soltó, su jadeo fue agónico y profundo, un sonido que encontró placenteramente encantador.

Se levanto solo para mirar atento como comenzaba a regularizar su respiración y recuperaba su aliento mientras intentaba removerse en un intento de despertar.

Siseo por lo bajo disfrutando del espectáculo, estaba emocionado, el calor y la desesperación ahora eran algo en segundo plano en su mente, deseaba divertirse y alargar tanto como pudiera aquel momento.

Llevo las manos del otro por encima de su cabeza, haciendo que su camisa subiera dejando al descubierto su vientre, no había demasiada grasa, ni un cuerpo especialmente trabajado, solo podría describir su cuerpo como suave, sus garras se clavaron sobre la piel expuesta sin la suficiente presión para romperla o hacerla sangrar, pero estaba increíblemente tentador hacerlo, sin embargo, el constante dolor sobre su labio roto que no había dejado de morder lo mantenía lo suficientemente consciente de la situación para evitar que se dejara llevar por sus impulsos.

Su vista se encontraba atenta a todas y cada una de las marcas que dejaba su paso, ligeros arañazos que desaparecerían tras un corto tiempo sin dejar rastro, se detuvo y contuvo el aliento, el ruido fue apenas audible y fácilmente pudo haber sido un suspiro más, pero sus sentidos no lo engañaban, sonrió únicamente aunque deseaba comenzar a carcajearse, ese mocoso estaba disfrutando con aquello, lo iba a matar y se encontraba disfrutando del momento, era hilarante.

¿Por qué no continuar con ese juego y dejarlo disfrutar?

Recorrió aquel cuerpo, probando lo que necesitaba hacer para que aquellos suspiros de placer se volvieran ahogados gemidos de dolor, se detuvo momentáneamente sintiendo el acelerado ritmo cardíaco del otro bajo la palma de su mano, su acelerado latido le incitaba a parar con aquel ridículo jugueteo y abrir su pecho para arrancar su corazón y devorarlo, jadeó con pesadez y limpio su saliva con su antebrazo, su cuerpo se estremeció nuevamente, su estómago gruño y el hambre volvió a ofuscar sus pensamientos, necesitaba devorar aquel órgano separado de él tan solo por una frágil capa de musculo y hueso.

Tomo largas profundas respiraciones, se había cansado de jugar y no iba a continuar posponiendo lo inevitable.

Se detuvo distraído por el ruido de arañazos y el furioso siseo del gato fuera de la habitación, gruño en dirección al animal que no se detuvo ante su amenaza y continúo molestando, bajo otras circunstancias habría eliminado a cualquier cosa que intentara interponerse entre él y su presa, incluso si no se trataba de una amenaza real, decidió ignorar a la alimaña pese al imperioso impulso de atraparla y romper su cuello, ni siquiera estaba seguro de porque la pequeña bestia no estaba siendo afectada, quizás fuese porque no estaba bajo el agua o porque se encontraba fuera de la habitación, no lo sabía y en esos momentos tampoco le importaba averiguarlo.

Sacudió su cabeza intentando despejar su mente, se sentía confuso y ligeramente aturdido, algo estaba mal con él y con toda la situación, su mano descansando sobre el pecho del niño y por primera vez a lo largo de su existencia se encontró luchando contra sus propios impulsos y viciosos deseos egoístas, los mismo a los que se había negado a sucumbir desde su primer encuentro, tuvo tantas oportunidades de matar a ese mocoso que incluso era ridículo que no hubiera hecho aquello antes, pudo haberlo envenenado en su primer encuentro, matarlo accidentalmente durante aquellos días en que su cuerpo se encontraba adaptándose a aquella forma, mientras se encargaba de velar su sueños, ¿por qué había esperado tanto para sucumbir a sus deseos?, ¿qué era diferente?, ¿qué estaba sucediendo con su cuerpo?

Soltó un bufido mostrando los dientes, hambre, calor, agotamiento, se sentía demasiado agotado, eso no tenía sentido, dejo que su cuerpo se derrumbara, los maullidos furiosos al otro lado de la puerta fueron suficientes para comenzar a sacarlo de su estupor.

Una muerte rápida e indolora, el pensamiento de aquello le hizo volver a concentrarse en su objetivo inicial, iba a matar a ese mocoso, arrancar su corazón y comerlo mientras aun latiera.

Deslizo su mano por su cabello dejando que las hebras se enredaran entre sus dedos y tiro de él con brusquedad obligándolo a exponer su garganta, no acostumbraba a matar de aquella forma, pero era una muerte rápida, una que necesita si es que no quería dudar nuevamente, deslizo su legua por su cuello degustando su sabor, sin duda podría convertirse en un vicio, era una lástima que no fuese a durar, recibió varios suspiros en respuesta a sus acciones.

¿Tan desesperado se encontraba ese niño por cualquier mínimo contacto?

Por supuesto que lo estaba, sus recuerdos, sus palabras, sus acciones, era alguien tan simple y herido que cualquiera podría manipularlo a placer.

Sonrió y abrió su boca, sus dientes habían sido sustituidos para tener una apariencia más humana, pero sus colmillos serian suficientemente efectivos para hacer el trabajo, su aliento choco contra la aterciopelada piel, pronto los borbotones de sangre inundarían su boca.

Su mandíbula se cerró con fuerza y sus dientes chasquearon al chocar entre ellos llenando la habitación con un ruido sordo.

Se había alejado en el último segundo.

Cubrió su boca con su mano, su mandíbula había quedado terriblemente adolorida, pero no era algo que real le importara en aquellos momentos, retrocedió dejando que cierto horror se apoderara de él, cayó de la cama golpeando pesadamente el suelo con su cuerpo, no debía parar de cantar o ese niño despertaría.

El suelo frío contra su espalda era reconfortante, su cabeza dolía y sentía que comenzaría a vomitar en cualquier momento, llevo sus manos a su rostro desesperado por una explicación de lo que había sucedido, el hambre comenzaba a pasar, al igual que su aturdimiento, necesitaba largarse de aquel lugar.

Los arañazos contra la puerta habían parado en algún momento y el único ruido provenía de maullidos fuera de la habitación; se levantó con torpeza sintiendo su cuerpo adormecido y miro a su alrededor, había suficiente claridad en aquellos momentos para ver del desastre que había dejado, la cama se encontraba manchada por su sangre, pero esa era la menor de sus preocupaciones, pronto no quedaría rastro de eso, observo sus brazos, las heridas que se había provocado eran profundas, incluso había roto su labio sin realmente darse cuenta de ello, suspiro de alivio al notar que se había controlado lo suficiente para no dejar rastros permanentes de lo que había hecho, al menos no tendría que dar explicaciones que ni siquiera era capaz de darse a sí mismo.

Dejo que el silencio reinara cuando los maullidos del otro lado de la puerta se detuvieron, trago saliva y se acercó tambaleante a la cama para tirar de las sabanas cubriendo al más joven con ellas, se mantuvo observándolo mientras intentaba buscar explicaciones sobre todo aquello que acababa de pasar sin lograr encontrar respuestas.

El gato entro corriendo y salto sobre la cama solo para erizar su lomo mientras soltaba un furioso bufido en su dirección, le gruño de vuelta en respuesta, solo para ver como el animal arañaba el rostro del otro.

Contuvo el aliento mirando como la persona que sobre la cama comenzaba a despertar soltara una queja y se removiera, provocando que el gato saltara y saliera corriendo rozando sus pies.

—¿Qué? —abrió los ojos llevando su mano a donde su piel ardía, miro a su alrededor sintiéndose confuso y desorientado al hallarse solo sobre la cama.

—El gato está molesto —dijo con sequedad recibiendo una mirada somnolienta y confusa.

—Debe tener hambre —sugirió si darle demasiadas vueltas al asunto.

—Deber ser, iré a la cocina.

—¿Qué hora es?

—Aún no amanece, deberías volver a dormir.

—También deberías hacerlo —trato de enfocarse en la figura que permanecía parada sosteniendo el pomo de la puerta y entrecerró los ojos mientras sentía que caería dormido nuevamente, bostezo antes de cambiar de posición abrazando su almohada, su cuerpo se sentía adolorido, pero seguramente sería el cansancio de pasar la noche durmiendo en la misma posición.

—Después de alimentar al gato —contesto dando por terminada la conversación y saliendo de la habitación cerrando la puerta tas de sí.

Afuera de aquella habitación finalmente sintió que era capaz de respirar, las preguntas se agolpaban en su mente, necesitaba una explicación de lo que acababa de suceder, si no se hubiera alejado en el último segundo habría matado a Jon, con cautela comenzó a descender al primer piso sintiendo que en cualquier momento sus piernas le fallarían, no se sintió seguro hasta que llego al final de la escalera y comenzó a andar en dirección a la cocina.

Abrió la llave del grifo y comenzó a beber, el agua refresco su garganta, necesitaba eso.

Llevo su mano hasta su rostro y masajeo su entrecejo, no entendía lo que había pasado, aquella enloquecedora hambre sencillamente había nublado su razón hasta sacar aquella faceta suya que prefería continuar manteniendo oculta, miro la cafetera y se acercó a ella colocando una nueva carga de café, se había vuelto un tanto adicto a la bebida desde que la había probado y ahora sentía que difícilmente podría dejarla; arqueo una ceja curioso de ver la pequeña libreta de la que se había apoderado al lado de la maquina mientras trataba de recordar si era aquel lugar en donde la había colocado la última vez, pero sencillamente termino encogiéndose de hombros restándole importancia al asunto.

Se sentó en la mesa y comenzó a hojear la libreta sin mucho interés mientras jugueteaba con la pluma que había guardado dentro de la espiral, necesitaba respuestas sobre lo que había sucedido dentro de aquella habitación.

¿Qué había sido diferente esta vez? Ya había estado en ese lugar antes y por mucho más tiempo, pero esta había sido la primera que había dormido en ese lugar, él no había dormido hasta ese momento, paso los días pegado a la pantalla del teléfono y la computadora aprendiendo todo aquello de lo que se había perdido todos esos años, tampoco se había acercado a esa cama, sus ojos se abrieron ante la revelación, necesitaba revisar aquel mueble, lo que fuera que había provocado aquello debía estar ahí, esa tenía que ser la única explicación.

Parpadeo en confusión al escuchar los ronroneos y el empuje contra sus piernas, el gato se encontraba ahí, ronroneando en búsqueda de su atención.

—¿A dónde se fue toda esa furia? —pregunto al animal con una sonrisa burlona.

El gato subió sobre su regazo antes de saltar sobre la mesa y comenzar a restregarse contra él.

—También pensaba matarte a ti luego de que lo matara a él —confeso a la gata que solo se estiro y se hecho despreocupadamente frente a él—. Poco te importa, ¿cierto?

Miro la hoja en blanco y suspiro antes de comenzar a realizar algunos trazos sobre el papel, dibujar al animal era una buena práctica para sus oxidadas habilidades, poder hacer aquello era sin duda lo que más había extrañado de ser humano, plasmar sobre un trozo de papel o un lienzo una memoria permanente de alguien, de algo, de un simple momento, había descubierto que actualmente podía hacer lo mismo tomando una fotografía y, sin embargo, no era lo mismo. 

Mientras continuaba haciendo trazos no podía evitar distraerse pensando si algo habría cambiado si hubiera sido otra persona y no ese niño, quizás, incluso si lo negaba, no quería matarlo o herirlo realmente, y era bastante molesto sentir aquella simpatía, no solo estaba actuando producto de su trato, ahora que finalmente habían encontrado estabilidad, no tenía una verdadera obligación de preocuparse por él, si lo estaba haciendo, era por su propia voluntad, era molesto preocuparse por otros, se levantó y fue a cafetera sirviéndose una taza del caliente líquido y volviendo a la mesa.

Cerro la libreta al escuchar pasos bajando la escalera y luego observo por la ventana que ya había amanecido por completo, se había perdido tanto en sus pensamientos que no fue consiente del paso del tiempo.

—Creo que volvía a dormir.

Se encogió de hombros, no necesitaba que le mencionarán lo obvio.

—¿Qué sucedió?

—¿Qué?

Parpadeo confundido ante la angustiante voz del otro que había acortado la distancia y ahora se encontraba observando las heridas en sus brazos, chasqueo su lengua y se soltó del agarre.

—Tuve una pesadilla —dijo rodando los ojos como si fuese algo sin mucha importancia—. Creo que aún no logro acostumbrarme a soñar, de todas formas estaré bien en unas horas.

Observo una cierta desaprobación a su respuesta y como el castaño se contuvo de decir algo, antes de alegarse con una forzada sonrisa y sentándose al otro lado de la mesa.

—¿Fue mala?

—No realmente, solo un simple sueño.

—Ya veo —murmuro sintiendo que su ánimo había decaído, él realmente había tenido una noche agradable, una, que de hecho, había sido producto de su egoísta capricho, la noche anterior había insistido que durmieran en la misma cama al darse cuenta que a Eduardo no le molestaba su cercanía, de cierta forma no podía evitar sentir que aquello era su culpa.

—Hay café recién hecho.

—Creo que es lo único que hay.

—Sobro comida de ayer.

—Yo…, supongo que sí, pero… quería saber si tu… quisieras salir conmigo —hablo antes de ser un poco más consciente de sus palabras y darse cuenta de cómo era que aquello sonaba, se reprendió a sí mismo por ello esperando no haber hecho algo incorrecto—. Podríamos desayunar fuera y luego ir de compras, ya sabes, has estado diciendo que te desagradaba la ropa de Edd.

Pensó un momento en la propuesta, aquel seria oficialmente su primer viaje al exterior, finalmente vería con sus propios ojos lo mucho que había cambiado el mundo en todos esos años que no fue parte del mismo y no a través de una pantalla.

—Suena bien.

Observo como se formaba una sonrisa en aquel rostro y sus ojos vacíos parecieron brillar por un momento, dio un trago al café mientras escuchaba al otro comenzar hablar emocionado sobre las cosas que podrían hacer y los lugares que deseaba que visitaran, eran demasiadas actividades para un día, eso era algo que le quedaba demasiado claro, pero Jon lucia demasiado entusiasmado hablando sobre todo aquello, no tenía nada que perder dejándolo continuar hablando, además, escucharlo no era una distracción exactamente desagradable. 


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