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Ahora soy uno de ellos. por javithabadeer

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Despertó como un reloj a las 6 de la mañana, abrió los ojos encontrando los cabellos del otro en su rostro, sonrió levemente hundiendo su cara en ellos. Tenía un aroma peculiar, eran sedosos como una costosa tela de seda. Se levantó del suelo con suavidad para evitar despertarlo, lo dejó arropado y así se puso sus prendas que había dejado tendida sobre la cama. Una camiseta grisácea, pero negra en las mangas y la parte superior a la altura de la clavícula, el pantalón era un tanto holgado, arriba iba atado con un cinturón y en los muslos unas correas permitían que colgara el estuche donde tenía sus armas, cómo la daga y una pistola. Enfundó sus pies en unas botas especiales, eran de un material resistente a los filos de las rocas y servían para poder escalar con facilidad los arboles y peñascos.  

Salió de la habitación manteniendo siempre su espalda curvada, al bajar encontró el lugar solitario, todos seguían durmiendo, sus tropas ya estarían de pie, a menos que fuese un día de sexo. Avanzó por la estancia mirando las cosas que tenían, habían retratos de ellos, parecían una familia feliz.  Tomó una donde estaba toda la familia reunida, a diferencia de los humanos, ellos no tenían padres, tenían tutores que los guiaban. No pasó mucho para que se pusieran en marcha. Les entregaron un carruaje en el cual llevarían el equipaje y cosas de Darrem. Este estaba de pie hablando con su familia, los observó desde la distancia y así decidió esperar arriba, justo detrás de los unicornios para llevar las riendas.

-Espero vuelvas entero. -Comentó Geo.

Recibió un golpe en el hombro de parte de Theo, este sonrió levemente mirando a su hermano menor.

-Suerte con tu viaje.

-Gracias. -Respondió Darrem mirando sus ojos avellanas para luego ver a su madre.

-Mi pequeño. -Dijo la madre abrazándolo. -Estaré aguardando tu llegada, ten mucho cuidado por favor.

-Mamá... estaré bien, ellos cuidarán de mi.

Se apartó y así observó a su padre, este lo miró con su rostro neutral.

-Espero cumplas tu misión.

-Lo haré. -Afirmó.

Desde el carruaje observó a Darrem avanzar hacia él, este subió haciendo a un lado las telas que hacían de pared y puerta. El cambio de presión era mayor al descender hacia la ciudad más baja del reino. Así como la radiación ultra violeta a la cual ellos estaban acostumbrados. Bastaron de tres horas para llegar hasta Bartolome,  no habían murallas de entrada, sólo las que delimitan con el exterior salvaje. Pasaron junto al mercado, las grandes casas que servían para albergar prostitutos y guerreros en su mayoría, no pasó mucho para llegar hasta la casona donde estaba su equipo, todos estaban afuera esperando curiosos de ver al chico humano.

-¡Maurice! -Llamó un chico. -¿Cómo es la capital? ¿Si nos has traído algo?

Bajó de la carroza y así fue hasta los unicornios exhaustos debido al viaje. Luego de soltarlos se acerco hasta donde estaban ellos para responder a su pregunta. 

-No, a ustedes no.  

 

Fue hasta las telas y así deslizó una de ellas hacia arriba encontrando al pequeño humano hecho un ovillo, se había cambiado de ropa durante el viaje, esta era especial para ir a terreno y ya usaba la capa de los slayers, la cual tenía un par de orejas siendo parte del diseño. Sonriendo acercó su mano y movió un poco al visitante, no le extrañaba que se hubiera dormido, seguramente el poco oxigeno le hacía eso. 

-Darrem, llegamos. 

-¿Eh? -Oyó decir. 

El menor se sentó sobre las telas que tenía el carruaje, sus cabellos estaban revueltos debido al movimientos constante. Sus ojos estaban pequeños y su mentón estaba húmedo con la saliva que había dejado caer. Maurice acercó su mano limpiándola con el pulgar. 

 

-Bienvenido a Bartolome.

Un grupo de cinco Lycans lo esperaba detrás de Maurice, algunos miraban por sobre el otro intentando ser los primeros en ver al nuevo integrante. Darrem descendió de su transporte, había dejado su túnica por una camisa que tenía símbolos y unos bombachos de color café de una tela ligera. La capucha de los Slayer hacían parecer que este tuviera orejas  y el que recién viniera despertando lo hacía ver adorable. 

-¡Es muy pequeño! -Comentó uno. 

-Se ve adorable, ¿Puedo quedármelo? 

Todos median por sobre el metro noventa a excepción  de uno que media poco más de uno setenta. Maurice se ubicó  a su lado para poder ir presentándole uno a uno los integrantes del grupo que serían sus protectores durante la misión. 

-Él es Gide. 

-Bienvenido. -Dijo con sequedad.

Era el más alto de todos, de hombros anchos, usaba una larga melena blanca que caía por sus hombros, su rostro era cuadrado pero a la vez llamativo, mostraba seriedad rozando el desagrado de tener que estar ahí. Sus ojos eran del mismo tono ambarino que caracterizaba a los Lycans. 

-Es nuestro capitán. A su lado está su pareja, Yau. 

-¡Bienvenido, Darrem! Estamos felices de ser tus escoltas. -Dijo este sonriendo. 

Yau era más estilizado, un tanto más bajo que Gide, sus cabellos eran lacios y los usaba atados en una coleta en la nuca. Algunos adornos lo acompañaban como plumillas o cuentas. 

-Es el segundo al mando, -Explicó Maurice. -Y el resto son Bran, Athel e Ivv.

Todos saludaron alzando una mano, Bran era un lycan de estatura común, de cabellos cortos lisos a diferencia de Athel que los tenía rizados.  Ivv era el lycan más bajo, pero se debía a que aún estaba en formación, recién había cumplido 42 años. 

-Saldremos mañana. -Anunció Gide. -Hoy es luna llena así que pueden ir al burdel. 

-¡Que maravilloso! -Exclamó Athel. -Venga, Ivv. 

-¿Es debido a su celo que no saldremos hoy? -Preguntó Darrem mirando a Maurice. 

-Así es, no creo que quieras estar presente cuando a estos se les suban los humos. -Comentó sonriendo. -Dejaremos tus cosas en la carroza para mañana cargar todo antes de irnos. ¿Quieres ir conmigo a los establos? Debo alimentarlos. 

-Claro. -Respondió este. 

Fueron hasta la parte trasera de la casona donde tenían unos establos, habían ocho hermosos ejemplares de unicornios sueltos. Se acercó acariciando el hocico de uno de ellos juntando sus frentes.

-Hola hermoso. -Saludó este. - Saldremos a explorar mañana, ¿Qué te parece?

Frotaba su rostro contra el del animal de manera casi amorosa. Se apartó y observó a Darrem quien se ruborizó como si hubiese visto a una pareja de amantes, riendo estiró una mano a este y así lo hizo acercarse para que pudiera acariciarlo. 

-Dile cosas lindas, les gusta eso. 

Este puso una mano frente a él para mostrarle que no le haría daño, pronto sintió la húmeda nariz del animal en su dorso y poco después le había lamido la cara, soltó una pequeña risa ante esto.

-Eres demasiado lindo, de verdad que si lo eres. -Comentó al animal con una sonrisa acariciando su cuello. Luego de permanecer en silencio lo oyó volver a hablar. -De verdad la vida de ustedes es muy diferente a la nuestra Maurice, me hubiera gustado nacer siendo un Lycan. 

-Pues quizá en tu próxima vida lo seas. -Dijo este sonriendo. -Si lo anhelas con todo tu corazón, tal vez te lo concedan las estrellas.

 


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