Un amor para siempre
XII
El tiempo se les fue y no se dieron cuenta.
Los últimos dos años los pasaron juntos. Unidos por el vínculo inquebrantable de sus corazones.
Lance sabía que el amor no se le iba a acabar. Pensaba en eso mientras miraba a Keith.
Ambos acordaron salir a comprar cosas para la fiesta de graduación.
Pidge y Hunk los acompañaban.
— Me alegro de estar contigo— le susurro al oído Lance.
Keith ya estaba acostumbrado a lo meloso que llegaba a ser Lance. Le sonrió para luego besarle en la mejilla.
— Yo también— le apretó la mano.
Durante los últimos meses Keith logró acoplarse a la vida con Lance. Ya no estaba solo y pasaba gran parte de su día con Lance. A menudo iba a casa de la familia del joven alfa y pasaba tiempo con ellos. Tal y como Lance le había dicho su familia quedó encantada con él. Una familia numerosa, padres, hermanos, tíos y primos. Ahora tenía un lugar al cual volver. Un lugar junto a Lance y personas que lo aprecian.
— Ellos quieren hacer una comida después de la ceremonia de graduación— Pidge hablaba con Lance. El moreno tomaba de la mano a Keith mientras conversamos con su compañera.
— Sería un almuerzo entre todos nuestros compañeros— Lance se dirigió a Keith.
— Porque sería la ultimas vez que nos veríamos ya que vamos a la universidad.
— Hunk, Pidge y yo iremos a la misma universidad— dijo Lance.
Keith optó por otra carrera para su buena suerte ambas carreras estaban ubicadas cerca la una de la otra así que solo sería cuestión de caminar un poco para estar juntos.
Sería de esa forma. El resto de sus vidas juntos unidos por su amor.
Seis años después.
Keith despertó al oír el sonido de algo romperse contra el piso. Se levantó rápido para ir y ver qué era lo que se había roto. Bajo al primer piso, el suelo estaba frío, por las prisas no logró ponerse unos zapatos. Se dirigió a la cocina. Estaba seguro de que el sonido venia de ahi.
— Deja eso— yo lo limpio.
Keith escucho la voz de Lance hablando bajo. Como un susurro.
— Se enojara...— escucho la voz como un sollozo de su hijo.
— No importa, compraremos otra taza.
— Va a enojarse conmigo— dijo en un llanto.
— Le diré que la rompí yo.
— Me pregunto cuántas cosas habrá roto y nunca me dijiste— Keith apareció parado en el marco de la entrada a la cocina.
— Buenos días— Lance ignoro lo último y tiró los restos de la taza en el bote de basura.
— No mucho— respondió nervioso.
— ¡Fue papá, fue él! — grito el niño pequeño.
— Ya sabe que fuiste tú.
— ¡No! — grito el niño pequeño —No le creas.
Keith se acercó al pequeño. Se inclinó y lo miró fijamente.
— Si fui yo— bajó la cabeza apenado — ¡Fue un accidente!
Mientras Keith discutía con su hijo, Lance por su parte preparaba café.
— Estábamos preparando un desayuno— asintió energético —Papá dijo que sacara una taza ¡Y se rompió cuando cayó al suelo!
—Es porque tengo un mal ayudante— Lance le entregó un sándwich al niño —Toma, cómetelo.
El niño lo aceptó y se fue corriendo. Encendió el televisor.
— ¿Tendremos una noche para nosotros dos este fin de semana? — Lance tomó por la cintura a Keith —Llevamos a con mis padres y que lo cuiden solo por este fin de semana.
— No sé— respondió Keith —Estoy enojado por que rompieron mi taza y no sé qué otras cosas más han roto.
Lance lo beso en el cuello.
— Te compare otra taza.
Keith fingió pensarlo un largo rato.
Lance le mordisqueo un poco el cuello.
— Esta bien.
Lance lo beso. Un largo y profundo beso. Absortos el uno en el otro no se dio cuenta que su pequeño hijo los miraba.
Keith vio al niño mirándolos con cara de asco.
— Espera está aquí— Keith intentó apartar a Lance.
— Que vea.
— No— chillo.
— Qué asco— dijo el pequeño. —Los adultos son raros.
—Algún día encontraras a alguien y harán muchas otras cosas— le guiño un ojo Lance.
—No le digas eso ¿Y por qué no trae puesto su uniforme? — Keith tomó a su hijo entre los brazos, subió a la habitación para vestirlo.
— ¡Un león volador!
—Ven, ponte el uniforme.
Keith bajo con el niño en brazos.
—Ya se nos está haciendo tarde— tomó las llaves que colgaban en la pared.
—Papá la otra vez rompió un plato— le susurro al oído Laith.
— No puede ser...
— ¡Te escuche! — Lance abrió la puerta del auto.
Keith sentó al niño y le acomodó el cinturón de seguridad.
— No le creas nada de lo que te diga— Lance cerró la puerta con el niño dentro del auto.
Keith frunció el ceño.
Lance le sonrió. Le abrió la puerta del auto y él tomó su lugar.
Llegaron al colegio a tiempo. El tráfico a esa hora era terrible. Keith bajo junto con Laith, Lance se quedó dentro del auto escuchando música por la radio.
—Nos veremos para el almuerzo— dejo Keith a Laith en la entrada.
Laith entró corriendo, luego giró para despedirse de Keith.
— ¡Nos vemos luego!
Se despidió de su hijo y camino rumbo al auto.
Lance miraba algo en su móvil. Encendió el auto, llevaría a Keith a su trabajo y luego el iría al suyo. Llegaron a las oficinas, Keith estaba por bajar Lance lo sujeto para evitar que saliera del auto.
— Tendremos un buen fin de semana— lo beso.
Keith correspondió el beso entrelazando sus brazos alrededor del cuello de Lance. Los besos del alfa siempre lograban estremecerlo no importaba cuanto tiempo ya hubiera pasado.
— Llamaré a mi madre para llevarlo mañana temprano— lo beso suave y largo. —Hueles increíble.
Keith logró bajar del auto escabulléndose de los brazos del alfa. Lance trato de atraparlo, pero el omega fue más rápido.
— Mañana tendremos una excelente noche— se despidió entrando a su trabajo.
— ¿De verdad? — Lance pregunto emocionado — ¡Tengamos otro bebé!
Pese a las dificultades que pasaron en un principio Lance y Keith lograron cimentar su relación. Ahora se tenían el uno al otro y a pequeño y desastroso hijo.
Keith pensó en la oferta de Lance y que quizá si quería otro bebé. Podrían hacerlo ese mismo fin de semana
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