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Nacido para conocerte por DMOll08

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Notas del capitulo:

Estaba leyendo Le onze mille verges, no fue muy agradable de leer, sobre todo por que toca temas que me desagradan, no se los recomiendo, pero me dio risa porque dicen "¡Enculame, enculame!"  me reí cada vez que alguien lo decía, pensé en usarlo en algún fanfic pero no será este... Al menos por ahora. Ahora leo "Llanto de una pasión" se los recomiendo bastante.

Este fanfic no tendrá más de diez capítulos, así que solo quedan dos.

Bueno, espero les guste, hay más Shiro y Matt, pero no opacara a Lance y Keith, solo me gusta el ShiroxMatt, es mi otra ship xd

VIII

 

El amor tras la adversidad

 

 

 

Logro llegar mucho antes de la hora se entrada. No eran más que las seis cuarenta de la mañana cuando entró por los pasillos del edificio sin propósito alguno, sus pasos producían un eco sordo lo que remarcaba más la soledad que le rodeaba. La noche anterior no logró dormir. Ya pasaron varias noches desde que no lograba dormir. Empezaba a presentar síntomas de cansancio. Siempre que cerraba los ojos veía el rostro aterrado del chico. Un grado más joven que él. Con sus ojos grandes y su cabello castaño claro.

Todo el tiempo le sonreía amable y parecía estar a gusto con él. Pero él es un alfa y el chico un omega, el tiempo pasó y se hicieron buenos amigos. Antes de darse cuenta se acostumbró a la presencia del chico, a que esté constantemente se la pasará junto a él.

Un día lo arruino.

Como un frágil cristal resquebrajándose frente a él. No pudo hacer nada para detenerlo.

Qué triste se sentía ahora.

Entró a su aula dejando su mochila sobre su silla. Las instalaciones estaban completamente vacías y solo el conserje se paseaba por los pasillos.

Shiro miro la hora en su móvil.

06:45

Suspiro.

Dentro de quince minutos todo se llenaría del bullicio de los estudiantes. Las voces y las risas invadirían todo y el ya no estaría sólo. Salió del aula. Decidió caminar un poco, quizá así su mente se despejaría. Mientras andaba guiado por pasos sin sentido vio la figura bajita acercarse a lo lejos y junto a ella un joven más alto y robusto. La reconoció de inmediato.

La pequeña chica al verlo le saludó enérgicamente.

  – ¡Shiro! – quedó frente a él.

 Shiro la vio. La chica claramente más baja que él. Se parecía mucho a Matt. Casi idénticos. En cierta medida le molestaba verla, no porque la odiara, sino que la chica es la viva imagen de Matt y le sonreía. Le sonreía como Matt le sonrió antes, pero la sonrisa de Matt se esfumó hasta convertirse en una mueca de miedo. Todo por su culpa. Él era el único culpable.

  – Buenos días, Pidge, Hunk– dijo con su voz amable. Ignorando todo lo que pasaba por su cabeza.

  – Buenos días– dijeron casi al mismo tiempo los chicos.

  – Matt ya podrá venir mañana a clases– dijo Pidge consciente de la amistad entre Shiro y su hermano – ¿Por qué no has ido a verlo?

 Shiro pensó en Matt. Pensó en todas esas veces que lo había acompañado a su casa y se quedaba conversando con su padre o jugando con él y Pidge. Todo eso cambió luego de ese día. El día que movido por el instinto y el olor de las feromonas atacó a Matt, estuvo cerca de violarlo de no haber sido por Allura y Koran hubiera tomado en ese mismo instante a Matt. Ya no podía verlo a la cara. No después de todo lo ocurrido. Sentía vergüenza de sí mismo como persona.

  – Deberías ir a verlo.

  La voz de Pidge lo sacó de sus pensamientos.

  – Ah...– sonrió, sus ojos no sonrieron –...debería ir a verlo.

  – Él ha hablado de ti– dijo Pidge entusiasmada. Le gusta hablar de Matt. Y sabe que a Shiro le gusta Matt, pero no sabe que Shiro atacó a Matt. Es mejor así.

  – Ya veo.

 Shiro pensó que quizá ella sabía lo ocurrido. Allura y Koran no hablaron, y el director pese a estar un poco decepcionado no lo castigo, ni expulso. El castigo por abusar de un omega en celo sin ser su pareja es alto y lo es aún más si el omega ya tiene pareja. Si un alfa ataca a un omega queda marcado como un salvaje y puede acarrear consecuencias a la larga. El director sabe que Shiro es un chico brillante, con potencial y un buen futuro asegurado, si se sabía que él había atacado a un omega mancharía su expediente y le costaría ingresar a una buena universidad. Aun así, Matt no lo denuncio, todo se quedó dentro de la oficina y quienes sabían no dirían nada. Fue así como Shiro logró continuar con su vida. Matt no. Matt ahora está encerrado en su habitación, dice estar enfermo, dice que no se siente bien. Shiro sabe que no es verdad, lo que aqueja a Matt es lo mismo que lo aqueja a él. El dolor de saber que no pudieron vencer a su propia naturaleza. Y eso les dolía más de lo que imaginaban.

  – El ya estará aquí mañana, dice que se siente mejor– los ojos de la chica brillaban de alegría.

  – Es bueno, el semestre está por terminar.

 Una campanada le aviso que ya eran las siete de la mañana, el bullicio de los estudiantes entrando le advirtió que el día seguirá sin importar si lo único que el quería es esconderse.

Allura apareció entre el grupo de estudiantes. Llevaba el cabello recogido con un moño hecho de su propio cabello. Miro a Pidge y Shiro conversar, Pidge le decía algo a Hunk y luego volvía a hablar con Shiro. Allura fue testigo de los que pasó y pudo ver los ojos tristes de Shiro. Se acercó al pequeño grupo.

  – Pero ahora él no toma pastillas, es inyectable dicen que es mejor así– contaba Pidge –Como el que usaron en Keith.

Al oír el nombre de Keith recordó lo ocurrido hace tres semanas. Que rápido se le fueron tres semanas. Keith tampoco lo reportó y nadie más hizo por hacerlo. Le tranquilizaba saber que, a diferencia de Matt, Keith tiene a Lance. A su manera lo tiene. Matt no, está solo.

Pidge, Hunk y Allura conversaban animados.

"Su pareja destinada"

Allura le sonrió. Él le sonrió.

Pidge hablo con Hunk sobre las clases de biología. Las clases donde explicaban sobre las diferencias entre omegas, betas y alfas.

 Cuando inician la pubertad los médicos ya pueden saber a qué categoría pertenecen y a partir de eso de que manera se regirá su vida.

Las reglas que se les imponían para vivir de esa manera.

Como Matt y Keith.

Los alfas son afortunados. Quienes lo son más son los betas. Ellos pueden ir y venir. Los demás no.

 

Las clases iniciaron. Pidge y Hunk se despidieron rumbo al edificio de primer semestre, Allura camino hacia los de tercero y Shiro se fue al de quinto. Cada uno tomó su rumbo. Matt habria ido con Allura mientras le contaba algo y la chica reía, ahora Allura camina sola y no sonríe. El ya no sonríe y probablemente Matt tampoco.

 

El día siguió junto con el ruido de las voces juveniles mezclarse.

Apretó los puños. No podría esconderse por mucho tiempo. Y no deseaba esconderse más.

 

 

Al terminar la tercera clase Lance vio salir a Keith. Noto que el chico dejó su mochila en el suelo a lado de su silla además de una libreta con apuntes y un bolígrafo sobre la mesa, un pequeño desorden.

Lo vio salir y como pasaba la puerta su espalda desapareciendo tras atravesarla, no le tomo importancia, no porque no le importara, dudaba si ir detrás de Keith seria lo correcto. Ya lo hizo otras veces y todas con resultados que no le gustaron. Tras cada intento se veía inmerso en un fracaso. El corazón de Keith estaba rodeado de una coraza. Él no la podía atravesar.

El profesor entró. Keith no. Lance suspiro. Lo más probable era que Keith se saltaría la clase, llevaba saltándose clases desde hace varios días.

"Perderá el curso" pensó Lance.

Golpeo sus dedos contra la mesa, lo hizo por ansiedad. Realmente estaba conteniéndose. Chasqueo la lengua.

El profesor daba la clase, Lance no estaba interesado, las palabras iban y venían, sin significado para él. Se levantó de su silla, sin vergüenza preguntó:

  – ¿Puedo ir al baño?

 El profesor que anotaba una ecuación en la pizarra miró por sobre su hombro a Lance.

  – Si, puede ir.

 Lance salió empujando un poco la silla, esta hizo un sonido metálico.

Pidge observó que el lugar de Keith estaba vacío, el de Lance también. No lo pensó mucho. 

Es bastante obvio para ella.

No tenía la más mínima intención de ir al baño. Su único motivo era hablar con Keith. El omega llevaba días evadiendolo, cuando sus miradas se encontraban este rápidamente desviaba la mirada y por momentos Lance se sentía observado, cuando observaba a su alrededor se topaba con los ojos grises de Keith y este al verse descubierto bajaba la mirada escondiendo sus oscuros ojos bajo sus espesas pestañas negras, un ligero rubor aparecía en sus mejillas al verse descubierto, Lance notaba que se mordía los labios y al igual que Keith miraba a otra parte.

Recorrió los pasillos buscándolo, entró a los baños, fue a la enfermería, pero no vio rastro alguno de Keith, opto por ir y buscar por los jardines, mientras buscaba por todas partes logró encontrarlo.

Keith estaba sentado en una banca bajo un árbol, el chico mantenía la mirada fija en el jardín. El día estaba soleado, un árbol resguardaba a Keith, él parecía tranquilo.  Lance se acercó. Keith no se inmutó. El moreno se sentó justo al lado del chico, solo unos quince centímetros los separaban. Y pensar que solo unas semanas atrás estuvo dentro del chico deleitándose con el delicado cuerpo. De eso ya paso tiempo. El semestre estaba por finalizar. Que rápido se le iba el tiempo. Y él sentía que no logró nada.

  – Estaba esperándote– dijo Keith con voz baja. Como si quisiera que nadie más salvo Lance lo escuchara.

 Lance se sorprendió al oír al Keith decir que lo esperaba y al mismo tiempo una emoción nació en su pecho.

  – ¿En serio? – preguntó. Se sentía tonto.

  – Sí– respondió Keith. Él no lo miraba, seguía absorto en el jardín.

 Lance si lo miraba y esperaba lo mismo de Keith.

Keith no lo miro.

El dulce aroma del omega llegó hasta Lance y de alguna manera también sus sentimientos.

  – Ayer me masturbe...– dijo. Su voz sonaba más segura y firme que en otras ocasiones.

  – Ya veo– Lance casi se cae de la banca al escuchar lo dicho por Keith, se mantuvo recto sobre esta.

  – ...pensando en ti– continuó. Ni por un instante miró a Lance. Sentía la mirada del moreno sobre si, los ojos azules penetrantes observándolo.

  – ¿Y tuviste un orgasmo? – preguntó. Lo hizo por curiosidad. No esperaba que le respondiera. Sentía como comenzaba una erección en sus pantalones. Keith no lucia como alguien que tuviera conversaciones obscenas y tampoco parecía interesado en eso. Lance sabía que no era del todo cierto, Keith semanas atrás le rogó que lo tomara y el obedeció. De eso ya llevaba tiempo, su relación se estancó. Los sentimientos estaban intactos.

  – No– Keith respondió. Giro su rostro para ver a Lance. Los entrecerró un poco estudiado el rostro del moreno.

  El alfa lo miraba atónito, el bonito rostro de Keith era iluminado por la luz del sol que entraba por las hojas del árbol haciendo que las sombras formaran figuras sobre él.

Keith se acercó al rostro de Lance. El alfa no retrocedió, se quedó esperando sea lo que fuera que ocurriría, no le importaba si lo golpeaba o le escupía en ese mismo instante. Contrario a lo que esperaba Keith lo beso. Lejos de sus apasionados besos de antes este beso era más tímido e inocente, solo eran sus labios apretados contra los suyos, suaves y dulces, Keith abrió su boca dejando pasar la lengua de Lance.

Lance saboreo el beso, colocó su mano detrás de la nuca de Keith entrecerró sus dedos en el oscuro cabello del omega, profundizó el beso, sus lenguas se entrelazaron, saboreaban el paladar y la saliva, todo mezclado con sus emociones.

Keith se separó de Lance. Sus ojos miraban los de Lance. Gris contra azul.

  – No, no tuve un orgasmo– respondió con la voz un poco ronca.

 Lance sintió como el aliento caliente de Keith le cosquilleaba la nariz.

  – ¿Por qué no tuviste uno? – se alejó de Keith. Permaneció rígido sentado en la banca absorto en los labios de Keith esperando una respuesta.

  – Estaba solo– dijo con la voz áspera de alguien que trataba de ahogar sus emociones –No quería sentirlo solo.

  Lance asintió. No entendía del todo.

  – Lo intente incluso metiéndome los dedos.

 El aire le acarició el rostro.

Keith continuo.

  – Pero me sentía estúpido– aclaró su garganta. –Y pensaba en ti.

 La erección en la entrepierna de Lance se hinchaba cada vez más. Nunca hubiera imaginado que Keith le diría que se masturbó pensando en él.

Keith bajo si vista al notorio bulto en la entrepierna de Lance.

  – Pero yo no quiero ser propiedad de un alfa– dijo siéndole indiferente a la erección de Lance –Dijiste que me quieres.

  – Si, te quiero– confirmó Lance.

  – Los alfas quieren un omega que siempre los complazca y que tenga a sus hijos– Keith tomó la mano de Lance. La piel morena del castaño resaltaba entre las pálidas manos de Keith. Las manos de Keith son más pequeñas. El omega colocó la mano sobre su vientre –Yo puedo tener un bebé– su voz que antes se había aclarado ahora se volvía nuevamente ronca.

  Lance dirigió su vista al vientre de Keith. El había crecido de esa manera. Lo único que su familia le pedía eran tres cosas: Se exitoso, se feliz y forma una familia.

  – ¿Te excita saber que yo pudiera tener a tus hijos? – preguntó con sorna, enroscó sus brazos alrededor del cuello de Lance. Sus cuerpos estaban juntos. Podía escuchar los latidos de su corazón acelerarse.

 Lance trago saliva.

No respondió.

  – ¿Me quieres porque puedo tener a tus bebés y cada vez que esté en celo serás libre de follarme?

  Lance se liberó los brazos de Keith.

  – No– negó. –Nunca he pensado en tener hijos.

 Keith se sentó en la banca confundido por la respuesta de Lance.

Keith rozo con la punta de sus dedos la erección bajo la tela. La sintió caliente y dura. También la sintió caliente y dura en su interior. Todas las veces que follaron.

  – Creo que tiene que ver con que soy joven– observó como los dedos de Keith picaban el bulto –Pero no me gustan los niños ¿Y a ti?

  – Siempre pensé que si tenía hijos sería mejor de lo que fueron mis padres– dijo jugueteando con la erección –Mis padres no están conmigo.

  – Lo siento– Lance dijo eso por compasión.

  – No te disculpes– negó Keith con la cabeza –Murieron cuando yo era pequeño, no los recuerdo.

 Lo último dicho hizo que Lance entendiera muchas cosas sobre Keith. Ser omega es difícil, pero ser un omega y crecer sin nadie que te guíe debe ser terrible. Sintió que se le retorcía el estómago. Una profunda tristeza se apoderó de él.

  – Debió ser difícil.

  – Lo fue– dijo con la voz temblorosa Keith.

  – ¿Tenías miedo?

  – Si...– trago de aguantar su voz acuosa –Tenía miedo.

  – ¿Tienes miedo ahora? – cuestiono Lance.

  – Si, tengo miedo ahora.

  – Te quiero– afirmó con seguridad.

 Keith se quedó en silencio.

Los "te quiero" de Lance provocaban un oleaje de sensaciones desde el inicio de su espina dorsal hasta su nuca donde antes Lance lo había acariciado.

  – ¿Quieres que te la chupe? – preguntó desabotonando el pantalón de Lance –No te preocupes, no viene nadie aquí.

  – ¿Como sabes que nadie viene? – preguntó ante la seguridad de Keith.

  – Nadie está interesado en los jardines– dijo bajando la bragueta. Escucho el sonido característico de esta al bajarse –Vengo aquí para estar solo.

  Lance observo absorto como Keith se arrodillaba frente a él. Sus manos eran pequeñas y pálidas, bajo un poco los pantalones junto con la ropa interior, la erección de Lance salió por completo, Keith no se inmuto, la acarició con su mano derecha, una gota como una lágrima salió de la punta. El pene está duro y caliente, las venas se marcaban, era más oscuro, el vello sobresalía en la base.

Keith lamió el prepucio. No sabía que estaba haciendo solo que quería hacerlo y con desearle le bastaba. Intento meterlo por completo, pero no pudo, era demasiado grande para caber en su boca pequeña y rosada, aun así, decidió intentarlo, lamió desde la base a la punta lubricándolo, el miembro de Lance brillo por la saliva; Keith logro engullirlo por completo, lo saboreaba con su paladar. El pene de Lance palpitaba contra su lengua, está salado, lo sacó de su boca y lo volvió a meter.

Lance soltó un gruñido. Apretaba sus manos contra la banca tratando de controlarse, el interior de Keith era cálido y su respiración contra su pene le provocaba sensaciones asombrosas, por momentos los dientes de Keith lo rozaban.

Keith movía su cabeza en un vaivén. La movía como Lance había movido sus caderas para follarlo.

  – Basta...– gruñó Lance para luego soltar un suspiro.

 Keith lo comprendió. Iba a correrse. No lo liberó, lo mantuvo dentro de su boca esperando el chorro caliente de esperma. Lance ya se había corrido antes dentro de él, solo que esta vez seria en su boca.

  – Keith– dijo tratando de liberarse.

 Keith se aferró a sus piernas y metió por completo el miembro de Lance dentro de suyo, la punta tocó su garganta, lo saco y el líquido viscoso se vacío en su boca, su lengua y labios estaban manchados.

  – Lo siento– se disculpó Lance al ver a Keith en ese estado.

 Keith trago el resto del semen.

  – No importa– dijo mientras un poco de esperma se deslizaba de su comisura izquierda.

  – Te llevaré al baño– se levantó Lance tomando las manos de Keith e intentando que este se levantara.

  – ¿Te gusto? – preguntó.

  Lance acomodo sus pantalones.

  – Lance...– lo llamo Keith – ¿Te gusto?

 El alfa se volteo, Keith estaba llorando. Llevaba un largo rato tratando de no llorar. Al final lloro.

  – Si– lo rodeo con sus brazos. Lo beso. Un beso diferente al primero. Más apasionado y más demandante. Saboreo donde Keith antes lo saboreó. Lamió cada rincón donde antes Keith tuvo su miembro, la saliva y los restos de semen se revolvían mientras sus lenguas luchaban por profundizar el contacto. –Me gusto.

 Se escuchó el ruido lejano de la campana. La clase ya finalizó. Se les fue toda una hora.

  – Vamos al baño– dijo Lance tomando de la mano a Keith.

 Keith la rechazó. Escondió su mano en su bolsillo.

Lance insistió tomando del brazo a Keith lo llevó hasta los baños. Dentro lavo las manos del chico, con un papel húmedo limpio el rostro. Restos de lágrimas y semen.

Keith sentía como Lance limpiaba con cuidado su rostro, no noto cuando dejo de llorar.

– ¿Te sientes mejor?– le preguntó Lance con voz amable.

–Si– miro a Lance y tomó la mano que se deslizaba por su rostro –Me siento mejor.

 

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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