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Rehabilitación/Creek por javithabadeer

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Se había acercado a la reja, frente a él estaba Craig, había cambiado tanto a como había estado hace 4 años. Era más alto, su rostro más alargado, cuerpo esbelto y aún vestía patéticamente cool. Sus manos agarraron los barrotes, al oír que lo estaba dejando sintió un vacío enorme en su pecho. Por largos segundos se quedó totalmente mudo y quieto, lo miraba sin poder creerlo realmente, sus sospechas eran reales, lo que habían dichos aquellos tipos era real.. Craig lo había dejado. Las lágrimas llenaron sus ojos al punto de no poder ver bien. Sin fuerzas cayó de rodillas en el sucio suelo, sus manos seguían aferradas a los barrotes oxidados. El dolor nació y el llanto que tuvo fue desgarrador.

—Tweek. —Llamó su madre entrando en el pasillo. Asustada fue hasta la celda arrodillándose frente a él, sus manos tomaron las del otro que seguía aferrado al metal. —Cariño, aquí estoy, no llores más. Tweek.

Sus gritos hacían creer que lo estaban matando. Su padre ingresó llevando una venda en el hombro, estaba yendo hacia su esposa e hijo hasta que vio encerrado del otro lado a Craig. Sorprendido alzó una ceja.

—¿Craig? ¿Qué haces ahí? ¿Cuándo llegaste? Tweek, ¿Ya viste quien esta aquí?

—¿Craig? -Preguntó la mujer volteándose. —Oh por Gautama, ¿Por qué estás encerrado tú? Tweek te ha extrañado tanto, estoy segura que todo mejorará ahora. ¿Quieres que llame a tus padres? Cariño paga la fianza para que lo saquen de ahí, no es un criminal.

Salió de la cárcel un día después de Craig, sus padres pagaron para sacar a su ex-novio, dinero que fue devuelto por sus padres. Finalmente se decidió que su libertad estaría enlazada con una toma de medicamentos, se llegó a una acusación mayor hacia los padres al no tomar responsabilidad por la salud de su hijo. Ellos jamás había tomado medidas reales pasa ayudarlo. Salió del juzgado con el medicamento en la mano, para ese entonces sus padres ya sabían que no estaba con Craig, cosa que lamentaban bastante.

Su pecho dolía, el dolor inundaba su cuerpo sin darle descanso, en su momentos de lucidez recordaba las palabras de Craig, tan duras y fría, que lo hacían desear morir de una vez. Cuatro años, había esperado cuatro para tenerle en casa, para que todo acabara así. No era justo, no lo era, lo quería de vuelta... sin él, nada valía la pena. La puerta se abrió, su habitación no había cambiado mucho a como era antes. 

—Cariño, te traje algo de comer. —Anunció su madre dejando una bandeja sobre el mueble junto a la cama. —¿Cómo te sientes?

Estaba sólo tirado sobre la cama, tenía nuevas heridas que había logrado hacerse durante el encarcelamiento, una cicatriz cortaba la piel de su frente, justo donde había dado contra la esquina de su cama de acero en prisión. El medicamento lo tenía totalmente ido, mantenía los ojos abiertos, pero sentía un peso enorme sobre su cuerpo, por lo que no podía moverse. Su cerebro parecía trabajar con una enorme pereza, en esos momentos sólo pensaba en una habitación en blanco.

—¿Qué harás con señor Stripe? ¿Craig vendrá por él?

Durante la ausencia de Craig habían decidido que él cuidaría al pequeño conejillo de indias, era la mascota de los dos, habían prometido cuidarlos juntos o eso fue hasta que él se marchó. Aún lo tenía, era una de las pocas cosas que lo hacía seguir delante. No tenía ni la menor idea que sucedería ahora, ¿Debería devolver las cosas que le había dado Craig? ¿Qué se hacía en una separación? Jamás lo había llegado a considerar. Sintió los brazos de su madre rodearlo, las lágrimas corrían por su rostro sin poder evitarlo. Había llorado tanto que ya ni sabía si estaba o no haciéndolo.

—Estas cosas pasan, hijo mío. Sólo necesitas descansar, mejorar su mentesita y luego volverá el amor a ti.

—Me duele...  —Logró decir. —¿Por qué...me duele tanto?

—Eso sólo pasa, un poco de café te ayudará. 

 

Besó la frente de su hijo, verlo en aquel estado tan ausente la hacía sentir muy mal, Tweek siempre había sido un niño hiperactivo, moviéndose y haciendo cosas, ahora sólo estaba tirado como una planta. Acarició su mejilla quitando sus lágrimas, sabía mucho que le dolía la separación con Craig, era su culpa por permitirle crear su mundo girando en torno a su novio, pero es que antes habían estado tan bien. Se marchó de la habitación cerrando la puerta detrás de sí. Llevó una mano a su pecho cerrando los ojos, debía hacer algo, alguien que la ayudara. Bajó a la cocina, su esposo estaba sentado leyendo el periódico, hablaba sobre Tweek. Apoyó su mano sobre su hombro, él dejó su mano sobre la de ella. 

—¿Crees que puedan volver a estar juntos? —Preguntó preocupada a su esposo. — Esas pastillas tienen al pobre de Tweek postrado en cama. No deberíamos dárselas.

—Querida, ya sabes que si no se las toman lo meterán a un manicomio. Quizá deberíamos llevarlo a un retiro espiritual, probablemente puedan sanar sus heridas emocionales.

—Sé con quien hablar, acompáñame.

Ambos salieron de la casa dejando a Tweek en su habitación, la pastilla lo mantenía demasiado dopado como para que intentase cualquier cosa.

 

— Tweek, Tweek…

 

Se paseaba en el interior de su recamara con el teléfono en la mano, se mordía el labio y sus cejas negras se encontraban en un mohín que evidenciaba su frustración. Lo último que había visto de su ex novio era su nuca rubia a través del vidrio panorámico del auto de los señores Tweak. Tenía listo el número de Tweek para llamarle, su cabeza no dejaba de gritarle que de permanecer en South Park su futuro se vería arruinado, sus padres esperaban mucho de él, Craig espera mucho de sí mismo.

El móvil comenzó a sonar, no reconocía el número, sin embargo, respondió a la llamada. Del otro lado de la línea la voz de la señora Tweak se hizo escuchar, “Por favor, habla con Tweak. Te necesita más de lo que puedas creer”. Sus dientes chirriaron, ¿Por qué? ¿Por qué tenía ella que pedirle eso? No respondió, sólo colgó, se colocó el abrigo mientras bajaba las escaleras, tomó las llaves del auto de su padre sin preguntar y salió a encontrarse con Tweek, estaba esforzándose, estaba dando lo último que su corazón podía ofrecer, se sentía cansado, pero, era más su amor por el histérico y errático muchacho que tenía por ex-novio que su sentido común. 
Bajó del auto, inhaló con fuerza antes de tocar a la puerta, el vapor escapó de su boca en una nube blanca, dio un paso atrás y se paró justo debajo de la ventana de Tweek, apretó la mandíbula reuniendo valor.

 

 

—Tweek, abre la maldita ventana. —Gritó tan alto que estaba seguro que el pueblo entero lo escucho. Vio una roca en el jardín de la casa, se inclinó para tomarla, la arrojó contra el cristal, si la rompía la ventana o no era lo de menos. Caminaba de un lado a otro, ¿Por qué aparecía alguien? — ¡Carajo Tweek, solo abre!

 

 

Craig ya había perdido la paciencia, avanzó hasta la puerta trasera de la casa, a Craig le gustaba jactarse de ser el más centrado de su clase, pero, en ese momento se sentía ansioso, y actuaba sin pensar. En mitad de su arrebato pateó la puerta de la cocina hasta que esta se abrió, recorrió el camino hasta la habitación de Tweek, dispuesto a derribar la cada maldita pared de ser necesario para poder verlo. Su mano se aferró al pomo de la puerta, lo hizo girar, su corazón latía potenciado, se sorprendía de capacidad para llevarle la contraría a su propio instinto de autopreservación. Tweek era todo inocencia y sufrimiento, solo quería verlo, hablar con él, podían ser amigos ¿verdad? Aun tenían esa alternativa.

 

Tenía el corazón bombeando como un jodido motor de ocho válvulas, las manos le temblaban, se sentía... se sentía, ¡Porque le había tomado tanto tiempo entender como se sentía Tweek todo el tiempo!

Aún se encontraba tirado en su cama, había caído dormido debido a las pastillas que debía tomar. Pero el ruido que hacía algún idiota lo terminó por despertar, abrió los párpados, sus cabellos alocados estaban esparcidos sobre la almohada. Sentía la garganta seca y un dolor agudo de cabeza. Llevaba un tres días usando el medicamento y la diferencia era excesivamente notoria. Se sentía tan cansado que a penas podía abrir los ojos, su madre lo cuidaba como si fuese un bebé, la verdad es que no podía hacer más. Al menos podría dormir como antes y lo mantendría alejado de una posible depresión, estaba tan cansado que ni para pensar en eso podía.

Escuchó unos pasos venir de la escalera, ladeó el rostro encontrando a sí a Craig entrando a su habitación con una cara molestia. ¿Tanto le disgustaba verle? ¿A qué venía? ¿A buscar las cosas que le había regalado? ¿A su ropa que le había prestado nunca le había devuelto? Stripe... Comenzó a negar con la cabeza mientras algunas lágrimas caían por sus mejillas. Había cuidado de aquel animal desde hace 6 años, significaba demasiadas cosas, como el último vínculo entre Craig y él.

—Craig... ¿Vienes por Stripe? No te lo lleves... Por favor, no lo hagas. —Rogó sin ser capaz de levantarse de la cama. Su pálido rostro se manchó de rojo de manera irregular debido al plañir. —No te vayas... —Rogó con una voz débil cerrando los ojos, tenía un mohín curvando sus delgadas cejas rubias. —Te extraño... Siempre te extraño. ¿Qué se supone que haga ahora? — Cuestionó antes de romper en llanto.

Logró llevar sus manos a su rostro, se hundió en ellas deseando desaparecer, acabar con todo así como Craig había acabado con él. Junto al mueble de su cama estaban las pastillas que debía tomar, una taza vacía con restos de café y una fotografía de ellos dos. Toda la habitación tenía algún objeto compartido, un peluche, una vieja sudadera, fotografías y la jaula donde estaba el conejillo de indias. En todos los años jamás había podido alejarse de nada, Craig a pesar de la distancia seguía siendo su necesidad. Habían algunos detalles que mostraban su locura, como los golpes a la pared, objetos rotos y su cuerpo malherido. No sabia con exactitud cuando había comenzado a cortarse para buscar liberar su dolor. Las pastillas o dulces, como llamaba él, estaban dentro de su cajón, para trabajar necesitaba al menos dos para poder estar estable y no tirarle a golpes a nadie. No había tomado las suficientes aquel día del desastre, eso era todo... si aumentaba la dosis estaría bien, no necesitaba este medicamento que lo hacía sentir idiota.


—Cierra la puta boca Tweek.

Craig se cubrió los ojos con el antebrazo, más por vergüenza que por miedo, lo que acaba de ver, escuchar le había partido el corazón en pedazos. ¿Cómo era posible que los padres de Tweek lo dejaran caer tan fácilmente? Tweek, no importaba si estaban juntos o hubiese medio país de distancia entre ellos, siempre pensaba en él. ¿Estará comiendo debidamente? ¿Cuántas tazas de café ya habrá bebido? Tweek, Tweek, la preocupación le oprimió el corazón.

La frustración crecía dentro de su cuerpo de adolescente, las lágrimas caen copiosas, sin resistencia hasta golpear contra la moqueta sucia y desgastada de la habitación. Tweek se estiraba sobre la cama, luchaba por levantarse, pero, le faltaban las fuerzas. Craig mordisqueo el interior de su mejilla, todo lo que estaba frente a él lo hacía sentir culpable, culpa amarga y pestilente, como barro oscuro que lo atrapaba y jalaba hacía el interior. Quería gritar, y salir corriendo, no podía soportarlo… Se sentía inútil.

Escucho como su ex novio lo llamaba insistente, sus piernas se resistían por más que deseaba moverse.

—Por favor, No me dejes.  —volvió a pronunciar el rubio.

La mirada de Tweek evidenciaba su estado, desorientado, ¡Estaba implorando por su ayuda! Craig apretó la mandíbula e hizo tronar sus molares. Estiró los brazos y haciendo acopio de toda su fuerza se movió, extendió ambos brazos y rodeó a Tweek por los hombros, haciéndolo sentarse sobre la superficie blanda de la cama, la manta guardaba el aroma del café, la humedad y el perfume de su novio. No podía contenerse, las lágrimas rodaban suicidas por sus mejillas.

—Honey.  —Lo llamó, apretando el cuerpo maltrecho, podía sentir las vertebras bajo la camisa manchada, su piel maltratada exhibía cortes, moretones, ¿Porqué Tweek tenía que pasar por todo eso? ¿Porqué? Craig paso una mano sobre el cabello rubio y revuelto como plumas, peinándolo, apartando mechones de pelo del rostro de Tweek. Los mantenía apretados, llorando besó su frente recorriendo el camino desde el nacimiento del cabello hasta la forma maltratada de sus labios. Una boca que reclamaba en silencio los besos que no habían podido darse durante su ausencia.

No buscaba consolarle, ni ofrecerle un placebo para su angustia, quería y necesitaba estar a su lado, no tenía ni la menor idea de cuanto podría soportar, si Tweek podría salir algún día de aquel tormento, pero, podía estar seguro de algo “Eran más fuertes cuando estaban juntos”.

—Tu eres quien tiene prohibido dejarme, no puedes dejarme… —Craig lloraba con amargura, acababa de tomar una decisión, se quedaría en South Park, no iría a ninguna parte, no cuando su novio lo necesitaba. Dios santo, estaba tan jodido.


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