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En algún lugar del bosque por ElGatodeKuren

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Notas del capitulo:

Hola a todos. Puede que me tarde, pero estoy siendo meticulosa con las palabras que uso en cada capitulo. Y después de cuatro confusos capítulos, oficialmente he puesto a interactuar a nuestro par favorito. 

Gracias por leer y espero que lo disfruten. 

 

–Si... Sasuke. Ese maldito hijo de perra. – 

El nombre hizo eco en mis venas, de modo que mi cuerpo entero tembló ansiosamente. Las manos me dolieron de repente, y no pude abrirlas sino aferrarme a mí mismo tan desesperadamente que sentí las uñas clavarse en mis palmas. Quizá la humedad, el polvo, quizá hasta la propia noche hizo que mis ojos escocieran como en brasas. El aire fue insuficiente y entré en un estado de completa conmoción a pesar de que me fue imposible mover un solo músculo. Todo era mental, como en otro de esos espejismos en donde me quedaba absorto en aquellos ojos de color rojo antinatural. Y esos puntos negros orbitando sus pupilas, tan visibles en su insignificancia que hacían todo por ellos, que creaban el plano perfecto para torturar y matar, para seducir y devorar, eran como la ansiedad que me estaba consumiendo. Era irreal. 

– ¿Conoces a Sasuke? ¿Lo has visto? –Preguntó Sakura muy ansiosa.  

La risotada que emitió el sujeto fue fantasmal.   

–Desde luego que no lo conozco. –Respondió.   

Los ojos del hombre eran amenazantes al momento de dirigirse a Sakura, pero no demostraban ni un atisbo de demencia.  

– ¿Entonces por qué hablas de él con tanta familiaridad? –Dijo Sakura, frunciendo el ceño.  

–Sí lo he visto. –Aclaró. –Y he hablado con él. – 

– ¿Cuándo? – 

–Hace un momento. – 

– ¿Cuándo? –Insistió Sakura. 

– ¿Qué es él para ti? Porque creo que lo conoce más el chico rubio a tu lado. – 

Eso podía ser cierto, sin embargo, sus palabras no fueron suficientes para una Sakura demasiado irritada e intrigada. Ella ignoraba que la información que requería del hombre no era tan sustancial como la respuesta a una pregunta más directa al tema de la misión. Estaba siendo emocional y eso era una desventaja de la cual se estaba burlando el enemigo. 

Pensé que si ella era incluso más inteligente, podía fácilmente darse la vuelta y preguntarme qué tenía que ver yo en todo el asunto. Pero permaneció encasillada en saber más de Sasuke, lo que, desde luego, me evitó decir una gran mentira que no estaba dispuesto a crear.   

Al no obtener respuesta alguna, el sujeto soltó otra de sus singulares carcajadas. No supe si era intencional o algo completamente involuntario, pero el efecto que causaba en mi equilibrio era fatal. 

–Verás. Suele tener un modus operandi bastante interesante e imperturbable. Inescrupuloso, muy sanguinario y obstinado. Pero apuesto a que eso ya lo sabías. –  

Vi a Sakura palidecer ante la información. Evidentemente ella seguía conservando un recuerdo de Sasuke que lo reducía a un fuerte e incorruptible ninja.  

–Ah... ¿No lo sabías? –Preguntó, muy poco interesado en la respuesta, sino en la expresión que había puesto Sakura en ese momento. –Verás, suele ser muy sigiloso y pocas veces usa esos malditos ojos suyos. ¡Ja! Tan solo sobrestima su poder. Una vez... una vez lo vi partiendo en dos a un pobre idiota con su espada. – 

–Eso no es cierto. –Balbuceó Sakura, con su cabeza tan inclinada que su barbilla casi tocaba su cuello.  

–Es como una pelea de ratas contra la escurridiza serpiente. – 

– ¡Ya basta! – 

–Alguien alguna vez me dijo que cuando las celdas se abren al ruedo, no queda nada más que la apestosa sangre esparcida por el suelo. Luego se da la vuelta y se marcha de vuelta a su calabozo. –Continuó, ignorándola, como sumido en un instante en el tiempo que le era fascinante. – ¿Que si le conozco? No.… para nada. – 

Cada que reía, el hombre parecía alterar la dirección de su voz, porque utilizaba el viento y la llevaba hacia todas las direcciones. De no tenerle atado a la roca, habría sido casi imposible saber de dónde provenía.     

– ¿Cuál es tu procedencia? –Quiso saber Shikamaru, atrayendo la atención del sujeto y dejando de lado a Sakura y los demonios que parecía que acababa de despertar.  

–Eso es curioso incluso para mí. –Masculló. –No vas a creerme si te lo digo. Nada de nada. –

–Comprobémoslo. – 

Otra sonrisa de complacencia apareció en el rostro del hombre que hizo sentir inquietas incluso a las mismas sombras. Shikamaru se agachó a su lado, prestando suma atención a lo que él tenía por decir.  

–De acuerdo. –Accedió con facilidad. –La verdad es que acabo de nacer. – 

Sin más, miró a Shikamaru con una expresión entre maliciosa y entretenida. Oí a Sakura jadear suavemente.  

–Eso es imposible. –Dijo, aún cabizbaja.  

–Si es así, ¿con qué propósito te han creado? –Habló Shikamaru. 

–Con el propósito de ser usado para esta misión, desde luego. – 

–Y esa misión son los kinjutsus ocultos en Iwagakure. – 

–Así es. Pero no hemos obtenido una respuesta aún del Tsuchikage, así que nos estamos haciendo cargo de lo que sea que pueda hacerle tomar una decisión errada. – 

–Interceptando los mensajes que van hacia las grandes naciones. – 

–No exactamente. –Respondió el hombre. –Aniquilando a los ninjas que intentan ingresar a la aldea. Son, ya sabes... una molestia. Podrían alterar la certeza del Tsuchikage.– 

Esa nueva información sumergió en un mutismo breve a Shikamaru. Sakura no parecía más calmada ahora que él había tomado las riendas de la conversación. Se estrujaba las manos, afectada por lo que había escuchado.   

– ¿Quién más viene contigo? – 

–Unos cuantos. –  

–Necesito que seas más específico. –Inquirió Shikamaru menos paciente, extendiendo la hoja de la espada en el cuello del desconocido. – ¿Cuántos son en total y cuáles son sus intenciones? – 

Aunque lo dudó por un breve momento, el hombre se decidió a hablar. Quizá el temor a ser cortado por su propia arma lo obligó a hacerlo. 

–Tal vez un par más. No estoy seguro ya que alguno parece tener más de una personalidad. –Dijo forzosamente, rehuyendo con insistencia a la punta afilada. – ¡Oh! No olvidemos a nuestro amigo Sasuke, que hizo su inesperada aparición y arruinó mi plan de cercenar al rubio. – 

– ¿Qué piensan hacer con los jutsus prohibidos? – 

–Esa bonita garganta atravesada por mis dientes. –Murmuró, con sus ojos repasándome como un depredador.  

– ¡Responde! –Exclamó Shikamaru, presionando la espada en su yugular y haciendo que cerrara los ojos, librándome del terror que causaba su mirada.  

– ¿Cómo voy a saberlo? ¿Acaso tú sabes lo que hará la mujer que te envió con la información que recolectes? – 

–Claro que lo sé. –Contestó. –Y tú debes saber lo que pretende tu creador. – 

–Destrucción. –Sonrió el sujeto. –Aunque estoy seguro de que ese lunático no debería estar aquí. No sé por qué está interfiriendo. – 

– ¿Hablas de Sasuke? –Preguntó Shikamaru.  

El hombre asintió ligeramente.  

–Está arruinándolo todo. Ya he abierto la boca y ¿sabes lo que eso significa? –Dijo despacio, casi susurrándolo. –Que todos vamos a morir. – 

–Habla por ti. –Dije, mirándolo con desprecio, lo que pareció entusiasmarle porque se dio la vuelta con prisa y me devolvió la mirada.  

–Así que el hombrecito habla. –Rio. –Tienes razón. Nos asesinará a todos menos a ti. – 

–No estés tan seguro de eso. –Susurré.  

–Te ha dejado venir hasta aquí para ver cómo mi corta vida acaba, sentado en esta maldita piedra. ¿No es eso suficientemente comprometedor? – 

– ¿De qué está hablando? –Sakura se dio la vuelta, seguida de Shikamaru quien me miró dudoso.  

–No lo sé. Jamás he visto a Sasuke. –Respondí. 

El hombre comenzó a reír de nuevo, y su voz entonó un grito que destempló las cuerdas de las que inmediatamente se deshizo. Tomó impulso y saltó encima de la roca. Lo vi mirar a nuestra espalda, concentrado, sonriendo espantosamente ya sin un atisbo de cordura.  

No alcancé a girarme cuando una cortina de humo estalló a mi lado y todo se tornó difuso. Vi la sombra pasar por mi lado, casi rozándome, y luego desaparecer en la bruma. La opresión en mi pecho se hizo patente de súbito e impulsivamente corrí tras ella sin la menor idea de dónde pisaba. Agudicé mis sentidos y el sonido de algo afilado y metálico llegó a mis oídos, lo que me condujo hacia una escena turbia donde la lechuza, aún con su rostro quebrado, tenía a aquel hombre sujeto por el cuello.  

– ¡Basta! –Grité, sin embargo, no fue suficiente.  

El sujeto había caído inerte sobre la piedra, atravesado en el vientre por una catana de una manera tan lenta y magistral que por un segundo olvidé lo denigrante de todo.  

Como un golpe certero a mi cara, me sobrevino la idea de que todos íbamos a morir. Me precipité de nuevo hacia el de la máscara y le atajé fácilmente por la solapa de la túnica. Mirando en sus ojos otra vez, me prometí no caer en su ilusión, pero no hubo lunas rojas ni puntos negros y yo entré en pánico al creer que no se trataba de la misma persona del bosque.  

Extendí la mano y mis dedos tocaron la máscara, a punto de sacarla, pero con un gesto demasiado forzado el sujeto detuvo mi intento por descubrirlo.  

No supe la razón, yo sólo obedecí y le dejé en paz.  

Unos ojos negros me devolvían la imagen de mí mismo, enfadado, adolorido y muy consciente del peso del cuerpo que sostenía en las manos. Le fui soltando de a poco, devolviéndolo lentamente al suelo y liberando su cuello por propia voluntad. Me había dado cuenta que no quería hacerle daño.   

–Muérete. –Murmuré muy despacio, aun mirándole.  

Me dedicó una burla y al oír su risita también oí unos pasos acercarse. Para no resultar demasiado obvios, me señaló un lugar específico a un par de metros y yo retrocedí y me planté allí sin refutar. Volvió a parecerme extraña la rigidez de sus movimientos, pero no era hora de hacer preguntas. No al menos del tipo que me haría un sospechoso.  

Lentamente, la niebla fue haciéndose menos densa hasta que solo quedó una estela que acabó siendo tragada por la tierra.  

En lo alto, ya sin la nube fría siendo un obstáculo, estaba el sujeto de la risa estentórea clavado a la roca por una espada, y la vista siniestra me produjo arcadas. También estaba la lechuza, de pie, inmóvil sobre el cuerpo sin vida mirando hacia un lado, hacia la profundidad del bosque. Y de entre la masa de hojas verdes y areniscas, apareció Shikamaru con la posición de manos del kagemane. Siguiendo el curso de su sombra, busqué la posesión y fue entonces que comprendí por qué los movimientos de la lechuza lucían tan frígidos.  

Conectados por el jutsu, Shikamaru lo mantenía incapacitado. Vi cómo se acercaba con calma, haciendo que eventualmente el hombre se moviera a su antojo. Debido a la distancia que existía entre ambos, Shikamaru todavía no miraba a través de las ranuras de los ojos de la máscara. Me vi en el dilema de advertírselo o continuar con la boca cerrada, no obstante, me refugié bajo la certeza de que alguien con la inteligencia de él había leído entre líneas mientras el sujeto, que ahora estaba muerto, hablaba.  

Cuando Shikamaru alzó su mano derecha y la dirigió hacia su rostro con la intención de apartar la máscara, temí que la identidad del otro fuese expuesta. Pero como en una especie de jugarreta, la lechuza había logrado salirse con la suya. Shikamaru, también paralizado, miraba hacia la nada perdido en algún mundo ilusorio. Y yo, ahora en busca de Sakura, estaba en la mira de la lechuza de nuevo. 

La divisé a unos metros de donde la había visto la última vez, con sus rodillas dobladas y las manos muy juntas, a punto de derrumbarse. Al escuchar el estrepito que causó el grito de Shikamaru, me moví ágilmente hacia Sakura, interponiéndome a tiempo entre la figura del sujeto y ella.  

–No les vas a hacer daño. –Dije, y más que una sugerencia se trató de una orden.  

Volvió a ladear la cabeza, mirándome como si me desconociera. Se quedó quieto en su lugar en lo que yo tomaba a Sakura por el brazo y le indicaba que se quedara tras de mí. Pude ver la mirada fugaz que le dirigió a ella, como disponiéndose a hacerle el mínimo daño, lo que me produjo un escalofrío y me indicó que tan solo se había detenido por curiosidad y no por obediencia.  

A pesar del entorno y de que debía estar alerta a la mínima alteración en él, reparé en las manos del enmascarado y en el movimiento casi imperceptible de sus dedos. Seguido, oí otro grito de Shikamaru y no pude evitar volver la vista hacia él, que permanecía junto a la piedra. Cuando regresé la vista hacia el frente, la lechuza se había movido a mi espalda y había reducido a Sakura. La hallé inconsciente en el suelo y a él ya alejado un par de pasos.  

– ¡Maldición! ¿Por qué hiciste eso? –Espeté, demasiado enojado con él.  

–Una molestia, como siempre. –Respondió.  

Por primera vez desde que le había visto, había escuchado verdaderamente su voz. Y había sido crucial, porque a pesar de que estando a su lado la molestia en mi pecho se hacía latente, aún seguía escéptico acerca de su identidad. Escucharle me aseguró que se trataba de él, de Sasuke, y que habían sido sus ojos los que había visto a través de la máscara.   

– ¿Qué es lo que le estás mostrando? –Señalé a Shikamaru. 

Él cuchicheó algo en voz baja, luego, extendió sus brazos y se alzó de hombros.  

–No le estoy enseñando nada. –Dijo.  

– ¿Entonces por qué sufre? – 

Maldije cuando se dio la vuelta y comenzó a alejarse de mí. Estaba siendo una completa molestia.  

–Despertará en un momento. –Señaló a Sakura.  

Le miré cabreado, mucho más que en el pasado y eso a él sólo le divertía. Sabía que mostrarme afectado le subía el ánimo, así que me obligué a respirar profundo y relajar el semblante.  

–Él sufre por el dolor. No puede verlo, pero sí lo siente. – 

–Entonces has que pare. – 

– ¿Por qué? –Rio. Sabía que bajo la máscara sonreía, completamente satisfecho. –Ella ya estaba indispuesta. Nada de lo que dijo este estúpido sujeto hizo que realmente comprendiera lo que él sí comprendió. –Miró a Shikamaru antes de dar otro golpe certero, dejándolo inconsciente y rompiendo por fín con el genjutsu.  

–¡Te dije que te detuvieras! –Le grité, sorprendido por su insolencia.  

–Ya lo hice. – 

No menos enfadado, caminé rápidamente en su dirección. Él alzó sus manos, como en signo rendición y eso sólo provocó que le empujara lejos, alcanzándolo nuevamente para asestarle un puñetazo directo al rostro que terminó por destrozar la máscara.  

La oí crujir. Los diminutos trozos cayeron en la tierra y el sonido que produjeron me abstrajo por un instante de la piel que quedó descubierta a un costado de su cara. La sangre en ella se confundía con la mía y el olor sirvió como un estimulante que me llevó de vuelta a la realidad.  

Me quedé observándole, y él me dejó sin la intención de devolver el golpe. Permaneció en silencio, paciente en lo que yo le contemplaba.  

–Ellos sólo quieren ayudarte. –Murmuré, cautivado por la textura de su piel y las diminutas gotas de sudor prendidas a ella.  

La sonrisa que me dedicó fue algo triste. Levantó una de sus manos, con la intención de tocarme el rostro, pero se detuvo e inexplicablemente sentí que me abandonaba, que me dejaba desamparado en medio del bosque.  

– ¿Por qué pones esa expresión? –Dijo, aún en el suelo, conmigo a cuestas.  

De inmediato cerré la boca y me levanté.  

– ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cuál es tu plan? –Pregunté, desviando el tema, aprovechando para carraspear y dejar que él se enderezara.  

–Un plan... –Murmuró. –Robar los pergaminos. – 

– ¿Qué no deben aguardar a que el Tsuchikage les dé una respuesta? –Cuestioné confundido. 

–Ese era el plan de ellos. –Señaló al hombre en la roca.  

Tuve que hacer acopio de todo mi autocontrol para no vomitar en ese momento. Vi cómo Sasuke sonreía con suspicacia.  

– ¿Qué quiere decir eso? – 

–Tú preguntaste por mi plan. –Dijo.  

–Ese era el plan de ellos... –Repetí. – ¿Dónde está el resto? – 

Me giré y le vi encima de la roca, tomando del mango la espada, limpiando la sangre en la túnica del cadáver y enfundándola nuevamente. Luego bajó de ella de un salto y caminó hasta donde yo estaba.  

–En otras rocas, igual de muertos. –Habló muy cerca de mi rostro. Casi pude sentir sus pestañas rozarme las mejillas. 

 

Notas finales:

Hasta la próxima. 


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