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En algún lugar del bosque por ElGatodeKuren

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Había despertado antes del amanecer, mucho antes de que llamaran a la puerta. Primero suavemente, luego con desespero. Me dolía el cuerpo cuando me incorporé y caminé hacia la puerta. Arrastrando los pies, cerrando los ojos a un nuevo intento de angustia, la abrí con la expresión más lamentable de todas.  

–Vaya... Creo que pasaste una mala noche. Qué problemático. –Dijo una voz demasiado parca que, de no ser porque reconocí las últimas palabras, no habría podido descifrar en el instante.  

–Buenos días, Shikamaru. –Sonreí. 

–Buenos días. –Hizo mala cara en cuanto vio mi aspecto – ¿Qué tienes planeado hacer hoy? Porque no interesa si vas a subirte a un posta de luz y proclamar que has regresado, debes venir conmigo. –  

Le seguí por los caminos de tierra hacia la mansión de la Hokage, sintiéndome extraño mirando su chaleco verde.  

Me pregunté cuántas personas más estarían al tanto del imprevisto que yo representaba al haber regresado. No podía decir que Shikamaru estuviera actuando basado en prejuicios por la manera frívola en la que me daba la espalda, porque él siempre lucía harto de su propia existencia. Así que me sorprendió su repentina intervención.  

– ¿Qué haces aquí? –Habló. 

Se había detenido y yo, que iba mirando el suelo, casi choco con él. Le vi con asombro, tal vez demasiado confundido ya que se apresuró a aclarar. 

–Lo siento. Supongo que no quise sonar arrogante. – 

–Está bien. Puedo responder esa pregunta. –Dije, sacando las manos de los bolsillos.  

–No me tomes a mal, pero la Hokage se ha estado comportando más irritante de lo normal y al pedirme estrictamente que te lleve a la planta médica puedo asegurar que todo es gracias a ti. Aunque... –Se calló por un instante y me repasó de pies a cabeza, siseando por lo bajo.  

– ¿Qué sucede? –Pregunté. 

–No es nada. Es sólo que creo que hay algo diferente en tí, y no hablo de tu estatura o de tu ropa. –Dijo.

–Supongo que estoy bajo sospecha. –Sonreí. Las manos comenzaron a sudarme. –Me he vuelto un poco más incoherente de lo que solía ser. – 

–Eso parece. –  

Dándome la espalda nuevamente, reanudó la marcha. Me dio la genuina impresión de que me analizaba como si se tratara de la misión de la que se tenía que hacer cargo.  

– ¿Y bien? –Preguntó, aún de espaldas. –Dijiste que podrías responder a mi pregunta. –  

–Jiraiya decidió por su cuenta que debía regresar. –Me alcé de hombros a pesar de que él no pudo notarlo.  

– ¿Y cuál fue la razón? – 

Entrecerré los ojos, mirándole dudoso. La respuesta a esa pregunta podía haber sido cualquiera y él aun así la había hecho, como si fuera a responder imprudentemente a la primera insinuación. Pensé que me estaba subestimando. 

–No estaba cumpliendo con las misiones como era de esperarse. – 

–Así que no fue tu decisión la de regresar. –

Se dio ligeramente la vuelta, sin dejar de caminar, de modo que pude ver el momento en el que enarcó una ceja.  

–Ahora comprendo por qué luces así. –Dijo. 

No cuestioné. Si él en verdad lo sabía lo mejor era que corriera a decírselo a Tsunade, pero no hizo algo como eso. Había confundido mi desánimo con inconformidad y yo sólo sonreí lamentando el malentendido.  

Al llegar fui recibido por una unidad médica bastante intimidante. Cuando alcé la mirada, Shikamaru doblaba en una esquina hacia algún lugar al que yo no podía ir. Supuse que él estaría del otro lado de la ventanilla, observando, y yo tan solo podría ver mi reflejo en ella.  

No se me informó a dónde me dirigían y tampoco me detuve a hacer preguntas. Sabía que era una orden estricta de Tsunade, como ya me lo había comunicado el día anterior. Todo parecía seguir un ritmo rigurosamente impuesto, lo que me resultó sospechoso. No obstante, debía pasar las pruebas para que la confianza volviera. Debía dejar de levantar sospechas, porque solo así podría regresar al bosque.  

El cuarto al que fui llevado no era la típica sala compartida, seccionada con pequeñas cortinas blancas y cajones altos. Esta distaba de ser una habitación de hospital. Era sólo un lugar vacío con el suelo cubierto de baldosas grises, sin equipo médico, sin luces intermitentes y sin ventanas a excepción de la que se hallaba a la derecha, junto a la puerta por la que había ingresado.  

Obedientemente me hice en el centro y desabroché la sudadera que llevaba encima. Me dijeron que debía permanecer en calma mientras ellos me revisaban a fondo. Uno de ellos trajo un maletín de donde extrajo un estetoscopio que enredó en su cuello. Me revisaron el pulso, la presión arterial, mis reflejos y lo demás que hace parte del chequeo médico de rutina. Nada fuera de lo normal, hasta que me hicieron sentar en el suelo, justo en lo que parecía ser una marca.  

– ¿Qué es todo esto? –Inquirí, comenzando a sentirme inquieto. 

–Lo de rutina. No tienes nada de qué preocuparte. –  

Pero ellos se habían dispersado y cada uno había tomado un lugar, haciendo esta pose con las manos que no indicaba nada bueno.  

–Esperen. –Pedí. Había alzado las manos en un ademán para detenerlos. – ¿No es esto una técnica de invocación? –Pregunté, entrando lentamente en pánico.  

–No. –Respondió alguien desde un altavoz y el sonido inundó la estancia. –Es un sello. Por favor, prosigan. –  

Lo siguiente que supe fue de una parálisis simultánea a lo largo de mi cuerpo. Estaba tendido en el mármol frío y fui incapaz de moverme en lo que parecieron quince extensos minutos. Mientras, fui testigo de un exhaustivo trabajo de investigación que buscaba sellar algo que yo ignoraba completamente.  

Claro que fue denigrante, y claro que me hizo enfadar. Por primera vez desde que había arribado, sentí algo diferente a la soledad y a la aflicción crónica.  

Después de que dejé de sentir que mi vientre ardía, pude enderezarme. En todo momento pensé que los mismos que se mantenían observando tras el vidrio eran los que habían hablado por el altavoz, lo que me llevó a precipitarme hacia la ventana polarizada.  

– ¿Qué diablos significa todo esto? –Protesté.  

Salido de mis cabales arremetí contra el vidrio, pero por supuesto, este no obtuvo el menor daño.  

Al salir fue fácil hallar el cuarto tras la ventana. Ubicada estratégicamente en lo más remoto del pasillo, junto a la salida de emergencia, estaba la puerta que me llevó hacia Tsunade, Shikamaru y Shizune.   

–Me encantaría escuchar lo que tienes por decir. –Dije, intentando recobrar la calma.  

–Tranquilízate. –

La primera en hablar fue Shizune, con su típica intención de mediar por Tsunade. Al escuchar su voz supe que había sido ella la que había hablado a través del parlante y simplemente exploté.  

–Bien, me tranquilizo ¿y qué sigue después? ¿Van a pedir que me encierren en una celda? – 

–No lo entiendes. Déjame explicar... – 

–¿Vas a seguir dudando de mí? –Me dirigí a Tsunade. Mi voz gradualmente se fue haciendo más fuerte hasta que no pude contenerla por más tiempo. – ¿Vas a pedirme que entre a otro cuarto y después a otro hasta que no haya nada más por saber? ¿Vas a experimentar conmigo? ¿Es eso? ¡Juro que pensé que eras diferente a Orochimaru! – 

–No digas eso... –Continuó interviniendo Shizune. 

– ¿Quieren marcarme? – 

–No es eso. – 

–De acuerdo, ¡pues este monstruo te pertenece! – 

–¡Basta! –Gritó Tsunade, reaccionando finalmente a mis ataques. –No te atrevas a compararme con él nunca más. Es suficiente. – 

Me hizo seguirla a paso airoso por pasillos largos e iluminados hasta afuera. Me refiero a que la mirada que me dirigió además de ser una amenaza fue la muda encarnación de paciencia y condescendencia.  

Su oficina no estaba lejos, como nada en la aldea, y al llegar me hizo cerrar la puerta con pestillo. Aquel hecho tan solo contribuyó a que mis nervios se incrementaran.  

Ya no estaba enojado estando allí de pie frente a ella. Estaba confundido y paranoico.   

Bueno, yo me había hecho cargo de que ellos se sintieran igual de confundidos y paranoicos conmigo desde el momento en el que había reaparecido en la aldea sin decírselo a nadie. Era comprensible que decidieran tomar medidas conmigo cuando me había negado a dar una explicación razonable. Sin embargo, había sido para mí un acto de traición el haber vuelto a sellar mi cuerpo sin mi consentimiento. Sabía que podría ser potencialmente peligroso, pero dolía ser sometido sin haber dicho en voz alta ni una sola vez que me estaba dando por vencido. A pesar de que era un pensamiento recurrente, no había forma de que yo se lo dijera a alguien. Aunque ahora esto era uno de los otros tantos secretos compartido entre un Sasuke difuso y un Naruto embrujado por sus ojos. 

Tsunade me daba la espalda, mirando por la ventana. Para cuando ella decidió comenzar, mis pulsaciones habían vuelto a la normalidad.  

–Es sólo una medida de seguridad. No sólo con el pueblo sino contigo mismo. –Dijo con calma. –Has regresado sin anunciarlo y temo por la seguridad de todos. Tan sólo he reforzado el sello para no correr ningún riesgo. No sé con certeza lo que has estado haciendo, pero lo que sí sé es que te has vuelto más fuerte en combate de lo que tú te imaginas. Me lo dice tu comportamiento, la expresión de tu rostro. Jiraiya lo ha dicho. Regresas más audaz de cada misión a pesar de los fallos. Pero él te ha dejado por tu cuenta en las misiones y sé que eso te ha convertido en alguien vulnerable. No es justo que te valgas por ti mismo cuando tienes a un legendario sannin entrenándote. –

–Eso creo. –Murmuré. Ni siquiera podía mantener la vista en su figura. 

–Si fuiste raptado o no, debiste haber sido auxiliado por tu maestro y haberlo resuelto juntos. A pesar de tus habilidades no tendría que haber recaído en ti la responsabilidad de enfrentarte a ellos. – 

Asentí, sintiendo casi nada en realidad, tan sólo esa molestia en el pecho de cuando retienes el aliento por mucho tiempo. 

–Escucha. –Continuó. Se había dado la vuelta y ahora me miraba desde la distancia. –Confío en ti y confío en tu silencio. También creo en los reportes que me han dado, pero tal vez no fue la manera correcta de entrenarte el dejarte solo en medio del bosque. Pudiste ser blanco de cualquier cosa sin darte cuenta realmente de ello. Toma todo este procedimiento como una desintoxicación y posible prevención. Como una vacuna. Sé que crecer lejos de casa ha sido difícil y créeme cuando te digo que me encantaría que te quedaras. Así que vamos a hacer una cosa. Regresa a casa, relájate, come algo, llama a tus amigos o duerme todo el día. A partir de mañana eres un ninja activo y te asignaré misiones. Por el momento, eres libre de hacer lo que quieras. – 

Sus palabras me hicieron sentir incómodo. En contra de sus pronósticos, no logró convencerme de sentir culpa. No obstante, acaté la orden y salí de allí.  

Hice todo lo que ella sugirió, sabiendo que si seguía todo al pie de la letra iba a ser aún más extraño. No lo hice por obediencia, lo hice por desafío.  

Me gustó sentirme valeroso ese día corriendo por los largos y laberínticos caminos, comiendo barbacoa con Choji y Kiba, llevando mi cuerpo cansado a las aguas termales de un viejo anciano y cerrando mis ojos a la luz blanca del sol. Y a pesar de que mi intención era completar el itinerario propuesto por Tsunade, me vi reacio a entrar en casa incluso después de la media noche.  

Caminando por ahí, llegó a mí esa sensación familiar de angustia. Llegué hasta las afueras de la aldea, por el único camino hacia la salida y contemplé el cielo estrellado con este otro característico color azul que sí removía algo en mi interior. Porque me recordó el día en el que él se marchó y yo le seguí día y noche sin parar. 

Al regresar a casa esa aflicción había sido reemplazada por expectación.  

Me preguntaba si Sasuke habría ido al bosque esperando encontrarme tras el tronco de algún sauce.  

Sonreí mientras me dejaba caer sobre la cama, de repente emocionado por el destino de la siguiente misión.  


 

 

Notas finales:

Naruto está a punto de encontrarse con Sasuke, quien probablemente sea el que lo está haciéndo tener otro punto de vista acerca de Konoha. 

Gracias por leer. 


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