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En algún lugar del bosque por ElGatodeKuren

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Notas del capitulo:

Hola a todos los que leen este dramático fanfic, les habla el gato de Kuren. Sé que me he tardado, tal vez demasiado, y puede que sea difícil continuar con el hilo de la história, pero prometo que todo esto es con el fin de que la história quede perfecta. 

Este capítulo es bastante importante, así que espero aclarar algunas cosas y crearles interrogantes con otras. 

 

 

La luz de la noche, fría y enigmática, me sobrecogió apenas logré echarle un vistazo a través de la ventana. Tardé en percatarme de que estaba en un cuarto desconocido y cuyas paredes me eran casi imposible de percibir. El rastro que quedaba después de haber dormido profundamente me mantenía en un sopor que me impedía calificar de alguna manera la situación. No percibía el presente ni el pasado por lo que me quedé mirando las estrellas con indiferencia durante un rato. Fue la falta de sonido y movimiento la que me hizo reaccionar, arrastrándome hacia el borde de la cama para bajar los pies al suelo frío.  

Sin la noción del tiempo entré lentamente en pánico. Hallándome solo y en un lugar que desconocía, caminé hacia la posible salida que me llevó directamente a la intemperie; un camino rústico y cuyas cabañas estaban tan vacías y desvencijadas como la mía. La luz era escasa y el rumor del viento apabullante. Mi respiración se volvió errática, me di la vuelta y comencé a caminar con dificultad. Intenté recordar lo que había sucedido, pero me era complicado concentrarme. Arrastraba mis pies, mirando alrededor sin poder vislumbrar algo distinto a la figura escueta y ensombrecida de las moradas. Ahora podía sentir más próxima la desesperación, viniendo a través de la tierra hacia mi dirección, como siendo controlada para atacar de súbito, convergiéndose con mis venas y con el objetivo de interceptar mi corazón, estrujarlo, agotarlo y matarlo.  

– ¡Hey! – 

Oí una exclamación muy cerca.  

Al darme la vuelta, vi a Sakura a mi lado y fue como un bálsamo. Su rostro refrescó mis sentidos, me hizo menos consciente del miedo paralizante que se había extendido hasta mis ojos, por lo que para ella fue fácil comprender mi situación con sólo un vistazo.  

– ¿Dónde estamos? –Pregunté. Apenas un murmullo, una exhalación a la cual le siguieron infinidad de inhalaciones.  

–Estás hiperventilando. –Me dijo, mirándome preocupada. –Ven, acompáñame. – 

Me guio hacia el interior de una de las cabañas que yo creía vacías y en el interior nos reunimos con Shikamaru y un hombre mayor al que no reconocí. La vista comenzó a nublárseme, dejé de sentir mis manos, como si fuese a caer dormido nuevamente. Sakura me hizo sentar en una silla de madera algo rancia que soportó mi peso, agachándose frente a mí. La miré confundido, intentando enfocar sus ojos preocupados.  

–Está bien. No te alteres. –Habló despacio, tomando mis manos. –Estamos en Iwagakure y este hombre se llama Itoru. Él nos trajo hasta aquí. – 

No pude inclinar la cabeza para verle con más detenimiento, ya que estaba absorto en mi propia desesperación.    

–Naruto, escúchame. Debes respirar profundo, lentamente. Cuenta hasta diez si es necesario y luego exhala. – 

Se oía sencillo, pero en mi incertidumbre creía que era un imposible. Ni siquiera sentía que el aire transitara a través de mi garganta, llegando finalmente a mis pulmones. Repentinamente, veía ante mis ojos un centenar de imágenes demasiado nítidas que me perturbaban al grado de querer largarme a llorar. Estaba seguro de que si ella se callaba de improvisto iba a colapsar. Agradecí que su voz se mantuvo insistente, con un tono firme pero sobrio. Como un objeto que se mantenía a flote en un mar con olas de tormenta. Y en cuestión de tortuosos minutos retomé la compostura hasta que pude mantenerme erguido por mi cuenta. Sin embargo, las imágenes continuaban atormentándome, como si estuvieran prendidas al interior de mis parpados, como si estuvieran grabadas en relieve en mi retina.   

Vi la villa y las cabezas de los Hokages, pude divisar el piso en el que viví en mi infancia y desde luego que fui consciente del cielo, allá arriba, fuera de mi alcance. Me di cuenta de que la visión era una perfecta copia de los días anteriores a este, y el bosque y sus árboles gigantescos junto con las montañas de piedra me lo corroboraron. Entonces supe que lo siguiente sería el rostro de Sasuke, con esa mirada tan sobria que había comenzado a dirigirme después de encontrarnos esporádicamente en los bosques. Dolorosamente, recordé la máscara rota, la risa desagradable del sujeto en lo alto de la piedra y su sangre que se derramaba alrededor, como una diadema escarlata. Escuchar de nuevo en el interior de mi cabeza las últimas palabras que me había dicho Sasuke, lejos de exasperarme me hicieron sumergir en una calma particular. No fue que me hubiese amenazado, fue su voz parca y el gesto angustiado que no calzó en su intento por intimidarme.     

–Eso es. –Habló Sakura, y por su expresión supe que le causaba alivio verme menos perdido.  

Pasado el ataque de pánico, como una avalancha exorbitante, vinieron a mí las preguntas. Alcé la vista y observé por segunda vez a Shikamaru y al sujeto, está vez con la capacidad de discernir.  

Shikamaru estaba sentado en una silla idéntica a la mía, cruzado de brazos y con una expresión ilegible. El hombre extraño lucía menos viejo ahora que lo repasaba fuera de ese estado de desequilibrio mental. En realidad era bastante joven, no tanto como nosotros pero calculaba que estaría cerca de cumplir veintitantos. Llevaba el cabello negro desordenado, cayéndole en la cara de una forma desagradable, y en seguida noté la razón por la que no lo peinaba. Atravesándole el ojo izquierdo, pude notar una cicatriz voluptuosa y más oscura que el resto de su piel. Era imposible de ignorar por lo que me quedé mirándole por demasiado tiempo, tanto que Sakura se apresuró a hablar.  

–Itoru dijo que nos halló a los tres inconscientes en medio del camino hacia Iwagakure. ¿No te duele nada verdad? –Preguntó y yo negué, sin querer confesarles que mi estómago ardía por el sello.  

–¿Qué es este lugar? –Pregunté. 

El hombre, Itoru, me dirigió una mirada serena que en comparación con la que recibía por parte de Shikamaru, podría haber sido hasta angelical.  

–Son las ruinas de lo que alguna vez fue mi hogar. –Me respondió. –Fue desmantelado después de que nos trasladaran a la aldea y a sus modernos edificios de concreto. – 

–¿Por qué nos ayudaste? –Quise saber.  

–Vi la banda de la Hoja. Conozco esa aldea y lo que representa en estos momentos de crisis en Iwagakure. Conté con la suerte de encontrarlos con vida, suerte con la que no contaron los demás shinobi que hallé en el camino. – 

La expresión en el rostro de Itoru cambió drásticamente, ensombreciéndose al hablar de la muerte de los demás ninjas enviados a recolectar información.   

–Quien quiera que lo haya hecho merece ser castigado con la muerte. –Continuó. 

Me estremecí al recordar la roca, al sujeto demente y la máscara de la lechuza, partida en trozos muy pequeños por mi puño.  

–Señor Itoru. –Habló de repente Shikamaru, haciéndome volver al presente. –Me estaba diciendo que el Tsuchikage no ha salido de su oficina desde el incidente de los pergaminos. – 

–Así es. Es extraño, porque no es un hombre que se queda de brazos cruzados sin hacer nada. Por algo es el gobernante. – 

–Entonces podríamos suponer que tiene algo en mente. –Sugirió Sakura. –Pronto deberá actuar para proteger la aldea. – 

–No dudo que lo hará. –Asintió Itoru, de acuerdo con Sakura. –Pero no sabemos ahora la magnitud del problema, ya que incluso estos sujetos con la marca de maldición han sido borrados del mapa. Eran ellos los que representaban la principal amenaza. Ahora no sabemos a qué nos enfrentamos y si los pergaminos siguen siendo de su interés. –  

Cuando todos permanecieron el silencio, sumidos en sus propias convicciones e interrogantes, yo maquinaba la oportunidad perfecta para tragar en seco sin ser visto. Creí que sabrían lo que yo sabía si se detenían a interpretar mis silencios, sin embargo, me vi abriendo la boca sin realmente proponérmelo, sacando del mutismo a los demás.  

–Debemos asegurarnos de que los pergaminos aún estén en manos del Tsuchikage. –Les dije, con la voz un poco afectada por la ansiedad.  

–Los tiene. Es por eso que ha estado ocultándose en su oficina. No puede permitir que esos kinjutsus terminen en las manos equivocadas. – 

–Sin embargo debemos corroborarlo. – 

–Confío en el Tsuchikage. – 

–Insisto. – 

– ¿Qué te hace pensar que no los tiene? –Preguntó Itoru, pero fue Shikamaru el que verdaderamente me miró intrigado.  

–Fue el último en caer inconsciente. Yo fui el primero y Sakura dijo que vio a Naruto interponerse entre ella y el hombre de la máscara. –Habló y sonó demasiado áspero como para suponer que sólo estaba dando una opinión.  

– ¿Qué estás intentando decir? –Cuestioné, maldiciendo mentalmente.  

Le miré con determinación, sin flaquear en ningún momento a pesar de que me encontraba apabullado por su desconfianza.  

–Que tal vez, por alguna razón particular, pudiste obtener información adicional que nos pueda ser útil en este momento. – 

– ¿Y cuál sería esa razón? –Enarqué una ceja, un poco menos nervioso, pero ahora sintiéndome más atacado.  

–No lo sé. –Se alzó de hombros. –Tal vez algún conocido, ¿qué dices? – 

–Digo que es absurdo. –Respondí, tajante. 

Comprendía porqué estaba siendo acusado, sin embargo, lo que no había pasado por alto era que había sido un sospechoso para él incluso desde antes de partir de la Hoja. Lo que sea que Shikamaru pensara de mí, había sido infundado por medio de conjeturas de alguien más. No me sentía culpable por haber regresado a la aldea en silencio y haber levantado sospechas, me sentía culpable de tener que guardar secretos para proteger a un sujeto que había amenazado con matarme si me interponía en su camino.    

– ¿Qué quieres decir? –Sakura intervino, con sus ojos muy abiertos.   

– ¡Por favor! –Exclamó Shikamaru. – ¿Vas a decirme que el imbécil que murió nos estaba mintiendo? Te reconoció y lo que dijo es muy acertado para ser una simple trampa. Si así lo fuera, no habría muerto atravesado por esa espada. Estaría aquí, asegurándose de que no lleguemos más lejos. –  

–Pues no sé nada al respecto. –Dije en voz baja pero lo suficientemente grave.  

–Esperen un segundo. –Volvió a hablar Sakura. Lucía más enfadada que confundida. – ¿Podrían ser más claros? Shikamaru... –Le señaló con la mano extendida. – ...has estado comportándote extraño desde que salimos de la aldea, y tú, Naruto, ¿qué fue lo que hiciste para que él te tenga en su punto de mira? – 

–Eso mismo quisiera saber. –Espeté, dirigiéndome a Shikamaru quien se había cruzado de brazos y me miraba con desprecio. Había emitido una risa socarrona que me irritó aún más. 

Me remonté al día antes de este y pude ver su espalda enfundada con su chaleco verde, vi cómo se daba la vuelta y decía: –"Así que no fue tu decisión. Ahora comprendo porqué luces así." –justo después de que había respondido a su pregunta de por qué había regresado a la Hoja. Recordé la manera tan inesperada en la que me había subestimado. Luego recordé la marca en esa habitación lóbrega del hospital y el dolor insufrible mientras era sellado nuevamente. Él había permanecido tras el vidrio polarizado, y hasta ese momento fui consciente de que le había abandonado toda esa seguridad que yo le profesaba al ser testigo de todo aquel proceso. Si la Hokage ya no confiaba en mi capacidad para retener al monstruo en mi interior, ¿por qué él habría de hacerlo?     

–Eres una amenaza. –Dijo, recostándose despreocupadamente en el respaldo de la silla.  

– ¡Eso ya lo sé! –Exclamé, inclinado hacia adelante, dolido por sus palabras crueles. –Lo he sido durante toda mi vida. Dime algo que no sepa. – 

–Eso es irrelevante. Digo que eres una amenaza para la misión. – 

–Basta. Naruto no es una amenaza para nadie. –Dijo Sakura, obteniendo una mirada extraña de Shikamaru.  

–Creo que no lo entiendes. –Le dijo. – ¿Acaso no recuerdas lo que dijo el hombre? El plan era obtener los pergaminos y asesinar a los ninjas que intentaran ingresar a la aldea para detenerlos. ¿Crees que los subordinados de Orochimaru desistirían tan fácilmente tras ser atrapados? Sabía que estaba muerto desde antes de atacarnos y ser amarrado a esa roca. – 

– ¿Entonces qué razón tendría para confesárnoslo todo? – 

Confundida, Sakura se había levantado del suelo y había comenzado a moverse alrededor del cuarto.  

–No tenía la intención de decírnoslo al principio. –Negó Shikamaru. –Debía cumplir su misión, y él iba a matarnos para impedirnos entrar. Nos siguió, nos interceptó y algo le impidió completar el trabajo. – 

–Las bengalas. –Murmuró Sakura.  

– ¿Qué? No. –Interrumpió Shikamaru, contrariado. –No. Las bengalas sirvieron de distracción mientras el de la máscara ganaba tiempo. – 

– ¿Estás diciendo que las bengalas las activó la lechuza? – 

Shikamaru hizo un leve asentimiento.   

–No necesariamente tuvo que activarlas. Apuesto a que tu bengala aún sigue en la bolsa y yo aún conservo la mía. Aunque no sé qué ocurrió más allá de eso. – 

Me miró cómo aguardando una explicación y Sakura siguió la dirección de sus ojos hasta quedarse viéndome también. Itoru, quien había permanecido en silencio todo el tiempo, carraspeó incómodo, sin la intención de intervenir.  

Me pregunté por qué estábamos discutiendo todo este asunto frente a un desconocido.  

Suspiré, recobrando la presión en el pecho, el ardor mordaz en el estómago. Más consciente del dolor que experimentaba, quise gritar y salir huyendo del lugar, pero lo que ellos sabían era lo que yo había oído de la boca de Sasuke. No había nada que dijera que pudiese hacerme lucir menos culpable.  

–Adelante. –Respondí, receloso. –Di que soy un misterio, que pude haber sido el responsable. – 

– ¿Cómo podrías haber encendido las bengalas? Dijiste que habías perdido tu bolsa. –Sakura medió entre ambos.  

–Qué conveniente. –Habló Shikamaru. – ¿Y qué más te dijo? – 

–Basta. –Advirtió Sakura.  

–Viste a la lechuza. Viste en sus ojos rojos. –Continuó. 

Entonces Sakura, que estaba a punto de maldecir, calló de súbito. Se volvió rápidamente y prestó atención a mis palabras.  

–Es cierto. También dijiste algo de una lechuza cuando te encontré sólo, tras ese árbol. – 

–Así que el hombre muerto tenía razón. –Shikamaru enarcó una ceja. –La lechuza te salvó de morir degollado. – 

– ¿Cómo podría? –Dije, enteramente ofuscado.  

–También dijo que la lechuza nos iba a matar a todos, menos a ti. – 

–Eso no fue cierto. Después de todo estás aquí, mirándome como a un maldito criminal. –  

–Oh, pero te dejó de último. Eso es algo. – 

–A eso se le llama especular. ¿Cómo puedes estar seguro de lo que dices? –Recriminé. 

–No lo sé. –Se alzó de hombros. –Te vi a unos metros de la roca, de pie, consciente. Y luego algo me hizo ese sujeto que me dejó fuera de juego. Sólo evalúo la situación. No me culpes por hacer mi trabajo. –  

–Pues qué gran trabajo el de querer dividir el equipo. – 

–Dime algo. –Rio, moviéndose hacia adelante en su asiento. – ¿Por qué deberíamos asegurarnos de que los pergaminos aún estén en manos del Tsuchikage? – 

–La lechuza asesinó a ese hombre. No sabemos si también lo hizo con los demás que lo acompañaban y con los ninjas de las otras aldeas. Pero probablemente iban tras la misma cosa, por lo que al considerarlos competencia tuvo que deshacerse de ellos. –Razonó Sakura, impidiendo que siguiera acribillándome con más preguntas. –Pero, Naruto, ¿lo habías visto antes que todos nosotros? – 

–Te dije que estaba atado. –Le respondí. –Me había atado al árbol y entonces se fue cuando tu apareciste. – 

–Pero no estabas atado cuando te encontré. – 

–Lo sé, lo sé. No sé cómo sucedió. Yo sólo... –Balbuceé, frustrado y con mis manos estrujando la tela del pantalón. –Vi las bengalas y quise correr. Luego estuve atado y recuerdo que lo golpeé y dolió como el demonio, pero en seguida había desaparecido junto con las cuerdas y las heridas que pudo haberme provocado. Si ese hombre hubiese tenido razón, la lechuza me habría aniquilado en ese mismo instante, pero no lo hizo, como tampoco lo hizo con ustedes. – 

Las manos me sudaban. La voz se me atascaba en la garganta y me dolía al hablar. Omitir que había sido yo el que había amenazado al sujeto, que originalmente iban a morir y que había estado en juego no sólo sus vidas sino la extraña relación de dependencia y compromiso que mantenía con él me estaba costando lentamente la tranquilidad.  

–Eso puede ser cierto. –Concordó Sakura.  

– ¿No te dijo algo más? –Habló de nuevo Shikamaru.  

Le eché un vistazo a su figura taciturna y no percibí que estuviese siendo malintencionado. Relajé mi expresión y dejé de lado una parte de mi actitud defensiva.  

–Si te refieres al instante en el que todos cayeron inconscientes, no, no me reveló nada en lo absoluto. Tan pronto como me di cuenta de que Sakura había caído fui golpeado con algo. De cualquier manera, ¿por qué habría de decirme algo? – 

–Porque aquel hombre habló del portador del Sharingan y solías tener un amigo con esa habilidad que, te recuerdo, se fue con Orochimaru. – 

Recordé a Sasuke decir que Shikamaru comprendía cosas que Sakura simplemente ignoraba.  

Me quedé en silencio, mirándole desde lo lejos sin ninguna expresión que él pudiese malinterpretar. Sakura, sin embargo, tenía la boca abierta, balbuceando sin llegar a concretar nada. 

–No conozco qué clase de relación mantienen ustedes dos, pero él podría haberte revelado algo involuntariamente. – 

– ¿De qué estás hablando? –Habló Sakura.  

–Las bengalas. –Dijo. –Fueron una ilusión óptica, como las cuerdas con las que atrapó a Naruto o la niebla antes de que apareciera y partiera a ese hombre a la mitad. Se trató de un genjutsu, no para distraernos a nosotros, sino al otro sujeto, dándome la oportunidad de capturarlo y luego de que estuvo atado a la roca, fue mucho más sencillo encargarse de él y luego de nosotros. – 

–Bien, eso nos dice que tiene un Dojutsu. –Itoru, que se había mantenido al margen, había participado repentinamente. Los tres nos volteamos a verle al tiempo. –Eso fue lo que les reveló desde el principio. – 

Permanecí observándole en silencio, receloso.   

–Aguarden. –Dijo Sakura, con la voz casi rota. –Sigo sin comprender cómo es que la lechuza podría ser Sasuke. Cualquier otro subordinado de Orochimaru puede tener una habilidad ocular como él. Además, dijo que acababa de nacer y que no conocía realmente a Sasuke. ¿Cómo podemos creerle a alguien como él? – 

Ella continuaba abogando por Sasuke, incapaz de asemejarlo con un asesino diestro e inescrupuloso, incapaz de comprender que la imagen de aquel sujeto siendo liquidado era real y que había sucedido justo frente a sus ojos.  

–Piénsalo. El hombre dijo que alguien con el Sharingan le había impedido atacar a Naruto, y el único al que Naruto logró ver durante la emboscada fue al enmascarado. Y ahora que Naruto ha dicho lo de las cuerdas, no cabe duda de que la lechuza crea ilusiones ópticas como lo haría un portador del Sharingan. –Intentó razonar Shikamaru.   

–Él también es rápido. –Confesé, no sabiendo cómo sentirme al respecto. –Pero siempre lo ha sido. – 

– ¿Qué tan rápido? –Preguntó.  

–Tan rápido como para cambiar de lugares con alguien sin que te des cuenta. Tan rápido como para no sentir su presencia aproximarse. – 

Algo en mi pecho se estremeció al ceder información acerca de Sasuke. Me dije que únicamente serían datos aleatorios como para hacerlos sentir a gusto con mi presencia. No obstante, me hallaba contrariado, porque aún seguía sin comprender la naturaleza de este lado mío sobreprotector. Tenía miedo de que no lo mereciera.  

–Bien, eso se parece cada vez más a Sasuke. El hecho de que haya adquirido técnicas como manipular diestramente una catana es algo que se le podría acreditar sabiendo lo hábil que es. –    

–Entonces Sasuke va tras los pergaminos. Pero, ¿por qué? –Dijo Sakura.  

Esa era una cuestión que compartíamos. Aunque había tenido más oportunidad de hablar con él que cualquier otro, había fracasado en sonsacarle esa respuesta.  

–Eso es incierto. Tal vez los quiera, tal vez va tras otra cosa. No podemos saberlo. – 

– ¿Por qué mataría a los demás si no? –Inquirió Itoru algo dubitativo.   

–Puede que intentaran detenerlo. El sujeto dijo que estaba interfiriendo y que lo estaba arruinando todo. –Respondió Shikamaru. 

–No lo esperaban, no era parte del plan. –Continuó Itoru y sus divagaciones lo llevaban lejos por momentos.  

–Quién sabe. Otra cuestión no menos importante... –Dijo Shikamaru. – ¿Por qué Sasuke está llevándole la contraria a Orochimaru? – 

– ¿Qué? –Sakura se volvió hacia él de golpe. – ¿Qué dices? –  

–Es obvio que Orochimaru va tras los kinjutsus. E incluso me atrevería a decir que la escena de hace dos años en Konoha, cuando fue tras Sasuke y Sandaime Hokage fue asesinado, va a repetirse en este lugar. Los peones que mandó a Iwagakure tenían la tarea de dejarle el camino libre para que cuando llegue el momento, haga su aparición y robe los pergaminos, porque me cuesta creer que sujetos como ellos, débiles e inexpertos, tuviesen el poder para enfrentarse a un Kage y salir victoriosos. Lo que no es coherente es la participación de Sasuke. –Shikamaru lucía frustrado e intrigado. –Como dijo aquel sujeto demente, Sasuke lo está arruinando todo. – 

Traté de digerir la nueva información, tan acertada que intimidaba. Shikamaru podría haber atinado con su increíble análisis, pero ahora que lo sabíamos era muy poco lo que podíamos hacer al respecto. La misión se había tergiversado y era aterrador saber que Sasuke había predicho que Shikamaru lo resolvería y había intentado asesinarle. Ahora comprendía que, quizá, al enterarse de que no nos habíamos marchado todavía, él iba a cumplir con su promesa de atravesarles con su espada.    

–Itoru. –Shikamaru habló luego de varios minutos en completo silencio, produciéndome escalofríos. Estaba enteramente serio, encorvado hacia adelante en la silla, con sus codos sobre las rodillas y las manos a la altura de su boca, ocultándola. – ¿Por qué no llevas puesta tu gabardina roja? – 

– ¿Eres el mercader? –Sakura alzó la voz casi de inmediato, haciendo que tanto Itoru como yo nos estremeciéramos. 

 

Notas finales:

Gracias por leer. No leemos al rato. 


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