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Un Príncipe Enamorado por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Gracias a C Lehnsherr por su precioso review. Capítulo dedicado para ti personita bella :) Eres amor del bueno <3

Capítulo 3: Algo Extraño.

Con la mano apoyada en su mejilla y el codo haciendo soporte en la mesa, Vegeta divagaba entre pensamientos difusos, tratando al mismo tiempo de poner atención al tedioso y repetitivo parloteo del profesor de biología. Sus ojos negros recorrían la sala con aire ausente, mientras la mano que no sostenía su cabeza en un ángulo ligeramente ladeado, se dedicaba a escribir por mero impulso ideas vagas de lo que alcanzaba a captar en medio de su ensoñación.

Faltaban escasos minutos para que terminara la clase, pero estos parecían decididos a pasar con una lentitud exasperante. Lo único que quería era que el minutero de su reloj de pulsera se detuviera a la una en punto, para correr a su dormitorio y quedarse ahí lo que quedara de día. Por alguna razón se sentía fatigado, los párpados le pesaban terriblemente y su temperatura estaba más baja de lo normal. No se había despertado en las mejores condiciones y lo sabía, ya que el cansancio era casi insoportable y la sola idea de quedarse en pie por mucho tiempo, le provocaba fatiga, haciendo que un dolor tan desagradable como abrumador taladrara su cabeza sin piedad.

Su mente nadaba entre recuerdos al azar, recuerdos de esa vida que quería dejar atrás con todas sus fuerzas. Había huido a la Tierra buscando alejarse de todo, aún así su consciencia parecía empeñada en lo contrario. Al hacer un recuento del total de cosas buenas que le habían pasado lejos de Vegita, la balanza siempre terminaba muy por encima de la marca dejada por su vida allá. Sin embargo algo en sí mismo parecía ligado a su planeta natal y no lo dejaba avanzar, sin recordarle constantemente que su forma de actuar había sido precipitada, insolente, estúpida e inútil.

Su subconsciente le recordaba una y otra vez que con sus acciones estaba poniendo en riesgo la integridad absoluta de Kyabe, aquél noble pelinegro de mirada dulce que siempre había estado a su lado y le demostraba a cada momento que por él estaba dispuesto a hacer lo que fuera. Y es que lo sabía, sabía desde hace mucho que el menor actuaba movido por un sentimiento que estaba muy lejos de poder corresponder; sabía que su más leal súbdito lo amaba casi desde que se conocían y esto, más allá de alejarlo, le producía un desasosiego terrible, ya que sentía que se estaba aprovechando de ese amor tan verdadero y puro, alarrastrarlo consigo sólo por causa de sus deseos egoístas. Lo único que lo tranquilizaba un poco era saber que el pequeño se estaba adaptando muy bien a su nueva vida, demostrando gran facilidad para crear amistades.

Al menos si él era feliz, Vegeta también lo sería, sin importar que se estuviera condenando al peor de los castigos, cuando su padre con sus influencias reales lograra dar con su paradero. Porque aunque se hacía el fuerte y trataba todo el tiempo de parecer despreocupado y hasta indiferente, tenía más que claras las fallas de su plan y sabía que darían con él en cualquier momento.

La guerra mental que tenía el príncipe era enorme, casi tan destructiva e implacable como el terrible daño que le hacían sus padres al querer someterlo a sus creencias y leyes sin siquiera pedirle su opinión.

Fijó sus ojos en un punto específico del aula, justo en una esquina al otro lado de donde él estaba. Una cabellera alborotada sobresalía de entre todas las demás, causando que su ceño se frunciera más pronunciadamente y que una sensación de incomodidad sumamente extraña le atacara el pecho. Durante esas dos semanas que llevaba estudiando en Capsule School, había descubierto que aquél muchacho fotocopia exacta del saiyajin llamado Bardock, tenía una capacidad innata para sacarlo de quicio. Porque Kakarotto no sólo era torpe e infantil, sino que parecía empeñado en hacerlo enojar. Si no era que estaba en desacuerdo con él en algún tema, era que terminaba ganándole en cualquier estupidez. Si Vegeta se apuntaba para participar del equipo de artes marciales, el idiota aparecía en el lugar y se medía con él, terminando en una aplastante victoria a su favor; si el saiyajin de élite debatía sobre algún tema con quien fuese, el de cabellos alborotados se entrometía en la conversación, únicamente para llevarle la contraria. Y lo peor era que se hacía el desentendido cuando lo enfrentaba, poniendo cara de inocente y riendo como retrasado mental. ¡Realmente exasperante!

El aire rehuyó sus labios en forma de un suspiro largo e insonoro, justo cuando el minutero de su reloj se detenía en la una en punto y el parloteo de su profesor era reemplazado por cuadernos siendo guardados dentro de mochilas, voces conversando animadamente y pasos apurados dirigiéndose fuera del aula.

Al fin había acabado su tortura.

                                                                      ~~~                   

–¿Te sientes bien, Vegeta?– le preguntó Kyabe, mientras caminaban rumbo a la cafetería.

Era realmente un alivio para el joven príncipe escucharle llamándole por su nombre, más aún tratándolo de tú; para él eso significaba que de a poco la inferioridad que el pequeño sentía iba disminuyendo, algo que lo aliviaba de sobremanera.

–Muy bien, no te preocupes– sonrió de lado, mintiendo descaradamente.

En realidad se sentía al borde del desmayo.

Pero claro que eso no lo diría, ya que sabía que si algo no había disminuido en la personalidad del menor, era su sobreprotección y lo último que quería era preocuparlo o causar que más miradas de las necesarias se fijaran en él. Ya suficiente tenía con el coqueteo descarado o las sonrisitas estúpidas que le dedicaban las chicas de nuevo ingreso y hasta las de niveles inferiores.

 –No te ves nada bien, Vege.

Una voz suave lo distrajo de sus pensamientos, mientras un brazo ajeno se envolvía alrededor de su cintura. Un aroma a fresas y chocolate se coló en su nariz, mientras sus ojos tropezaban con la mirada intrigada del recién llegado.

Kyabe bufó por lo bajo, frunciendo el entrecejo, sintiéndose horriblemente molesto con la actitud que ése chico tenía con “su príncipe”. Desde esa vez que los vio discutiendo en el jardín detrás del gimnasio y notó la mirada enternecida que el de cabellos alborotados le dedicó, justo cuando Vegeta le dio la espalda para irse enfurruñado, supo que sus intenciones con él no eran para nada de mera amistad.

«¡Le gusta!» Se repitió por enésima vez desde ese día, experimentando fuertes deseos homicidas hacia Goku. Deseaba aniquilarlo y aunque eso iba totalmente en contra de su siempre tranquila personalidad, era un sentimiento que no podía evitar por mucho que se esforzara.

Satisfecho vio como Vegeta se alejaba bruscamente de él, dándole una mirada asesina.

–¡Deja de hacer eso, insecto!– le gritó, amenazándolo con el puño en alto. –¡Lo detesto!

El más alto sonrió con esa inocencia que al príncipe más hacía hervir de furia por dentro, poniendo expresión ingenua y estirando sus brazos hacia delante para evitar que el otro siguiera avanzando y esta vez sí le propinara una golpiza brutal.

–Okey, okey. Lo siento– se disculpó, riendo apenado. –Pero de verdad no te ves nada bien, Vegeta– Se puso serio de pronto, analizando meticulosamente al mencionado de pies a cabeza. –Estás demasiado pálido y tu cuerpo se ve muy débil… ¡Eso no es normal!

–Como sea, no es de tu incumbencia, Kakarotto– espetó él, cruzándose de brazos. –Ya déjame en paz.

–Pero…

Vegeta le dedicó una mirada fulminante que, de poder hacerlo, sin duda lo habría matado en el acto, y con un bufido estresado salió de ahí, encaminándose al edificio de varones a grandes zancadas.

Realmente sentía que si seguía más tiempo de pie su cabeza se partiría en dos, sin mencionar que el abrumador cansancio que lo aquejaba terminaría por tirarlo al suelo.

~~~

–¿Está todo bien con él?– preguntó una joven de cabellos y ojos azules, observando intrigada el punto por donde su compañero de clase había desaparecido.

–Eso dice, pero no le creo– replicó frustrado Goku, encogiéndose de hombros. –Estoy completamente seguro de que algo malo le sucede, Bulma. ¡Pero es necio y no me dice!

–Puede que tengas razón. A decir verdad, se veía bastante distraído hoy en clases– concordó  ella, ubicándose junto a él y acompañándolos en su camino hacia la cafetería. –Estuvo toda la hora como ido y me atrevería a decir que ni siquiera prestó atención.

Kyabe se preocupó enseguida, ya que eran contadas con los dedos las veces que el heredero al trono del planeta  Vegita se había enfermado, siendo todas estas graves y complicadas. Él también había notado la palidez en su piel y el decaimiento que traía encima, pero no había querido importunarlo haciendo preguntas innecesarias, porque sabía que en los últimos días su amado príncipe parecía más retraído que nunca. Estaba seguro que algo más malo que bueno perturbaba su mente, sólo esperaba que dichos pensamientos estuvieran muy lejos del rey. Conocía lo suficiente a Vegeta para atestiguar bajo juramento que algo lo agobiaba, lo cual temía que tuviera estrecha relación con su arriesgada e inesperada decisión de escapar de sus responsabilidades.

–Iré a verlo– se apuró a decir, echando a correr hacia los dormitorios de los chicos.

Se sentía preocupado, un presentimiento para nada alentador oprimiéndole el corazón.

~~~

 Se desplomó como un peso muerto sobre la cama, su mochila haciendo un ruido sordo al caer al piso. Sentía como si lo estuvieran girando de un lado al otro fuertemente, mareándole y dejando nulos sus sentidos.

No se atrevía a abrir los ojos, sólo por miedo a que la luz tras sus párpados le cegara, y pese a no estar moviéndose para nada, sentía que su cuerpo se sacudía violentamente.

Llevó una mano hacia su frente, apretando con fuerza sus nudillos contra el hueso, en un vano intento por aplacar un poco las pulsaciones en su cabeza. Náuseas acudieron a él, por lo que debió rodar sobre sí mismo para evitar que el vómito ensuciara la colcha. El sabor ácido de la vilis resbaló por su garganta, asqueándole y haciéndole sentirse todavía peor, su cuerpo deslizándose fuera del colchón y llendo a parar al suelo de cerámica, como si no se tratase de más que un inerte muñeco tamaño real.

Lejano escuchó la puerta abrirse y a alguien gritando su nombre, pero cuando menos lo esperó, su alrededor se difuminó en un escenario difuso y su mente se desconectó, abandonándolo en la más abrumadora y espesa oscuridad.

Notas finales:

Casi no actualizo D:

He tenido un día demasiado estresando, pero nada mejor que escribir para ser feliz ^-^

Espero les guste este nuevo capítulo :)

Fue algo corto, pero en esta parte ya no podía meter más jeje El próximo estará más interesante, se los aseguro :3

Gracias por sus lenturas ^^

Espero alguien más se anime a comentar, sus opiniones son alimento para mi inspiración <3

 

Próxima actualización: viernes 13 de abril.

Nos vemos!! ^^

Ciao!!


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