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Un Príncipe Enamorado por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Como siempre; muchísimas gracias por sus bellos e inspiradores reviews a:

C Lehnsherr

VidelFujoshi

Saqué el capítulo tres días antes por ustedes, de verdad millones de gracias por estar ahí y disfrutar tanto de este pequeño y extraño fic :)

Capítulo dedicado a las dos <3

Capítulo 5: Un Digno Rival

–Bien– aceptó Vegeta, adoptando su pose de pelea y mirando a Kakarotto desafiante.

Por más exhausto y débil que se sintiera, el saiyajin de cabellos en forma de flama no estaba dispuesto a negarse a aquella declarada provocación. Su orgullo y su arrogancia eran demasiado grandes como para simplemente echarse atrás, más aún sabiendo que aquel guerrero que tenía delante seguramente no era más que otro del montón.

Se elevaron en el aire, mirándose fija y retadoramente.     A su alrededor no había más que desierto y montañas, por lo que difícilmente causarían algún daño al luchar.

Goku fue el primero en atacar, abalanzándose contra Vegeta con el puño en alto y una sonrisa llena de confianza bailando en sus labios. Éste ábilmente lo esquivó antes de que impactara directamente en su mejilla, moviéndose rápido detrás de él y dándole un duro rodillazo en la espalda que lo lanzó al suelo sin miramientos. Sonrió socarrón, observando de brazos cruzados como el de cabellos alborotados se incorporaba, emitiendo un leve quejido. Ya en pie, voló velozmente hasta donde su rival estaba, sin borrar su sonrisa de felicidad. Se dedicaron otra mirada desafiante y fue el turno del príncipe para atacar, arrojándole una patada directa en el estómago. Más Kakaroto la esquivó sin problema y lo sujetó por los brazos, estampándole el puño de lleno en el rostro. Vegeta se aturdió, pero aún así le devolvió el favor, golpeándolo con fuerza desmedida en la cabeza y nuevamente mandándolo al suelo. Sin permitirle reincorporarse, formó una esfera de energía en la palma de su mano, apuntándola hacia él con malicia clara brillando en su mirada. El saiyajin de mirada alegre a duras penas logró desviar el ataque, haciendo una cruz con sus brazos, recibiendo sólo el tierral que expulsó al chocar contra un montículo de arena a lo lejos. Tosió y se limpió los ojos, intentando predecir el siguiente movimiento que haría su oponente. Pero lo que no se esperó, fue que éste apareciera junto a él sin previo aviso y le estampara una patada en el estómago, robándole un chillido de dolor y arrojándolo con tanta rudeza contra el suelo, que al caer se formó un profundo cráter donde quedó vergonzosamente atascado.

Vegeta, aún en el aire, reía tan complacido como divertido, disfrutando de la aplastante ventaja que tenía sobre su contrincante. Goku lo veía desde su lugar, analizando cuidadosamente aquella pose tan altiva y arrogante; los brazos cruzados sobre el pecho, la mirada llena de orgullo y su cola anudada en la cintura. Lucía tan atractivo e inalcanzable, que antes de quedarse más tiempo completamente embobado mirándolo, obtó por levantarse de su vergonzosa posición, volviendo a sonreír genuinamente alegre.

–¿Acaso ese es todo tu poder, Kakarotto?– le preguntó el príncipe, descendiendo hacia él.

Éste negó con la cabeza, retomando su actitud retadora. Se elevaron otra vez y se arrojaron puñetazos y patadas al mismo tiempo, convirtiendo la pelea en un lanzar y esquivar constante. Varios minutos estuvieron así, sin poder dar ni un solo golpe al otro. Hasta que Vegeta se hartó y alejándose bruscamente, concentró poder en sus manos y formó una enorme esfera de ki, apuntando con ella a Kakarotto y sonriendo otra vez con malicia. Sin quedarse atrás el más alto hizo lo mismo, dejando algo asombrado al menor.

Y así fue que se lanzaron ataques de energía a la vez, siendo ninguno capaz de evadirlos.

Se levantó una gran cantidad de arena y piedras, la explosión haciendo eco por todo el lugar. Goku había terminado atrapado otra vez en un cráter y Vegeta había chocado fuertemente contra una de las pequeñas montañas rocosas que allí había, quedando atascado con medio cuerpo entre las rocas que la formaban de un modo muy humillante.

–Agh… maldición…– se quejó, sintiéndose más aturdido de lo que ameritaba la situación.

Una vez más su cuerpo se encontraba demasiado débil, la cabeza le punzaba desagradablemente y una sensación de desgaste horrible lo mareaba. Salió como pudo de allí y bajó al suelo, apretando fuertemente sus nudillos contra su frente, para intentar aplacar aunque fuera un poco el dolor. Tenía la camisa azul rey que vestía completamente destrozada y los jeans rasgados en varias zonas, lo que le incomodaba de sobremanera. Echó en falta más que nunca el práctico y cómodo traje que usaba para entrenar en Vegita, el cual era sumamente resistente y flexible. Fue ahí que sintió un líquido bajando por su frente y al tomar un poco con sus dedos, se estremeció al notar que era sangre. Estaba herido y aunque eso era algo típico en cualquier pelea o entrenamiento de rutina, sumaba más decaimiento a su de por sí deplorable condición.

Goku se le acercó y al verlo pálido, lastimado y con evidente malestar físico, se preocupó inevitablemente. Pero antes de poder preguntarle si estaba bien, observó como Vegeta palidecía aún más y se desplomaba sin aviso de boca contra el suelo.

–¡Vegeta!– exclamó aterrado, apresurándose a tomarlo con cuidado entre sus brazos.

~~~

 Kyabe tocó tres veces la puerta y la abrió suavemente, adentrándose a la habitación de Vegeta, aún sintiéndose triste y decepcionado. Junto a él Nappa y Fasha entraron también, llevándose los tres una enorme sorpresa al no hallar a nadie. Ni rastro había del príncipe o Kakarotto por ningún lado, lo que a los mayores no les auguraba nada bueno. Conocían lo suficiente a ambos adolescentes, para estar seguros de que alguna tontería se traían entre manos, algo que les hacía fruncir el entrecejo de puro estrés.

–Que extraño…– comentó el pequeño, sentándose por inercia en la cama del peliflama.

–De hecho no es nada extraño, Kyabe– objetó Nappa, suspirando audiblemente. –Kakarotto sabe usar la teletransportación, por lo que si no están y nadie los ha visto bajar, significa que fue así como salieron de la escuela sin que nadie se percatara.

Al escuchar esto, Kyabe quedó boquiabierto, procesando a velocidad luz la información. Lo dicho por el hombre calvo no sólo confirmaba que el de cabello alborotado era en efecto un saiyajin, sino que revelaba que tanto él como Fasha lo conocían demasiado bien. Además era capaz de utilizar aquella técnica milenaria procedente del planeta Yadrat, cuyos habitantes se caracterizaban por su pasividad y grandes habilidades en combate,; la tele transportación era de sus mayores destrezas y, según tenía entendido, sólo pocos lograban obtener el conocimiento necesario para llevarla a cabo correctamente. La pregunta era; ¿cómo rayos Kakarotto había conseguido aprender algo tan grandioso? ¿Acaso escondía algún poder que ni el mismo Vegeta se imaginaba? Sin duda lo habían subestimado, no era un saiyajin más del montón. Sin embargo eso no quitaba que el saiyajin menor, sintiera por él un fuerte e imborrable rechazo.

–Tranquilo, Nappa– dijo Fasha, sonriendo serena.-Seguramente no ha pasado nada malo.

Ni bien terminadas estas palabras, los desaparecidos aparecieron repentinamente frente a ellos, sobresaltándolos de pura sorpresa. Pero al ver a Vegeta en brazos de Kakarotto, pálido como papel y sangrando de la cabeza, todos cayeron presos del horror.

–¡Ayúdenlo!– pidió desesperado Goku, depositándolo en la cama.-Estábamos luchando y…

Fasha le dio un fuerte coscorrón en la cabeza ante lo dicho, mirándolo con ojos asesinos.

–¡¿Cómo se te ocurrió tal barbaridad, Son Goku?!– le gritó furiosa, volviendo a pegarle. –¡El príncipe Vegeta no está en condiciones de luchar! ¡Eres un imprudente de lo peor!

–Pero… pero yo… yo no…

Ella amagó soltarle el tercer coscorrón, pero Nappa la detuvo, sujetándole la mano.

–Fasha, por favor, mantén la calma. Este no es el momento para dejarnos llevar por nuestros impulsos– miró con seriedad al de cabello alborotado, mientras una venita de enfado resaltaba en su frente. –Ya después habrá tiempo para castigar a Kakarotto por su imprudencia. Ahora enfoquémonos en el príncipe Vegeta, debemos ponerlo ya mismo en una cámara de recuperación– le hizo una seña a Kyabe, volviendo a suspirar abatido. –Me temo que lo que aqueja a su alteza, es mucho más complejo que un simple ataque de ansiedad o estrés.

El saiyajin de actitud jovial, sobándose la zona golpeada y con expresión culpable en el rostro, decidió mantenerse al marjen, a la espera por si llegaban a necesitarlo. Realmente estaba preocupado por el estado en que se encontraba el joven príncipe de su raza; verlo así lo llenaba de un temor e incertidumbre horribles.

Kyabe le quitó con cuidado la destruida camisa azul que llevaba puesta, mientras Fasha limpiaba la herida con afecto casi maternal. Afortunadamente el botiquín aún estaba sobre el buró, así que tenía todo a su alcance para desinfectar adecuadamente la zona lastimada. Nappa por su parte sacó de su bolsillo una pequeña cápsula y al arrojarla para abrirla, salió de ella la cámara de recuperación que había mencionado anteriormente.

Sonrojado, con el corazón latiéndole acelerado y las manos temblorosas, el pequeño súbdito del saiyajin de mayor rango terminó por quitarle las zapatillas y el jean, dejándolo nada más en ropa interior para ponerlo en la máquina.

Goku seguía atentamente cada acción que Kyabe hacía, frunciendo los labios en una mueca molesta al notar su obvio nerviosismo a la hora de tratar a Vegeta. Él no era idiota, podía percibir como lo veía, esa devoción y entrega no eran por mero respeto; Kakarotto sospechaba de sus sentimientos, era demasiado evidente el odio que el más pequeño demostraba tener por él ante el más mínimo acercamiento con su compañero. Esa actitud tan posesiva no era sólo porque debía servirle o protegerlo, era porque lo amaba y no quería que nadie más se le acercara. Y esto era algo que al de cabellos alborotados no le gustaba en lo absoluto, ya que despertaba en él un sentimiento demasiado extraño y poco habitual en su siempre alegre e infantil forma de ser.

Nappa alzó el cuerpo inconsciente del menor y antes de depositarlo dentro, puso sobre su nariz una mascarilla conectada a un tanque de oxígeno. Lo metió entonces a la cámara, presionando botones en la misma para que comenzara a funcionar. Poco a poco se llenó de un líquido verdoso, cubriendo al príncipe hasta la cabeza. Sus signos vitales y el avance de su recuperación, aparecieron escritos en la pantalla de otro aparato que aparentemente venía incluído, al cual Nappa se mantuvo atento todo el tiempo.

Kyabe y Fasha suspiraron y se miraron inquietos, mientras Goku caminaba hasta su cama y se dejaba caer en ella con pesadez.

–¿Qué tiene Vegeta, Nappa?– demandó saber en tono poco audible, sin quitar sus ojos de la lúgubre imagen que daba éste inconsciente metido dentro de aquel tanque de cristal.

El aludido lo miró, notando enseguida la sincera preocupación que refulgía en sus ojos.

–No estoy muy seguro todavía, pero probablemente sea que su propia energía está lastimándolo– explicó tranqilo, ganándose la atención de todos los presentes. –El príncipe Vegeta posee dentro un nivel de poder extraordinario, sumamente prodigio para su edad. Sin embargo nuestro rey nunca ha permitido que explote al máximo sus capacidades en batalla, ya que a su parecer no es necesario. Su alteza tiene que aprender a conocer y dominar su ki y a disponer de él como mejor le parezca, no obstante mientras más tiempo pase sin hacerlo, es esto mismo lo que lo consume. El desgaste que siente, el malestar que lo aqueja… todo eso es provocado por esa magnitud impresionante de poder guardado y no explotado al cien porciento.

–Hace muy poco vino el propio señor Wiss a pedirle al rey que dieze su mano a torcer y le permitiera entrenar él mismo al príncipe, pero todos sabemos cómo es éste de…

–¡Kyabe!– regañó Fasha, viéndolo seria. –Mucho cuidado con tu forma de referirte al rey.

–Discúlpeme, señorita Fasha– se encogió el pequeño, bajando la cabeza. –No se repetirá.

Nappa chistó la lengua, bufando exasperado.

–Wiss es el mismísimo maestro del Dios de la destrucción y aún así su magestad no permite que Vegeta tenga el privilegio de ser su aprendiz…– frunció el entrecejo, entrecerrando los párpados. –Lo que fuera que hubiera querido decir Kyabe, ambos sabemos que es la pura verdad, Fasha. El rey es un grandísimo…

–¡Nappa!– se escandalizó la saiyajin, abriendo los ojos horrorizada. –¡No seas insolente!

Tanto Goku como Kyabe rieron divertidos ante la escena, sintiendo como disminuía lentamente la tensión.

–Eso significa que Vegeta es algo así como el saiyajin más poderoso del universo, ¿no?

–No es algo así como el más poderoso, Kakarotto– le corrigió el guerrero corpulento. –El príncipe Vegeta es sin duda el saiyajin más hábil y poderoso de todos.

–Wow– se asombró éste, sintiendo cada vez más atracción por él. –Vege es… increíble.

Ambos saiyajins adultos asintieron, sonriendo orgullosos, bastante enternecidos ante esa mirada tan embelesada y enamorada en los ojos del joven guerrero de actitud infantil.

~~~

 Dos horas después, el proceso estuvo completo y el joven saiyajin de élite al fin abrió sus párpados, extrañándose al encontrarse en un tanque de regeneración, con todos contemplándolo preocupados. El líquido se drenó y la cámara se abrió, permitiéndole salir de ahí finalmente. Kyabe le alcanzó enseguida un nuevo conjunto de jeans y playera, desviando la mirada totalmente sonrojado al verlo semidesnudo frente a él.

–Príncipe Vegeta, me reconforta ver que ya está mejor– dijo Fasha, notándose aliviada.

–Al parecer tu pelea con Kakarotto hizo fluir más rápido tu energía y como aún no sabes dominar adecuadamente tu ki, esto te desgastó a tal grado que perdiste el sentido y la consciencia– le explicó Nappa, cuando esa mirada oscura se llenó de desconcierto.

–Entiendo– suspiró el príncipe, terminando de ponerse la playera. –De nuevo más de lo mismo– se sentó en su cama y cruzó sus brazos enojado, frunciendo el ceño y los labios. –Mi propio poder algún día me matará… ¿No es irónico?– se burló, haciendo una mueca.

Nadie supo cómo responder, el ambiente volviendo a llenarse de una incómoda tensión.

Kyabe se mantuvo cerca, pero dándole suficiente espacio para no ostigarlo con su presencia. Fasha se encaminó al baño de la habitación para dejar el botiquín en su sitio correspondiente, mientras Nappa desconectaba la máquina y la volvía a encapsular.

Goku en cambio se sentó junto a él, mirándolo con genuina preocupación en sus ojos.

–Yo no sabía nada de esto, Vege– susurró, sujetando su mano con delicadeza, manteniendo sus brillantes orbes negros fijos en los de su compañero, mientras un asomo de genuina culpabilidad le sombreaba el rostro. –Lamento mucho haberte lastimado; si algo peor te hubiera pasado, juro que jamás me lo habría podido perdonar.

Los tres saiyajins restantes observaron la escena sorprendidos; Nappa sospechando ya que esos dos habían establecido una conexión sólo propia de dos almas destinadas a estar juntas, Fasha enterneciéndose sin poderlo evitar ante la dulzura que ambos irradiaban, y Kyabe sintiéndose más y más desdichado al ser cada vez más consciente del fuerte vínculo que los unía.

–Tranquilo, sabandija– lo calmó Vegeta, por primera vez no queriendo apartarse de él. –Tú lo dijiste… no lo sabías. Nada de esto es tu culpa, así que no hagas drama.

Sin poderlo evitar los dos sonrieron, no siendo plenamente conscientes de esa inmensa atracción que los impulsaba a estar cerca uno del otro de cualquier manera. Porque, si bien ambos suponían ínfimamente lo que sucedía, ninguno era capaz todavía de dejarse llevar por lo que sus cuerpos, corazones y almas ya sabían y tanto anhelaban consumar.

–Nosotros ya nos vamos, su alteza– informó el saiyajin mayor, lamentándose por tener que interrumpir su tierno e intenso intercambio de miradas. –Cualquier cosa que necesite, por favor no dude en llamarnos.

–Claro, Nappa– asintió él, espabilándose de su trance y levantándose para acompañarlos hasta la puerta. –Les agradezco a ambos por venir.

–No es nada, príncipe. Sólo cumplimos con nuestro deber– le sonrió Fasha, regalándole una maternal caricia en sus cabellos en forma de flama. –Cuídese mucho, por favor.

Éste asintió y sonrió suavemente, cerrando con sigilo la puerta en cuanto se fueron.

Kyabe se sintió incómodo de inmediato, así que optó por huír de allí lo antes posible.

–Es mejor que yo también me vaya, príncipe Vegeta. Mi presencia no es requerida aquí.

Rápido se apresuró a salir de allí, pero fue detenido del brazo por una mano gentil que lo sostuvo antes de siquiera poder girar la manija. El saiyajin de mayor rango lo miró con arrepentimiento genuino en sus negros y cautivadores orbes, dejándolo sin querer acorralado entre la puerta y su cuerpo.

Goku no pudo evitar indignarse ante esto, pero le ganó la timidez y no se atrevió a intervenir o interrumpir aquella escena que era tan horriblemente insufrible para él.

–Kyabe…– lo llamó, usando un tono de voz tan suave y gentil, que el pequeño sintió sus piernas temblar de los puros nervios. –Sabes que yo no soy muy bueno para esto, pero…– suspiró hondo, sujetando mejor su mano y depositando sobre el dorso de esta un casto beso. –Lamento mucho haberte echado hace un rato; no fue mi intención lastimarte, pero sé que lo hice. Te pido por favor que me perdones, pequeño. Fui un idiota…

El menor quiso gritar, saltar, volar de la pura felicidad. Y es que no era sólo el hecho de estar recibiendo disculpas –algo muy, pero muy poco común– de propios labios de su amado príncipe, sino que se estaba comportando de una manera tan caballerosa con él, que sentía el corazón casi queriéndosele escapar por la boca ante la pura emoción.

Y, como broche de oro, Goku presenciaba tan bello momento como testigo preferencial.

–No tengo nada que perdonarle, mi príncipe– confesó con la voz entrecortada, mirándolo con tal añoranza y anhelo, que Vegeta por un ínfimo instante creyó que lo besaría.

Pero en cambio recibió un abrazo, tierno y dulce como el mismo Kyabe, al cual no pudo más que corresponder con igual intensidad.

–Gracias…– le susurró, aún preso entre sus brazos, sonriendo con mil sensaciones y sentimientos revoloteando en su corazón.

Y es que, aunque no quería, terminaba siempre ilusionándolo y haciéndole creer que el amor que le tenía iba más allá. Tal como había dicho; no era su intención lastimarlo, pero a la larga acababa haciéndolo de todas formas.

«Perdóname, pequeño. Perdóname por lastimarte, perdóname por ilusionar a tu dulce e inocente corazón. Perdóname, porque sé que jamás podré amarte como tú me amas…»

Notas finales:

Bueno creo que la pelea me quedó rara, no soy buena en esto XD

Ya sabemos qué le pasa a Vegeta; tiene demasiado poder en su interior y el tirano de su padre no lo deja explotarlo, lo que lo está consumiendo fuertemente por dentro :/

Para mí este fue un capítulo transitorio, a partir de acá se entienden mejor muchas cosas... según yo claro jeje

Hasta Wiss quiere entrenar al príncipe!! Pero la pregunta es... podrá realmente hacerlo??

Si tienen teorías o algo, no duden en hacérmelo saber en la cajita de comentarios ^-^

Ya saben que el botoncito para dejar reviews no muerde (?)


Próxima actualización: sábado 21 de abril :)

Nos vemos ^-^

Ciao!!


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