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Un Príncipe Enamorado por Emmyllie

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Como siempre muchísimas gracias por sus hermosísimos e inspiradores reviews a:

C Lehnsherr

Nishikata

VidelFujoshi

Coralia

No tengo palabras para agradecerles su apoyo, de verdad no saben lo mucho que sus comentarios significan para mí. Me inspiran, me motivan y me dan mucho aguante para continuar!! Son amor del bueno chicas <3


El capítulo de hoy es el más largo que he escrito, quedó muy intenso y es el pie para que las parejas oficiales del fic empiecen a relacionarse románticamente hablando. Se resuelve lo del beso entre Vegeta y Kyabe, aunque de una forma muy triste a mi parecer u.u

Espero lo disfruten mis amores ^-^

Capítulo 8: Preludio

El primer impulso de Goku fue correr hasta ellos, sólo para separarlos. Verlos besándose le había causado una horrible sensación de rabia, la cual se esparció como pólvora a través de sus venas. Se mordió los labios con fuerza, empuñando sus dedos con furia entorno al tronco del árbol donde yacía escondido. Le dolía el pecho y el estómago, tenía un nudo insoportable en la garganta y notaba sus ojos acuosos. ¿Por qué Vegeta besaba a Kyabe? ¿Por qué parecía estar disfrutándolo? ¿Acaso su reciente beso con él no le había bastado? ¿Acaso no gustaba de él? Eran muchas preguntas difíciles de responder, cada una más dolorosa que la anterior. Se sentía horriblemente traicionado, por muy extraño que esto fuera. Porque no, no tenía ningún tipo de relación con el príncipe más allá de simples compañeros de cuarto y clase, sin embargo en su corazón ansiaba intensamente que fueran algo más. Quería a Vegeta en su vida, lo quería siendo suyo, lo quería como pareja potencial. Pero ahora que se topaba con esa escena tan inesperada, sus esperanzas de lograrlo caían en picada sin piedad. Porque si éste realmente amaba a Kyabe, él no sería capaz de interferir entre ellos de ninguna forma.

«Si es a él a quien amas, te prometo que me alejaré de ti para siempre.»

Los vio volver a separarse y quiso gritar al notar la sonrisa dulce y el ligero rubor acalorando el rostro de Vegeta, al tiempo que sus manos se entrelazaban con las de Kyabe en un agarre por demás afectuoso. . No soportando más semejante demostración de cariño, giró sobre sus pies y caminó en dirección contraria para irse finalmente de allí, mientras sus mejillas eran empapadas poco a poco por lágrimas gruesas y traicioneras. El nudo en su garganta se apretó y la punzada en su pecho le hizo difícil respirar, pero antes de que siquiera lograra avanzar un par de pasos, la voz del pelinegro menor llegó hasta sus oídos, despertando a su curiosidad y superponiéndola por encima del dolor que le provocaba ser testigo de aquel momento tan íntimo entre los dos.

–Yo…– contempló como bajaba la mirada apenado, mostrando una extraña mezcla de tristeza y satisfacción en su expresión. –Yo no… no debí… yo lo… lo siento… es que…

–Shhh…– el saiyajin de élite silenció sus titubeos, posando gentilmente el índice sobre sus labios. –No te sientas mal, Kyabe. No hay por qué…

Éste se sonrojó, mirándolo directo a los ojos, para seguidamente abrazarse a él con gran necesidad, contacto al cual el príncipe no se opuso. En cambio acarició su cabello y pareció estrecharlo más contra su cuerpo, entrecerrando los ojos con pesadez.

Fue ahí que Goku pudo apreciar la consternación dibujada imperceptiblemente en el rostro de Vegeta, algo que no supo a ciencia cierta cómo interpretar. Pero cuando Kyabe se separó del abrazo e hizo amagues de querer volver a besarlo, apretó tan fuerte la mandíbula y el tronco del árbol donde nuevamente se había escondido, que los huesos de sus dedos crujieron, al igual que la corteza oprimida entre sus manos.

«¡Aléjate de él, maldito!» Rugió en su mente, mientras se mordía los labios hasta hacérselos sangrar. Una oleada de celos casi incontrolable lo invadió y a punto estuvo de cegar su razón, pero se mantuvo estático en su lugar, rechinando los dientes y respirando agitado debido al rechazo y furia que le provocaba la situación. «¡Vegeta es mío! ¡Mío, mío, mío!»

–Kyabe…– escuchó al príncipe hablar, su voz notándose inquieta. –No te dejes llevar por…

–¡Yo lo amo, su alteza!– lo interrumpió el más pequeño, sonando tan dolido como impaciente ante la incapacidad del mayor para caer en cuenta de sus verdaderos sentimientos. –¿Por qué…? ¿Por qué se niega a verlo?

En acto de completa desesperación, se abrazó nuevamente a él, subiéndose a orcajadas en sus piernas y robándole otro beso, esta vez mucho más húmedo, apasionado y demandante. Vegeta trató de apartarlo gentilmente, comenzando a preocuparse con el comportamiento tan poco habitual en el menor, sin embargo éste mordió sus labios suavemente y al mismo tiempo coló una mano por debajo de su playera azul gris, delineando sus pectorales con la yema de los dedos con caricias sumamente incitantes.

El príncipe suspiró involuntariamente ante el toque, cerrando sus ojos en un intento de corresponderle una vez más. Y es que sí, disfrutaba mucho del contacto con él, pero no sabía si eso era suficiente. Sus labios le resultaban exquisitos, su cuerpo era cálido y los roces que dejaba sobre su piel lo provocaban a llegar hasta el final. No obstante temía estar confundiendo las cosas por culpa del calor del momento, lo cual a su parecer era tan ruin como imperdonable. No podía permitirse sobrepasar los límites con Kyabe, aún cuando su cuerpo por mero instinto se lo pidiera, porque el deseo carnal no era lo mismo que el amor. Aquél pequeño debía ser correspondido al cien porciento, debía ser amado tanto como él amaba. Si sólo se dejaba llevar por lo que clamaban sus instintos, estaría faltando a la promesa que se había hecho a sí mismo de protegerlo con su vida de todo aquello que quisiera lastimarlo, lo cual le incluía también a él.

. Fue así que cuando sintió como su súbdito más leal se movía sobre él, haciendo que sus entrepiernas se frotaran aún por encima de la tela de sus pantalones, la cordura lo hizo volver en sí, obligándolo a apartarse bruscamente, casi empujándolo para alejarlo.

–No, Kyabe… no podemos hacer esto– lo encaró algo agitado, levantándose de la banca y sujetándolo de ambas manos para poder mirarlo directamente a los ojos.

Éste se negó al contacto, sintiéndose terrible ante el obvio rechazo. Pero Vegeta no le permitió alejarse, volviendo a abrazarlo contra él en gesto fraternal y tierno.

–No hagas esto… no te hagas esto, por favor.

Kyabe sollozó sin poderse contener más, dejándose caer hasta el suelo, siendo sostenido en todo momento por los fuertes brazos del saiyajin de la realeza, quien al verlo así de destrozado, no pudo más con el odio contra sí mismo. Aquél joven noble y dulce se sentía horrible y era su culpa, por equivocarse tantas veces en su afán de hacerlo feliz.

–Por favor discúlpame, Kyabe– le dijo en tono compungido, besando sutilmente su cabeza. –Perdóname por actuar siempre tan mal contigo. Te doy falsas esperanzas, juego con tus sentimientos sin siquiera proponérmelo y te lastimo con mis estupideces– se separaron despacio, viéndose de frente; uno con tristeza en su máxima expresión y el otro con el arrepentimiento vívido en su mirada. –Que ironía… soy quien más quiere protegerte en esta vida, pero a la primera oportunidad que se me presenta, te hago sufrir…– Vegeta dejó escapar un suspiro extenso, mientras soltaba sus manos y se alejaba unos pasos de él, siendo asediado por un abrumador asomo de remordimiento. –Sé que me amas, Kyabe. Lo sé desde hace mucho… pero yo no siento lo mismo por ti y no sabes cuánto me duele no hacerlo. Para mí eres como un hermano, como un amigo incondicional y jamás podría atreverme a manchar eso, tratando de imponerme sentimientos que, quizás, nunca llegue a sentir.

–Pero…– el saiyajin menor enjugó sus ojos, notándose sumamente desconcertado. –Pero el beso… tú me correspondiste… me besaste también… ¿acaso eso… no significó nada para ti?

El príncipe se cubrió el rostro con las manos, soltando un quejido frustrado por lo bajo.

–Si te besé, fue porque pensé que esto que siento por ti, podría algún día aspirar a ser distinto– admitió azorado, incapaz de sostenerle la mirada. –Creí ingenuamente que si te besaba lo que siento cambiaría, pero no fue así.

Los rodeó un silencio incómodo, roto únicamente por la brisa moviendo las copas de los árboles y el sonido de voces y música provenientes de los edificios habitacionales.

Kyabe quería morirse ahí mismo, así como habían muerto sus ilusiones y esperanzas. Se sentía tan horrible, que ni siquiera era capaz de explicárselo a sí mismo con palabras. Era un dolor tan intenso, que perforaba hasta lo más hondo de su pecho y le hacía difícil hasta el respirar. ¡Simplemente quería volar lejos de ahí y no volver jamás!

–Yo te amo, Kyabe– se sinceró Vegeta en voz firme. –Pero no como tú me amas a mí.

Esas palabras fueron el acabose para el menor, quien sintió que algo se hacía mil pedazos dentro de su pecho, mientras la sangre dejaba de fluir por sus venas y el aire se largaba de sus pulmones sin fecha de retorno. Y es que por un bello momento había creído que su amado príncipe quizás lo había notado, que quizás sentía lo mismo o al menos algo muy parecido. Pero no; una vez más sus sentimientos le jugaban una mala pasada, haciéndolo ver patético y vulnerable, siéndole demasiado difícil de aceptar el escuchar de propia boca del saiyajin de élite que jamás lo vería con otros ojos, que lo más sensato sería reprimir de una vez sus sentimientos y de paso dejar deguardar esperanzas de un futuro junto a él. La vida acababa de escupirle de golpe el que su amor nunca sería correspondido, lo cual dolía peor que mil agujas clavándose en su corazón.

Goku desde su posición quedó helado, sorprendido de cómo esos dos habían pasado de un aparente instante de pasión a la escena más deprimente que algúna vez vio. Sintió una compasión inigualable por Kyabe, contrastante totalmente con sus anteriores sentimientos destructivos, mientras que sus esperanzas por llegar a algo más que una casi amistad con Vegeta, se realzaban hasta lo más alto en su ilusionado corazón.

–E-Está bien…– musitó Kyabe en voz entrecortada y con los ojos llenos de lágrimas, pero tratando de sonreír para no verse tan miserable. – N-No es tu culpa… y-yo no debí nunca haberme ilusionado con que algún día me verías con los mismos ojos con que te veo yo y…– contuvo  un sollozo, empezando a alejarse de a poco. –S-Será mejor que… me vaya…

Y antes de que Vegeta pudiera detenerlo, el pelinegro menor huyó de allí como movido por un rayo, sus pasos resonando como un eco lejano, mientras más se adentraba en la nocturna oscuridad. Esto hizo que el joven de cabellera en forma de flama se sintiera cada vez más culpable, lo cual se reflejó en una mueca que condensaba toda su inquietud y frustración, dibujándose en sus bonitas facciones. Pero cuando quiso darse la vuelta para emprender vuelo con la clara intención de largarse de ahí para siempre, la silueta a contra luz de alguien acercándose a él, lo frenó de hacer otro movimiento.

–Kakarotto…

~~~

En la habitación en desuso del cuarto piso, los chicos comentaban lo que había sucedido.

–¿Qué rayos les pasa a esos tres?– inquirió Dieciocho, sorprendiéndose al ver que ni Vegeta ni Kyabe volvían después de haberse ido sin más y que Goku, tras desaparecer usando su técnica especial, tampoco daba señales de pretender volver pronto.

–No sé qué crean ustedes, pero para mí ahí hay un claro triángulo amoroso– comentó con simpleza Trunks, recostándose junto a Goten en una de las camas. –¿O acaso no vieron la cara de horror que puso Kyabe cuando Goku besó a Vegeta y él le correspondió?

–Sí, yo también lo noté– lo apoyó Piccoro, abriendo otra lata de cerveza y dándole un gran sorbo. –Si las miradas mataran, Goku ya estaría sepultado dos metros bajo tierra.

Tarble quedó boquiabierto ante las palabras de sus amigos, ya que acababan de exponer abiertamente aquello que él llevaba meditando desde que los tres saiyajines se habían ido misteriosamente y sin dar ninguna explicación.

–Me apena Kyabe– habló Bulma, llendo hasta el interruptor de la luz para aumentarla. –Se ve a leguas que Vegeta le corresponde a Goku. Debe sentirse horrible el pobrecito.

–¡Oye!– reclamó Trunks, abandonando los labios de su novio para mirar con reproche a la joven Brief. –¿Podrías bajar la luz? Aquí queremos un poco de privacidad, gracias.

Ella abrió la boca para responder, pero al ver la posición comprometedora en que estaban esos dos, no pudo más que sonrojarse y poner cara de pervertida.

–Váyanse a un hotel– bromeó Lazuli, lanzándoles un cojín. –No sean tan exhibicionistas.

Goten rió, mordiéndose los labios para no dejar escapar un gemido que lo delatara. Trunks tenía una mano metida bajo la pretina de sus jeans y la otra acariciando su pecho, algo que lo estaba calentando a niveles poco oportunos, teniendo en cuenta las inapropiadas circunstancias.

Fue ahí que Krillin y Dieciocho se levantaron y avisaron que se irían ya, pues pasaba de media noche y al día siguiente debían empezar una investigación para su clase de historia. Piccoro se les unió y, despidiéndose de Tarble y Bulma, abrieron finalmente la puerta para salir de la habitación, justo cuando un abatido Kyabe aparecía en escena.

–Hola– saludó, forzando una sonrisa casual, pero fallando miserablemente en el intento.

–¡Kyabe!– exclamó alegre Bulma, pero enseguida notó el obvio pesar que éste cargaba encima. –¿Llegaste solo… ¿Y Vegeta? ¿Por qué no regresó contigo? ¿Acaso está con Goku?

–¡Bulma! ¡Cállate ya!– intervino Lazuli en un susurro, sorprendiéndose ante la falta de tacto que su amiga estaba mostrando hacia el pobre chico de cabellos azabaches.

La aludida se sonrojó avergonzada, disculpándose con una mirada por su imprudencia.

–¿Estás bien?– quiso saber Tarble, notando el dolor vívido en esos expresivos ojos negros.

Kyabe afirmó con la cabeza, sintiéndose abrumado bajo las miradas de todos sobre él.

–Es que… no tengo mi llave y… necesito entrar a la habitación…– explicó el pequeño, intentando no dejarse llevar por la horrible aflicción que lo consumía por dentro. –¿Podrías prestarme la tuya, por favor?

Tarble asintió, caminando hasta él y pasando un brazo por sobre sus hombros en gesto tierno. A Bulma su actitud le pareció de lo más adorable, robándole una sonrisa algo maternal y una mirada pícara que compartió con Dieciocho.

–Vamos, yo te acompaño– le dijo, sonando gentil y dulce. –Luego nos vemos, chicos.

–Claro– contestó Piccoro, fulminando a Goten y Trunks con una mirada homicida, al darse cuenta que estaban demasiado ocupados comiéndose a besos para percatarse de lo que sucedía a su alrededor.

~~~

–Kakarotto…– murmuró Vegeta, sintiéndose increíblemente aturdido, mientras el bello rostro de Goku, bañado por suaves rayos de luna, aparecía frente a él. –¿Qué demonios haces aquí?– abrió los ojos desmesuradamente al percatarse de que la expresión del de cabellos alborotados mostraba confusión en su máximo esplendor, claramente esperando de su parte algún tipo de explicación que disipara el caos mental mostrado en su mirada. –T-Tú… ¿Tú nos viste?

Él asintió con la cabeza, mientras fruncía el ceño y los labios en actitud recelosa.

El de mayor rango entre los dos se sostuvo la cabeza con ambas manos en clara frustración, al tiempo que soltaba un sonoro suspiro y dejaba salir de sus labios un gemido de desesperación pura. ¡¿Cómo era posible que fuera tan imbécil?! ¿Qué explicación le daría a Kakarotto ahora? Y no era que estuviera obligado a darle alguna o algo así, pero por una extraña razón tenía la necesidad estúpida de justificarle la reciente escena. Era como si le hubiera sido desleal, como si hubiera faltado a lo que tenían. ¿Pero qué estupideces pensaba? ¡Aquél saiyajin de clase baja y él ni siquiera llegaban a amigos! No tenía por qué explicarle nada, él podía hacer lo que quisiera sin tener que rendirle cuentas a nadie.

Miró a Goku, algo muy en su interior removiéndose inquieto. Sus ojos hicieron contacto en una mirada llena de dudas y respuestas difíciles de dar, al tiempo que Vegeta retrocedía lentamente y el de cabello alborotado avanzaba sin permitirle escapar. Finalmente lo dejó acorralado contra una pared, mientras lo sostenía fuertemente del brazo para evitar que se alejara de él más de la cuenta.

–Suéltame– demandó el príncipe, forcejeando para separarse. –¡Kakarotto!

–No– el aludido lo aferró aun más, mirándolo serio, como pocas veces hacía. –Quiero que me expliques ahora mismo qué es lo que te traes con Kyabe, Vegeta. ¿Acaso te gusta?

El saiyajin de menor rango sabía perfectamente que no era así, pues había presenciado minuto a minuto la escena donde éste le recalcaba al más pequeño que no lo amaba de la misma manera que él, pues lo veía sólo con ojos de amor fraternal. Sin embargo su lado posesivo lo estaba controlando, haciéndole sentir que era necesario escuchar de propia boca del príncipe que aquél súbdito no le interesaba más que como un hermano.

–¡Eso a ti no te interesa, sabandija!– Vegeta replicó furioso, haciendo presión hacia delante para zafarse de ese agarre que lo incomodaba cada vez más. –¡Ahora suéltame!

–No– volvió a repetir Kakarotto, mirándolo tan intensamente que Vegeta se ruborizó.

Sin embargo siguió forcejeando contra su agarre, tratando en todo momento de empujarlo lejos de él, pero fallando miserablemente en el proceso. La cercanía con aquél saiyajin torpe e infantil lo hacía sentir incómodo, además que el percibir su respiración cerca de su rostro, no hacía más que despertar en su interior sensaciones demasiado difíciles de descifrar. Una parte de sí mismo quería quedarse detenido en ese instante, en que la distancia entre ellos parecía tan escasa como la separación entre los barrotes de una reja, mientras esos ojos tan oscuros y brillantes como el mismo cielo nocturno, parecían consumirlo en un abismo tormentoso y lleno de tentaciones difíciles de rechazar. El recuerdo del reciente beso que ambos compartieron, hacía que su corazón latiera desbocado, al tiempo que la respiración se le volvía errática y un patético e inexplicable rubor acaloraba sus mejillas. Y para peor, esos sonrosados labios de textura suave, provocaban a su autocontrol igual que el más letal de los pecados.

–Vamos a… la habitación– apenas logró decir en voz temblorosa y casi inaudible, no muy seguro de qué estaba haciendo realmente. –Allá te diré lo que sea que quieras saber.

Tras sus palabras, notó como la calidez del cuerpo de Goku y el agarre en su brazo desaparecían, dándole la pauta para empezar a caminar en dirección al edificio de varones. Mientras sus sentimientos se hacían a cada segundo un poco más incomprensibles, un nerviosismo insólito revolviéndole desagradablemente el estómago.

~~~

Tarble y Kyabe entraron a su habitación, rodeados por un intenso silencio. Los recibió una oscuridad total, opacada a ratos por leves rayos de luna que se colaban a través de las cortinas. Tarble quiso encender la luz, sin embargo Kyabe se lo impidió, mencionando que quería dormir ya. Caminó hasta su cama, dejándose caer sobre el colchón con pesar evidente, mientras su compañero lo miraba intrigado.

Tarble había notado la tristeza en esos ojos siempre dulces y vivaces, así como el rojo que las lágrimas antes derramadas habían dejado en sus pupilas. No entendía del todo qué estaba pasando, pero se hacía una idea mínima. Sabía que tenía que ver directamente con Vegeta y lo que fuera que hubiera ocurrido entre ellos durante el tiempo que estuvieron a solas después de irse de la reunión, pero no tenía ninguna certeza de nada y eso le causaba una impotencia terrible. Odiaba ver al más pequeño así de afligido, más aun sabiendo que sentía por él algo mucho más complejo que simple amistad. Kyabe le gustaba prácticamente desde que lo vio por primera vez, sin embargo se había negado a declarársele por miedo a un rechazo que no estaba seguro si podría soportar. Y es que veía claramente en su mirada que gustaba de alguien más, que amaba a alguien más, por lo que se había resignado a quererlo en silencio y asumir con una sonrisa su papel de amigo. Pero ahora que esos ojos mostraban nada más que dolor y tristeza, no sabía si lograría seguir reprimiendo sus sentimientos.

Se sentó junto a él en la cama y lo miró interrogante, ganándose una sonrisa cohibida como respuesta, la cual no hizo más que derretirle el corazón de ternura. Le acarició el cabello como tantas veces había hecho y enseguida Kyabe se acercó a él para abrazarlo, escondiendo el rostro en su cuello y enredando con fuerza los brazos alrededor de su espalda. Tarble correspondió gustoso al contacto, aferrándolo desde la cintura y permitiéndole acurrucarse tiernamente en su pecho, mientras le acariciaba el rostro con roces suaves y gentiles.

–¿Qué tienes, pequeño?– le preguntó suavemente, disfrutando mucho de tenerlo así.

Su compañero no respondió enseguida, pero cuando finalmente lo hizo, se separó de él y lo miró con tanta angustia, que Tarble por un minuto sintió deseos homicidas contra Vegeta, quien aparentemente era el único responsable de romper ese frágil corazón.

–Soy un idiota, Tarble– se lamentó, riendo con ironía. –Me enamoré de un imposible.

Ahí estaba la confirmación a sus sospechas de propia boca de Kyabe, de golpe y sin avisar. Y aunque le dolió saber que su crush ya amaba a alguien más, saber que no era correspondido le daba una leve esperanza. Tal vez sonaba cruel, pero le beneficiaba.

Fue así que, dándose valor y ayudado por la poca luz que apenas iluminaba el cuarto, Tarble se acercó lentamente a sus labios y los tomó en un beso suave, apenas perceptible. Sólo un roce, un contacto ligero que le dio a Kyabe la oportunidad de apartarse si así lo quería. Sin embargo, y para completo asombro de su compañero, el pequeño no se apartó. En cambio movió sus labios lentamente contra esos que yacían sobre los suyos, iniciando un acompasado beso que les encantó a ambos por igual.

Segundos después se separaron, ligeramente agitados y sonrojados.

–Kyabe…– lo llamó Tarble, no muy seguro de qué decir en ese momento.-Yo…

Pero sus palabras fueron interrumpidas por unos labios cálidos y ansiosos chocando contra los suyos, junto a un peso exquisito haciéndolo caer de espaldas contra la superficie blanda del colchón. Y aunque quiso negarse no pudo, ya que la demanda de ese beso hizo que su mente se vaciara de pensamiento alguno, mientras la razón se lanzaba desde la ventana sin rumbo conocido y su cuerpo empezaba a reaccionar por instinto. Lo único que pudo hacer fue corresponder con igual ansiedad y entrega, al tiempo que las manos de Kyabe se perdían bajo su camisa, tocando la piel que iba quedando al descubierto a medida que exploraba ese abdomen tan terso y bien formado. Tarble no sabía cómo habían pasado de una conversación tranquila y un beso inocente, a estarse prácticamente devorando los labios, pero se sentía tan bien que no quiso darle más vueltas al asunto.

Fue entonces que la imagen de Vegeta apareció nítida entre los recuerdos del menor, junto a ese hermoso beso que habían compartido y las muchas sensaciones que le había hecho sentir, a la vez que esas duras palabras que en un minuto habían logrado desmoronar sus esperanzas, se reproducían incesantemente en su mente. Esto hizo que el corazón se le contrajera con una mezcla de frustración y rabia, mientras lo invadían unas ganas infinitas de sacárselo de adentro de una vez por todas y a como diera lugar.

–Ayúdame, Tarble– suplicó casi en un sollozo, cuando tuvieron que separar sus labios para recobrar un poco de aire. –Por favor ayúdame a olvidarlo…

~~~

Vegeta giró la llave y la puerta se abrió, por lo que entró a la habitación seguido de un muy silencioso Goku. Prendió la luz y tiró su chaqueta a la cama, llendo hacia el ventanal para cerrarlo. La noche se había puesto bastante fría y la luna yacía imponente brillando en el cielo, lo que le daba al ambiente nocturno un aire bastante especial.

–¿Qué tanto quieres saber, Kakarotto?– inquirió de la nada el príncipe, girándose a verlo.

Éste avanzó hacia él, deshaciéndose de su propia chaqueta en el camino y también arrojándola sin cuidado a su cama. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, lo miró con intensidad y posó una mano sobre su mejilla, acariciando con ternura esa piel suave y acanelada. Vegeta frunció el ceño ante su acción, pero no rechazó el contacto.

–Sabes que no soy una mujer, ¿cierto?– le preguntó mordazmente, cruzándose de brazos.

Goku asintió, sonriendo travieso. Esto hizo al príncipe resoplar y apartarse finalmente de él, volteándose de cara al ventanal para observar ensimismado a través del cristal.

–¿Qué sientes por mí, Vegeta?– Soltó sin más esa pregunta que venía dándole vueltas incesantemente en la cabeza, incapaz de seguir soportando más tiempo aquella duda.

El aludido se sobresaltó, mordiéndose los labios para contener una exclamación de sorpresa. No se había visto venir semejante cuestionamiento así de repentino de parte del de cabellos alborotados, por lo que había sido inevitable sorprenderse. Sólo atinó a girarse hacia él, mirándolo a los ojos sin saber a ciencia cierta qué responderle.

–No lo sé, Kakarotto– dijo después de casi un minuto en completo silencio, encogiéndose de hombros en gesto desinteresado. –Yo no estoy aquí para sentir nada por nadie, así que no te hagas ilusiones conmigo. Además, yo soy el príncipe de nuestra raza y tú…

–No más que un saiyajin de clase baja– lo interrumpió Goku, frunciendo el ceño irritado.

Vegeta asintió, descruzando los brazos y soltando el aire en un suspiro profundo.

–Sí, lo eres– concordó con la voz algo cansada, encaminándose hasta su cama para sentarse en la orilla, notándose más fastidiado de lo habitual. –Aunque eso da igual, en vegita las relaciones afectivas no se rigen por el tipo de clase a la que pertenezcas. Tampoco importa si los involucrados en la relación son del mismo sexo, porque esos prejuicios estúpidos allá no existen. El único caso en que se aplica la regla de igualdad de clase, es en los saiyajines de alto rango, pertenecientes a la dinastía real del planeta.

–Eso significa que tú y yo no…

–No. No podríamos estar juntos, aunque quisiéramos– lo interrumpió el príncipe, dejándose caer hacia atrás en el colchón y acomodándose sobre la almohada, de modo que pudiera continuar observando a Kakarotto. –Para mí no hay opción, debo casarme con quien mis padres elijan. Es cuestión de tradición y preservación de la especie.

Goku resopló, sentándose en su cama también y poniendo expresión desconsolada.

–Que injusto…– musitó más para sí que para Vegeta, pero aún así éste logró escucharlo.

–¿Por qué crees que me largué de allá?– le preguntó, sonando tan irónico como hastiado.

Los rodeó un silencio denso e incómodo, roto únicamente por el repiquetear del reloj.

–Tú me gustas, Vegeta– declaró rato después, levantándose y llendo hasta él para acuclillarse a su lado, de modo que quedaran a la misma altura. –Me gustas demasiado.

El saiyajin de mayor rango sonrió de lado, sintiéndose nervioso y alagado a partes iguales. Sabía que esa confesión tarde o temprano llegaría, por lo que no pudo más que mirar a Kakarotto con ternura, lo cual era sumamente impropio viniendo de él.

–No te hagas eso, insecto– replicó en apenas un susurro, dejando una caricia suave en su mejilla. –Quererme es un error y créeme que algún día lo lamentarás.

–Deja que sea yo quien decida eso, Vege– le suplicó, perdiéndose en sus ojos profundos.

El príncipe volvió a sonreír, suspirando resignado. Y cuando sintió los labios de Kakarotto una vez más sobre los suyos, no pudo más que dejarse llevar. Se unieron en otro beso ansioso y demandante, conscientes esta vez de que ambos lo querían. Porque a pesar de que Vegeta no sabía exactamente qué sentía por Goku, sí sabía que algo en él hacía latir su corazón más rápido si lo tenía así de cerca. ¿Atracción? ¿Deseo? ¿Cariño? ¿Amor? No lo sabía. Pero que un sentimiento crecía por él cada día en su interior, era un hecho innegable.

Notas finales:

Qué les pareció?? Les gustó?? Lo odiaron?? Tienen alguna sujerencia que agregar??
 

Ya va tomando forma lo que Vegeta siente por Goku y se viene acercando una formalización entre ellos, aunque como el mismo príncipe dijo no tienen permitido estar juntos :c

Kyabe quiere olvidar a Vegeta a toda costa, ¿será que Tarble lo ayudará? Los dejé en un momento bastante interesante, pero... ¿Tarble aceptará ser el reemplazo del gran amor que Kyabe siente? ¿Llegarán a algo más?

Muchas preguntas que se irán resolviendo a medida que la trama avance, pero tranquilos que los dos capítulos que le siguen a este responderán la gran mayoría de sus dudas ^^


Mil gracias por las más de 675 lecturas!! No tengo palabras para explicar lo geniales que son *-*

Déjenme saber qué opinan de este capítulo ok?? Ya saben que sus reviews son mi motivación ^-^

El botoncito no muerde mis amores, así que comenten con toda confianza ;)


Próxima actualización: martes 8 de mayo :)

Nos estamos leyendo ^-^

Ciao!!


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