—Sasuke, hijo, ya casi es hora.
—…Dame unos momentos.
—Te esperaremos abajo…Sasuke, aun puedes-
—Madre, está bien…Solo necesito unos momentos…
La dama, ataviada en un hermoso vestido color negro, suspiró con melancolía y salió de la habitación cerrando la puerta a la vez. El joven dentro de la habitación, un atractivo muchacho de brunos cabellos, piel cual porcelana y ojos oscuros, se arreglaba detrás de un elegante tocador. Abotonó su camisa de seda junto con al saco de su oscuro traje; hizo un nudo elegante en su corbata color azul marino, ajustó su reloj al igual que su pañuelo de seda. Se dio un toque de perfume y una última cepillada a su cabello.
Se veía perfecto: atractivo, hermoso, apuesto.
Solo había un detalle que rompía ese esquema.
Sus lágrimas.
Sasuke no estaba feliz. Por dentro, estaba destrozado. Estaba muriéndose lenta y dolorosamente. Admiró su reflejo lleno de pena y dolor, mordió sus labios conteniendo un sollozo temiendo que alguien pudiese escucharlo. Apretó sus puños con rabia resistiendo las ganas de arrojar todo y romper el espejo, todo con tal de no verse a sí mismo sufriendo.
—¿Por qué…? ¿Por qué no pudiste amarme…Naruto…?
Musitó el nombre de aquella persona causante de todo su mal. La vida no era justa. No, el amor no era justo. Observó con pesar aquella fotografía que estaba en su tocador: mostraba a un par de jóvenes sonrientes a la cámara. Era él y Naruto.
Uchiha Sasuke era un joven de veinticinco años de edad, presidente de las empresas Uchiha en su sede de Kyoto. Graduado con honores de la universidad y con un master en mercadotecnia por parte de la universidad de Oxford, Sasuke era un hombre muy popular en el ámbito de los negocios debido a su experiencia y destreza. Él junto a su hermano Itachi, el presidente de la sede de Tokyo, eran catalogados como los jóvenes empresarios del futuro. No obstante, Sasuke también era poseedor de una belleza, pese a que era una persona sumamente seria y reservada, misma que le hacía tener muchos pretendientes. Sin embargo, Sasuke solo tenía ojos para una persona en especial. Y esa persona era Namikaze Naruto: su mejor amigo de toda la vida.
Naruto tenía la misma edad de Sasuke, solo se diferenciaban por meses. Naruto era rubio, de piel acanelada y de unos increíbles ojos azules. Hijo de Namikaze Minato y Uzumaki Kushina, ambos empresarios y socios de los Uchiha. Naruto, a diferencia de Sasuke, era más abierto y carismático. Él había estudiado mercadotecnia junto con Sasuke y ambos habían ido al extranjero para el master. También era catalogado como un genio en los negocios y junto a Sasuke había hecho uno el cual había logrado unir a las dos empresas más importantes del país. Ambos chicos eran amigos desde bebés, debido a que sus respectivas madres eran amigas muy cercanas. Llevaban una relación de rivalidad, pero en el fondo se apreciaban demasiado. Sasuke estaba enamorado de él.
Sabiendo esto, ¿Por qué Sasuke sufría demasiado?
Sencillo
Naruto estaba por casarse…Con otra persona…
Todo sucedió tan rápido que nunca se lo imaginó. Hace un par de años atrás, Naruto conoció a Hyuga Hinata, la heredera de la familia Hyuga. Una chica bonita, pero muy tímida y poco sociable, la cual se había enamorado al instante de Naruto. Sasuke, en ese tiempo, estuvo unos cuantos meses fuera del país debido a que estaba revisando la situación de una de las empresas de su familia. Se comunicaba siempre con Naruto y en una de sus llamadas, éste le anunció que le tenía una gran sorpresa. Sasuke, en el fondo, pensaba que se trataba de que Naruto por fin le iba a pedir que salieran juntos. Sasuke siempre lo había amado. Todos lo sabían, el único que lo ignoraba era el propio rubio.
Al llegar a Japón, no perdió tiempo en ir con él. Llegó a una cena organizada por ambas familias ya que el rubio les tenía esa sorpresa. Sus amigos estaban allí también, ansiosos por la sorpresa. Una vez que la celebración avanzó, Naruto se levantó y les pidió a todos, su atención. Ino, su gran amiga, le hizo señas cómplices a lo que Sasuke se sonrojó al igual que Kushina le miró cómplice.
Pero nadie se esperaba lo que Naruto iba a anunciar.
—Familia, amigos, Sasuke. Quiero darles la siguiente noticia…-la sonrisa de Sasuke se tambaleó cuando vio a Naruto tomar la mano de Hinata-Hinata y yo nos vamos a casar.
Todos se quedaron en absoluto silencio, no creyendo lo que estaba diciendo. Todos intercalaban miradas entre el feliz rubio y el atónito Sasuke, quien estaba conteniendo las lágrimas y el dolor de su ahora destrozado corazón. Esa noticia no podía ser verdad, no, no. Naruto no podía casarse. ¿Qué pasó? ¿Cómo sucedió todo? Apretó sus puños discretamente mientras respiraba profundamente para no quebrarse allí mismo.
—Naruto, ¿Cómo es eso posible? No sabíamos que eras novio de Hinata.-Kushina trató de hablar, viendo a Sasuke. Ella adoraba al pelinegro y sabía de sus sentimientos hacia su hijo-¿Por qué no nos dijiste?
—Quería que fuese una sorpresa, Kaa-chan.-se rascó la cabeza viendo que los demás seguían mudos-¿No me van a felicitar, ‘ttebayo?
—Ehm, felicidades Naruto.-su padrino Jiraiya le dio unas palmadas-Ciertamente nos dejaste desconcertados a todos.
—Espero que ahora si sientes cabeza, Naruto.-Shikamaru le despeinó-Felicidades, Hinata.
—Gracias, Shikamaru-kun.
Los demás habían comenzado a felicitarlo junto a su novia. Por su parte, Sasuke solo quería desaparecer de allí y no verlo. A cada minuto, sentía que el nudo en su garganta se hacía cada vez más grande y que comenzaba a asfixiarlo. El ver a Naruto abrazar y besar a Hinata era algo que no podía soportar.
—Teme, ¿acaso tu no me vas a felicitar?
Eso fue un golpe bajo, indirectamente, para Sasuke. Qué pregunta más estúpida: ¿Cómo ibas a felicitar al amor de tu vida, cuando este se iba a casar con otra persona la cual no eres tú? Los que sabían de sus sentimientos, prácticamente todos, observaron la escena de Sasuke, con todo el dolor de su alma, felicitar a Naruto bajo una máscara de falsa felicidad.
—Muchas felicidades, Naruto, espero que tú y Hinata sean muy felices.
Itachi le pidió a su hermano hablar a solas debido que había recibido una llamada. Kushina les guió hacia uno de los salones junto con Ino, Sakura y Mikoto. Al ingresar, la pelirroja cerró la habitación con llave y momentos después Sasuke no pudo evitar derrumbarse y dar rienda suelta a sus lágrimas. Itachi le abrazó sintiendo a su adorado hermano romperse y sufrir. Ino le sostuvo una de sus manos mientras Kushina trataba inútilmente de secarle las lágrimas que no parecían nunca parar.
—Lo lamento, Sasu-chan, no teníamos idea de esto.-gruñó la pelirroja-Demonios, yo pensé que por fin Naruto se te iba a declarar, ‘ttebane.
—También yo. Naruto-baka no me dijo nada de esto.-Sakura golpeó la pared con rabia. De sus dos mejores amigos, su debilidad era Sasuke-No lo entiendo.
—Sasuke, mi cielo, tienes que calmarte.-Mikoto no toleraba ver sufrir a sus hijos, le dolía en el alma ver así a su Sasuke-Tienes que ser muy fuerte.
—Maldición, y-yo lo amo. M-Mis cartas, d-de nada sirvió…N-No me lo dijo y yo…
Sasuke lloró hasta que se desvaneció en los brazos de su hermano. Su madre y los demás se alarmaron, a lo que Sakura lo revisó determinando que había sido una baja de presión combinada con el pesado viaje y la noticia. Itachi le pidió a Ino que fuese por Shisui, su esposo, para que le ayudasen a llevar a Sasuke a una de las habitaciones de huéspedes, por orden de Kushina.
El pelinegro vio triste a su cuñado: la noticia había sido devastadora para él. Lo levantó en brazos y lo llevó a la habitación junto con Sakura e Itachi, mientras Mikoto junto con Ino y Kushina iban a informarles a los demás. Naruto al saberlo quiso ir con el pelinegro, pero su padre le detuvo. Sabía que si dejaba a Naruto ir era empeorar las cosas, por lo que le dijo que esperase con Hinata, Jiraiya y sus amigos en tanto él llevaba a Fugaku para ver a su hijo.
Sakura les informó sobre su estado de salud, por lo que Fugaku decidió llevarse a Sasuke a la mansión Uchiha. Kushina protestó en el acto, pero Minato le dio la razón a su amigo: si Sasuke se quedaba allí, Naruto no perdería oportunidad alguna para estar con él, y eso sería muy doloroso para el pelinegro. Discretamente lo sacaron y se lo llevaron lejos de la mansión Namikaze.
A partir de allí el infierno de Sasuke comenzó.
.
—Sasuke…Hermanito…-Itachi entró a la habitación y vio a su hermano-Oh Sasuke, ¿Estás seguro de esto?
—Sí, Itachi, aunque se me parta el alma…-se secó sus lágrimas con sus manos-Tengo que hacerlo.
—Podemos cancelar todo esto. Puedo excusarte y en este preciso instante sacarte del país, impedir la boda, lo que sea…-Itachi sintió un nudo en su garganta mientras apretaba a su hermano contra su pecho-Con tal de no verte sufrir.
—No puedo hacer eso, Itachi. Soy su padrino, no puedo faltar. Además-susurró viendo a ambos en el espejo-Si Naruto es feliz, y-yo también lo seré.
—¿A costa de tu dolor? ¿A costa de tu roto corazón?-Itachi se secó unas pocas lágrimas que se le escaparon: la situación de Sasuke, sumado su embarazo de cuatro meses, lo tenían muy sensible-Las mentiras no duran para siempre, tonto hermano menor. Pero, si ese es tu deseo, te ayudaré a mantenerlas y a ser tu fortaleza hasta el final.
Itachi sacó un estuche de maquillaje para ocultar el rastro de llanto del rostro de Sasuke. Estaba a la nada de llevarse a Sasuke muy lejos, lejos de dónde ese rubio ingenuo y despistado no pudiese hacerle daño. Pero sabía que Sasuke era fuerte, iba a poder con eso y más. Y ahí iba a estar él para apoyarlo, junto a las personas que de verdad lo amaban.
.
.
—Y yo los declaro marido y mujer.
Los aplausos estallaron cuando Naruto besó a Hinata al finalizar la ceremonia. Sasuke bajó su mirada y vio como alguien apretaba sus manos en señal de apoyo. Levantó su vista y observó a su siempre fiel hermano Itachi junto a sus amigas Ino y Sakura. Kushina a la distancia junto con Minato y sus padres le daban miradas de aliento. Les agradeció con la mirada, sabiendo que sin ellos no iba a poder resistir.
Ya en el salón estuvo prácticamente por todos los medios evitando cualquier contacto con el rubio. Todos se divertían, menos él. ese ambiente parecía el de un funeral para Sasuke. Y lo era. Era la celebración de la muerte de su amor por Naruto. Allí habían muerto todas sus esperanzas, sueños e ilusiones de tener una vida junto al rubio Namikaze.
Irónicamente, el ramo le cayó a él. Sonrió con ironía y melancolía viendo el elegante ramo de flores en sus manos, sintiendo profundos deseos de destrozarlo para liberarse del dolor que estaba sintiendo en esos momentos. Observó cómo Naruto abrazaba a Hinata y la besaba, sintiendo que ése debía ser su lugar, y no el joven enamorado con el corazón roto que observaba todo.
Pronto el DJ anunció que sería el momento del vals de los novios. Naruto tomó a Hinata y la llevó al centro de la pista mientras la música sonaba. Cuando comenzó a escuchar los acordes, Sasuke ya no pudo resistir más: esa canción, Serenade for two*, era su canción favorita y la misma canción que él le escribió en una de las tantas cartas que le envió a Naruto. Itachi trató de detenerlo, pero Sasuke, con lágrimas en los ojos, se marchó de manera tempestiva de aquella boda aprovechándose de que todos estaban distraídos.
Se detuvo sosteniéndose de una columna sintiendo que las piernas le fallaban y el dolor podía con él. escuchó truenos y la lluvia desatarse en ese instante. No le importó. Simplemente se echó a correr perdiéndose en aquel bosque mientras a su mente acudían una serie de recuerdos de cómo comenzó su historia con Naruto: su infancia, adolescencia, sus momentos más especiales, toda su vida. Corrió, se tropezó, cayó, quería huir de ese maldito lugar, no iba a resistir por mucho tiempo.
Cayó de rodillas en un claro, todo empapado con el traje hecho un desastre. No sabía dónde estaba, ni le importaba. Estaba rodeado de árboles mientras la lluvia caía con fuerza sobre él. Volteó a todos: estaba muy lejos de todo.
—¡¡¡NARUTOOO…!!!
Los rayos y los truenos ahogaban sus gritos, por lo que creyó que nadie pudiera escucharle. Cayó de rodillas con el rostro viendo hacia el cielo, sintiendo como sus lágrimas se mezclaban con la lluvia. Sentía que estaba muriendo, y muy en el fondo, eso deseaba. Deseaba desaparecer, deseaba morirse. Quería que todo esto fuese una pesadilla y despertar a la realidad. Finalmente se dejó caer en el suelo a merced de la lluvia. Cerró los ojos dejándose consumirse por el dolor, sin importarle que la lluvia le helara el cuerpo. Quería dejarse llevar.
Debía aceptar la realidad.
Naruto había elegido a otra persona. No a él.
La tempestiva noche fue su único testigo del dolor de su roto corazón.