Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu Amor Puede Ser Hermoso. por Ayamashi Kame

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Volví!

Ah, me tomé mi tiempo, pero me siento satisfecha de este capitulo.

Me gustaría que expresaran su opinión respecto al largo del capitulo :3, la verdad, es mas largo que los que hago usualmente.

sin mas: ¡A leer!

Cuando comenzó a ser consciente, los rayos de sol pintaron sus parpados del naranja característico, el calor era denso y el aire fresco ocasional. Al abrir los ojos la luz le encegueció  haciendole parpadear numerosas veces con la intensión de enfocarse. Se levantó una vez logró peinar el área, estaba sobre el suave pasto, en un lugar despejado y claro.

De un momento a otro apareció en otro lugar, en el lugar que una vez llamó hogar. Estaba en un vecindario urbano todo gris concreto, y las plantas eran trozos de plástico oscilantes contra el viento. No había nada que pudiera extrañar, un sentimiento opresor habitaba su corazón  indicando un claro rechazo a su visión.

Para enclarecer la razón intentó recordar incluso el porqué se había marchado, el lugar se sentía impropio. Tanto que no logró indagar nada sobre él. Pensó sobre ello y quizá se trataba del poco tiempo que tenía para rememorar, tenía otras cosas que hacer, eso, o no quería recordar.

El sentimiento era claro, consiso ante lo que veía, no podía saber nada de lo que le había ocurrido, pero sí frente aquel lugar monocromático halló en si mismo una expectación que arrastraba las ansias hasta él. Sin saber porqué reparó en el antiguo vacío que traía su anterior vida y dandose por vencido respecto a ello, se dejó llevar.

Mientras estaba sentado sobre la escalinata oyó el chirrido de la puerta delantera que se abrió de golpe frente él. Se adentró en ella no sin cierta reticencia, pensando en que parecía estar en un thriller psicológico. En el living no había nada más que una mesa con un espejo amplio sobre ella, David se acercó impactado frente a su reflejo.

Se sujetó del bordillo e inhaló ante lo irreconocible. Incluso luego de tanto tiempo inconforme consigo mismo, era inaceptable. Tenía la mirada cansada, una piel pálida y el cabello totalmente rapado. Tragó duro, afectado por lo que veía. Ese no era él.

El reflejo seguía mostrandole sus ojos inexpresivos, las manos impunes y el sentir de su garganta seca, estaba resignado. Aquello le asustó mas que otra cosa, se sintió temblar, como si cayera. Algo faltaba, lo sabía entre su desesperación.

Se halló seguro de algo, por un instante se atrevió a decirlo, a evocarlo con todo el corazón. 

Ese. No era. No era él.

Lo único que parecía ser impropio del lugar era un cepillo amarillo con detalles en flor, David reparó en él con sorpresa. Lo sujetó de improvisto con tal fuerza que el color sanguíneo casi desapareció. Se observó desconcertado, detallando el reflejo una y otra vez sin poder hacer nada más,  sin percatarse, la ira arribó suavemente hasta martirizarlo y sus oídos zumbaron como si hubiese recibido un fuerte golpe.

No más.

Miró con recelo el objeto. Parecía una masa amorfa entre sus dedos y allí con tantos sentimientos encontrados inhaló el aire con tal fuerza que el ruido nasal hizo eco por el lugar. Se decidió finalmente, y cuando se empecinó en ello todo a su alrededor desapareció.

Era algo irremediable, contaba solo con lo que tenía entre sus manos, con la notable ira bombeando en su interior se peinó con tanta fuerza que las hebras que antes faltaban se enredaron en las cerdas. La melena creció como la mala hierba y él que no pudo verse miró a la nada con seguridad. Respiró, una y otra vez hasta arrancar un quejido de sus fauces.

Lo rodeaba un espacio blanco, vacío, las puertas se habían cerrado, cuando observo el cabello llegarle hasta el pecho ahogó un gemido, un sentimiento idescriptible llegó.

<<A la misma altura que llega el cabello, llega el fuego>>

A la par que recordó oyó a distintas voces decirlo. Lo decía su abuela, oía de él, oía de tantas voces que no supo descifrar. Casi al instante brotó el fuego y lo envolvió, cubrió su cuerpo, pero jamás rozó su cabello, su rostro o su corazón.

La puerta por la que había entrado volvió.

No necesitó reponerse, de hecho, lo anterior no lo afectaba, pero sí lo hacía la puerta frente a él.

Se abrió con el mismo chirrido particular, no necesitó enfocar la vista, enseguida surgió la silueta de un chico, no pudo saberlo, minutos después la reconoció.

—Huí de casa.

Oyó una vez entró, se miraron a los ojos durante minutos, él halló en el otro la afinidad necesaria como para comprenderlo y entendió al final de donde venía el color azul de sus ojos.

Angelo.

Repitió el nombre una vez tras otra en su cabeza, el muchacho se reprimió para no avalanzarse sobre él y David solo pudo sonreír con un deje de alivio.

Por otro lado era imposible que se vieran tan vacíos, era repulsivo dejarlo ir. 

Le abrazo, con tal fuerza que temió romperlo. Pero el sabía la función de las cosas y tuvo miedo, sincrónico a la cálida comprensión que sentía latir en sus huesos. Aferrado a sus brazos no notó como se alejaba como una bruma, era tirado con tal precisión que incluso pareció que deseaba volver. 

No dijo nada, limitándose a pensar en la frialdad del hogar al que era devuelto. Sobre la escalinata, le vio desaparecer. 

—Eres un mal ejemplo, no te acerques a él.

Y con ello sintió abandonarle la seguridad que tanto le había costado construir.

.

.

7:44 am.

Abrió los ojos alarmado, el sudor le recorría la piel, miró el techo y suspiró preocupado, pensando en el sueño que parecía mas una pesadilla. Culminó en que tenía varias cosas pendientes, entre ellas una conversación que no quería tener. Miró desde arriba la cama, Angelo dormía plácidamente a pesar de contar con un simple ventilador y el ruido proveniente de la ciudad.

Dave odiaba el bullicio urbano, siempre lo hizo, pero supuso que su hermano menor ya estaba acostumbrado al ambiente. Respiraba relajado, a pesar del aire fresco permanecía arropado de pies a cabeza, a penas podía verse una mata de cabello castaña que en el sol podía verse clara con algunos mechones rubios.

Miró el reloj de la cómoda al lado del colchón, aun era de madrugada, el sentimiento de ansia y temor no desaparecía. David frunció los labios  y se recostó en un intento por decirse que todo estaría bien.

— Oye ¿No vas a ir a la escuela? — el impacto de la almohada contra la cómoda derribó el reloj digital que yacía sobre ella. Como consecuencia, el objeto cuadrado golpeó contra su frente despertando el dolor del día anterior.

David se incorporó con torpeza, y el dolor que había logrado desaparecer con analgesicos regresó con mayor intensidad. Él en respuesta le dedicó una cansada mirada reprobatoria que el muchacho recibió con un gesto apenado.

  —Lo siento, me salió mal el tiro — a Dave, en cambió le bajó una gotita de sangre lastimera que alarmó y estremeció la culpabilidad de Angelo.

— Demonios — profirió malhumorado, era la tercera camisa que manchaba en el mes. Los ojos azules del menor brillaron preocupados, un mínimo rastro de sangre lo inquietaba tanto que hasta le costaba respirar. El mayor sin embargo olvidó el malhumor de inmediato, debido a la corriente de alivio que le azusó el corazón, su hermanito estaba allí, a su lado, y que eso pasara no parecía molestarle en lo absoluto, y aunque le preocupara que no  hiciera amago de volver a casa, le hacía feliz poder verlo de nuevo. 

—Mierda ¿Que te hiciste? — habló con preocupación excesiva. Antes de que David pudiera contarle lo que le había ocurrido el día anterior, Mattias corrió hasta el baño a por un botiquín. Una vez lo sostuvo entre sus manos se sentó en el colchón donde dormía y le limpió la herida con un trozo excesivo de algodón.

Contraria a la brusquedad de siempre, fue tan sutil  que a penas sintió mas dolor, David se dejó hacer sorprendido, muchas cosas habían cambiado, entre ellas quien cuidaba a quien. Por su lado, el chico hizo presión en la herida hasta que la sangre dejó de salir,  la cubrió con una curita, aliviado de que el corte había sido poco profundo. Distinto a ello, por mala leche, el golpe había sido ocasionado justo debajo de la herida vieja, y la hinchazón que había bajado aumentó.

— Te preguntaba que si no ibas a irte ya —Dave se tomó un momento para sujetarse la testa entre las manos, luego se levantó y comenzó a retirar el colchón.

Bajó la mirada hasta el reloj y entornó los ojos, a Angelo sólo le dio tiempo de apartarse un poco, su hermano mayor salió disparado hasta el baño.

— Mierda, mierda, la clase es a las ocho ¡joder! — oyó el agua correr por dos minutos, Mattias se sentó en la cama vuelta un desastre y contó el tiempo, David corrió hasta el armario con la toalla pegada a la cintura —. ¡¿Por qué no  me despertaste?!

—¿Bromeas? Amigo, llevo media hora intentando hacer que despiertes, parecía que le hablaba a un cadaver  — el mayor puso los ojos en blanco y sacó un par de zapatillas grises, luego se agachó hasta sacar de debajo de la cama una caja con ropa. Tomó lo primero que encontró, una camisa azul a cuadros con detalles brillantes en el cuello y un par de jeans oscuros.

— Si no llegaras tan tarde esto no sería un circo todas las mañanas — objetó su hermano mientras lo observaba terminar de vestirse, concluyendo en que David estaba en los huesos.

—Ya, ya, no  me regañes que el que tiene que hacerlo soy yo — se peinó con brusquedad el cabello, se colgó la mochila y se dirigió a la puerta —. Nos vemos.

— ¿No vas a desayunar? —Dave se giró como un niño regañado al tiempo que Mattias batía en el aire una bolsa de plastico con un sadwich de tamaño exagerado. Lo tomó con una media sonrisa y se dispuso a marcharse, antes de hacerlo se quedó en el umbral a pesar de que el reloj marcaba las siete cincuenta.

—Volveré temprano Mattias  — aseguró, a pesar de que se sentía atemorizado   —. Y hablaremos.

El contrario no pronunció palabra, después de todo, tarde o temprano estaría envuelto en un lio.

.

.

8:00 am.

Los rumores iban y venían, en el ambiente universitario resultaba común. Joan lo sabía, había oído cosas y cosas de alumnos de alta estima, y también, ahora que estaba como suplente oyó otras que lo mantenían como tema principal.

Entre otros temas, algunos chicos lo llamaban "maestra de primaria" ya que era el docente encargado que educaba en base a la motivación y total inmerción con respecto a los alumnos, un modelo educativo que no se aplicaría ni en broma en muchachos mayores de edad que ya habian pasado por un sistema calificativo lleno de normas, peros y porqués.

El mayor problema, pensaba Joan, no era eso. De hecho, se trataba de que como es de esperarse, existían asuntos convenientes para justificar la edad, y otros que la contradecían, como era el hecho del estúpido comportamiento de algunos alumnos como si estuvieran cursando primaria.

Se masajeó el puente de la naríz sosegado, el día anterior ya había tenido un problema con un alumno que no había dejado entrar por su impuntualidad y justo entoces le colocaron dicho apodo. No le importaba en lo más mínimo, de hecho, él tenía su cabeza en otro lugar. Como por ejemplo, el evento de hace dos noches.

Hace dos noches que había ido a ese club nocturno, hacían dos lunas que se dio lugar el altercado con el violador, y desde ese tiempo no había visto a la mujer de seguridad.

Por resumir, el hombre se  había escapado mientras Diana, como se hacía llamar la chica, preparaba dos autos para llevar a la victima a un hospital y de paso colocar la denuncia en la policía. Mientras que Joshua, el hombre de seguridad retenía con otros dos hombres al delincuente para luego perderlo de forma abrupta gracias al forcejeo y otros golpes más.

El sujeto salió libre a la calle huyendo de su cautiverio, en eso la mujer de seguridad corrió tras  él y luego de numerosos atentados contra su dignidad, un amigo de Joan que iba de paso llegó a salvarla.

Así fue como una persecución le había causado un golpe contra el poste electrico de la esquina cobrándole tres puntos en la sien derecha. Joan por su parte no recibió golpe alguno, porque él ni siquiera se había percatado del escape del sujeto. Su amigo Lucas que no tenía idea de lo que estaba pasando recibió tres golpes, uno en el rostro que le rompió la naríz, otro en las costillas y un tercer impacto que trajo consigo un ojo apagado.

Cuando fueron a poner la denuncia los dueños estaban impacientes, tenían que estar con la mujer agredida y también debían estar al cuidado de su empleada. Diana parecía ser querida por todos ellos y él sintiendose inútil e idiota decidió ayudarles dandole una vuelta a la chica, de igual forma Lucas también estaba en el hospital ya que la sangre de su naríz no parecía querer parar.

Cuando el tuvo que ir a declarar dejó a Diana al cuidado de Lucas y cuando él tuvo que irse Joan volvió. No la vio otra vez hasta que estuvo consciente y salió caminando de la habitación con una receta médica y una advertencia de que debía volver por su propia salud.

— Vaya noche — dijo él para romper el hielo, se dirigían a la comisaría que estaba a dos cuadras de la clínica, Diana no había querido llamar a nadie para que fuera por ella, así que Joan no tuvo mas remedio que acompañarla.

—No me lo menciones — respondió con una risa que le costó una punzada de dolor a sus tres puntos.

— Al menos el golpe no fue en el rostro ¿El médico dijo algo sobre si dejará cicatriz? — La linea inflamada apenas se asomaba, el cabello la cubría casi por completo. Diana hizo una mueca, además de la herida en la sien tenía un golpe violáceo en la frente.

— Insistió en que  usó una sutura especial que hará que sane mas rápido, que encima se unirá a la piel y no dejará marcas, a lo mucho una pequeña protuberancia. Mientras no se vea, podré sobrevivir a ello — intentó cubrir el desasociego en su voz con una risita y un encogimiento de hombros que a Joan se le hizo tierno bajo la luz de las farolas. Había algo en ella que simplemente le atraía, el sentimiento era básico y natural, cosa que lo hacía extraño.

— No te acomplejes, eres bonita —había salido de sus labios antes de que pudiera  pensarlo a cabalidad, no quería espantarla y tampoco estaba desesperado. De hecho, le inspiraba tanta simpatía que de alguna forma quería ser su amigo.

Se alejaron luego de tan corta conversación en cuanto llegaron a la comisaría. El amago de una timída sonrisa surgió  ante el comentario de un aliviado Joan. Tenía miedo de haberla ofendido.

Se ofreció a llevarla a su casa luego de que  todo terminara a la deplorable tres de la madrugada. Por suerte era la madrugada del sábado y él no tendría trabajo en el día. De igual forma su suplecia había comenzado un viernes, en donde la afluencia de alumnos es algo baja si no hay examen o profesor.

Aunque desconfió,  Lucas salvó el día aceptando el aventón que le había ofrecido. Ante un asentimiento de Josh que resultó ser un compañero de su amigo, Diana aceptó el ofrecimiento. Sin embargo, la razón de que aceptara se trató mas de las ocupaciones de su jefe y el terrible dolor de cabeza que le estaba matando, por ese mismo motivo, Diana cayó rendida en el asiento de atrás y no despertó hasta que llegaron al destino.

El vecindario era bastante bonito, a pesar de ser un conjunto residencial de apartamentos tipo estudio, que por lo general, al ser mas baratos, eran horribles, por no decir deplorables. La chica bajó no sin agradecer y despedirse con cortesía, él por su lado esperó a que entrara, luego se marchó junto a Lucas, un amigo con el que tenía tiempo sin hablar y con quien sin duda tenía que ponerse al día.

Como todo aquello había pasado, Joan nunca pudo pedirle su número.

Así que allí estaba, concentrado en su próxima clase y en su inicio formal como profesor. El reloj le marcó la alarma que indicaba el comienzo de la clase . Joan se empecinó hacia el aula doce y se sentó en el escritorio, con quince minutos de antelación nadie cruzaba el umbral. El salón era un apocento vacío.

.

.

 8:17 am.

Cuando David miró el reloj casi le dio un infarto. Se sintió seguro que dentro de poco sería victima de un accidente cerebro vascular, corrío hasta el aula habiendo llegado a las 8:10, tenía diez minutos de retraso, sin contar que había perdido la clase anterior.

Por suerte, en el aula no estaba el profesor de literatura, se enteró que se había salido cinco minutos previos a su llegada para arreglar un asunto con unos papeles de quién sabe que. No le tomó importancia, tan solo se sentó y esperó.

El dolor en su cabeza era fuerte, tanto, que si Ulisses se aparecía con un anillo y le proponía matrimonio a pesar del imbécil que era, David aceptaría solo para que le dejara en paz. No notó cuando alguien más le seguía los pasos, tampoco cuando se sentó junto a él y menos reparó en la entrada del suplente.

— Me presentaré por si no me conocen — el dolor de cabeza se acrecentó, como consecuencia escondió la cabeza entre sus brazos huyendo de la luz —. Mi nombre es Joan Díaz, seré su suplente por lo que queda de semestre.

Le restó importancia, el aire zumbaba en sus oídos y el cansancio era notorio, a pesar de haber tenido un domingo de reposo se sentía ridiculamente desfallecido.

—Nos veremos en tres asignaturas, fundamentos de la economía, oratoria y comunicación o literatura — las palabras se oían lejanas, Dave se sumió en una especie de nebulosa, un tanto preocupado palpó su bolsillo hasta sentir un blister de analgesicos que seguro le quitarían el dolor, o al menos lo disminuirían.

Antes de poder seguirle el hilo a la clase tomó dos tabletas del empaque y las tragó de inmediato sin ningún tipo de líquido que las acompañase.

— Usted, ¿Cuál es su nombre? — levantó la vista sobresaltado, por un momento creyó que se trataba de él. La mirada en cambio se dirigió al compañero de al lado.

La sensación de rechazo que sintió el viernes durante la clase volvió con mayor violencia. No cabía duda, se trataba de él.

— Ryan Veroncini — los vellos de su espalda se erizaron al oír su nombre, ¿por qué volvía justo ahora?

— Para justificar mi punto me gustaría que fingiera que su compañero de al lado es un amigo al que traicionó, se ha reencontrado con él aquí ¿Cómo intentaría convencerlo de que está arrepentido? — Ryan estaba pegado a la pared, el único compañero que tenía a su lado se trataba de David que deseó que la tierra lo tragase, más porque odiaba verlo de nuevo que por la propia verguenza de hallarse bajo el escrutinio público.

El muchacho lo miró impasible, Joan esperó con las cejas arqueadas una respuesta, él en cambió se levantó de su asiento y observó a David con cautela.

El lenguaje corporal era indispensable, lo miró a los ojos en señal de sinceridad, bajó unos centímetros la cabeza en signo de pena y mantuvo los brazos quietos lado a lado. Tenía los hombros derechos, como diciendo que aún ante su arrepentimiento estaba seguro de lo que decía y no planeaba rebajarse.

Dave estudió los aspectos detenidamente y se cruzó de piernas, alzó la barbilla en señal defensiva y aunque le costó le devolvió la mirada.

— Escucha yo...Hemos sido amigos por mucho tiempo. Y sé que fui una porquería, nadie merece ser tratado como te traté. Pero no sé lo que pasó, estaba enojado, furioso, entonces tenía muchas cosas en mente. Todos querían algo de mi al igual que tú — una vez desencadenadas las palabras, fulguró en sus ojos un deje de franquesa.  David arqueó las cejas ante su propio esceptisismo, allí frente a él no lograba ser convencido.

—Yo no quería nada tuyo — se limitó a responder, la sombría sonrisa que abrió paso en los labios de Ryan fue su objeción.

— Tenía problemas con mis padres, todo se vino abajo, y fue cuando tu... — Dave se levantó de su asiento se paró derecho y lo miró con el mentón hacia arriba —. Me dijiste  que...

— ¿Y eso es todo? — murmuró interrumpiendole, en definitiva se estaba yendo por los laureles y eso no le gustaba para nada, apretó la mandibula avergonzado. Estaba perdiendola calma por un simple simulacro, respiró, se animó asi mismo. Él podía hacerlo.

Joan se cruzó de brazos, lo miró alentandolo a mostrar su punto, Ryan también le sostubo la mirada, en el fondo era una riña sobre su pasado y no una demostración. Tragó duro e intentó pararase erguido, los hombros se fueron hacia abajo por el temor a lo que iba a decir, odiaba presumir y mas que eso las confrontaciones.

Antes de tomar aire divisó sus dedos. Temblaba, en respuesta se secó las palmas y apretó los puños. En cuestión de segundos alzó la mirada y recordó que estaba vendiendo un sentimiento.

— Hice mal. Confiaste en mí y te fallé, pero estamos aquí de nuevo y necesitamos del otro. Intentemos convivir, sé que no es fácil confiar de nuevo, pero soy tu amigo y quiero que seas el  mío  —sintió las miradas sobre si, comenzó a temblarle la comisura de los labios, David lo disimuló con una media sonrisa —. Nadie ha sido como tú, te lo aseguro, y necesito a alguien como tú.

Ryan lo observó indiferente, Joan carraspeó desde la parte delantera.

— No creo que pueda ser político, por un momento me tragué el arrepentimiento, pero desde aquí puedo ver que tiemblas, necesita mas seguridad — el profesor comenzó a caminar alrededor —. La oratoria es un discurso que se expresa con palabras y expresiones, necesitan llegar a la persona, conocer al público, ese es el truco para "vender", no puedes vender urnas con una sonrisa en la cara.

David se sentó ignorando por completo la mirada de Ryan sobre él. El tiempo pasado no solo logró su rechazo sino un resentimiento que yacía enterrado sin derecho a ser extraido del cementerio.

— Respecto a usted Veroncini, le falta vocabulario, nadie quiere oir una tragedia china, a veces conmover a alguien es cosa de unas cuantas palabras — el también se sentó sin dejar de mirar a su compañero, de un momento a otro se le ocurrió una idea. Ryan levantó la mano gestuando una duda, Joan asintió permitiendo la pregunta.

— ¿Cuando dijiste "eso es todo", a que te referías? — quizá se debió al dolor de cabeza porque a David le costó reaccionar.

— Lo clásico — murmuró, luego David se armó de valor y decidió soltarlo todo —. Rebajarse, justificacion y adulación. Lo siento amigo, eso es el ligue clásico que usan los playboys para sus chicas.

Fue serio, pero el resto soltó una risa. Ryan claramente ofendido sonrió malicioso.

— Debes de saber mucho de ligue — quizo decir "me lo eseñaste" pero paró en seco cuando vio su mirada, la misma de hace años. David se sintió diminuto, pero algo en él se negó a retroceder.

— No te ofendas, es sólo un punto de vista — miró alrededor, le siguió temblando el labio, aún así le sostubo la mirada, aunque no dijo lo que quería decir.

— A puesto que así se lo llevan a la cama — palideció, conocía esa voz. Era Fred, desde algún lugar del salón al cual no quería reparar. Siguió observando a Ryan en un intento por mantener la compostura, rememoró todo y esperó. Aunque se sintiera tan abochornado que quisiera morir.

— ¿Es así como lo haces? — inquirió Ryan picando el ansuelo, estuvo a punto de levantarse e irse, pero algo le hizo quedarse en su sitio. Rogó, un par de segundos, solo una secuencia de tiempo suficiente para contestarle sin que se le quebrara la voz. Sólo una pizca de seguridad, y estaba.

— ¿Por qué? ¿Quieres ver si tienes oportunidad? — El tono le salió firme y gutural, se oyó a si mismo tan seguro de ello que casi se sintió orgulloso de no ser porque al instante Veroncini se levantó golpeando su escritorio.

— Serás... ¡Maldito infeliz!

— Ya — lo dijo lo en el volumen adecuado como para que se esparciera por todo el recinto. Joan estaba a unos centimetros de él, antes de que Ryan pudiera darse cuenta le sujetaba la muñeca alzada contra David que se había quedado inmóvil sin saber que hacer.

El pelinegro retrocedió. Se echó sobre su asiento con sonoridad y resopló, Díaz se quedó en medio de ambos no muy seguro de retirarse, tenía miedo de que se armara un pleito en su clase.

— Estamos entre adultos, les pido que sea la última vez que se porten como niños de escuela.

Él siguió mirandolo, rememorando el pasado hubo un punto de inflexión. Suspiró y calmó la vista.

— Era una broma amigo, se salió de control — David estuvo a punto de reírsele en la cara, al menos eso no había cambiado, las bromas de este chico podían llegar a sacarte un insicivo.

.

.

10:00 am.

Luego de  pedir para la próxima clase una elaboración de un discurso sobre el tema que deseacen la clase culminó. El requisito para pasar la asignación se trataba de lograr cambiar la opinión del público.

Para cuando David se dispuso a salir del aula Ryan hizo amago de alcanzarlo. Él un poco hastiado de su día prefirió tongonear el trasero y salir disparado del lugar. Había tenido mucho del chico por ese día particular.

Joan observó cada escena curioso, la pelea le había preocupado. Siendo honesto consigo mismo, no se trataba de que estuviera a punto de golpearlo, era el resentimiento hacía Coppola. Lo viera como lo viera, era muy solitario.

Lo encontró en el pasillo revisando su casillero. Parecía estar aliviado.

— Buenas — saludó David al verlo frente a él, cerró el locker y se colgó la mochila en el hombro.

— Quiero hablarle sobre la clase — encontró la incomodidad en el rostro, sabía como acercarse a los alumnos. Al menos eso creía, de alguna forma David suponía un problema.

— ¿Lo que pasó? — se quedó de pie frente a la expectativa, Joan miró hacia la puerta del salón de profesores y suspiró, ¿Qué le diría? ¿Qué estaba cabreado porque no hizo nada para defenderse? Como si fuera su problema.

— No me gustaría que se repita — zanjó con total sinceridad, pero Dave que ya estaba hasta el bordillo de tantos reclamos formulados como no, suspiró en clara señal de molestia.

— Solo hice una crítica, no es gracioso que tomen a tiro mi orientación sexual — se sorprendió a que por segunda vez en el día tuviera su momento de lucidez y valentía. Lo había dicho con tal desagrado que la voz salió ruda y sin rastro de contención.

— ¿Entonces porque no lo defendiste hasta el final? — David arqueó las cejas ante el comentario, quizá no fue lo que dijo sino como fue evocado. La expresión de Joan era sincera, en definitiva era un claro reclamo.

— ¿Y por qué no paró una conversación que iba a parar hasta aquí? — La pregunta surgió mas como una exclamación, sentía el reclamo como si le estuviera cediendo la culpa de la situación. Y estaba cansado, cansado de que siempre resultara igual—. Era su jodido deber parar a esa pila de idiotas en vez de dejarlo correr. Joan soltó una sonora sonrisa incrédula antes de increpar.

— Disculpame, pero esto no es la secundaria — a pesar de la severidad,  la voz surgió suave y calma, le observó por unos minutos el cabello recogido en una coleta, y la mirada encendida, como un carbón en brazas.

— Y una mierda — y una mierda contigo y tu puto complejo de maestra de escuela, pensó. Pero desde luego no lo diría, ya se había exedido con semejante palabra que salió corriendo de sus labios sin previo aviso —. Dígame eso cuando se lo aprenda y deje de ser un metiche de mierda.

David salió disparado en dirección opuesta a Joan. Con tal indignación que lo dejó pasmado, sintiendo un sin sabor bastante familiar.

El mas joven pensó que si corría no la embarraba con tantas palabras.

Joan ni siquiera reparó en la falta, se quedó viendolo desaparecer por el pasillo mientras buscaba el origen. Allí lo descubrió.

Esa incomodidad que le producía, el abismo que sentía dentro, la ofuscación y las ganas de reprocharle todo.

 Le recordaba a ella.

Notas finales:

Finalmente el confiable Ryan...¡Bum! Habló xD.

La verdad me costó un poco sacar esas escenas que quizá no quedaron tan "explosivas" como deseaba, asi que ¿Que opinan?

He intentado ser lo mas fiel posible a la historia original.

Si embargo agregué a Angelo que...Creo que será un personaje importante, aún no lo sé. Veremos como vaya saliendo.

Sin mas, espero que les haya buscado.

Dejen reviú, con ellos animan a esta pobre escritora xD.

Nos leemos en otro capitulo bazofario <3.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).