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Sin ti por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Infinitas gracias por sus hermosísimos e inspiradores reviews a:

C Lehnsherr (llega al fin la escena más esperada entre Vegeta y Kyabe 7u7)

Ichimatsu (muchísimas gracias por el hermoso dibujo ternurita! Lo amé <3)

Coralia (lee con mucho cuidado el inicio, porque está algo fuerte *O*)

Martina Sánchez (espero te guste lo que sigue! Mil gracias por todos los rw)

Vegetto (amé tu seudónimo! Sólo espero que la trama te siga gustando ^^)

Son amooor!! No saben lo mucho que me animaron sus reviews!! Inyección de inspiración directa al corazón


Un par de avisos/sugerencias antes de comenzar la lectura:

- Lemon VegetaxKyabe al inicio, muy intenso y medio sadomasoquista O.O Aviso desde ya por si alguien es sensible a escenas de sexo explícito >//<

- Entre Tokio y California hay 16 horas de diferencia horaria, por lo que en la parte de la entrevista, mientras en EE.UU es transmitida a las diez de la noche, en Japón son las dos de la tarde. Espero no se enreden en eso e.e

- El capítulo está largo. Más de seis mil palabras, así que léanlo con calma y mucha paciencia ^-^

- Pasan muchas cosas, así que no duden en preguntar si algo no les queda suficientemente claro :)


La verdad es que en lo personal este capítulo me encantó, sólo espero que a ustedes también les guste c:

A leer mis amores ^-^

Capítulo 2: Causa y Efecto

Después de diez minutos de silencioso trayecto ya estaban entrando al lujoso pent-house de Vegeta, devorándose los labios entre besos demasiado húmedos y demandantes. Kyabe quedó sin playera en segundos y apenas notó cuando fue arrojado bruscamente contra la superficie mullida de un colchón, mientras las expertas manos del mayor terminaban de desnudarlo. Gimió extasiado al sentir como esos ansiosos labios se concentraban en succionar deliciosamente uno de sus pezones, al tiempo que sus muñecas eran puestas por encima de su cabeza y repentinamente esposadas al respaldar de la cama. El menor se descubrió de pronto completamente a merced de aqél atractivo desconocido, desnudo y atado en una imagen sumamente excitante de ver.

Respiraba agitado y sentía su piel ardiendo, su mirada concentrada en cada movimiento que hacía el peliflama. Lo vio caminar hasta un gran armario empotrado a la pared frente a la cama y de uno de los cajones sacó una caja delgada y larga, volteándose a verlo después con una maliciosa sonrisa, mientras se relamía los labios al tener frente a sus ojos tan tentadora visión. Entonces abrió el estuche, extrayendo de el unobjeto que hizo al pobre Kyabe sonrojarse hasta las orejas.

-¿Q-Qué ha-harás con e-eso…?-Le preguntó temblando de nervios, mientras lo veía acercarse a paso lento y sensual.

Vegeta acarició sus labios con delicadeza y atrapó sus ojos negros bajo una mirada intensa, mientras dejaba el objeto sobre la cama y le separaba las piernas en un movimiento rápido.

-¿Cómo te llamas, nene?-Quiso saber, usando un tono tan seductor que hizo estremecer al menor.

-K-Kyabe…-Susurró él, recibiendo gustoso el beso profundo con que fueron tomados sus labios.

-Lindo nombre…-Sonrió travieso el peliflama, tomando otra vez el objeto y rodeando la cama para quedar posicionado justo de frente a él para así tener completo acceso a su intimidad.-¿Sabes qué es esto, Kyabe?-Inquirió juguetón, acariciando sus piernas lujuriosa e incitantemente.

El pequeño asintió, ruborizado y agitado a partes iguales.

-Dime, ¿qué es?-Demandó el peliflama, robándole un gemido al rozar su miembro con los dedos.

-E-Es un… ¡Ah!-No pudo terminar, ya que la mano del mayor se cerró de pronto alrededor de su sexo, haciendo movimientos rítmicos y acompasados por toda su longitud, enloqueciéndolo.

-Dime qué es, Kyabe.-Volvió a demandar Vegeta, usando un tono de voz ronco y autoritario, sin dejar en ningún momento de estimular su miembro con aquel vaivén excitante y delicioso.

El pelinegro menor apenas podía controlar su respiración, cayendo preso de un éxtasis total.

-E-Es un jugué-te… ¡mngh!-Se arqueó gimiendo fuerte, ya que la velocidad de la masturbación había aumentado y a esto se le había añadido la punta del consolador abriéndose paso suavemente en su interior.-¡Ah… ah! ¡Du-duele…!

Vegeta siseó ante el punzante dolor de su propio miembro más que herecto atrapado en sus jeans, deseando por instinto terminar con los jueguitos para entrar de una vez en esa estrechez cálida y exquisita que lo provocaba.. Pero él era un experto en hacer que sus conquistas sucumbieran bajo un placer tortuoso y masoquista, lo que hacía el sexo todavía mejor.

Sin hablar introdujo del todo aquel juguete, profanando esa entrada aparentemente virgen. La idea de ser el primero le provocó una satisfacción excepcional, alimentándole bastante el ego.

Kyabe gemía y se retorcía de dolor y placer sobre la cama, soltando frases incoherentes y entrecerrando sus ojos a medida que las sensaciones lo dominaban. Tenía las mejillas sonrojadas, la frente perlada en sudor y la boca entreabierta desde donde exhalaba jadeos y gemidos demasiado excitantes, mientras ese duro intruso entraba en él con cada vez más facilidad.

-Q-Quiero… ah… n-necesit-to to-car… ¡A-Ahhh!...-Intentaba hablar, pero simplemente no podía.

Sin embargo Vegeta lo entendió, ya que era una frase típica de sus ligues el “quiero tocarte”. Sonrió perspicaz y aumentó el ritmo de su mano penetrando con el consolador la estrecha entrada del más pequeño, mientras torturaba masturbando rápido y luego lento ese miembro palpitante.

Un minuto después Kyabe cayó preso de un orgasmo increíble, mordiéndose los labios con fuerza hasta hacérselos sangrar antes de soltar el gemido más sensual que el mayor halla escuchado.

Lanzó al piso el juguete sexual y se posicionó seductoramente encima del pequeño, robándole el poco aire que había alcanzado a recuperar con un beso hambriento e insaciable. Recogió con los dedos un poco del semen que estaba esparcido en el abdomen del menor y luego los introdujo en esa húmeda boca, jugando con esa lengua deliciosa que no se cansaba de probar. Kyabe succionó esos dígitos sensualmente, haciendo sonidos resbaladizos a propósito sólo para provocarlo. Aun jadeaba y varios mechones de cabello negro estaban aderidos a su frente por culpa del sudor, pero la mirada lujuriosa que le dedicaba a Vegeta demostraba claramente que deseaba más, mucho más de él.

-Que niño más travieso eres…-Susurró el peliflama contra sus labios tras haber sacado sus dedos, mordiéndolos y lamiéndolos suavemente.-Tendré que castigarte, ¿sabes?

-Hazlo…-Lo incitó el menor, mordiéndose provocativamente el labio inferior.-Castígame.

El peliflama se apartó de él y se deshizo de su camisa azul con movimientos sensuales, bajo la mirada atenta y ansiosa de su exquisito ligue de esa noche. Separó cada botón de su ojal y fue descubriendo su torso muy lentamente, dejando caer la prenda al piso al terminar de desabrocharla. Así también se quitó los jeans, sonriendo con cierta presunción al ver como el pelinegro menor casi babeaba bajo la visión de esa anatomía tan varonil y bellamente esculpida. Se quitó también los bóxers y desnudo se acercó a él, girando fácilmente su cuerpo y dejándolo de cara contra el colchón, volviendo otra vez a posicionarse encima y abriéndole las piernas para tener de nuevo completo acceso a su intimidad. Kyabe se quejó al sentir como tres dedos entraban en él de un solo golpe y sin ningún tipo de aviso, luchando contra las esposas para intentar soltar sus manos. Sentía una desesperación enorme de tocar a quien por coincidencia o destino estaba siendo el primer hombre en su vida, sin embargo éste no se lo permitía limitándose únicamente a delinear su espalda con la yema de los dedos de su mano libre, mientras susurraba “quieto, nene” lascivamente en su oído.

-Estás tan estrecho, Kyabe.-Murmuró seductor Vegeta, haciéndolo gritar al rozar una y otra vez con sus dedos su punto máximo de placer.-Eso es, nene… grita para mí…

-¡Ah…! ¡Du-ele… ngh!-Se retorcía y gemía el pequeño, sus ojos llenándose de lágrimas ante tanto placer. Pero cuando los dedos fueron reemplazados por algo mucho más grande, sintió que caía de golpe contra un infierno de pura lujuria y todo su cuerpo temblaba bajo la intromisión exquisita de ese palpitante y duro trozo de carne casi partiéndolo en dos.-¡AHHH!

Vegeta gruñó por la deliciosa forma en que su miembro era apretado, casi delirando ante tan magestuosa estrechez. El interior de Kyabe se comprimió alrededor de su sexo, arrancándole un gemido involuntario. Tembló ante sus ganas de penetrarlo salvajemente, autocontrolándose para no arremeter contra ese exquisito culo con todas sus fuerzas. El pequeño temblaba y respiraba maratónicamente, exhalando jadeos audibles que lo encendían aun más.

-Voy a romperte, nene…-Le susurró obscenamente, mordiendo con lujuria su cuello.

Y Kyabe atinó sólo a echar su cadera hacia atrás, dándose cuenta de que esa intensa mezcla de dolor y placer era la sensación más maravillosa que había experimentado nunca. Le dolía horrores, pero era esto mismo lo que lo hacía exquisito. Se sentía en la cúspide del éxtasis y por nada del mundo quería parar. Si aquél seductor desconocido quería disponer de su cuerpo a su antojo, él no haría nada por impedírselo. De hecho…

-HA-Hazlo… mnh… v-vamos…-Lo incitó con la voz más sumisa que pudo hacer, moviendo sus caderas a propósito sólo para provocarlo.

Entonces Vegeta salió de él y volvió a entrar con una certera y precisa envestida, haciendo que Kyabe viera estrellas y empuñara las manos en busca de algo a lo cual aferrarse. De sus ojos caían lágrimas a causa de tan abruptas sensaciones arremetiendo tan de golpe cada célula de su ser y de sus labios entreabiertos el aire escapaba en forma de suspiros, jadeos y gemidos incontrolables.

Era una escena demasiado erótica y libidinosa; el sonido de sus cuerpos chocando, el calor del ambiente y la imagen que proyectaban era algo sólo digno de una película insana e incitante.

Vegeta lo nalgueaba, lo mordía, lo lamía, le susurraba palabras obscenas y lo envestía con bestialidad. Y Kyabe se dejaba hacer, intentando seguirle el ritmo y arqueándose felinamente cada vez que su próstata era golpeada incesantemente por la punta del duro miembro de su amante.

Vegeta penetró varios minutos a Kyabe estando boca abajo, luego lo puso en cuatro, después lo dejó sobre él, luego bajo él, se aburrió de esa pose y lo puso de costado, y finalmente lo obligó a sentarse sobre su miembro para que así impusiera el ritmo que quisiera. Hicieron todas las posiciones que sus cuerpos les permitieron, actuando como vestias poseídas por la excitación.

Hasta que el peliflama llegó a su tan ansiado orgasmo, corriéndose abundantemente al interior del menor. Por la pasión del momento había olvidado por completo usar preservativo, pero ciertamente eso no era algo que le preocupara. Era obvio que su ligue de turno era vírgen y él estaba libre de cualquier enfermedad, por lo que aquel no era más que un insignificante detalle.

Para Kyabe fue sólo otro orgasmo más, ya que se había venido tantas veces durante esas INTENSAS horas de sexo salvaje y apasionado que ya se sentía hasta adormecido de tanto placer. Notó como el mayor salía de él con cuidado, acomodándolo sobre el colchón boca arriba para seguidamente abrir las esposas y liberar sus muñecas. Pero estaba tan agotado que inevitablemente sus ojos se cerraron dejándolo sumido en la inconsciencia, cayendo preso de una oscuridad repentina sin siquiera haber podido antes preguntarle a su seductor desconocido cuál era su nombre.

~~~

En California, Goku despertó temprano. Pese a haberse dormido pasadas las tres de la madrugada, tras terminar el concierto y pasar un rato bastante ameno con su banda en un bar, la alarma de su celular sonó a las ocho de la mañana en punto, obligándolo a abrir los ojos pese a sentirse horriblemente agotado. La cabeza le dolía, tenía un vacío sumamente desagradable en el estómago y sentía la boca reseca; no obstante esos no eran más que síntomas típicos de sus despertares después de consumir su dosis casi diaria de metanfetaminas, por lo que ya empezaba a acostumbrarse.

Se dio una ducha rápida y se vistió con jeans negros, camisa manga larga blanca y sobre esta una chaqueta ligera azul gris, más converse también negras y su infaltable cadena cuyo dije la farándula se moría por develar. Tomó las llaves de su auto y salió de su departamento, sin más desayuno encima que una pequeña barra de cereal de avena y dos vasos de agua mineral. De un tiempo a esta parte no solía comer demasiado, pues su adicción lo hacía precindir de alimento alguno, limitándolo sólo a ingerir la comida suficiente para sobrevivir..

Condujo a través de las calles transitadas en dirección a la sede principal de Music Zone, donde sería entrevistado para un popular programa que se enfocaba en contar cómo jóvenes promesas de la música se abrían paso en aquel mundo tan complejo y lograban consolidar sus carreras con éxito.

Aparcó en el estacionamiento privado con que contaba el gran edificio y tras bajar del vehículo subió al ascensor, directo al piso donde estaba el set donde se llevaría a cabo la entrevista. Lo recibió una joven bastante bonita, de largo cabello negro y piel blanca como porcelana, quien se presentó como Milk, animadora del programa y encargada de entrevistarlo.

-Es un placer conocerte, Milk.-Le sonrió Goku con su habitual encanto, cautivándola al instante.

-Lo mismo digo.-Sonrió ella, ruborizándose un poco ante lo atractivo que era el chico en persona.

Caminaron en silencio a través de un largo pasillo, Goku queriendo terminar rápido con ese asunto y Milk preguntándose si su guapo invitado de esa semana estaría realmente soltero.

-Bueno, Goku.-Empezó la pelinegra, antes de entrar al set de grabación.-Filmaremos el programa ahora y será transmitido a las diez de la noche, así que cualquier cosa con la que no te sientas conforme al terminar de grabar no dudes en decirlo para que sea modificado enseguida, ¿bien?

-Claro.-Asintió éste, siempre mostrando esa sonrisa amable y llena de encanto que cautivava.

Tras una breve explicación de en qué consistiría la entrevista, se sentaron en dos cómodos sillones dentro del set, mientras a su alrededor los asistentes preparaban luces y demás implementos para dar comienzo al programa. La pelinegra revisó una vez más los apuntes que tenía en una pequeña libreta, mirando en todo momento al joven de cabellos alborotados con una coqueta sonrisa. Él por su parte se mantenía al margen de todo, con una clara expresión de desinterés en el rostro, aunque sin borrar de sus labios la sonrisa preciosa que lo caracterizaba.

-¡Al aire en diez!-Gritó el asistente de dirección, a lo que Milk reaccionó aclarándose la garganta.

Los camarógrafos se pusieron en posición y las luces se encendieron, mientras la reconocida música del show daba comienzo y el mismo hombre que había hablado hacía una seña con los dedos instando a la joven presentadora a empezar a hablar.

-¡Hola gente!-Saludó ella sonriendo bastante alegre, acompañada de aplausos y ovaciones.-Sean más que bienvenidos a un día más con nosotros en su show favorito de los sábados… ¡De tú a tú!-Más aplausos y una sonrisa aun más amplia por parte de la chica.-Nuestro invitado de hoy es…

Goku soltó una risa apenas audible, disfrazando su incomodidad ante tanta emoción obviamente actuada, mientras Milk le dedicaba de reojo una mirada llena de picardía.

-¡Black!-Casi gritó, al tiempo que resonaban más aplausos y las cámaras enfocaban al joven Son, quien no pudo más que sonreír algo azorado y saludar con la mano en un gesto bastante seductor.

-¿Cómo estás?-Fue la primera pregunta de Milk, quien no paraba de sonreírle con coquetería.

-Genial.-Le respondió Goku, actuando muy bien una tranquilidad que no sentía.-¿Cómo estás tú?

Ella sonrió ante su interés, sumamente alagada y cautivada con esa actitud tan dulce y cordial.

-Muy bien, gracias.-Admitió sonriendo, mientras ojeaba su libreta.-Para comenzar te haré una pregunta que, estoy segura, intriga a todos tus fans. Cuéntanos, ¿por qué te haces llamar Black?

Su interlocutor soltó una pequeña risa, bastante tierna a decir verdad, mientras se llevaba una mano al cabello en actitud avergonzada y miraba a la cámara sin dejar de sonreír.

-Digamos que es así como un tributo a lo que soy ahora, como un sello propio para encerrar todo lo que implica mi carrera y el cómo logré consolidarla.-Confesó, con cierta melancolía en su voz.

-Ya veo…-Comentó la pelinegra, bastante interesada.-¿Podríamos decir, entonces, que te ha costado llegar a donde estás y que, en cierta forma, tu carrera tiene algo de oscuridad encima?

-Sí… podría decirse que sí.-Admitió Goku, sintiéndose incómodo al tener que sincerarse a medias.

-¿En qué inspiras tus letras?-Volvió a preguntar la pelinegra.

-Generalmente en experiencias mías o de otros y en sentimientos que experimenté alguna vez.-Contestó el joven de cabellos alborotados, dándole un sorbo al vaso de agua que le habían dado.

-¿Cuál es tu canción propia favorita?

-Ninguna la verdad.-Rió dulcemente Goku, sonrojando a Milk.-Todas tienen algo especial para mí.

-Que dulce eres.-Comentó la chica sin poderse contener, sonriendo azorada y aclarándose la garganta al ver el gesto desaprobatorio en el asistente de dirección, además de la clara mueca de incomodidad en el joven cantante.-Y cuéntanos… ¿sigues soltero o alguien ya robó tu corazón?

Goku no pudo evitar ruborizarse ligeramente ante la pregunta, notando como un único nombre ansiaba desesperadamente escapar de sus labios.

-Soltero.-Respondió simplemente, no dispuesto a revelar más de lo necesario.

Milk sonrió, disfrazando su satisfacción lo mejor posible, creyendo que tenía alguna oportunidad.

-¿Hay algo que extrañes de tu vida antes de la fama?-Le preguntó, genuinamente interesada.

Goku tardó en responder, manteniéndose serio al meditar qué diría. Sólo alguien se le vino a la mente, estrujando su corazón y causándole un horrible sentimiento de pérdida, pero por supuesto no lo admitiría abiertamente, mucho menos en un programa que tenía tanto alcance de público.

-Sí.-Dijo simplemente, volviendo a ser sincero a medias.-Extraño mucho a… alguien.

Milk se sorprendió, sintiendo bastante intriga, pero disimulándolo bien para no verse tan obvia.

-¿Nos podrías contar quién es o qué significa para ti?-Indagó, ansiando una respuesta interesante.

-No puedo decir quién es, pero…-Goku sonrió con nostalgia, viéndose de pronto muy afligido.-Significó, significa y significará siempre todo para mí… a pesar del tiempo y la distancia.

~~~

Mientras tanto en Japón, más concretamente en la residencia Saiyan, una reunión de amigos y familiares se efectuaba en honor al menor de sus hijos, ya que aquel día en particular se celebraba su cumpleaños número diecinueve. En el jardín, degustando una copa de champagne como aperitivo, Vegeta y su mejor amiga platicaban amenamente, disfrutando de esa tarde cálida que apenas comenzaba.

-¡¿Que hiciste qué?!-Se escandalizó Bulma, llevándose las manos a la boca y mirándolo con los ojos llenos de horror, mientras un par de personas les pasaban por al lado ignorando su charla.

-¡Shhh! ¡No seas escandalosa, mujer!-Le gritó él en un susurro audible, notando como sus padres los observaban extrañados, claramente preguntándose qué tenía tan alterada a la joven Brief.

-Pero es que… ¡Agh, Vegeta!-Le dio un fuerte golpe en el pecho, frunciendo el ceño molesta.-No puede ser que hallas llegado tan lejos. Es decir, ¿desvirgar a un chico? ¡Acabas de pasar el límite!

-¡Publícalo en facebook también!-Ironizó el peliflama, cruzándose de brazos irritado.-Además no lo obligué a nada y, en mi defensa, no vi que se quejara en ningún momento de lo que hacíamos. De hecho…-Sonrió lascivo, relamiéndose los labios en gesto malicioso.-Lo disfrutó bastante.

-¡Ay, por favor! ¡No quiero esa fea imagen de ti sodomizando a un desconocido en mi mente!-Soltó otro grito histérico, negando insistentemente con la cabeza.-Es demasiado… perturbador.

Vegeta se rió divertido, pero al mismo tiempo la fulminó con los ojos.

-Deja de gritar, mujer escandalosa.-Le advirtió, poniendo gesto asesino.-Nos están mirando raro.

En eso Tarble, quien era el festejado, se les acercó sonriendo apenado y mirándolos acusador.

-Deberían hablar más disimuladamente de los actos indebidos de mi hermano.-Sugirió, ganándose miradas incómodas.-Puedo asegurarte que a mis padres no les interesa saber si le quitaste o no la virginidad a alguien, Veg. De hecho hasta para mí resulta algo… perturbador.

-Eso mismo dije yo.-Lo apoyó la peli-azul, haciendo una mueca.-Imagen fea, imagen fea. ¡Ugh!

Tarble rió, sonriéndole inocente a su hermano aun a pesar de su mirada homicida e intimidante.

Tarble y sus tres mejores amigos se reunieron en la sala de estar una vez que terminaron de comer, planeando pasar la tarde viendo un par de películas de colección que habían conseguido en su videoclub favorito. Vegeta y Bulma por su parte los acompañaron también, ya que la peli-azul no tenía nada mejor que hacer ese día y el peliflama estaba particularmente interesado en ver con ellos uno de los films. El Saiyan menor encendió la televisión, la cual estaba puesta en su canal de música favorito, por lo que antes de reproducir el DVD se dispuso a ver qué estaban transmitiendo en ese momento. Vegeta hizo una mueca fastidiada ante esto, pues odiaba de sobremanera la programación estúpida que daban en MusicZone, sin embargo cuando se disponía a largarse de ahí sin más, justo cuando empezaba un programa de entrevistas que al pelinegro más pequeño le encantaba ver, una exclamación asombrada de parte de Bulma lo obligó a prestar atención. En la pantalla del enorme plasma frente a ellos apareció un atractivo joven de piel nívea, ojos oscuros de brillo precioso y especial, sedosos cabellos alborotados color azabache sumamente inconfundibles y sonrisa tan hermosa como angelical, volteando de cabeza en un segundo el imperturbable mundo que Vegeta tanto se había esforzado en construir.

Kakarotto…

Los latidos del corazón se le aceleraron, la respiración se le entrecortó, un calor poco agradable abrasó sus mejillas y un vuelco que hace mucho no sentía le oprimió el estómago, mientras esa voz que hace tanto tiempo no escuchaba resonaba en estéreo a través de los parlantes, nublando su mente y transportándolo con extraordinaria facilidad a esos días donde se sentía inmensamente feliz e invencible.. Su ex novio yacía sentado en ese sillón con aire tranquilo, luciendo tan hermoso como siempre, en sus labios plasmada esa sonrisa encantadora que era capaz de derretir a cualquiera.

-¿Hay algo que extrañes de tu vida antes de la fama?-Oyó que le preguntaba aquella mujer.

-Vegeta…-Lo llamó Bulma, examinando sus reacciones con obvia preocupación.-Oye, ¿estás bien?

Tarble tenía la mirada fija en su hermano mayor, sin saber si cambiar de canal o simplemente dejar que las cosas siguieran su curso.

Mientras que Vegeta sólo estaba ahí, con el semblante inescrutable y los labios juntos en apenas una fina línea, observando ensimismado la imagen de su ex novio que se reflejaba en la pantalla.

-Sí.-Oyeron todos que Goku respondió, notándose bastante abatido.-Extraño mucho a… alguien.

Fue entonces que el peliflama reaccionó, levantándose del sofá como por influencia de un shock eléctrico para seguidamente irse de allí sin mediar palabra alguna, evidentemente contrariado.

-Voy con él.-Se apuró a decir la peli-azul, levantándose también y lléndose sin más detrás de él.

Tarble suspiró, sin saber a ciencia cierta qué realmente pensar o sentir. Desde la ruptura de su compromiso con Goku, su hermano se había convertido en la versión más pedante e insoportable de sí mismo, lanzándose a vivir la vida de forma alocada y sin involucrar sentimientos de por medio. Nada había quedado del joven amable, dulce y correcto que una vez fue, lo que no sólo le preocupaba a él, sino también a sus padres. Para toda la familia Saiyan Kakarotto había sido una influencia excepcional y maravillosa para Vegeta, ya que cuando estaba con él lo veían feliz, pleno y lleno de vida. Sin embargo tras lo sucedido, de lo cual ellos sólo supieron una mínima parte que consistía en un escueto y resentido “se acabó, supérenlo” de boca del peliflama, para después de meses conocer más a fondo la historia gracias a Bulma, el mayor de los hermanos decaía cada día más en cuanto a comportamiento se refería, inquietando demasiado a su familia.

Y si se lo preguntaban, lo que por cierto nadie nunca había hecho, Tarble no estaba precisamente de acuerdo con las decisiones que había tomado su hermano. Pese a que cuando Vegeta y Goku rompieron su relación él tenía apenas catorce años de edad, era lo suficientemente consciente de las cosas para entenderlas y decidir de lado de quién ponerse. Cuando Bulma les contó que el peliflama había cortado sin más con Kakarotto al enterarse de su decisión de irse a estudiar música a los Estados Unidos, de forma automática el menor apoyó en silencio a su ex cuñado. Escuchar de boca de la peli-azul como el de cabellos alborotados prácticamente le había rogado a Vegeta para que intentaran llevar una relación a distancia o que en su defecto lo esperara esos dos años que estaría fuera para retomar su compromiso en cuanto él volviera, Tarble se sintió horriblemente apenado e incluso resentido por la decisión tan drástica que éste había tomado de manera tan unilateral. Y sí, sabía que había sufrido; él mismo lo había escuchado llorar en varias ocasiones por las noches al pasar fuera de su habitación, pero aun así le parecía que había sido el peliflama mismo quien había destinado su propia tortura. ¿Por qué no seguir juntos a pesar de todo? Se suponía que se amaban, ¿no? Su hermano había jurado amar a Goku incontables veces, entonces… ¿por qué tirar a la basura todo lo que habían logrado juntos sólo porque estarían lejos dos años? Sí, quizás el razonamiento de Tarble era algo idealista, pero a su modo de ver si alguien ama a otro alguien lo suficiente como para querer pasar lo que le resta de vida a su lado, es irracional que al primer obstáculo que surge simplemente se eche para atrás. Si se ama de verdad, ¿no es una buena forma de demostrarlo el dejar que el ser amado sea feliz? A juzgar por el menor Vegeta había sido egoísta, queriendo cortar las alas de su novio sólo por su afán de mantenerlo a su lado, y sinceramente dudaba mucho cambiar algún día de parecer.

Si lo amabas tanto como siempre decías, ¿por qué lo dejaste ir tan fácilmente?

Bulma alcanzó a Vegeta camino al estacionamiento, notando enseguida que algo no andaba bien.

-Necesito estar solo, ¿entiendes?-Le dijo sin mirarla antes que siquiera abriera la boca para preguntarle algo, viéndose tan emocionalmente destrozado como aquel día en que todo terminó.

-De acuerdo.-Aceptó resignada, no pudiendo evitar sentirse inquieta.-Pero cuídate, por favor.

Vegeta tan sólo asintió, sacando las llaves de su bolsillo y apretando el botón en el llavero para abrir las puertas de su Audi negro. La peli-azul no pudo más que quedarse ahí sin hacer nada, sólo suspirando desbordada de preocupación, viendo como su mejor amigo subía al auto y arrancaba el motor para seguidamente salir a toda velocidad de allí sin siquiera despedirse de sus padres.

-¿Dónde va mi hijo, Bulma?-Inquirió la señora Saiyan, apareciendo de pronto al lado de la chica.

-No lo sé…-Le respondió intranquila, girándose a verla con semblante serio.-Ha visto a Goku y…

-¿Cómo?-La interrumpió la mujer mayor, claramente sorprendida.-Pero si ese muchacho está en…

-Sí, lo está.-Se apuró a afirmar la peli-azul.-Pero lo entrevistaron en un programa y Vegeta lo vio.

-Ya veo…-Suspiró la matriarca de la familia, bastante afligida.-Tal parece que, después de todo, logró su sueño.-Sonrió maternal, no pudiendo odiar a aquél chico tan dulce que a lo largo de su relación con el mayor de sus hijos se había ganado con creces su aprecio.-Y por lo que deduzco, tal parece ser que mi niño no ha logrado olvidarlo.

Bulma suspiró también, sonriendo suavemente, en silencio muy de acuerdo con la mujer mayor.

Ay, Vegeta. Por más que te niegues a aceptarlo, tu corazón no ha olvidado a Goku.

~~~

-Llámame si necesitas compañía o sólo hablar con alguien, ¿sí?-Se despidió muy cordial la pelinegra, dándole una pequeña hoja de agenda con su número de celular sin dejar de sonreír.

-Claro.-Aceptó él, devolviéndole una sonrisa algo cohibida tras besar su mejilla.-Nos vemos, Milk.

La puerta del ascensor se cerró y fue ahí que Goku suspiró extenuado, quitándose por unos segundos la máscara de bienestar con que se protegía de la gente. Arrugó el papel y lo metió descuidadamente en uno de sus bolsillos, saliendo del elevador hacia el estacionamiento tras sacar las llaves de su auto. Subió y arrancó sin más, alejándose de aquel lugar bastante aliviado.

Mientras conducía hacia su departamento Krillin lo llamó, recordándole que esa tarde tenía una junta con el productor de su nuevo disco, con quien debían afinar algunos detalles antes de su lanzamiento. Le preguntó también cómo estaba, a lo que Goku respondió con un desinteresado “bien”, cortando la comunicación antes de que su amigo empezara con un tedioso interrogatorio.

Llegó finalmente a su hogar después de unos minutos, llendo directo a su habitación para lanzarse en su cama sin ganas más que de dormir para siempre. Cada día se hacía más insoportable su decaimiento emocional, arrastrándolo a un estado de depresión casi palpable.

Se estiró sobre el colchón para abrir el cajón de su velador, extrayendo de su interior un pequeño sobre blanco, perfectamente cuidado. Lo abrió y sacó de el una fotografía tamaño carta, la cual mostraba una hermosa imagen de él y Vegeta abrazados con el mar de fondo, sonriendo felices.

-¿Qué estarás haciendo ahora, Vegeta?-Se preguntó triste, observando con ojos acuosos la foto.

¿Serás feliz sin mí?

No pudo impedirle a su mente que reprodujera la última vez que lo vio, provocándole a su corazón un horrible sentimiento de vacío. El dolor de la pérdida, la sensación de abandono, una tristeza horrible y la rabia contra sí mismo se hicieron un nudo apretado e insufrible dentro de su pecho, apuñalándolo tanto por dentro que le resultó difícil hasta respirar.

Se abrazó a la fotografía y lloró amargamente con el rostro enterrado en la almohada, negándose por enésima vez a seguir viviendo así. Era demasiado doloroso, difícil e insoportable esa vida lejos de su eterno amor, aun a pesar de estar concretando cada uno de sus sueños.

“Vete entonces, Son. Pero olvídate de mí.”

Esa última frase dicha por Vegeta se repetía incesantemente en su cabeza, sumiéndolo en un estado de desesperación total. Por ende, y no pudiendo más con el peso de su realidad, sacó de debajo de su almohada un frasco de metanfetaminas y lo vació casi por completo en su mano, ingiriendo más de veinte pastillas de una sola vez.

El efecto fue casi inmediato, llevándolo a la cúspide de la adrenalina y el olvido. Sin embargo también se llenó de un sopor que no había experimentado antes, el cual nubló su mente y lo hizo caer al suelo en cuanto intentó estabilizarse poniéndose de pie. Su cabeza impactó bruscamente contra la cerámica y una herida en su frente se abrió empapándole el rostro de sangre, mientras la desorientación por el consumo de la droga y el mismo golpe mandaban a Goku derechito a la inconsciencia.

“Olvídate de mí…”

-Ve… geta…

~~~

Se sentía abrumado. Su corazón aun latía desbocado, sumándole el caudal de recuerdos atacando su mente. Conducía a gran velocidad a través de las muy concurridas avenidas de Tokio, llendo sin querer en dirección a ese lugar que hace años no visitaba. Los edificios pasaban uno a uno frente a sus ojos a medida que atravesaba las calles, trayéndole aun más memorias de su pasado. Sin ser muy consciente de lo que hacía aparcó frente a un complejo de departamentos ubicado en una zona de la ciudad bastante tranquila y acojedora, bajando del auto como un mero autómata y adentrándose al recinto a paso tranquilo. Pasó a través de la cristalizada puerta y tomó el ascensor directo al quinto piso, mientras esa serie de sentimientos y emociones que creía ya olvidadas se arremolinaban en su pecho, haciéndole sentir a su corazón una pesadez demasiado insoportable.

Al bajar del elevador andubo a través de un amplio pasillo con puertas a cada lado, deteniéndose al llegar a la que marcaba en su placa con letras plateadas el número doscientos siete. Un nuevo golpe de recuerdos asaltó su mente, robándole un suspiro extenso y extenuado.

Goku reía como un niño vivaz y travieso, corriendo rápido hasta casi chocar contra la puerta del departamento. Y Vegeta, siguiéndolo muy de cerca, sonreía lleno de malicia al tener a su novio justo donde lo quería.

Tenían apenas diecisiete años y su noviazgo estaba en su mejor momento, haciéndolos sentir plenos y capaces de lograrlo todo sólo teniéndose el uno al otro. El padre de Goku les había regalado un departamento en una excelente zona de la ciudad para que empezaran una vida juntos, pues para su fortuna las familias de ambos apoyaban totalmente su relación. Llevaban apenas dos semanas viviendo allí, compaginando a la perfección su intenso amor con las responsabilidades escolares típicas de su edad.

-¡Vege, no!-Exclamó aun riendo el chico de cabellos alborotados, apegándose tanto contra la puerta que parecía querer fusionarse con ella, al ver como el peliflama avanzaba hasta él a paso acechante y con una sonrisa malvada bailando en sus labios.-¡Está bien, está bien! ¡Tú ganas!

-Sólo responde, bebé.-Musitó éste contra sus labios, pegando sus cuerpos con ansiedad, mientras lo miraba con tanta intensidad que Goku creyó desfallecer de amor.-¿Quién ama más a quién?

Kakarotto sonrió embelesado, no desaprovechando la oportunidad para besarlo con pasión.

-Yo te amo más y lo sabes.-Aseguró tras romperse el contacto, abrazándose a él con fuerza.

Vegeta gruñó fingiendo enojo, mordiéndole juguetón el labio inferior, mientras metía la llave en la cerradura y tras girarla abría la puerta, haciendo que su novio entrara al departamento con un suave empujón.

-Ya veremos si sigues diciendo lo mismo cuando…

Pero la puerta se cerró impidiendo que se oyera el fin de su frase, siendo lo único perceptible el pequeño jadeo ansioso que Goku soltó cuando los labios de Vegeta se apoderaron de su cuello.

Sacudió la cabeza, casi al límite de sus fuerzas. Sentía que se quebraba por dentro una vez más, pero el masoquismo emocional le ganaba por mucho a la razón, obligándolo a entrar sin más a aquella estancia donde tantos momentos inolvidables habían sido vividos. Lo recibió un aroma a encierro y abandono bastante desagradable, así como una soledad demasiado difícil de soportar. Encendió las luces tras cerrar la puerta y lo encontró todo tal cual lo había dejado la última vez, excepto que sobre uno de los muebles decorativos del living había tirado como por descuido un álbum de fotografías cuya portada reconoció al instante como el regalo de aniversario número tres que Kakarotto le había dado. Con el masoquismo emocional latente se sentó en el sofá y lo abrió sin más dilación, ganándose de premio el sentimiento que ya se veía venir: melancolía.

Kakarotto y él en todas y cada una de aquellas fotografías, sonriendo y viéndose invencibles. Tan felices, tan enamorados, tan plenos, que le parecía estar siendo parte de una perversa pesadilla.

-¿Me amas, Vegeta?-Preguntó Goku en apenas un susurro, acurrucado cómodamente en su pecho.

-Claro que te amo, bebé.-Le respondió muy seguro, acariciando su cabello.-¿Acaso lo dudas?

-No.-Negó él, dejando un beso casto sobre su piel desnuda.-Es sólo que me gusta cuando lo dices.

Vegeta rió enternecido, sujetando su cabeza y forzándolo a mirarlo para poder besar sus labios.

-Eres un consentido de lo peor, ¿lo sabías?-Lo regañó a modo de juego, perdiéndose en sus ojos.

-lo sé.-Sonrió Goku con arrogancia, besándolo esta vez él.-Pero a ti te gusta que lo sea, ¿o no?

-Me encanta.-Admitió su novio en voz seductora, retomando sus labios para besarlo esta vez con exceso de pasión y necesidad.-Tú me encantas por completo, hermoso.

Goku no pudo más que corresponder con igual entrega, dejándose arrastrar una vez más por el infinito amor que le tenía.

-Y tú me vuelves loco, Vegeta. Te a-amo…-Casi gimió, perdiéndose en las sensaciones de esos labios y esa lengua marcando entre bessos húmedos y exquisitas lamidas su nívea piel.

-¿Por qué, Kakarotto?-Preguntó en voz afligida a la nada, sintiéndose una vez más desbordado por la tristeza y el dolor de esa pérdida insufrible que creía erradamente ya haber superado.

¿Por qué mierda todo tuvo que terminar así?

Se dejó caer de espalda sobre la polvorienta superficie de ese sofá que había sido testigo de innumerables encuentros sexuales entre su ex novio y él, permitiéndose una vez más ser dominado sin problemas por esa frustración e impotencia que, pese al pasar de los años, no paraban de atormentarlo. Percibió como las lágrimas se agolpaban en sus ojos y poco a poco iban deslizándose por sus mejillas, mientras se cubría el rostro con las manos y un sollozo incontenible escapaba de sus labios.

Pese a que había sido a través de la superficialidad de una pantalla, ver de nuevo a Goku le había afectado muchísimo más de lo que alguna vez llegó a pensar que lo haría. Escuchar su voz angelical, ver esa sonrisa preciosa; volver a apreciar la pureza aun intacta de esa mirada dulce e inocente y ser consciente una vez más de lo mucho que lo extrañaba, pese a la cantidad de años transcurridos, no habían hecho más que despertar en él ese amor que tan arduamente se había esforzado en borrar.

-¡Ah!-Gritó furioso consigo mismo, lanzando sin miramientos el álbum contra una de las paredes.

No… ¡No! Se desesperó, cayendo en un estado de negación absoluta. Yo ya te olvidé… ¡te olvidé!

Se apresuró a salir de allí rápidamente, demasiado sofocado por sus propios sentimientos. Bajó al primer piso y subió sin más a su auto, arrancando el motor y prácticamente huyendo de aquel lugar a toda velocidad. No podía permitirse caer otra vez; no podía darle a Kakarotto el gusto de volver a extrañarlo, a necesitarlo, a amarlo. No se lo merecía, pues él mismo había puesto su realización personal por encima de el amor tan inmenso que los unía.

Soy un idiota. Pensó, pasándose un semáforo en rojo sin notarlo. ¿Cómo puedo aun amarte tanto?

~~~

El lunes llegó y en la Universidad Central de Tokio los alumnos pertenecientes a la carrera de Administración, más concretamente de primer año, entraban desganados a su primera clase del día. Abrían su jornada con finanzas, la cual era impartida por un hombre con una excepcional capacidad para causar sopor a quienes lo escuchaban.

Kyabe dejó su mochila sobre el pupitre y se sentó en la silla con expresión ausente, mientras sus dos mejores amigos parloteaban a su lado sobre lo fantásticas que habían sido sus conquistas la noche anterior. Habían ido nuevamente a pasar el rato en una discoteca, pero al insinuarle al pelinegro que los acompañara éste se negó rotundamente, sintiéndose todavía demasiado superado emocionalmente por el intenso encuentro sexual que había tenido la madrugada del sábado con aquél atractivo desconocido que aun no era capaz de sacarse de la mente.

Su virginidad le había sido arrebatada sin más por el hombre más sensual y seductor que alguna vez creyó llegar a conocer en su vida, dejando en él una huella más imborrable de lo que quisiera. Aun recordaba las caricias de esas manos expertas, el roce de su cuerpo contra aquel atlético y escultural, los besos apasionados e insaciables de esos labios exquisitos y la invasión maravillosa de ese gran miembro profanando su ser deliciosamente. Lo que más lamentaba era no haber podido preguntarle su nombre, siendo lo último que recordaba que cayó preso de la inconsciencia ante tan placentera experiencia, despertando al día siguiente en la familiaridad de su habitación. Y al preguntarle a Kale qué había pasado, ya que era con ella que compartía departamento, no obtuvo más respuesta que un suspicaz “tu príncipe te trajo dormido entre sus brazos en la madrugada”, provocándole una vergüenza tan abrumadora que ni siquiera se atrevió a mirarla en lo que restó de día.

Y ahí estaba dos días después, con la mente perdida en los excitantes recuerdos de esa noche, sintiéndose horriblemente atado emocionalmente a alguien a quien ni siquiera conocía.

Sacó el cuaderno de la mochila y al sacar también el lápiz para tomar apuntes, este resbaló de sus dedos sin que pudiera evitarlo, cayendo al piso justo cuando alguien, seguramente su tedioso profesor de finanzas, entraba al aula y cerraba suavemente la puerta tras él. Se extrañó al escuchar una exclamación de asombro por parte de Kale, quien se sentaba junto a él, pero no le prestó mayor importancia, demasiado centrado en recoger lo que se le había caído.

Se agachó y segundos antes de que sus dedos alcanzaran el lápiz, una mano fue más rápida que la suya, sujetándolo con cuidado y extendiéndoselo para que Kyabe lo tomara. Y al alzar la vista para enterarse quién había sido tan amable, quedó boquiabierto y con el corazón desbocado al observar frente a sus ojos el rostro hermoso de aquél desconocido que le había arrebatado su virginidad.

Esos orbes oscuros, de mirada penetrante e intensa, lo escrutaban fijamente, prácticamente queriendo devorarlo. Y él, aun demasiado shockeado e incapaz de articular palabra alguna, no pudo hacer más que quedársele viendo también con la expresión más aturdida del mundo, sintiendo que el tiempo se detenía a su alrededor.

-Un placer volver a verte, Kyabe…

Notas finales:

Esto se va a descontrolar! (?)

A partir de acá Kyabe cobrará cada vez más fuerza como personaje, Vegeta empezará a luchar con sus propios sentimientos y Goku... ugh bueno... no daré spoilers, porque lo de Goku es complicado hasta para mí :c

Espero les halla gustado el capítulo, pese a su extensa longitud y complegidad e.e

Sigo pensando que Goku es el que está sufriendo más :'c No puedo evitar estar de su parte :(


Mil gracias por las más de 180 leídas! Los amo mis fantasmitas fieles :D

Y a mis reviowers (?) de siempre quiero que sepan que son la razón de que la inspiración nazca y se convierta en capítulos así de intensos >//w//<

Gracias por su apoyo, de verdad. Simplemente son amor del bueno <3


Próxima actualización: jueves 31 de mayo :)

Nos leemos entonces mis amores ^-^

Ciao!!


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