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Sin ti por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Antes que nada infinitos agradecimientos por sus hermosos e inspiradores reviews a:

C Lehnsherr

Ichimatsu

Martina Sánchez

Coralia

PrincessSelena

Lulú

Lo repito y no me canso; los amo ♥ Son mi motivación para escribir, mi inspiración misma. Muchas gracias por seguir ahí, apoyándome tan incondicionalmente a pesar del tremendo enredo de fic que me he creado. Espero siempre cumplir con sus espectativas y por sobretodo seguirlos entreteniendo con mis extrañas creaciones ^.^ Gracias por tanto hard yaoi love mis amores!! Son lo máximo <3


Lo sé, soy de lo peor. No actualicé el jueves como prometí y me siento fatal por eso. Y no fue porque no hubiera alcanzado a terminar el capítulo (lo terminé el miércoles de hecho), sino que llegó a tanto el estrés producido por la presión de la universidad que mi cuerpo colapsó y terminé en urgencias. Fue hermoso *ironía mode: ON* Pero bueno, después de un reposo ultra tedioso e.e He vuelto, un día después de lo previsto, pero bueno...

Ha llegado el capítulo final (o la parte final del capítulo e.e) para dar fin (valga la redundancia) a la primera temporada de este pedazo de dramón que me he creado. Sucesos inesperados, drama sin control y un troleo bien feo de mi parte :c No me odien demasiado por favor, que les prometo a como dé lugar un final feliz ^-^

A leer mis preciosuras <3

Lo veía a través de la ventana, él ni siquiera lo sospechaba; sentado sobre la cama que una vez fue suya, con las manos cubriéndole el rostro, los brazos acodados sobre los muslos y las rodillas contra el pecho. No alcanzaba a vislumbrar su expresión, pero se imaginaba que lucía devastado. Y aunque no era capaz de comprender lo que sucedía, sí lograba dimensionar lo mucho que significaba en la vida de su pareja. Los recientes acontecimientos habían sido tan inesperados, que Kyabe aun se preguntaba en qué momento su día dio aquel giro tan sorprendente. Y es que no era sólo el hecho de haberse enterado por terceros que Vegeta había estado comprometido con alguien antes de él, sino que el quién era y el cómo había terminado todo era lo que no dejaba de perturbar su mente. Más ahora que era testigo preferencial del estado emocional en que había quedado su novio, después de saber que su ex no era ni la sombra de lo que había sido.

Suspiró largo y profundo, llendo hacia la puerta de aquella habitación y atreviéndose a tocar tres veces la madera con sus nudillos. Pasó un tiempo y finalmente esta se abrió, revelando a un peliflama de expresión seria y sombría. Se miraron unos segundos, ambos en un silencio incómodo y pesado, el cual el menor rompió con una pregunta que necesitaba una respuesta urgente.

-¿Te irás?

Vegeta desvió la mirada, haciendo que el corazón de Kyabe se rompiera en mil pedazos.

-Lo siento…

Su novio sacudió la cabeza, dándole la espalda para que no viera las lágrimas agolpándose en sus ojos y haciéndolos arder. Apretó sus dientes, empuñó sus manos y reprimió un grito de infinita frustración, apretando también sus párpados con fuerza para impedirle a su llanto correr libre por sus mejillas. Tomó aire y caminó lejos de él, intentando mantenerse armado al menos en su presencia. A cada paso que daba, sentía su mundo resquebrajarse un poco más, las ganas de llorar ganando más y más terreno, mientras poco a poco se alejaba de quien era su primer amor.

-Kyabe.

Percibió como era sujetado desde atrás; los brazos de Vegeta se habían enredado alrededor de su cintura, frenándolo y obligándolo a girarse para enfrentar esos ojos oscuros que eran su más grande perdición. Negó con la cabeza cuando la expresión del mayor se tiñó de preocupación, al ver como las mejillas del pelinegro menor se humedecían bajo una cascada de gruesas lágrimas. Kyabe se abrazó a él, ocultando el rostro en su pecho, aferrándolo con tanta necesidad que parecía un niño pequeño renuente a dejar ir a la persona más importante en su vida. Sollozó y fue consolado con caricias y besos dulces en sus párpados y frente, aferrado en un abrazo fuerte.

-Tengo que ir… él…-Pausó, suspirando consternado.-Debo asegurarme de que Kakarotto esté bien.

-Sólo prométeme… que v-vas a volver… por favor…-Le pidió en un hilo de voz, mirándolo con súplica, mientras lo besaba con el amor y el miedo exudando en cada roce.-Por favor, Veg…

-Lo prometo.-Respondió el peliflama, correspondiendo al beso con ternura.-Volveré por ti, Kyabe.

Él sonrió agradecido aun entre lágrimas, intentando rearmar los trozos de su corazón con la ilusión de que lo dicho por el hijo mayor de la familia Saiyan fuera la verdad y no sólo palabras vacías buscando tranquilizarlo.

Bajó del auto y se adentró rápido en aquel oculto y poco frecuentado bosquecillo a las afueras de la ciudad, ansiando con todas sus fuerzas extraviarse entre los muchos e inmensos árboles que allí había para no ser encontrado jamás. Los ojos le ardían, su corazón apremiaba, su garganta dolía y su mente le reprochaba a gritos lo idiota que lucía actuando de esa manera tan estúpida. Un gemido de dolor escapó de sus labios, mientras lágrimas de pura impotencia y rabia se deslizaban resueltamente por su rostro. Abatido por tan intenso sentir se dejó caer sobre el césped, apoyando la espalda en el tronco de un enorme arce, abrazándose a sí mismo para intentar apaciguar los temblores de su cuerpo producidos por el silencioso e inconsolable llanto del que era preso en ese momento. Lo único que rondaba sus pensamientos era Kakarotto; Kakarotto y la reciente noticia de que en ese instante estaba luchando cara a cara con la muerte misma. Gritó, lloró, insultó, golpeó el suelo con sus puños hasta hacérselos sangrar, volviendo entonces a gritar y a llorar invadido por la ira, sintiendo que la desesperación lo consumía sin piedad por dentro.

-No puedes morir…-Imploró con la voz destrozada, observando al cielo azul gris que predecía pronto una tormenta.-¡No puedes morir, Kakarotto!-Tiró de sus cabellos, un dezasón horrible instalándose en su pecho y dificultándole hasta respirar.-Tienes que estar bien… ¿Por qué ahora? ¿Por qué tú?... ¿Por qué tuvo que ser todo así, maldita sea? ¡¿POR QUÉ?!

Fue entonces que la aparición repentina de unos brazos enredándose entorno a su cuerpo lo sorprendieron, causándole casi un sobresalto de película. Vio hacia arriba y Tarble estaba allí, mirándolo con ojos llenos de comprensión, mientras lo estrechaba con firmeza y contención.

Guiado por el torbellino de emociones que sentía se dejó abrazar, correspondiendo con necesidad, mientras el llanto incrementaba y se dejaba consolar incapaz de calmarse por sí mismo. Su hermano se sentó a su lado sin mencionar palabra alguna, sólo sirviéndole de paño de lágrimas en silencio. La tormenta se desató entonces y cayó sobre ellos como una suave llovizna fría y constante, como si fuera el infaltable sello cliché a tan lamentable situación.

Varios minutos estuvieron así, sólo abrazados en completo silencio. Hasta que Tarble notó a su hermano más tranquilo y lo obligó a hacer contacto visual, enfrentando sus ojos con decisión.

-Tú sabes lo que debes hacer.-Le dijo, sonriendo con tristeza.-Es hora de pensar menos y sentir más, porque si no lo haces ahora quizás a futuro sea tarde y el destino no te dé otra oportunidad.

Vegeta suspiró, asintiendo con la cabeza y devolviéndole la sonrisa con aun más tristeza.

Se levantaron y caminaron de regreso por entre los árboles, mientras la lluvia cobraba fuerza.

-Recupera tu felicidad, hermano.-Propuso el menor, girándose a mirarlo con suma determinación.

Fue entonces que apareció en la mente de Vegeta el rostro triste de Kyabe, robándole un suspiro largo y extenuado, un notorio sinsabor instalándosele sin permiso en el pecho. Tarble suspiró al ver la culpa y otros sentimientos igual de complejos sombrear los ojos de su hermano, haciéndole comprender muy a su pesar que no hacía más que complicarse la vida con sus propias decisiones.

~~~

Raditz miró a Vegeta de reojo, reprimiendo un comentario mordaz. Antes de abordar el avión que los llevaría a California Tarble había hablado con él, pidiéndole de favor que intentara no ser tan duro. “Es mi hermano, Rad, y también está sufriendo” le había dicho, ganándose un bufido resignado como respuesta más un “haré lo que pueda” de su parte. Y allí estaban un día después, dentro de un taxi con rumbo al hospital donde Goku estaba internado. Krillin le había mandado la dirección una vez que hubieron arribado, comentándole también que su hermano seguía en estado crítico y que las horas cruciales en que podía determinarse una mejoría o un peligro vital inminente estaban prontas a acabarse. Entre él y el peliflama no habían hablado mucho, siendo sus conversaciones muy cortas y sólo cuando era estrictamente necesario. Ambos se sentían incómodos en compañía del otro, pero su preocupación por el joven cantante era lo que los mantenía juntos pese a las ganas que aun seguían latentes de agarrarse a golpes.

Finalmente el vehículo aparcó fuera del centro hospitalario, tras lo cual bajaron después de pagar y se encaminaron a recepción, lugar donde supuestamente Krillin los estaría esperando. Lo vieron de pie a unos metros del mezón de informaciones, denotando en su rostro un cansancio e inquietud casi palpables. Raditz se acercó sin dudar a él, pero Vegeta se mantuvo al marjen, sólo observándolos a una distancia prudente; no conocía al chico, lo único que sabía era que él y Kakarotto eran amigos desde sus primeras semanas en Los Angeles y esa no era razón suficiente para hablarle.

-¿Cómo está mi hermano, Krillin?-Fue lo primero que preguntó Raditz, tras saludar al menor.

Antes de responder éste suspiró, masajeándose la frente seguramente para intentar relajarse.

-Aun en riesgo vital.-Respondió consternado.-No evoluciona, pero tampoco empeora. Sólo está ahí, dormido tan profundamente que parece no tener intenciones de querer despertar.-Hizo una pausa, dedicándole una mirada fugaz a Vegeta –a quien conocía en fotos–y luego mirando atónito al hermano de su mejor amigo, quien se encogió de hombros y sonrió amargamente como respuesta.-Los médicos dicen que si no despierta dentro de las próximas doce horas, será difícil estimar cuándo lo hará o…

Si lo hará.-Completó en un suspiro abatido Raditz, viéndose destrozado emocionalmente.

Krillin asintió, agachando la mirada, tan triste y decaído como él.

-Vamos, llévanos a verlo.-Lo instó el mayor, haciéndole a Vegeta una seña para que los acompañara.-Quiero hablar yo mismo con los doctores, debe haber algo que se pueda hacer…

Los tres subieron al ascensor con rumbo al sexto piso, sumidos en un silencio denso e incómodo.

Mientras Raditz hablaba con el doctor encargado del estado de su hermano, Vegeta se escabulló en silencio por los pasillos blancos y amplios de aquella planta. Había escuchado el número de habitación donde estaba Kakarotto y eso había sido suficiente para él, llevándolo a buscar ansiosamente la puerta con dicho número impreso en la placa. Hasta que al doblar en una esquina se dio de lleno con ella, justo en la entrada al área de Cuidados Intensivos. Zona restringida; sólo personal autorizado rezaba un letrero en la cristalizada entrada al lugar, al cual tenías acceso con una tarjeta que te permitía el paso. Resopló frustrado, ideando alguna manera de pasar sin ser descubierto, justo cuando una enfermera de apariencia bastante joven se acercaba. Se apoyó en la pared que tenía más cerca y fingió leer un instructivo de seguridad sanitaria pegado en el muro, mientras la chica le pasaba por al lado demasiado concentrada viendo unos papeles que llevaba en las manos. Llegó a la puerta cristalizada e insertó en la ranura la tarjeta de ingreso, tras lo cual esta se abrió y le permitió el paso. El peliflama entonces corrió hasta allí y prácticamente se lanzó contra el cristal antes de que se cerrara, logrando así entrar por apenas milímetros. La chica al oír un ruido se giró a buscar la causa, pero no notó nada por lo que siguió su camino sin mirar atrás. Vegeta, saliendo de su escondite –se había ocultado detrás de una especie de mampara ubicada junto a la entrada– caminó hacia la habitación ciento doce, sintiendo sus latidos acelerándose a medida que más se aproximaba hasta allí.

Todo en ese sitio estaba rodeado de cristal, ya fueran puertas o paredes, por lo que no resultó difícil para el joven Saiyan vislumbrar la silueta de su ex novio recostada sobre aquella cama de sábanas blancas. Se veía tan frágil, angelical y adorable, tal como había visto en sus fotos y en los videoclips de sus canciones; Kakarotto conservaba aun el aire infantil y tierno que tanto lo había cautivado desde el día que lo conoció.

Dándose valor entró finalmente a la habitación, siendo perceptible a sus oídos el sonido del cardiograma monitoreando sus latidos, además del evidente aroma a antiséptico en el aire. Se acercó a la cama y su mundo se estremeció sin poderlo evitar, cuando sus ojos pudieron al fin recorrer su rostro y sus manos inquietas actuaron en sincronía acariciándole el cabello –¡seguía siendo tan suave como recordaba!– y sujetando con anhelo una de las suyas, mientras se perdía en la hermosura de esas facciones tan perfectas.

Las ansias por rozar sus labios con los propios hicieron meya en él, pero se contuvo lo mejor que pudo, conformándose con dejar un beso casto y fugaz sobre su frente. El sólo tacto de esa tersa piel contra sus labios fue suficiente para despertar la titánica gama de sentimientos que lo invadían al estar con él, desbocando a los latidos de su corazón y robándole una sonrisa de idiota.

-Oye…-Susurró suavemente, sin dejar de jugar con sus alborotadas, pero sedosas hebras azabaches entre sus dedos.-Tienes que despertar, Kakarotto… debes hacer que venir aquí halla valido la pena…-Sonrió sintiéndose un completo imbécil, percibiendo el ardor típico de las lágrimas agolpándose en sus ojos.-Despierta, bebé… despierta y dime lo que sea… insúltame, grítame, pídeme que me vaya si quieres… pero abre tus ojos… no te dejes morir, no lo permitas…

-¡Vegeta, mírame!-Pidió en un grito Goku, interceptando al peliflama justo en el estacionamiento del edificio donde llevaban más de tres meses viviendo juntos.-¿De verdad quieres cortar así de fácil con esto? ¿De verdad estás terminando conmigo sin siquiera darme la opción de demostrarte que sí podemos intentarlo estando lejos unos cuantos meses?

-Unos cuantos meses…-Ironizó éste en un casi inaudible susurro, sonriendo amargamente.-¡No quieras bajarle el perfil a las cosas, Kakarotto!-Lo contradijo, enfrentando sus ojos con una mirada llena de resentimiento y dolor.-¡Serán dos largos y malditos años! ¿Acaso no piensas? ¡En esos dos años pueden pasar mil cosas, incluso podríamos hasta conocer a otras personas y…!

-Vaya…-Lo interrumpió el menor, dando un paso hacia atrás con expresión dolida.-Veo que ni siquiera me has mandado al diablo formalmente y ya estás pensando en conocer a otras personas.-Resopló, endureciendo la mirada.-Te diré algo, Vegeta; yo puedo estar lejos de ti por años, sólo conformándome con verte a través de una cámara o escuchar tu voz por medio de un teléfono, pero eso jamás sería razón suficiente para siquiera pensar en conocer a alguien más.

-Yo no dije eso…

-Sí, sí lo hiciste. Sigue tu propia recomendación y no quieras bajarle el perfil a las cosas.-Lo cortó Goku, mostrando en sus ojos una decepción latente.-Una relación a distancia no es sinónimo de infidelidad, por si no lo sabes. Pero bien, hagámoslo como tú quieres…-Se volteó, apretando sus párpados con fuerza para impedirle a sus lágrimas correr libres por su rostro.-Te lo haré fácil, para que así no tengas que lamentarte por ser quien terminó la relación. Podrás culparme a mí toda la vida si quieres…-Tomó aire, consciente de que estaba a punto de matarse en vida sin vuelta atrás.-Se acabó.

Vegeta quedó estático, observando como su hasta hace unos momentos futuro esposo se alejaba a paso rápido, sin siquiera girarse a dedicarle al menos una última mirada. Quiso detenerlo, decirle que las cosas no podían acabar así; quiso correr hasta él para abrazarlo y no dejarlo ir jamás, pero todo no quedó más que en deseos muy ocultos en su subconsciente, ya que en la realidad sólo se quedó allí, paralizado dejándolo escapar; siendo testigo de como se iba sin hacer nada por impedírselo.

Fue en ese momento que Vegeta colapsó. El dolor, la frustración, la rabia, la culpa, el arrepentimiento, el extrañarlo y la negación explotaron dentro de su pecho, haciéndolo romper en un llanto silencioso e inconsolable, el cual apenas lograba controlar ocultando el rostro entre las blancas sábanas, ahí con la cabeza recostada en el borde de la cama.

-Perdóname, amor… perdóname por no amarte lo suficiente… perdóname por ser un maldito egoísta… perdóname por no apoyarte cuando más me necesitaste…-Su voz sonaba apagada, apremiada por el llanto, destruida por las emociones que experimentaba.-Perdóname, por favor…

Se quedó largo rato así, sólo oyéndolo respirar, apreciándolo en silencio tras calmarse. Sentía que algo dentro de él se incrustaba a cada palpitar que daba su corazón, causándole un dolor interno inmenso. No dejaba de pensar en cómo habría sido todo si en ese entonces en que su vida era tan perfecta, él hubiera accedido a apoyar a Kakarotto en su decisión.

¿Habría sobrevivido su amor a la distancia?

Sonrió con ironía, incorporándose y enjugándose los ojos con el dorso de la mano. Claro que habría sobrevivido, ya que prueba innegable de ello era que estuvieron cinco años alejados uno del otro y el sentimiento seguía ahí, latente y tan fuerte como siempre. Porque estaba seguro de que Kakarotto también lo amaba, pues la ligera aceleración en sus latidos cardíacos demostraba que su cuerpo aun era capaz de reaccionar a su presencia.

La cuestión era: ¿habría sido suficiente el amor para mantener viva su relación? Porque una cosa era amar, pero otra muy distinta era poder superar los obstáculos que llegasen a aparecer estando lejos del ser amado. Estando en países diferentes, separados por millas de distancia, no sólo se ponía a prueba el amor propiamente tal, sino que la tolerancia, la confianza, la comunicación y el respeto. Con semejante diferencia horaria entre California y Tokio, ¿cómo se suponía que coincidirían para hablar? Recordaba que eso fue lo primero en que pensó cuando su, en ese entonces, prometido le sugirió mantener un noviazgo a distancia; cuando fuera de día allá, sería de noche acá y ambos estarían tan agotados por sus respectivas vidas que inevitablemente llegaría un momento en que dejarían de intentar coordinar llamadas, lo que terminaría a la larga destruyendo la relación.

Pese a dichas interrogantes Vegeta no podía evitar sentirse culpable por haberse negado tan rotundamente a su petición, sin siquiera darle al menos el veneficio de la duda. Kakarotto le aseguró que poniendo el suficiente esfuerzo serían capaces de salir airosos de aquella especie de prueba, que esos dos años separados se pasarían rápido manteniendo la mayor comunicación posible y que una vez que todo pasara su amor se haría aun más inquebrantable de lo que ya era.

Quizás sí habría resultado… Recapacitó triste, sus ojos fijos en el bello rostro de su eterno amor.

~~~

Kyabe se sentó en una vanca ubicada bajo un enorme manzano, en el muy bien cuidado jardín detrás de la facultad de Ciencias, apoyando su espalda en el tronco con semblante decaído. Kale y Bra se sentaron junto a él, sintiéndose horriblemente frustradas de no poder ayudarlo. Desde la primera hora de clases su amigo se había mostrado desinteresado en todo, manteniendo la mirada ausente gran parte del tiempo, su mente en cualquier lugar menos allí. La chica pelinegra era la más sorprendida con su actitud, pues desde la tarde que Vegeta lo fue a dejar luego de la cena en casa de sus padres donde lo presentaría como su novio formal, en vez de la explosión de alegría y euforia posterior a tan emocionante acontecimiento, sólo había visto tristeza y pesadumbre en su máxima expresión. Y aunque quiso preguntarle qué había pasado, éste sólo la había ignorado magistralmente, negándose a tocar el tema, encerrándose con llave en su cuarto.

-¿Te sientes bien, Kyabe?-Inquirió Bra, acariciándole el cabello con cariño, mientras él abría una botella de agua sabor limón y le daba un largo trago, luciendo demasiado afectado.-¿Qué tienes?

-Ayer me enteré que Vegeta estuvo comprometido con alguien antes de mí.-Les contó, notándose tan dolido como frustrado.-Y no, ese no es el problema.-Tomó aire, con las miradas de sus amigas fijas en él.-El problema es que estoy seguro de que todavía lo ama, porque en cuanto supo que está en coma por una sobredosis de pastillas no dudó ni un segundo en ir a ver cómo está.

-Espera, espera…-Kale lo frenó, poniendo cara de máxima confusión.-¿A dónde se supone que fue?

-A California.-Respondió Kyabe, bufando exasperado.-Ahora entiendo por qué nunca me agradó.

-¿Acaso lo conoces?-Se asombró Bra, mirándolo igual de confundida que su amiga.

El pelinegro negó con la cabeza, entornando los ojos con un odio casi llameante en sus pupilas.

-El muy idiota es ese tal Black que a ustedes tanto les gusta.-Espetó con ironía, destilando ira.

-¡¿Que es quién?!-Se impactaron ambas, sus ojos y bocas abriéndose a más no poder del asombro.

-No lo repetiré.-Se hartó Kyabe, mirándolas con semblante homicida.-Sepan que son fans de un pobre idiota incapaz de subsistir sin ahogarse en pastillas…-Se levantó, su expresión corporal indicando a la perfección su estado de furia contenida.-Como quisiera desconectarlo yo mismo.

-¡Kyabe!-Increpó Kale, demasiado aturdida ante tan indolente actitud.-¿Cómo puedes hablar así?

-Estoy en todo mi derecho.-Se justificó él, encogiéndose de hombros.-Me está arruinando la vida.

-Sí, pero no creo que deseándole la muerte soluciones algo.-Criticó Bra, muy en el fondo temiendo que a su amigo el amor lo estuviera convirtiendo en alguien que no era.-Es decir, dudo mucho que él siquiera sepa que existes, ¿o sí? Vegeta fue por su voluntad, no porque lo obligaran.

-Como sea.-Porfió él, reacio a cambiar de opinión.-Si ese imbécil no existiera, todo estaría bien.

Ambas se miraron, pensando lo mismo; el comportamiento de Kyabe empezaba a ser perturbador.

Las clases terminaron, por lo que el grupo de amigos al completo decidió ir al cine para distraerse. Kale logró que Kyabe aceptara a regañadientes, convenciéndolo casi a base de amenazas para que los acompañara. Iban conversando de trivialidades, riendo y comentando cosas al azar; de a tres bajaban la escalera, hasta que algo los hizo alertarse y preocuparse de sobremanera. Y es que, cuando quedaban apenas cinco escalones para llegar al primer piso, Kale dio un grito aterrado y al voltear, vieron como el menor de ellos palidecía y caía sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo.

-¡Kyabe!-Exclamó horrorizada la pelinegra, corriendo desesperada escaleras abajo para auxiliarlo.

.Pero, ¿qué pasó?-Bra no salía del asombro, dándole palmaditas en el rostro para hacerlo reaccionar.-¿Kyabe, vamos… ¿qué tienes? ¡Está inconsciente!

-Tranquilas.-Intervino Trunks, un pelilila que iba dos semestres más adelante que ellos.-Sólo se desmayó, por eso cayó tan abruptamente.-Abrió su mochila y sacó de su interior una botellita de alcohol, vertiendo un buen poco en su mano y acercándola a la nariz del menor.-Ya reaccionará.

-¿Estás seguro?-Inquirió preocupado Goten, otro de los miembros del grupo y novio de Trunks desde varios meses atrás, mirando a su amigo con ojos analíticos.-No es normal que se desmayara así sin más, es inquietante.

Todos asintieron en acuerdo, mientras hastaallí llegaba una de las enfermeras que trabajaba en el servicio de salud con que contaba la universidad. Les pidió a los chicos que levantaran a Kyabe y lo llevaran a la mini clínica que ahí tenían, a lo que accedieron sin dudar. Ya estando en el lugar recostaron a su amigo en una de las camillas, mientras la mujer le tomaba la temperatura y después iba por un par de implementos que necesitaría para tomarle una muestra de sangre. Al ser de las universidades más completas y prestigiadas del país, era más que factible hacerle un examen para descartar al menos un par de enfermedades que hubieran causado el desmayo.

Tras varios minutos Kyabe reaccionó, mirando confuso los rostros preocupados de sus amigos.

-¿Qué… pasó?-Quiso saber, sintiéndose horriblemente débil y aturdido.-¿Dónde…?

-Calma, joven Shimizu.-Lo interrumpió la mujer mayor, leyendo por enésima vez el resultado del examen antes hecho sin salir aun de la sorpresa.-Chicos, necesito que salgan. Lo que su amigo y yo debemos tratar es algo demasiado delicado y si ustedes lo sabrán, será cuando él lo desee.

-¿es grave?-Inquirió Kale sumamente inquieta, mirando al menor con expresión alarmada.

La mujer la miró con algo que la chica no pudo descifrar, antes de pedirles otra vez que salieran.

Una vez que estuvieron a solas, Kyabe se incorporó en la camilla y le aceptó el vaso con agua que la mayor le ofreció, bebiéndolo a sorbos cortos debido a lo revuelto que sentía el estómago.

-¿Es malo?-Fue lo único que atinó a preguntar, percibiendo un evidente desconcierto en la mujer.

Es… sorpresivo.-Le contestó, sentándose en la silla a su lado.-Dime algo, Kyabe… ¿tienes pareja?

~~~

Bip… bip… bip…                                       

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… ¿cuántos días habían pasado ya?

Apoyado en la pared junto a la puerta, Vegeta observaba ensimismado a su eterno amor. Una semana había transcurrido desde la primera vez que estuvo allí, una semana viendo a Kakarotto sumido en un sueño profundo y aparentemente interminable. Lo único que había cambiado era que ya no estaba en riesgo vital, siendo el miedo a perderlo para siempre reemplazado por una angustia insufrible de sólo pensar que nunca más lo vería abrir los ojos.

Incluso había estado en su departamento; Raditz mismo le había entregado la llave la tarde que lo encontró sumido en su miseria en la soledad de una vacía sala de espera, sugiriéndole que fuera a descansar allí antes de que recuperara la cordura y se arrepintiera. Nunca olvidaría la sensación que recorrió su cuerpo al atravesar por primera vez esa puerta, ahí en el séptimo piso de un edificio cualquiera en el centro de Los Angeles. Todo el lugar olía dulce, como si el aroma característico de Kakarotto se hubiera impregnado en cada rincón. Esa noche durmió en su cama, abrazado a su almohada como un bebé a su peluche favorito, embriagándose de su esencia.

Su teléfono celular vibró, pero ni siquiera hizo amagues de ver quién era. Sabía que la llamada provenía del móvil de Kyabe, así como las más de cien que había recibido durante todos esos días. Lo estaba evitando descaradamente y era consciente de ello, sin embargo no se sentía con fuerzas ni ganas de enfrentar sus preguntas, ya que era incapaz de darles una respuesta. Lo único que sabía a ciencia cierta era que no quería separarse de Kakarotto ni un segundo, siendo la rebelión de su corazón mucho más potente que el rechazo que estar ahí le producía a su mente.

Bip… bip… bip…

-Despierta ya…-Musitó en voz poco audible, anhelando con el alma que sus ojos se abrieran al fin.

Fue ahí que, con un vértigo exquisito en su estómago, Vegeta vio como la mano derecha de Goku se movía, deslizando lentamente los dedos por la sábana que lo cubría. Los latidos monitoreados por el cardiograma se desajustaron, mostrando en la pantalla una ligera aceleración, mientras esa piel nívea y tersa recobraba un poco de su tono natural. Movido por sus ansias el peliflama dio unos pasos para acercarse, sintiendo como su corazón iniciaba una loca carrera dentro de su pecho, una ansia inmensa apoderándose de su sentir. Hasta que esos orbes oscuros, igual a universos infinitos y brillantes, se abrieron al fin, siendo él lo primero que lograron enfocar.

-Ve… geta…

Sonrió preso de una emoción sólo típica en alguien demasiado enamorado, terminando con la distancia entre ellos para aferrar entre las suyas una de sus manos, mientras asentía creyéndose incapaz de formular palabra alguna, sólo siguiendo el impulso de su corazón y besando su frente.

Goku estaba aun demasiado desorientado para asimilar como una realidad lo que sus ojos veían, creyéndolo no más que otra de sus alucinaciones producto de extrañarlo tanto. Con dificultad propia de su delicado estado alzó su mano derecha y rozó con timidez una de las mejillas de Vegeta, sintiéndose morir de felicidad cuando en respuesta le fue regalada una sonrisa preciosa más un beso casto en el dorso de la misma. Percibió el cálido recorrido de lágrimas rodar por su rostro, mientras oleadas de sensaciones y sentimientos indescriptibles se agolpaban en su pecho.

-E-En serio… e-eres tú…-Habló lo mejor que el ardor en su garganta le permitió, mientras su amado peliflama le secaba las lágrimas delicada y dulcemente con la yema de sus dedos.-Pero…

-Shhh…-Lo calló Vegeta, acariciando sus cabellos con roces suaves.-Ya hablaremos de eso, ¿vale? Ahora necesitas que te revisen, porque según sé tus niveles de droga en sangre no han descendido al cien porciento y eso podría ser demasiado perjudicial para tu salud.

Goku desvió la mirada, denotando una mezcla de vergüenza y tristeza en sus ojos, mientras una sensación horrible que no supo cómo interpretar le hacía querer salir huyendo de allí enseguida.

-Yo…-Quiso explicar, creyendo que Vegeta lo repudiaría al saber de su adicción.-

-Kakarotto, lo sé.-Volvió a interrumpirlo, mirándolo con preocupación y culpa, algo muy poco común en él.-Lo que no sé es por qué lo hiciste, lo que no entiendo es con qué fin y lo que me gustaría saber es desde cuándo lo estás haciendo.-Suspiró hastiado, percibiendo una vez más la vibración persistente de su celular dentro del bolsillo delantero de sus jeans.-Pero ya habrá tiempo de hablar, te lo prometo. Ahora iré a buscar al médico para que te revise, sino nunca saldrás de aquí.-Le sonrió tranquilizador, dejando un beso fugaz en su mejilla.-Ya regreso, ¿okey?

Goku asintió, perdiendo su mirada en su figura, la cual desapareció al cerrar la puerta tras salir.

Sigue siendo tan jodidamente atractivo y sensual…

Luego del revuelo causado por la noticia de que Kakarotto había reaccionado al fin, Vegeta aprovechó la instancia en que el doctor le haría un exhaustivo chequeo para contestar su celular. Se sorprendió al ver que no era Kyabe el remitente de la llamada, sino Bulma, su mejor amiga.

-¡Vegeta Saiyan, príncipe de la idiotez!-Fue el primer grito que perturbó a sus oídos en cuanto respondió.-¡¿Por qué carajos no contestas tu estúpido celular?! ¡Te he llamado como mil veces!

-Claro…-Ironizó él, ya por costumbre siéndole necesario molestarla.-¿Qué quieres, mujer odiosa?

Bulma gruñó cual fiera furiosa, pero no tuvo más remedio que ignorar su usual forma despectiva de referirse a ella para contestarle, debido al repentino y perturbador suceso recién acontecido.

-¡Vas a ser padre, grandísimo idiota!

Dicen que el destino es caprichoso. Muy, pero muy caprichoso.

Porque cuando crees que al fin todo ha calzado, cuando piensas que al fin las piezas del puzle que conforman tu existencia han encajado en su lugar, una tormenta arrecia y vuelve a desarmarlo todo.

Dicen que hay personas predestinadas a estar juntas, unidas por una especie de lazo invisible que, sin importar el tiempo o las sircunstancias, jamás podrá romperse.

Sin embargo el amor, mientras más puro, más a prueba es puesto, llevando a los amantes por un espiral de obstáculos a veces casi imposibles de afrontar.

Pero si los amantes no están destinados, más temprano que tarde el sentimiento no será lo suficientemente fuerte para sobrevivir a las pruebas del mismo destino, llevándolos a separarse y olvidarse de ese amor que una vez los unió y que creyeron tan fuerte, dejando su historia en no más que un recuerdo que inevitablemente se borrará algún día.

De pie en la asotea de aquel alto edificio, un joven de cabellos alborotados observaba como en trance a las personas apenas visibles debajo. Un viento cálido soplaba y movía sus hebras azabaches a un suave compás, paseándose también por su rostro para secar el surco de lágrimas brillando en sus mejillas.

¿Por qué? Era la única pregunta que se repetía como un mantra en su mente, mientras una dolorosa punzada en su corazón le dificultaba respirar. Por un breve momento había creído que todo estaría bien, que las dispersas piezas del rompecabezas que era su vida se habían unido para hacerle renacer de entre las cenizas. Pero no; una vez más se había equivocado como un imbécil, cayendo por enésima vez en la cruel trampa de aquel ser que seguramente se divertía de lo lindo haciendo de su existencia algo miserable.

Escuchó pasos detrás de él y no tuvo que ser adivino para saber quién era, pues el aroma cítrico de aquel perfume le resultaba inconfundible. Por una milésima de segundo barajó la posibilidad de terminar con todo de una vez lanzándose al abismo desde aquella considerable altura, no obstante lo descartó incluso más rápido de lo que llegó a pensarlo. Armándose de valor se volteó y enfrentó la mirada de su ex pareja con una entereza que en verdad no sentía, apoyando su espalda contra el pequeño muro que impedía a quien estuviera allí un pase en caída libre a la muerte. Vegeta y él quedaron separados por escasos centímetros de distancia, lo cual le jugó una pésima pasada al su corazón suplicar a gritos en cada latido aferrarse a él para jamás soltarlo.

-¿Qué quieres, Vegeta?-Le preguntó con dureza, luchando por mantener en su lugar las pocas piezas que quedaban de su, por milésima vez, destrozado corazón.-Creí que ya te habías ido.

-No puedo irme sabiendo que me odias.-Confesó el peliflama, dejando a un lado su careta indiferente y mostrándose tal cual se sentía con quien era dueño absoluto de su ser.

Goku soltó el aire que no supo en qué momento retuvo, pateando lejos a sus sentimientos,los cuales lo único que hacían era volverlo frágil y vulnerable.

-No te odio, Vegeta.-Admitió en voz cansada, consciente de que a cada segundo se rompía un poco más por dentro.-Odio la situación, odio al destino y aunque sé que no corresponde lo odio a él, por darte sin ningún problema lo que yo una vez creí que podría.

-Kakarotto…

Le ardían los ojos, la garganta y el pecho. Se quebraría y no podía permitirlo, ya que se había prometido luchar por rearmarse a como diese lugar. Con o sin él, Goku debía recuperar su vida y más que eso sus ganas de vivir, por lo cual estaba dispuesto a cerrarse a sentir por Vegeta ese amor que alguna vez creyó triunfaría ante cualquier obstáculo, pero que ahora entendía que había perdido todas y cada una de las batallas que  fue forzado a enfrentar.

-Tú y yo no estamos destinados a estar juntos.-Comentó resignado, pasando a su lado al caminar en dirección a la puerta que lo llevaría de regreso al hospital.-Supongo que ya va siendo hora de aceptarlo.

Le dedicó una última mirada, donde detalló una a una sus facciones para guardar su imagen junto al amor que le tenía muy en el fondo de su corazón. Y fue así que en silencio se despidió de quien, hasta ese momento, había sido su razón de vivir y que ahora, después de saber que tendría un hijo con alguien más que no era él, no era más que otra persona en su vida a quien ansiaba con todas sus fuerzas olvidar.

“Lo siento, por hacerte perder el tiempo;

Por pensar que hacer otro intento de tenerte, lucharte y sentirte, te haría feliz.”

-Adiós, mi amor…

Notas finales:

No diré nada, porque posiblemente todo lo que diga será spoiler. Sólo pregunto: ¿quieren que sea niño o niña el bebé de Vegeta y Kyabe?

Me ocultaré dentro de un bunquer para evitar la furia colectiva XD

Créanme que hacer lo que hice con mi amado VegeKaka me dolió horrores, pero no es más que parte de la trama u.u

Qué se esperan a partir de acá?? Creen que exista alguna forma de que Vegeta y Goku terminen juntos al final?? Creen que la relación entre Vegeta y Kyabe prospere?? Qué opinan del cambio en el carácter de Kyabe?? Tienen alguna petición que hacerme para la segunda temporada??

Soy de lo peor por ilusionarlos en vano, lo sé :c Yo igual quería reconsiliación bien al estilo Disney entre Vegeta y Goku T-T Me odio (?)


Miles de gracias por las más de 925 lecturas!! Los adoro demasiado, son lo más *^*

Saben que un review es una inyección de inspiración para esta loca y estresada autora ;)

Y saben también que es por ustedes que este fic es lo que es <3

Los amo mis amores!! ♥


Próxima actualización (temporalmente): viernes 29 de junio :)

Nos leemos para entonces ^-^

Ciao!!


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