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El gran dragón rojo // Thorki por javithabadeer

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Sentado leía un libro, el bamboleo hacia que el licor en su copa se derramara poco a poco. La puerta fue tocada dos veces, un marino ingresó diciendo que ya estaban cerca. Asintió a eso, se levantó dejando el libro en el estante con el resto. Tomó su chaqueta azul y mientras caminaba hacia la puerta se la acomodaba. Avanzó por la cubierta del barco sin tambalear, las olas movían de lado a lado la nao, pero eso no sería suficiente para asustarlo. La lluvia caía con intensidad sobre todos, las velas se agitaban hacia adelante y atrás y los aparejos sonaban al azotarse entre ellos. Subió la escalera hacia la cubierta superior, su larga chaqueta era elevada por la feroz brisa marina. Fue hasta el borde, apoyó sus manos sobre la barandilla de madera mirando a la distancia, la espuma que se formaba saltaba empapando sus botas. Sus cabellos rubios se apegaban a su rostro, lo usaba largo hasta los hombros, lacios y delgados.

-¡Capitán! -Gritó un marino desde la escalera. -¡Se acercan!

-Cambien la bandera, muéstrenles quienes somos.

-¡Sí, señor! -Respondió el marino con fuerza.

La bandera de Jamaillia ondeaba en lo alto, aunque sólo era un engaño, la bandera fue bajada dejando a la vista la de pirata que tenían. Era negra con un cuervo blanco de alas extendidas, bordado con dedicación. Fue hasta el timón donde relevó a su primer oficial, alcanzaron al otro barco mercante, la tripulación tenía armas y apenas estuvieron cerca comenzaron a disparar. Sus hombres lanzaron los ganchos y las redes, como bestias se lanzaron a atacar, subieron al otro barco lanzando bombas y disparando. Podía escuchar las voces agonizantes de aquellos hombres que creyeron que podían ir contra sus deseos. Bajó la escalera hacia la cubierta dejando a su primer oficial a cargo de su nao, atravesó el tablón que unía ambos barcos. Los cuerpos se acumulaban en la cubierta, podía escuchar algunos disparos desde abajo, bajó del tablón a la cubierta y así caminó por su nuevo barco. Eran jamaillicios, no había duda en eso. El capitán del barco fue llevado ante él, lo hicieron ponerse de rodillas mientras lloraba pidiendo piedad.

—Han sido abordados por Thor, el pirata más despiadado de todo Mitomar.

—Por favor, no me mate. Le daré mi mercancía más valiosa, pero no me mate, por favor, tengo familia, hijos. —Rogó el hombre desesperado.

—¿Valioso? —preguntó alzando una ceja. —¿Oro? ¿Telas? ¿Crees que eso vale tu vida?

—Es mucho más valioso que eso. —Aseguró este.

—Capitán. —Llamó uno de sus hombres.

Bajó con él hasta las bodegas del barco, habían barriles con vinos, telas amarradas en los costados y dentro de una rectángulo de cristal estaba aquel extraño ser. Flotaba en el agua, sus cabellos formaban un halo alrededor de su cabeza, tenía escamas en la piel y en el rostro. Una larga cola en vez de piernas, de unos tonos que jamás había visto. Sorprendido se quedó en silencio, historias relataban a hombres que se habían topados con estos seres, pero ninguno que pudiera cazarla. ¿Estaba muerta? Se acercó al cristal, tenía los ojos cerrados, apoyó su mano observándolo detenidamente.

—Será tu perdición.

Miró la cabeza de madera que tenía atada en la muñeca, esta tenía los rasgos de su abuelo, de nariz puntiaguda y cabellos ondulados intensamente dorados. El amuleto lo miró con sus ojos pintados, parecía tan real por la forma en la que se había esculpido. Frunció el ceño por su comentario, ¿Cómo podía ser su perdición si ni siquiera se movía? Fue cuando aquella cosa abrió sus ojos, se lanzó hacia él chocando contra el cristal y mostró unos grandes colmillos afilados. De su cuello salieron unas membranas del mismo tono de su cola, las agitó de lado a lado provocando que saliera una toxina de ellas. Sorprendido dio un paso para atrás, era más tenebrosa y horrible de lo que había imaginado. Su corazón latía desbocado, llevaba muchos años sin sentir miedo, pero aquella criatura había logrado hacerle sentir el temor más grande de su vida. Sintió que revivía la memoria de su pasado, gritos y espantos, sangre y llantos... Negó levemente apartando la mirada, era mejor pensar ¿Cuánto valdría para el comprador indicado? Se apartó y volvió a subir a la cubierta donde esperaban sus hombres, buscó mantener el semblante serio, para no demostrar el horror que había sufrido. El capitán lo miró con una sonrisa en su rostro, sabía que había logrado su objetivo.

—Es sin dudas algo con mucho valor. Muchas gracias, capitán...

—Albatros.

Sacó su pistola y así le disparó en la cabeza sin darle tiempo de nada. El cuerpo cayó a los tablones del barco, junto con el resto de la tripulación. Guardó su arma y miró a su gente.

—Es hora de volver a casa. Arrojen los cuerpos al mar, las serpientes han de tener hambre.

Y sin nada más que decir volvió a su barco. Escuchó como salpicaban al caer, su corazón latía acelerado por la culpa de aquella bestia, en sus ojos había visto cosas horribles que al parpadear seguían ahí. Fue hasta su camarote, tomó asiento sobre su silla y de un trago bebió el licor en su copa. 

 

Despertó de manera lenta, podía escuchar una voz a la distancia, era hermosa y fina, sin embargo, no eran palabras inteligibles, simplemente no eran sonidos que su boca pudieran reproducir. Se levantó de su camastro, llevaba puesto sólo su pantalón, enfundó sus pies en las botas y salió mientras se ponía la camisa blanca. La lluvia seguía, pero ahora era una suave cortina que empapaba todo. Caminó por la cubierta buscando al dueño de la voz, su corazón se detuvo al ver que entre ambos barcos iba una serpiente bastante larga. Esta alzó su cabeza y siguió el canto proveniente de la otra nao. No habían palabras, al menos no era algo que pudiera descifrar... era hermosos e hipnótico. Definitivamente había bebido mucho por una noche, volvió a su camarote donde se recostó nuevamente en su cama sin importarle que tuviera el cuerpo mojado.

 


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