¿Cómo continuó todo?
Tuvieron que pasar al menos tres años para continuar con esta historia. Mirio y Tamaki fueron a la misma secundaria, volviendo a coincidir también en el mismo salón. Ahora, a la edad de catorce años, ellos más o menos están más relacionados con sus cuerpos y el significado de las palabras “cariño” y “querer”. Todavía les cuesta aprender sobre el “amor”, pero de a poco se aprende.
¿Cómo continuo todo?
Por la mañana, Tamaki y Mirio llegan a la escuela y se cambian de zapatos para ingresar al recinto, sin embargo, sobre los zapatos de Mirio había una carta anónima que venía en un sobre color rosa, el cuál venía sellado con una estampa en forma de corazón. Es más que obvia la situación, el rubio ha recibido una carta de amor anónima de alguna admiradora secreta. Mirio abre el sobre para leer su interior. Palabras clichés sobre sentimientos aún incomprendidos, el chico no entiende, pero sonríe y decide que le dará su respuesta a la chica cuando tenga la posibilidad de hablarle, cosa que sucederá, puesto que en la carta, esta muchacha anónima cita a Mirio detrás del gimnasio a la hora del almuerzo.
Tamaki sólo mira a su amigo sin decirle nada, dentro de él están surgiendo diversas cosas, entre ellas algo que quizás deteste, debido a que los “celos” no es algo que un héroe deba sentir, se debe respetar la vida de la otra persona, más aún si es alguien cercano a ti, no obstante… ¿De quién tiene celos Tamaki? ¿De Mirio? No, por supuesto que no. Él está celoso de la chica, porque tuvo el valor de mínimo hacerle saber sus sentimientos a Mirio, muy diferente de Tamaki, quien todavía es incapaz de abrirse completamente. Es cierto que de pequeños tuvieron su primer secreto juntos, haciendo memoria sobre la revista que leyeron y lo que sintieron luego de haber comprendido la situación, no obstante; esto ya no es un juego de niños. Siendo así, la primera vez que Tamaki se sentiría desplazado por Mirio.
- Fe-Felicidades, Mirio. – Balbucea el azabache mientras que se coloca los zapatos.
- No creo que debas felicitarme por recibir una carta, Tamaki. – Dijo sin borrar su sonrisa. – Tarde o temprano te llegará una a ti también, eres lindo, ¿Lo sabías?
Ese comentario hizo arder la cara de Tamaki, quien luego de ponerse los zapatos corrió al salón despavorido por las palabras de Mirio, quedando solo en la entrada con la carta en su mano izquierda. Quizás no consciente por las palabras que dejó salir, pero sí consciente de la decisión que tomará.
Las clases se sintieron cortas, en un parpadeo los chicos ya estaban en el receso del almuerzo. Tamaki comía con otros amigos, mientras que Mirio iba a darle la respuesta a la chica, dejando a la imaginación de los muchachos lo que él le responderá.
- Si es Ami-chan de clase 3 seguro que Mirio acepta. Tiene buenas curvas.
- Yo creo que es la chica de intercambio quien se le confesó, se veía química entre ellos cuando Mirio le ayudó el primer día que llegó. Escuché que no sabía cómo llegar a la secundaria y él amablemente le mostró el camino.
- Todos ustedes están mal, la chica que se confesó es Miki de la clase 4. Ella siempre está viendo a Mirio desde lejos. ¿No es así, Tamaki?
Entre cuchicheo y cuchicheo, Tamaki ni si quiera prestó real atención ante la conversación de sus compañeros, como tampoco tenía ganas de ser parte de ella, puesto que estaban hablando de un tema más o menos delicado para él. Es más, cuando escuchó su nombre, decidió desviar su rostro a otro lado y responder con un seco “No sé”. Sus compañeros no lo tomaron a mal, puesto que era normal para Tamaki ser así de distante con ellos.
¿Qué está haciendo Mirio en este momento?
Mirio está frente a frente con la chica que envío su carta, una chica de tercer año, una Senpai. Desafortunadamente, ninguno de los chicos dio en el clavo.
- Togata-kun. – Dice con voz temblorosa. – Tú… - Toma valor. - ¡Me gustas mucho, Togata-kun!
- Gracias. – Responde Mirio de forma casi autómatica, mientras dibuja una sonrisa en su rostro. – Ya hay alguien en mi vida que quiero mucho más que mi vida. Lo siento.
La chica dejó caer unas lágrimas, pero sabía que no podía exigirle más a su amado, decidió aceptar que nunca sería correspondida, como también decidió apoyar a Mirio en todo momento, después de todo, la felicidad de Mirio es su felicidad.
Ambos se fueron por caminos distintos, el rubio, por supuesto, fue rápidamente al comedor, donde Tamaki y sus amigos todavía compartían en la hora de almuerzo. Uno de los chicos, al divisar a Mirio, alzó su brazo para llamarlo, logrando su cometido.
- Siento la demora. – Dice Mirio mientras se sienta. – Fue difícil rechazar a alguien como ella, pero no puedo engañar a mis sentimientos.
- ¿¡LA RECHAZASTE!? – Dijeron todos al unísono, menos Tamaki, quien sentía un enorme alivio en su corazón al escuchar la palabra “Rechazo”.
- Sí. – Respondió el rubio mientras le daba una mordida al sándwich que lleva de almuerzo.
- Hombre, nos cuesta creer que hayas rechazado a Ayase-san. ¿Sabes lo popular que es entre los chicos? Cualquiera hubiese querido estar en su lugar, incluso nosotros.
- Mmm… - Traga el bocado para poder responder. – Ya tengo sentimientos por una persona. Es mejor que cualquier otra chica. – Sonríe y pone su vista en el azabache, quien se encontraba lo más alejado posible de la conversación, quedándose callado en su rincón. - ¿Quieren saber quién es?
Tamaki se sobresaltó, haciendo que todas las miradas se fijaran en él, esto sólo causó que este tomara su bandeja y se fuera a otro lugar. Dejó el comedor para dirigirse a las afueras de la escuela, a un lugar secreto donde suele relajarse cuando se siente agobiado por tantas cosas, más aún si tiene que tratar con cosas como sus sentimientos indecisos. Para él, es difícil entender lo que siente por Mirio, como también le es complicado entender los sentimientos de este último. Son amigos, pero muchas veces se vuelve incómodo estar a solas, son amigos, pero tuvieron un encuentro cercano a la adultez hace tres años, son amigo, pero su corazón no se está tranquilo cuando están juntos. En resumidas cuentas, su relación se ha vuelto extraña desde ese día cuando se quedaron solos con la revista. Decir que fue fácil olvidarlo sería una mentira, puesto que ambos tienen grabados ese recuerdo, especialmente Tamaki, quien se sintió más afectado por ello, debido a que ahí fue donde su “querer” por Mirio floreció. Ese día fue cuando se dio cuenta que no podría volver a ser el amigo de Mirio.
“Quiero que la tierra me trague…” Pensaba en sus adentros el azabache. “Cada vez se hace más doloroso, más inexplicable, todo me da vueltas, no logro comprender nada.”
“Mirio es mi amigo, mi amigo de la infancia. No debería tener este tipo de sentimientos por él. Somos dos chicos, somos del mismo sexo… Entonces, ¿Por qué? ¿Por qué siento que cada vez es más complicado interactuar, más complicado estar juntos? Es doloroso sólo mirarlo desde lejos, la distancia que “ser amigos” nos coloca.”
“Mirio… ¿Te sientes igual o soy el único extraño?”