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El mensajero, un espíritu aventurero por lady_chibineko

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Título: El mensajero, un espíritu aventurero

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: The Rise of the Guardians fue una película realizada por DreamWorks Animation y distribuida por Paramount Pictures. Se basó en la serie de novelas The Guardians of Childhood propiedad intelectual de William Joyce. No gano nada más que un poco de diversión con este escrito.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico, además de presentar furry; por lo que si no es de su agrado este tipo de lectura, por favor no sigan.

Dedicatoria: A todos mis lectores Jackrabbit; gracias por todos los ánimos que me dan con los fics que publico de esta pareja. Y aunque esté con más de un año de atraso, feliz Jackrabbit week 2017 para todos.

En fin, enjoy the story please!

~.~.~.~.~.~

Capítulo I

Nuestra historia se lleva a cabo en el reino de Burgess, un reino ahora próspero y donde conviven en armonía humanos, criaturas mágicas y hechiceros. Y bueno, puede que para usted sea solo una historia más sobre un reino antiguo... pero para los habitantes de Burgess, lo que les voy a contar fue el inicio de muchos cambios, aun cuando en su momento nadie lo supiese.

Todo comenzó, como es de costumbre en este tipo de historia, en el castillo del reino, el hogar de la familia real, que para ser más exactos se componía de 4 integrantes: el rey Charles Overland, quien había heredado el reino de su padre y venía de una larga y distinguida línea de reyes; la reina Katherine, una dama misteriosa que había llegado a la vida del rey de un momento a otro, hecho por el cual todos los habitantes del reino estaban muy agradecidos, pues era amable y atenta, así como inteligente y valiente; el príncipe Jackson, futuro heredero al trono; y la princesa Emma, la pequeña joya de la familia.

Y hasta aquí todo bien, todo felicidad dirá usted... excepto que como sucede en muchos casos, cuando el príncipe apenas contaba con 12 y la princesa con 7 años; la reina cayó enferma.

Y como usted podrá imaginar, no logró recuperar la salud a pesar de todos los sanadores y curanderos traídos por el rey, o los rezos de toda la población.

Y ya cuando la noble dama sentía el final cercano, solicitó estar a solas con el rey, y lo que le dijo hizo al hombre palidecer. Pero ni aún su asombro o estupor disminuyeron el dolor que le causó ver al amor de su vida exhalar aquél último suspiro.

Y luego de eso, la actitud siempre alegre del rey se evaporó; y aunque fiel a su pueblo y sus deberes, se recluyó todo lo que pudo y en el proceso arrastró a su hijo mayor con él, alejándolo repentinamente de la vista del pueblo.

Los siguientes años fueron prósperos, pero lúgubres y aunque el pueblo entendía el dolor del rey, resentía el alejamiento.

Y si a eso le sumamos que el líder de la guardia real, el general Pitchiner, repartía justicia y exigía obediencia con puño de hierro... pues ya irá usted a suponer por donde va la cosa.

En fin, pues si... es un poquito la típica historia trágica que involucra a la realeza creo yo, así que dejemos de lado la introducción y vayamos a la historia en sí, que da inicio 8 años después de la muerte de la reina Katherine. Para ser más específicos, inicia en la habitación de la torre norte, donde pasa casi todo su tiempo el príncipe Jackson por orden de su padre... o por lo menos donde se supone que debería de estar, porque el joven, quien posee un espíritu un tanto rebelde y juguetón, decidió hace un par de años que hacer caso de tal orden era una reverenda tontería, y noche sí y noche también, busca la manera de librarse de los guardias que ahora están apostados de manera permanente tras la puerta principal de sus aposentos desde que se oculta el sol hasta el amanecer.

Y hay que decirlo, que más de una noche lo ha logrado, y casi en un ataque de nervios su padre lo ha encontrado deambulando por los pasillos del gran castillo principal de Burgess, ahora siempre desiertos al caer el sol.

Y Jack siempre recibe la misma regañada.

¿Qué cómo se le ocurre salir del cuarto sin supervisión?

¿Y qué pasaría si alguien se da cuenta de sus cambios?

Y el cielo no lo permita ¡¿Y si sale del castillo sin querer?!

¡Urgh! ¡De sin querer, nada! Que desde los 12 no sale del castillo, ni ha conocido y menos entablado conversación con alguien a solas ¡No tiene ni vida!

¿Y todo por qué? Pues porque por alguna razón, en el momento del fallecimiento de su madre, de pronto todo cambió.

En un sentido mucho más literal que figurativo, pues verá usted, sus cabellos castaños se tornaron de un blanco prístino, sus ojos pardos de pronto eran dos orbes azules y brillantes, y su piel tostada por el sol debido a las muchas horas que le gustaba pasar en los jardines jugando o en el campo montando a caballo, de pronto era pálida, casi traslúcida.

Pero eso no había sido lo peor ¡No!

Lo peor fue que Jackson pudo sentir a su madre partir, siendo consciente de lo que sucedía mucho antes de que su padre llegara a su lado entre lágrimas y sin aliento.

Mucho antes de convertirse en prisionero en su propio castillo.

¡Porque eso era lo que era! ¡Un ave atrapada en una jaula de oro, mármol y marfil!

¡Pero no más por un demonio!

Esta vez no sería al interior del castillo a donde dirigiría sus esfuerzos por escapar de la habitación ¡Esta vez iba por el premio mayor!

¡Verdadera libertad!

Tensó el último pedazo de sábana ahora convertida en cuerda y volvió a medir la cantidad de metros. En serio esperaba que fuesen los suficientes para llegar al suelo.

Pero aún si no lo fuesen ¡Nada iba a detenerlo!

Aprovechando la falta de luna de la noche de Luna Nueva, abrió la ventana, se aseguró de que un extremo estuviese bien sujeto a la pata del pesado armario de su habitación, y el otro extremo, junto a la mayoría de la cuerda, salió volando por la ventana.

Jack se puso a la espalda el morral que tan cuidadosamente había preparado, tomó una respiración profunda y puso un pie en la ventana. Se arrebujó en la capa que lo cubría de pies a cabeza.

Miró hacia atrás, hacia la puerta, pero ésta no hizo amago de abrirse. Muy bien, él podía hacerlo.

Se sujetó bien, se dio una vuelta por la cintura con su improvisada cuerda e inició el descenso.

Milagrosamente, el viento que usualmente soplaba de manera furiosa por las tardes y noches, estaba calmado en ese momento.

Era como si por fin todo pintase para que las cosas le saliesen bien.

Pasó una de las ventanas de la torre por un costado, divisando un par de sombras pasar, pero no haciendo el más mínimo intento por ver de quien o quienes se trataba, eso no interesaba ¡Cada vez faltaba menos!

- Por favor viento... no soples.- murmuraba como una mantra, y bajó cada vez más, hasta que de pronto...

La cuerda se acabó.

Jackson soltó una exclamación de sorpresa y desesperación ¡Aún estaba alto! Incluso cuando había avanzado tanto, faltaban como unos dos o tres metros aún.

Y de pronto, como si no tuviese suficientes problemas, el viento comenzó a soplar, de alguna manera llevándolo hacia abajo.

- ¡No, no, no!- suplicaba Jackson, pero fue en vano.

El peso de su propio cuerpo, aunado a la falta de cuerda eran sinónimo inminente de su caída.

El chico cerró los ojos en espera del golpe y todo lo que esto traía consigo.

La caída vino, el golpe... pues... pues...

Había caído sentado sobre algo blandito.

Abrió los ojos, otros le devolvieron la mirada.

El chico trató de retroceder por el susto, pero no pudo. Estaba sentado sobre el lomo de un caballo todo blanco, el cual de pronto se movió sobre su sitio hasta quedar con la cabeza en dirección a la salida, y salió disparado al galope.

'¡Me van a descubrir!' fue el fugaz pensamiento del chico.

Pero como vino, así se fue; porque el caballo corría tan rápido que todo pensamiento coherente se resumió en un ¡Agárrate fuerte, idiota!

Pasaron los terrenos del castillo y el portón que lo separaba del pueblo en un abrir y cerrar de ojos. Y así mismo pasaron el pueblo. Antes de darse cuenta, ya estaba pasando los límites del pueblo a una velocidad que apenas y los guardias a su paso habían percibido.

Y fue entonces que el miedo comenzó a hacerse presente, y por fin lo le hizo caso a la razón.

- ¡Oh! ¡Oh, he dicho! ¡Para animal, para!- gritó con el corazón en la boca, mientras jalaba de la crin del corcel, pues no tenía silla ni riendas, estaba montando a pelo.

Y el caballo paró y volteó la cabeza y lo miró ¡Molesto!

Pero Jackson estaba demasiado ocupado tratando de recuperar el aliento, así como el control de su cuerpo, el cual temblaba como hoja al viento.

Y es que encima de todo ¡Jackson ya ni se acordaba como montar a caballo!

Habían sido 8 años, hay que entender al muchacho.

Tragando algo de saliva para quitarse la sensación de sequedad de la garganta, bajó del caballo o más bien dicho cayó de él.

El animal ante la caída se movió y relinchó, y Jackson asustado tomó lo primero que encontró al alcance de su mano, que resultó ser un largo cayado de madera. Jackson lo empuñó un poco a manera de espada, aunque el gesto desvalido le quitaba cualquier atisbo de parecer siquiera estar seguro de lo que hacía.

- Lindo caballito, yo sé que no me vas a hacer daño ¿Cierto? ¿Verdad?

Y Jackson observó con sorpresa como el animal pareció rodar los ojos.

- ¡Ey! ¡No fui yo quien secuestró al pobre chico que trataba de!... De escapar...- miró entonces por fin alrededor, dejando que entrase por fin a su cerebro la información que sus ojos habían registrado desde hacía rato.

- ¡Estoy afuera!- celebró incrédulo- ¡Libre! ¡Libre! ¡Libre!

Un relincho se escuchó a su lado y el chico se sobresaltó al sentir el morro del animal sobre su hombro.

Pero el caballo no parecía querer hacer nada más que brindar unos cuantos empujones cariñosos.

Jackson sonrió por fin de manera tranquila.

- De acuerdo, supongo que exageré un poco. Por cierto ¡Sí que corres rápido! ¡Casi tan veloz como el viento!

Y ante aquella última frase, el animal realizó una suerte de cabriola con relincho incluido.

- ¡Wow! Vaya chico vanidoso.

El caballo negó.

- ¿Chica entonces? Bueno, no he tenido tiempo de fijarme...

El corcel se encabritó negando de nuevo, y empujó a Jackson.

- ¿Qué? ¿Fue algo que dije? ¿Qué eras rápido? ¿Qué corrías como el viento?

Y allí el relincho feliz de nuevo.

- ¿Viento? Reaccionas ante esa palabra ¿Viento? ¿Es tu nombre?

Y ante el feroz asentimiento, Jackson bajó la cabeza algo entristecido.

- Oh, bueno. Está bien entonces, supongo... Supongo que ya es hora... de que vuelvas con tu dueño entonces. Ya que tienes nombre...

Y entonces el corcel lo miró como diciendo 'Eres un idiota'

- ¡Ey! ¡Estoy tratando de hacer las cosas más simples para los dos!- protestó Jackson.

Y seguro la 'discusión' hubiese seguido, de no ser por el ruido que se dio de pronto a la derecha del par.

Jackson miró nervioso a los arbustos rodeados de oscuridad, y luego al blanco caballo. Se ajustó la capucha, procurando que su cabello no se viese. Acomodó el morral y agarró con fuerza el cayado.

Miró al corcel... Viento, y le hizo señas para que se fuera.

El corcel no solo no se movió, sino que su blancura pareció resplandecer más aún en la oscuridad de la noche.

- ¡Vete!- susurró un grito, mostrando en sus ojos azules toda la preocupación y el miedo que la situación le causaba.

Y entonces, ante sus propios ojos, el caballo desapareció como si se hubiese diluído en el aire.

Jackson se quedó con la boca abierta ¡¿Qué diablos?!

Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en aquello, pues pronto 4 sujetos salían de entre las sombras y lo rodeaban con lentitud y unas sonrisas y expresiones que no le gustaron en lo absoluto.

Como que de pronto extrañaba su habitación en la torre.

- Pero miren que tenemos aquí, chicos ¿Acaso te perdiste amigo?- preguntó uno de ellos con sorna.

Jackson tragó duro y sujetó incluso con más fuerza el cayado, volteando raudo sobre su sitio al sentir un jalón en su morral.

- ¡Ey! ¿Por qué la agresividad? ¿Qué tal si dejas ese palo de madera de lado? Así nos conocemos mejor.- dio el sujeto que aparentemente había sido el autor de tratar de arrancarle el morral.

Jackson tragó duro pero no bajó ni un ápice el agarre sobre el cayado, o su posición de defensa.

- Tiene bonita figura.- oyó que dijo uno de ellos de pronto.

- Muy bonita.- contestó el primero que habló.

Y de pronto tenía a los 4 sujetos encima, tratando de sacarle no solo el morral y el cayado de encima, sino de paso la ropa por los jalones a su capa y las manos coladas entre sus ropas.

- ¡AYUDA!- se las arregló para gritar antes de que una mano le tapase la boca.

Creyó que ese era el fin, que ya no la iba a contar.

Cuando una quinta persona entró en escena.

- ¡Oigan! ¡Montón de buscapleitos! ¡¿Por qué no se meten con un grupo de gente en lugar de con una sola persona?... ¡Malditos abusadores!- fue el susurro final, antes de que el dueño de la voz comenzase a repartir golpes a diestra y siniestra, noqueando a 2 y haciendo que los otros dos huyesen.

Algo adolorido y respirando erráticamente, Jackson miró desde su posición en el suelo a su supuesto salvador. Era un sujeto enorme, o por lo menos eso parecía bajo la capa que, tal como a Jackson, lo cubría de la cabeza a los pies.

- Dime compañero ¿Estás bien?- preguntó el sujeto con voz gruesa y un poco áspera, pero amable.

Y el chico, sin quitarle los ojos de encima, asintió.

- Bien, entonces ¿Qu ta si te ayu...?- pero la frase del sujeto se cortó cuando uno de los dos que huyeron, volvía corriendo con una suerte de lanza en las manos, con una punta bastante afilada y dispuesta para atravesar a su salvador.

En ese instante, Jackson deseó fervientemente poder hacer algo para defender tanto al amable extraño como a sí mismo.

Un segundo después, Viento aparecía de la nada y embestía contra el atacante de lado, tirándolo al suelo donde finalmente lo noqueó con un golpe de los cascos de sus patas posteriores.

- ¡Eeeek!- escuchó a su salvador decir ante la escena que se desplegaba frente a ellos.

Jackson quiso decir algo, explicarse... pero el problema era que él mismo no entendía nada.

Afortunadamente el extraño parecía estar un poco más enterado.

- ¿Es tuyo?- preguntó en voz baja, como tratando de evitar la ira del corcel.

- Es... es Viento, un amigo.- respondió finalmente y al sentarse sobre su sitio mientras se incorporaba, la capucha de la capa se le fue para atrás.

- ¡Caracoles! ¡Eres un hechicero!- exclamó el extraño con algo raro en su tono de voz.

Jackson sintió las mejillas arderle.

- Yo... yo... yo no...- quiso decir que no sabía, no tenía ni idea ¡Que nadie le había explicado!

- Tranquilo compañero, aquí no tienes que esconderte ni negarlo. No de mi.- expresó el extraño mientras sus manos enguantadas bajaban su propia capucha y revelaban un rostro peludo y antropomórfico.

¡Una criatura! Y sin embargo no se sintió asustado en lo absoluto.

- E. Aster Bunnymund, del clan Pooka, a tu servicio.- se presentó finalmente su salvador, extendiendo una de esas enormes manos... ¿garras? enguantadas, y lo ayudaba a incorporarse.

- Errr... Gracias. Yo, emm... yo soy... Jack.- dijo finalmente.

- ¿Solo Jack?- preguntó el otro algo curioso.

Y Jackson... Jack, solo asintió, nervioso, a lo que Bunnymund tuvo la delicadeza de no hacer más preguntas.

Y un segundo después, cuando Jack comenzaba a preguntarse ¿Y ahora que hago? Bunnymund, el Pooka, llamó su atención una vez más.

- Pues bien, Jack el hechicero ¿qué te parece si vienes conmigo? La aldea es más segura que el bosque, sobretodo de noche.

Y Jack asintió y lo siguió, preguntándose porque lo llamaba hechicero, así que eso hizo. Preguntó.

- ¿Y qué te hace pensar que soy un hechicero?

A lo que Bunnymund resopló una risotada.

- ¿Quieres decir además del cabello blanco, el cayado y el familiar en forma de caballo detrás nuestro? No es como si fueses muy sutil que digamos, amigo.- fue la respuesta que obtuvo.

Y de pronto todos los años de estar encerrado y escondido en esa torre tuvieron sentido. Porque por alguna razón, en el reino de Burgess, los humanos temían y perseguían todo aquello que representase algo diferente, y las criaturas y los hechiceros estaban primeros en la lista.

- Y dime compañero ¿Cuán es tu elemento?

- ¿Elemento?- preguntó Jack algo confundido.

- Si, ya sabes ¿Qué tipo de trucos tienes? ¿Qué usas?

- ¡Oh! Err, pues... aún no estoy seguro. Como que aún estoy aprendiendo.- contestó entre evasivo y lo más sinceramente que pudo.

- ¿Eres aprendiz? ¿Dónde está tu maestro?

- Soy autodidacta. Aprendo solo.- fue la respuesta rápida y cortante.

Bunnymund frunció el entrecejo, pero ya no preguntó nada; tras lo cual ambos se dedicaron a caminar en silencio, y fue entonces que Jack se dio cuenta de que aunque de manera solapada, los árboles se movían de lugar de manera ligera una vez que pasaban de ellos, cambiando constantemente la vista del lugar por donde iban ¡Por eso la aldea oculta de los seres mágico nunca había podido ser encontrada!

Pues bien, no iba a ser él quien guiase a la gente del pueblo a ella. Con todo lo sucedido esa noche y durante los últimos 8 años de su vida, no iba a acuchillar por la espalda a quien le había mostrado el primer gesto de buena voluntad en tanto tiempo.

Finalmente llegaron a lo que parecía ser la entrada a una gran cueva, la cual estaba cubierta por enormes piedras. Y cuando Jack se preguntaba ¿COmo hacer para pasar por ellas? Bunnymund lo arrastró a la derecha, donde unos arbustos cubrían una pequeña entrada.

Se agacharon, gatearon un poco y pronto la salida estaba delante, y al salir...

Jack quedó maravillado. Y no por el hecho de que Viento se materializara a su lado.

El lugar estaba lleno de luces que iluminaban la no tan pequeña aldea, y criaturas de todo tipo, grandes y pequeñas, caminaban con total normalidad junto y entre los humanos, algunos de los cuales se veían normales, mientras que otros mostraban cabello y ojos de extraño color, así como tatuajes que representaban runas y complicados diseños llenos de color adornando rostros, cuellos, brazos, manos, piernas y pies.

¿Serían todos hechiceros y brujas? ¿O realmente había humanos normales allí también?

Solo 10 segundos en el lugar y ya lo sentía como si fuese algo a lo que podría llamar, en algún momento, hogar.

¿Era eso algo normal?

- Vamos compañero, te presentaré con la gente de por aquí. Son buenas personas, te van a caer bien.- explicó el Pooka, y Jack se obligó a creerle.

Y fue cierto.

Bunnymund le presentó a Nicholas Saint North, hechicero y jefe de la aldea, quien lo recibió con un paternal abrazo que no solo casi lo parte en dos, sino que hasta lo hizo llorar un poco. Su padre ya no le daba de esos, no desde los 12.

Y también a la esposa de Nicholas, Toothiana, quien parecía ser mitad ave y según lo que proclamó con orgullo, perteneciente al clan de las Hermanas Voladoras; una feroz guerrera que casi ahoga a Jack en su propia versión de un abrazo maternal cuando Bunnymund les informó que el joven hechicero, quien carecía del entrenamiento adecuado, se encontraba solo con excepción de la compañía de su familiar mágico, quien por cierto era el sobre excitado corcel que estaba corriendo de un extremo al otro de la aldea como si fuese la primera vez que era capaz de hacer algo así.

Jack se mordió la mejilla interna, pues la verdad, ahora que el shock de todo lo sucedido comenzaba a pasar, empezaba a creer que Bunnymund no se alejaba de la verdad ni un poquito.

Claro que no iba a decir aquello. Ni una palabra. No iba a dejar que lo devolviesen al pueblo y mucho menos al castilo ¡Eso nunca!

Finalmente Nick, como era llamado cariñosamente el jefe de la aldea, se autonombró el maestro de Jack, anunciándole que empezarían verdadero entrenamiento en hechicería temprano por la mañana, todo ello mientras Toothiana (Tooth) le servía al chico un segundo plato de guiso de verduras, y mientras las hijas de la pareja rodeaban a Jack, ante la mirada divertida del Pooka.

Y luego de eso, de alguna manera Jack terminó en el pequeño cuarto de invitados de la cabaña de Bunnymund, quien tras todas las presentaciones había pasado a ser Bunny.

Y aunque Jack creía que le sería imposible conciliar el sueño, la verdad es que ni bien su cabeza tocó la suave almohada rellena de paja, no supo más del mundo. Los sucesos del día finalmente le pasaron factura.

Mañana sería un nuevo día.

~.~.~.~.~.~

6 meses después

Muchas cosas habían cambiado para Jack en los últimos meses, tanto dentro como fuera de él.

En primer lugar, estar rodeado de seres que lo aceptaban como y por lo que era, había hecho que esa cubierta formada por el rechazo y aislamiento se disolviese de a pocos, y volviese a sentirse vivo una vez más.

¡Y qué manera de volver!

Pronto había obtenido el título de bromista de la aldea, siendo Bunny su presa favorita. Ese Pooka era tan gruñón que simplemente no podía evitarlo.

Y aun así, el Pooka nunca le negó la entrada a su casa o un plato de comida caliente.

Jack jamás había conocido a alguien como Bunny.

Era no solo un guerrero formidable y un herbologista dedicado, sino que también aconsejaba a los aldeanos para lograr buenas cosechas; todo eso además de cuidar de sus propios cultivos entre los que se encontraban diversas hierbas que utilizaba para la preparación de pócimas, brebajes y ungüentos sanadores en su papel de boticario.

En total, Jack como que estaba un poquito enamorado de él... Tal vez.

Y luego estaba el hecho de que el uso de su magia había ido de cero al cielo ¡Se había vuelto muy bueno!

Había aprendido que su elemento eran los aires fríos que venían del norte, esos que lo ayudaban a crear hielo, nieve, ventiscas y escarcha a voluntad.

Y también se había vuelto uno con Viento, y tanto el mágico corcel como él prácticamente se leían la mente el uno al otro, siendo además que ambos ofrecieron su ayuda a cualquiera que lo necesitase, sea para llevar con prontitud cartas y paquetes de una aldea a otra (porque si, había más de una aldea mágica alrededor de Burgess, imaginen eso) o simplemente para darle un paseo a alguno de los niños que usualmente iban con él de arriba para abajo.

Oficialmente era no solo el bromista del pueblo, sino también el mensajero. Definitivamente la aldea era el lugar al que Jack pertenecía; la sensación de amor alrededor, el aire limpio y el suelo o gras bajo sus pies (una vez que probó la sensación de caminar sin botas, se rehusó terminantemente a usarlas otra vez, incluso en invierno) eran más preciados que cualquier reino o tesoro. No cambiaba lo que tenía ahora por nada.

Además, encerrado en aquella jaula de mármol, oro y marfil; nunca hubiese vivido todas las aventuras que había vivido en esos 6 meses, o las que seguro le esperaban en los años por venir.

¡Sí! No cambiaba eso por nada.

- ¡Oi! ¡Mocoso! Deja de estar soñando despierto y dame una mano con esto.- escuchó de pronto el gruñido familiar a un lado, y sonrió al ver allí a Bunny con el ceño fruncido y un par de cajas de apariencia algo pesada.

Esbozó una sonrisa aún más grande tras un segundo, y raudo tomó una de las largas cajas.

- Tranquilo Bunny, no vayas esponjando tu cola por nada. Ya estoy aquí para ayudarte.- dijo con falsa galantería y una sonrisa bastante sincera.

El Pooka bufó, pero no replicó nada más, yendo finalmente ambos con dirección a la cabaña de Bunny, donde más tarde Jack ayudó a Bunny a preparar la cena, cenaron, lavaron los platos, y finalmente Bunny sacó aquellos anteojos que le causaban tanta ternura a Jack; y ambos se sentaron en el sofá. Bunny para leer, por supuesto; más Jack, que ni corto ni perezoso se situó al lado del Pooka, lo hizo para instarlo a que la lectura fuese en voz alta, sin importar que fuese el capítulo sobre plantas medicinales que leía de momento, o una historia de grandes batallas como la noche anterior.

Y no que Jack no pudiese leer, y Bunny se había sorprendido gratamente al descubrir lo letrado que era el muchacho; pero es que Jack adoraba escuchar la voz de su anfitrión, de notas ricas y profundas, leyendo con un tiempo pausado cada párrafo, con la entonación correcta y parando en tiempo necesario en cada punto y coma.

Nunca fallaba, siempre terminaba acurrucado y dormido al lado de su anfitrión, abrigándose con el suave pelaje del Pooka, sabiendo que a la mañana siguiente despertaría sano y salvo en la cama del cuarto de invitados.

El Pooka por su lado cesó la lectura tras aproximadamente una hora, centrando su atención en la figura dormida a su lado; y tras un rato cerró los ojos y se inclinó para aspirar el aroma que Jack había desarrollado con los meses; una mezcla de aroma a nieve y naturaleza, y a algo silvestre, junto a un toque de travesura que hacía que el aroma fuese única y exclusivamente del muchacho. Todo ello muy diferente al aroma de miedo que lo había rodeado el día que se conocieron.

Y aunque lo intentó no pudo evitar hundir el morro en la blanca cabellera y acariciar un poco con la nariz el tope de la cabeza del chico.

¡Demonios! Incluso se le hacía difícil no marcar al chico con las glándulas de su mentón.

- No tienes idea de lo que me causas Jackie. Si lo supieses, no estarías durmiendo a mi lado.

Lo dejó en su cama, lo arropó y lo miró con añoranza, y finalmente se dijo a sí mismo que dejase de soñar, que aquello era imposible.

~.~.~.~.~.~

Otros 6 meses después

Jack reía a carcajadas mientras se dejaba atrapar una vez más por los pequeños hermanos Bennett, quienes junto con su madre eran de los pocos humanos que vivían en la aldea.

Demás está decir que los niños adoraban a Jack, y que el sentimiento era mutuo.

De pronto Jack vio como Sanderson Mansnoozie, el mejor amigo de Saint North después de Bunny, cruzaba raudo montado en el pony color arena que representaba su familiar mágico. Y pudo notar que se lo veía preocupado.

Se despidió de los pequeños hermanos y se apresuró a la cabaña de Nick, donde Sanderson había entrado y donde de paso Jack sabía, se encontraba también Bunny.

Lo primero que oyó al entrar casi y lo manda a un ataque de pánico.

- ¿El príncipe Overland? ¿Perdido?

El corazón se le quería salir por la maldita garganta, pero se obligó a tranquilizarse y a continuar su camino a la sala, quedándose en el umbral de la puerta sin que nadie lo notase.

Allí vio al pequeño hechicero de sueños asentir y convocar imágenes por sobre su cabeza, explicando más sobre la situación, lo cual dejó a Nick pensativo.

- Hmmm.- fue la respuesta del jefe de la aldea.

- ¿Qué vamos a hacer?- preguntó Bunny con seriedad, y Jack no lo resistió más.

- ¿Sucede algo?- preguntó lo más calmadamente posible, haciendo que por fin se fijasen en su presencia.

Los tres amigos se miraron entre ellos, antes de que Bunny respondiese.

- El príncipe Overland ha desaparecido, y están culpando a los hechiceros y criaturas que viven alrededor de Burgess por ello.

Jack de nuevo perdió el aliento.

- ¿Qué?- preguntó apenas en un susurro.

Pero nadie le hizo caso esta vez.

- Tal vez si lo encontramos y lo devolvemos a palacio.- dijo Nicholas pensativo.

Un escalofrío recorrió a Jack ¡NO!

- ¿Y alguien sabe cómo se ve?- preguntó Conejo.

- Lo vi una vez, cuando el príncipe era un niño... nada fuera de lo normal. Ojos pardos, cabello castaño; muy parecido al pequeño Jamie en esas características.

Conejo frunció el entrecejo.

- Pero ya no es un niño ¿Cierto?

Nicholas negó.

- No. Y tengo entendido que nadie lo ha visto desde la muerte de la reina, hace ya casi una década.

Jack sintió sus ojos escocer. Tenía que salir de allí.

Se disculpó y retiró, aunque nadie reparó en él.

Montó a Viento y galopó fuera de la aldea, sin una dirección fija.

Pasaron un par de horas antes de que por fin desmontara, y comenzase a caminar sin rumbo.

En realidad no tenía idea ni de donde estaba, pero tenía a Viento con él y su corcel siempre sabía cómo volver a casa.

Caminaron algunos minutos, o tal vez algunas horas, no estaba muy seguro aún; los recuerdos de su madre, de su niñez y de los años en cautiverio se entremezclaban una y otra vez en su mente.

Finalmente paró en un punto, se sentó sobre una roca y se permitió llorar como hacía mucho que no lo hacía.

¿Por qué no lo dejaban tranquilo? ¿Para qué volver a llevarlo al palacio? ¿Para tenerlo encerrado en esa torre de nuevo? O tal vez en un lugar peor... Uno del cual no pudiese escapar, uno donde se marchitaría al final.

Pensó en su padre entonces, en el cómo fue antes de la muerte de su madre, y en el cómo se transformó después; pasando de ser una figura cariñosa a un padre ausente.

Recordó a Emma, su pequeña hermana; la única que nunca cambió con él, quien se escabullía en su torre para escuchar sobre las clases que Jack había tenido ese día, siempre armada con galletas recién horneadas que robaba de la cocina.

¡Por todos los cielos! Extrañaba a Emma, ella era la única a la que en realidad extrañaba de todas las personas que había dejado atrás.

Entonces un ruido a sus espaldas lo paralizó.

Pisadas ¡Docenas de ellas!

Se colocó la capucha de su siempre presente capa y se hizo lo más pequeño que pudo sobre su sitio, esperando que quienes fuesen, no lo encontraran.

En especial porque tras un rato reconoció el andar. Era el paso marcial del ejército de su padre.

- ¡Alto!- escuchó la voz inconfundible del general Pitchiner.

Y en contra de todo lo más sensato, buscó como ver lo que pasaba desde su escondite.

- ¡Escuadrón! ¡Alto!- repitió el segundo al mando.

Jack también lo reconocía. Los había visto muchas veces desde lo alto de su torre como pequeños puntos a la lejanía, pero el eco producido por las paredes del castillo principal le habían permitido escuchar todo siempre con pasmosa claridad.

Lo vio desmontar a Pesadilla, su caballo personal; y comenzar a caminar de un extremo a otro del claro donde se encontraba mientras demostraba furia mal contenida.

- Un año... ¡Un maldito año! ¡Y ese mocoso no aparece! ¡¿Cómo demonios voy a llevar a cabo mis planes si ese mocoso sigue perdido?!

Jack se estremeció ¿Planes? ¿Con él? ¡No! No quería ni imaginar qué tipo de planes podría tener alguien como el general Pitchiner para con él, y no pensaba averiguarlo tampoco.

Así que decidió irse, cuando un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza.

Y al devolver su vista al general, vio una sombra oscura aparecer frente al general, y comenzar a tomar forma hasta verse como...

¡Uno de los hombres de Pitchiner!

- Dime que tienes algo para mi ¡Lo que sea! ¿La aldea de los hechiceros? ¿Alguna criatura a quien culpar? ¡¿ALGO?!

Pero el soldado/sombra negó y Pitchiner lanzó un gruñido feroz.

Y del susto, Jack se fue para atrás, rompiendo algunas ramas a su paso y también delatando su presencia debido al ruido.

- ¡¿Quién está allí?- preguntó el general, tras lo cual olisqueó el aire- ¿Un hechicero? Hmmm... ¡Perfecto!

Y Jack se creyó perdido, cuando de pronto sintió algo a sus espaldas y al voltear lo recordó ¡Viento!

Jamás montó a su corcel tan rápido como en ese momento, ni Viento corrió tan rápido.

Pero por alguna razón podía sentir las sombras tras él y aún así no se arriesgó a volver la vista ni confrontarlos.

Tan solo comenzó a susurrar.

- Rápido, más rápido Viento ¡Corre!- una y otra vez.

Hasta que el paisaje dejó de mostrar formas para mostrar manchones, que fue más o menos cuando Viento paró de improviso, casi mandando a su jinete al suelo.

Pero Jack se mantuvo sobre el lomo del caballo, y cuando miró alrededor apenas y pudo suprimir el jadeo.

No tenía idea de donde estaba, pero no era más el bosque.

El lugar estaba cubierto de hielo, largas extensiones de tan solo hielo y nieve.

Una idea lo asaltó.

¿Sería posible acaso que éste fuese el valle de hielo del que Nicholas Saint North le habló en alguna ocasión, aquél de donde había viajado desde pequeño con sus padres hasta Burgess? ¿Ese que estaba a meses de viaje en barco, al otro lado del mar?

- Viento, tu... Puedes volver ¿Cierto? ¿A casa?- preguntó asustado.

Pero en lugar de una respuesta, lo que obtuvo fue la necesidad inmediata de sostenerse nuevamente de la crin de su montura, cuando el animal emprendió de nuevo la carrera.

Pocos minutos después, tanto corcel como jinete entraban a paso relajado por la entrada de la aldea.

Jack decidió guardar aquello como un secreto por el momento, y de todas maneras tenía otras cosas en las cuales pensar, otros problemas que resolver.

Como el asunto del general Pitchiner por ejemplo, o su supuesto secuestro.

Aunque de eso último, al final no tuvo que preocuparse tanto.

Unas semanas después de su última visita, Sanderson volvió con nuevas noticias.

Sucedía que el príncipe había desaparecido desde hacía meses, y lo había hecho por su propia cuenta, pues al parecer había sido encerrado en una torre o calabozo por su padre el rey, casi al mismo tiempo que se diese la muerte de su madre.

El pueblo de Burgess estaba indignado, al igual que reinos cercanos. La aldea no era la excepción; y tenían razones para estar indignados.

'¿Quién le hace eso a un hijo?' Comenzaron a comentar en cada rincón.

'Príncipe o no, yo también me hubiese fugado si me hubiesen hecho eso.' comentó más de uno por allí.

Y de pensar en cómo devolver al heredero perdido; Nick, Toothiana y Bunny pasaron a pensar hasta en esconderlo en caso de que el pobre chico algún día se cruzase por su camino.

Jack respiró un poco más tranquilo ante aquello, aunque no tanto. Aún tenía la sombre del general sobre su persona.

¡Un hechicero oscuro lo estaba buscando!

Sabía que había aprendido y mejorado mucho gracias a Nick en lo referente al uso de su magia y poderes, pero sabía que no iba a ser suficiente, no ante el despliegue de magia oscura que observó aquél día en el bosque.

Así que pensando en todas sus opciones, decidió que aprender a defenderse con su cuerpo tanto como con su magia era la respuesta.

Bunny era entonces a quien debía de acudir.

Y lo hizo, una vez que las cosas sobre el príncipe se calmaron un poco.

- ¿Combate cuerpo a cuerpo?- preguntó entonces el Pooka extrañado- ¿Alguien te está molestando?- preguntó ahora serio mientras dejaba de caminar y se cruzaba de brazos, aún con la bolsa de hierbas medicinales colgando de la garra derecha.

Jack negó suavemente, tratando de no dejar ver nada sobre su miedo en relación a Pitchiner.

- No, pero siempre es bueno aprender ¿Cierto? Y estaba pensando, defenderme con mi magia es bueno, pero no puedo confiarme solo de ella, o usarla si me cruzo con la guardia real de Burgess o algo, porque entonces me perseguirían y todos estaríamos en problemas. Y sabes que salgo bastante, soy el mensajero después de todo. Y entonces luego está el combate, y tú eres el mejor en la aldea en ese asunto Bunny. Pero si no puedes...

- ¡Yo no dije eso!- replicó de inmediato el Pooka, tras lo cual gruñó- Bien, supongo que tienes razón. Pero no puedes descuidar tus estudios con Nick ¡Ni tu trabajo como mensajero!

Jack sonrió e iluminó el lugar con aquella sonrisa. El corazón del Pooka triplicó su velocidad al latir.

- ¡Tranquilo Bunny! ¡No dejaré nada de lado!

La criatura asintió y continuó su camino, con Jack detrás.

Los días por venir definitivamente iban a ser interesantes.


Continuará


Notas de la autora:

Hi everybody! Pues aquí andamos por fin con el Royal AU del reto del 2017, y si demoré en animarme fue justo porque es más largo que los otros oneshot. Así que ésta es una historia de dos capítulo y ya ando escribiendo la segunda parte, así que no los haré esperar mucho.

En fin, dije que el príncipe Jack tenía que encontrar a su Bunny, y lo hizo ¿O fue al revés? Como sea, me gusta esta idea y espero que a ustedes también. Nos leemos pronto con el final.

¡Gracias de nuevo a todos mis lectores Jackrabbit por siempre apoyarme con esta pareja! Sea con un comentario, favorito, kudo o siguiendo mis historias; me hacen muy feliz.

Nos andamos leyendo pronto.

Un beso felino para todos.

chibineko chan
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

~.~.~.~.~.~

Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias


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