Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La suerte de los tontos por Ilusion-Gris

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—¿Lavaste mi camisa? —preguntó acercando la prenda a su nariz para descubrir la fragancia a suavizante—. Te dije que no era necesario.

—¡¿Qué dices?! —gritó desde la cocina.

Kiba preparaba ramen, en realidad, solo estaba poniendo el agua a hervir. No tenía el ánimo necesario para ponerse a cocinar, más cuando prefería invertir el tiempo en Neji que se quedaría a dormir.

—Que no debiste lavar mi ropa, recuerdo haberte mencionado que mañana la llevaría a la lavandería —respondió a su espalda, parado en el umbral que separaba el comedor de la cocina.

—En la noche puse una carga en la lavadora, no me pesaba nada meter la tuya también —asumiendo que quizá su molestia se debía a otro motivo, agregó—: Pero si no te gusta que nuestras prendas se mezclen, no lo volveré a hacer, aunque me aseguré de que los colores coincidieran.

—No es eso —su frente se surcó de pequeñas arrugas—, no quiero ser una molestia…

Había un cepillo de dientes suyo sobre el lavabo, el champú con la marca que usaba en la regadera, un par de calzoncillos, pantalones y playeras en la habitación; en la cocina, ya tenía su propia vajilla y cubiertos, incluso, en la sala había dejado unas revistas y libros que actualmente leía. En conclusión, estaba invadiendo lentamente su hogar.

El que poseía unas marcas rojas en las mejillas sonrió y se acercó a Neji para robarle un beso.

—Si fueses una, te habría echado de mi casa —con suavidad envolvió la cintura ajena entre sus brazos—, pero haces más por mí, de lo que yo hago por ti —declaró.

—¿Qué hago yo por ti? —Elevó una ceja con incredulidad.

—Me haces feliz —dijo entre bromeando y hablando en serio.

Una realidad como aquella no se debía expulsar con tanta facilidad o perdería valor.  

—¿En serio? —articuló con sarcasmo—. Eres muy simple, Kiba.

—Bueno, ¿por qué mejor no…?

No completó su propuesta, gracias a que el timbre lo interrumpió y Akamaru se arrancó a ladrar como loco.

—¿Esperas visitas? —cuestionó con la certeza de lo contrario.

Soltó a Neji con pesar y murmurando un «no» se dirigió a la puerta para ver de quien se trataba.

• • •

—Seguramente comes esto todos los días —lo reprendió con cierta decepción en la voz—. Madre y yo no te enseñamos a cocinar para que compraras comida en la tienda de conveniencia.

—No compro ramen todos los días, a veces no me da tiempo de preparar algo mejor, pero siempre procuro tener de reserva arroz en el refrigerador… Justo en la mañana se me terminó —se defendió antes de que su hermana lo catalogara como irresponsable en su alimentación.

—¿Es eso cierto, Neji? —le preguntó al joven que la observaba con recelo desde el otro extremo de la mesa.

—Kiba no suele consumir comida instantánea, solo cuando la ocasión lo amerita —respondió con serenidad, pero sus gestos delataban que no estaba muy cómodo ante la chica que parecía sospechar la relación que mantenía con su hermano.

—Entonces te debo una disculpa —admitió sin una pizca de culpabilidad, acostumbrada a molestar al menor—. Igual, perdón por no avisar que vendría, no me gusta irrumpir en tus planes.

—No te preocupes, fue una agradable sorpresa —contestó restando importancia a sus palabras—. ¿Quieres que ordene algo más saludable para cenar?

Hana negó con la cabeza y se llevó a los labios el té helado que su hermano le ofreció al llegar. Era muy observadora, la vajilla que tenía para visitas, ella misma le ayudó a elegirla, la mantenía en muy buen estado, pero la del chico que estaba sentado junto a su hermano, demasiado cerca y actuando tan íntimamente —para solo ser amigos—, sostenía una que no había visto antes. Una vajilla que hacía juego con la de Kiba.

—¿Recuerdas aquel asunto? —Al ver la expresión de confusión de su hermano se explicó mejor—: El examen que aplicaste hace dos meses.

Después del viaje que realizó con sus amigos, el siguiente fin de semana, cuando fue de visita con su madre; Hana lo convenció de presentarse al examen de admisión en la universidad en la que ella egresó. Él no tenía la esperanza de que lo aceptaran, nunca fue el más aplicado de su generación; aparte, aún dudada si era lo que realmente quería, más ahora que se sentía muy cómodo con su vida tal y como estaba. Pero ¿no era eso conformismo? Al menos eso fue lo que le dijo su hermana.

—¿Ya publicaron los resultados?

Había olvidado aquel asunto por completo.

—Así es —pronunció con cuidado, dejando espacio para que Kiba entendiera que lo mejor era despedir a su amigo y así hablar en privado.

—¿Reprobé? —preguntó sin una pizca de remordimiento.

Para la chica era complicado hablar delante de Neji. No tenía nada contra él, y aunque por los labios de Kiba no sabía de su existencia, hasta ahora que lo tenía delante, fue capaz de deducir tiempo atrás que “alguien” especial había entrado en su vida. Y al fin, esa persona tenía cuerpo y rostro, sin duda era Hyuga.

Su humor había mejorado, sus acciones, y también aquello que muchos pasaban por alto; la forma en que sonreía, su mirada y la tristeza que a veces le ceñía. Kiba cambió y no se debía a que ahora vivía solo, ni porque actualmente intentaba ser un adulto responsable o autosuficiente. Simplemente, había encontrado el amor, pero no esperó que fuese con un chico, aunque la relación que tuvo con Shino le había dejado una pista.

—Estoy un poco cansada, mañana hablamos de esto, ¿vale? —propuso sobando detrás de su nuca.

—¿Para qué esperar hasta mañana? —dijo sin comprender la intención de la mayor.

—Creo que es mejor que me marche —anunció Neji, que en el transcurso solo fue un espectador incapaz de meterse en la conversación.

—Espera —lo tomó por la muñeca, con una delicadeza que Hana nunca creyó que fuese capaz de tener—, puedes quedarte a dormir, mi hermana dormirá en el cuarto de huéspedes.

Sus ojos se abrieron, pero sus labios permanecieron sellados, al darse cuenta que el chico no fue consciente de su acción. Por muy amigos que fuesen, un hombre no propondría algo así a otro que conocía de menos de un año; para los ojos de su familia, no era más que un compañero del club que frecuentaba en su tiempo libre.

—No seas grosero. —Miró con cierta severidad a su hermano por retener de esa forma a Neji.

Le daba igual las preferencias de Kiba, le importaba poco si estaba enamorado de una mujer o de un hombre, lo que le molestaba, es que esa persona no le permitiera superarse. Estaba segura que Neji era la principal, por no decir la única razón, de que dudara tanto continuar con la carrera que siempre soñó ejercer. Ella lo vio desde pequeño, ayudando a su madre a cuidar de los animales que tenían en la clínica, fue a ella a quien le pidió que le ayudara a convencer a su Tsume para que le permitiera en vacaciones de verano acompañarla a la ciudad, así podría visitar el hotel de mascotas en el que trabajaba en sus días de universitaria. Hana conocía mejor que nadie el amor de Kiba por los animales y el futuro brillante que tendría al estudiar medicina veterinaria.

—Nos vemos el lunes en la casa de Shikamaru —dijo dejando una caricia en el dorso de la mano contraria.

—Te acompaño —se puso de pie—, es tarde para esperar solo en la parada de autobús.

No fue capaz de decirle que no a Kiba, le abrumó su actitud. No podía acostumbrarse a ser querido con tanta devoción.

• • •

Acarició con suavidad la cabeza de Akamaru.

—¿Crees que sea bueno? —le preguntó mientras esperaba a que su hermano regresara.

El canino se acercó para recibir más atenciones. Estaban en la entrada del departamento, había un pequeño escalón donde Hana se sentó, Akamaru se acostó a su lado con las patas delanteras estiradas y cruzadas.

—¿Tú lo aceptas? —Lo observó con cuidado, pero el pequeño seguía relajado disfrutando cuando frotaba detrás de sus orejas—. Noté que te agrada, ¿no los habrá engatusado para que lo quieran tanto?

Con pereza giró para que le frotara el estómago.

—Quizá Kiba sea fácil de engañar, pero tú no… No permitirías que alguien se acercara a él con sentimientos tan pobres o negativos —reconoció mientras dejaba cosquillas en el canino.

No deseaba ser la mala del cuento, aquella que metía la nariz en asuntos ajenos, la que sobreprotegía a su hermano menor hasta el punto de asfixiarlo. Ella era una ferviente creyente que la mejor manera de aprender, era con la propia experiencia; no a través de consejos de un tercero. Pero ¿cómo podría quedarse callada cuando veía el rotundo fracaso acechar a Kiba?

—Solo le advertiré y… Espero estar equivocada —murmuró y al sospechar que el menor no llegaría hasta asegurarse que Neji haya tomado el autobús, se puso de pie para ir al cuarto de visitas.

Ya era muy tarde para romperle el corazón con sus palabras.

• • •

El domingo llegó de forma inesperada; con la almohada que tenía junto a él helada, con la ausencia de la sensación de las piernas de Neji entrelazadas a las suyas, con un cielo gris que antes se le habría antojado romántico, ahora parecía un día más sin color, un aburrido domingo sin nada mejor que hacer que mirar televisión.

No tenía caso seguir en la cama cuando el sueño se le había esfumado por completo, mejor se levantaría para darle de comer a Akamaru, y después, prepararse algo sencillo para desayunar.

Le pareció raro que su canino amigo no lo hubiera despertado antes para pedir croquetas o salir a pasear. Quizá estaba observando, muy entretenido, la ligera lluvia que caía desde alguna ventana.

Sin ganas se dirigió al baño, se lavó la cara y al ver por el rabillo del ojo una sombra pasar gracias al espejo, se quedó paralizado sin la menor idea de qué hacer.

—Quería sacar a Akamaru a estirar las patas —escuchó la voz de Hana y recordó la razón del porqué había amanecido con las sábanas frías—, nunca pensé que llovería.

—¿Ya le diste de comer? —preguntó para salir de dudas, de otra forma, tal vez Akamaru se levantó depresivo.

—Sí, lo vi dirigirse a tu habitación y lo llamé antes de que te despertara —le informó y observó la espalda de Kiba mientras se lavaba los dientes.

Ya no era el pequeño niño con el que solía jugar a regañadientes. Esperó con los brazos cruzados, pensando en lo que diría y cómo lo haría; seguía creyendo que la felicidad no lo alcanzaría de la forma en que estaba viviendo.

—Ayúdame a preparar algo, ¿quieres una ensalada? —dijo cuando pasó a su lado para ir a la cocina.

—Mejor salgamos a desayunar a otro sitio —le pidió más amable de lo que nunca fue con él.

El chico la observó con desconfianza.

—Está lloviendo —le recordó.

—Debes de conocer un lugar cercano, además, tienes auto, no seas tacaño y llévame a desayunar una hamburguesa. —Dio media vuelta para ir por su suéter.

Exhaló con pesar, se rendía ante la mayor.

—Pero no demoremos demasiado, los domingos es cuando dedico tiempo de calidad a Akamaru y a… pasar el rato haciendo quehaceres —se corrigió antes de soltar el nombre de su novio.

No es que deseara ocultar por siempre la relación que mantenía con el chico, pero deseaba que las cosas entre ellos se estabilizaran para poder presentarlo formalmente, no quería que Tsume y Hana lo tomaran como una etapa de la que saldría a las primeras de cambio.

El “por siempre” no se descifraba en una sola noche, su corazón le gritaba que su amor sería eterno, pero faltaba convencer a su cabeza de ello, que en ocasiones le aconsejaba no jurar cuando podía ser en vano.

—Hombre, solo iremos a desayudar y regresamos. —Tomó las llaves que colgaban a un lado de la puerta de entrada, las del auto y las del departamento—. Hoy serás el copiloto.

• • •

Tal y como prometió, comieron sus hamburguesas y regresaron, mientras esperaban en un semáforo Hana soltó lo que estuvo reverberando en su cabeza hasta encontrar el momento adecuado:

—Lo lograste, aprobaste el examen. Te espera, el siguiente mes, la UA en sus instalaciones —dijo con la vista al frente y las manos al volante.

Kiba tenía una mano fuera de la ventanilla, con la cabeza apoyada en esta, cuando la escuchó hablar se irguió para observarla y descubrir el engaño. Pero no estaba bromeando y se dio cuenta que, está ese momento, esperaba no aprobar; no quería complicar su relación cuando apenas salían del caos.

—No puedo dejar el trabajo… —se excusó pobremente.

—Claro que puedes, te ayudaré a pagar tus estudios, no tienes que preocuparte por conseguir un trabajo mientras te preparas. —Sabía lo duro que era mantenerse a flote intentando cubrir los gastos con un empleo de medio tiempo.

Sí, una parte de ella lo hacía por amor, otra, porque Kiba de pequeño tuvo que contener sus caprichos para que su madre pudiera apoyarla con la colegiatura, y a final de mes, cuando se quedaba sin dinero, le mandaba un poco para que sobreviviera. Su padre nunca le ayudó, el sentimiento de que alguien de su familia tenía la capacidad de apoyarla y no lo hiciera, la hirió tanto que no podría soportar la idea de actuar igual.

El menor se mantuvo en silencio, meditando las palabras de su hermana. Su intención era buena, pero no soportaría rendirle cuentas a nadie, ni siquiera a ella. ¿Qué le pediría a cambio?

—Puedes ir empacando tus cosas, conseguí que me rentaran el antiguo piso en el que vivía. Es pequeño, pero no necesitas tanto espacio para estudiar —pronunció con cierto malestar, parecía más una orden que un favor—. Sé que este tipo de cosas deberías hacerlas por tu cuenta, pero no te veo tan entusiasmado con el tema… —«Desde que buscaste a padre, ¿tanto te dolió enterarte que siempre fuimos un estorbo para él? ¿Tanto que ahora desistes de tu sueño? ¿O es ese chico el que te impide avanzar?», mordió su lengua para no exponer lo que pensaba.

—Hana —la llamó en voz baja—, necesitaré un departamento más grande.

—Madre se encargará de Akamaru —dijo adelantándose a sus palabras.

—Lo sé, pero quiero que Neji vaya conmigo —respondió sin dar mayores explicaciones.

Pero su hermana no cedería tan fácil.

—¿Por qué? —cuestionó intentando ser comprensiva.

Hyuga no sería más que una distracción y no quería que se desviara de su camino. El chico podía esperar, cualquiera que lo quisiese verdaderamente podía esperar.

—Me sentiré mal si no está conmigo, querré regresar y… quizá él me ayude a recordar porque quiero ser veterinario —susurró.

No solo se debía a su padre que le dio la espalda, a que su madre fue una mujer estricta, su hermana una chica fuerte y segura de sí misma; tal vez se debía a todos por recordarle que no era tan fuerte, que era un poco estúpido por perseguir a su padre, un tanto blando por dejar que Tsume controlara parte de su vida, y endeble por ser siempre la sombra de Hana.

Neji era el único que lo hacía sentir útil.

—No creo que sea lo mejor para ambos… —De reojo notó que Kiba se hundía en el asiento, no quería que fueran sus palabras las que lo destruyesen—. Está bien, solo prométeme dos cosas.

—¿Qué es? —Su curiosidad despertó.

—Si él no quiere acompañarte, irás de todas formas.

—Pero yo no…

—No he terminado. —Detuvo el auto en una esquina para poder mirarlo de frente—. Si Neji acepta, antes de marcharte de aquí, lo llevarás con madre para que lo conozca. Le dirás quién es él en realidad.

• • •

Choji se irá a vivir con unos parientes al campo —le informó Lee del otro lado de la línea—, quiere estudiar gastronomía en una pequeña institución.

Percibió tristeza en su voz, y no solo se debía a que Choji no estaría más con ellos.

—Es una buena oportunidad para él —le daba pena que su grupo de amigos se desintegrara, pero era algo inevitable—, quizá podamos reunirnos de nuevo en alguna ocasión.

Sasuke se irá de intercambio una temporada a otra universidad —dijo atropelladamente—, Naruto estará deprimido en su ausencia.

—¿No lo acompañará? —preguntó, hasta ese momento creía que el rubio lo haría sin lugar a dudas.

Lo acaban de ascender en el trabajo, no puede darse el lujo de renunciar cuando le ha costado tanto conseguir el puesto —habló con cierta desesperación.

—Entiendo —murmuró.

 Había estado tan concentrado en su vida amorosa que olvidó un poco al resto.

Luego, Shino se va a otro país y… también Gaara —confesó un poco histérico.

—¿Cómo lo sabes? —Él no había escuchado nada por el estilo—. ¿Y Sai?

Sin querer escuché una conversación entre ambos, Sai se marchará con él…

Guardaron silencio un par de segundos, sin saber cómo continuar la conversación.

La cabeza del que poseía ojos perla era un desastre, técnicamente, la mitad ya no estaría para el próximo año.

¿Neji? —murmuró Lee tan bajo que casi pasa desapercibida su voz—, mi padre me pidió acompañarlo en su siguiente expedición.

Aquello solo significaba que Rock Lee también se marcharía muy lejos y sin la probabilidad de regresar. Ya habían pasado cinco años desde la última vez que su padre pisó la ciudad, no era muy alentador asumir que quizá no volvería.

—Lee… —Las palabras se rehusaron a salir.

Lo he estado pensando por un largo rato —el chico encontró el valor para hablar—. Creo que tuvimos mucha suerte de toparnos con todos. Ya sabes, Naruto y Sasuke, son una pareja de lo  más extraña, pero es muy divertido estar con ambos; Sai y Shikamaru, tienen un humar más sádico, aunque resultaron ser excelentes escuchando. ¿Qué decir de Shino y Gaara? A veces me aterraban sus miradas, su seriedad es algo muy serio, sin embargo, siempre estaban dispuestos a ayudar. Choji es un gran chico, de esos que no te encuentras en todas partes. Kiba, él fue quien logró robarte el corazón y, sinceramente, cuando los veo creo que entiendo un poco el amor. No es necesario que sean iguales, ni tampoco polos opuestos, ¿qué importa la forma en que nos criaron? Hasta creo que el idioma no podría interferir cuando dos personas se quieren… Lo que quiero decir, es que me enseñaron muchas cosas, que fue casi un milagro coincidir por más de medio año con ustedes, en esta ciudad, aprovechando el tiempo libre entre semana; da la impresión que la vida era muy sencilla, con todos parecía que podría serlo. Ahora que quizá no los pueda volver a ver, los extrañaré, y los recordaré por siempre… A ti, Neji, sé que al principio te desesperaba mi actitud, pero nunca esperé que alguien a quien consideraba mi rival, y el tipo al que quería superar, se convirtiera en mi mejor amigo. Sé que para nada es tu estilo, pero nunca ignoraste mis llamadas todo este tiempo, ¿podrías continuar haciéndolo? No quiero que nuestra amistad termine aquí…

No recordaba cuantas veces lo regañó por hablar tan rápido, pero en esta ocasión, se alegró que Rock Lee siempre tuviera tanta energía, siempre decía con facilidad lo que él no podía pronunciar.

—Buen viaje, estaré esperando tu regreso, tienes que volver, prometiste que me ganarías cien veces en el ajedrez —sintió un nudo formarse en su garganta—. Tomaré tus llamadas como una muestra de que cumplirás tu palabra.

Del otro lado se escuchó un sollozo y Neji dejó que una silenciosa lágrima resbalara por su mejilla.

• • •

La reunión del lunes en casa de Shikamaru llegó, pero solo asistió Neji y Kiba.

—Naruto está ayudando a Sasuke a llenar los documentos para su intercambio, ¿qué pasó con los demás? —preguntó extrañado Kiba.

—Choji me avisó que estaría faltando más seguido, quiere pasar tiempo con sus padres ahora que se marcha con sus tíos. Shino dijo que está estudiando para el examen de ingreso a la universidad —explicó Shikamaru con pereza.

—A mí me avisó Lee que estaría preparando sus maletas…

—¿A dónde irá? —cuestionó Kiba que no estaba enterado de nada—. ¿Cuándo volverá?

—Se marcha con su padre, su avión parte por la noche… Quizá lo haga en un par de años. —Lo de Lee había sido muy repentino incluso para el propio chico.

—¿No pensaba avisarnos antes? No nos dará tiempo de despedirnos —Nara habló perplejo sin poder creerlo.

—Es difícil para él —explicó con tristeza—, no es seguro que vuelva pronto.

Los otros dos asintieron intentando razonarlo.

El pequeño LED del celular del anfitrión se encendió, avisando que tenía un mensaje nuevo. Cuando lo leyó su ceño se frunció.

—Sai dice que se tomará esta semana para arreglar sus cosas para la mudanza, quiero imaginarme que pasa lo mismo con Gaara.

—¡¿Es que nos están dejando solos aquí?! —De alguna forma, sentía que todos volaban del nido.

Shikamaru suspiró y se puso de pie.

—Supongo que es tiempo de cerrar el club, en un par de meses tampoco tendré tiempo para el ajedrez o el baloncesto —observó los rostros incrédulos de sus compañeros y prosiguió—: Comenzó a interesarme una licenciatura en criminología, la universidad es la que está aquí, pero eso no significa que me sobrará el tiempo —dijo con aquella expresión de estar haciendo algo problemático—. Bueno, mientras procesan la nueva información, iré afuera a tomar aire, no destruyan mi casa en mi ausencia.

Con pasos lentos y perezosos, el dueño del departamento salió dejando a Kiba y a Neji rodeados de una atmósfera melancólica.

El mayor dejó caer su cabeza en el respaldo del sillón soltando el aire y emitiendo un sonido de derrota.

—Es aquí donde me estoy sintiendo obligado a reflexionar, seriamente, en lo que estoy haciendo con mi vida…

Inuzuka se acercó al contrario y tomándolo por la nuca lo obligó a mirarlo.

—Neji… ven conmigo. Me iré de aquí a estudiar medicina.

Parpadeó un par de veces, de todo lo que había escuchado de sus amigos, lo que menos esperó es que Kiba también dejara la ciudad.

Al ver que no respondía, agregó:

—No tienes que darme una respuesta ahora, me marcho en dos semanas, estoy buscando un departamento en el que podamos vivir ambos cómodamente. He estado tratando de decirte que vivamos juntos, pero siempre algo me lo impedía. Ahora ya nada lo hace, quiero que estés conmigo, quiero presentarte formalmente con Hana y que conozcas a mi madre, decirle que eres la persona que amo… Sé que estaremos viviendo en otro ambiente, uno del que ahora no tenemos experiencia, pero estoy seguro que funcionará.

Al escucharlo, su expresión se fue tornando oscura; todo iba más deprisa para su gusto. Estaba intentando hacer que funcionara, pero dar un paso tan grande, era imposible. Sí, ahora parecía que ya vivían juntos, pero no era cierto del todo, tenía su espacio, tenía un lugar al cual llegar cuando se sentía mal, había ocasiones que ni él mismo se soportaba, en todas ellas, con excusas para no encontrarse con Kiba, se refugiaba en su pequeño hogar. No estaba listo para convivir las veinticuatro horas con su novio. Podía resultar un mal, en lugar de un bien, para su relación.

—Te esperaré aquí —murmuró y se odió cuando vio que sus palabras hirieron a Kiba.

—No quiero que me esperes —sabía que estaba siendo egoísta—, quiero que vayas conmigo…

Negó lentamente y tomó las muñecas de Kiba para dejar un espacio entre sus cuerpos.

—Es lo mejor —le aseguró.

Lo extrañaría, no sería igual, pero no podía cumplir su deseo. No estaba listo para vivir con alguien. Ni con sus padres, ni con un amigo, ni siquiera una mascota, mucho menos con Kiba.

—¿Cómo puedes decirlo? Acaso ¿no te sentirás vacío en mi ausencia? Yo no puedo tenerte tan lejos… Prefiero quedarme aquí antes que…

—No lo hagas —le advirtió antes de que continuara hablando—. Si renuncias a tus sueños por mí, solo harás que ya no desee estar contigo.

—Eres importante… no puedo…

—Puedes hacerlo —lo interrumpió—, te dije que esperaría.

Lo miró con el rostro pintado de un «¿Cómo puedo confiar en ti?».

—No es necesario que lo hagas —murmuró poniéndose de pie.

Metió la última maleta en la cajuela de su auto. Sin poder evitarlo, giró para observar la calle desierta con la esperanza de que Neji apareciera de repente.

No debía engañarse, no lo ataría a una relación a distancia por muy egoísta que fuese. Igual, Neji le negó la oportunidad de quedarse.

Estaría cinco años lejos de él, cinco años sin Neji.

Había sido inevitable ¿no? No quería pasarse la vida en un empleo que no le gustaba del todo, pudo elegir otra cosa, pero para ser realista, incluso él sabía que no sería feliz por completo.

Se metió al automóvil, se colocó el cinturón de seguridad y después miró el espejo retrovisor por unos largos minutos. Nunca apareció la silueta de Neji.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).