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Doble Cara por Xora

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Notas del fanfic:

Encontré esto entre mis escritos antiguos, lo arreglé y tomé la decisión de publicarlo así que espero esto vaya cobrando sentido conforme lo voy editando.

 

Notas del capitulo:

Sugiero mucha atención a esta historia ya que gran parte de la escenas escritas son meramente psicológicas. Personajes definidos y algo mañozos. Ugh, espero todo marche bien...

«Se levanta la sesión»
 
Las palabras del juez se repetían con estruendo en su cabeza, golpeando el centro de su tribuna. La torre de naipes se derrumbó, la fortaleza de dados se derramó sin clemensia por todo el oscuro espacio, el grupo de canicas también en el violento impacto se vieron regadas entre la decepción que le acosaba en su asistencia, su blanca silueta perdida en sus pensamientos, rompiendo la figura que sus padres le habían regalado alguna vez de muy pequeño. Ya no importaba, nada importaba, y era motivo por el cual ahora ambos surcaban en la carretera, hacia algún destino que no le interesaba en absoluto; irritado y aburrido por todo y por todos. No iba a decir que le dolía el camino que las circunstancias los llevaron a él y a su hermano mayor viajar en coche hacia tierras lejanas.
 
Era culpa de Hansel y de su otro hermano mayor el que se hubiesen visto en la obligación de cambiar su residencia, huyendo del qué dirá la gente entrometida y las acusaciones inmorales de toda aquella molesta gentusa que sólo les hería con sus palabras dichas al azar, pues hasta tenían el descaro de hablar sin conocer bien los términos a tratar en sus platicas comunicativas; rumores, causa también por la cual Demian estuviera -justo en esos momentos- siendo puesto dentro de una celda para obligarlo a pagar sus terribles crimenes. Claro, asesinar a sus progenitores por un capricho no era algo que cualquier abogado deshonesto pudiera defender al pie de la letra, no importaba si era muy bueno en el caso, se necesitaban muchas pruebas falsas y especial fluidez para ser capaz de vencer en una guerra suicida, una como la que tuvieron los dos últimos involucrados del caso en los pasillos del edificio. Uno tratando de defenderse a sí mismo y a Demian por las situaciones grotescas que dieron lugar en su hogar y otro atacando la poca integridad que tuvieron ambos gemelos de llevar su relación a esa consecuencia. Las miradas asesinas no hicieron falta, la incertidumbre rompió sus lazos fraternales, cambiando el rumbo de sus destinos y separandoles para siempre. Demasiado dolor y furia cargando sus pechos, sentimientos que dificilmente serían curados aún cuando la peor condena era seguir estando juntos, con su propio mundo y sus defectos, unidos por sangre, separados por sus tan humanos -aberrantes- errores. 
 
Sus ojos grises estaban fijos en el camino, contemplando sin real interés los sitios por los que su automóvil pasaba. El paisaje se tornaba cada vez más silvestre a medida que avanzaban y tal sólo le indicaba al joven británico el lugar al que Hansel planeaba llevarlos a vivir: algún pueblo pequeño apartado de todo lo que conociese de la moderna civilización a la cual ambos habían estado acostumbrados, y eso le parecía mucho más patetico todavía a Ciro. Hansel se equivocaba si planeaba con eso distraer su mente de las genuinas estupideces que habían provocado sus dos hermanos para que todo a su alrededor diera un giro completo de 360°. No era ignorante del curioso romance incestuoso que sus dos hermanos tuvieron desde antes que sus padres fueran asesinados por Demian, también a causa de que, naturalmente, sus padres se negarían a aceptarlo después de todo. Ningún padre se sentiría feliz de ver a sus dos hijos varones teniendo relaciones más allá del simple cariño fraternal, un punto de vista aceptable para personas morales apegadas a toda ley impuesta sobre la tierra, era de suponer que los gemelos no vencerían en este juego una vez fue expuesto. Aún siendo prestigiadas mentes la justicia estaba primero, quizás por ello Hansel se comportó frío durante el juicio, respondiendo sin culpa a las preguntas que le formularon.
 
Ciro se removió de su asiento, pues aún habían demasiadas cosas que le molestaban de la experiencia, tal vez por ello se había sumerjido tanto en sus pensamientos, evitando escuchar la disculpa que Hansel muy incomodamente trató articular en sus labios después de optar por callarse cualquier palabra en todo el camino.
 
—Ciro... —al fin habló y esto consiguió que minimamente los iris del menor se giraran, dispuesto a enfrentarle la mirada del otro. Su hermano mayor yacía sentado a su lado; el cabello revuelto de Hansel, su exagerada pálida piel y las gruesas ojeras negras bajo sus parpados denotaban lo muy mal que había estado cuidando su salud física tras verse descubierto en su travesura, ahora lucía como un muñeco de porcelana malhecho, un aspecto deplorable que le recordaban a Ciro las constantes noches en vela que tuvieron repentinamente, él y Demian solos hablando siempre con voz baja, conversaciones a las que no lo involucraron y que semanas después ocasionó la impensable tragedia. Ciro desvió nuevamente la mirada tras la ventanilla, no tenía el humor de verlo, no después de todas las cosas que ocurrieron—. Sé que no estuviste de acuerdo en esta decisión, incluso me atrevo a decir que lo que ocurrió con nuestros padres, Demian y yo no te afecta en lo más mínimo pero... por lo menos me gustaría que me dijeras directamente y con tus palabras qué es lo que te ha molestado tanto para incluso pretender que mi existencia es invisible para ti.
 
La voz monótona y perezosa del moreno se escuchaba amarga a pesar de la admirable forma en que Hansel suprimía sus sentimientos al hablar, mientras a Ciro no le sorprendía que así fuera en una situación como aquella. Hansel siempre fue hábil para ocultar sus emociones pero el gesto le resultó molesto cuando debía conocer muy bien las razones por las cuales no se sentía capaz de hablarlo, ya habian hablado suficiente en el juicio de su otro hermano y no eran sus deseos volver a desarmar sus patéticos argumentos sentimentales del por qué pasó lo que pasó. El silencio que se instaló en el ambiente fue suficiente para Hansel. Ciro no hablaría, lo iba a seguir ignorando por el resto del viaje. Aunque no le conmovía en lo absoluto tomó la decisión de resignarse y no insistir, en cambio volcó su atención en el adulto a cargo.
 
—William.
 
—¿Si?— asintió el conductor del vehiculo con neutralidad, atendiendo pleno a los deseos de sus amos, después de todo desde que nacieron había cuidado de ellos. La familia Myers era gente muy rica y era ya una costumbre poseer sirvientes para cada una de las actividades, y siendo él un hombre honorable y de gran servicio le fue confiado el deber de cuidar siempre de ellos, aunque él lo hiciera con cariño paternal de por medio.
 
—¿Cuánto nos falta para llegar a Holidreek?
 
—Dos horas más y en un dos por tres estaremos ahí.
 
Ciro puso especial atención a este nombre, pues mientras empacaba sus pertenencias se habia tomado un tiempo para investigar el mapa del país y, sino malrecordaba, ese nombre pertenecía a un pueblo cuya alcaldía a duras penas logró pagar para que su ubicación fuera puesta en el mapa. Ya lo suponía, el objetivo principal de Hansel habia sido habitar un sitio del que se supiera poco de sus raices y de esa forma mantener el anónimato presente. Volvió la mirada al camino luego de expulsar un muy pesado suspiro. Se sentía como un ex-convicto que escapa de la
pena de muerte.
 
 
 
El lujoso coche negro pasó unas horas más surcando carreteras, veredas mugrientas y construcciones sin condición de uso, hasta que por fin su campo de visión les brindó la entrada a dicho pueblo, recibidos por un letrero de madera carcomido por polillas y escritura desgastada donde dificilmente podía leerse "Holidreek". 
 
Sin expresión en el rostro, Ciro comenzó a observar cada vecindario por el que avanzaban, la apariencia de este no era muy convencional y las multiples miradas de extrañesa de los habitantes le provocaban una profunda desconfianza, pues incluso los niños que jugaban balon o se correteaban entre ellos se detenían con el único propósito de posar las miradas curiosas a su auto. Ciro se preguntaba si vivir en un lugar tan pequeño fuera una buena elección por parte de Hansel.
 
 
 
Tras recorrer un nuevo tramo en el interior del pueblo finalmente el auto se detuvo frente a una puerta de hierro que protegía un extenso jardin de rosas y, luego de la mediana vereda, había una casa que lejos de verse simple y acogedora, se veía como una mansion cara llena de lujos innecesarios. William bajó del auto para abrir la puerta de paso, quitando las corriosas cadenas que impedían el fácil acceso al interior, Ciro se llevó una mano a sus cabellos comenzando a rascarse en una zona especifica, impulsado por la ansiedad que sentía, simplemente no podía creer que Hansel hubiese comprado una construcción tan llamativa si eran sus deseos pasar desapercibido por la gente pero el sonido de la puerta lo sacó de sus pensamientos, obligandole a mirar en dicha dirección,donde su hermano salía del vehiculo lentamente, y vaya que se tomaba su tiempo en realizar cualquier cosa.
 
—Ciro, sé que lo que menos quieres es escucharme pero a partir de aquí debemos caminar. Mientras William guarda el auto en ese jardin nosotros nos iremos a la casa que hay más adelante. Toma tus cosas y sígueme.
 
Y asi lo hizo, Ciro acató la orden sin renegar al respecto, comprendiendo que ese jardín de rosas sólo sería la cochera, ellos iban a vivir en una casa cualquiera y no en esa mansión de Frankestain, la cual consiguió recordarle a sus mansiones de verano en tierras remotas que su familia usaba para relajarse. Tomando cada quien sus respectivas maletas, Hansel y Ciro caminaron por la solitaria calle que ofrecía un extenso panorama hacia caminos silvestres similar a una vereda de montaña. El silencio al albino le pareció reconfortante, por lo menos era un sitio tranquilo que dejaba a la naturaleza respirar, el viento soplando sutilmente y el silbar de los arboles resguardaban la armonía que las ciudades quebrantaban con música, voces y ruidos metalicos, podría acostumbrarse fácilmente a eso sino fuera porque la razón por la que estaban ahí era un asunto de justicia, legalidades y condenas.
 
—Es aquí —escuchó muy lejana la voz de su hermano mayor pero logró atender al llamado cuando lo vió detenerse ante una puerta, este enseguida sacó de sus desgastados bolsillos una aureola de ocho llaves plateadas que usaría para abrirla— Quizás no sea la septima maravilla del mundo pero será un lugar acogedor cuando te acostumbres— agregó Hansel introduciendo la llave y abriendo la puerta de un sólo movimiento.
 
El interior se veía sombrío, los muebles polvorosos y en mal estado, el olor a guardo se extendía junto a olores viejos y pintura. Ciro observó esto dandose cuenta de lo terrible que era un lugar abandonado y entró a la residencia cubriendose la nariz con el brazo sin esperar por cualquier indicación, pues su hermano parecía más impactado al quedarse en el marco de la puerta sin dar otro paso. Ya una vez adentro, Ciro se molestó en análisar el terreno. Había una sala recibiendolos, más adelante una cocina integral y al fondo unas escaleras que, al parecer, llevaban a las habitaciones, y más allá un cancél con vista a un pequeño patio decorado por plantas secas y enredaderas.
 
—Por lo visto tendremos mucho trabajo qué hacer antes de instalarnos —dijo Hansel recuperandose de la impresión y entrando a la casa con decisión, él abandonó sus maletas sobre un sillón— Pero, si gustas, antes puedes ir a buscar tu futura habitación.
 
Sin decir nada Ciro comenzó a caminar, dirigiendose a las escaleras. El piso y pared estaban tapisados en polvo, nada más rozar la camisa le dejaba una mancha de suciedad completamente visible y, con sólo dar pasos sobre la cubierta de madera, sentía cómo la estela de mugre se alzaba hasta picarle en la nariz. Caminó incomodo hasta llegar al pasillo, visualizando con molestia la presencia de más suciedad abarcando el espacio, quejandose internamente por el descuído de Hansel por no mandar antes quienes se encargaran de la limpieza; se veía que no estaba fijando sus objetivos meticulosamente, ya no era el Hansel de antes. Silencioso abrió una de las puertas recibiendo en el rostro el polvo tan odioso que lo hizo toser brevemente, cerró los ojos y aguantó la respiración para acostumbrarse a la atmósfera y entonces entró con cuidado observando el espacio. El cuarto se veía simple y desperfecto por lo que al acercarse a la pequeña mesa de madera pasó uno de sus dedos por la superficie, manchandose de un blanco más pálido la piel, similar al color de la harina pero por desgracia eso no era harina. Ciro odiaba llenarse de mugre y aquel sitio sólo le prometía eso. Miró a un costado descubriendo una ventana, considerando abrirla para dejar entrar oxigeno, tal vez eso le ayudaría despejar las molestias. Se acercó y de un movimiento corrió todo el cristal dejando al suave viento entrar de lleno al lugar, si algo bueno tenía ese pequeño pueblo de mala fortuna era la hermosa vista silvestre y el fresco ambiente que se despedía desde las areas rurales, en el angulo de ese cuarto podía ver claramente el alto monte saturado de verdes y frondosos arboles con un cielo azul entonado, dandole una ligera sensación de paz a pesar de que la vivienda frente a la ventana cubría gran parte del paisaje; aún así no podía quejarse del todo, tenía la oportunidad de escoger otra habitación.
 
Mientras observaba el vecindario, perdido en los mares turbulentos de su mente, le pareció ver una sombra que surcó a un costado de sus ojos, justo bajo los parpados, con inquietud de reflejo giró su atención en esta dirección, tratando de ubicar esa sombra que por un instante le sobresaltó, pero sólo se encontró con una lamina oxidada que con el viento golpeaba el muro al que estaba sujeto, el material volando la mayor parte por los aires; seguramente tenía mucho tiempo allí. Lo que pudieron presenciar inciertamente sus pupilas lo relacionó a esa lamina en concreto con la intención de olvidarse rápidamente del asunto.
 
 
 
Pasadas las horas, el sol intenso de la tarde calló estrepitoso sobre el pueblo y, desde entonces, Ciro estuvo apoyando en la limpieza del lugar donde vivirían a partir de ese momento, justo como hacían su hermano Hansel y William. Por suerte el arduo trabajo se había movilizado y a esas horas del día habian terminado la sala, cocina y patio, después no les faltaría más que llevar las cubetas y jabon a los cuartos. Ciro enrolló las mangas de la percudida playera blanca que vestia hasta descubrirse los pálidos codos e hizo lo mismo con su pantalon azul, pretendiendo evitarse ensuciar la ropa demasiado, no se sentía con ánimos de mojarse tampoco. Con desgana tomó dos cubetas llenas de agua y las llevó en silencio a las escaleras, encontrandose a William de frente.
 
—¿Gusta que lo ayude con el segundo piso, joven Ciro?
 
—Me encargaré yo solo —respondió Ciro cortante, esquivando al hombre de manera torpe, no estaba acostumbrado a las actividades físicas y le costaba trabajo realizar el mínimo esfuerzo que requería con las cubetas.
 
—¿Está seguro? —insistió William preocupado, siguiendo con la vista el lento andar de su protegido más joven que se zarandeaba constantemente al caminar.
 
—Lo estoy. —dijo con evidente mal humor, le resultaba carga pesada el atender el peso de las cubetas y a las preguntas del anciano al mismo tiempo. Al fin alcanzó a tomar seis escalones, entonces se detuvo con la respiración entrecortada, eso ya era demasiado para su inexistente condición física, especialmente luego de haber limpiado tanto antes.
 
—Oye Ciro. —Los ojos del albino se giraron a la silueta donde su hermano mayor permanecía, exprimiendo el agua del trapo con el cual limpiaba las ventanas— Es bueno forjarse propósitos de cambios residenciales pero no es malo recibir el apoyo de alguien más los primeros días, te sugiero que le permitas a William ayudarte.
 
Hansel le hizo una seña a su sirviente más leal para que ayudase a su pequeño hermano, indicación a la cual el hombre mayor acudió enseguida, tomando ambas cubetas y subiendolas sin dificultad por las escaleras. Ciro vió esto con irritación pero inhaló la ultima bocada de aire con la intención de serenarse, algo que le molestaba mucho era que Hansel quisiera continuar manipulando su vida pero por aquella ocasión decidió rendirse de replicar, aún no quería dirigirle la palabra al mayor.
 
 
 
Al llegar al final de las escaleras, William dejó ambas cubetas al centro del pasillo, Ciro le habia estado siguiendo de cerca con la mirada perdida en el suelo.
 
—Listo. ¿Gusta que lo ayude en algo más, joven Ciro?
 
—No, estaré bien a partir de ahora —replicó el albino con gesto indiferente, volviendo a rascarse un brazo con evidente ansiedad, la actitud de su hermano le habia exasperado y de esto William se percató al instante.
 
—El joven Hansel se preocupa mucho por usted... —su sola mención logró atraer la mirada del Myers más joven. William era un hombre muy atento, tanto que en ocasiones llegaba a sorprenderle lo precisas que solían ser sus corazonadas—. Le cuesta trabajo demostrar su simpatía después de todo lo ocurrido. Desde el arresto del joven Demian ha estado muy perdido en sus pensamientos y probablemente no sepa la razón por la que tomó la decisión de traerlos a usted y a él hasta este pueblo siendo su deber enfrentar las consecuencias, por eso le pido que lo perdone por favor. Esta situación nos afectó a todos, pero a él más que a nadie. Así que quiero que usted sea más comprensivo, no odie a Hansel o a Demian por lo que hicieron, seguramente no pretendían involucrarlo en sus problemas.
 
Ciro lo pensó un momento, analizando la situación ahora con más calma. Lo sabía, lo comprendía y aún así no se había dado cuenta de que se estuvo comportando como un completo imbécil, ignorando a Hansel y exasperandose por una simple sugerencia hecha por él. Si William no los hubiese acompañado quién sabe a qué clase de conclusiones habría llegado estando a solas, quizás por ello desde su corta adolescencia había aprendido a sentir cariño por sus familiares, influenciado por William Brown, sólo con ayuda del hombre al que llegaron a considerar una simple mascota familiar desde su llegada pero que con los años de servicio y convivencia desinteresada se convirtió en un mejor amigo para los tres hermanos. Ciro era un chico que tendía ser indiferente al sufrimiento ajeno, porque desde el inicio se encerró a sí mismo en una burbuja de excentricidad y egocentrismo, por eso esta comunicación que mantenía con William le había servido mucho para ser menos reservado y abrirse a los consejos que solía repudiar incluso llegado el momento indicado.
 
—Gracias William— asintió simplemente levantando la mirada, como el joven de pocas palabras que era. El anciano sonrió en respuesta, y esa sonrisa a Ciro lo tranquilizaba, de alguna manera lograba calmar los revueltos pensamientos que en ocasiones especiales como aquella lograban enloquecerlo.
 
 
 
Luego de un lapso de dos horas, todo se había calmado. La noche caía en el pueblo y ahora que las gotas de agua mojaban su cuerpo, escurríendose de aquella vieja regadera de baño, Hansel se daba cuenta que esa sería su primera noche lejos de la ciudad, lejos de sus raices, en ese pueblucho llamado Holidreek. ¿En qué momento se había olvidado que esa casa que ahora habitaban no era para nada una casa de verano? Quizás acostumbrado a viajar y nunca estar en un sólo lugar le habían ayudado a no notar esa falta de familiaridad que a menudo inspiraba la ausencia de monotonía. Era la primera vez que salía de la rutina, incluso su relación con Demian en algún momento le pareció cotidiano. Si recapitulaba los sucesos que les habían llevado a esto, el sabor amargo llenaba su boca como si de pronto engullera una sustancia tan viscosa como la sangre que había probado en su boca. 
 
Como su hermano gemelo, se había dado cuenta desde el principio que el estado mental del otro era en demasía diferente al estandar de las personas comunes. Demian disfrutaba haciendo cosas que a una persona normal le resultaría extraña y desagradable, como mirarse al espejo por horas indefinidas hasta finalmente convencerse que aquella silueta que le devolvía la mirada era él mismo y no alguien más; Hansel muchas veces lo había descubierto hablandole a su reflejo, acariciando su rostro cuando sentía que nadie le estaba observando antes de reirse y golpear el vidrio con una furia inusitada.
 
Además, Demian solía bromear con lanzarse de un edificio para volar con las alas que decía tener ocultas bajo la piel, y había bromeado tanto con eso que Hansel llegó a temer que algún día en verdad lo llevara a cabo, por ello había comenzado a distraerlo con la letanía de besarlo y tomarlo de la mano; entonces su relación se había íntimado tanto que su resultado impactó con una escena sangrienta que yacía necia a quedarse con él hasta la eternidad y que cada noche le visitaba junto a la sonrisa desquiciada de su gemelo tendiendole la mano con absoluto cariño. Llamandole para formar parte de una utopia personal.
 
 
 
Salió de la regadera y del cuarto de baño vestido, secandose el oscuro cabello con una toalla blanca. Apenas salir sintió un delicioso aroma inundar su nariz, venía de la cocina y al acercarse descubrió que era William quien preparaba la cena. Curvó los labios al identificar el aroma del platillo, pues Hansel ya era todo un sabueso en todo lo relacionado a dulces, y los postres que William preparaba eran los más deliciosos que hubiera probado en su vida. Se acercó con lentitud a la estufa, asomando la cabeza con curiosidad infantil sobre la olla, el aroma de la comida casera también le gustaba.
 
—Oh, joven Hansel— le nombró William al notar su presencia, Hansel volvió a curvar sus labios en una sonrisa y entonces se alejó sutilmente visualizando el terreno de vuelta, buscando al albino.
 
—Ciro no ha bajado después de que terminamos con la limpieza, ¿cierto?
 
—Así es. —respondió simplemente, palabras que causaron en el rostro de Hansel una mirada solitaria. Inclinó la cabeza indeciso, preguntandose tantas cosas sobre el curso que habian tomado las situaciones, William no tardó en notar el sugerente silencio del mayor de los Myers y sin temor levantó la mirada hacia él, comprensivo— ¿Qué le sucede?
 
—¿Habré tomado una mala decisión al venir aqui? —cuestionó Hansel de golpe y sin anestecia, perturbado y molesto consigo mismo, con nadie además de William se permitía comportarse menos frío o actuar menos calculador como usualmente hacía. No sabía el motivo, quizás porque lo consideraba su padre siempre era tan fragil e insignificante a su lado, tan pequeño e inmaduro— Tal vez Demian y yo fuímos un par de egoistas. No pensamos realmente en el daño que causariamos al llevar nuestra relación como hermanos a algo más allá, es por eso que ocurrieron estas cosas.
 
—Fue decisión del joven Demian violar las leyes, no de usted. Fue decisión del joven Demian cometer estos imperdonables homicidios, no de usted... estar en este lugar fue decisión suya, quizas no de Ciro, pero usted es el responsable ahora de lo que pueda ocurrirle, por ello se le permitió decidir quedarse o alejarse. Es posible que no sea una decisión del todo correcta. Sin embargo, debe comprender que si no forma parte de esto como el próximo heredero de la familia nadie más lo hará...
 
La voz de William congeló los sentidos del moreno al instante, dispersando todas sus dudas con sus serenas pero severas palabras inyectadas de fortaleza, consiguiendo dejarle sin habla por ese momento. Lo comprendía, William siempre habia sido su soporte, por ello era que le confiaba todo, desde sus decisiones hasta su propia vida ya que era el único que le proporcionaba seguridad en esos dificiles momentos en que su determinación tambaleaba peligrosamente sobre la superficie.
 
Y cuanta razón tenía, era a Hansel a quien le correspondía tomar esas desiciones; él, Ciro siendo el menor de los dos, era el menos indicado para hacerse cargo de los acontesimientos, y lo habia comprendido cuando -bajando los primeros escalones, dispuesto a tomar su lugar en la cocina- habia escuchado la conversación que William y su hermano habían iniciado no hace más de unos segundos en su ausencia. A causa de ello comprendió la razón por la que William le había pedido que fuera comprensivo con su hermano, para que este no retrocediera en las desiciones que tomaba, que le ayudase de forma indirecta a remindicarse, apoyandolo en volver a ser firme y calculador. Se acomodó en el escalón donde estuvo de pie y entrelazó sus dedos para inspirar profundo, comprendiendo que este sería un cambio, no solo para William o Hansel, también para él.

Notas finales:

Bien... estoy nerviosa, lo confieso. Estoy repasando el relato y aún creo que necesita otro par de retoques. Estaré actualizando con regularidad.

Gracias por leer.


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