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A life of lies por ardnas

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A comienzos de octubre, Wood los convocó para comenzar los entrenamientos.

—Es nuestra última oportunidad..., mi última oportunidad... de ganar la copa de quidditch —les dijo, paseándose con paso firme delante de ellos—. Me marcharé al final de este curso, no volveré a tener otra oportunidad. Sabemos que contamos con el mejor... equipo... de este... colegio.

Wood hablaba con tal desaliento que incluso a Fred y a George les dio pena.

—Oliver, éste será nuestro año —aseguró Fred.

—Lo conseguiremos, Oliver —dijo Angelina.

—Por supuesto —corroboró Harry.

Una tarde, después del entrenamiento, Harry regresó contento por la manera en que se había desarrollado el entrenamiento, a pesar de que su capitán hubiera estado muy extraño todo el tiempo, Wood había fallado al bloquear más de la mitad de las quaffles, se había caído de la escoba y cuando vio entrar al equipo de quidditch de Slytherin se peleó con el capitán Marcus Flint (pero eso ultimo no era nuevo, lo nuevo era el sonrojo en la cara de Wood), aun así fue un muy entretenido entrenamiento.

 Cuando llegó a su sala común (obviamente acompañado del resto del equipo) encontró a todos sus compañeros muy animados.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó a Ron y Hermione, que estaban sentados al lado del fuego, en dos de las mejores sillas, terminando unos mapas del cielo para la clase de Astronomía.

— Primer fin de semana en Hogsmeade — le dijo Ron, señalando una nota que había aparecido en el viejo tablón de anuncios —. Finales de octubre. Halloween.

— Estupendo — dijo Fred, que había seguido a Harry por el agujero del retrato —. Tengo que ir a la tienda de Zonko: casi no me quedan bombas fétidas.

Harry se dejó caer en una silla, al lado de Ron, y recostó su cabeza en el hombro del pelirrojo menor, tres personas miraron esa acción con furia contenida (los gemelos Weasley y Hermione).

— Fred, George, ¿Cómo es Hogsmeade? — preguntó a los pelirrojos sabiendo que ellos, al ser dos años mayores, ya habían visitado el pueblo.

A los gemelos les brillaron los ojos por la pregunta — ¡Oh!, ya verás Harry, ¡te encantará! El primer lugar al que deberías ir es a Honeydukes, ahí tienen los mejores dulces mágicos de todos — dijo el que Harry sabia era Fred.

— También está el bar de Madame Rosmerta, Las Tres Escobas, la cerveza de mantequilla que sirven es realmente la mejor de todas.

— Pero sin duda — hablaron ahora ambos gemelos —, a donde no puedes evitar ir es a Zonko ¡La mejor tienda de bromas en Hogsmeade!

Empezaron un ameno recuento sobre todo lo que había en ese pueblo.

— En Honeydukes tienen de todo... Diablillos de pimienta que te hacen echar humo por la boca... y grandes bolas de chocolate rellenas de mousse de fresa y nata de Cornualles, y plumas de azúcar que puedes chupar en clase y parecer que estás pensando lo que vas a escribir a continuación...

Hermione frunció el ceño al oír a los gemelos — Hogsmeade tiene también un gran pasado histórico. Es un lugar muy interesante. En Lugares históricos de la brujería se dice que la taberna fue el centro en que se gestó la revuelta de los duendes de 1612. Y la Casa de los Gritos se considera el edificio más embrujado de Gran Bretaña...

—... Y enormes bolas de helado que te levantan unos centímetros del suelo mientras les das lengüetazos —continuó Fred, que no oía nada de lo que decía Hermione.

Hermione abrió la boca para sostener una nueva opinión, pero en ese momento Crookshanks saltó con presteza al regazo de Harry. Una araña muerta y grande le colgaba de la boca, mientras Scabbers colgaba sujeta a su collar.

—Bravo, Crookshanks, ¿la has atrapado tú solito? —dijo Ron.

Crookshanks masticó y tragó despacio la araña, con los ojos llenos de atención hacia Ron, desde hacía algún tiempo que el pelirrojo sentía un curioso afecto por el gato, después de todo, libraba a la torre de Gryffindor de cualquier araña que pudiera molestar al pelirrojo.

— Crookshanks — llamó Hermione a su gato —, ven acá peludito.

El gato le dio una mirada insolentemente severa, era muy extraño, desde poco después que llegaran a Hogwarts Crookshanks había comenzado a rehuir de Hermione, una vez incluso la había arañado, nadie sabía porque el repentino odio hacia su dueña.

Los gemelos se habían ido hace unos segundos, cuando vieron que Harry lo único que hacía era acurrucarse cada vez más contra Ron mientras este le daba mimos en su cabello.

A Hermione tampoco le gustaba la escena — Harry acabas de tener un entrenamiento de quidditch, deberías irte a bañar o mañana te dolerá todo.

Harry un poco adormilado (pues estaba a punto de irse al quinto sueño) asintió a las palabras de la castaña, quito a Crookshanks de su regazo y se levantó para caminar con rumbo a las duchas.

Cuando llegó ahí pudo notar que los gemelos estaban bañándose, normalmente prefería ducharse solo ya que no le gustaba que los demás vieran su cuerpo, le molestaba la contextura física que tenía a causa de los maltratos de los Dursley, pero ese día iba más dormido que despierto así que lo dejó pasar.

En cambio los gemelos eran un caso aparte.

Ambos pelirrojos se habían dado cuenta de que el buscador había entrado a las duchas, pero como este siempre se iba cuando había alguien para poder bañarse solo no le tomaron importancia, en cuanto el pelinegro se diera cuenta de su presencia se iría.

Bueno, tal vez no esta vez.

Mientras terminaban de enjabonar sus cuerpos pudieron ver como el menor comenzaba a desvestirse, esto alteró un poco a los pelirrojos pues al parecer Harry no se había dado cuenta de su presencia, Fred dejó caer un bote con Champú para que Harry los oyera y detuviera su actividad, pero el menor solo los miro de reojo antes de continuar desvistiéndose, ya no llevaba la parte de arriba del uniforme de quidditch.

Eso hizo que los pelirrojos se alteraran aún más, la camisa de Harry desapareció y mientras desabotonaba el corto pantalón que llevaba los gemelos le dieron completamente la espalda para abrir la llave de agua y provocar que un chorro de lluvia helado cayera sobre sus cuerpos, ambos sabían lo que el Potter provocaba en ellos, y aunque no habían visto más allá de su espalda el simple hecho de saber que el chico estaba desvistiéndose a tan poca distancia de ellos les enloquecía, se enjuagaron lo más rápido que pudieron y se envolvieron en una toalla para salir corriendo lo más rápido que pudieron, sin importar a quien atropellaran en el camino y que sus ropas aun estuvieran en las duchas.

El de ojos esmeraldas ni siquiera se inmutó ante eso. Cuando Harry terminó de desvestirse abrió la ducha y se colocó bajo el agua, esta terminó de despertarlo y se sonrojo al recordar que Fred y George estaban ahí, se giró y grande fue su alivio al no verlos, aunque por alguna razón que ignoraba eso también lo decepcionaba.

Cuando comenzó a frotar su cuerpo con el jabón se dio cuenta de algo, en su antebrazo derecho había un extraño dibujo, eran una especie de líneas doradas que parecían surgir de la parte interior de su antebrazo, se dividían en dos direcciones, derecha e izquierda, continuaban por el contorno de su antebrazo dividiéndose en más líneas hasta volver a unirse en la parte exterior del mismo, parecían una especie de enredadera dorada y brillante, en la parte exterior de su brazo las “ramificaciones de la enredadera” estaban entrelazadas de tal manera que se formaba dos letras igualmente entrelazadas, una H y una R, pero lo más curioso de todo, eran dos figuras animales que no parecían tener nada que ver con la enredadera, un león y una serpiente, tenían los colores de las casas de Hogwarts, estos animales estaban dibujados alrededor de la letra H.

Harry se bañó pronto para para quitar el asunto del dibujo de su mente, pero en verdad se preguntaba que podría ser, debería investigar. Regresó a los dormitorios de los chicos donde encontró a Ron ya sobre su cama profundamente dormido, se puso la ropa que usaba como pijama y se acostó a dormir, no llevaba mucho tiempo de conciliar el sueño cuando pesadillas comenzaron a invadir su mente, pero estas fueron rápidamente disipadas al sentir como su pelirrojo amigo se acostaba al lado suyo.

Ninguno sabía que un brillo dorado en el brazo de Ron lo hizo levantarse dormido para ir a abrazar a Harry.

— Al día siguiente —

Ron se despertó un poco sorprendido por estar en la cama de Harry, no que le molestara realmente, acariciaba los cabellos del más bajito mientras esperaba a que despertara. Neville, Dean y Seamus los vieron raro antes de ir a clase de Herbología, donde trabajaron con una Vainilla de viento.

Luego tuvieron Transformaciones. Harry, que estaba realmente emocionado por visitar el pueblo, no notó la mirada dudosa de Seamus. Cuando por fin estuvieron en Hogsmeade, Harry corría por todo el pueblo como niño pequeño en dulcería.

Honeydukes estaba abarrotada de alumnos de Hogwarts, Harry tuvo que contener la risa al imaginarse la cara que pondría Dudley si pudiera ver dónde se encontraba. La tienda estaba llena de estantes repletos de los dulces más apetitosos que se puedan imaginar. Cremosos trozos de turrón, cubitos de helado de coco de color rosa trémulo, cientos de chocolates diferentes puestos en filas. Había un barril enorme lleno de alubias de sabores y otro de Meigas Fritas, las bolas de helado levitador de las que le había hablado Fred. En otra pared había dulces de efectos especiales: el chicle droobles, que hacía los mejores globos, la rara seda dental con sabor a menta, diablillos negros de pimienta; ratones de helado; crema de menta en forma de sapo; frágiles plumas de azúcar hilado y caramelos que estallaban.

En algún momento del trayecto se encontraron con sus amigos Slytherin (menos Astoria), Hermione se había ido en cuanto los vio llegar y después de un rato se unió al grupo Cedric Diggory, el Hufflepuff que Harry y Draco habían conocido en los campos de quidditch, extrañamente, Theodore parecía querer agradarle al Puff de quinto año.

Hogsmeade era como una postal de Navidad. Las tiendas y casitas con techumbre de paja estaban cubiertas por una capa de nieve crujiente. En las puertas había adornos navideños y filas de velas embrujadas que colgaban de los árboles.

— Os propongo otra cosa — dijo Cedric, castañeteando los dientes por el frio —. ¿Qué tal si tomamos una cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas?

Todos asintieron a la sugerencia del Hufflepuff ya que al ser mayor conocería mejor el lugar, caminaron por las calles blancas hasta que llegaron al local, afuera de él vieron un letrero que decía:

POR ORDEN DEL MINISTERIO DE MAGIA

Se recuerda a los clientes que hasta nuevo aviso los Dementores patrullarán las calles cada noche después de la puesta de sol. Se ha tomado esta medida pensando en la seguridad de los habitantes de Hogsmeade y se levantará tras la captura de Sirius Black. Es aconsejable, por lo tanto, que los ciudadanos finalicen las compras mucho antes de que se haga de noche.

¡Felices Pascuas!

Blaise se removió incomodo en su lugar antes de dirigir una mirada a Harry, se alivió de ver que en su rostro solo había indiferencia por la noticia, después de eso todos entraron al local siguiendo a Cedric.

Estaba calentito y lleno de gente, de bullicio y de humo. Una mujer guapa y de buena figura servía a un grupo de pendencieros en la barra.

— Ésa es la señora Rosmerta, iré por unas bebidas — dijo Cedric.

Harry y su grupo se dirigieron a la parte trasera del bar; donde quedaba libre una mesa mediana, entre la ventana, un bonito árbol navideño y una mesa más pequeña, cerca de la chimenea. Cedric regresó cinco minutos más tarde con seis jarras de caliente y espumosa cerveza de mantequilla.

— ¡Felices Pascuas! —dijo levantando la jarra, muy contento.

Harry bebió hasta el fondo. Era lo más delicioso que había probado en la vida, y reconfortaba cada célula del cuerpo. Todo iba bien, después de tomar algunas otras cervezas de mantequilla fueron a Zonko, donde se encontraron a los gemelos abasteciéndose de bombas fétidas, se unieron a ellos mientras volvían a pasear por Hogsmeade, pero entonces las cosas se complicaron.

Los faroles de las calles se apagaron repentinamente, al no ser de noche aun podían ver, pero el aspecto del pueblo era algo sombrío.

Fue entonces cuando a unos metros de ellos, los vieron. Iluminados por la poca luz natural que aún había, había varias figuras cubiertas con capas y que llegaban hasta el techo. Tenían la cara completamente oculta por una capucha. Harry miró hacia abajo y lo que vio le hizo contraer el estómago. De la capa surgía una mano gris, viscosa y con pústulas. Como algo que estuviera muerto y se hubiera corrompido bajo el agua...

Sólo estuvo a la vista una fracción de segundo. Como si el ser que se ocultaba bajo la capa hubiera notado la mirada de Harry, la mano se metió entre los pliegues de la tela negra. Y entonces aspiró larga, lenta, ruidosamente, como si quisiera succionar algo más que aire.

Un frío intenso se extendió por encima de todos. Harry fue consciente del aire que retenía en el pecho. El frío penetró más allá de su piel, le penetró en el pecho, en el corazón... Los ojos de Harry se quedaron en blanco. No podía ver nada. Se ahogaba de frío. Oyó correr agua. Algo lo arrastraba hacia abajo y el rugido del agua se hacía más fuerte...

Y entonces, a lo lejos, oyó unos desesperados gritos de súplica. Quería ayudar a quien fuera. Intentó mover los brazos, pero no pudo. Una niebla espesa y blanca lo rodeaba, y también estaba dentro de él...

— ¡Harry! ¡Harry! ¿Estás bien?

Alguien le daba palmadas en la cara.

— ¿Qué?

Harry abrió los ojos. Sobre él había algunas luces y varias personas... Estaba en la enfermería del colegio. Blaise le acariciaba los cabellos al igual que Ron, la diferencia era que Blaise estaba sentado en una silla justo al lado de la camilla y Ron sobre la camilla, abrazándolo, pues Harry se había dado cuenta que estaba sentado en el regazo de Ron.

En otra camilla cercana se encontraba Draco, inconsciente y completamente más pálido de lo que ya era, se quejaba entre sueños mientras Theodore le limpiaba el sudor de la frente y Daphne le acariciaba la rubia cabellera, pudo ver a Cedric hablar con Madame Pomfrey  al lado de unos muy furiosos y visiblemente exhaustos gemelos.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó Ron, asustado.

—Sí —dijo Harry, comenzando a pensar en el ser encapuchado —. ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde está ese... ese ser? ¿Quién gritaba?

—No gritaba nadie —respondió Ron, aún más asustado.

Harry examinó la habitación otra vez, Theodore y Daphne lo miraron, muy pálidos.

—Pero he oído gritos...

No pudo seguir hablando, la enfermera les tendió grandes trozos de chocolate.

— Toma — le dijo a Harry —. Cómetelo. Te ayudará.

Harry cogió el chocolate, pero no se lo comió.

— ¿Qué era ese ser? — le preguntó a la enfermera.

— Un Dementor —respondió Pomfrey, repartiendo el chocolate entre los demás—. Era uno de los Dementores de Azkaban. Coméoslo —insistió—. Os vendrá bien.

Pasó por delante de Harry y volvió para hablar con los mayores.

— ¿Seguro que estás bien, Harry? — preguntó Blaise con preocupación, mirando a Harry

— No entiendo... ¿Qué ha sucedido? — preguntó Harry, secándose el sudor de la cara.

— Bueno, ese ser... el Dementor... se quedó ahí mirándonos, y tú, tú...

— Creí que te estaba dando un ataque o algo así — dijo Ron, que parecía todavía asustado —. Te quedaste como rígido, te caíste al suelo y empezaste a agitarte...

— Y entonces el profesor Lupin pasó por encima de ti, se dirigió al Dementor y sacó su varita — explicó Blaise —. Y dijo: «Ninguno de nosotros esconde a Sirius Black bajo la capa. Vete.» Pero el Dementor no se movió, así que Lupin murmuró algo y de la varita salió una cosa plateada hacia el Dementor. Y éste dio media vuelta y se fue...

— Ha sido horrible — dijo Daphne — ¿Notasteis el frío cuando entró?

— Yo tuve una sensación muy rara —respondió Ron, moviendo los hombros con inquietud—, como si no pudiera ya volver a sentirme contento...

Harry miró a Draco, se encontraba vulnerable como nunca antes, Ron le respondió sin que siquiera preguntara.

— Él se llevó la peor parte, si de por si tú estabas mal, cuando el profesor llegó estaba temblando violentamente en el suelo, la señora Pomfrey le dio varias pociones porque se le bajaron las defensas DEMASIADO.

Y Harry solo pudo rogar, que el rubio estuviera bien.


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